Sin luz y sin operarios para reconectarla

Sin luz y sin operarios para reconectarla

En la misma semana que cien mil hogares se quedaron sin luz en medio de la ola de frío, la empresa energética Secco, que despidió a casi todos los operarios encargados de atender las emergencias y reconectar los servicios, no se presentó a la conciliación obligatoria y amenaza con nuevas desvinculaciones.

Casi 100 mil usuarios se quedaron sin luz en el Gran Buenos Aires el lunes pasado, una de las noches más frías del año. El corte masivo ocurrió horas antes de que se oficializara un nuevo aumento del 2% en las tarifas de electricidad, que se suma a un incremento acumulado del 316% desde diciembre de 2023. La situación fue agravada por una decisión empresarial: en los días previos, la empresa de energía Juan F. Secco S.A. despidió a 30 trabajadores del área de emergencia, encargados de restablecer el servicio ante apagones masivos.

La demanda eléctrica alcanzó un pico de 26.764 megavatios. Aunque no se superó el récord de 30.240 MW registrado en febrero, fue suficiente para dejar sin servicio a 80 mil usuarios de Edesur y 20 mil de Edenor, además de miles de afectados en la capital bonaerense. Las zonas más perjudicadas fueron los barrios porteños de Almagro, Balvanera, Palermo y Villa Urquiza, y partidos del conurbano como Tigre, San Martín, Malvinas Argentinas, Berazategui, Quilmes y Avellaneda. En La Plata, EDELAP también registró cortes generalizados.

Desde la asunción de Javier Milei, las tarifas de gas se dispararon un 622 % en el AMBA. En paralelo, una ola polar generó un consumo récord que obligó a cortar el suministro en industrias, estaciones de GNC y hogares. En Mar del Plata, más de mil familias se quedaron sin gas. La situación se agravó porque el gobierno paralizó las obras del gasoducto Perito Moreno, clave para aumentar la capacidad de transporte desde Vaca Muerta.

En ese contexto, los despidos en Secco expusieron la desprotección ante las crisis energéticas. La empresa, que cuenta con unos 2.500 trabajadores, pasó de tener 40 operarios destinados al área de emergencia a contar con uno solo, localizado en Mar del Plata. «Ese sector se creó en 2012 para intervenir en cortes que vienen en aumento desde las privatizaciones de los 90. Con obradores móviles restablecíamos el servicio en pocas horas. Ahora, sin personal, los apagones se prolongan por días», explicó Ariel Moreno, delegado y uno de los despedidos. Además de los más de 30 cesanteados del área de emergencia, hubo siete despidos en el sector de energías renovables, tras el cierre de la planta de biogás de Ensenada.

La planta, ubicada en el predio de CEAMSE, convertía metano generado por la basura en energía para 40 mil hogares. También evitaba la emisión de gases contaminantes. Inaugurada en 2019, cerró por falta de inversión. La empresa, que recibe fondos estatales y mantiene contratos con el sector público, no dio explicaciones por el vaciamiento. «Nos mandan cartas documento con sanciones inventadas para justificar despidos. Intentan destruir nuestra organización sindical», denunció Moreno.

En paralelo, trabajadores organizados como la Agrupación de la Energía Móvil y despedidos de otras firmas (Kimberly Clark, Shell, Morillo, Pilkington) se solidarizan. El martes pasado se realizó una asamblea en la Universidad Nacional de San Martín con apoyo gremial del INTI, Cicop‑Posadas, Conicet, Unión Ferroviaria, entre otros. El lunes 7 de julio, a las 18, está prevista una movilización con corte en el Camino del Buen Ayre, frente al CEAMSE.

Juan Luis, despedido del área de Emergencia, relató: «Nuestro sector intervenía ante incendios, inundaciones o cortes técnicos. Si estaba en mi casa, me llamaban, me buscaban en remis y viajaba donde hiciera falta. En Calafate, en medio de una nevada, instalamos 16 equipos para abastecer a 400 familias cada uno». La modalidad laboral incluía rotación nacional: pasaban 18 días fuera de casa y solo una semana en sus hogares.

Antonio Samaniego, también despedido, detalló: «Trabajé 10 años, fui echado justo al cumplir la década. En pandemia quedamos varados 20 días en Calafate por estar asistiendo un corte. No hay muchos operadores capacitados para esto. Usamos motores Caterpillar a diésel y equipos de alta tensión, es riesgoso. El año pasado la empresa planteó que quería que trabajáramos 12 horas con un solo operario por turno, un peligro».

El vaciamiento se produce en paralelo a las denuncias que pesan sobre Jorge Balán, propietario de Secco S.A., imputado en la causa Cuadernos, en la que se presentó como arrepentido tras reconocer el pago de coimas a funcionarios públicos. Su nombre también figura en los Pandora Papers por haber utilizado una offshore en Costa Rica. A pesar de esto, su empresa sigue recibiendo contratos estatales.

«Están tercerizando el área de emergencia con contratos precarios, sin convenio colectivo. Nosotros logramos pasar a planta en 2018, después de años de contratos renovables cada tres meses. Ahora quieren volver atrás. No solo atacan a los trabajadores, estafan a los usuarios. El cargo por emergencia sigue figurando en la boleta, pero ya no hay quien atienda las emergencias», explicó Moreno.

El conflicto ya tuvo cinco audiencias en el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, de las cuales la empresa solo se presentó a dos. En ambas ocasiones amenazó con más despidos. La falta de respuestas institucionales refuerza la organización entre sectores afectados: además de trabajadores energéticos, se suman estatales, del ámbito de la salud, educación y jubilados. El vaciamiento de Secco, aseguran, es una muestra de cómo el ajuste y la desregulación también golpean donde más duele: en la garantía de derechos esenciales como la energía eléctrica.

