«No son excombatientes, son genocidas»

«No son excombatientes, son genocidas»

La sobreviviente de la ESMA, Ana María Soffiatini, da cuenta de las implicancias de la visita de un grupo de diputados de La Libertad Avanza a los represores condenados por crímenes de lesa humanidad. ¿Por qué es apología del delito?

Ana María Soffiatini guía una visita a la exESMA.

Ana Maria “Rosita” Soffiantini es una docente retirada, ceramista, militante, pero sobre todo sobreviviente “egresada” de la ESMA. Se identifica como parte de la extraordinaria generación de los años setenta, una juventud que vislumbró la política como transformadora de los dolores sociales. 

Militó en el secundario, ingresó a las filas de la Resistencia Peronista y luego se incorporó a Montoneros, una organización político-militar que cautivaba a la buena parte de la juventud peronista.
Describe su militancia como una experiencia hermosa, que le legó una serie de compañeros, entre los cuales estaba Hugo Luis “el Loro” Onofri, con quien tendría dos hijos, Luis y Maria. Una mañana de octubre de 1976, con el golpe militar ya instaurado, Hugo saldría a trabajar para nunca más volver. Su paradero se desconoce hasta el día de hoy.
“Rosita” fue secuestrada, junto a sus dos hijos pequeños, un año después en el barrio de La Paternal, de camino a la panadería. Luisito tenía once meses y Maria apenas caminaba. Fueron arrancados de sus brazos y llevados a otro vehículo. Ana Maria, por su parte, fue golpeada ferozmente y forzada a abordar un auto donde, según recuenta, la recibieron Carlos “el Pajarito” Suarez Mason y Adolfo Donda entre otros uniformados que la vendaron y violentaron durante un largo tramo. Fue llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionaba un centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Allí, además de sufrir todo tipo de padecimiento físico, fue forzada a realizar trabajo esclavo.
Habitar ese infierno, según Soffiantini, era aún más difícil ante la constante presencia de oficiales que adornaban el dia a dia con frases como
la favorita de Jorge Eduardo “el Tigre” Acosta, quien a su vez se jactaba con sentencias del tipo  “de nosotros depende la vida y la muerte”. Alfredo Astiz, otro de los represores, tenía su propia bravuconada: “Vos te vas arriba cuando yo lo decida”
“Rosita” entró en régimen de libertad vigilada después de casi dos años de cautiverio, desde enero de 1979 hasta principios de 1980.  Hoy, es una de las integrantes del Consejo Asesor de Sobrevivientes en la exESMA y representante del mismo en el órgano ejecutivo de el Espacio para la Memoria que allí funciona.
Ahora, en conversación con ANCCOM, reflexiona sobre las visitas por parte de diputados del bloque de LLA a ocho represores, entre los cuales figuran cinco de sus propios victimarios, las declaraciones emitidas por los distintos protagonistas de la política, sus impresiones y las implicaciones que tiene esto para el proceso de construcción de la memoria.

Cuando el diputado Benedit presenta estos nombres que vos conociste en la ESMA como “excombatientes que libraron batallas contra la subversión marxista”, parece querer humanizarlos ¿Como era su trato con la gente que tenían detenida?

Es complejo de explicar. Atravesé bastantes cosas: la situacion constante de tortura, el escuchar a los demas ser torturados, los abusos sexuales y fisicos constantes. Estos tipos, que decían luchar contra la subversión, se convertían cada vez más en una banda de delincuentes. Ellos, que decian defender un proyecto de pais, que secuestraban para proteger la nacion del enemigo interno, terminaron teniendo un goce por la tortura. Porque la gozaban. De otra forma, no lo harían a diario y sin motivo alguno. Nos robaron para siempre nuestras vidas, porque ninguno volvió a ser el mismo. Ellos me marcaron para siempre. Aunque resistimos y seguimos luchando por recuperar lo que somos, te queda lo vivido. Por su parte ellos, además de convertirse en delincuentes, pudieron sacar rédito de la situación. No solo con los bienes apropiados a desaparecidos, sino con negociados por sus tareas. No solo a ese nivel, sino también a nivel personal. La asimetría de poder al interior nos llevó a seguir sus mandatos porque no nos quedaba otra para seguir vivos que simular, acatar: éramos esclavos. Aceptamos ser esclavos por esa pulsión natural de sobrevivir y de tener siempre una esperanza. Hasta los que asesinaron compartian ese amor a la vida, algunos hasta estaban en situacion de esclavitud, como nosotros, y un dia decidieron matarlos. Ese impulso natural de querer sobrevivir es lo que me sostuvo en el tiempo. 

¿Eso es lo que te lleva a rescatar la humanidad que encontraste en esa experiencia? 

En ese horror, en medio de esa soledad terrible, uno busca tener alguna caricia. Yo tuve suerte de encontrarlo ahí dentro. Como parte del trabajo esclavo, me llevaron a trabajar a un lugar donde conocí a otro compañero, Ricardo Coquet, y esa convivencia se transformó en confianza y después en amor. Con él tuve una hija, Ana Julia. Aunque no prosperara, ese amor clandestino me ayudó a sobrellevar el calvario. En lo personal, me sirvió para volver a sentirme humana. Me sentí dueña de mi vida de nuevo.

Cuando Patricia Bullrich dice que visitarlos es una “construcción de libertad” y que “si alguien quiere ver a un detenido porque considera que forma parte de un momento trágico de la Argentina, lo puede ir a ver” ¿Que se está jugando realmente?

