«Mi mamá comenzó a sanar cuando empezó a luchar»

«Mi mamá comenzó a sanar cuando empezó a luchar»

En una nueva audiencia por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los pozos de Quilemes y Banfield y en la Brigada de Lanús, declararon dos hermanos de desaparecidos que pudieron reconstruir la búsqueda incensante y el horror que atravesaron de sus familiares.

La jornada número 82 del juicio por los crímenes cometidos en los Centros Clandestinos de Detención de Banfield, Lanús y Quilmes tuvo los testimonios de María Cecilia Della Flora y Sergio Szajnbaum. La primera en declarar fue María Cecilia Della Flora, hermana de José María (Pepi), quien fue secuestrado el 12 de abril de 1977 en la Ciudad de Buenos Aires y continúa desaparecido.

La Fiscalía le preguntó a Cecilia si tanto ella como algún miembro de su familia habían sido víctimas de la última dictadura cívico-eclesiástico-militar y en qué circunstancia se dio. Esta pregunta, es la que dio inicio a la exposición. Cecilia contó que su hermano mayor, José María nació el 15 de abril de 1955 y que actualmente está desaparecido. José María fue visto por otros secuestrados, que luego fueron liberados, en el Pozo de Quilmes y también en el Centro Clandestino El Vesubio. Cecilia pidió permiso para mostrar una foto de su hermano, una foto de los últimos tiempos antes de su desaparición: «Nosotros no lo llegamos a ver con 22 años». Luego exhibe una foto de él con 20 años y una a color que decide mostrar, por un rasgo en particular que tenía su: era pelirrojo.

«Era mi hermano mayor, físicamente era pelirrojo, delgado, medía 1,70 y en casa, cuando éramos chicos, le decíamos Pepi. En sus tiempos de la universidad y militancia tuvo varios sobrenombres, «Flora», «Polo», «Colorado», «Juan». Había cursado en el Colegio Don Bosco de Bernal. Era muy buen alumno, destacado en matemáticas, aficionado al dibujo». Destacó que desde la escuela y en su familia tuvieron formación católica y cristiana, lo que implicó que José María adquiriera mucha sensibilidad, empatía, trabajara por los más necesitados, por la justicia.

“En el secundario –prosiguió- concurría a un grupo juvenil en una parroquia y daba catecismo en la villa. Esa era su vida. Tenía muchos amigos, ni bien terminó el secundario, en 1973, comenzó a estudiar arquitectura en la UBA desde 1973 hasta 1976”, contó. Cecilia conserva una copia de la libreta universitaria donde consta que la última mesa de examen a la que se presentó fue el 10 de marzo de 1976. También contó sobre la actividad en la política universitaria de José María: “En esa época mi hermano participó en el centro de estudiantes y fue militante de la JUP de arquitectura”. En abril de 1976 José María se incorporó al servicio militar obligatorio en el Regimiento de Caballería 8 de Magdalena, provincia de Buenos Aires. Allí estuvo hasta el mes de agosto, cuando fue a visitar a su familia en Quilmes. Lo llamaron y le contaron que un amigo suyo y compañero de militancia de la facultad estaba desaparecido. Se llamaba Alfredo Romay, un chico de Haedo, estudiante de arquitectura, que también estaba haciendo el servicio Militar. “A mi hermano le dijeron que el 30 de julio habían ido a la casa de sus padres y que lo habían secuestrado, que se lo habían llevado medio muerto”, describió Cecilia. José María se asustó por el peligro que implicaba seguir en el Servicio Militar y decidió no presentarse más, desertó.

Los efectivos militares lo fueron a buscar, según relató Cecilia y recordó: “A partir de allí mi hermano también dejó de vivir en casa, nos mandaba algunas cartas por correo, les decía a mis padres que estaba bien, buscando algún trabajo y que no se preocupen por él”. Durante la clandestinidad, la familia se encontraba con José María en citas en Capital donde le llevaban cosas. Della Flora dijo que perdieron todo contacto con él en el mes de abril de 1977.

