“Tratamos de proteger el hábito de ir al cine”

“Tratamos de proteger el hábito de ir al cine”

La historia del Cine Club Núcleo incluye hitos como ser el primer espacio en difundir a directores como Ingmar Bergman en el Río de la Plata, así como ser emblema de lucha contra la censura de la dictadura. Su director, Alejandro Sammaritano, hijo del fundador, comparte sus entrañables recuerdos y reflexiona sobre la experiencia cinematográfica.

Frente a la Plaza del Congreso, la sala principal del Cine Gaumont se encuentra repleta de adultos mayores bien vestidos y perfumados para la ocasión. Cuando empieza la película –la multipremiada Puán–, el reflejo de la pantalla deja ver los cabellos blancos de un público cinéfilo (y combativo) desde su juventud, que hoy sigue asistiendo a las funciones presenciales.

Ante el avance de las plataformas de streaming y la habitual programación de las salas comerciales, se vuelve imprescindible la preservación de espacios como el que constituye, desde 1952, el Cine Club Núcleo, para compartir el hábito y recordar tiempos pasados en los que el acceso no era para todos.

Fundado por Salvador Sammaritano, un ícono de la crítica cinematográfica argentina, desde 2001 Cine Club Núcleo es dirigido por su hijo, Alejandro Sammaritano, quien tras el fallecimiento de su padre, en 2008, tuvo que decidir si continuar con el bien de familia que tenía un valor emocional y espiritual muy grande o seguir siendo un “oscuro” contador de una empresa metalúrgica. Eligió la primera opción y continuó viviendo el cine cada día de su vida.

¿Qué diferencias encontrás en los objetivos actuales de Cine Club Núcleo y los que motivaron su creación?

Núcleo nació para tratar de facilitar al público el acceso a películas que de otra forma no podría ver nunca. Ese objetivo ahora se desvirtuó porque existe la posibilidad de verlas en el celular y, antes que no verlas, es mejor opción. Considero que se modifica mucho la percepción teniendo en cuenta que la concentración y la estética visual es diferente. Por eso lo que tratamos de proteger actualmente es el hábito de ir al cine, el hecho de estar sentado con un montón de gente que no conocés, pero con la que compartís sentimientos similares. Son prácticas que se pierden estando sentado en el living de casa.

Durante la dictadura, se planificaban excursiones a Uruguay desde la mañana temprano hasta la noche y los socios iban a ver cuatro películas en el día que estaban prohibidas en Argentina.

Alejandro Sammaritano

Núcleo continuó su actividad durante la última dictadura, ¿cómo convivieron con la censura?

La lucha contra la censura hoy parece una cosa lejana, pero fue lo más emblemático de Núcleo. Los que lo vivimos sabemos lo duro que es: había un tipo que arbitrariamente decidía qué películas se podían ver y cuáles no. Lo que hizo el cine club fue organizar un “contrabando visual”. Se planificaban excursiones a Uruguay desde la mañana temprano hasta la noche y los socios iban a ver cuatro películas en el día que estaban prohibidas en Argentina, tales como La última tentación de Cristo, Emmanuelle, Último tango en París y La Naranja Mecánica. Miguel Paulino Tato, a quien Charly García bautizó como el “Señor Tijeras”, fue uno de los censores más destacados de la época y tenía una visión elitista de la cultura. Con el tiempo, mi viejo llegó a un acuerdo de pasar ciertas películas con la condición de no anunciarlas públicamente, pero en el contestador telefónico –que era el medio de difusión de las programaciones– se decía “hay un importante preestreno” y la sala se llenaba, porque todos sabían que era una película prohibida.

¿Cuándo adquirió popularidad Núcleo?