Primero que nada, tienen derecho a ser visitados. Todo lo que no está prohibido se puede hacer. El problema es la razón por la que los visitan, y las declaraciones que emiten. Lo que se quiere es institucionalizar los mecanismos para gobernar, los mismos que regían en la dictadura: la represión, la violencia. Estas declaraciones son apologías a un gobierno anticonstitucional. Estos tipos son asesinos, siguen sosteniendo lo perpetrado, y silenciando donde escondieron los cadáveres, como el de mi compañero, y así con cientos y cientos de personas que no están, cientos de niños que no fueron recuperados. Yo los oí nacer en la ESMA, los gritos de las madre en el parto, vi cómo las hacían escribir una carta falsa a sus padres diciendo que la militancia no las dejaba hacerse cargo de su hijo y que se los mandaban. Cuántos muertos y cuántos niñas y niños que no pudimos encontrar. Yo y muchos más como yo somos testigos vivos de lo que hicieron y lo volvemos a afirmar a diario. No fueron ex-combatientes, fueron genocidas.

Es importante rescatar que estas declaraciones se hacen al interior de un gobierno constitucional, por gente que ocupa cargos de forma democrática. ¿Qué dice eso de la sociedad que los elige?

Por más de ocupar la democracia, declaraciones como estas son tristes apologias de la violencia y el genocidio. La sociedad los condenó, no sólo a través de los juicios que se llevaron adelante con justicia plena, sino que, a sus ojos, fue un ataque contra la sociedad en su conjunto. Yo sigo peleando, pero no solo por lo que yo sufrí, sino por lo que ellos quisieron destruir a través de nosotros, desapareciéndonos. Lo que se quería era dar por tierra con un proyecto opuesto. Había uno pensado para el conjunto de la sociedad, y otro para beneficiar a un grupo hegemónico y a las transnacionales dueñas de la guita. La sociedad necesita reforzar la memoria, aun cuando el proyecto vigente trate de hacerla disipar.

¿Se puede sobreescribir la memoria social?

Mira, yo creo que si para algo sirve la memoria es para entender el tiempo de cada cosa. No sé si alcanzaremos algún día una victoria plena de nuestras aspiraciones de una sociedad justa. Sabemos que para eso tienen que darse muchas luchas. Hoy estamos viviendo un tiempo de derrota que nos desilusiona porque no hay una contención desde la oposición, que lidere y nuclee la situación que estamos pasando. Hay una incertidumbre generalizada y mucha bronca, pero no podemos encauzarla con mayor fuerza. Estas declaraciones son un caballo de Troya muy bien pensado, que busca correr el eje de la discusión. Va a llevar mucho tiempo reubicar y volver a construir una memoria que retome la discusión en medio de tanta burrada. Hay que erguir una historia, de la cual la lucha de la reivindicación es solo una parte.
El error, quizás, fue descuidar otros espacios. Nos faltó hablar en el lenguaje común, nos perdimos en niveles de conversación interna. Hablamos mucho de yo soy el otro, pero no lo concretamos. Y ese otro se sintió fuera. Dejamos afuera algo. Asi se empieza a desdibujar.  Hoy es ahi donde debemos trabajar, y apuntalar: no solo se reivindica el genocidio, sino que tambien se reivindica una metodologia para oprimir el pueblo, que viene acompañada de un discurso que lleva años construyendose. 

¿Lo que se busca es hacer pasar al genocida por excombatiente y así ampliar el horizonte de lo posible en la discusión política?

Lo que se busca es hacer que el conjunto de la sociedad lo naturalice. Mientras que reivindica un proyecto de país nefasto con formas de sostenerlo aún peores, estas declaraciones ayudan a evitar lo inhumano del genocida. Están presos, pero no reformados. La cárcel debería ser un espacio no de castigo, sino de reformación. Astiz, Pernia, Donda son asesinos, pero también siguen ocultando el paradero de los desaparecidos. No han recapacitado. No reflexionaron sobre el horror que generaron. Siguen afirmando que su accionar fue correcto. Yo si los iría a visitar, sería para que me digan a donde tiraron a nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestros hermanos, nuestros esposos, nuestras madres, nuestros hijos. Mientras que no se sepa dónde están, el delito sigue existiendo.

¿Que se puede hacer frente a estos avances? ¿Se puede hacer apologia al genocidio sin consecuencias?

Por mi parte, como integrante de la Comisión Provincial por la Memoria, reaccionamos a tiempo, haciendo una denuncia en la fiscalía. Hay un artículo en el Código Penal, el 213, que nosotros invocamos. Por fuera de lo legal, es importante que esto ingrese a la discusión pública, que sea parte de los problemas que les competen a los demás. Hay que escucharse y escuchar. No pensar en que se logró el cometido, sino disputar esta memoria en todos los sectores. La problemática tiene que extenderse a todos lados de la sociedad. Es una lucha que se da todos los días.

¿Por qué los testimonios de sobrevivientes son tan valiosos en esta disputa?

Somos testigos, somos prueba de lo que hicieron. Cada experiencia detalla el horror. Como mujer, fui humillada, vi a otras mujeres ser violadas, fui forzada al trabajo esclavo, pero también me costó tiempo de vida por fuera del secuestro. Después nos encontramos con una sociedad silenciada. Nos costó recuperarnos, recuperar nuestra autoestima. Estaba el algo habrán hecho que, como mujer, tenía otras implicaciones. Tener que dar explicaciones, hasta para las propias filas, fue duro. ¿Por qué volviste vos y no volvió fulano? Yo no fui la que decidí vivir. Estos tipos que hoy visitan estos diputados, nos tenían en sus manos y decidían: “esta que siga viva”
Lo que nos costó empezar a hablar, empezar a reconocernos, encontrarnos desde una perspectiva de aceptación y aprobación es también un testimonio del horror.
No vale una declaración que los tilde de excombatientes y héroes. Si hay constancia de los hechos, no es cuestión de que alguien crea en una versión de las cosas, sino en lo que sucedió en realidad. 

Hoy, desde tu lugar en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos en la ex-ESMA ¿Buscas aportar a la construcción de esta memoria social?

