“La música se paga o se apaga”

“La música se paga o se apaga”

Músicos e instituciones dedicadas a la protección de derechos de autor critican el reciente decreto promulgado por el Ejecutivo, que busca liberar de costos la reproducción de música en espacios privados.

Los últimos días de agosto, el presidente de la nación Javier Milei, emitió el Decreto 765/2024 por el cual ahora solo se pagarán las reproducciones musicales que se lleven a cabo en el ámbito público, dejando fuera las que ocurran en recintos privados. En respuesta, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SAdAIC) y la Unión de Músicos Independientes (UMI) divulgaron comunicados criticando la medida.

“Modifica dos artículos de la reglamentación de la Ley de Propiedad Intelectual, el 33 y el 35 y es demasiado impreciso en cuanto a lo que trata de definir como nuevo concepto de comunicación pública. Salimos a señalar esto porque para nosotros, los autores y compositores independientes, el derecho de autor es nuestro salario, lo creemos sin ningún tipo de complejo y pensamos que merecemos sostenerlo”, mencionó Gustavo Rohdenburg, músico y presidente de la UMI.

Guillermo Ocampo, director general de SAdAIC, mostró una posición similar y comentó que están evaluando la mejor forma para impugnar legalmente “desde el primer artículo del decreto”. Rohdenburg continuó: “No está bueno que el Estado se involucre en lo que es la administración de la gestión colectiva de la propiedad intelectual en el caso de la música, porque nosotros ya tenemos las entidades monopólicas para esas funciones. Sí debería educar en lo que son los derechos intelectuales y como relacionarse mejor con las entidades”.

El Artículo 33 ahora modificado dicta que “se entiende por representación o ejecución pública aquella que se efectúe -cualquiera que fueren los fines de la misma- en un espacio de acceso público, libre y dirigido a una pluralidad de personas. No existe representación o ejecución pública cuando la misma se desarrolla en un ámbito privado, sea éste de ocupación permanente o temporal”, independientemente de si es efectuada “por ejecutantes o por cantantes, así como también la que se realice por medios mecánicos, electrónicos o digitales, incluyendo Internet”.

Federico Sturzenegger, a cargo del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, defendió la medida en X alegando que “la confusión había provocado el absurdo de que se cobraran derechos por la mera existencia de televisores en la habitación de un hotel (aún si el cuarto estaba vacío), lo que encareció significativamente la prestación de los servicios”.

El Decreto también menciona que “se considerará debidamente remunerada la ejecución pública cuando un establecimiento utilizare una licencia de ejecución pública otorgada por los titulares de los derechos, sus derechohabientes, representantes, las sociedades de gestión colectiva o una plataforma autorizada por éstos a ofrecer licencias con ese fin”, revocando la exclusividad del cobro a SAdAIC.

Al respecto, Rohdenburg mencionó que “hay algunos países del mundo que tienen gestión no monopólica, como Estados Unidos, Canadá y creo que España. Eso queda abierto, pero no hay una letra chica que le dé forma. Se deja a la libre interpretación y es muy probable que se abra a la posibilidad que se judicialicen las cosas”. Por su lado, Ocampo entiende que “eso no puede ser regulado por el Ejecutivo” y que, en todo caso, “deberían mandar una ley para que sea tratado en el Congreso”.

 

Luciano Scaglione es bajista y compositor de Attaque 77. Si bien hoy la banda se encuentra en un parate, él está presentando su proyecto Lucho al Attaque, con el que ya lanzó un nuevo álbum. Al mismo tiempo, está a cargo de Strummer Bar en el barrio de Palermo, local que fundó junto a su compañero baterista de Attaque 77, Leonardo de Cecco, y al que recientemente se sumó Sergio Rotman, saxofonista y cantante de bandas como Los Fabulosos Cadillacs y Cienfuegos.

“Al músico y al compositor le interesa cuidar su derecho. Este gobierno se está metiendo en un montón de lugares que estarían últimos en una fila de cosas a revisar en el estado en que se encuentra este país. Como músico y compositor, yo necesito que SAdAIC cuide mis derechos. Había una frase de los setenta u ochenta que decía que la música se paga o se apaga. Yo tengo un lugar de música y lo pago, esa guita va a la mutual de SAdAIC que hace un trabajo increíble con precios muy accesibles y con una atención espectacular”, opinó Scaglione.

Agregó también que “una administración no puede decidir si le quita entidad a una organización que está hace 90 y pico de años. De hecho, mi abuelo fue socio fundador de SAdAIC porque era músico, mi viejo también es socio y yo soy desde el año 1995. El mayor patrimonio que me dio es la obra social, la mutual para mí y para mi familia. Para la familia de cualquier músico es muy fundamental, encima hoy, con los precios de las prepagas, influye directamente en el pasar de un montón de familias”.

