La falsa dicotomía entre pobreza y ambiente

La falsa dicotomía entre pobreza y ambiente

Mercedes Pombo, cofundadora de Jóvenes x el Clima, cierra el ciclo de entrevistas “Los derechos que supimos conseguir”. La joven militante analiza la política del gobierno de Milei en clave ambientalista y la dimensión social del movimiento ecologista. El cambio climático como una realidad que ya llegó.

El hermano 139

El hermano 139

Ramón Inama tiene 53 años, habla despacio y luce tranquilo aunque confiesa que hace días que no puede dormir.  Es hijo de Daniel Inama, militante del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), desaparecido en noviembre de 1977 en un operativo realizado en Barrio Norte, CABA. Al momento de su desaparición, Daniel esperaba un hijo con Noemí Macedo, a quien conoció militando en el PCML. Macedo fue secuestrada en noviembre de 1977 al igual que Inama, mientras cursaba su sexto o séptimo mes de embarazo. Él tenía 25 años y ella 22. El pasado lunes, Ramón recibió la noticia de que la hija de Noemí y Daniel, su hermana, había sido encontrada por Abuelas de Plaza de Mayo, siendo la nieta 139 en restituir su identidad. 

“Lo primero en lo que pensé cuando recibí la noticia fue en ellos dos”, confiesa, “viste que cuando aparece un nieto o una nieta, lo primero en que se focaliza es en él o ella, porque  es una persona que vive y que es super movilizante lo que le pasa y se está a la expectativa, pero bueno esa persona no creció de un repollo sino que viene de una pareja que ya no está, que la quiso, la deseó”, reflexiona Inama.

¿Cuándo tomaste conciencia de que eras hijo de un desaparecido?

Desde siempre, yo tenía seis años cuando secuestraron a mi papá. Incluso estuve con ellos una semana antes de su secuestro.  Ellos vivían en Mar del Plata, mi viejo escapando de la persecución que se sufría acá, él estaba casi clandestino. Allá conoce a Noemí. Como hijo de padres separados fui la última semana de octubre a pasar mi cumpleaños con él y estuve unos días. Ya no tengo el registro, son más que nada flashes de memoria, de estar dando vueltas con él en el auto, pero yo estoy convencido de que estuve con Noemí también, no pude no haber estado. 

Ramón trabaja en la subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires como editor de MeVeJu (Memoria, Verdad y Justicia), una editorial que funciona dentro del área de prensa. Su padre fue secuestrado cuando él tenía seis años, y además del bebé que esperaba con Noemí, tenía otra hija con otra compañera. Tanto Ramón como su hermana Paula, siempre supieron del embarazo de Macedo. 

Al preguntarle cómo está desde que se enteró la noticia, Inama contesta: “Todavía no caigo, o sea sí caigo porque siempre, francamente siempre la buscamos y supimos de su existencia”. 

¿Vos te enterás de que había una investigación en curso al momento en que se identifica a tu hermana o sabías previamente? 

No, no sabía nada. A mí me sorprendió completamente. Nosotros pensábamos que por la edad de las Abuelas y por la coyuntura, la forma en la que se llegaba hoy a encontrarse con nietos o nietas era más que nada a través de la presentación espontánea o alguna denuncia anónima, pero no. En nuestro caso vino Manuel Gonçalves Granada el lunes pasado, a contarme la novedad y me dijo que era una línea de investigación de CONADI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad).

“Todavía no caigo, o sea sí caigo porque siempre, francamente siempre la buscamos y supimos de su existencia”.

¿Y cómo se llega a esa línea?

Ellos investigan a partir de una serie de irregularidades que encuentran, ya sea en las partidas de nacimiento o en documentación, que hace que se generen dudas sobre la identidad real de ciertas personas. A partir de lo que encuentran,  ellos como organismo oficial se comunican con vos, para informarte que encontraron determinada documentación y te invitan a que vayas a sus oficinas a verlos, a charlar con ellos y que vos des una muestra de sangre y aceptes la comparación. Y bueno eso hicieron con mi hermana, la llamaron y ella como buena ciudadana fue, pensando hasta ese momento que ella era hija de quienes creía que eran sus padres, un poco dubitativa al principio pero bueno,  aparentemente la información que tenían desde CONADI era bastante contundente así que ella aceptó dar su muestra. Entonces bueno, fue todo de golpe. Yo no sabía y Manu me contó que mi hermana fue a dar la muestra el 1 de noviembre del año pasado. Como se estaba siguiendo una pista sospechosa pero no específica, el ADN se comparó con todas las muestras que hay en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), hasta que se encontró que era hija de Noemí y Daniel. 

