«Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación»

«Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación»

Una multitud con escasos precedentes inundó el centro porteño para cerrar la Marcha Federal Universitaria en reclamo de la actualización presupuestaria y la mejora salarial para la educación de nivel superior. Docentes, auxiliares, graduados y estudiantes se movilizaron, además, en las principales ciudades de todo el país en rechazo al ajuste educativo que propone el gobierno de Javier Milei.

El presupuesto universitario de este año es el más bajo desde que se tiene registro: se cuenta con un 72% menos de recursos con respecto al año pasado. Así, casi un millón de personas -según el Frente Gremial Universitario- llenaron las calles entre Congreso y Plaza de Mayo y miles en Córdoba, Rosario, Santiago del Estero, Mar del Plata, Jujuy, Ushuaia y Misiones, entre otras localidades, porque las universidades se quedan sin presupuesto en mayo.

Docentes, auxiliares, graduados, estudiantes y autoridades educativas de todos los niveles llamaron a un “Trenazo educativo”. Desde el mediodía, oleadas de personas ingresaban desde las terminales de Constitución y Retiro. En las estaciones, los centros de estudiantes secundarios abrían sus banderas: acá se defiende el derecho al futuro. 

“Las hermanas no se cogen y el presupuesto no se corta”, rezaba un cartel en una esquina apretada de Sáenz Peña. El gobierno nacional aumentó un 70% los gastos de funcionamiento luego del anuncio de la marcha de hoy, sin embargo no es suficiente: representa sólo el 5%. “Más del 90% de lo que el Estado destina a la Educación Superior está dirigido a salarios de quienes trabajan como docentes y no docentes en las universidades. En estos últimos meses, el salario de las trabajadoras y trabajadores ha perdido 50% respecto de la inflación”, detallaba el documento de la manifestación.

Cynthia Valladares, trabajadora social, egresada de Facultad de Ciencias Sociales UBA recordaba que la Ley Nacional 27204 responsabiliza al Estado nacional como garante indelegable de la Educación Superior, prohíbe cualquier tipo de arancelamiento y caracteriza a la educación y al conocimiento como bien público. 

“Me conmueve desde mi historia personal: no hubiera podido estudiar si no era con la universidad pública”, lagrimeó Valladares. Desde hace doce años, trabaja en la Dirección de becas de la Universidad: “Lo que estamos viviendo es tremendo. Si no hay presupuesto, no hay para becar a esos estudiantes que están en situación de vulnerabilidad socioeconómica y que no tengan la posibilidad de estudiar”.

En la universidad que gestó el Cordobazo, la Universidad de Córdoba, tuvieron que paralizar obras y arreglos para mantener becas y subsidiar el comedor para sus más de 120 mil estudiantes. En la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, debieron frenarse las obras que se estaban ejecutando en el edificio de la calle Santiago del Estero, en Constitución. Y la lista, sigue.

En medio de la movilización, a la columna del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras se sumaron cinco estudiantes extranjeras de Ciencias Económicas. Si se hubiera aprobado la Ley de Bases, tendrían que pagar por sus estudios.

Los institutos superiores de formación docente también se hicieron presentes. El recorte a las universidades hace peligrar todos los niveles de educación nacionales. En la mirada las caras de sus estudiantes no había bronca, sino un deseo de protección.

“A ver, a ver/ quién dirige la batuta/ les estudiantes/ o el gobierno hijo de yuta”, gritaban al cruzar las calles. Una docente de menos de 30 miraba preocupada a las motos y autos que esperaban para cruzar después de las columnas que iban hacia el Congreso. “Chicos, apuren para cruzar, dale, que se me cortó la suplencia y ya no tengo obra social”, dijo un poco en broma, un poco en serio mirando con los ojos de huevo frito.

A las 15, en la Plaza Congreso, las constituciones nacionales se movían al ritmo de “Che peluca compadre, la concha de tu madre/ Nos cagamos de hambre/ Nos mandas a la yuta/ Nos sacas el presupuesto/ Sos un hijo de puta”. Las canciones y los insultos se hilaban a través de las cuadras. “Mínimo una puteada para estos que nos quieren sacar la universidad”, decía Facundo, estudiante que está haciendo la tesis para poder terminar sus estudios y siente temblar su graduación.

Por avenida Rivadavia, cuando las veredas se distendían, una familia se fundía en un abrazo. De sus cuellos colgaban los carteles del ascenso social: “Papá – albañil”, “Mamá – ama de casa” e “Hija – profesional universitaria”. La hija ya de más de 40 años, sonreía ampliamente, pero sus ojos tenían un fuerte dejo de nostalgia y temor sobre el futuro. 

En la Plaza de Mayo el hit era «que lo traigan al gorila de Milei para que vea, que este pueblo no cambia de ideas, pelea, pelea, por la educación». De repente se interrumpe. El Himno Nacional comenzaba a sonar por los altavoces. “La educación es un derecho humano fundamental porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad. Somos la universidad pública para todo el pueblo argentino”, sostuvo desde el escenario Piera Fernández, presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA).

En la columna de CONADU, la Federación de Docentes Universitarios, se poblaba de remeras con la leyenda “La universidad pública cambia vidas”. Entre ellos, una joven sostenía el cartel “¿Por qué tanto miedo de educar al pueblo?”. Sus amigas levantaban copias de la novela 1984. La distopía de Orwell se siente cada vez más cerca: “Te la venden cambiada: te dicen A, pero hacen B. Lo menos que quieren es que seamos libres”. Más cerca de Plaza de Mayo, estudiantes de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata tenían libros de historia. Las leyes se cubren de la sangre seca de los pueblos, pero ellas no quieren que la sangre sea olvidada ni derramada en vano.