Para mí, volver a la ESMA fue durísimo. Fue un proceso que atravesé desde distintos planos. En primer lugar desde mi memoria personal, que es fundamental mantener genuina, tanto para testificar como para reconstruir los hechos. Esta memoria hoy se constituye como parte de la memoria colectiva. Lo que yo viví también lo fui armando con retazos que otros me fueron dando. Luego, mi postura dentro de la ESMA siempre fue que no debía ser un lugar encerrado en sí mismo, sino que tenía que avanzar sobre el territorio, más allá de la Capital Federal o de determinados núcleos o sectores. Porque cuando empezás a desparramar tu memoria, en ese espacio surgen otras memorias. La memoria del pueblo, no solo de los militantes sino también de los más vulnerados, que no logran aún recuperarse de esas heridas, y son víctimas de los repliegues de la política.

«En Argentina no se habla lo suficiente de la salud mental”

«En Argentina no se habla lo suficiente de la salud mental”

Víctima de abuso sexual infantil a manos de su padre, la multifacética escritora e influencer Ilay Ventura se reivindica como una sobreviviente y plantea que a través del humor se pueden romper estigmas y superar traumas.

En la mitología griega Quirón es un centauro de buen carácter –a diferencia del resto– y en la astrología está relacionado con el arquetipo del «sanador herido”. Según esta figura, toda persona tiene una herida y puede sanarse a sí misma y a otros. Esto lo sabe muy bien Ilay Ventura, no sólo porque su hermana es astróloga y maneja al derecho y al revés cada posición de su carta natal, sino también por su propia historia como víctima (“sobreviviente” prefiere decir ella) de abuso sexual infantil por parte de su padre y por la resiliencia que le permite hoy ayudar a los demás a superar sus propios traumas.

Oriunda de Quilmes, Ventura, a sus 26 años, se dedica a acompañar a quienes se puedan ver reflejados en ella a través de su trabajo en las redes sociales, el teatro y dos libros publicados: Cómo arreglarse después de romperse y De víctima a sobreviviente. En conversación con ANCCOM, la creadora de contenido se presenta anunciando que le gusta abordar temas que siguen siendo tabú, como la salud mental, y cuenta que fue diagnosticada con trastorno de estrés postraumático y trastorno límite de la personalidad.

 “Me gusta generar un cambio en las personas mediante la comedia o con acompañamientos en coaching”, explica, tras expresar que la apasiona trabajar este tipo de contenidos hace ya más de diez años. Dice Ventura que su cercanía al humor viene desde siempre, gracias a su familia materna, y que allí ha encontrado una herramienta de sanación.

“La comedia que utilizo es un método de defensa que he creado en base a mis traumas y no hubiera podido hacer eso si no hubiera podido sobrevivir a ellos”, subraya. Desde que se decidió por la escritura, la influencer encuentra que las palabras son importantes para darle un sentido a sus vivencias. Así marca diferencias entre los términos: “Víctima es aquel que se fue, me parece más correcto llamarlo sobreviviente”, sostiene.

En sus cuentas de Instagram y TikTok (@ilayventura), recibe miles de reacciones a sus videos, en donde puede sacar risas hablando, por ejemplo, de un episodio de ansiedad: “Empecé a ayudar a las personas una vez que pude ayudarme a mí misma y entender el sufrimiento que pasan quienes tienen algún trauma”. Ventura aclara que nunca ha pretendido tomar un rol que solo es pertinente a profesionales de la salud mental, como psiquiatras y psicólogos. No obstante, su papel resulta clave, ya que comunica sobre los estigmas que padecen quienes han sido diagnosticados con algún trastorno mental.

«En Argentina no se habla lo suficiente de la salud mental como se debería. Sin ir más lejos, tenemos un presidente –no me gusta meterme en política, pero es necesario– que dijo ‘si tenés un problema mental, andá y matate’. Si tenemos un referente, que es la persona que se supone que debe gobernar el país, hablando de la salud mental de esa manera, ¿qué nos espera a los visibilizadores?», se pregunta.

«Siento que hay mucha discriminación hacia las personas que convivimos con un trastorno, porque nuestra vida no es la de una persona neurotípica, sin embargo, no significa que no podamos ser productivos –asegura–. Los estigmas existen porque existe la desinformación y los que tienen que informar son justamente las autoridades gubernamentales, provinciales, escolares y hasta espirituales, ya que vivimos en un país que no es laico”.

Los otros Loan

Los otros Loan

Desde 1999, los voluntarios de Missing Children Argentina trabajan para difundir y mantener viva la búsqueda de los chicos desaparecidos en el país. Hoy, además de Loan Peña, hay otros 100 niños cuyo paradero sigue siendo desconocido.

El caso de Loan Danilo Peña, el niño de 5 años desaparecido el pasado 13 de junio en el paraje El Algarrobal, en la localidad correntina de 9 de Julio, ha desatado una reacción popular pocas veces vista en la provincia y la atención permanente de los medios nacionales. Además, obligó al gobernador radical, Gustavo Valdés, a desplazar al ministro de Seguridad y a toda la cúpula policial.

En diálogo con ANCCOM, la presidenta de Missing Children Argentina, Ana Llobet, afirma que la organización activó sus protocolos de difusión, antes del Alerta Sofía, que tardó 24 horas en implementarse. Según Llobet, la rapidez en la acción es crucial, ya que cada minuto cuenta en estos casos.

La presión mediática es una herramienta poderosa. En el caso de Loan, la difusión masiva ha mantenido viva la búsqueda y movilizado a la comunidad para aportar información. Esta visibilidad opera sobre las autoridades, para que actúen con celeridad, y disuade a quienes puedan estar cometiendo un delito.

Missing Children gestiona unos 100 casos de niños desaparecidos en el país. Más de 70 son actuales y unos 40 corresponden a chicos buscados desde hace 30 años, cuyas imágenes han sido recreadas con IA para mostrar cómo podrían lucir de adultos.