La fecha que quedó consignada en los registros de la CONADEP fue 12 de abril, ya que así lo informó la madre de Cecilia. “Puso esa fecha porque el 15 mi hermano iba a cumplir 22 años y por eso se iba a encontrar con mi mamá, pero, por razones de seguridad como mi hermano era un desertor y había perdido legalidad, temía que si se encontraban el 15 de abril la siguieran, por lo que había combinado unos días antes y a esa cita mi hermano no se presentó”. Cecilia recordó también que a principios de abril se encontró con él y lo vio en mal estado. A Cecilia se le quiebra la voz y detiene su relato para tomar agua. “Me decía que no tenía donde estar, que hacía alguna changa cuando podía. Me decía que a veces podía dormir en la casa de algún compañero o amigo y que muchas veces se iba a Plaza Miserere, se tomaba un tren a Lujan y volvía para dormir en el tren”. Después de ese encuentro, lo invitó a su casa en Lanús. “Lo llevé a mi casa y lo tuve guardado ahí, lo llevé sin que viera a donde iba, para que durmiera, comiera, se bañara, le lavé la ropa, charlamos muchísimo. Me decía que su intención era volver a la militancia. Yo, en ese momento, hacía un tiempo había comenzado con una militancia barrial, en Montoneros”. Recordó también que hablaron mucho y le dio un dato que se volvió doloroso a través del tiempo, ya que le contó que su novia de quien sólo dijo que se llamaba -o le decían- Ana, probablemente estaba embarazada.

Cecilia habló con su referente de Montoneros, un compañero al que le decían “Gordo» y de apellido Vega, quien hoy también está desaparecido. “El Gordo me dio un papelito cerrado donde había escrito una cita para que mi hermano se encontrara con alguien que iba a ser un enlace para volver a la militancia. Con ese papelito se fue mi hermano de mi casa. Me pidió que le tiña el pelo, salió de mi casa con el pelo teñido de marrón. Esa fue la última vez que lo vi, la primera semana de abril del 77”. José María empezó a faltar a las citas con la familia, Cecilia habló con “el Gordo» quien le dijo que la cita de su hermano había sido secuestrado y torturado y le comentó: “Tenemos conocimiento que dijo muchos datos que tenía”. Luego recuperó el nombre de esa cita: “Este muchacho se llamaba Horacio Paz, sobrenombre el Hippie. Leí que a él lo habían secuestrado el 14 de abril de ese año. No sabemos qué pasó con mi hermano porque no tenemos la fecha exacta ni tampoco nadie que haya visto su secuestro”.

Della Flora recordó que se acercaron personas a su casa y le llevaban mensajes de su hermano en los que decía que se encontraba bien, que estaba preso, pero no sabía a dónde. “Durante toda la dictadura fue hasta ahí lo único que supimos, porque después los datos que fuimos teniendo fueron a partir de CONADEP”. Sus padres presentaron habeas corpus, escribieron cartas a la Junta Militar, a instituciones estatales y eclesiásticas, se contactaron con organismos internacionales para saber sobre el paradero de su hijo. “Un tío, Atilio Della Flora, mi papá era italiano, en Génova y en la embajada de Italia. Esas fueron algunas de las acciones que realizaron mis padres José Della Flora que falleció en 2003 a los 94 años y mi mamá Elena Campo que está por cumplir 94”.

Como ocurrió con las reconstrucciones de las historias de los familiares de detenidos desaparecidos a lo largo de este juicio, Cecilia también contó que los datos de su hermano los obtuvo de personas que fueron liberadas y que compartieron tiempo con José María. “En los datos que fuimos teniendo a partir de la CONADEP, supimos que a mi hermano no lo registraron como estudiante universitario, figura como conscripto. Nos citaron y nos dijeron que había sido visto en el pozo de Quilmes y tenían datos de tres personas: Alcides Chiessa, Alberto Derman y Felipe Favazza. Con Alcides Chiessa nos entrevistamos y pudimos conversar varias veces. Con Derman y Favazza no pudimos hablar, pero tengo copia de toda su denuncia en CONADEP firmada por ellos donde está consignado como visto”. Alcides les contó que lo habían detenido a mediados de octubre del 77 y lo llevaron al Pozo de Quilmes, entre medio a otro lugar y definitivamente salió del pozo de Quilmes a mediados de mayo del 78. Compartió el lugar de detención con mi hermano, me dijo que habían conversado muchas veces: “Alcides sabía que mi hermano era estudiante de arquitectura. Lo recordaba como pelirrojo, le habían roto los anteojos, de las torturas, golpes, picana y submarino. También me contó que algo que cantaban en el pozo de Quilmes era El himno a la alegría, que me conmovió muchísimo porque era algo que mi hermano impulsaba bastante. El himno a la alegría era el himno de nuestra familia desde chicos”. En la conversación que tuvo con Chiessa, pudo saber que tenían identificados tres momentos en los que sacaban a los detenidos: “Un horario temprano, para los que liberaban. Un horario intermedio que significaba traslado y de noche era indicador de que los mataban. Y poco antes del mundial se lo llevaron a mi hermano en un horario intermedio y pensaron que lo trasladaron a otro lugar, pero nunca más se supo de él”.