“Olé, olé/ el que no salta/ votó a Milei”, cantaban con bombos desde las agrupaciones estudiantiles y los pies se levantaban masivamente hasta el cielo. Aunque, algunos movían la cabeza tímidamente y miraban hacia abajo con la culpa de haber prendido fuego la paja. “Había venido a las vigilias por el aborto: esta es mi primera movilización más política. Estudiantil también: es que la facultad nunca estuvo en riesgo”, ríe con dolor Ariana, estudiante avanzada de Arquitectura.

De cordón a cordón, la avenida de Mayo rebalsaba. Los centros de estudiantes del lado derecho y los funcionarios de cada universidad a su costado. Las diferencias que plantea el gobierno nacional entre los decanatos y el estudiantado no son tales ni tantas porque codo a codo buscan proteger su casa común. Cada tanto, entre cánticos, explotan saludos intercambiados de las distintas columnas. “Te hacen creer que tu país es una mierda para que no lo defiendas cuando lo destruyan”, sostenía un cartel negro de letras blancas.

En sintonía, el discurso en el escenario decía: “Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que le permita a la Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía. La educación nos salva y nos hace libres”. Ahora, es tarea de todos defenderla.

Cooperar antes que competir

Cooperar antes que competir

La Red de Alimentos Cooperativos organizó un encuentro regional entre organizaciones productoras y redes de distribución con el objetivo de compartir problemáticas y soluciones comunes para un sector que también es atacado por el Gobierno de Milei.

Unas cuarenta cooperativas y emprendimientos familiares del Área Metropolitana de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires y de algunas otras provincias se reunieron en un depósito de la Red de Alimentos Cooperativos, en la localidad de San Martín, el sábado último, desde las 9 de la mañana en un Encuentro Regional para reflexionar sobre las dificultades del sector y trabajar para encontrar soluciones comunes a sus problemas.
Las estanterías del galpón donde se realiza el encuentro sostienen cientos de cajas con stock de las cooperativas que componen a la red: paquetes de yerba Tucanguá e Isondú, distintas harinas agroecológicas de La Permanencia, cajas de cereales de Cerealcoop y Cibo, puré de tomate La Otomana, aderezos de Salsa Areco, embutidos y quesos ahumados de No es soberbia, fideos secos de harina integral de Cauqueva, Mieles de Fecoapi, hongos de Fungican, dulces y mermeladas de Flor del Jardín y La huerta familiar, aceites de La Federal, entre otros productos. Delante de los estantes, hay una ronda de sillas que se abre por todo el salón. Al fondo, queda una mesa con masitas de la cooperativa Mielcitas, tés y mates para los que empiezan a llegar. Se forman las rondas. Hay por lo menos cinco termos circulando.
A lo largo de todo el encuentro, van llegando los representantes de los diversos emprendimientos, científicos del Conicet, trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), estudiantes de universidades públicas, periodistas de medios de comunicación comunitarios y otra red de comercialización similar a Alimentos Cooperativos: Alta Red. Uno por uno se presentan y suman a la ronda hasta superar la cantidad de sillas disponibles.
Ignacio Vila, de la Cooperativa de Trabajo Alimentando, que forma parte de la red de Alimentos Cooperativos, cuenta que el objetivo del encuentro fue hacer que los emprendimientos se conozcan entre sí y poder intercambiar saberes con otras redes de comercialización similares. “También queremos marcar un mensaje de que no son nuestra competencia, son nuestros compañeros”. Suma el objetivo de contribuir a llevarse un panorama más general de los recursos disponibles y motivar la articulación y el entusiasmo: “Muchas veces como sector tenemos la autoestima baja. Hay desarrollos muy complejos, muy genuinos y muy lindos y, en muchos casos, no lo terminamos de valorar”. Y finaliza: “Queremos que de acá se vayan con más entusiasmo, con más ganas de pelearla, con la noción de que son parte de un sector. No es una cooperativa suelta ni un grupo de gente que está loca y que armó una cooperativa”.