A la espera de novedades en el caso que conmociona al país, Llobet comenta que Missing Children gestiona los de más de 100 niños desaparecidos en el país. La plataforma principal destaca más de 70 casos actuales, mientras que otros 40 corresponden a niños desaparecidos hace 30 años, cuyas imágenes han sido recreadas con IA para mostrar cómo podrían lucir de adultos.

Esta asociación civil sin fines de lucro está formada por 19 voluntarios que trabajan desde sus hogares, utilizando sus propios recursos. “El tiempo que le dedicamos es lo que más insume esta tarea”, destaca Llobet, quien sostiene que el objetivo es ser un puente entre las familias, la comunidad y las fuerzas de seguridad.

Ante la desaparición de un niño, el primer consejo es realizar la denuncia inmediatamente, ya que «la primera hora es clave para la búsqueda». Si la comisaría local se niega a recibirla, se recomienda acudir a una fiscalía de turno. Una vez hecha la presentación, Missing Children difunde la imagen del niño y recoge información de la comunidad, transmitiéndola a las autoridades competentes.

La colaboración de la población es esencial. El teléfono 0800-333-5500 y el WhatsApp (11) 4157-3101 están disponibles durante la jornada completa y la comunicación puede ser anónima, igual que el correo electrónico info@missingchildren.org.ar. Llobet subraya la importancia de las redes y los medios: “La difusión de la imagen ayuda a que alguien que reconoce a un niño pueda aportar información”.

La integración de Missing Children en redes internacionales permite que la búsqueda trascienda fronteras. La colaboración con países como Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, México y España amplía aún más su alcance. Asimismo, la tecnología juega un papel clave, con herramientas como el reconocimiento facial y la inteligencia artificial, ayudando a identificar coincidencias en fotos y videos.

La organización trabaja en estrecha colaboración con la Red de Infancia Robada y la Red Internacional de Asociaciones de Personas Desaparecidas (RIAPD), entre otras entidades. Además, los voluntarios de Missing Children mantienen el vínculo con las familias hasta obtener noticias concretas sobre el paradero del niño. “Seguimos en contacto mientras tenemos datos, tratamos de mantener la empatía y seguimos publicando la foto hasta tener noticias”.

Además, la institución trabaja con el Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU), lo que permite una coordinación más efectiva a nivel nacional. Llobet insiste en la importancia de hacer la denuncia y difundir la imagen del niño desaparecido, incluyendo campañas publicitarias.

Empresas privadas, como Ecovita, colaboran incluyendo fotos de los niños en sus productos. Llobet resalta campañas realizadas solidariamente por agencias publicitarias, como la Agencia Di Paola Latina, basada en un hecho que se volvió viral –un niño extraviado un rato en el barrio de San Telmo– y que sirvió para visibilizar la problemática.

Pero, en definitiva, lo más importante a la hora de encontrar a los niños desaparecidos, es la colaboración comunitaria. Llobet lo sintetiza con una frase de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, que escuchó en una reunión de la RIAPD, de boca de una representante de Ecuador,y que la emocionó: «La solidaridad es la ternura de los pueblos».

“Hago música porque me gusta compartirla con alguien más”

“Hago música porque me gusta compartirla con alguien más”

Con más de 100 mil oyentes mensuales en Spotify, la cantante cordobesa Paz Carrara presenta su nuevo disco, más pop que su álbum debut. “No tenía ganas de que me tilden como una artista que sólo hacía canciones tristes”, confiesa.

Bajo la premisa de volver al origen, Paz Carrara acaba de lanzar su segundo disco, Todo vuelve al punto de partida. Con letras que hablan sobre el amor, el duelo, la resiliencia y el crecimiento, la cantante toma distancia del género cantautor para explorar sonidos más cercanos al pop. En diálogo con ANCCOM, la artista reflexiona sobre la necesidad de reencontrar su individualidad, la presión de la industria musical y el rol que tuvo Bambi Moreno Charpentier como productor del álbum.

 

¿Por qué decidiste volcarte al pop?

En verdad fue todo a nivel de producción. Podría haber ido por ese lugar obvio y cómodo, pero este era un desafío que tenía ganas de hacer desde hace mucho tiempo. Y también fue clave conocer a Bambi y empezar a trabajar con él, porque me convenció de que se podía hacer.

 

¿Cómo fue el proceso de producción del disco?

Soy una persona súper ansiosa, recuerdo pensar en un segundo disco cuando estaba lanzando el primero (Me cansé de hacer canciones que no salgan si no estoy llorando, 2022), porque sé que los procesos son muy largos hasta que uno termina el producto y después lo saca. Entonces ya sabía que lo iba a encarar con el mismo tipo de trabajo y que iba a ir por el mismo lugar que el primero. También me cayó una ficha, sentí que cambió un poco el juego y empecé a notar cómo influye la industria musical. Es más, creo que en mi primer disco pensé mucho en quienes me estaban escuchando y dejé de lado mi individualidad. Por eso, el año pasado me propuse frenar un poco para pensar en mi necesidad de hacer algo más propio, algo que suene a mí y no a nadie más. Amo mi primer disco, pero hay muchas canciones que siento que podrían ser cantadas por otros artistas. Eso es porque me necesité alivianar y porque no tenía ganas de que me tilden como una artista que sólo hacía canciones tristes. Entonces me propuse hacer de este disco lo más propio posible, yendo a fondo con todas las historias y contando detalles específicos sobre las cosas que realmente me importan, porque de otro modo no tiene sentido.

¿Las canciones de este segundo álbum te representan al cien por ciento?