Sobre la situación, se explayó: “Es importante esa plata, más desde que terminó la venta de vinilos y de CDs y de que las regalías son digitales. Muchos músicos dejaron de tener un ingreso importante, ahora ya está medio regulada pero, hasta hace muy poco, de repente hubo un hueco impresionante en los ingresos de los músicos donde solo te quedaba el ingreso para tocar en vivo”.

Cuenta la historia de un cantante que un día en su cuenta de X se quejó porque a pesar de su arte no había podido lograr digna erogación. El vocalista en cuestión fue Adrián Barilari, famoso por integrar Rata Blanca, que agradeció “a los directivos de SAdAIC por haberme ingresado al RAS (reconocimiento autor) por la suma de 7.800 pesos, por mis 30 años de aporte con mi voz y mi aporte a la cultura…¡Feliz! ¡Gracias Totales!”, en tono irónico.

“Lo que Barilari no aclara es que el Reconocimiento Autoral Sadaic (RAS) no está relacionado a los derechos de autor, sino que tiene que ver con haber estado 30 años en la organización. El monto es poco, pero se trata de algo simbólico. Nosotros ofrecemos un plan médico parecido o mejor al de OSDE 210”, explicó Ocampo.

Rohdenburg opinó que “sin duda el dinero es menor y que las entidades tienen cosas para mejorar, pero no por eso tiene que desregularse o, peor, permitir ingresar la competencia privada en la gestión, a la que solo acceden los que pueden abonarla”.

Por su lado, Scaglione sostuvo que “seguramente hay algo que no funciona de la mejor manera en SAdAIC, hay mucho dinero entrante que queda dando vueltas porque terminan los derechos de los herederos que, creo, duran 30 años y después, si nadie los reclama, van a lo que se llama el vuelco. Que habría que tener una administración muchísimo más transparente, más justa y real, no tengo dudas. Creo que SGAE, la SAdAIC española, funciona mucho mejor y, cada tanto, algún artista argentino, más los que tienen mucho trabajo por Europa o por España, como Calamaro, se van de SAdAIC y se registran SGAE”.

Asimismo, relató que “hace muchos años me hice un curso de estatuto en SAdAIC que era medio obligatorio cuando accedías a ser socio pleno. Me explicaron cosas muy interesantes, pero ante tanta cuestión burocrática e institucional, el músico se hincha las pelotas. Aparte te marean porque no sabés si están a favor tuyo o te están cagando. He escuchado de todo, managers históricamente puteando a SAdAIC y, por ejemplo, Sandro hacía una obra de teatro en sus shows, entonces él se arreglaba con Argentores. Él pasaba su show musical como obra teatral y nunca pagó SAdAIC, todos decían que era una jugada maestra que solo se le había ocurrido a él”.

Historia de una trans, migrante, artista y soñadora

Historia de una trans, migrante, artista y soñadora

Sebastián Cortés habla de La Dama, el documental que muestra vida y obra de Kiara, una peruana trans que vive en Buenos Aires en busca de ganarse un lugar en el mundo.

En un contexto social donde la discriminación y el prejuicio parecen marcar el destino de quienes se atreven a ser diferentes, la historia de Kiara, una mujer trans migrante, emerge como un símbolo de fortaleza y perseverancia. Su vida, marcada por las barreras de ser una mujer trans en un país extranjero y racista, es retratada en el documental La Dama, que captura no solo sus luchas, sino también sus sueños y su inquebrantable deseo de ser reconocida como artista. Sebastián Cortés, director de este trabajo, decidió seguir su vida durante más de tres años, visibilizando su camino hacia la aceptación y el reconocimiento. A través de la película no solo se revela la intimidad de su vida, sino también las contradicciones, los altibajos y la inmensa solidaridad que caracteriza a la comunidad trans peruana en Buenos Aires.

Con momentos emotivos, como el del compromiso matrimonial de la protagonista, el documental es un retrato valiente de una persona que no teme mostrar su vulnerabilidad. Más allá de la historia de una mujer, es una ventana a una comunidad que sobrevive y se apoya en un mundo que a menudo le da la espalda. La película busca contribuir a la visibilidad y comprensión de las personas trans, ofreciendo un espacio para una voz que, hasta ahora, había permanecido silenciada.

¿Cómo encontraste a Kiara?

La conocí en un bar en Morón, al cual fui con mi mejor amiga a las cuatro de la tarde. Era un bar que funcionaba como parrilla y pool. Kiara estaba allí como trabajadora sexual en la calle. En ese momento, estaba dirigiendo temas en una rockola por unos billetes de dos pesos y bailaba. Ella enseguida nos dijo: “Yo soy bailarina y ahora voy a desfilar en un corso en los carnavales de San Telmo, si quieren pueden venir a filmar ahí”. Así fue como la conocimos. En pocos minutos nos contó sobre todas las actividades que realizaba: que era activista, que en Perú tenía una escuela de teatro… Finalmente, lo del corso en San Telmo no salió, pero nos invitó a un evento llamado La Dama, un desfile de la comunidad peruana trans en Buenos Aires para celebrar a aquellas chicas que habían superado los 35 años, una edad que muchas chicas trans no alcanzan. El evento era una fiesta realmente hermosa.

