Los libros de la buena memoria

Los libros de la buena memoria

La Biblioteca Nacional organizó la Feria del Libro Originario. Editoriales y autores se reunieron para visibilizar una parte silenciada de nuestra cultura y el valor de los textos para mantenerla viva.

“Somos, estamos y nunca nos iremos”. El pasado domingo 5 de noviembre se llevó a cabo la primera Feria del Libro Originario en la Plaza del Lector Rayuela de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, con entrada libre y gratuita.

La wiphala, como símbolo de unión en la diversidad, estuvo presente en los puestos de libros y en la reja que rodea a la plaza de la biblioteca, del barrio de Recoleta. La feria fue organizada por el Centro de Estudios sobre Pueblo Originarios de la Biblioteca Nacional cuyo objetivo es realizar realiza actividades, publicaciones e investigaciones con el fin de difundir las culturas de las comunidades autóctonas.

En esta primera feria se concentraron editoriales grandes y pequeñas, autores y autoras independientes que pertenecen o están vinculados a la temática de pueblos originarios, con el fin de darles visibilidad, de que la gente encuentre y vea en un solo lugar la diversidad bibliográfica disponible: desde diccionarios hasta ediciones de El Principito en quechua, pasando por poesías e investigaciones culturales.

La feria contó con una programación de canto por Victorina Melipan Antieco Esponja, mujer mapuche tehuelche, la presentación del libro Los diarios del Malón de la Paz de Hermógenes Cayo y Mario Augusto Bertonasco y el cierre estuvo acompañado por música comunitaria aymara y altoandina.

K´anchay Qoyllur, una de las feriantes explicó: “Al lado de este edificio, tan importante para las culturas, que se arme una feria de los pueblos originarios desde y para ellos me parece muy importante, para que las personas que no tienen donde conocernos, donde vernos y escucharnos nos encuentren cerca. Ojalá que se difunda esto, y lo mismo para la juventud. Muchos saben pero otros ignoran nuestra historia, nuestra forma de vida, nuestras cosas que hacemos”

Durante la primera presentación Victorina Melipan Antieco Spoja aseguró: “Es muy importante este espacio y este momento. Este derecho de los pueblos de poder manifestarse, de poder ser en sus propias lenguas con la identidad, porque hay más de 48 naciones vivas, no somos tres o cuatro: somos muchas más. Naciones vivas con sus lenguas y rescatando nuestra cultura, nuestra espiritualidad y nuestra identidad”.

La Biblioteca Nacional fue el espacio de las conversaciones y discusiones históricas, políticas y culturales. Una de las que más convocó fue la referida a los acontecimientos en Jujuy  y al tercer Malón por la Paz.

Diego Antico, uno de los coordinadores del Centro de Estudios sobre Pueblos Originarios de la biblioteca, reflexionó: “Que haya un Estado que permita visibilizar estas cosas es muy importante, porque lamentablemente cada día hay un discurso más anti-estatal y ese discurso se olvida de que el Estado es el que garantiza muchas veces aquello que el mercado deja fuera. Nuestro objetivo es mostrar todo eso que quedó fuera del mercado del comercio”.

En una actualidad con avances y retrocesos, y en una sociedad con mucha discriminacion, con violencia racial, hay que seguir luchando y educando para que eso no suceda: “El rol del Estado es muy importante, porque si dejamos todo librado a los individuos lo que sucede es eso. El Estado generando políticas públicas, leyes, políticas de educación garantiza que esas cosas no sucedan”, cerró Antico.

 

Toda compra es política

Toda compra es política

Una vez por mes, los Productores Feria La Nuestra realizan un ferifestival en el predio de la exEsma para comercializar productos de la economía popular con valores del comercio justo y que promuevan la organización cooperativista.

El Ferifestival Cooperativo es una nueva propuesta en el mundo de las ferias del AMBA y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tendrá su segunda edición el próximo sábado 11 de noviembre en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex Esma). Organizado por el colectivo autogestivo Productores Feria Nuestra, que reúne puestos de diversos emprendimientos y se enfoca en las cooperativas. 