En un principio empezó con un grupo de amigos del barrio de Colegiales, con la palabra “núcleo” uno se imagina una cosa restrictiva, pero lo que querían era que ese núcleo se agrandara y difundir el buen cine, entonces repartían volantes en la calle. De a poco comenzaron a conseguir mayor cantidad de películas, les prestaron algunos sótanos más grandes y había inclusive un arquitecto que les facilitó la casa. Se fue haciendo una cosa popular con películas que realmente no eran convencionales porque no había videocasete, DVD, Blu-rays, había que conseguir el celuloide o el material con la película. Para esto iban a embajadas y a festivales itinerantes a buscarlas, hasta que muchos distribuidores de cine se enteraron de la existencia del cine club y les ofrecieron películas de arte con el objetivo de ver la reacción de la gente y después encarar un lanzamiento. Así se consagró que Cine Club Núcleo tenga preestrenos los martes de películas artísticas. Se podían ver algunas comerciales porque no todo Hollywood es malo, pero se buscaba un cine más alternativo. La programación también se pudo seguir sosteniendo por los contactos que tenía mi viejo con Leopoldo Torre Nilson, Humberto Ríos, José Martínez Suárez, Carlos Sorín, Alberto Lecchi, también con Campanella, que nos dio todas sus películas. Actualmente, muchos periodistas continúan viniendo a ver el preestreno de ciertas películas acá para después criticarlas.

¿Cómo es la gestión del cine club?

Los distribuidores compran las películas y las ceden para el preestreno en Núcleo mediante un acuerdo. Obviamente el cine es un arte, pero no deja de ser un negocio, traer películas te sale guita y si después la gente no va, te fundís. Muchas veces yo las pido por directores, recorrido en festivales o que tengan actores o actrices importantes, pero también hay un asesoramiento implícito de las distribuidoras en la programación, ya que tienen criterio para anticiparnos si la película va o no para el cine club. Tenemos además un montón de gastos fijos que se pagan con la mensualidad de los socios, hoy si no tuviéramos el apoyo del INCAA, que nos presta la sala, no sé si podríamos continuar con esta actividad. Por mes en total son 12 funciones –la actividad en el MALBA los jueves y en el Gaumont los martes y domingos– así que, en términos monetarios, si asisten a todas es muy barato.

Teniendo en cuenta que tienen un público que viene hace años, ¿cómo hacen para que se renueve?

Es complicado, tratamos de interpelar a un público más joven, pero no tienen constancia con una actividad regular como esta. La diferencia con la gente grande es que conforma toda una salida para ellos y en los jóvenes esa práctica no está tan instalada. A su vez, después de la pandemia mucha gente perdió el hábito, cada vez se les hizo más difícil llegar hasta el centro para venir y otros lamentablemente quedaron en el camino. El público de a poco se va renovando pero la realidad es que me da miedo que a largo plazo esto que a nosotros nos gusta tanto se pierda. Hay películas que al verlas en la computadora son seis puntos pero en el cine suben a ocho, las imágenes se ven majestuosas y la experiencia es muy distinta. Por eso, resalto la importancia de salvaguardar estos espacios porque también es cuidar la calidad artística de los filmes.

¿Cómo fue crecer en una casa de cinéfilos?

Yo veía películas desde muy chico. Me acuerdo que un día mi viejo me llevó a ver La conversación, que era durísima. También películas rusas muy buenas, pero a la edad que yo tenía no eran las adecuadas para ver, así que habré dormido un rato. Algunas las volví a ver y me gustaron, otras no. En casa –que era muy chiquita– había un proyector de 16 mm que mi viejo armaba, poníamos un afiche blanco dado vuelta y veíamos las películas para decidir si la programaba para el cine club o no. Así que siempre estuve muy embebido, y eso repercutió en mi formación.

La pobreza sin fin

La pobreza sin fin

El gobierno de Javier Milei recibirá un país con el 40 por ciento de pobres. El plan de ajuste que asoma, probablemente haga crecer ese índice. ¿Por qué las políticas públicas no aciertan con las soluciones?

 

En el primer semestre de 2023, la pobreza en Argentina afectaba al 40,1% de la población según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC). Con la aceleración inflacionaria de estos últimos meses, ese índice seguramente trepó. Este preocupante panorama, combinado con el inminente cambio de gobierno, sitúa en el centro del debate la pregunta por las políticas públicas respecto de esa problemática.

Mariana Heredia, socióloga de la UBA e Investigadora del CONICET, analiza el contexto actual: “La sociedad argentina está en una situación delicada en la que el Estado está desplegando todas las políticas sociales de contención que puede. Todas condiciones que hoy están, dentro de un tiempo pueden no estar”.

Las políticas sociales predominantes en las últimas décadas, tanto en Argentina como en la región, fueron las transferencias de ingresos. Heredia, autora de libros como ¿El 99 % contra el 1%? Por qué la obsesión con los ricos no sirve para combatir la desigualdad sostiene que “estas políticas significaron un gran avance, pero no acabaron por resolver el problema. No terminaron de coordinarse con políticas de bienestar y empleo que permitieran efectivamente que los hogares más modestos pudieran hacer frente a las necesidades más elementales”.