La red de redes
Agustín D’Alessandro integra la Cooperativa Cibo de Bahía Blanca donde producen alimentos con valor agregado de frutos secos, cereales, granolas, pasta de maní y mix de frutas. D’Alessandro revela que, debido a la escasez de copos y avena, estuvo a punto de cerrar: “Lo llamé a Francisco (Martínez) que se dedica por todo el país, a recuperar fábricas por todos lados. Me llama, me pasa el contacto de Sebastián de Cerealcoop y así empezamos. La verdad que estamos gracias a esa red, dos llamados y un par de mensajes de WhatsApp”.
Sebastián Anta es presidente de la cooperativa Cerealcoop, una empresa que, ante el abandono patronal, fue recuperada por sus trabajadores y trabajadoras y puesta en funcionamiento hace tres años y medio. “Sin previo aviso se dejaron de pagar los salarios”, recuerda. Para Anta, la idea del encuentro es tratar de articular la mayor cantidad de cooperativas en el trabajo: “Nosotros articulamos con cooperativas que usan nuestros insumos, pero a su vez, lo hacemos con otras cooperativas y empresas recuperadas que hacen, por ejemplo, los envases primarios para poder llegar a tener nuestro producto en góndola. Como, por ejemplo, Envases Flexibles Mataderos que nos hacen nuestro packaging”.
Mientras continúan los intercambios, Alejo Rossi es anfitrión en la puerta de la cocina, llevando un delantal y una gorra negra con el nombre de su emprendimiento: Salsa Areco. “No somos una cooperativa nosotros, es un emprendimiento familiar”, corrige mientras fríe una empanada en la sartén. Salsa Areco es una Pequeña Unidad Productiva Alimenticia (PUPA). Esta figura corresponde a la nueva legislación de la Provincia de Buenos Aires que habilita a los microemprendimientos familiares de cocina hogareña para que sus productos puedan llegar a los comercios. El municipio de San Antonio de Areco fue pionero con esta medida que se encuentra vigente desde 2017, mientras que en todo el territorio provincial fue sancionada recién en el 2020: “Esto realmente cambia todo porque hay decenas de miles de familias que cocinan en la casa para vecinos y que exista esta normativa que es completamente desconocida, a nosotros nos permitió tener un laburo”. A contramano del ajuste que está realizando el Gobierno a nivel nacional, el municipio de San Antonio de Areco estrenó en el parque industrial un espacio para que siete PUPAs puedan pasar de la cocina en el hogar a un lugar más amplio y con mayor equipamiento que les permita aumentar la producción.
Desde Jujuy llegó la palabra de Javier Rodríguez que narra el origen de su cooperativa, Cauqueva: “La cooperativa nace en un momento histórico muy delicado para la región, para la Quebrada de Humahuaca en la provincia de Jujuy. Ahí había una extrema pobreza con mucha desocupación, con muchas condiciones muy malas de vida. En ese momento nace Cauqueva (mediados de la década del 90)”. Surgió como una demanda concreta de las familias campesinas de la quebradas cuya cadena productiva se veía afectada por intermediaciones que fijaban los precios de sus productos. Hoy, la cooperativa tracciona no sólo los eslabones de la cadena de producción, la industria nacional y el mercado interno, sino también los lazos con la comunidad, el trabajo digno, la capacitación y la cultura popular: “Las cooperativas están trabajando para que haya una inclusión democrática de diversidades, para un cuidado del medio ambiente y para que haya alimentos sanos, de calidad para los pueblos”.

De la resistencia a la ofensiva
En la puesta en común, las problemáticas más mencionadas por la mayoría de las cooperativas y emprendimientos son: la falta de equipamiento, infraestructura y financiamiento. A esto se le suman la recesión, la parálisis del consumo y los aumentos en las tarifas de energía. Para Natalia De Majo, integrante de la cooperativa Oro del Inca de Quilmes que produce fideos Pasta Sur, milanesas y medallones vegetales, uno de los principales problemas a raíz de las medidas llevadas a cabo por el gobierno de La Libertad Avanza es la derogación de la Ley de Alquileres: “Cuando nos pusimos en enero a buscar un lugar donde mudarnos, había lugares que alquilaban en dólares, todo lo que es fábrica. Si a la gente le está resultando casi imposible alquilar una casa donde vivir, imaginate una fábrica. Todo el sistema inmobiliario está muy inestable y obviamente corre a favor de las inmobiliarias”. En este contexto, la organización tuvo que cerrar una de las fábricas y dejar el equipamiento en un depósito, mientras sigue con la producción de los fideos.
Frente a las dificultades se exponen también los recursos, beneficios, ventajas y logísticas disponibles. De a poco, empiezan a intercambiarse propuestas y articular colaboraciones entre las organizaciones. Francisco Caputo, de la cooperativa Más Cerca Más Justo, pide la palabra y se levanta de la silla. “No nos quedemos en la resistencia, pasemos a la ofensiva”, dice acompañado por un aplauso espontáneo de todos los presentes.
Pasadas las 14 , se anuncia el comienzo del almuerzo. En las mismas mesas que durante la mañana habían sido usadas para el mapeo, intercambio de experiencias y saberes, se encuentran ahora repletas con salsas picantes y criollas, brochettes de pollo frito, tortillas de papa, empanadas fritas, aceitunas rellenas, panes, papas rústicas, vinos agroecológicos, cervezas y jugos, quesos y embutidos. Las conversaciones inundan la habitación que empieza a quedar chica para la cantidad de participantes, que siguen intercambiando proyectos comunes, entre bocado y bocado.
Miguela Varela, organizadora del encuentro y parte de la gestión de Alimentos Cooperativos, habla sobre el futuro del sector cooperativo: “En general, son organizaciones bastante expertas en surfear las crisis de todo tipo, porque siempre es un sector muy débil que acusa muchas faltas vinculadas al acceso a la tecnología, a políticas públicas más claras, al acceso al crédito. Entonces, de alguna manera es un sector que se acostumbró, lamentablemente, a convivir con esas necesidades”. En sintonía con ella, Javier Rodríguez concluye: “A diferencia de una gran empresa, las características de este tipo de cooperativas, más bien chicas, es que tienen estructuras flexibles. Pueden adaptarse, achicarse y agrandarse con una velocidad notable. Hay una elasticidad que permite a las cooperativas rápidamente continuar en las situaciones de crisis”.

Puan, de la ficción a la realidad

Puan, de la ficción a la realidad

Un ruidazo en Filosofía y Letras, banderazos y clases públicas en Ciencias Sociales, Psicología, Exactas y Derecho, entre otras instituciones universitarias en defensa de su presupuesto. Crónica del cacerolazo en Puán, la facultad que anticipó los hechos en una película protagonizada el año pasado por Leonardo Sbaraglia.

Semanas antes del último balotaje presidencial, la película Puán se convertía en un suceso de taquilla. Casi sin proponérselo se transformó en una bandera de la defensa de la educación pública luego de que en su escena de mayor tensión, docentes y estudiantes ocupaban la vía pública y se enfrentaban a la policía ante la amenaza de cierre de las universidades públicas. Una vez más, la realidad supera a la ficción.