“Es necesario unificar los conflictos”

“Es necesario unificar los conflictos”

Trabajadores de distintos sectores realizaron una jornada de difusión en el Obelisco para visibilizar despidos, condiciones laborales precarias y falta de respuesta sindical, en una acción que busca articular las luchas en una agenda común frente al ajuste.

El sol del mediodía iluminaba el centro porteño. Entre autos, peatones y turistas que se detenían a mirar el Obelisco, una serie de banderas y carteles se desplegaban en la Plaza de la República. Los manifestantes se organizaban en distintos roles: algunos sostenían estandartes, mientras otros repartían volantes con diversa información. La convocatoria era tranquila, no había bombos ni cánticos resonantes, solo estaba la necesidad de visibilizar reclamos ante quienes circulaban por allí.

La “Jornada de difusión de todas las luchas en curso”, como fue anunciada, reunió a trabajadores despedidos de empresas como Morvillo, Secco, Shell, Georgalos y Pilkington, acompañados por jubilados y empleados del Neumático. Todos conformaban una multitud heterogénea, unida por el mismo sentimiento de lucha.

“Nos parece importante generar acciones en común con los sectores que estamos peleando en el movimiento obrero”, señaló Sebastián Rodríguez, secretario general de la Comisión Interna de Morvillo. El caso de su empresa estaba detallado en uno de los carteles: con fotos, flechas y textos se denunciaba que Anselmo Morvillo, su dueño, anunció el cierre de la fábrica por WhatsApp, dejando a 240 familias en la calle. Desde entonces, llevan cuatro meses de ocupación. Rodríguez añadió: “El primer escollo que hay que superar es la burocracia sindical, que es la principal responsable de que el ajuste de Milei siga su curso. Por eso formamos un colectivo, para reforzar nuestras luchas y allanar el camino al resto del movimiento obrero”.

Otros trabajadores, guiados por los principios de solidaridad y por su propia situación crítica, se sumaron a la jornada. Es el caso de la empresa Secco, una multinacional dedicada entre otras cosas a la generación de energía. Dos meses atrás despidió a 37 técnicos calificados en emergencias, encargados de abastecer con camiones generadores a provincias afectadas por inundaciones o cortes masivos de luz. Juan José, uno de los despedidos, explicó: “Buscamos construir un frente único que nos permita convocar a una gran asamblea de trabajadores para reclamar contra el gobierno de Milei y el de Kicillof. Es necesario unificar los conflictos y avanzar con una agenda común”. Además, subrayó que no están luchando “contra una injusticia”, sino “por un trabajo y una jubilación digna”.

Justamente los jubilados, que el último miércoles volvieron a manifestarse en el Congreso, también formaron parte del reclamo. Nora Biaggio, referente del Plenario de Trabajadores Jubilados, sostuvo: “El plan de lucha de los jubilados es apoyar todas las luchas, porque estos trabajadores, como no van a llegar a los treinta años de aportes que exige la ley, no van a poder jubilarse si la situación sigue así”. Durante el breve acto, con un discurso enérgico, convocó a una marcha multitudinaria para el 16 de julio: “Con los jubilados adelante y los trabajadores acompañando”.

En otro sector de la plaza, más trabajadores sumaban sus reclamos. Alejandro Martínez fue despedido de Georgalos el 5 de junio. “No por nuestras obligaciones, sino por nuestros derechos”, denunció, y afirmó: “Ejercimos el derecho a huelga convocado por el sindicato y, como represalia, echaron a cinco de los 90 que participamos, incluido yo. Quieren inventarnos causas con fundamentos falsos”. Sobre la jornada, opinó: “Nuestras problemáticas son similares, y es nuestro deber ejercer el derecho a huelga”.

“Shell discrimina y contamina”, decía otra de las grandes banderas que flameaban. Gustavo y Fernando la sostenían vestidos con el uniforme rojo de la empresa de hidrocarburos. Gustavo relató que fue despedido “por denunciar las condiciones insalubres de trabajo en la refinería”. Fernando consideró “casi natural” que los reclamos se unan, y remarcó: “La clave es seguir ganando las calles, para que no haya más familias afuera”.

A pocos metros, trabajadores de Pilkington —una empresa global de fabricación de vidrio con fuerte presencia en la industria automotriz argentina— también alzaban su voz. “Número uno en discriminar”, decía el cartel bajo su logo. Jorge González, uno de los despedidos, contó que, pese a tener un fallo de reincorporación avalado por la Corte Suprema, la empresa se niega a acatarlo, escudándose en que no respetan las leyes argentinas, sino las de Gran Bretaña y Japón, de donde son sus dueños. “Está muy difícil la justicia. Por eso hay que luchar todos juntos para salir de esto”, sostuvo.

Vanina Roda también estaba presente. Fue empleada de PepsiCo hasta que la empresa cerró su planta en 2017 y los trabajadores fueron desalojados violentamente. “Exigimos justicia por los trabajadores de PepsiCo 2017-2025”, señalaba su cartel, en referencia a una lucha que lleva más de ocho años, con un proceso judicial que les dio la espalda. Según los extrabajadores, podrían ser reubicados en otras sucursales de la misma compañía que operan con maquinaria similar. “Es difícil sostener un reclamo tan largo, pero se puede. Es una cuestión de moral. Ellos juegan con ella para tirarnos abajo, pero nosotros seguimos firmes”, afirmó. Sobre la articulación con otras protestas, añadió: “Ellos se unieron a nosotros y viceversa. Siempre estamos”.

También hubo presencia del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (SUTNA). Daniel Bobadilla, miembro de la Comisión Ejecutiva, explicó que están en conflicto por paritarias. Las empresas les ofrecen aumentos por debajo de la inflación, por lo que comenzaron una serie de paros en Bridgestone, Fate y Pirelli. “Tenemos que estar más unidos que nunca y apoyar a quienes están siendo atacados por este gobierno cínico”, declaró.