¿Cómo es el proceso mediante el cual se informa el resultado?

El protocolo de Abuelas es que a la primera persona a la que se le avisa cuando hay un resultado de compatibilidad es al nieto o nieta que fue a buscar su identidad. Inmediatamente después, el BNDG le hace entrega formal de un informe donde está el resultado del ADN que también contiene entrevistas que se hicieron alguna vez a familiares, tiene fotos, tiene más cosas como para que vos te lleves un mapa de la familia que estás encontrando. Después de informarla a ella, se informa a la familia que la busca. En el caso de mi hermana ella estaba de vacaciones y no pudo estar presente, así que se lo informaron por videollamada, después hablaron conmigo y después fuimos a hablar con mi otra hermana. Ella aceptó que nos contaran que es madre, que tiene un hijo de 18 años y una hija de 7 y les pasó una foto para que nos muestren. Aún no pudimos hablar con ella, pero cada uno sabe del otro.

Aún no hablaron pero está la posibilidad de que te lea, te escuche en las notas que das. ¿Qué le decís? ¿Qué mensaje le querés hacer llegar?

Primero que nada trato todo el tiempo de pensar mucho lo que digo, entendiendo que su lugar es distinto al mío. Tanto yo como mi hermana siempre supimos de su existencia  y ella no, partimos de dos realidades distintas. Yo militando en H.I.J.O.S La Plata en el año 2006-2007 me puse a trabajar de lleno en la Comisión de Hermanos. En ese momento teníamos entre veintipico y treinta años y nos parecía que teníamos más llegada generacionalmente a los pibes y pibas que buscaban su identidad. De alguna manera fue así, pero bueno también nos encontramos con muchas puertas cerradas, dudas, en ese momento ellos y ellas por ahí vivían con sus apropiadores o tenían una relación de dependencia que hacía más difícil acercarse, que te escuchen, que se dé lugar a un diálogo en que se abran las dudas como para pensar realmente si sos un caso o no.  En cambio ahora mi hermana vive sola. Y yo tengo esperanzas de que ese tiempo transcurrido, si bien debe ser super shockeante porque ella ya tiene una vida armada, le da ese espacio individual y personal para poder transitar esto como pueda, como le salga. 

Yo tenía 18 y vivía con mi mamá,  en el barrio era re común ver a una madre soltera con un hijo porque el padre se borró. La sociedad tapaba de esa manera la historia y los vecinos conocían, sabían que mi viejo no se había ido de vacaciones, pero era más fácil explicarlo así, la figura del desaparecido no estaba presente todavía

¿Sabés si se van a encontrar? 

Ahora en teoría ella vuelve de las vacaciones y ahí Abuelas le ofrece la posibilidad de contacto, de ser intermediarias, que nos encontremos ahí y después hay miles de posibilidades, no hay ninguna fórmula ni receta. Sé que esto va a ser una implosión en su familia seguramente y  eso hay que saberlo acompañar. Nosotros no sabemos cuánto contó, cuánto sabe su familia. Sus apropiadores pueden llegar a saber que ella llegó por ese lado, por apropiación, pero por ahí no saben la identidad de sus padres biológicos.  Entonces bueno, esas respuestas las tendrán que dar ellos. Yo apelo a que su posibilidad de pensarlo sola la haga procesarlo de otra manera. Siempre esto genera problemas por la preocupación de qué puede pasar legalmente con los apropiadores, que bueno es un lugar común que se repite en la mayoría de los casos. Eso puede hacer que se acerquen y después se alejen. Pero nada, yo espero tranquilo. Porque no sirve de nada apurarse. Hemos tenido casos de compañeras  y compañeros que medio impulsivamente han acelerado cosas y no nos ha ido bien así.