Noche del 10 de abril. La comunidad educativa de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA -la que habita los pasillos que retrató la película- está por realizar un cacerolazo en avenida Rivadavia y Puan. La actualización presupuestaria, la implementación de un boleto educativo y una suba del salario docente y no docente son los principales reclamos. Agenda de lucha que se extiende a las otras sedes de la UBA como la Facultad de Derecho, la de Psicología, la de Agronomía, el Hospital de Clínicas y la Facultad de Ciencias Sociales, entre otras, con reclamos, clases públicas y declaraciones. También hubo manifestaciones similares en las otras 61 universidades nacionales como manifestaciones previas y de concientización para la marcha universitaria del 23 de abril.

 Inflación interanual del 276% y un Gobierno nacional que prorroga el presupuesto universitario del 2023, aprobado en septiembre de 2022. Por cada 10 pesos que contaba la UBA en marzo del año pasado, hoy cuenta con 2. Emergencia presupuestaria, denuncia el Consejo Superior. En esa misma línea, las autoridades de FILO -igual que los de las otras facultades- advierten que de no actualizarse los fondos, en junio se verán obligados a cerrar sus puertas.

“No estamos frente a una discusión de presupuestos o lineamientos de políticas educativas, estamos ante un propósito frontal de destruir las condiciones de la educación pública argentina, ligado también a una tendencia muy penosa y dolorosa de desestimar lo que se hace en el ámbito público -comenta, presente en el cacerolazo, el docente Martin Kohan en diálogo con ANCCOM-. Nos manifestamos como lo que somos: una comunidad amenazada por el aparato del Estado”.

Semana de clases públicas, jornada de carteles, banderazo interclaustro y llegó el cacerolazo. Agenda de lucha de CEFyL (Centro de Estudiantes de Filosofía y Letra)  en defensa de la educación y gremiales que se suman: FEDUBA (Sindicato de Docente de la UBA), AGD (Asociación Gremial Docente) y la Comisión Interna nodocentes. Alumnos y militantes de diferentes facultades. Todos juntos. Diferentes cuerpos forman un mismo cuerpo: una red que resiste.

Siete de la tarde. La avenida Pedro Goyena separa del tono beige del respaldo de decenas de pupitres que actúan como contorno de ese Cuerpo que está en el medio de la calle Puan al 500 y participa de clases públicas. Antes de cruzar, en la vereda de Roma Café se oyó la charla de un hombre y su mujer “¿Dónde está el protocolo de Bullrich?”, pregunta él con mirada sombría y tono irónico haciendo referencia a ese Cuerpo que está cortando una sola cuadra, la cuadra de una casa de estudios, para que la motosierra no corte con el derecho a la educación pública, gratuita y de calidad. 

Estudiantes, sentados, parados y abrigados, forman un anillo. A metros de la entrada de la Facultad, más clases en el asfalto. Anillos más grandes y anillos más pequeños. “Estudiar es político” dice  un cartel. Atadas desde las persianas rojas bermellón del edificio cuelgan banderas de diferentes organizaciones, una al lado de la otra. “Vamos a prepararnos para ir al cacerolazo”, es la frase con la que una profesora finaliza su clase. Los alumnos se levantan de las sillas, las cargan encima suyo y las empiezan a devolver a las aulas. Van en fila india, abriendo paso entre el resto de la gente. El contorno beige queda suspendido y el anillo disuelto, pero el Cuerpo comienza a moverse. 

“El individualismo, como concepción, está destinado al fracaso. El hombre no se realiza como individuo. Somos individuos comunitarios. ¿Qué decía Aristoteles? ‘Zoon politikon’: somos personas políticas. El ataque genera como resistencia la construcción de lazos comunitarios más fuertes”, reflexiona Martín Cuesta, profesor adjunto en la cátedra de Historia Argentina II de la Licenciatura en Historia que se dicta en Filosofía y Letras. 

La euforia se empieza a sentir y cada vez más. Las ocho de la noche y el horario del ruidazo que llegó. Estudiantes que llevan y traen cosas del interior de la Facultad. Parlantes, banderas y cañas. Los que salen alzan la mirada buscando un espacio por el que meterse. “No al vaciamiento ni el cierre de la universidad pública. Triplicación del presupuesto, boleto educativo, salario para docentes y no docentes”, se lee en una cartulina de casi dos metros que va esquivando al mar de gente de la entrada del edificio; apurados como soldados que se preparan para la batalla, lo transportan los militantes del ¡Ya Basta!, identificados por sus sus remeras rojas con letras blancas. 

“Yo tengo 67 años, me podría haber jubilado a los 65 pero ejercí mi derecho a opción para quedarme hasta los 70 porque tengo algo para darle a esta casa aunque sea en la calle. Esto que tenemos, que es la universidad pública, la facultad en que me recibí, es un logro, un proyecto y un legado de generaciones anteriores a nosotros. Yo soy primera generación de universitarios de mi familia. Tenemos que estar en unidad porque es un patrimonio de todos”, expresa la profesora Irene. “Docentes luchando también enseñando” se vislumbra en otra pancarta.

En la esquina de la Facultad, sobre José Bonifacio, la rotativa luz azul de la sirena de la policía porteña  completa la puesta en escena.  “La jornada se viene desarrollando de manera muy pacífica y con la posibilidad de hacer las clases en la calle. Todo está conversado. No tuvimos mayores problemas. Sí un vecino o vecina que se queja o grita algo a favor de Milei, pero cosas mínimas”, explica Violeta. 