“Unidad, de los trabajadores”, fue el único cántico que logró levantar todas las voces en la jornada. Unas simples palabras que sintetizaron el espíritu de la protesta, donde distintos trabajadores, de diversos sectores, lugares y reclamos, unieron sus fuerzas para manifestarse ante la falta de respuestas tanto del gobierno como de las conducciones sindicales.

 

“Sin residentes, no hay salud pública”

“Sin residentes, no hay salud pública”

Residentes del Garrahan y otros hospitales públicos rechazan la decisión oficial de convertirlos en becarios y reclaman la apertura urgente de nuevas instancias de diálogo.

Residentes del Garrahan, junto a sus pares de otros hospitales, encabezaron este jueves un acto en Plaza de Mayo para denunciar la precarización laboral que implica el nuevo régimen que implementó el Ministerio de Salud de la Nación.

«Pretende transformar lo que hasta ahora era un régimen formativo en servicio, remunerado y con derechos reconocidos, en un esquema de becas sin vínculo laboral claro, sin aportes y con importantes recortes en licencias, descansos y condiciones de trabajo», criticaron desde la Asamblea de Nación a través del comunicado leído en el acto.

Tras la tradicional marcha de Madres de Plaza de Mayo, y a pesar del frío, los primeros profesionales de la salud, además de agrupaciones de izquierda, comenzaron a llegar pasadas las 16 bajo la consigna “sin sistema de residencias, no hay salud pública”.

 

Pasadas las 17, hora anunciada para la conferencia de prensa de la Asamblea del Hospital Garrahan, se procedió a leer el comunicado, en el que apuntaron contra el gobierno nacional. Exigieron la derogación de la Resolución 2109/2025 y la apertura urgente de nuevas instancias de diálogo.

Resaltaron la importancia de las residencias hospitalarias como espacios de capacitación y especialización destinados a egresados de carreras como medicina, enfermería, psicología, bioquímica, entre otras, en el marco de trabajo asistencial académico supervisada por profesionales con años de experiencia.

Además, enfatizaron que este modelo, que rige Argentina desde hace más de 30 años y se ha ido perfeccionando a través del tiempo, «ha garantizado personal altamente capacitado en cada rincón del sistema» y que la nueva normativa «desmantela sus bases fundamentales».

La secretaria general de la Asociación de profesionales y Técnicos, Norma Lezana, en diálogo con ANCCOM, remarcó que fue una “decisión completamente unilateral del ministro de Salud Mario Lugones”: «Es el COFESA, Consejo Federal de Salud, el que regula las residencias desde hace mucho tiempo en nuestro país». Además, comentó que están llevando adelante un recurso de amparo y seguirán adelante con la lucha.

La Asamblea de Residentes y Concurrentes de Capital Federal busca realizar una marcha de velas en solidaridad con el Garrahan el próximo jueves 10 de julio, día en que se realizará un paro en el hospital pediátrico.

También está prevista la realización de otra medida de fuerza de 24 horas el próximo 17 de julio, que incluirá una movilización, a partir de las 16, desde el Congreso a Plaza de Mayo, junto a otros sectores.

 

De sueldo formal a beca

Desde el Ministerio de Salud de la Nación, a través de redes sociales, aseguraron que ahora los residentes, quienes se encuentran en su último tramo de formación profesional, tendrán mayor libertad para elegir cómo realizarlo “después de una década de parches improvisados”, a través de la implementación de dos nuevas becas: Institución y Nación; las cuales reemplazan a la vieja modalidad de contrato laboral con sueldo formal.

Sin embargo, los afectados por la decisión, que por hora cobran 3 mil pesos y podrían pasar a cobrar de 2200 a 3200 según la beca, cuestionaron el cambio y aseguraron que, con el nuevo régimen, no podrán acceder a vacaciones, aguinaldo, aportes jubilatorios, ni posguardias (descanso luego de turnos de 24 horas); y que además los obligan a estar más horas trabajando en el establecimiento de salud: pasarán de 70 a 93.

«Lo único que hicieron fue desviar el problema, que ahora la solución la va a tener que dar el hospital, que no tiene recursos. Elegir entre dos vías de precarización, trabajar en negro para alguien que estudió años en una Universidad, no es válido para ninguna carrera ni para ninguna profesión, pero la verdad es que notamos un desprestigio absoluto continuo ante nuestros reclamos», dijo Belén Mansilla, del Garrahan ante los medios tras una pregunta realizada por ANCCOM.

Por su parte, Norma Lezana expresó: «Libertad sin derechos, no es libertad. Es como si fuera también una reforma laboral encubierta. Uno sabe que esos descuentos son los que le garantizan una jubilación, aguinaldo, vacaciones pagas… Cosa que si no tenés esos aportes, no hay garantías en el trabajo; deja de ser remuneración y pasa a ser un estipendio».

Esto es visto como un duro golpe para quienes optan en continuar con su formación para ser especialistas por el exceso de carga laboral. «Si prestas atención a la letra chica tenemos muchas más obligaciones, seguimos sosteniendo las mismas que teníamos, sumando algunas otras y restando derechos. Golpea muy duro el hecho de que sean arrebatados de esta manera tan cruel», opinó Karen Godoy, de primer grado en enfermería en cuidados críticos pediátricos.

Mientras tanto, en la ciudad de Buenos Aires hay incertidumbre ante la posibilidad de que el Gobierno porteño adhiera a la modificación implementada por Nación, algo que pone en alerta la Asamblea de Residentes y Concurrentes de Capital Federal.

Franco Capone, residente de medicina general del Hospital Penna en el CeSAC 35 e integrante de la mencionada asamblea, expresó: «Lo vemos con una preocupación muy grande, porque si pasa en Nación, ¿Por qué no lo van a hacer en Capital? Por eso hicimos una movilización de mil personas, de Callao y Corrientes al Ministerio de Salud, hoy por la mañana (por ayer)».