¿Qué te inspiró a contar la historia de una chica trans buscando su lugar en la sociedad?

La fortaleza que ella muestra constantemente dentro de las convenciones absurdas que existen en la sociedad, especialmente en contra de ser una mujer trans y migrante en un país muy racista. A pesar de tener todas estas circunstancias en su contra, Kiara siempre intenta mostrar que es una artista y que quiere realizar sus sueños. Esa testarudez me parece increíble; es una demostración de que nada te puede frenar si realmente deseás hacer algo. Eso fue lo que me inspiró cuando la conocí.

¿Hubo algún momento particularmente emotivo o difícil durante la grabación que te impactó como director?

Sí, un par. El primero fue el velorio de una de las chicas que aparece en la película, Estrella, que era muy amiga de Kiara y compañera de baile. Aunque en el documental aparece muy poco porque solo la grabé en algunos shows, su fallecimiento fue un momento muy difícil. Kiara me llamó para grabar el velorio porque era importante para ella. En el velorio realizó un show, un baile, como su amiga hubiera querido, y me sentí honrado de haber sido aceptado en un momento tan íntimo. Además, el cumpleaños de Estrella era el mismo día del velorio, lo cual lo hizo aún más conmovedor. El segundo de los momentos fue el compromiso de Kiara con Yohana, su pareja, que fue muy emotivo y caótico. Después de celebrar y casarse terminaron peleando y gritando, borrachas. Fue un momento muy divertido, dentro de todo.

¿Cómo lograste mantener un equilibrio entre la intimidad de la historia personal y la responsabilidad de retratar a la comunidad trans de manera respetuosa y precisa?

Fue algo que se logró a lo largo del tiempo. Estuve presente en muchos momentos fuera de cámara, compartiendo comidas, asistiendo a sus shows, escuchando sus conversaciones. Fui muy silencioso, observador, y solo preguntaba cuando algo no entendía. No quise imponerme, ya que no pertenecía a la comunidad, así que me limité a observar y aprender. Esta actitud me permitió ser aceptado en momentos íntimos, como el velorio. El equilibrio en la película fue algo que se construyó con el tiempo.

¿Cuál fue su reacción al ver el documental terminado?

No la pude ver porque ella se fue a vivir a Francia con Yohana, que también es una mujer trans. Según Kiara, eran una pareja «transbiana», y en el documental aparece su compromiso y su casamiento. Ellas se fueron a vivir a París, donde hay una comunidad peruana trans, así que les envié el documental por un link. A Kiara le gustó mucho, y se emocionó por tener su película, por poder mostrar lo que hace. Fue un retrato valiente, ella no tuvo problema en mostrar sus contradicciones y altibajos emocionales durante los tres años y medio de grabación.

¿Aprendiste algo sobre la comunidad trans o sobre vos mismo mientras trabajabas en el documental?

Aprendí que la comunidad trans es increíblemente solidaria. Tienen una red de ayuda impresionante entre ellas. Por ejemplo, juntan dinero todos los meses y lo rifan entre ellas para que alguien pueda comprarse ropa, operarse, o pagar el alquiler. Entonces tienen una red donde ninguna queda tirada y desamparada. Además, hay un sistema de «madres» e «hijas», donde las trans mayores ayudan a las más jóvenes cuando emigran, dándoles un lugar donde quedarse y ayudándolas a encontrar trabajo. Ellas ofician de madres y se dicen madre/hija, vos lo escuchás todo el tiempo a eso y viene de ahí, de esa red. Aprendí que son gente muy solidaria y consciente de que todas necesitan de ayuda en algún momento. Esta solidaridad es algo que no había visto antes.

¿Cómo fue el proceso de edición y cómo decidiste qué momentos eran esenciales para contar la historia?

El proceso de edición fue largo porque había mucho material grabado durante tres años y medio, incluida la época de la pandemia. Fue difícil decidir qué dejar afuera. Hice algunos talleres, como el de Azul Eisenberg, para trabajar con la sensibilidad de las miradas, evitando caer en temas morbosos como la prostitución o la marginalidad, que aunque están presentes en la historia, no eran el enfoque central. Lograr ese equilibrio fue complicado, y por eso dejamos afuera mucho material explícito que no era necesario.

¿Qué esperas que la audiencia se lleve de esta historia?