Un cartel que salió mal y la militante que usando el asfalto como mesa se arroja con la brocha para hacerlo de nuevo: “Si hay motosierra hay estudiantazo”, escribe sobre el papel que deviene pancarta.
La columna está a punto de cruzar Pedro Goyena. Como un metrónomo, los bombos suenan a la par de los cánticos que dirige una miembro del CEFyL a través de un megáfono: “Si el presupuesto no está/ qué quilombo se va armar/ les cortamos las calles y les tomamos la facultad”, entona al mismo tiempo que con su mano libre arenga al resto.
Los fotógrafos van de aquí para allá mientras buscan la toma perfecta, corren. Algunos se alejan para hacer un plano general. Y es que la multitud se prepara para marchar hacia Rivadavia. Vecinos que pasan y se detienen a ver el suceso: algunos con cara seria, otros con una sonrisa entre medio. Un punto en común entre ellos: la cámara de los celulares que registran el hecho.
“Los estudiantes estamos con un ánimo de lucha. Estamos muy enojados ante la amenaza del cierre de nuestra facultad -continúa Violeta-. El reclamo es al gobierno de Milei, pero también busca captar la solidaridad del conjunto de la sociedad”.
Sincronizadas con el compás de los cantos, las bocinas de los autos que se escuchan al pasar. Un repartidor de Rappi va en bicicleta y alienta. Más tarde otro delivery con la tosca mochila de reparto, también de Rappi, pasaría a los empujones por el medio del cacerolazo. Dos señoras cruzan por lo que queda de la senda peatonal de la intersección de Goyena y Puan; quedando a poco más de un metro de distancia de la columna y los militantes del ¡Ya basta!, a una de las señoras se le escucha decir “¿Qué hacen? ¡Vayan a laburar!” a la vez que realiza el típico gesto argentino del montoncito. La voz del Cuerpo se escucha más que la de la señora.
Las distintas organizaciones se reubican. Los de la Asociación del Personal de la Universidad de Buenos Aires (APUBA) toma la delantera y con su enorme bandera verde van al frente de todo; pecheras violetas, varios de los referentes sostienen algunos carteles: “Defendamos la educación pública. ¡Es ahora!”, dice uno con letras naranjas sobre cartulina blanca. “Ganemos la calle para no perder las aulas!! Todxs juntxs”, dice otro. “Hace mucho que no tenía esta sensación de unidad” expresa Lucía, estudiante de Geografía.
“Estamos encantados. En Brasil no tuvimos la misma fuerza para defender la universidad pública“, comenta una pareja de docentes del país vecino que fueron invitados para dar una clase Argentina.

El Cuerpo avanza. Paso firme y decidido, copando las calles. Una marea  inflexible e imparable, yendo a buscar lo que es de todos. “¡Azo/ azo/ azo/ por un estudiantazo!/¡Azo/ azo/ azo/ por un estudiantazo!”.Cruzan Pedro Goyena. El sonido de los bombos continúa.“ Vamos acomodándonos, vayamos más despacio para no dejar atrás a los compañeros”, comunica una estudiante por el megáfono.  La prensa agitada en busca del ángulo adecuado. La bandera del CEFyL que termina de desplegarse. Militantes que corren para estar con su agrupación. Cambian la melodía: “Si el presupuesto no está/ qué quilombo se va armar”.

 “Estamos en un salto cualitativo en la ofensiva del capital sobre la clase trabajadora -indica el profesor Carlos Garberi- que se viene desarrollando en el planeta entero hace más de 40 años y que tiene su correlato en la crisis de lo que podemos denominar el Estado neoliberal. David Harvey señala que es la transición hacia un Estado neoconservador donde no se mantienen las  libertades democráticas ”

Llegando a  Rivadavia, la marcha de los estudiantes se vuelve a acelerar. Un grupo numeroso con las banderas de las organizaciones de izquierda se ubica en la intersección de la calle Chirimay. El resto de las columnas sigue llegando. Un camión con parlantes, reflectores de luz y una militante empuñando su voz en un micrófono, avanza hacia Chirimay: ”A ver, a ver/ quién dirige la batuta/ Los estudiantes/ o el Gobierno hijo de yuta/ yuta/ yuta”, vocaliza junto a la multitud.  Entre la gente del cacerolazo, una chica con una bolsa con la inscripción “Googleá empatía”. 

En una estrofa se hace presente La noche de los lápices: “¡Damela vos/ damela mi/ por el boleto estudiantil!”, se oye.

Un adulto mayor, Edgardo, pelo blanco, con suéter verde y pantalon negro, sostiene junto a Adela una bandera de la “Asamblea de Caballito. Resistencia Veterana”. Un grupo de jubilados que se organizaron desde la asunción de Milei y hoy están acompañando al movimiento estudiantil. “No es que solamente pedimos por un salario digno, no es un problema de subsistencia, sino de dignidad: trabajamos toda la vida aportando para que nos estafen de esta manera”, desliza Adela.

“¿Todo bien?“, le pregunta Micaela, estudiante de la Licenciatura en Historia, a quien fue su profesora en Antigua I. “Todo bien no, todo mal”, le responde entre carcajadas cómplices.

“Los docentes universitarios estamos de paro. Los estudiantes están en pie de lucha con numerosas clases públicas: en Filosofía y Letras, en la Facultad de Ciencias Sociales, en la de Ciencias Exactas, en Veterinaria… Esto muestra la energía y  la potencia del movimiento estudiantil, docente y no docente, para resistir y oponerse a la privatización de la universidad que quiere Milei y todo su séquito reaccionario”, comenta una profesora de Sociedad y Estado del Ciclo Básico Común, quien minutos antes animaba a un grupo de estudiantes. “Unidad de los trabajadores/ y al que no le gusta/ se jode/ se jode!”, siguen los cánticos.

“Un tiempo muy precario del punto de vista conceptual, muy implacable y cruel, en el que hay una desestimación y un desprecio por lo que en definitiva hace a lo público y a la posibilidad de constituirlo como lo que constituimos: una comunidad. Lo han hecho desde la base de una demonización del Estado, no desde una crítica o revisión de aspectos o distintas funciones, una demonización intrínseca de todo el trabajo que se hace en el ámbito estatal”, argumenta Kohan, el escritor-docente.