Por su parte, Norma Lezana expresó: «Libertad sin derechos, no es libertad. Es como si fuera también una reforma laboral encubierta. Uno sabe que esos descuentos son los que le garantizan una jubilación, aguinaldo, vacaciones pagas… Cosa que si no tenés esos aportes, no hay garantías en el trabajo; deja de ser remuneración y pasa a ser un estipendio».

Esto es visto como un duro golpe para quienes optan en continuar con su formación para ser especialistas por el exceso de carga laboral. «Si prestas atención a la letra chica tenemos muchas más obligaciones, seguimos sosteniendo las mismas que teníamos, sumando algunas otras y restando derechos. Golpea muy duro el hecho de que sean arrebatados de esta manera tan cruel», opinó Karen Godoy, de primer grado en enfermería en cuidados críticos pediátricos.

Mientras tanto, en la ciudad de Buenos Aires hay incertidumbre ante la posibilidad de que el Gobierno porteño adhiera a la modificación implementada por Nación, algo que pone en alerta la Asamblea de Residentes y Concurrentes de Capital Federal.

Franco Capone, residente de medicina general del Hospital Penna en el CeSAC 35 e integrante de la mencionada asamblea, expresó: «Lo vemos con una preocupación muy grande, porque si pasa en Nación, ¿Por qué no lo van a hacer en Capital? Por eso hicimos una movilización de mil personas, de Callao y Corrientes al Ministerio de Salud, hoy por la mañana (por ayer)».

La situación actual

Se viven momentos de angustia ante la situación, que se da en medio de una crisis sanitaria y un avance a un ajuste laboral en la salud pública nacional, con consecuencias en todo el personal.

«Estamos muy preocupados porque una flexibilización de transformar nuestro trabajo con posibilidad de despidos sin un contrato laboral acorde, sin antigüedad, ni recibo de sueldo para presentar en un alquiler o incluso en préstamo; nos va a llevar a que menos médicos quieran elegir el sistema de residencias y que menos médicos quieran ser especialistas», comentó Julián de Luca, residente tercer año de pediatría y neonatología.

Entre las consecuencias por tener salarios bajos, se encuentran el no poder llegar a fin de mes con su salario y tener que recurrir a ayuda familiar. «Yo personalmente recibo ayuda de mis padres, sino me puedo sostener. ¿Cómo podés pagar un alquiler, que hoy están caros en la Capital Federal? Acá los alquileres son elevadísimos», manifestó el joven.

Clara, quien se encuentra en el cuarto año también en el Garrahan, dijo: «Tuve que rescindir el alquiler porque no lo podía pagar más y volver a la casa de mis padres. Tengo 30 años, alrededor de 12 años de formación, una matrícula que me habilita ejercer la medicina y esa es mi situación económica».

A su vez, aclaró que hay algunos que tienen pocas posibilidades para recurrir a otros trabajos complementaros debido a la carga laboral: «No tenemos opciones reales de suplementar un sueldo de la precarización que les venimos comentando. Además, nuestro contrato tiene un carácter de exclusividad, así que no estamos habilitados en realidad para trabajar por fuera de esto».

Mientras tanto, deben sostener la atención de los pacientes y, a su vez, continuar capacitándose para ser especialistas de cara a futuros empleos laborales, lo cual le agrega una mayor carga horaria por fuera del horario de trabajo.

«Vos llegás a tu casa y todos los días tenés que hacer algo: preparar una clase, un proyecto de investigación, una disertación, lo que sea. Nunca dejás de estar ahí, sino que tu mente está 24/7 adentro del hospital», observó la enfermera Godoy.

Quienes ingresan, deben primero ser evaluados antes de estar en contacto con los pacientes, en el marco de la capacitación. En sus palabras: «El primer mes estuvimos haciendo cálculos de medicaciones para poder recién ahí decir que estamos aptas para tocar un medicamento para un niño».

 

El Bonaparte

Residentes del Hospital Nacional Laura Bonaparte de salud, establecimiento que viene desde octubre de 2024 con un intento de cierre y el despido de casi un tercio de la planta, estuvieron también presentes para acompañar a sus pares del Garrahan, mientras ellos no vieron nuevos ingresos en el último tiempo.

«No nos dieron cupos para que ingresen residentes nuevos, sino que cerraron puestos de Jefatura de varias disciplinas de nuestra residencia, en el último tiempo nos estuvieron rechazando los títulos de la especialidad, o sea que estamos terminando la residencia y no nos dan los títulos de especialista», expresó.

Consultado sobre los efectos de las medidas tomadas por Nación, respondió a ANCCOM: «Esto de cambiar de ser un empleado del Ministerio de Salud a pasar a ser un becario, significa un recorte y una precarización laboral que estuvo circulando todos estos días o desde en realidad hace muy poquitas horas».

Por el momento, a pesar de promesas de que no les modificarán el régimen vigente, se mantienen en alerta ya que el mismo estaba en base a una reglamentación que fue derogada y reemplazada, por lo que deberán ser cuidadosos ante una noticia muy reciente en la que no se encuentran todavía interiorizados de las consecuencias.

Alarma por el trabajo infantil

Alarma por el trabajo infantil

Las infancias rurales siguen siendo las más afectadas y las cifras confirman lo que ya se sabe: a mayor pobreza, menos acceso a los derechos fundamentales. Especialistas vinculados a la Asociación Conciencia y la Defensoría del Pueblo de la provincia describen el panorama y advierten sobre la urgencia en las niñeces.

Los escasos datos actuales sobre trabajo de niños y niñas ya resultan alarmantes y evidencian la urgencia de un cambio de paradigma que priorice la protección integral de las infancias, de una vez y para siempre.