La complejidad y la valentía de ella, especialmente en el contexto actual de ataques permanentes a las diversidades, al feminismo y a la cultura en general. Que vean el retrato de una persona auténtica que no tiene miedo de mostrar sus profundas contradicciones, y que se lleven una pincelada de humanidad.

¿Este documental puede contribuir a la visibilidad y aceptación de las personas trans en la sociedad?

El aporte del documental es dar voz a Kiara. Su voz ya existía, pero no tenía un espacio donde pudiera expresarse plenamente. Ahora, a través de la película, su historia tiene un formato que puede llegar a más personas, y eso me parece súper importante. Lo que no tiene voz en este mundo queda siempre por fuera y no existe ni es respetado. Y lo que se dice, si, realmente empieza a tomar vida y a dar consciencia.

¿Qué papel crees que juega el cine en la creación de empatía y comprensión hacia las personas trans?

El cine tiene la capacidad de generar una voz, de contar una historia y permitir que la audiencia vea la vida de otra persona, en este caso, la de Kiara. El formato del cine, con su sensibilidad visual y auditiva, permite captar gestos y detalles que te hacen empatizar sin que todo tenga que ser explícito o dicho. Eso es lo que el cine aporta: una visión más humana. En este contexto es muy difícil estrenar un documental, este tipo de películas, heterogéneas, con puntos de vista diferentes y que vale la pena apoyar, aunque sea mínimamente, pero está bueno que eso siga pasando. Y como también dije en un momento, es un acto desobediente realmente.

 

La Dama se proyecta en el cine Gaumont desde el jueves 12 de septiembre a las 20.15.

Construir desde las ruinas

Construir desde las ruinas

La organización No tan Distintes inauguró su sello editorial y presentó el libro “Acompañar es político. Un ensayo transfeminista sobre la situación de calle” en el Centro Cultural Haroldo Conti de la ex ESMA. El trabajo busca poner en valor la militancia del cuidado y la conversación.

El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, ubicado en el Espacio Para la Memoria (ex ESMA), fue el escenario de la presentación del libro Acompañar es político. Ensayo transfeminista sobre la situación de calle, el sábado 7 de septiembre. Bajo la pregunta: ¿Sueñan los transfeminismos con (re)construir entre las ruinas?, Florencia Montes Paez, autora del libro, Daniela Camozzi, su editora, y Natalia Ortíz Maldonado, escritora, editora de Hekht y docente de la UBA, compartieron lo que significa el libro y comprometerse con vidas que no son las suyas.

Así como el habla, la escucha, los gestos y actitudes, Ortíz Maldonado percibe a la escritura como una manera de conversar. Acompañar es político propone una conversación sumamente necesaria en el contexto nacional del avance de la ultraderecha. En tiempos de destrucción, sostiene que la conversación es la política con la que se defiende y con la que se reconstruye. Restaurar la conversación, reponer la memoria, sostener el acompañamiento como una práctica colectiva y cotidiana.

“Nos ocupamos de vidas que no son las nuestras porque esas vidas son también las nuestras. En el acto de acompañarles estamos produciendo un cobijo en la fragilidad común, en el presente. Porque en esa conversación, que es el acompañamiento, estamos restituyendo la política de la vida en común, no solo porque somos diferentes sino porque en diferencia compartimos fragilidades”, agregó Ortíz Maldonado. Montes Paez cita a Judith Butler para tomar el concepto de interdependencia, y para resaltar que para militar es indispensable consolidar una ética y efectivamente comprometerse, sobre todo reconociendo las diferencias entre todes.

“Una conservación lleva tiempo. La sensibilidad lleva tiempo. Acompañar lleva tiempo”, afirmó Ortíz Maldonado. Poner el cuerpo, vincular desde el afecto, componer un apoyo, registrar el deseo, amortiguar la violencia, respetar el proceso, sostener en el tiempo, consolidar la ética, construir un código y luchar con todes, son los diez principios del acompañamiento transfeminista, que el ensayo despliega como resultado del aprendizaje obtenido en la experiencia tanto de Florencia Montes Paez como de Daniela Camozzi, acompañantes, militantes y activistas. Es el puntapié de una nueva etapa para No tan Distintes, organización social, política y transfeminista fundada en 2011, constituida por mujeres y disidencias que están o estuvieron en situación de calle, y que busca brindar herramientas y erigir proyectos que acompañen a personas en vulnerabilidad social. Ahora estrena su propia editorial: Abduciendo ediciones con la colección Enfoques. “Para mí el libro es una especie de música nueva, en línea con muchas filosofías que hablan de la necesidad de otro ritmo para interrumpir este capitalismo atroz en el que estamos, pero también es un registro de nuestras prácticas militantes. También es una conceptualización que le puede servir a otras organizaciones”, expresó Camozzi.

