
¿El trabajo dignifica?
Un grupo de jóvenes cuentan cómo consiguieron su primer empleo, en qué consiste y con qué sueñan en el ámbito laboral. Botones de muestra de una generación con pocas ilusiones.

Para muchos, el paso de la adolescencia a la adultez está marcado por el ingreso al mundo laboral. En muchos casos implica un contraste entre lo que se desea hacer y lo que realmente se puede hacer, brecha profundizada por la falta de experiencia y la situación económica crítica generalizada. ¿Qué encuentran los jóvenes cuando ingresan al mundo laboral? ¿Qué querrían encontrar? Para explorar esta cuestión, ANCCOM salió a la calle a entrevistar a jóvenes de entre 18 y 23 años: ¿De qué trabajan? ¿Cuál fue su primer empleo? ¿Cuál sería su trabajo ideal? ¿A qué aspiran?
Sandra, vendedora en un local de ropa (18 años)
Es inmigrante de Perú y trabaja con su tía, atendiendo un puesto de ropa en una galería en la calle Lavalle, en pleno microcentro porteño. En diálogo con ANCCOM, Sandra contó que, aunque tuvo sus dudas, quiere empezar a estudiar Administración de Empresas Internacionales. “Me gustaría terminar de estudiar para apoyar a mis hermanos y a mis padres”, agregó. Su trabajó ideal sería administrar alguna empresa “acá o en otro lado”, contó la jovén.

Nehuen, empleado de Burger King (19 años)
Trabaja en Burger King desde hace dos años mientras cursa el CBC para la carrera de Contador Público. Cuando empezamos a charlar con él, estaba en el puesto de helados, pero lo reclamaron desde el fondo del local para limpiar unas mesas. Nos invitó a que lo acompañemos mientras continuábamos la conversación. “Observé todas las posibilidades respecto a horarios y entre las opciones de cadenas rápidas, que son las que generalmente tienen inserción laboral para jóvenes que no completaron estudios”, explicó.
Al otro día, tenía una entrevista laboral en otro restaurante. Gracias a su próximo trabajo espera irse a vivir solo con su pareja, aunque admite que es algo difícil de encontrar en este momento, así como conseguir trabajo en blanco. Prioriza las condiciones laborales y confiesa que no le importa tanto la cantidad de horas: “Busco que tenga compatibilidad con el estudio, porque a la mayoría no le gusta que estudiemos. Generalmente te lo imposibilitan”.

Lautaro, Rappi (20 años)
Lautaro habla en la pista de skate de Plaza Houssay, justo después de terminar su jornada laboral. Es fácil reconocerlo a la distancia por su característica mochila roja de Rappi. Comenzó a trabajar allí a principios de año y lo hace por las tarde, ya que por la mañana trabaja para una cooperativa del gobierno cartoneando. “Al principio no me llegaba nada, hubo días en que me conectaba y no me caía ningún pedido. Es un algoritmo como cualquier aplicación: si aceptas los pedidos que te llegan y tenés buenas opiniones de los clientes, empiezan a llegarte más”, explica. Lautaro destaca la flexibilidad de este trabajo, ya que puede conectarse y desconectarse cuando quiere. Al tener otro trabajo a la mañana, le queda la tarde para Rappi. Al pensar en un trabajo ideal, sueña con emprender un negocio de ropa combinado con la música que produce. También plantea la opción de ahorrar y comprar una moto para poder hacer más pedidos con Rappi, ya que reconoce que de esa forma se gana mucho más.

Malena, sirve de café a la salida de Facultad de Medicina (23 años)
“Estudio Recursos Humanos en la Universidad de Quilmes”, aclara. Comenzó a trabajar a los 16 años. Este es su tercer empleo, el primero fue ayudando a su tía, que es técnica de laboratorio y la ayudaba a rotular las muestras. Después trabajó en una peluquería por tres años. En su trabajo actual está desde hace dos meses y valora ante todo las condiciones laborales. Al preguntarle si a su alrededor tiene a alguien con un buen trabajo, menciona a su hermana, que es pastelera, y a una amiga que es odontóloga. Rescata esos casos que hacen lo que les gusta: “Eso es lo que yo proyecto, la realización en el trabajo, hacer algo que me haga feliz”.

Fernando, trabaja en una cadena de empanadas (20 años)
Este es su segundo trabajo: comenzó como mesero en un restaurante, donde trabajó durante tres años hasta que recortaron personal y decidió cambiarse a su puesto actual. Destaca el buen ambiente laboral y sus compañeros. A la hora de buscar un trabajo, valora tanto las tareas a realizar como los ingresos. Su trabajo ideal sería administrar alguna empresa grande. Tiene planeado comenzar a estudiar la carrera de Administración de Empresas en la Universidad de Buenos Aires.

Lucia, vendedora en un local de ropa (20 años)
Es una de las muchas empleadas jóvenes del local. Acepta respondernos unas preguntas, aunque sus respuestas son breves y algo tímidas. Este es su primer empleo, el cual consiguió gracias a su hermana mayor, que ya trabaja allí. A la hora de buscar un sustento piensa en que tenga un buen ambiente laboral. Si tuviera que imaginar su trabajo ideal, lo piensa en una oficina, aunque no tiene claro qué rol desempeñaría aún.

Omar, estudiante de Hemoterapia (22 años).
“Yo soy estudiante de Hemoterapia y estoy por arrancar Odontología así que me gustaría trabajar en el área de la salud”, asegura Omar. También nos cuenta que, a la hora de buscar trabajo, su prioridad es encontrar un equilibrio entre un buen salario para llegar bien a fin de mes, y un horario flexible sin tanta cantidad de horas.

Nahuel, estudiante de Kinesiología (21 años).
Oriundo de Mar del Plata, su primer trabajo fue como promotor de ventas en una editorial de libros. “Sigo trabajando de eso, pero más que nada en vacaciones o feriados”, admitió. Como estudiante de Kinesiología, su objetivo es recibirse en los próximos dos años y después ver qué otros trabajos consigue. Su trabajo ideal, por supuesto, es en el área de salud.

Facundo, estudiante de Ingeniería Industrial (22 años)
También de Mar del Plata. Trabajó los últimos dos veranos de cajero y mesero en un local de comida con la expectativa de “hacer algo en el verano y sacar un poco de plata”. Le gustaría seguir los pasos de su primo, que se recibió de ingeniero industrial y trabaja para una empresa de software en París. “Me divierte lo que hace”, admite.