En Argentina, la crisis social, política y económica constituye un factor estructural que no puede ignorarse. En las zonas rurales, el 19,8% de los niños de entre 5 y 15 años trabaja, al igual que el 43,5% de los adolescentes de entre 16 y 17. La infancia rural sigue siendo la gran excluida: a mayor pobreza, menor acceso a derechos fundamentales como la salud y la educación. Prueba de ello es que el 45,5% de los varones y el 23% de las mujeres que trabajan en el mercado laboral no asisten a ningún establecimiento educativo. En este contexto, se perpetúa un entorno que, lejos de protegerlos, naturaliza y reproduce el trabajo infantil.

Conciencia es una asociación civil sin fines de lucro, integrada por profesionales especializados en múltiples disciplinas, que desarrolla continuamente programas afines a las necesidades de distintas comunidades del país. Trabajan hace más de 20 años en articulación con instituciones y organizaciones con anclaje territorial, respetando los saberes de sus habitantes, la historia y cultura de cada comunidad. En comunicación con ANCCOM, Salomé San Martín, líder del eje programático -que se suma al de Empleabilidad y al de Participación-, plasma su preocupación: “Nuestra estrategia está vinculada con el trabajo en contexto de ruralidad previniendo, identificando y luchando en contra de situaciones de trabajo infantil y adolescente. Trabajamos principalmente en Misiones, Jujuy y Salta con esta problemática, ya que en las actividades rurales es muy propenso el trabajo infantil, como en la frutihortícola, yerbamate, tabacalera o la floricultura, espacios donde históricamente niños y adolescentes han trabajado”.

«El 20,2% de los estudiantes que cursan sexto grado de la primaria se ausentan a la escuela por tener que colaborar con tareas domésticas, cuidar a familiares o trabajar. Esta proporción aumenta en los últimos años de la secundaria, alcanzando cerca del 50%,» dice Martello.

La representante de la asociación comenta que la deserción escolar está totalmente vinculada al trabajo infantil. Los niños y niñas no contenidos están expuestos al trabajo tanto fuera como dentro de sus casas -viéndose los casos de trabajo doméstico sobre todo en las niñas-, una exposición que se ve profundamente agravada frente a la falta de acceso a comunicación, educación, clubes recreativos y actividades extracurriculares.

“Si bien hoy en día hay políticas y leyes que lo prohíben, no hay tanto control sobre su cumplimiento”, agrega San Martín, y destaca un dato clave: “No hay cifras oficiales porque el trabajo infantil es un delito. Que exista un registro oficial pondría de manifiesto que ocurre en nuestro país, lo cual va en contra de nuestra Constitución Nacional y de los tratados internacionales a los que adherimos”.

Según un informe del Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, bajo la coordinación del Defensor del Pueblo Adjunto de la provincia de Buenos Aires, Walter Martello, el 20,2% de los estudiantes que cursan sexto grado de la primaria se ausentan a la escuela por tener que colaborar con tareas domésticas, cuidar a familiares o trabajar. Esta proporción aumenta significativamente en los últimos años de la secundaria, alcanzando cerca del 50%, y se profundiza especialmente entre los sectores más vulnerables.

“La inasistencia escolar ligada al trabajo infantil no solo vulnera el derecho fundamental a la educación, sino que también perpetúa ciclos de pobreza y limita las oportunidades futuras de miles de niños y adolescentes», remarcó Martello, quien también señaló la necesidad urgente de fortalecer las políticas públicas orientadas a prevenir y erradicar esta problemática. “Es fundamental que se refuercen los programas de apoyo a las familias en situación de vulnerabilidad, que se garantice el acceso a espacios de cuidado adecuados y se impulse la concientización sobre los graves perjuicios que el trabajo infantil ocasiona en el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes», agregó el Defensor del Pueblo Adjunto.

Martello también advirtió sobre los reiterados llamados de atención de organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que alertan sobre un posible incremento del trabajo infantil a nivel mundial, particularmente en contextos de crisis económicas y sociales, algo con lo que coincide Salomé San Martín, quien agrega que “es muy importante el acuerdo entre sectores, ya que no es un problema del Estado, ni algo que pueda abordar la sociedad civil o el sector privado en soledad. Se necesitan acuerdos integrales”.

¿Qué hacer ante un panorama tan desalentador? Actuar. En ese sentido, la Asociación Conciencia da el ejemplo. “Para nosotros –resalta San Martín- es muy importante trabajar esta problemática con el Gobierno y con los sectores productivos, que son quienes deben velar principalmente porque en sus producciones no haya trabajo infantil. Por más que acompañemos y generemos talleres y proyectos, son las cabezas de esos negocios y actividades las que tienen mayor responsabilidad. El diálogo con el sector público y privado es fundamental, ya que nuestros proyectos son de gestión integrada”. Con sus proyectos de trabajo territoriales, llegan a lugares y familias donde no llega nadie, casos a 17 kilómetros de la ruta, con camino de ripio. Otorgan becas, trabajan con infancias desescolarizadas, con trabajadores rurales compartiendo estrategias para la prevención de accidentes en el trabajo, enfermedades vinculadas al mismo y el desempleo, abordan una línea de acompañamiento familiar integral, visitando familias para ayudarlas en cuestiones administrativas y el acceso a derechos. Para el 12 de junio, el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, se realizaron dos eventos grandes en Jujuy y Misiones, con diferentes actores, entre ellos COPRET, RENATRE, gobernaciones locales, intendencias y actores del sector privado.

“Es una problemática compleja y multifactorial. Tiene un montón de aristas desde las que se puede abordar. La combatimos con el acceso a la salud, a mejorar sus condiciones de vida, a tener una vivienda digna, a la educación… Nuestra perspectiva es desde el acceso a derechos”, concluye San Martín.

Cuarto mes de toma en la gráfica Morvillo

Cuarto mes de toma en la gráfica Morvillo

Los trabajadores y las 240 familias que vivían de esos salarios se oponen al cierre y exigen la continuidad productiva.