“Luchar para reivindicar la dimensión acompañada e interdependiente de nuestras vidas, luchar para quedarnos juntes. Acompañar es una tarea de reparación, acompañar es nuestra forma de vivir y luchar, acompañar es político”, declaró Montes Paez. Las tres compartieron un micrófono. Turnándose, se sumergieron en lecturas pausadas frente a la escucha atenta, y conmovidas, se tomaban de las manos, en un genuino acompañamiento. “Creo que nos acompañamos en nuestra vida cotidiana, en diferentes tipos de vínculos. Lo hacés con tu pareja, lo hacés con tus amistades, lo hacés con tu familia. No es necesario pensar que el acompañamiento solo lo hacemos cuando militamos en una organización, sea feminista, sea barrial, sea sindical. Es cierto que tengo esa trayectoria, pero ahora que no estoy activando políticamente en un espacio organizado, para mí acompañar es en el cotidiano con mis afectos”, expresó Sandra Aguilar, joven que concurrió a la presentación.

Los transfeminismos sí sueñan con (re)construir entre las ruinas. Para Montes Paez estos son restos de violencia y de destrucción, entre las que se construye con el otro. “Es entre las ruinas de lo arruinado y de lo que arruinamos que construimos con nuestros compañeres. Una ruina no es un origen, son restos que habilitan una recomposición, es lo que queda tras un desastre, una violencia, un abandono o, simplemente, tras el paso irreversible del tiempo. Una ruina sobrevive al ocultamiento, la indiferencia, la erosión. Construir entre esas ruinas implica preservar los vestigios, reforzar los cimientos, inventar lo nuevo. Confiades en que, si la construcción colapsa, si tratan de derribarla, incluso si lo logran, siempre habrá compañeros dispuestes a arremangarse y sacar los escombros. Moviendo ladrillo por ladrillo, baldosa por baldosa, en algún momento volveremos a encontrarnos con la hierba que crece en medio de la piedra, con el yuyito que insiste. Esa será la señalética de la memoria que nos conecte con nuestros legados y nos impulsa a intentarlo de nuevo”, concluyó la autora, leyendo en voz alta parte del último capítulo de su libro.

 

Entre fotos y fotogramas

Entre fotos y fotogramas

En el Teatro General San Martín se inauguró Memoria Fotográfica: una selección de imágenes tomadas por Oscar Pintor que, junto al documental de su hijo Pablo, evocan recuerdos de toda una vida.

Cada uno con su cámara y pasión por la imagen. Oscar Pintor, fotógrafo. Pablo, su hijo,  cineasta. Juntos arriban al Teatro San Martín e inauguran Memoria Fotográfica, una muestra de las mejores obras de uno de los principales referentes de la fotografía de nuestro país y estrena al mismo tiempo la película homónima que relata su odisea al pasado y a su provincia natal, San Juan.

De la misma forma que su padre utilizó la estética del blanco y negro, el juego de luces y sombras, Pablo y Julián (hermano gemelo del cineasta) utilizan música y silencios para acompañar las imágenes de un viaje familiar por la geografía sanjuanina, siguiendo las pistas para llegar a los escenarios donde Pintor tomó sus reconocidas fotografías, que ahora son paisajes muy diferentes e irreconocibles. Hacen de los recuerdos y memorias paternas un proyecto familiar, narran la pérdida, las faltas y muestran la ausencia como tiempo atrás supo hacerlo Oscar Pintor con la fotografía de autor.
Previo a la proyección de su película, y con la voz entrecortada, Pablo Pintor contó que “se unen la pasión por lo que uno hace y el amor” y, en el retrato de lo propio, deja un registro del “gran fotógrafo, que también es mi viejo”.

En la pantalla de la Sala Leopoldo Lugones se suceden recortes de videos caseros y fotos de Oscar Pintor: de vacaciones, de visitas a la antigua casa familiar, de la peluquería de su padre, mientras la voz del fotógrafo, a veces en off, relata el sentimiento de pérdida y cuenta su propia excursión a otros tiempos: “Me recuerda a una ciudad abandonada de la que se fueron todos y quedaron las cosas como estaban”, expresa. Y se marca el contraste entre una zona urbana que parece detenida en el tiempo y la mutación de los paisajes autóctonos, tan cambiados.

Un arco de fútbol en medio de un baldío, un pullover transparente en el alambrado, un perro esquelético olvidado que duerme en la sombra. Oscar Pintor encuadra y prolonga en sus imágenes la estela de lo humano que aún permanece en lo abandonado, en la ausencia. El “poeta de la fotografía argentina” hace de ambientes y objetos que son conocidos, una composición simétrica y organizada, pero también tranquila y nostálgica, suspendida en el momento indicado, que se vuelca viva en la experiencia de compartir un origen común, interiores de provincias y recuerdos propios.