En línea con esta perspectiva, Belén Aenlle, socióloga de la Universidad Nacional del Salvador, doctora en Ciencias Sociales de la UBA y docente de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Moreno, plantea que “la política social en estos 40 años de democracia se ha ido fragmentando. Un mismo grupo familiar puede recibir numerosos programas y sin embargo no cubrir la canasta básica.” Añade: “Las políticas piensan en intervenir sobre las consecuencias de la pobreza, cuando en verdad hay que pensar primero en la redistribución del ingreso, la generación de trabajo y la política social en conjunto”.

La problemática de la pobreza en nuestro país es compleja y su abordaje requiere considerar con urgencia la situación coyuntural. Daniel Arroyo, diputado nacional del FdT y exministro de Desarrollo Social, afirma que hoy el principal problema es el elevado precio de los alimentos que coexiste con salarios considerablemente desmejorados.

“Esto se refleja en dos situaciones. Una es que baja la desocupación, pero la pobreza sube. La otra es que en los barrios hay más actividad económica, pero necesitan el aporte de los merenderos para llegar a fin de mes. Esto quiere decir que los ingresos son muy bajos, producto de la inflación y los altos precios de los alimentos”. El exfuncionario plantea que la principal política social a implementar hoy es la estabilización de los 1.900 productos de la canasta básica, lo que podría marcar un punto de partida para construir políticas destinadas a combatir la pobreza.

Los problemas estructurales de la Argentina demandan transformaciones intensivas, que impulsen mejoras en cada etapa y aspecto de la vida. Frente a un escenario en el cual el 56% de los niños viven en condiciones de pobreza, según mediciones del INDEC, la intervención del Estado en la educación es fundamental.

Arroyo argumenta que “una reforma en la escuela secundaria puede cambiar la realidad social”. La promoción de una escuela moderna, vinculada a la tecnología y con una modalidad más flexible, no solo podría atraer a los estudiantes, sino también proporcionarles instrumentos más efectivos para su futuro.

En la actualidad, la escuela secundaría enfrenta graves problemas de permanencia, falta de incentivos y deserción. Heredia plantea que parte de esta crisis se debe a que “las instituciones educativas hoy no están lo suficientemente equipadas en términos pedagógicos, en cuestiones de infraestructura para despertar el interés de los alumnos, para ofrecerles herramientas para que después consigan mejores trabajos. Esto genera mucha frustración en los jóvenes”. 

La discusión sobre la mejora de las condiciones de vida y la reducción de la pobreza también tiene al sistema laboral como punto central. Aenlle destaca que “las políticas sociales de las últimas décadas no han podido revertir el debilitamiento del empleo asalariado. El trabajo siempre funcionó como gran integrador social y en este contexto se pierde la posibilidad de fortalecer la identidad y los lazos sociales».

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 45% de las y los trabajadores en Argentina están en condiciones de informalidad. Esto implica trabajar en situaciones de máxima vulnerabilidad, con esquemas laborales precarios y desamparados de las protecciones sociales. Arroyo señala que “hay que apuntar a fortalecer la mano de obra intensiva, la construcción, el textil, la producción de alimentos, los sistemas de cuidado y reciclado, donde se desempeñan los sectores más desfavorecidos”.

Otro eje central es el acceso a una vivienda digna. Heredia señala que “existe una generación de inquilinos, formales e informales, que tiene graves dificultades para acceder a la vivienda”. La escalada inflacionaria y los salarios rezagados, anclados en una desprotegida lógica laboral, revelan considerables obstáculos para materializar el proyecto de la casa propia, situación que vulnera los derechos de la ciudadanía.

En paralelo, Arroyo añade que hay un importante problema de vivienda e infraestructura en los barrios populares, donde habitan millones de personas sin acceso a los servicios básicos y en condiciones de precariedad. “Hay políticas que se han llevado a cabo para urbanizar los barrios y deben profundizarse. Se creó un fondo para hacerlo, el Registro Nacional de Barrios Populares. Durante mi gestión urbanizamos 600 barrios, quedan 5.600 por delante”.