¿Cómo es crecer con preguntas sobre tu historia, la de tu padre y tu hermana? ¿Cómo se forja la propia identidad desde la incertidumbre? 

Se construye siempre como un rompecabezas, siempre incompleta, como que en algún punto te constituye esa incerteza. Yo tenía 18 y vivía con mi mamá,  en el barrio era re común ver a una madre soltera con un hijo porque el padre se borró. La sociedad tapaba de esa manera la historia y los vecinos conocían, sabían que mi viejo no se había ido de vacaciones, pero era más fácil explicarlo así, la figura del desaparecido no estaba presente todavía. Después cuando aparece H.I.J.O.S se revaloriza eso y lo que antes era un karma empieza a ser resignificado. Aparece también la militancia, pero la militancia es una parte de la vida, no toda. Aparecen los amigos y bueno vas completando,  pero siempre de a partes. La historia de mi hermana es eso, una parte más, incompleta, del rompecabezas.

Ramón se crió con su mamá y sus abuelos paternos, en la misma casa donde se crió su padre. Su abuelo falleció en 2011 por problemas de salud, y su abuela Lucila Ahumada murió en 2013 a causa de la inundación que azotó a la ciudad de La Plata el 2 de abril de ese año. 

¿Qué recuerdos u objetos tenés de tu papá? 

Tenemos re pocas cosas, somos una familia que perdió muchas cosas, en la inundación también se perdieron un montón de cosas. Y nos quedan algunas fotos, yo en la mochila siempre llevo una libreta de él con notas, que se ve su letra. No tenemos ropa de él. Tenemos unas hojas de esa que se usa en colegio industrial, porque él iba a una técnica que no terminó, en la que se ve el trazo y se ve que era un pibe medio desprolijo, que no le gustaría la escuela, con letra fea. Que se yo, pero son cosas que humanizan, son pavadas que para quienes tienen un interés particular sobre él significan un montón, es como acercarse a él un poco.  Tengo una foto en la que se fue de mochilero y  en el reverso le escribe algo a mi mamá y bueno, eso es un pequeño rastro, una huella de él. Y así está formada la identidad, de a cachitos, de a pedacitos, nunca completa. 

Tenés muchos años de militancia y de búsqueda. ¿Cómo ponés en perspectiva esos años desde ser un joven que busca a su hermana hasta hoy en día un adulto que finalmente la encontró?

Este tipo de lucha es colectiva, por más que uno la impulse desde lo personal, siento que siempre está  esa mano invisible de las Abuelas.  En la búsqueda de familiares hay momentos de subida y de bajada de la intensidad que uno puede poner, y las abuelas es como que se mantienen en una línea siempre constante. Yo no pensaba que esto iba a pasar, no pensaba de ninguna manera. Entonces la perspectiva es esa, la importancia de que estas políticas las asumamos todos y todas, entonces cuando uno está más flojo el otro la sigue y se va armando un especie de lazo, de comunidad, una construcción colectiva. 

¿Qué te pasó el día de la conferencia donde se anuncia la restitución?

Mirá hay algo que me marcó mucho que fue el gesto simbólico de esa caminata cortita con Estela a cambiar el número, lo pienso y se me pone la piel de gallina porque me movilizó mucho. Es una pavada, es un gesto, pero vos ahí entendés todo porque está tan bien pensando simbólicamente que significa mucho. Sacas un número y pones otro, y eso significa el hallazgo de una persona más. Y bueno, ver a Estela ahí tan entera, con 94 años. Recuerdo que me decían “bueno Ramón, fijate, sostenela con el brazo”, y al final fue ella la que me llevó a mí, no yo a ella. 

¿Qué te genera la coyuntura actual en materia de políticas de Derechos Humanos?  