Hacia el final, Cuesta sintetiza: “Esto es un ataque a un sector central en la formación de comunidad, y uno pone el cuerpo. Pero la sensación de poner el cuerpo en comunidad siempre es gregario: genera más comunidad y nos da potencia”.

El Gobierno recortó el 92% del programa que atiende a los pacientes con VIH

El Gobierno recortó el 92% del programa que atiende a los pacientes con VIH

Solo se ejecutó un 8% de los programas de prevención del VIH, de Infecciones de Transmisión Sexual y de Hepatitis Virales entre otros, que incluyen la provisión gratuita de medicamentos específicos. Denuncian faltantes de drogas e insumos.

La salud argentina es una variable más del ajuste libertario. Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), las áreas donde se notó una fuerte caída de ejecución presupuestaria interanual fueron el programa de Acceso a Medicamentos, Insumos y Tecnología Médica (-54%), el de Prevención y Control de enfermedades Transmisibles e Inmunoprevenibles (-45%) y el de Respuesta al VIH, Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), Hepatitis Virales, Tuberculosis y Lepra. Este sufrió un recorte presupuestario del 92%.

Este programa fue creado por la Ley Nacional 27675, aprobada y reglamentada en 2022 y plenamente vigente desde inicios del 2023. Gracias a esta normativa, se garantiza el acceso a la medicación y a los estudios de forma gratuita en el sistema de salud público y en el privado (obras sociales y prepagas) para todas las personas argentinas o extranjeras que lo soliciten. 

Con sólo un 8% de presupuesto con respecto al mismo periodo del año pasado, en todo el país comienza a haber faltantes. “El problema de que falte medicación es que muchas personas no pueden continuar con su tratamiento -denuncia Camila Arce, activista seropositiva-. Es una vergüenza porque no es algo caro lo que falta: la droga es genérica y se produce en un laboratorio nacional y privado”.

En este sentido, esta disputa es también por la soberanía. Lucas Fauno, periodista y activista VIH, lo sintetiza: “Cuando hablamos de VIH, hablamos de (no) producción pública de medicamentos, de ITS, de Educación Sexual Integral. La desfinanciación afecta a los medicamentos, pero también a los preservativos disponibles en todos lados y gratuitos, si hay información, cómo se está hablando de estos temas, cómo se evitan los nuevos casos y cómo es la calidad de vida de las personas con VIH. Vivir con el constante miedo de ir a retirar tu medicación y que no te la den, afecta tu salud”.

En febrero tenía que comenzar el proceso de licitación para la compra de medicamentos antirretrovirales, pero todavía Nación no inició los trámites.

En febrero tenía que comenzar el proceso de licitación para la compra de medicamentos antirretrovirales, pero todavía Nación no inició los trámites. Ante esta desidia planificada, los médicos cambian los componentes de los cócteles, arriesgando la adaptación de las personas ya en tratamiento. Además con las faltantes, se imposibilita el acceso a la biterapia, un esquema de tratamiento que reduce de tres a dos drogas.

Las provincias están tomando la responsabilidad de la compra de medicamentos faltantes para el sistema público. “En el caso Santa Fe estamos esperando una respuesta concreta del programa provincial, pero en Córdoba ya anunciaron que van a hacerse cargo de los medicamentos”, comenta Arce. Sin embargo, no todas las provincias tienen aceitada la implementación de los programas o el presupuesto necesario para hacer esta gestión.

Todas las aristas del cumplimiento de esta ley se resquebrajan. Por primera vez, A.T., una persona bonaerense viviendo con VIH hace más de una década, tuvo que pagar un copago de su obra social para hacerse los análisis semestrales. “La rutina de análisis es también para que me den los remedios. De nunca pagar nada, ahora tuve que pagar nueve mil pesos”, dice con indignación. Las personas con VIH deben testearse periódicamente para conocer el estado de su serología: si el virus no se detecta en sangre, el tratamiento está funcionando y es intransmisible. Si bien A.T. sigue recibiendo los remedios, teme por su continuidad.

“Es una situación que se repite históricamente: tenemos gobiernos neoliberales, de derecha y fascistas y esto es lo mismo que vivimos en 2017-2018”, recuerda Fauno sobre la desfinanciación en la gestión de Mauricio Macri. En ese momento, organismos como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires presentaron pedidos de información y recursos legales para resolver las graves faltantes de medicación antirretroviral. En el 2018, el 70% de la población con VIH recibía su medicación del sector público, por lo que el Estado nacional estaba incumpliendo su obligación de garantizar el acceso y adherencia al tratamiento del mayor segmento de personas con serología positiva.

“Hay que pensar nuevas estrategias -propone Fauno-: reunirse y animarnos a disentir entre pares. También hay que pensar que no tiene que ver con VIH, sino con salud pública. Si a mí, viviendo con VIH me falta la medicación no significa que el área VIH falla, sino que está fallando el sistema de salud. En este caso, falla por la decisión de un gobierno”.

Bala a los hambrientos

Bala a los hambrientos

La Policía de la Ciudad y la Infantería reprimieron una manifestación de los movimientos sociales en las proximidades del exministerio de Desarrollo Social. Hay heridos y ocho detenidos. Las organizaciones reclaman la emergencia alimentaria y luchan en unidad contra el ajuste de Milei.

Unas 20 mil personas, desde las 10 de hoy, se concentraron en la Avenida 9 de Julio para marchar hasta el Ministerio de Capital Humano en respuesta al ajuste y recorte presupuestario que sufren los comedores populares. En diálogo con ANCCOM, el abogado y dirigente de Unidad Piquetera, Matías Gayol, relató cómo fueron los hechos, antes y después de la llegada violenta de la Infantería que finalizó con manifestantes y periodistas heridos y ocho detenidos.