Su edición inaugural se realizó el 7 de octubre, en la calle Son 30.000 del Espacio, en el marco del VII Encuentro Federal de Derechos Humanos, feriantes y organizadores pusieron la feria a prueba en un espacio público, puertas adentro de la exEsma. Aunque se trató de la edición inaugural, no fue la primera vez que estos productores se juntaban para ofrecer sus productos. 

Feria Nuestra tiene sus orígenes en Tecnópolis como parte del Plan Federal de Ferias, una iniciativa que promueve el acceso a productos elaborados por actores de la economía social y popular. Carlos González, uno de sus organizadores explicó: “El área donde estaba la feria se desarmó y nosotros quedamos a la deriva, ahí varados. Lo que hicimos fue juntarnos entre todos los productores y buscar contacto para poder volver a feriar ahí en Tecnópolis, porque comono teníamos lugar de trabajo. Conseguimos el lugar en Tecnópolis nuevamente, y desde ahí venimos con todo el colectivo”. González presenta así al colectivo: “Hace un año y pico que estamos como Productores Feria Nuestra, el programa de Nación se llamaba Feria Nuestra, cuando se cae formamos Productores Feria Nuestra. Somos un colectivo de alrededor de 70 productores que, si bien todos tienen una trayectoria importante como productores hace muchos años, como organización independiente son los primeros pasos”. 

Sobre cómo llegaron a feriar en la exESMA con el Ferifestival, González contó que el contacto llegó a través de la organización H.I.J.O.S.: “Estaban buscando feriantes, justo coincidió que nosotros estábamos buscando lugar, nos pusieron en contacto y a partir de ahí se empezó a trabajar” y agregó que “el espacio es hermoso, es increíble, pero tenemos que ver también qué les sirve a los productores, qué les sirve a los chicos de H.I.J.O.S. también, ir viendo lo que pasa”.

González también habló de lo que desea para el futuro del Ferifestival: “Hay distintas ferias que ya están establecidas, que ya tienen nombre, que tienen una marca digamos, la idea nuestra como Productores Feria Nuestra es conseguir eso, que el día de mañana digan ´están los chicos de Feria Nuestra´ y que sepan qué es esto”, se ilusionó y expresó que “la idea es poder tener distintos lugares, no solo un espacio fijo, así como vinimos acá, tenemos Tecnópolis, estamos hablando con la gente del municipio de San Martín, para poder también tener un espacio ahí cada tanto; en Quilmes, que se pueda recorrer en distintos lugares y que la gente sepa dónde está”.

Ignacio Agustín Orellano, otro de los organizadores explicó: “Es un gusto poder estar en un lugar donde nos sentimos representados todos, que nos incluye a todos, y que defiende la producción artesanal o cooperativa”. 

Surgieron también comparaciones entre las experiencias previas en Tecnópolis con cómo se desarrolló la jornada en el Espacio Memoria. “La gente va en vacaciones de Invierno, ya dispuestos a gastar plata, entonces es distinto, acá no, acá vienen a la actividad y de repente se encuentran con la feria y por ahí no vienen preparados para comprar cosas. Queremos que sea un lugar que la gente pueda conseguir algo directo del productor, y que nos sirva también a nosotros, que sea una fuente de ingreso de algo que nos gusta hacer”, expresó Gonzñalez. Detrás de su puesto de masas para infancias, la feriante Gisele Sotera de Bella Masa explicó: “Son dos cosas totalmente diferentes. En mi caso, que hago productos infantiles, se notó la diferencia, entré a un lugar donde no hay muchos niños” pero destacó la buena organización de la feria, que hizo que de todos modos haya sido una buena experiencia. La feriante Danisa, de la cooperativa de mujeres Espacio Terra, remarcó que notó que, en la primera edición de la feria, los visitantes se brindaron a “conocer cada stand y a escuchar cada historia”.