La memoria está en disputa permanente, y es algo que yo ideológicamente pienso como militante de organismos de derechos humanos. Por ahí hemos pensado que porque ciertas políticas se institucionalizaron, eso garantizaba una continuidad sin cuestionamientos. Para mí no había nada saldado, porque yo cuando crecí y me formé en la militancia estábamos en desventaja siempre. Después con los gobiernos de Nestor y Cristina eso cambió y fue un paso importantísimo y un salto hacia adelante porque hubo cosas que se institucionalizaron, por ejemplo  el perfeccionamiento y el equipamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos o la CONADI, que es fundamental. Por otro lado están los juicios, la continuidad de los juicios es algo que necesita del motor nuestro, porque después la justicia ya la conocemos, depende del juez que te toque, la coyuntura influye un montón en cuánto avanzan o no esas causas también. Ahora pasa que los discursos de odio, que siempre existieron,  tienen más escucha, más lugar. Y eso tiene una intención muy clara que es historizar para borrar la historia.  Así la única historia que tenemos es una que nadie recuerda, esa República floreciente de la que habla Milei. Entonces tenemos que conservar la historia, es fundamental que lo que pasó en  la última dictadura sea algo que el pueblo lo incorpore como propio, que sienta que los desaparecidos son de todos y todas, y que la deuda de justicia para con eso es una deuda que, cuando saldamos una parte, cada vez que hay un condenado, cada vez que aparece un nieto, eso hace que el país sea un poco más sano.  Son cosas que nos pasaron, que dejamos que pasen, que en un momento dado por imperio de la fuerza se haya establecido un plan para desaparecer personas, matarlas y sacarle a sus hijos, es aberrante. Si uno lo pone ahora como hecho concreto en un canal de noticias amarillista, cualquiera diría que es algo aberrante, pero sin embargo hay como una mirada asociada a la dictadura que es como “bueno no se sabe bien que paso”.

¿Qué pensas del futuro? ¿Hacia dónde orientar la lucha?

Yo creo que tenemos que ponernos a pensar para pasar al frente nosotros, poner en agenda lo que nos parece importante más allá de la agenda que quiere marcar el gobierno. En particular en relación a la Memoria,  creo que tiene que ver con la posibilidad de que esas luchas, de que esas heridas de la dictadura, del genocidio y lo que signficó eso materialmente, sea algo que podamos hacer de la historia propia todos y todas, que exceda la cuestión biologica, de parentesco lineal.  Ahora parece que está otra vez en tela de juicio el tema de la participación política como si fuera algo denostado, eso pasó en los años 90. Pero en esa época igualmente tenía un valor social muy fuerte y era algo bastante indiscutible que la militancia política por los derechos humanos tenía que ver con un compromiso personal, con algo en lo que creías, no estaba ese tema de los curros que empezó Macri y que siguen sosteniendo ahora.  Entonces para mi,  a futuro lo que hay que lograr es eso, que esto se impregne socialmente, que es lo que intentamos hacer siempre, pero hoy en particular veo el peligro de nuevas generaciones que no sepan que es un 24 de marzo, ni qué es un desaparecido y que entonces eso termine en una banalización. Creo que es un camino en que no hay que bajar los brazos, no hay que deprimirse, es un laburo de hormiga pero que hay que hacerlo. Es una disputa permanente que hay que mantenerla en la calle, generando lazos. 

 

El derecho a saber quién soy

El derecho a saber quién soy

La titular de la filial Córdoba de Abuelas de Plaza de Mayo y nieta restituida nº 88, María Belén Altamiranda Taranto cuenta cómo restituyó su identidad en el ciclo “Los derechos que supimos conseguir”. La avanzada negacionista y los anticuerpos de la sociedad argentina.

«Con los cartoneros y cartoneras adentro»

«Con los cartoneros y cartoneras adentro»

Tres mujeres referentes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) de Berazategui cuentan cómo organizaron su cooperativa. El impacto de la crisis en su sector y los enfrentamientos con la policía y el municipio.

Como las agujas del reloj, el mate gira hacia la derecha. Laura, la que ceba, le echa azúcar sin mirar cada vez que vuelve a sus manos. Luego, con agua que de a poco va perdiendo su calor, lo devuelve a la ronda. “¿Cómo llegamos hasta acá?”, pregunta Liliana y responde sola, mirando a sus compañeras: “Peleando y molestando”.

Laura Soria y Liliana Silguero, cartoneras de Berazategui, partido del sur del conurbano bonaerense, y Analía Calderón, militante del MTE distrital, son referentes de la economía popular y trabajadoras del Eco Punto Belgrano. El galpón comenzó a funcionar en 2019, pero hacía rato que los cartoneros estaban peleando con el municipio por la prohibición de la tracción a sangre, ya que, para ellos, sus caballos eran “parte de la familia” y, sobre todo, “una herramienta de trabajo”, como señala Analía. “No había afinidad con el municipio hasta que decidimos tomar el galpón y construir esto”, apunta Laura.