Sí, o al menos a esta etapa de mi vida. Describen muy bien mis últimos dos años: cortar una relación, empezar una nueva, enamorarse a fondo, y después entre medio contar todo lo que implica la vida de uno. En el disco hay seis canciones de amor y cuatro que no tienen nada que ver con el amor en términos de pareja. Pero también implica eso una relación: presentarte, decir lo que te pasó en la vida y cuáles son personas que te acompañan. Todo eso termina de contar la narrativa.

 

¿Tenías pensado el título antes de grabarlo o decantó mientras lo hacías?

Fue decantando de a poco. No hago las cosas pensando demasiado en los conceptos previos, la música me suele dar muchas más respuestas de las que yo puedo darle a ella. Escuchando las canciones me di cuenta de que había algo un poco cíclico de querer hacer las cosas de vuelta, volver a hablar de cosas que hacía mucho tiempo no hablaba o repetir cosas que ya aparecían en otras de mis canciones. También empecé a darme cuenta de que esto aparecía en algunas cosas conceptuales, como por ejemplo que la mayoría de las canciones empiezan y terminan igual: con una frase, una melodía o con un ruido. Eso no fue buscado, sino que fue algo que nos pasó y que nos gustó tanto como quedaba que para las últimas tres canciones ya lo hicimos adrede, pero al principio fue la música la que guió el camino.

 

¿Cómo fue trabajar con Bambi Moreno Charpentier?

Con Bambi nos conocimos hace tres años porque él me había invitado a grabar en su disco República de la Nostalgia una canción hermosa (“La Torre”) y a partir de ahí se fue forjando una amistad. Siempre lo consideré un artista súper prestigioso por su trabajo con Tan Biónica, pero desde ese momento siento algo especial por él porque siempre fue muy generoso conmigo. Además, tiene mucho camino recorrido dentro de la música como productor, más allá de su talento como artista, entonces me hizo muy bien tenerlo cerca para ver y entender las cosas con otra perspectiva. También me sirvió haber trabajado con él en la canción “Aunque nunca te lo diga”, que habíamos compuesto para otra persona pero que al final nos terminó gustando tanto que la sacamos y se terminó sumando Santi Celli. No terminó formando parte de este disco porque justamente no era una historia mía, entonces no tenía que ver con la esencia de todo lo que estábamos haciendo, pero a nivel sonoro podría haber ido. Luego de haber trabajado en estos proyectos y habiendo podido conocer su sensibilidad y desarrollar un nivel de confianza se me ocurrió que tal vez él era el productor adecuado para este disco, porque sentía que me podía ayudar a llevarlo al lugar de identidad que yo buscaba. Además, él es mucho más jugado que yo, tiene una cabeza que va más rápido, pero al mismo tiempo desde un lugar súper humilde, porque él todo lo abre a discusión. No es que fue un disco donde él me mandó las ideas y yo las acepté, sino que fue un proceso colaborativo. Yo también aporté un montón, pero porque él me hizo parte, y por eso estoy contenta de haberlo hecho con él, fue una experiencia muy linda.

Además del amor y la idea de volver al origen, ¿qué otras cosas te inspiraron?

El dolor, el crecimiento, la resiliencia y los procesos. En este disco hablo de mi abuela, de mi padre y de mi madre, entonces está presente el desarrollo de las relaciones y de los sentimientos. Por ejemplo, en una de las canciones hablo sobre el día en que me enteré de que mi papá había fallecido. Si bien he escrito un montón sobre ese momento, creo que esta tiene un final donde el sentimiento muta un poco. Lo mismo con la canción sobre mi abuela, que habla sobre un período de tiempo que se va desarrollando en la letra. Hay mucho de eso también, de sostener algo a través del tiempo y cómo eso va al mismo tiempo cambiando. Lo mismo con las canciones que hablan sobre el amor y de una relación que se va desarrollando. También me sirvió como fuente de inspiración la música de otros artistas como Regina Spektor, Bleachers –el proyecto de Jack Antonoff– y Taylor Swift. De ellos tome la idea de transmitir un sentimiento en particular.

¿Cuál fue la canción que más te costó componer?

 “Te fuiste”, porque es muy personal. Lo primero que apareció fue el puente, pero después fue difícil encontrarle un cierre. Esa situación que quizás me impulsó a escribir no se terminaba de desarrollar y eso hacía que la canción no explotara del todo. Siento que mi fuerte es escribir estrofas y no estribillos y por suerte Bambi es muy bueno en eso, entonces un día agarramos la canción en el piano, empezamos a probar cosas y ahí salió todo el resto. Fue una canción que llevó muchos meses y que en general no me suele pasar, porque a mí me gusta escribir rápido, con frescura y sin corregir.

 

¿Cómo viene siendo la recepción del público?

Soy afortunada, recibí mensajes muy lindos y para mí eso es lo único que da sentido a las cosas. Si no hubiera alguien del otro lado que escucha y que algo le transmite, me quedaría haciendo canciones para mí en mi casa. Hago música porque me gusta compartirla con alguien más. No me importa si son diez, cien mil o diez millones. No va por ahí. En particular, recibí muchos mensajes por la canción “Domingo”, que es muy fuerte y que me parece que la va a descubrir la gente que necesite descubrirla. También me contactó mucha gente enamorada, que me mandó fotos o videos con sus parejas en donde de fondo había una canción mía. Siento que despierta eso porque es un disco que va muy al grano del corazón. También es muy nuevo, así que con el tiempo vamos a ir viendo las repercusiones.

Lo vas a presentar en Niceto Club, ¿cuál es la canción que más estás esperando cantar?