El desafío que enfrenta Argentina ante la pobreza demanda una reflexión profunda sobre el impacto de las políticas sociales. Como sostiene Aenlle: “Lo que no podemos poner en cuestión es la necesidad de un Estado presente con políticas de fuerte intensidad, que pueda cubrir el piso mínimo de necesidades de un grupo familiar, que tienda a garantizar trabajo, salud, empleo, asistencia social, educación. Los programas sociales deberían empezar a transformar esa fragmentación para pensar en grandes líneas de políticas públicas”.

De los edictos policiales al matrimonio igualitario | Estuve ahí

De los edictos policiales al matrimonio igualitario | Estuve ahí

Flavio Rapisardi, militante e investigador del movimiento LGTBQI+, recuerda el ensañamiento particular de la dictadura con las diversidades sexogenéricas. Las continuidades durante la democracia, cómo impactó la gentrificación en la comunidad trans, la estigmatización del VIH, el matrimonio igualitario y la historia de la organización del colectivo.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
Atravesados por el femicidio

Atravesados por el femicidio

Organizaciones sociales y movimientos feministas se movilizaron en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Repudio al machismo, reivindicación del derecho al aborto y alerta ante la asunción de Milei.

“Este año no nos alcanzaron las macetas, por eso tuvimos que poner algunas cruces en el piso”, señala Carola Labrador, mamá de Candela Sol Rodríguez, la nena de 11 años que fue secuestrada, violada y asesinada en 2011. Desde entonces, milita para terminar con el flagelo de la violencia contra las mujeres, pero el problema sigue sin resolverse: en 2023, en el país se registró un femicidio cada 27 horas.

En la Plaza del Congreso, los familiares de las víctimas se agrupan bajo el nombre Atravesados por el femicidio. Tiñen un sector de la plaza de color violeta con sus macetas, que llevan una cruz de madera con las fotos de sus hijas, de sus madres, de sus hermanas. Una bandera violeta tejida cubre el piso de la plaza, en cada retazo el nombre en blanco bordado de una de las víctimas. Lucías, Verónicas, Sabrinas, Candelas. “Pasan los años, nos hacemos viejos y se nos va la vida en esto. Exigimos justicia”, dice Carola, mientras otra de las madres se acerca con un paraguas para protegerla del sol, que hace hervir la cabeza a las 14:40 del sábado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Alrededor de las 15:30, la plaza empieza a coparse de personas que llegan desde distintos puntos de la ciudad. Los pañuelos verdes volvieron a anudarse a las muñecas y a las mochilas, las banderas de Palestina conviven con las violetas del Ni una menos y las de las organizaciones sociales. “Basta de violencias machistas, contra el ajuste y Milei, sobre nuestros derechos no pasarán. Alto al genocidio contra el pueblo palestino”, se lee en la bandera que llevan las mujeres y diversidades al marchar hacia Plaza de Mayo.

“En Argentina hay un cambio de gobierno que le declaró la guerra al movimiento de mujeres antes de asumir. Tenemos que reorganizarnos a la luz de la experiencia de estos años” propone Vanina Biasi, diputada electa del Frente de Izquierda. “Si no hay aborto legal, que quilombo que se va a armar”, se canta en las calles como si fuese una tarde anterior al 2020.

Mali tiene 20 años y es estudiante de Trabajo Social. Lleva un collar con un dije con el pañuelo de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y la cara pintada de color violeta. “Escucho a mi familia decir que en los años que vienen no van a salir a la calle por miedo. Yo hoy vine porque con el ajuste que proponen hay muchos derechos en juego”, dice mientras sostiene en lo alto un cartel que exclama “si soltamos las calles, ellos habrán ganado”.

En Plaza de Mayo, un grupo de mujeres hace una ronda. Llevan sus uniformes: trabajadoras de la salud, de la educación y del transporte. “Somos mujeres organizadas y a la derecha le decimos ni un ajuste más”, cantan y saltan. Con la fuerza de la organización, las voces terminan la canción al unísono del “con nosotras no podrán”. 

 

 

Maldito Tik Tok

Maldito Tik Tok

Amnistía Internacional presentó la primera investigación sobre TikTok en Argentina. La red social de origen chino se caracteriza por el extractivismo de datos, el impacto en la salud mental y la intromisión en la privacidad de los usuarios. Las tácticas que los jóvenes y adolescentes practican para defender su bienestar en la red. 