Sin importar cualquier diferencia o similitud entre feriar en uno u otro lugar, algo que muchos remarcaron fue el compañerismo que sienten entre ellos luego de varias ferias juntos, pero también por el hecho de que la feria se enfoca en cooperativas. “Yo creo que las cooperativas son importantísimas, porque reúnen personas que tienen productos diferentes, distintos y podemos sentarnos y compartir experiencias”, expresó Kamila Alves Dos Santos. La feriante Lucía, de Aluna Natural, señaló la importancia de “poder fortalecer los lazos entre emprendedores, entre familias, volver a generar esto de lo colectivo, del sentimiento de pertenencia, de ayudarnos entre todos”. Gisele de Bella Masa también dice que “ ayudar al otro es lo más importante”.

Otra de las organizadoras Malu Zelay habló sobre lo que el Ferifestival Cooperativo busca aportar a la exESMA: “Es hermoso poder estar de alguna manera militando el lugar, como apropiándonos, pero apropiándonos bien, de un lugar donde hubo mucho dolor y transformarlo en alegría, festejo, y en fuente de trabajo” y agregó que busca que los visitantes puedan “venir a sentarse, tomando mate, y que podamos hacer de este lugar algo mejor”.

Carlos “Charly” Pisoni, miembro de la organización H.I.J.O.S., comparte esta perspectiva: “Nosotros hace rato que venimos generando actividades en el predio de la ex-ESMA con el objetivo de refuncionalizar el espacio, y entendemos que una de las formas de hacerlo es a través de generar acciones y eventos que tengan que ver con la alegría, con el festejo”,  expresó y agregó: “Entendemos que una de las formas de reivindicar la lucha de nuestros viejos es generar espacios que puedan promover la economía popular y el derecho al trabajo” y que “la idea no es que esta sea una feria vacía, sino que esté llena de contenidos políticos y que podamos generar acciones que tengan que ver con charlas, con eventos en torno a la agenda actual de Derechos Humanos”.

Respecto a cómo encontraron a Productores Feria Nuestra, Charly contó: “Nosotros tenemos un convenio con el INAES por nuestro proyecto educativo, para poder realizar cursos de formación cooperativa, y en ese marco es que llegamos a la Feria [Nuestra], que también está enmarcada dentro de proyectos del INAES. Ahí llegamos a la idea de lograr que esta feria se instale una vez por mes y que todos sepan que el primer sábado de cada mes pueden ir a la exESMA, pueden ir a una charla, y hacerlo todo de una manera libre y gratuita”.

De cara a la segunda edición del festival, la organizadora Malu Zelaya contó: “Nos preparamos con más fuerza para el segundo festival, ya que son muchos los productores, son muchos los grupos de la economía popular que participan”. Y contó que va a haber espectáculos de circo y bandas musicales. Sobre las expectativas para esta edición del Ferifestival, Zelaya expresó: “Estamos poniendo más el cuerpo, difundiendo, compartiendo por todos lados para que la gente pueda venir”, ya que esta vez no contarán con la presencia del Encuentro Federal de Derechos Humanos- “Hay mucha gente que nunca entró a la ESMA por lo vivido en la dictadura, entonces lo que necesitamos es eso, que sea un espacio para venir y compartir con otros”, señaló.

La campaña que inauguró la democracia

La campaña que inauguró la democracia

«Ahora Alfonsín», el libro de Rodrigo Estevez Andrade y Matías Mendez, recorre el camino del candidato radical que se convirtió en el padre de la democracia.

Hace cuatro décadas, la Argentina vivió un punto de inflexión con la llegada al poder –tras siete años de dictadura–, del dirigente radical Raúl Alfonsín. Su férrea defensa del sistema democrático, en un momento crítico, influyó en el devenir político del país, que había padecido recurrentes golpes de Estado, e inauguró el ciclo democrático más largo de su historia.

Bajo el liderazgo de Alfonsín, comenzó una nueva era, sin restricciones, sin presos políticos ni exiliados, lo que significó una consolidación de la democracia. Este modelo irradió a las naciones vecinas: Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay. “Todos los países limítrofes fueron recuperando de a poco su camino democrático, hasta el propio Paraguay, que demoró un poco más”, sostiene Rodrigo Estévez Andrade, uno de los autores –junto a Matías Méndez– del libro Ahora Alfonsín. Historia íntima de la campaña electoral que cambió la Argentina para siempre.