Me da mucha intriga cómo va a sonar “Panamericana” en vivo. Es una canción que muchas de las chicas que me siguen vienen esperando, porque solo la había tocado en algún vivo de Instagram. De hecho, el año pasado cuando toqué en Niceto, me llevaron carteles con la palabra “Panamericana”, evidentemente si me la piden tanto es porque algo les pasa a las personas con esa canción. Yo eso capaz ni lo intuyo, porque siempre mis favoritas son otras. De hecho, eso me pasó con “Radar”, al principio no quería sacarla y hoy es la canción que más reproducciones tiene en Spotify. Mucha gente la conoce y no tiene idea de quién soy yo. Lo mismo me pasó después con “Las Converse”. Hay algo que pasa con las canciones que a veces no es necesario que estén tan producidas, sino que pase algo con la música.

 

¿Estás satisfecha con el resultado?

Sí, y sobre todo muy contenta. Lo escucho y me parece un buen disco, lo disfruto. Estoy orgullosa de las canciones y de la producción que tuvieron. Obvio que me gustaría que mucha más gente lo descubriera. Fue un proceso complicado, con mucho esfuerzo y trabajo y que pasó por un montón de situaciones y sentimientos. Largarlo también fue fuerte, porque uno deja ir algo que viene cuidando hace un montón de tiempo y deja de tener el control y eso es complicado a nivel emocional. Pero ahora estoy en un momento donde lo estoy disfrutando y soy feliz de que me lleguen mensajes de personas que no me conocían y que de repente me descubrieron. Me hace sentir que las canciones son lo suficientemente buenas para que me hayan brindado 40 minutos de su vida para escucharlo y una hora y media en septiembre para verlo en vivo. Siento que ya hay una relación a largo plazo.

 

Paz Carrara presentará Todo vuelve al punto de partida el próximo 13 de septiembre en Niceto Club. Las entradas se pueden adquirir en passline.com.

Todo está guardado en la memoria

Todo está guardado en la memoria

Ante la ola de despidos de trabajadores de los sitios de memoria y de la Secretaría de Derechos Humanos, el excentro clandestino Virrey Cevallos organizó un festival de visibilización y defensa de la memoria. Un recorrido por el lugar histórico junto a sus sobrevivientes.

El Espacio para la Memoria Virrey Cevallos recibe a quienes pasean por Monserrat con sus puertas, su historia y una radio abiertas. Los parlantes dan a la calle y por los micrófonos corren palabras de protesta y aliento. Alrededor, militantes, vecinos y trabajadores se abrazan, aplauden y acompañan en un periodo muy difícil para los derechos humanos en Argentina: una ola de despidos estalló a principios de julio contra 86 trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos dependiente del Ministerio de Justicia, 28 de los cuales pertenecen a los sitios para la reconstrucción de lo ocurrido durante la última dictadura militar. No se trata simplemente del desguace estatal que el gobierno de Javier Milei prometió desde su campaña, sino de un desmantelamiento estratégico y un posicionamiento ideológico contra las políticas de investigación y reparación por los crímenes de lesa humanidad, que fueron hasta diciembre de 2023 elogiadas en todo el mundo. 

 El excentro Clandestino de detención, tortura y extermiio Virrey Cevallos se quedó de un día para el otro sin la mitad de sus trabajadores -archivistas, guías, restauradores, algunos con más de 15 años de antigüedad- que este sábado organizaron un festival para que la importancia de sus puestos y el valor de sus conquistas no se borre en un telegrama de despido.

Norma Lugo, despedida del ex centro clandestino Virrey Ceballos.

Un centro de tortura en plena capital

En la calle Virrey Cevallos al 630, a siete cuadras del Congreso y en plena vorágine porteña, funcionó entre 1976 y 1983 un centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Construida en 1908, la casona pertenecía a los hermanos Leonardo y Roberto Río cuando fue rentada al Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, que operó allí junto a miembros de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires, la Policía Federal y el Ejército Argentino. Los detenidos -se estima que fueron al menos 300- entraban por el garaje hacia el patio de la planta baja y de ahí caían en la sala de interrogatorios y tortura. El Virrey Cevallos era un satélite de centros clandestinos mucho más grandes, un breve punto de paso hacia la cárcel, la ESMA o la desaparición.

Por alguna razón que desconoce, la periodista e investigadora Miriam Lewin estuvo allí diez meses recluida en una de las celdas del entrepiso. Hoy, su testimonio está impreso en cada pared de su secuestro, aunque a ella le duele volver a visitarlo: «No tolero más que venir un ratito porque me trae imágenes muy angustiantes y muy traumáticas. A pesar de que pasaron muchos años todavía no puedo superar la sensación, los olores, los ruidos que me dejaron marcada», expresó en la radio montada sobre la entrada de la casa. 

Lewin celebra el enorme proceso de restauración del Virrey Cevallos, que empezó en 2004 cuando la Legislatura porteña lo declaró como sitio histórico de utilidad pública, y enfatiza que «todo el equipo de trabajo le puso el cuerpo desde el inicio. Eso permitió que se fueran acercando distintos sobrevivientes y me hizo descubrir cosas espeluznantes, como que hubo otra mujer secuestrada acá y que los propietarios de este edificio también eran dueños del bar del colegio secundario al que yo iba… éramos pibes y ya nos estaban espiando», recordó Lewin.

Por último, apuntó contra el gobierno de Javier Milei, asegurando que «hay un goce en la crueldad de enumerar a las personas despedidas, como si no tuvieran identidad ni sentimientos, como si se presumiera que nadie trabajaba. No vinieron a negar, sino a reivindicar la dictadura, a justificar cada uno de los crímenes aberrantes que se cometieron». 