El pasado viernes, en el ArtLab de Villa Crespo, se presentaron los resultados de «Domar el Algoritmo: desafíos para la salud mental y privacidad de Argentina en el uso de TikTok«, realizada por Amnistía Internacional Argentina. Es la primera investigación en nuestro país sobre esta red social, los condicionamientos de su algoritmo y las estrategias que los jóvenes practican para “domesticarlo”.

Si bien su fachada sugiere entretenimiento, creatividad y comunidad, TikTok esconde un modelo de negocio profundamente extractivo, que puede poner en riesgo la privacidad y la salud mental de sus usuarios, en especial de los adolescentes y jóvenes que scrollean infinitos videos y contenidos. Así lo determina el informe de Amnistía Internacional, que de hecho organiza en los ejes «privacidad» y «salud mental» los principales hallazgos de su investigación.

Este estudio, de tipo etnográfico y exploratorio, fue desarrollado por siete investigadores durante el primer semestre de 2023 en cinco ciudades argentinas: CABA, la localidad de San Martín en el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Salta. Se entrevistaron jóvenes de 13 a 17 años y de 28 a 25, en base a diversos criterios económicos, políticos y poblacionales.

Culpa, miedo, adicción y pérdida de control personal son emociones comunes en varios de los testimonios, que dan cuenta del «carácter absorbente» de la plataforma, así como de una dificultad generalizada (y en muchos casos angustiante) para desprenderse de sus videos.

Extractivismo de datos

Por un lado, el informe reconoce la enorme extracción de datos que la plataforma realiza sobre sus usuarios, identificando intereses y conductas para crear perfiles que luego son vendidos a anunciantes. «Esto demuestra la deficiente política de privacidad de TikTok, que no sólo absorbe información de las interacciones de uno con la aplicación, sino que también es capaz de leer correos electrónicos y la geolocalización, por más que uno la desactive», explica Paola García Rey, Directora Adjunta de Amnistía Internacional Argentina.

Con todos estos datos a su disposición, extraídos del usuario con y sin su consentimiento, TikTok puede dirigir contenidos altamente personalizados, lo que no sólo es inquietante sino también atractivo: «Muchos de los testimonios que relevamos dan cuenta de un algoritmo ‘mágico’, que ‘me conoce, me comprende y que en función de eso me brinda contenidos que me atraen, que me gustan y que sigo consumiendo'», agrega García Rey. Con esto, el circuito extractivo de TikTok se completa: cuanto más tiempo pase el usuario retenido en la plataforma, más datos pueden obtenerse (interacciones dentro y fuera de la app, contactos, búsquedas, entre otros) para ser transformados casi de inmediato en publicidad dirigida.

En Argentina, TikTok sumó entre 2022 y 2023 casi cinco millones de usuarios, alcanzando los 16,2 millones a principios de este año. No obstante, este número subestima su crecimiento real, en tanto la empresa dueña de TikTok, ByteDance, no informa datos de menores de 18 años, sector donde la plataforma es muy popular.

El informe también reflexiona sobre las repercusiones negativas que algunos contenidos y la lógica de consumo de TikTok tienen en el bienestar emocional de adolescentes y jóvenes. Culpa, miedo, adicción y pérdida de control personal son emociones comunes en varios de los testimonios, que dan cuenta del «carácter absorbente» de la plataforma, así como de una dificultad generalizada (y en muchos casos angustiante) para desprenderse de sus videos.

Pandemia

Respecto a la irrupción de TikTok en la cotidianidad adolescente, la investigadora Brenda Peralta explica que «TikTok surge en un contexto de pandemia, donde los chicos estaban aislados, aburridos, solos. Primero funcionó como un modo de contención y acompañamiento, luego se instaló y fue moldeando nuevos hábitos».

Hoy, el propio diseño de la plataforma es un punto de conflicto: «El algoritmo pasaba de ser algo mágico, que te daba todo lo que querías ver a rozar el límite del acoso, porque todo el tiempo te muestra lo mismo». Peralta recuerda su labor etnográfica, y enfatiza en que «el término ‘adicción’ surgió del propio trabajo de campo. Fueron los jóvenes quienes dijeron cosas como ‘entro en un bucle temporal, pierdo la noción del tiempo y llego tarde a otras actividades'». El informe señala que, después de WhatsApp, TikTok es la aplicación que más tiempo de uso concentra por usuario, superando a Instagram, Facebook y YouTube.