Antes de conquistar este lugar de trabajo, la situación de los cartoneros del distrito era muy difícil. “Vos te subías a un carro, ibas a laburar y vivías al día. Ahora que tenemos el galpón podemos tener una vida más digna, los compañeros traen la mercadería acá. Antes juntabas y acumulabas todo dentro de la casa y ahí podías tener ratas y mugre”, cuenta Laura. Actualmente, se dividen las actividades entre cartoneros agrupados, que en la actualidad en Berazategui rondan los doscientos; y galponeros, que se ocupan de tareas administrativas y son los que seleccionan, procesan y separan el material que luego se vende a Smurfit Kappa, una compañía de papel y empaques sostenibles. “Es mejor trabajar en la calle que estar acá adentro. Afuera, en tres o cuatro viajes, hacés el doble o el triple de dinero que en el galpón. Pero hay veces que no te queda otra y también tenés que bancar la camiseta acá adentro, porque esto tiene que salir adelante; si no, los demás no cobran”, agrega, con énfasis militante.

“Hacíamos olla popular de lunes a viernes, pero después ya no se pudo más y empezamos a hacerla tres veces por semana, luego una vez, hasta que no se pudo sostener. El gobierno dejó de mandar alimentos. No está funcionando el comedor, ahora solo hacemos brigadas educativas los días martes», dice Laura.

El MTE es una organización que tiene vínculos con el Partido Patria Grande, pero es apartidaria y está constituida por diferentes ramas de la economía popular, como la cartonera, la de construcción y la sociocomunitaria. Esta última estaba a cargo de Laura, pero ahora casi no funciona. “Hacíamos olla popular de lunes a viernes, pero después ya no se pudo más y empezamos a hacerla tres veces por semana, luego una vez, hasta que no se pudo sostener. El gobierno dejó de mandar alimentos. No está funcionando el comedor, ahora solo hacemos brigadas educativas los días martes. Ahí se les hace la merienda a los chicos. Las brigadas se llenan y las maestras te dicen: ‘Qué raro que los chicos tengan ganas de venir a estudiar’. Lo que yo les digo es que los chicos no tienen ganas de venir a estudiar: tienen ganas de comer. Cuando empezamos, hace seis meses, eran siete chicos y ahora son cuarenta”, señala.

La conformación de la rama cartonera en el distrito berazateguense no fue nada fácil, y comenzó con asambleas de recuperadores urbanos que compartían los mismos problemas, pero que, hasta ese momento, no estaban agrupados. “Nosotros hacíamos reuniones en una plaza porque estábamos teniendo inconveniente con el tema de los caballos. Ese fue el principio de nosotros”, comenta Laura. En Berazategui, la práctica estaba prohibida desde marzo de 2019 y no les habían dado otra alternativa para realizar su trabajo.

Entre estas cuatro paredes se alzan pilas y pilas de bolsones repletos con lo que recuperan día a día de los barrios aledaños. Se erigen como columnas y separan el espacio en distintas “oficinas” de trabajo. La mayoría de los cartoneros están ahora mismo recorriendo las calles en busca de residuos, cartón, plástico, chatarra: todo ayuda para sumar unos pesos. Y aunque sólo un pequeño grupo está ahora en el galpón, el ruido de las máquinas que procesan el material le exige levantar la voz. Aquí, mientras el agua de la pava se enfría, Laura revela cosas que nunca habían salido a la luz. “Al Patria Grande lo conocí saliendo de la comisaría. Yo estaba en casa cocinando con mi bebé de tres meses. Mi marido, que había ido a trabajar, me llamó y me dijo que control urbano le había sacado la yegua. Fuimos los cartoneros para que no se la llevaran y terminamos todos presos”.

“Nos llevaron como si fuéramos las peores personas del mundo, comisaría por comisaría. Mi suegra (Liliana) movilizó a todo Berazategui para que nos soltaran. Una cosa es que te lleven presa. Otra muy diferente es que vengan con los palos y te rompan todo el cuerpo. Eso hizo la policía aquel 19 de septiembre (de 2019). Nos hicieron sentir como delincuentes y no, somos trabajadores”, continúa. “Como para olvidarte, ¿no?, el día que te cagaron a palos”, comenta Analía.