El conjunto de las organizaciones sociales y piqueteras nos movilizamos para responder al Gobierno que está mintiendo abiertamente, diciendo que auditó a los comedores y merenderos de toda la Argentina y que la mitad eran comedores fantasmas, que no existían. Es ridículo, ¿cómo hicieron  para auditar los 44 mil comedores inscriptos en el RENACOM en solo cuatro meses? Nosotros, como Unidad Piquetera, organizamos 209 comedores en 10 provincias del país y solamente visitaron 16”.

“Al mismo tiempo, el Gobierno sigue mintiendo cuando dice que a los comedores que sí existen, según ellos, los estarían asistiendo. No los están asistiendo, porque todas las organizaciones sociales, piqueteras, religiosas, ONG, están diciendo lo mismo. Estamos todos los sectores, al unísono, diciendo que no están dando asistencia desde el 10 de diciembre pasado”.

¿Qué otros reclamos llevaron a la marcha?

Se suma el congelamiento del Potenciar Trabajo en 78.000 pesos, cuando hoy debería estar arriba de 100.000. Además, eliminaron el Fondo de Integración Socio-Urbana que permitía las obras en los barrios populares. Ya no existe el programa Mi Pieza. Las obras de servicios en los barrios populares también fueron eliminadas. Han reducido incluso en términos nominales el presupuesto para el servicio alimentario. Según la encuesta interna que nosotros mismos realizamos, los compañeros cuentan que las raciones del servicio alimentario escolar son mucho menores en cantidad y en calidad. El Gobierno está protagonizando un genocidio económico. Literalmente, es el ajuste más rápido y más profundo de la historia económica de este país. Estamos transitando un escenario tan grave como nunca hemos vivido.

¿Cómo surgió la convocatoria para hoy?

Nos hemos unido con organizaciones y frentes de lucha con los cuales antes no nos unimos por estar en desacuerdo y ahora sí. Entendemos que tenemos que estar unidos contra el Gobierno de Milei porque atacan a todos por igual. Estamos haciendo marchas con el Polo Obrero. Por supuesto que antes no, no hacíamos ninguna movilización juntos o casi ninguna, y ahora sí, sin dudas. Hay una unidad que no tiene precedentes también en los movimientos sociales.

La manifestación fue masiva…

Eran cuadras y cuadras de gente. Las imágenes aéreas lo muestran. La idea era llegar al Ministerio, dejar un petitorio, hacer un pequeño acto y terminar de concentrar ejerciendo el derecho constitucional a peticionar frente a las autoridades. Pero cuando estábamos marchando llegó la policía y empezaron a reprimir. Yo estaba en primera fila y vi llegar a Infantería y Policía de la Ciudad. Tiraban agua desde el camión hidrante, empezaron a tirar gas pimienta y a disparar con balas de goma. Hemos visto periodistas heridos en la cara con balas de goma. El Gobierno toma la decisión de montar un show represivo que es cada vez más grave. Cuando avanzó la policía sobre nosotros decidimos no responder con violencia. Retrocedimos ordenadamente y ellos seguían y seguían. Vimos personas con heridas en la cabeza, por golpes o por bala de goma. Fue muy caótico, cuando hasta ahí se trataba de una marcha completamente ordenada.

¿Cúal es la situación de los comedores a nivel nacional?

El Gobierno de Javier Milei creó 2.5 millones de indigentes en tres meses. La UNICEF dijo que podría cerrar el primer cuatrimestre del año con un 32 por ciento de pobreza infantil. La indigencia no para de crecer, en nuestros comedores aumenta la demanda de forma muy fuerte, en algunos se ha triplicado. De 209 comedores, tenemos 58 que están en proceso de cierre porque no tenemos más mercadería, y no la vamos a obtener. El caso más extremo es el que vive uno de nuestros compañeros de la provincia de Jujuy, que no recibe asistencia, y así 42 comedores están por cerrar. No tenemos forma de sostenerlos frente a la motosierra de Milei.

¿Qué sectores acompañaron la marcha de hoy?

Estuvimos nosotros, Unidad y Partido Piquetero. Se hicieron presentes las organizaciones que integran la UTEP, que son el Movimiento Evita, el espacio de Juan Grabois, el Polo Obrero con Eduardo Belliboni, el Frente Popular de Darío Santillán, La Patria es el otro, que es el frente de organizaciones del Cuervo Larroque. Fue sin dudas una verdadera manifestación unitaria de todos los sectores que estamos intentando hacer todo lo posible para que no haya un caos social en la Argentina. Queremos evitar el desastre. Se organizan estas convocatorias  para poner orden en Argentina frente a un gobierno tiránico.

¿Cuál es el mensaje para quienes aún no están dispuestos a participar de esta unidad?

Como Partido Piquetero acabamos de sacar un documento, escrito por nuestro diputado nacional Juan Marino, que se titula “Tesis de Abril”, en el que planteamos un llamado de atención a toda la oposición. El gobierno de Milei no escucha, y hoy se volvió a demostrar. Frente a los paros nacionales, los reclamos históricos del movimiento obrero, particularmente la UOM, y de los docentes de las universidades, el Gobierno toma la decisión de no escuchar y redobla la apuesta represiva. Es un mensaje para toda la oposición y a los famosos dialoguistas que están especulando si apoyan al Gobierno de Milei o no. A los gobernadores que están pensando en firmar el Pacto de Mayo les queremos dejar un mensaje claro: gobernador de este país que firma el pacto, gobernador que se hunde con Milei, porque el pacto implica la fundición de las provincias. La oposición le tiene que poner un límite constitucional, rechazar el DNU y la ley ómnibus. Y es necesario que en el Congreso de la Nación se vote alguna ley de emergencia alimentaria que atienda esta urgencia total que tenemos en los barrios populares y las cuestiones más graves, por ejemplo la situación de los pacientes oncológicos, que tampoco están recibiendo medicación. Tenemos gente que ya ha muerto. Necesitamos una oposición unida que atienda los reclamos de los más necesitados.