El funcionamiento de TikTok difiere sustancialmente de las redes sociales «clásicas», que fomentan la construcción de comunidades y grupos de amigos. En cambio, TikTok recompensa el gusto por un contenido con su reiteración, es decir, con la curaduría  algorítmica de piezas similares. Si bien puede resultar positiva en algunos casos, los investigadores afirman que esta lógica tiene su contracara. Cuando los contenidos reiterados son agresivos, tóxicos o incluso incitan a la violencia y a la autolesión. Ese «lado oscuro» de TikTok es reconocido por casi todos los adolescentes involucrados en la investigación que emplean tiempo y estrategias para evitarlo: entrenar el algoritmo a partir de los «me gusta», scrollear rápido para demostrar desinterés por un tipo contenido, migrar de cuenta para resetear el algoritmo, y hasta desinstalar la app en época de exámenes.

En TikTok, el status del usuario importa menos que la novedad en el contenido, es decir, no hay que ser un influencer para volverse repentinamente viral en la plataforma. Y es sobre este punto que la antropóloga social Victoria Irisarri da cuenta de un hallazgo interesante: «Nosotros partimos con la idea de que los jóvenes usaban TikTok para producir contenidos y volverse virales pero en la mayoría de los casos encontramos un miedo a publicar y a viralizarse, principalmente por la imposibilidad de desactivar la circulación de los videos, que puede derivar en comentarios negativos. Hay mucho cuidado en que los videos no se esparzan tan fácilmente». De hecho, Irisarri recuerda el caso de una adolescente de 15 años que, preocupada por la tendencia a la sobreexposición, afirmaba: «Si no subo nada, no me va a pasar nada».

En diálogo con ANCCOM, Irisarri también destacó la importancia del trabajo de campo en investigaciones de este tipo: «Al ser un trabajo exploratorio, la idea fue alejarnos de los grandes conceptos que aparecen sobre las redes socio digitales, algunos celebratorios y otros demonizadores, para enfocarnos en qué hacen las personas con TikTok. Solo gracias al método etnográfico fue posible abrir los temas de privacidad y salud mental, en la medida en que se fue generando una relación de confianza y seguridad entre los investigadores y sus interlocutores».

Martín Becerra, investigador principal en CONICET y Doctor en Ciencias de la Información, reflexiona sobre los cambios que la aplicación puede realizar en pos de una experiencia más justa y sana: «En primer lugar, TikTok tiene que dar algún tipo de alternativa en la organización de los contenidos distinta a la que dispone por defecto. Esto implica darle poder de agencia al usuario respecto a lo que quiere ver: uno podría priorizar, por ejemplo, contenidos cercanos al lugar donde vive». Además, enfatiza que la cantidad de datos que TikTok obtiene de sus usuarios debería ser, cuanto menos, revisada. Según el especialista, “La empresa no debería recolectar datos que no sean funcionales a la operación de la propia plataforma. Por ejemplo, un servicio de mensajería no tendría por qué tener acceso a mis compras online. Cosas así ocurren porque el modelo de negocio, basado en la publicidad conductual y la creación de perfiles personalizados, requiere de una extracción de datos que es abusiva».

Los cuestionamientos a las redes sociales vienen en crecimiento. El Estado de Montana de EE.UU prohibirá el uso de TikTok en 2024, por cuestiones de seguridad nacional. La normativa es drástica y afectará a todos sus ciudadanos, que deberán pagar multas de hasta 100.000 dólares de no respetarla. A finales de octubre de este año, más de 40 estados de los EE.UU demandaron a Meta, corporación que nuclea los servicios de Instagram y Facebook, por incentivar una «crisis nacional de salud mental» mediante los condicionamientos de su algoritmo. Para Becerra, «que prosperen demandas contra las big tech puede atenuar, corregir o, siendo ambiciosos, resolver la lógica extractiva de datos que bombea su modelo de negocios».

El informe Amnistía Internacional Argentina aporta más datos concretos sobre los efectos de TikTok y da sustento a la creciente preocupación. Este tipo de investigaciones es la base necesaria para plantear también desde el sur global la necesidad de un marco regulatorio frente a un modelo de negocios que prioriza las ganancias por sobre cualquier otra cosa.