Editada por Planeta, la obra relata el detrás de escena del batacazo electoral de Alfonsín en 1983, cuando el peronismo daba por ganada la elección. El protagonismo, desde luego, es de Alfonsín, pero también se narra en detalle la campaña del justicialismo. “Tenemos un capítulo acerca de cómo se fue construyendo la candidatura y el binomio presidencial del peronismo (Ítalo Luder- Felipe Bittel), era importante a la hora de englobar y construir todo el relato”, destaca Estévez.

El libro comienza por el desenlace de la campaña, para evitar expectativas innecesarias, ya que el resultado es ampliamente conocido. Luego, ambos autores se sumergieron en la construcción del personaje de Alfonsín y su círculo íntimo, que se forjó antes de los años 50. Para situar al lector, además, contextualizan la vida de principios de los 80, desde la música, la literatura, el cine y hasta la forma en que se vivía la política en un comité.

“Tanto a mí como a mi colega nos interesa que cuando lo lean los más jóvenes tengan la capacidad de interpretar cómo se vivía en ese momento. Pasaron 40 años, la sociedad se movía de otro modo a como se vive hoy”, subraya Estévez. Para la investigación se valieron de una amplia gama de fuentes: más de 50 entrevistas, muchas con protagonistas de la época, testimonios de los jóvenes que en ese momento habían colaborado en la campaña del candidato, y familiares de los personajes ya fallecidos, quienes, aunque no estuvieron directamente involucrados, proporcionaron una valiosa mirada.

Otra gran parte de la investigación se basó en la exploración de archivos y publicaciones disponibles en hemerotecas públicas, lo que les permitió contextualizar la cobertura de eventos cruciales de 1982 y 1983. Adicionalmente, recurrieron a archivos de amigos que tenían documentos, fotografías y otros recursos que habían conservado.

La pandemia representó un desafío para el proyecto, debieron replantearse la forma en que llevaban a cabo las entrevistas. En algunos casos, recurrieron a la tecnología, pero en otros optaron por esperar. “Soy de la creencia de que lo mejor que te puede pasar es dialogar mano a mano con el entrevistado: el contacto, los modos, los gestos, las formas y los guiños, todo eso en un Zoom lo perdés”, afirma Estévez.

El trabajo en equipo fue esencial, ambos autores se nutrieron mutuamente. Matías Méndez aportó su experiencia en aspectos cruciales como la imagen, la publicidad y la producción de entrevistas. Por su parte, Estévez asumió la tarea de aportar textura y trama, en especial en lo referente a la figura de Alfonsín y del peronismo. La búsqueda de una editorial que publicara la obra no fue sencilla, ya que por entonces –hace tan sólo un par de años– Alfonsín no recibía tanta atención como ahora, que su legado vuelve a ocupar un lugar en la conversación pública.

Aquel abogado de Chascomús que, rodeado de un grupo de amigos, políticos, publicistas y analistas de opinión pública, sorpresivamente se alzó con la presidencia, se convertiría más tarde en “el padre de la democracia”, consenso que perdura hasta hoy. “La epopeya, en términos sociales de aquel momento, sería muy difícil de replicar en la actualidad –reflexiona Estévez–, porque la gente se involucró mucho. Los actos eran masivos, eran centenares de miles de personas participando, eso también resolvió la salida de la dictadura”.

Música, maestros

Música, maestros

Por tercer año consecutivo se realiza esta semana el Festival de Ópera Villera, una propuesta educativa para adolescentes que producen, interpretan y protagonizan obras propias y también clásicos del género.