La Fotogalería del teatro, convertida en reunion familiar, expone “lo mejor que nos dejó la epifanía de la fotografía” en palabras del curador de la muestra y tambien fotógrafo Claudio Larrea.

En los últimos instantes del documental, las imágenes muestran al reconocido fotógrafo mientras acomoda su Rolleiflex frente a una silla desvencijada paralela a una pared no en mejor estado. Pintor camina a su cámara y hacia la pantalla grande, mira por el visor y toma una foto. “Hay que buscar el negativo. Seguro está”, le dice a su hijo Pablo refiriéndose a una foto en particular de la extensa memoria familiar y visual de la familia Pintor.

 

La muestra, libre y gratuita, se puede visitar de martes a domingos, de 14 a 20 horas, en la Fotogalería del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530, CABA.

Vida y obra

Oscar Pintor comenzó en 1979 a incursionar en la fotografía de autor. Alguna vez contó que se retiró hacia 1996 porque “dejé de verlas”. Sin embargo, en 2005 encontró la puerta de regreso en un conjunto de imágenes y negativos afectados por una inundación, en las cuales trabajó y finalmente llamó Restos de la Inundación. Fundó y dirigió FotoEspacio, la galería permanente del actual Centro Cultural Recoleta. Participó de la fundación, junto a otros 12 fotógrafos, del Núcleo de Autores Fotográficos, un espacio colectivo y abierto que buscaba revitalizar a la imagen como forma de expresión, y que fue fundamental para la disciplina en Argentina y Latinoamérica. Expone en diversas galerías y museos alrededor del mundo. Y es que, afortunadamente, las volvió a ver.

Como en Vaca Muerta pero en Buenos Aires

Como en Vaca Muerta pero en Buenos Aires

Un colectivo de periodistas ambientalistas y de artistas crearon una propuesta inmersiva para que el público experimente sensorialmente lo que ocurre con el fraking en la Patagonia argentina. Una apuesta a defender la Tierra desde el arte.

Este mes de septiembre se inaugura Geonnitus, una instalación escultórica, sonora y visual que sumerge al espectador en el mundo de sonidos, sensaciones, vibraciones e imágenes del fracking, la técnica utilizada para la extracción del gas y el petróleo, en la cordillera argentina

Geonnitus, palabra que le da nombre a esta obra, es un neologismo surgido a partir de los ruidos que aturden a la Tierra: el tinnitus que padece nuestro planeta. Ese rugido y esos temblores que se producen cuando la explotan, perforan y presionan para extraer petróleo y gas mediante el fracking. A partir de la unión de fuerzas entre la ONG Periodistas por el Planeta, el Proyecto Eco Eco y el Ciclo Ruido de Experimentación Sonora, esta instalación multidisciplinaria busca despertar sensaciones y promover el diálogo acerca de esta técnica tan nociva para el medio ambiente. Para realizarla, cinco artistas viajaron a la provincia de Neuquén en abril de este año para experimentar por sí mismos y registrar a través de distintos dispositivos lo que sucede a partir de la utilización de esta técnica, prohibida en muchos países y regiones.

“En Periodistas por el Planeta hace seis años que nos dedicamos a narrar la crisis planetaria no sólo en clave periodística, sino que queremos difundir también otras expresionespara hablar de lo que en general se omite” señala Marina Aizen, cofundadora de la organización. Y agrega que con ese objetivo en mente, fundaron el Proyecto Eco Eco junto al colega Pablo Schanton hace dos años.

“Cuando me convocó Marina para hacer proyecto Eco Eco, una de las ideas era pasarse a otros tipos de lenguaje, por ejemplo el artístico. Ahí fue que se me ocurrió convocar a Javier Areal Vélez y a Florencia Curci como curadores en el marco del Ciclo Ruido, y a su vez ellos convocaron a otros artistas para que fueran a Vaca Muerta, experimentaran durante una semana lo que se vive allá e hicieran una obra”, explica Schanton. Los artistas hicieron muchas grabaciones de campo, de video y sonido, con distintos dispositivos para captar, por ejemplo, el sonido del viento y las vibraciones de la Tierra.

La instalación es producto del trabajo de Leonello Zambón, Julián D’Angiolillo, Cecilia Castro, Carlos Lescano y Rodolfo Marqués, artistas provenientes de diversas disciplinas: audiovisuales, sonoras, escultóricas, musicales, multimediales y artes electrónicas. Geonnitusse presenta como un entramado de colaboraciones, un trabajo conjunto y reticular, y no como la obra de alguien. “Me gusta pensar en la lista de constructores de las catedrales góticas. No había un ingeniero, un arquitecto y los obreros, sino que era una especie de sindicato constructivo. Nosotros lo pensamos en esos términos” señala Leonello Zambón, artista multimedia. La obra no busca dar un mensaje de forma explícita, sino que invita a pensar desde diversas sensaciones, estímulos y matices sonoros, táctiles y visuales. En relación a este punto, Zambón reflexiona que “un trabajo artístico no hace un panfleto de algo, sino que abre discusiones, abre formas de mirar. Nuestra intención es esa, no poner el bien y el mal de un lado y del otro sino dar cuenta de la complejidad del mundo, y ahí todos podemos decidir cosas distintas”.