 

Años de trabajo

 Uno de los ejes orientadores del discurso libertario se basa en rotular como «ñoquis», «vagos» o «burócratas» a todos los trabajadores del Estado, gesto que luego justifica despidos en masa y evade sus explicaciones. Pero basta sólo con escuchar cómo el Virrey Cevallos fue reconstruido para desmontar ese mito. Norma Lugo lleva 18 años trabajando en el espacio y fue parte de la restauración y conservación de cada una de las habitaciones: «Cuando empezamos a restaurar, todas las paredes estaban tapadas con material. Los compañeros que reconocían el lugar recordaban que estas paredes eran de otro color, así que fuimos rasqueteando con un bisturí, capa por capa, hasta encontrarlo». Sentada en la recepción apenas se abrió la casa, Lugo también tuvo la difícil tarea de conocer a los vecinos, invitarlos a pasar, escuchar sus relatos y ensamblar la historia: «Al principio no se acercaban, pasaban de largo o por la vereda de enfrente. De a poco pude lograr conversaciones que terminaban en un ‘qué bárbaro… yo no sabía nada’. Eso lo decían por el terror que sentían, porque después y con más confianza fueron aportando detalles muy importantes». Con el trabajo constante, las visitas guiadas y la reconstrucción de los hechos, hoy ya son ocho los ex detenidos que reconocieron al Virrey Cevallos como su paradero, así como también se recuperó la identidad de tres hijos de desaparecidos.

Durante la primera semana de julio se confirmaron los despidos de cinco de los 10 trabajadores del excentro. En estas condiciones su funcionamiento resulta imposible y Osvaldo López, que fue detenido en Virrey Cevallos y años más tarde impulsó su recuperación como espacio para la memoria, explica que el Poder Ejecutivo Nacional «realiza los despidos al no renovar las contrataciones del personal contratado con la modalidad conocida como Artículos 9, una forma de empleo presuntamente temporal pero que arrastramos desde hace quimce años. Los contratos se renovaban anualmente, cosa que este gobierno anuló para acortarlos a tres meses. Buscan despedir en cantidad, es mentira que seleccionan, cortan por las formas contractuales más frágiles».

Este accionar incumple con la Ley 26.691, que obliga al Poder Ejecutivo a garantizar la preservación material de los sitios de memoria, así como facilitar las investigaciones judiciales sobre la represión ilegal desarrollada durante el Terrorismo de Estado. «Están haciendo un desguace de los sitios de memoria, porque Derechos Humanos es un área que quieren desaparecer», asegura López.

Políticas negacionistas

 La avanzada del gobierno de Milei contra el derecho a la memoria, verdad y justicia por los crímenes de lesa humanidad es cada día más alevosa. Los numerosos despidos en la Secretaría de Derechos Humanos no solo responden al credo libertario de achicamiento del Estado, sino que se enmarcan en un proyecto que busca vaciar los espacios, perder los archivos y revertir las conquistas de organismos fundamentales para la democracia, cuyos profesionales y militantes trabajan para acompañar a las víctimas y condenar a los responsables de lo ocurrido en la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina. 

 Desde su asunción como Ministro de Defensa, entre tik toks disfrazado de gaucho y marine, Luis Petri se ocupó de desmantelar el Equipo de Relevamiento y Análisis que desde 2010 trabaja sobre archivos militares de la última dictadura, aportando más de 170 informes en las causas por delitos de lesa humanidad. A pesar de ser denunciado ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Petri derogó los decretos que crearon al equipo y despidió a sus trabajadores, quedando toda la documentación preservada en manos del Secretario de Estrategia y Asuntos Militares y exjefe del Ejército Claudio Pascualini.

En vísperas del 24 de marzo, el ministro Petri mandó a sus funcionarios a tomar los reclamos de represores encarcelados por la desaparición de personas y de paso se fotografió junto a Cecilia Pando, activista que públicamente reivindica el genocidio realizado por las Fuerzas Armadas. 

 A finales de junio, se filtró que el gobierno también preparaba un decreto para eliminar la Unidad Especial de Investigación (UEI) de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Co.Na.Di), en base al débil argumento de que se superponen funciones entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. Este decreto, que entorpecería fuertemente la búsqueda de hijos e hijas de los desaparecidos, fue detenido por la denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo y una medida dictada por el juez Ernesto Kreplak para evitar la desarticulación del organismo. Pero cuando el coqueteo con el revisionismo procesista no se concreta en lo jurídico, se refuerza en lo simbólico: ninguno de los funcionarios presentes en el desfile militar por el Día de la Independencia se mostró incómodo ante una bandera que flameaba con la consigna «Los carapintadas tienen razón». Además, por lo menos tres militares que estaquearon a soldados de Malvinas que estaban bajo su mando desfilaron a paso de ganso.

 

La reconversión

Hacia el segundo piso del Virrey Cevallos las paredes son más blancas. Dos escaleras terminan en un espacio restaurado, sin marcas superficiales del horror, donde una pequeña tarima recibe a los artistas con sus guitarras y poemas. Se baila chacarera, se come guiso y se sonríe mucho. Hasta los despidos, en este sector se programaban eventos culturales de todo tipo: conversatorios, talleres, debates, ciclos de cine y seminarios abiertos a toda la comunidad. También funcionan allí las redacciones de Grito del Sur y Feminacida. El sábado no hubo excepciones: músicos, grupos de teatro, profesionales de la comunicación y la política, militantes y vecinos expresaron todo su apoyo al equipo de un sitio para la memoria con más de 20 años de aportes en la construcción democrática. «Es muy reconfortante que la casa esté llena, nos hace sentir muy acompañados, sentir que el espacio no se va a cerrar ni caer. Esto no se termina acá, esto recién empieza», dice Maia Jait, trabajadora despedida que se encargaba de las visitas escolares al excentro. «La pelea que estamos emprendiendo no es solamente por nosotros y nuestros puestos, sino por la continuidad del trabajo que hacemos en los. Este espacio y muchos otros fueron identificados y recuperados por la sociedad civil, los sobrevivientes y sus familiares, las asambleas de barrio… por el pueblo. Eso tiene una potencia muy grande».

 

En el patio de la planta baja, frente a las salas de interrogatorio y tortura, hay un paredón donde se proyectan dibujos que los presentes hacen desde una tablet. A eso de las seis y media, con los primeros rayos de la noche, una nena pintó un corazón enorme. 