“El festival es ese momento de disfrute y uno nunca sabe qué niño o niña está viendo esto y qué puede generarle el ver una orquesta, escuchar un coro o solistas y qué semillita uno puede estar plantando ahí de vocación, de pasión o de deseo». Mailen Ubiedo Myskow, música compositora y docente, enfocada especialmente en la ópera, forma parte del Centro Artístico Solidario Argentino, CASA, desde hace 13 años, y es también fundadora del Festival de Ópera Villera, evento que tendrá lugar esta semana en Buenos Aires, con una serie de espectáculos programados en diversas salas de la ciudad. “Lo que más me interesa -agrega- es generar un espacio educativo y que se sepa también que los chicos en los barrios pueden ser productores de nuevo arte y no necesariamente receptores, sobre todo en este género”.

Del 4 al 12 de noviembre se lleva a cabo la tercera edición del Festival de Ópera Villera (FOV), acción vanguardista organizada por la Asociación Civil CASA. Sus protagonistas son estudiantes adolescentes de música en los barrios de Fátima y Padre Ricciardelli (ex Villa 1-11-14). Ellos son los productores del espectáculo, acompañados por la ONG y especialmente por sus maestros Mailen Ubiedo Myskow y Emiliano García Pérez. La gala de apertura tendrá lugar hoy, martes 7 de noviembre, a las 20:30, en UOCRA Cultura.

«Se me ocurrió armar junto a los responsables de cada área de nuestra compañía un espacio educativo enfocado en adolescentes para que puedan conocer un poco de qué van los oficios que tiene la ópera y abrir un poco el horizonte cultural”, cuenta Ubiedo Myskow. La conversación transcurre durante el ensayo abierto para la Gala Lírica de cierre, que se llevará a cabo en el Instituto Técnico Nuestra Señora de Fátima, ubicado en Villa Soldati. Allí, dentro de una cancha de básquet, simple y bien iluminada, el escenario se convirtió rápidamente en un conservatorio frente a los sonidos de una orquesta compuesta por violines; guitarras; flautas; trompetas, flautines; chelos; glockenspiel: timbales; tambores y teclados. El espectáculo que brindan pinta una apropiación de la práctica tradicionalmente elitista, ahora mediatizada y redefinida ingeniosamente por un sector popular, joven y creativo.

“Lo mágico de la ópera es que abarca todas las artes, ahí los chicos se pueden encontrar con un taller acorde a sus deseos», explica la docente. En el espacio dan talleres de diseño y vestuario, diseño y realización de escenografía, dibujo, taller de composición musical y taller de teatro y dramaturgia y el de caracterización teatral, es decir, maquillaje y peinado. El resultado de estos trabajos concluye en una ópera montada y creada íntegramente por adolescentes: «Ese es el plato más fuerte del festival», indica Ubiedo Myskow. La obra realizada por ellos se titula “Espaghetini y brownie”, los mismos se encargan de la escenografía, confección del vestuario (inspirados en la colección de Ágatha Ruiz de la Prada 2018 y la colección de Moschino 2005 honrando a la gastronomía italiana) y maquillaje, además de ser los protagonistas del drama, ya sea como actores o músicos.

Con respecto al nombre, considerado polémico para algunos, ella sostiene que «Ópera Villera» es un recurso que funciona, ya que llama mucho la atención, tanto la gente que conoce de ópera como la que no, se preguntan, “che ¿qué es esto? ¿de qué va?» También remarca el concepto de ir contra la idea peyorativa de lo villero, lo que implica amigarse con la palabra para resignificarla y darle valor. «Nosotros estamos orgullosos de poder ser lo que somos y de poder llevarlo adelante, de que cada persona se sienta bien con lo que es y que no se avergüence de eso, militamos esa idea en el festival», expresa la música.

Otro punto clave que menciona es la novedad dentro del género: «Mucha gente no entiende que también hay obras nuevas, de hecho, está la compañía Sol Lírica, «Mujer sin nombre»  es una ópera fusionada de música académica y candombe». Allí, cuenta la docente, hablan del primer teatro de Buenos Aires y tocan temas como la esclavitud, la conquista de los derechos, entre otros temas. «Muchas veces se piensa que la ópera es sólo Mozart, Puccini y Verdi, y la realidad es que hay mucho más allá de eso; por supuesto, ellos nos encantan, los amamos y los seguiremos haciendo», explica Ubiedo Myskow entre risas y añade que, de todos modos, es clave entender que el género se renueva y es fresco.