La técnica del fracking consiste en perforar la tierra a 3.000 metros de profundidad para la extracción de petróleo y gas enquistado en la roca madre. A partir de la compresión de un gran volumen de agua, se genera la fractura de arena y químicos que a su vez generan sismos, a veces bastante intensos, que pueden llegar a más de cuatro puntos de la escala de Richter. Se utilizan más de 100 millones de litros de agua que sale contaminada, 12 mil toneladas de arenas silíceas y un cóctel de 40 químicos de alta toxicidad. La gran cantidad de residuos petroleros que salen con material radioactivo termina por acumularse en enormes basureros al aire libre.“Hay dieciocho compuestos orgánicos volátiles sumamente nocivos, como el tolueno y el metano, que emanan de los pozos, de los tanques, de los compresores de gas, de la planta compresora de gas de Tratayén”, remarca Aizen.

La experiencia de Geonnitus es inmersiva y experimental. Se escucha el ruido del agua y del viento, el aire comprimido de los tubos que se utilizan en el fracking, se sienten las vibraciones de la tierra. De repente, la música de corno y trombón llena la sala y acentúa, sugiere y puntualiza emociones. Dos pantallas muestran el paisaje desde ángulos diferentes. Una mezcla de máquinas gigantes y monstruosas, fauna autóctona, caños y más caños, pastizales y mangueras interminables que llegan hasta la costa del río Neuquén.

Florencia Curci, curadora de la obra y directora del Centro de Arte Sonoro, explica que “hay un compresor de aire que está alimentando una serie de tubos que no están exactamente afinados y eso genera sonidos no grabados, similares al que hacen las máquinas, que se pueden escuchar en la obra. También, se activan los percutores que generan vibraciones”.

“La narrativa común es que ese lugar es un páramo, un desierto, pero no lo es. Es un milagro que exista como vida porque llueve muy poco y el viento es impertérrito. Es un milagro intervenido profundamente por el petróleo”, explica con preocupación Aizen, en relación a lo que comúnmente se dice acerca de lugares como Vaca Muerta. Geonnitus pone el acento en ello con total honestidad y crudeza. “La humanidad está imbricada en este mundo de una manera u otra y esa tensión cultural siempre va a existir. Ahora nos podemos correr de esa mirada antropocéntrica y pensar en entidades de distinto tipo. Hay que abrir la discusión para pensar otros mundos posibles, pero claramente sabiendo que estamos en éste. Ahí justamente está la parte más filosa de la cuestión” reflexiona Zambón.

Geonnitus se puede visitar durante cuatro únicas funciones: los sábados 14 y 21 de septiembre de 18 a 21 y los domingos 15 y 22 de septiembre de 17 a 20 en el Espacio Investigaciones del Futuro (IF), Boers 937, Villa Lynch. El primer fin de semana la función contará con la presencia de Javier Grosso, geógrafo que estudia la relación que existe entre los sismos y el fracking. La entrada es libre y gratuita. Para cada función-exploración se pone a disposición una combi con un único horario y con capacidad limitada. Para reservar es necesario comunicarse con las redes sociales.

“Que le peguen a los jubilados porque reclaman un derecho es un crimen”

“Que le peguen a los jubilados porque reclaman un derecho es un crimen”

Osmar Núñez encarna al Solicitante Descolocado en “Las patas en las fuentes”, la obra de teatro basada en el poema de Leónidas Lamborghini. “Es la historia de un hombre común luchando contra unas fuerzas que son muy superiores a él –plantea el actor–. Pero la integridad del personaje está por sobre todas las cosas”.

La obra Las patas en las fuentes, adaptación del poema homónimo de Leónidas Lamborghini, es un unipersonal dirigido por Analía Fedra García y protagonizado por el célebre actor Osmar Núñez, que encarna a un hablante lírico a la vez cotidiano y espectacular: el Solicitante Descolocado. A lo largo de casi una hora de actuación, su monólogo pasa del tedio a la rabia, de la rabia a la pena, de las lágrimas más cálidas al cinismo más desapegado; su voz se entremezcla con las de otros personajes mientras busca sentido entre colectivos repletos, revueltas políticas, tragedias históricas y partidos de fútbol.