Tras 50 años de actividad, en febrero de este año las máquinas de la gráfica Morvillo dejaron de imprimir. Ante la baja en la productividad, sus dueños presentaron la quiebra. Desde entonces, los trabajadores permanecen en la planta ubicada en Avellaneda en rechazo al cierre y en defensa de sus puestos de trabajo. Ya llevan más de 115 días de ocupación y reclaman la intervención del gobierno provincial para retomar la producción.

“El 25 de febrero nosotros trabajamos hasta las 10 de la noche. A las 23:30 nos llega un mensaje de WhatsApp de la empresa diciendo que cesaban las tareas, que al otro día no teníamos que presentarnos y debíamos esperar instrucciones. En ese momento nos pusimos a discutir la necesidad de volver a la fábrica para ver de qué se trataba”, recordó Enrique Andina, miembro de la Comisión Interna de Morvillo. “Cuando nos hicimos presentes, ya no discutimos qué teníamos que hacer, sino que empezamos a ver por dónde entrar”, continuó.

El comunicado enviado por el directorio anunciaba el cese de actividades a partir del primer turno del 26 de febrero. El texto acusaba una caída del 63% en el volumen de producción debido a la pérdida de varios clientes importantes, aumentos en los precios de los insumos y la exigencia de pago adelantado por parte de los proveedores de papel. El pedido de quiebra fue rechazado en primera instancia por la justicia, pero finalmente fue aceptado tras una apelación.

La principal producción de Morvillo eran catálogos y revistas. Al igual que el resto de la industria gráfica, sufrieron el avance de la tecnología y la digitalización, a la que, en este último tiempo, se sumó la recesión económica.  “Se olfateaba que algo iba a pasar. Nosotros lo veíamos por el lado de los despidos, que era lo que la patronal hacía correr muy fuerte”, señaló Sebastián Rodríguez, quien dedicó más de la mitad de sus 48 años de vida a la empresa y también forma parte de la comisión interna. Luego del anuncio, los dueños no volvieron a aparecer: no se presentaron a la conciliación obligatoria ni dieron mayores explicaciones a sus empleados, cuyas indemnizaciones aún deben resolverse por la vía judicial.

“Abajo la quiebra fraudulenta”, “240 familias en la calle”, “Que ningún taller imprima nuestros trabajos mientras dure el conflicto”, dicen algunos de los carteles pegados en la fachada de la imprenta, que cumple cuatro meses sin operar. La principal demanda apunta a revertir esta situación: que el gobierno provincial intervenga para garantizar la continuidad productiva. “No solamente nos aseguraría el laburo a nosotros, sino que tiene una utilidad pública. Tenemos la capacidad para hacer manuales y libros para los 135 municipios de la provincia. También boletas electorales. Tenemos las máquinas preparadas y gente capacitada para hacer esos trabajos. Hay compañeros con muchísimos años de antigüedad, el promedio de la compañía es de 25, 30 años”, aseguró Andina. 

Luego de idas y venidas, una primera reunión hace aproximadamente dos meses con autoridades del municipio de Avellaneda y una movilización a La Plata donde fueron recibidos por funcionarios de la provincia, los trabajadores pudieron presentar su reclamo. Sin embargo, a más de 20 días de la última reunión, siguen sin recibir respuestas. Por esa razón, el pasado jueves 19 realizaron una manifestación en Puente Pueyrredón, que contó con alta presencia policial.

Los días pasan y en la planta reina la incertidumbre. Son más de 200 los trabajadores que en febrero sufrieron la pérdida de sus empleos. Hoy se enfrentan a las dificultades de volver al mercado laboral con más de 45 años de edad y, muchos de ellos, con problemas físicos por las características demandantes del trabajo en la fábrica. Sus ingresos se limitan a lo provisto por el fondo de desempleo, que en junio tuvo un tope de $313.400. “Nadie vive con 300 mil pesos. Necesitamos sostenernos de alguna manera. Hay compañeros que vienen haciendo changas. Es una situación muy complicada”, afirmó Andina. Ante esta dificultad, crearon un fondo de lucha con el alias morvilloenlucha para recibir colaboraciones y poder continuar con la medida de fuerza.

Mientras esperan la contestación del gobierno de Kicillof, los trabajadores también pelean contra el remate de los bienes de la empresa, patrimonio del que obtendrían las indemnizaciones que les corresponden. “Están tirando abajo los precios de una manera descomunal. Si nosotros no continuamos productivamente y tenemos que cobrar la plata, la cobramos de la venta del inmueble y de los muebles. Con los precios por el piso no vamos a ver ni un peso”, explicó Rodríguez. “Tenemos otra pelea con el síndico, que nos viene diciendo que sobre el inmueble nos correspondería, en cuanto a saldo indemnizatorio, solamente la mitad. Un acreedor puede llegar a cobrar la totalidad de su deuda y nosotros solo el 50%”, agregó Andina. El viernes ambos se presentarán a una nueva audiencia como representantes y miembros del comité de control del proceso de quiebra, donde, según sus testimonios, se seguirá tratando el tema de la tasación.

A la par del reclamo por la continuidad productiva está la posibilidad de entablar un vínculo con Desarrollo Social para que atienda las necesidades específicas de los despedidos. Muchos padecen alguna enfermedad o tienen familiares enfermos con necesidad de tratamiento y perdieron la cobertura médica. Las problemáticas que enfrentan desde el cierre de la imprenta son numerosas. Para los trabajadores, la permanencia en la planta y la custodia de los medios de producción, ya sea para retomar la actividad o cobrar una compensación, es la única manera de velar por sus intereses, aún cuando no cuentan con el apoyo de su sindicato. “No se puede obviar el rol de la Federación Gráfica Bonaerense. No sólo no mueve un dedo, sino que milita activamente contra nuestra lucha”, denunció Rodríguez, y afirmó que solo los incitan a esperar el cobro por la venta del inmueble.