El festival, sí bien tiene obras originales, también conserva a modo de fidelidad a la historia del género un repertorio clásico. Algunas de ellas son Nessun Dorma (ópera Turandot de Giacomo Puccini); Libiamo (ópera La Traviata de Giuseppe Verdi); Habanera y Toreador (ópera Carmen de Georges Bizet); Va Pensiero (ópera aida de Verdi), entre otras. La profesora cree que es una buena forma de llevar el género a los barrios, ya que no está contemplado en la vida de las personas que casi no llegan a fin de mes o tienen otros problemas el ir a disfrutar un espectáculo.

Además, el evento genera una actividad comunitaria, ya que contará con la presencia de una feria de platos con las familias que van a colaborar para juntar dinero para la escuela. «Viene gente del hogar, vienen agrupaciones barriales… Ese momento de compartir en comunidad a mí me encanta y me sensibiliza mucho», expresa, e invita al público a acercarse. «A futuro me encantaría que sea replicable en otros espacios y tener otro presupuesto para poder hacerlo en más barrios y tener estos talleres a disposición de muchos más adolescentes», expresa, y además habla del crecimiento, el apoyo y el trabajo en conjunto de varias instituciones y organizaciones académicas o no que se sumen a formar parte, para que esto llegue a más personas. «Y por supuesto algo que venimos diciendo hace rato: tener un espacio propio para nuestra ONG», concluye.

Emiliano García Pérez es el director de orquesta del CASA y director musical junto con Mailen dentro del festival, explica la importancia de la participación de músicos externos que tocan en lugares como la Sinfónica Nacional o el Teatro Colón.»Ellos se complementan con los demás músicos, muchas veces también enseñan y ayudan mucho a visibilizar el evento, ya que son músicos de primera línea y tienen cierta importancia dentro del ambiente», dice. 

También destaca la solidaria y comprometida participación del sonidista Juan “Cana” San Martín (sonidista de Tan Biónica) y cree que es un detalle fundamental del evento ya que es al aire libre. Ubiedo Myskow destaca, a su vez, el trabajo en conjunto con Noelia Pirsic, quien es productora ejecutiva y está a cargo del área de comunicación, espacios claves para el proyecto y especialmente para el festival.

 «Las colaboraciones que tenemos dan fuerza y validación artística al festival año a año», subraya García Péez, y explica que son necesarias para el apoyo y para conseguir recursos para financiar el proyecto. No obstante, insiste que el núcleo del festival son y serán los chicos. «Sin validación el evento se haría igual, porque el corazón son ellos, lo que hacen y que con esa participación aprendan a encontrar su espacio dentro de la música y el arte».

ANCCOM también conversó con Geraldine Lara (21 años), la alumna modelo emergente del CASA, quien hoy está a cargo de la composición de una de las canciones del festival, es estudiante del Conservatorio desde los 16 años y también estudia en la UTN ingeniería en sistemas. Su viaje con la música comienza a sus 12 años cuando descubre que la organización enseñaba música de forma gratuita, frente a su casa casa, en el barrio del bajo flores. “Yo entonces fui porque quería cantar, y aunque no tenían esa opción, me quedé y me terminé enamorando del violín”, cuenta Geraldine.

“Hoy estoy haciendo algo que era impensado para mí y que conlleva toda la imaginación y creatividad que es componer”, expresa, y afirma que Mailen fue quien la incentivó a sumarse al festival y además desempeñarse como profesora de estudiantes en etapa inicial. “Es una forma de devolverle al CASA un poco de todo lo que me dio a mí y poder retribuir a los chicos y que puedan conocer este mundo tan lindo que es el de la música”, algo que ella sostiene, está alejado de la realidad del barrio. Destaca la importancia de la organización como un espacio inspirador que abre oportunidades y posibilidades: “Yo buscaba un espacio así y justo tuve la suerte de que esté CASA con este proyecto. Sin eso yo no sabría lo que es, por ejemplo, un conservatorio, o que tenía esta pasión por la música”.