“Hay algo que sucede con este personaje que es el Solicitante Descolocado –dice Osmar Núñez en diálogo con ANCCOM–: ¿Cómo no va a estar descolocado con todos los eventos que suceden día a día, más los eventos más importantes de la historia como lo fue la matanza de José León Suárez, el bombardeo en Plaza de Mayo, el día a día buscando el mango, el dinero, el sol en la cabeza que pega y pega y pega? Y además, él dice: ‘Si yo hubiese seguido solamente con lo mío, todo lo demás no me hubiese importado’. ¡Pero a él le importa! Esto es lo que me alucina de este personaje: que carga con todo, que es un comprometido social, sin quererlo”.

Al principio iban a ser tres funciones de lectura poética en el Teatro San Martín: un hombre leyendo versos sobre el escenario. Después fueron cuatro, cinco, seis, ya como obra semi-montada, siete, ocho, hasta llegar, después de nueve años, al entablado de Hasta Trilce, donde las entradas del mes de julio se agotaron antes del estreno. Para este septiembre, dice Osmar, la obra se muestra ya en otro contexto: “Creo que con cada gobierno tiene lecturas diferentes, interpela de otra manera, porque son distintos”, sigue el actor, que no usa eufemismos para hablar de política: “Que le peguen a los jubilados porque reclaman un derecho… para mí es un crimen lo que hacen. La represión ante una manifestación pacífica es absolutamente incomprensible. Bestial. Y bueno, esto es a lo que remite también la obra: porque mientras la gente está pidiendo, o vitoreando, vienen unos y te cortan la cabeza”.

La obra, como bien dice Osmar, está llena de alusiones al pasado político argentino. En versos quebrados, con reiteraciones y llenos de juegos de palabras, Lamborghini se burla de los “des-libertadores”, alude a “Las Noches de Atenas” (un tango de Carlos Gardel), nos muestra la rebelión y muerte del Saboteador Arrepentido y encuadra su viaje en el título de Las patas en las fuentes, representadas sobre el escenario con las baldosas de Casa Rosada, como promesa redentora que nunca llegó. Todo esto, sin embargo, está comprendido en un drama que resulta tan íntimo como universal: “Es la historia del hombre común –sigue Osmar–, luchando contra unas fuerzas que son muy superiores a él. Pero la integridad está por sobre todas las cosas, en este personaje. Tiene una integridad descomunal… Hay algo de esa fortaleza, de esa fuerza, que es lo que te permite seguir, porque si no te morís”.

En la sala, el público parece entender esa integridad. Los circuitos independientes, en contraposición al teatro comercial, no mueven una masa de pesos que pague las cuentas de los actores, como tampoco resultan baratos para quienes compran la entrada. Sin embargo, el teatro está lleno. La fila dibuja una curva entre la barra de tragos y el salón carmesí. Esa fila cruzará un gran pasillo de cables desnudos y ladrillos al aire; se distribuirá, educadamente, como gente que sabe a lo que va, en las poco más de cien butacas que se inclinan tranquilas sobre el escenario; y volverá a salir, tras una hora de teatro, hablando bajito, a la vez animada y confundida.

“El arte no debe enseñar a vivir –declara Núñez: un actor refinado y convencido–. El arte es para debatir, para discutir, para que te moleste, para que te guste, por distintos motivos, pero no para que te deje enseñanzas de cómo tenés que vivir tu vida. Eso es un disparate. ¿Cuál es el mensaje? Acá no hay mensaje. Acá hay un encuentro donde cada uno podrá decir: ‘Esto me gusta’, ‘esto no me interesa’, ‘me molestó aquello’, digo, para debatir. Pero no porque tenga que dejar ninguna enseñanza. Para eso hay que ir al colegio”.

Leónidas Lamborghini, como su intérprete actual, parece un destructor de lugares comunes. Empieza una frase hecha para terminarla en otro lado, retuerce refranes, agarra clichés sociales de los que se burla con sorna y sin pudor. Pero nunca es un chiste fácil, porque nos estamos riendo de lo propio: hay un pedazo de todos en este Solicitante Descolocado. Y también, como es lógico, una parte de Osmar:

Las patas en las fuentes, para mí, es como si estuviese escrito para mí. Digo, tengo esa sensación. Resultará pedante lo que digo, me importa un bledo. Pero no es pedante, sinceramente creo que es un material que me convoca. Que me atrapa y me metió ahí y de ahí no me voy a ir mientras esté vigente, y si no, lo haré solo en mi casa, pero… Uno a través del arte expresa todo lo que a uno le sucede. Es así. Y con este material es muy significativo lo que sucede con el público, y lo que sucede con cada sala a dónde vas también. Entonces es muy fuerte decir ‘me gusta hacer la obra’. No, no es solamente que me guste hacerla; es que debo hacerla.”

Las patas en las fuentespuede verse todos los lunes de septiembre a las 20 en Hasta Trilce (Maza 177), con entradas disponibles en Alternativa Teatral.