El cierre de la gráfica no solo tuvo consecuencias económicas, sino también emocionales. “Vos armás tu vida en función al trabajo. Se te cae el organizador social y se te descalabra un poco todo. El nuevo escenario sin un peso en la calle es muy complicado. Eso afecta emocionalmente, de hecho tenemos compañeros afectados que empezaron tratamiento psiquiátrico”, dijo Rodríguez. 

Alejandro Mereles llevaba más de 30 años en la empresa. Falleció a los 20 días de ocupación. “Fue un golpe muy duro para él el tema del cierre. Esos primeros 20 días fueron los más álgidos, nadie sabía qué iba a pasar y Ale estaba firme ahí. Fue uno de los pioneros en la organización de la fábrica. Perdimos a un gran compañero”, comentó Andina. La bandera con el rostro de Mereles acompaña a los trabajadores de Morvillo en todas las actividades y movilizaciones.

Unidad de los trabajadores

A pesar de todo, la lucha dentro y fuera de la planta continúa. En estos cuatro meses se realizaron festivales, plenarios, manifestaciones y otras actividades en pos de visibilizar estos reclamos. Los trabajadores destacan el apoyo que han recibido de parte de familiares, vecinos, organizaciones sociales y obreros que corrieron la misma suerte que ellos con otras empresas, como fue el caso de Secco. “Nosotros venimos acompañando varias luchas, así como a nosotros nos vienen acompañando, porque eso hay que mencionarlo, la solidaridad es enorme”, sostuvo Andina. En las movilizaciones pueden verse carteles en apoyo a los jubilados y los médicos del Garrahan. Las banderas colgadas en la entrada de la gráfica apuntan a la unidad de todas las demandas obreras. “Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro” se lee en una de ellas.

“O te resignás o luchás. A los trabajadores no nos queda otra que salir a luchar”, sentenció Rodríguez. Los trabajadores de Morvillo afrontan cada nuevo día, cada turno de vigilancia en la gráfica, cada audiencia, cada actividad con esa misma convicción.

¿Se acabó el desempleo?

¿Se acabó el desempleo?

El índice de desempleo no crece al ritmo de la crisis económica. La salida laboral a través de las plataformas digitales, como los servicios de delivery, maquillan la desocupación. Sin embargo, ante el aluvión de personas que se vuelcan a esta tarea, los ingresos comienzan a mermar y esa salida ya no parece tan apetecible.

Argentina atraviesa actualmente una contracción económica profunda. La actividad cayó un 1,8% en 2024 mientras el consumo se derrumbaba un 18%, en comparación con el año anterior, que a su vez ya había sido también marcado por una fuerte crisis. A esto se suma una inflación todavía elevada —aunque menos visible en las estadísticas oficiales— y un fuerte ajuste fiscal equivalente al 4,7% del PBI.

Estos indicadores no son solo números: tienen consecuencias concretas en la vida de las personas. Los ingresos pierden poder de compra, el empleo formal disminuye y cada vez más personas se ven obligadas a buscar formas de subsistir fuera del mercado laboral tradicional.

Una salida que se repite

En este escenario, miles de personas recurren al trabajo a través de plataformas digitales como Rappi, Uber, PedidosYa o Mercado Libre para generar ingresos de forma inmediata. Son empleos sin relación de dependencia, con horarios flexibles, pero también sin derechos laborales básicos ni garantías de estabilidad.

Este fenómeno recuerda, de alguna manera, lo ocurrido durante la crisis de 2001. En ese momento, la caída del régimen de convertibilidad —establecido por el gobierno de Carlos Menem en 1991— dejó a millones de personas sin empleo. El “uno a uno”, que había equiparado el peso al dólar, se volvió insostenible y colapsó en medio de una de las peores crisis económicas y sociales del país.

Con un Estado que se corría y no daba respuestas, miles de personas despedidas buscaron subsistir a través del autoempleo: muchos utilizaron sus indemnizaciones o ahorros para comprar un taxi, remis o para abrir pequeños comercios, kioscos y almacenes. No eran proyectos soñados, sino salidas de emergencia en un contexto de alta inestabilidad. Hoy, el trabajo en plataformas cumple un rol similar: ofrece una solución rápida frente a la falta de empleo formal, aunque con condiciones laborales precarias y bajo el control de un algoritmo.

Trabajar para Rappi, Uber o PedidosYa se instaló en los últimos años como una forma de manejar los propios tiempos, de ser tu propio jefe. También representa una alternativa temporal para quienes fueron despedidos o buscan evitar caer en la desocupación, “para no caerse del mapa”. Así lo explica Belén D’Ambrosio, repartidora y secretaria del Sindicato de Trabajadores de Reparto por Aplicación (SiTraRepA).

Para el abogado laboralista Juan Manuel Ottaviano, especializado en derecho del trabajo y seguridad social, el empleo en plataformas reemplaza una parte de los puestos perdidos tanto en el mercado registrado como en el informal. “Por eso el nivel de ocupación varió poco”, señala. La desocupación no creció al mismo ritmo que la crisis económica, pero sí aumentó la subocupación. Dentro de ese grupo se encuentran muchos repartidores y conductores que figuran como monotributistas o directamente trabajan sin registrar, sin aportar al sistema de seguridad social.

El informe “¿Recuperación ilusoria?”, del instituto de investigaciones sociales Gino Germani, explica este fenómeno: “La destrucción de empleo formal (particularmente en el sector privado registrado) no ha sido compensada por la creación de puestos de calidad, sino por la expansión del cuentapropismo precario y la informalidad laboral.”