«En mi experiencia como docente de alumnos de primer año, puedo ver que hay muchos adolescentes que sienten que su aspiración máxima del futuro es trabajar en un Mcdonalds o jugar al fútbol», cuenta García Pérez, quien es también docente en el Instituto Técnico Nuestra Señora de Fátima, en Villa Soldati. Destaca la importancia de la vocación y de la necesidad de generar vínculos, apoyarlos, darles confianza y mostrarles que tienen más opciones en la vida. «Para ellos encontrarse con que hay otras posibilidades es una novedad, y el proyecto del CASA,  es eso», finaliza.

El festival es en la Ciudad de Buenos Aires, la entrada es libre y gratuita. Hoy martes 7, a las 20:30, será el estreno de la Ópera “Espaghetini y brownie” , compuesta y producida por estudiantes del CASA, en UOCRA Cultura (Rawson 42, Almagro /. El jueves 9 a las 22:00 y el domingo 12 a las 19:30 se podrá ver el documental “Ópera villera” por la señal de TV AllegroHD. / Y finalmente, la gala lírica de cierre tendrá espacio en la parroquia Madre del Pueblo (M3 C1,Bajo Flores) el domingo 12 a las 17:00.

 

 

 

La pasión también puede ser silenciosa

La pasión también puede ser silenciosa

Los jabalíes, la Selección Argentina de futsal de sordos, se prepara para el Mundial de Brasil. Le faltan fondos para poder viajar.

Una columna de personas con pecheras naranja flúor cruza la Avenida San Martín trotando desde la diagonal Tinogasta. A la cabeza va un entrenador que marca los pasos con un pitido. Se dirigen hacia el Club Comunicaciones.

Pasando una garita de seguridad, el verde impregna los ojos. Las luces de las canchas están altas y el cielo nocturno parece abrirse. Gritos de gol, arengas, risas jóvenes y el humo de un asado. Un pulmón de ocio en una ciudad gris. La última cancha pasando el buffet está más callada. No hay gritos: reina el sonido de los zapatos contra el brillante, aunque empolvado, pavimento deportivo.

Remeras azul francia con el logo oficial de la AFA forman grupos en la cancha. Ezequiel Toth, entrenador de arqueros, y el director técnico, Pablo Artesi, practican con dos jugadores en un arco. Manuel Giles y León Savia, ayudantes de campo, cambian de lugar conos y triángulos de plástico al otro lado de la cancha. En el arco contrario, diez jugadores se ubican lado a lado.

“En esta corrida buscamos intensidad”, indica el preparador físico, Lucio Caloni. A unos metros está Natalia González, intérprete de lengua de señas de la Selección Nacional masculina de futsal de sordos, Los Jabalíes. Lucio pregunta si hay alguna duda, los chicos lo miran a él, sin necesitar traducción, y niegan la cabeza. Cuando Lucio se da vuelta para alejarse unos metros, los capitanes del equipo se preguntan cuántos sets son.

En un entrenamiento sonoro, Lucio hubiera chiflado para dar inicio. Sin embargo, acá mueve la mano a los costados, reclamando atención y buscando las miradas de los chicos. Los jugadores se ponen en sus marcas sin perder de vista al preparador. Lucio levanta un cono blanco y el equipo corre hasta la última línea. Vuelven ajetreados al inicio. El preparador saca de abajo de su brazo un cono amarillo y el equipo corre a la línea más próxima. Entre ambas metas, hay otra línea, que identifican con conos rojos.

Lo que hubiera sido un “¡dale! Más rápido”, Lucio lo replica con un virulento agite de mano y un grito que no emite ningún sonido. El ejercicio se repite por diez minutos. En los primeros piques, los jugadores casi no muestran cansancio. Al acercarse a la línea de llegada, algunos sonríen dejando ir un poco de aire.