“Todavía me duelen los huesos de la paliza que me dieron”, dice Laura y ninguna se inmuta: la violencia es cotidiana, una parte más de la vida de una cartonera. “Aparecieron compañeros abogados del Patria Grande de todas las localidades del conurbano, llenaron la comisaría y pudimos salir. Fue algo feo que nos tocó vivir. Además, mi bebé tenía tres meses, la llevaron a la comisaría y no me dejaron darle la teta. Desde ese día, mi hija no tomó más la teta”. Esa violencia también deja marcas.

 “El año pasado, juntando 600 kilos de cartón al mes, llegabas a cubrir una canasta básica. Hoy, con la misma cantidad no llegás, son 200.000 pesos con suerte”, se lamenta Liliana.

“Después de eso, fue pelear con la municipalidad hasta que ellos accedieron a trabajar con nosotros. Gracias a eso, tenemos todo esto, pero fueron momentos feos para llegar a tener este galpón”, dice Liliana. Hace unas semanas, realizaron un convenio con el área de Obras Públicas, que los contrata para la limpieza de microbasurales en el partido. Antes, sólo les cubrían el gasoil del camión recolector, aunque fueran parte del circuito Bera Recicla. “Es una muy buena oportunidad para nosotros: nos permite tener un ingreso más”, explica sonriendo Analía. El cambio, según ellas, obedece a que se dieron cuenta de que el reciclado “es con los cartoneros y cartoneras adentro”. Ahora, aseguran, “si vamos a la municipalidad, nos abren la puerta y nos ofrecen café”.

Esa victoria logró levantar los ánimos de uno de los sectores más golpeados por las medidas económicas impulsadas por la gestión de Javier Milei, con Luis Caputo al frente del Ministerio de Economía. “Este gobierno nos fulminó a nosotros”, dice Liliana, la máxima referente cartonera de la localidad. Analía explica que la fuerte caída del consumo hizo que disminuyera también el volumen de los residuos; pero apunta a la vez que con la apertura de las importaciones la industria está comprando cartón en Brasil en dólares, aunque es más caro que en el país. “La industria no nos estaba recibiendo nada, se stockearon tanto de afuera que no querían comprarnos a nosotros. Hoy se puede ver que el galpón está explotado porque sigue pasando lo mismo”, agrega, mientras señala los grandes pilones de material que llegan hasta el techo. “El año pasado, juntando 600 kilos de cartón al mes, llegabas a cubrir una canasta básica. Hoy, con la misma cantidad no llegás, son 200.000 pesos con suerte”, se lamenta.

Los cartoneros y cartoneras nunca bajaron los brazos, y tampoco lo harán ahora. Por eso seguirán apostando a la organización popular. “Sabemos que no tenemos un lugar en la economía tradicional y capitalista que nos domina y no lo vamos a tener nunca”, afirma Analía, mientras Liliana sostiene: “La economía popular es de los compañeros que lucharon siempre, que salieron de abajo de la lluvia, del barro, que buscan sus verduras, sus carnes, su comida. Somos los que más nos rebuscamos la vida, no somos como los ricos. A veces estamos mejor, otras peor, pero nunca voy a bajar la cabeza por haber sido cartonera y por haber estado arriba de un carro”.

El derecho a la ciudad, al hábitat y al espacio son esenciales

El derecho a la ciudad, al hábitat y al espacio son esenciales

En la XX entrega de la serie “Los derechos que supimos conseguir”, el arquitecto, investigador y docente de FADU-UBA Javier Fernández Castro hace un recorrido sobre la historia del derecho a la vivienda en la Argentina, reconocido formalmente a partir de la constitución del 49 como un derecho social. Repasa el proyecto que coordinó de urbanización de la villa 31, en contraposición a la idea de la erradicación de los barrios populares. Reivindica Fondo de Integración Socio Urbana creado en 2019, paralizado hoy, como un instrumento de intervención para promover el derecho a la vivienda y a la ciudad, indisociables en el siglo XXI.