Yo tenía 18 y vivía con mi mamá, en el barrio era re común ver a una madre soltera con un hijo porque el padre se borró. La sociedad tapaba de esa manera la historia y los vecinos conocían, sabían que mi viejo no se había ido de vacaciones, pero era más fácil explicarlo así, la figura del desaparecido no estaba presente todavía
¿Sabés si se van a encontrar?
Ahora en teoría ella vuelve de las vacaciones y ahí Abuelas le ofrece la posibilidad de contacto, de ser intermediarias, que nos encontremos ahí y después hay miles de posibilidades, no hay ninguna fórmula ni receta. Sé que esto va a ser una implosión en su familia seguramente y eso hay que saberlo acompañar. Nosotros no sabemos cuánto contó, cuánto sabe su familia. Sus apropiadores pueden llegar a saber que ella llegó por ese lado, por apropiación, pero por ahí no saben la identidad de sus padres biológicos. Entonces bueno, esas respuestas las tendrán que dar ellos. Yo apelo a que su posibilidad de pensarlo sola la haga procesarlo de otra manera. Siempre esto genera problemas por la preocupación de qué puede pasar legalmente con los apropiadores, que bueno es un lugar común que se repite en la mayoría de los casos. Eso puede hacer que se acerquen y después se alejen. Pero nada, yo espero tranquilo. Porque no sirve de nada apurarse. Hemos tenido casos de compañeras y compañeros que medio impulsivamente han acelerado cosas y no nos ha ido bien así.
¿Cómo es crecer con preguntas sobre tu historia, la de tu padre y tu hermana? ¿Cómo se forja la propia identidad desde la incertidumbre?
Se construye siempre como un rompecabezas, siempre incompleta, como que en algún punto te constituye esa incerteza. Yo tenía 18 y vivía con mi mamá, en el barrio era re común ver a una madre soltera con un hijo porque el padre se borró. La sociedad tapaba de esa manera la historia y los vecinos conocían, sabían que mi viejo no se había ido de vacaciones, pero era más fácil explicarlo así, la figura del desaparecido no estaba presente todavía. Después cuando aparece H.I.J.O.S se revaloriza eso y lo que antes era un karma empieza a ser resignificado. Aparece también la militancia, pero la militancia es una parte de la vida, no toda. Aparecen los amigos y bueno vas completando, pero siempre de a partes. La historia de mi hermana es eso, una parte más, incompleta, del rompecabezas.
Ramón se crió con su mamá y sus abuelos paternos, en la misma casa donde se crió su padre. Su abuelo falleció en 2011 por problemas de salud, y su abuela Lucila Ahumada murió en 2013 a causa de la inundación que azotó a la ciudad de La Plata el 2 de abril de ese año.
¿Qué recuerdos u objetos tenés de tu papá?
Tenemos re pocas cosas, somos una familia que perdió muchas cosas, en la inundación también se perdieron un montón de cosas. Y nos quedan algunas fotos, yo en la mochila siempre llevo una libreta de él con notas, que se ve su letra. No tenemos ropa de él. Tenemos unas hojas de esa que se usa en colegio industrial, porque él iba a una técnica que no terminó, en la que se ve el trazo y se ve que era un pibe medio desprolijo, que no le gustaría la escuela, con letra fea. Que se yo, pero son cosas que humanizan, son pavadas que para quienes tienen un interés particular sobre él significan un montón, es como acercarse a él un poco. Tengo una foto en la que se fue de mochilero y en el reverso le escribe algo a mi mamá y bueno, eso es un pequeño rastro, una huella de él. Y así está formada la identidad, de a cachitos, de a pedacitos, nunca completa.
Tenés muchos años de militancia y de búsqueda. ¿Cómo ponés en perspectiva esos años desde ser un joven que busca a su hermana hasta hoy en día un adulto que finalmente la encontró?
Este tipo de lucha es colectiva, por más que uno la impulse desde lo personal, siento que siempre está esa mano invisible de las Abuelas. En la búsqueda de familiares hay momentos de subida y de bajada de la intensidad que uno puede poner, y las abuelas es como que se mantienen en una línea siempre constante. Yo no pensaba que esto iba a pasar, no pensaba de ninguna manera. Entonces la perspectiva es esa, la importancia de que estas políticas las asumamos todos y todas, entonces cuando uno está más flojo el otro la sigue y se va armando un especie de lazo, de comunidad, una construcción colectiva.