Lucio, con el ritmo cardíaco intacto, está satisfecho y da por terminada esa parte de la entrada en calor. Algunos ya están rojos, en especial el jugador más joven. El preparador acompaña una respiración profunda con las manos: que se tomen dos minutos para descansar. No necesita llamar a Natalia para comunicar eso. Les da palmadas a los que pasan cerca. Manuel llama con un movimiento de “hola” a uno que, de tan agitado, respira por la boca. Le corrige la posición de la pierna para correr. El jugador de 20 años lo mira atentamente y copia el movimiento.

Todos se acercan a uno de los costados de la cancha. Manuel agarra una pizarra con la cancha ilustrada y fichas magnéticas. Mientras habla, muestra estrategias de ataque y zonas para construir un gol. Habla rápido y los mira a los ojos, con cuidado mueve las fichas. En cada oración, se detiene y mira a Natalia, cediéndole la palabra. Con seriedad nerviosa trata de descifrar si entendieron.

Los jugadores miran el tablero y las señas que hace Natalia González de manera intermitente. Sin afectar su concentración, se rascan la cara y se espantan mosquitos. León, el otro ayudante, toma la posta de la explicación. Habla lento, Natalia lo traduce en simultáneo. “Bueno, vamos a jugar”, propone emocionado.

Revuelve dentro de una bolsa. “Mirá lo que es esto”, suelta indignado mientras levanta una tela desgastada y apenas cosida. “Manu, andá pedirle más pecheras a Sergio, que estas son una poronga”, grita resignado. Los dos defensores se acercan a pedir otras indicaciones y Savia llama con ligera ansiedad a la intérprete.

Manuel va al arco y Savia y Natalia se quedan sobre la línea del costado, observando. No pasan dos minutos y el entrenador detiene el juego para corregir a uno de los jugadores más grandes, de 26 años. “Tomá el medio”, dice mientras agita las dos manos armando un corredor. El jugador asiente, con visible confusión.

Empieza a correr, pero no toma el medio, así que León entra a la cancha. Natalia también: traduce en el centro para que todos la vean. Ahora la idea se entiende. Se reanuda el juego y el equipo se desliza con fluidez al área de gol. Manuel aplaudió en silencio y exageró una expresión facial de suficiencia.

Irrumpe el traqueteo del tren Urquiza. En la cancha, las indicaciones son en un tono bajo. Alcanza sólo con que Natalia las escuche. Prima el sonido del golpe de la pelota y el rechinar de los botines en el pavimento. Se escuchan lejanos los gritos de las canchas no-silentes. Manuel sale del arco con las manos en alto: “¡Una corrección!”. Llama a Natalia y se mueve por la cancha, explicando posiciones.

Reanuda la jugada. Esta vez, el ataque es firme. Savia indica que uno de los jugadores se cierre más. Manuel no logra atajar. Los chicos dejan escapar un grito. No pueden ocultar la alegría y se abrazan. En la línea Savia y Natalia se ríen. “Te gustó esa, ¿no?”, pregunta el entrenador con orgullo compartido. Mientras se acomoda los lentes, Natalia responde sarcástica: “Ya no me necesitan, ¿eh?”. Con cierto temor, León se apura: “No, no; por favor nunca te vayas”.

Hacen una pausa y un jugador de 22 años se acerca a Savia. Se señala la rodilla con recelo. El ayudante abre los ojos en alarma. Natalia traduce: desde hace unos meses le duele y tiene miedo de lesionarse. No puede dejar de pensar en el V Mundial de Futsal de Sordos a jugarse en San Pablo. Los jabalíes clasificaron, pero a semanas de tener que viajar, no cuentan con los fondos para hacerlo. “La AFA sólo nos da ropa y diez pelotas”, cuenta el director técnico con la mandíbula tensa y frustración en los ojos. Igual siguen dejando el aire en el predio porque mantienen la esperanza.

Savia mira preocupado, respira contemplativamente y le dice: “Jugá sin miedo. Si te lesionas en la cancha, te lesionas jugando”. Dejar todo en la cancha como si en esos breves metros encontraran un poco más de sentido en la vida. Los hombros del chico se relajan: el secreto se evapora sin romperle la ilusión de una posibilidad. Vuelve correteando a la cancha. Es ahora o nunca. Los botines intentan llegar hasta Brasil.