 

“Los mismos conflictos están sucediendo en todos los barrios”

“Los mismos conflictos están sucediendo en todos los barrios”

Organizaciones barriales de la ciudad de Buenos Aires, realizaron un encuentro para exponer problemáticas y planes de lucha en común contra el avance del Gobierno de la Ciudad sobre los espacios verdes en todas las zonas.

El lunes 8 de julio distintas organizaciones sociales realizaron un encuentro en el Salón San Martín de la Legislatura porteña por la “participación ciudadana en la creación y preservación de los espacios verdes públicos”.

“Aquí se manifiesta el cómo de la participación ciudadana en todas sus formas: asambleas, ONG, asociaciones civiles, los que están dentro de la Ley de Comunas y de las leyes por las cuales se gestionan, entre otros, el Parque Avellaneda y el Parque de la Estación”, opinó Ricardo Muir, integrante de la Mesa de Trabajo y Consenso del Parque Avellaneda, una de las organizaciones convocantes, en diálogo con ANCCOM.

Fueron alrededor de diez expositores que contaron sus distintas historias y proyectos de ley aprovechando una pantalla para proyectar audiovisuales. Posteriormente, mostraron un video de María Angélica Di Giacomo, de la organización Basta de Mutilar Nuestros Árboles, quien no pudo participar pero era una de las convocantes, y abrieron el micrófono para todo aquel que no se había anotado previamente y quisiese opinar, preguntar o señalar algo. La transmisión se puede ver en el Instagram Basta de Mutilar Nuestros Árboles.

“Somos varios colectivos de distintos barrios, cada uno con sus conflictos puntuales, pero cuando uno se aleja un poco y, en vez de ver el barrio propio ve globalmente la Ciudad, se da cuenta que los mismos conflictos están sucediendo en todos lados. Esto tiene que ver con la apropiación del espacio público y, sobre todo, espacios verdes públicos por parte de empresas inmobiliarias”, recalcó David Burin a ANCCOM, participante de Incluir, Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano, y de Parque Cultural Estación Colegiales, otra de las promotoras del encuentro.

Muir también destacó que “esta potencia de lo ‘verde’ ha generado en otras culturas y en otros países hasta partidos políticos que han llegado a condiciones de gobernar. Aquí estamos en una instancia mucho más interesante de construcción política colectiva que incluye a un actor que tenemos que configurar que es político, técnico, comunitario, productivo que piense la Ciudad de conjunto”.

Sobre el conflicto en la Estación Colegiales, Burin contó que “hay un terreno ferroviario que antes tenía siete hectáreas libres, en 2016 presentamos un proyecto para que todo ese espacio sea un gran parque, en uno de los barrios que tiene menos espacios verdes públicos por habitante. El gobierno de Macri presentó un proyecto a la semana del nuestro, en donde se decidió ceder el 35% de la superficie del parque para construir edificios. Se lograron subastar cinco de los nueve lotes, los otros 4 no se subastaron y están en litigio judicial por un conflicto entre Nación y Ciudad para ver quién es el dueño”.

Sobre el proyecto del colectivo que integra Burin agrega: “Más allá de la propiedad de los inmuebles, lo que queremos es incorporar siete mil metros cuadrados más de parque a lo que se está construyendo ahora. Los que sí se vendieron, se están construyendo y va a haber ocho mil habitantes más en el barrio, que ya está sobrepoblado. Yo me estoy quedando sin agua, me tengo que poner una bomba para que suba el agua hasta el tanque. La ciudad se empieza a hacer invivible”.

Por el lado del Parque Avellaneda, Muir criticó el incumpliento de la Ley 1153. “Desde hace 25 años estamos en gestión asociada entre los vecinos y el gobierno. Imagínense los distintos tipos de gobierno que han pasado y las distintas posibilidades de articulación que hubo y se frustraron en este tiempo con todas esas gestiones”.

Hugo Campos, referente de Vecinos por la Ecología que se sumó al micrófono abierto, resaltó en charla con ANCCOM que participó a partir de conocer “a muchos de los integrantes de las organizaciones que están luchando por los espacios verdes históricamente, lo que también es preocupante porque demuestra que el Gobierno de la Ciudad, lejos de llevar un plan de ampliación, mejora y revalorización del espacio verde público, está haciendo todo lo opuesto, que es ir en contra del espacio verde, más privatización, más cemento, menos árboles”.

Aprovechó también para narrar que “en el Parque Saavedra tenemos una supuesta asociación San Jorge que no existe, sino que es un centro de jubilados que usa ese nombre para hacer negocios privados en un parque público. Hace poquito, Elsztain avisó que va a construir unas nuevas torres al lado del Shopping Dot, en lo que era parte del servicio técnico de Philips, lo cual sigue metiendo más presión en la zona”.

Aportando algo positivo, expresó con alegría que “nuestra agrupación se sumó a una iniciativa enorme de la Red Solidaria de Juan Carr que es la Ruta Verde, que va desde Alaska hasta Ushuaia, donde la idea es que, en cada comunidad, se generen pequeños corredores verdes con plantas nativas para recuperar la biodiversidad de cada zona y de ese modo la gente pueda volver a ganar calidad de vida”. Cerró también aclarando que necesitan “el apoyo de todos los partidos políticos, porque, en definitiva, la situación ambiental no discrimina en ideologías de ningún tipo”.

Cerrando el encuentro, Celeste Fierro, legisladora porteña por el MST en el FIT, saludó la convocatoria que contó con su apoyo para conseguir el salón y prosiguieron a sacarse fotos todos juntos con banderas con consignas, mientras un grupo vitoreaba por la libertad de los cuatro manifestantes que aún siguen detenidos desde el 12 de junio en una movilización contra la llamada “Ley Bases” del gobierno nacional.