En 2022, la desocupación fue del 6,3%, y en 2024 se ubicó en 6,4%. Muy lejos del 18,3% alcanzado en 2001. La diferencia principal es que hoy es más fácil acceder a un empleo (o algo parecido), aunque sea mal pago y riesgoso. Por eso, está lejos de ser cierto —como asegura el diputado radical Martín Tetaz— que “el desempleo se terminó”. Estos nuevos trabajos no ofrecen estabilidad ni protección a largo plazo: son solo una forma de no quedarse sin ingresos.

Sin embargo, en la medida de que más gente recurre a las plataformas que solo responden a las leyes de la oferta y la demanda para asignar salarios y tareas, resulta cada vez más difícil ganarse la vida con ellas. Para las plataformas, más empleados significa más competencia entre ellos y más posibilidades de reducir costos.

“Se acabó el mito de ser tu propio jefe”, explicita D’Ambrosio. Las aplicaciones ya no pagan lo que pagaban antes por la sobreoferta de trabajadores, a los cuáles las empresas nunca reconocieron como tales. Por eso no tienen cobertura de ART, vacaciones, obra social, aguinaldo ni un sueldo básico que brinde una mínima seguridad. En el mejor de los casos, ganan un poco más si llueve. Pese a esta precariedad, muchos se inscriben como monotributistas, por lo que figuran en las estadísticas como cuentapropistas, aunque estén lejos de tener autonomía real.

 

Gig economy

 Las plataformas operan bajo el modelo de la economía colaborativa, o gig economy. Básicamente, lo que antes llamábamos changas y trabajos por encargo, sin un contrato permanente. Son trabajos flexibles, con todo lo bueno y lo malo que eso incluye. Dan cierta libertad de elección respecto de en qué días y horarios trabajar. Sin embargo, esa libertad se ha vuelto otra pequeña mentirita del capitalismo neoliberal que habitamos porque, como dice Manuel, conductor de Uber desde hace dos años y exrepartidor de Rappi, “terminás trabajando en los horarios de alta demanda, para cubrir los gastos del auto y para llegar a fin de mes”. Enrique, que reparte para Pedidos Ya los siete días de la semana, con jornadas de más de 10 horas cuenta: “Hacemos lo que haga falta para juntar para el alquiler, la comida, el celular”.

Lautaro también trabaja para PedidosYa, pero en moto, y, al sumarse a la conversación, aclara que gana mucho más que cuando andaba en bicicleta, pero también gasta mucho más: “Los gastos fijos de la moto son otra cosa. Cuando repartía en bici, era toda para mí, ahora tengo que pagar la nafta, los arreglos. Hace un mes me chocaron y tuve que trabajar más los fines de semana para cuadrar esos extras”.

En moto, Lautaro hace hasta 40 mil pesos diarios y hasta 4 entregas por hora, en promedio, gana 160 mil pesos a la semana. Cuando repartía en bici, también por 5 días a la semana, estaba más cerca de los 70 mil semanales, pero solo tenía algún gasto ocasional de la bici. Manuel lo confirma, y cuenta que su mentalidad en bici era la de un atleta, “solo gastaba en Gatorade y pedaleaba 50 kilómetros diarios”.

 

Las crisis cambian el trabajo

Ottaviano explica que “los trabajadores de plataformas son reconocidos legalmente como cuentapropistas, pero las características de su trabajo son objetivamente de dependencia. Más allá del tipo de organización horaria del trabajo en plataformas, los conductores y repartidores dependen de que las distintas aplicaciones les asignen pedidos y viajes”. También dependen de que el algoritmo no los bloquee y de que les paguen en tiempo y forma por los servicios prestados.

Estas aplicaciones ejercen tácticas de control, seguimiento y premiación -o, por el contrario, castigo a los riders que rechazan viajes o tardan demasiado en hacer una entrega o se salen de la ruta recomendada- y demuestran lo que D´Ambrosio y el SiTraRepA denuncian hace rato: que no se trata de socios colaboradores, ni de autónomos, sino de trabajadores bajo dependencia de las empresas de aplicaciones de reparto.

“Estas empresas actúan como fantasmas, porque los riders no podemos hacer ningún reclamo respecto de las condiciones laborales. Están encubriendo una precarización laboral muy marcada: pagan entre 1.000 y 2.000 pesos por pedido entregado”, remarca D’Ambrosio. ¿Por qué pagar más si hay muchos trabajadores que saben que no pueden volver a sus casas con las manos vacías? Aquellos que acepten un mayor grado de explotación serán los que terminen trabajando.

Tanto los conductores como los repartidores coinciden en que la demanda de viajes ha bajado en los últimos meses, a tono con las políticas recesivas del gobierno de Javier Milei y la caída del consumo que esta implica, algo empeorado por la sobreoferta de trabajadores que ofrecen esos servicios. La caída en la demanda, además, obliga a los repartidores “a trabajar durante más horas y en las zonas de más alta demanda”, para cubrir sus necesidades básicas, y “llegar a los 800 mil pesos de un sueldo mínimo”, relata Ramón, repartidor de Cabify, que entrega los pedidos de delivery de Mercado Pago Envíos.

En este nuevo esquema, la promesa de autonomía y libertad que ofrecen las plataformas contrasta con las condiciones reales de quienes trabajan en ellas. Lejos de ser socios, los repartidores y conductores cumplen funciones vitales para las plataformas que, además, son extranjeras y se llevan las divisas que escasean en el país. Además, las plataformas modifican sus algoritmos sin dar explicaciones.

Tal como advierte un reciente informe del Instituto de Investigaciones Sociales Gino Germani, “los trabajadores argentinos están sosteniendo su subsistencia mediante el deterioro de su calidad de vida, sacrificando tiempo personal, bienestar físico y reservas económicas”. Esta no es una recuperación: es una forma de sobrevivir en un mercado que ofrece menos derechos, más inestabilidad y que desplaza el riesgo hacia quienes menos pueden afrontarlo.