“La cultura genera progreso, no el dinero”

“La cultura genera progreso, no el dinero”

Más de 200 trabajadores de la Secretaría de Cultura de la Nación fueron despedidos a fin de marzo y todas las políticas del sector han sido frenadas y desfinanciadas. Este fin de semana, realizaron un multitudinario festival en la explanada del CCK como forma de protesta.

En plena Semana Santa, tras la cena del miércoles, Jesús –así se llama– recibe un telegrama que reza: “Contrato sin posibilidad de renovación a partir de abril”. Después de 18 años se acaba de quedar sin pan y trabajo. Al igual que Lucas, que Micaela y 206 compañeros más.

“Me enteré por mail”. ”Nos avisó un compañero”. Las historias de los trabajadores de la Secretaría de Cultura de la Nación que fueron despedidos en Pascuas se repiten. En todos los casos, sin justificativos y hasta sin firma de ninguna autoridad. “Me notificaron vía mail el miércoles a las 21.30. No hay nadie que dé la cara y te diga por qué motivo estamos despedidos”, afirma Lucas Cabrera, coordinador de Logística de la Dirección Nacional de Diversidad y Cultura Comunitaria y delegado de ATE Capital. “No saber cómo le voy a poner un techo sobre la cabeza a mi familia y cómo voy a pagar la comida es desolador”, agrega.

Cabrera hace casi 10 años que se desempeñaba en la Secretaría. Su tarea estaba abocada al trabajo territorial asistiendo en la producción y traslado de docentes y artistas para que puedan llegar a los eventos que organizaba la dependencia. “Todas las políticas culturales están frenadas desde que esta gestión asumió”, remarca. La cantidad de despedidos de la Secretaría de Cultura ya son 248. En diciembre fueron 40, y en Semana Santa 208. Algunos se enteraron días después porque no tenían acceso al Sistema de Gestión Documental Electrónica (GDE) y no podían ingresar a su casilla de correo.

El vaciamiento y la desfinanciación de la gestión libertaria también incluye la falta de presupuesto y de elementos de trabajo. “Hace tres meses que estamos sin caja chica, no tenemos recursos y dependemos de los insumos que fueron comprados el año pasado”, explica Gabriela Castro, trabajadora del Museo de Bellas Artes.

Desde 2006, el Programa de Orquestas “Andrés Chazarreta”, que depende de la Secretaría de Gestión Cultural, enseña a tocar instrumentos a niños, niñas y adolescentes de los barrios populares. Jesús Edgar Colque enseña en la orquesta “El Tambo” de Isidro Casanova, y tras 18 años de docencia fue uno de los cuatro profesores que recibió el telegrama de despido el miércoles por la noche: “Milei dijo que los recortes iban a ser para la casta. Yo no soy de la casta, y tampoco fueron a ver el trabajo social que hacemos. Ellos pueden ir a Isidro Casanova y comprobarlo. El objetivo era llegar a lugares muy carenciados, donde los chicos no tengan acceso a un profesor de música ni un instrumento. Hoy muchos chicos han encontrado el amor por la música y hasta son profesores de orquestas”, cuenta Jesús Colque.

Micaela Fernández fue una de las alumnas que participó del programa orquestal. Hace dos años que es profesora de contrabajo y también fue despedida. Respecto a la posibilidad de revertir los despidos a docentes, dice que es difícil conseguir una mesa de diálogo y que esta dilatación pone en peligro a la orquesta. “Queremos una respuesta, una justificación y ver cómo va a terminar esta situación, porque despidieron a cuatro profesores y cinco están sin renovación de contrato, es decir que la orquesta queda sin profesores”, concluye.

El sábado 6 de abril, en la explanada del Centro Cultural Kirchner (CCK), donde se encuentran las oficinas del actual secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, los trabajadores de la cartera en conjunto con la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) organizaron el Festival ARDE en defensa de la cultura y en reclamo por los despidos.

“Estamos generando diversas acciones junto a las y los trabajadores, asambleas en los sectores de trabajo, saliendo a la calle, a la espera que los funcionarios den la cara para poder concretar próximas mesas con ellos, que despiden y se escapan”, expresa Julia Pirani, delegada de la Junta Interna del exMinisterio de Cultura de la Nación y del Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces. “El plan de disciplinamiento que propone esta gestión es evidente –señala–. Dejan a 248 personas sin trabajo y afectan a cientos de personas que no trabajan en el Estado y que son parte de los programas desguazados como las y los alumnos de clases de música y de diversos talleres y actividades culturales”.

“Esta gestión no tiene ningún plan para la cultura, no existe para ellos. Es absolutamente cruel acompañar despidos con un plan económico tan devastador”, asegura el actor y comediante ‘Osqui’ Guzmán en diálogo con ANCCOM. “Lo que todavía no entienden las personas es que el Estado somos todos, te desfinancian el país para venderlo y lo mismo quieren hacer con las universidades. Ellos creen que el dinero genera progreso y es la cultura la que lo genera. Es la que hace que alguien agarre un hilo, una aguja y haga un poncho y genere progreso en la civilización. Nuestro espacio cultural es el de la lucha, no nos van a vender el país”, sentencia Guzmán.