¿Qué te pasó el día de la conferencia donde se anuncia la restitución?
Mirá hay algo que me marcó mucho que fue el gesto simbólico de esa caminata cortita con Estela a cambiar el número, lo pienso y se me pone la piel de gallina porque me movilizó mucho. Es una pavada, es un gesto, pero vos ahí entendés todo porque está tan bien pensando simbólicamente que significa mucho. Sacas un número y pones otro, y eso significa el hallazgo de una persona más. Y bueno, ver a Estela ahí tan entera, con 94 años. Recuerdo que me decían “bueno Ramón, fijate, sostenela con el brazo”, y al final fue ella la que me llevó a mí, no yo a ella.
¿Qué te genera la coyuntura actual en materia de políticas de Derechos Humanos?
La memoria está en disputa permanente, y es algo que yo ideológicamente pienso como militante de organismos de derechos humanos. Por ahí hemos pensado que porque ciertas políticas se institucionalizaron, eso garantizaba una continuidad sin cuestionamientos. Para mí no había nada saldado, porque yo cuando crecí y me formé en la militancia estábamos en desventaja siempre. Después con los gobiernos de Nestor y Cristina eso cambió y fue un paso importantísimo y un salto hacia adelante porque hubo cosas que se institucionalizaron, por ejemplo el perfeccionamiento y el equipamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos o la CONADI, que es fundamental. Por otro lado están los juicios, la continuidad de los juicios es algo que necesita del motor nuestro, porque después la justicia ya la conocemos, depende del juez que te toque, la coyuntura influye un montón en cuánto avanzan o no esas causas también. Ahora pasa que los discursos de odio, que siempre existieron, tienen más escucha, más lugar. Y eso tiene una intención muy clara que es historizar para borrar la historia. Así la única historia que tenemos es una que nadie recuerda, esa República floreciente de la que habla Milei. Entonces tenemos que conservar la historia, es fundamental que lo que pasó en la última dictadura sea algo que el pueblo lo incorpore como propio, que sienta que los desaparecidos son de todos y todas, y que la deuda de justicia para con eso es una deuda que, cuando saldamos una parte, cada vez que hay un condenado, cada vez que aparece un nieto, eso hace que el país sea un poco más sano. Son cosas que nos pasaron, que dejamos que pasen, que en un momento dado por imperio de la fuerza se haya establecido un plan para desaparecer personas, matarlas y sacarle a sus hijos, es aberrante. Si uno lo pone ahora como hecho concreto en un canal de noticias amarillista, cualquiera diría que es algo aberrante, pero sin embargo hay como una mirada asociada a la dictadura que es como “bueno no se sabe bien que paso”.
¿Qué pensas del futuro? ¿Hacia dónde orientar la lucha?
Yo creo que tenemos que ponernos a pensar para pasar al frente nosotros, poner en agenda lo que nos parece importante más allá de la agenda que quiere marcar el gobierno. En particular en relación a la Memoria, creo que tiene que ver con la posibilidad de que esas luchas, de que esas heridas de la dictadura, del genocidio y lo que signficó eso materialmente, sea algo que podamos hacer de la historia propia todos y todas, que exceda la cuestión biologica, de parentesco lineal. Ahora parece que está otra vez en tela de juicio el tema de la participación política como si fuera algo denostado, eso pasó en los años 90. Pero en esa época igualmente tenía un valor social muy fuerte y era algo bastante indiscutible que la militancia política por los derechos humanos tenía que ver con un compromiso personal, con algo en lo que creías, no estaba ese tema de los curros que empezó Macri y que siguen sosteniendo ahora. Entonces para mi, a futuro lo que hay que lograr es eso, que esto se impregne socialmente, que es lo que intentamos hacer siempre, pero hoy en particular veo el peligro de nuevas generaciones que no sepan que es un 24 de marzo, ni qué es un desaparecido y que entonces eso termine en una banalización. Creo que es un camino en que no hay que bajar los brazos, no hay que deprimirse, es un laburo de hormiga pero que hay que hacerlo. Es una disputa permanente que hay que mantenerla en la calle, generando lazos.