María Cecilia recuerda que armar el rompecabezas fue insólito, ya que un día leyendo el diario en un recordatorio que se hacía sobre el CCD El Vesubio leyó el nombre José María Della Flora: “Al otro día me comuniqué con Antropólogos y me dijeron que una persona declaró haber estado con él en Vesubio, Ricardo Cabello y me dieron su número de teléfono. Lo llamé y me atendió muy bien. Ahí aparece un dato que modifica lo que uno sabía. Él había estado con mi hermano. Lo habían secuestrado el 25 de agosto del 77, tenía 15 años, y lo habían liberado creo que el 3 de octubre del 77. Me dijo que cuando llegó a Vesubio mi hermano estaba y que cuando se fue de Vesubio mi hermano seguía estando, que ellos pudieron hablar bastante porque compartían cucheta. Me dijo que a mi hermano lo había identificado por fotos. Me dijo que lo recordaba petiso, coloradito (sonríe), de sobrenombre Flora y que charlaron que vivía en un barrio cercano al nuestro, no se conocían de antes”. Con el testimonio de Ricardo, el recorrido de José María cambia y hasta la actualidad continúa recibiendo información. “Este año una compañera me facilitó un contacto con otro sobreviviente del Pozo de Quilmes, Carlos Guarino que vive en el sur y accedió a comunicarse por videoconferencia, conversamos y me contó que estuvo en el Pozo de Quilmes entre el 6 de enero del 78 y el 6 de febrero y después de principio de marzo a mediados de mayo del 78. Estuvo con mi hermano en la primera ocasión, y también recordaba a Alcides”.

La Fiscalía preguntó a Della Flora cómo continuó la vida de su familia y en qué los afectó la desaparición de su hermano: “Cambió la vida de la familia para siempre, éramos una familia que nos manejábamos con objetivos comunes. Nos partió al medio. El objetivo era que sigamos creciendo, que estudiáramos. Mi papá y mi mamá dedicaron todos sus esfuerzos a buscar, a recorrer todo lugar posible. Yo me terminé escapando de Buenos Aires, mi hermana más chica quedó sola acompañando a mis padres, se opacaron los festejos. Mi mamá siempre conservaba todo intacto, para navidad había un plato en la mesa porque mi mamá decía: ‘Mirá, no vaya a ser que venga´. La vida de todos cambió y era no saber, era imaginar, divagar, pensar qué hicieron con él. Con el correr de los años nos íbamos convenciendo. Desde lo personal hasta la democracia yo decía ´va a venir la democracia, van a abrir las cárceles y nos van a devolver a nuestros parientes´ y con el tiempo fuimos viendo que no. La que nunca se convenció de eso, que lo sigue esperando con vida es mi mamá. Era peligroso hablar porque uno no sabía con quién hablaba. Era peligroso contar lo más importante que nos estaba pasando. Porque teníamos temor y desconfianza, durante todo el tiempo del proceso fue terrible”. Luego pidió leer algo que escribió para su hermano donde explica lo que es para una familia decir todo lo que ocurrió, en la que incluyó una carta de su nieta a su hermano y cerró su lectura diciendo: “Sin justicia, la impunidad es ley”.

Por problemas en la conexión con Luis María Armesto, las partes toman la decisión de adelantar el último testimonio, de Sergio Szajnbaum quien es hermano de Saúl Jaime Szajnbaum, secuestrado el 21 de noviembre de 1977, en Belgrano. Saúl se había recibido en el colegio Huergo y estudiaba Bioquímica en la UBA, también radio y televisión y trabajaba como técnico químico en Robertech SA que era una empresa de perfumes.

Sergio se enteró por la madre de Ruth Roller, novia de Saúl, cómo sucedieron los hechos: “El día del secuestro, él salió del curso de radio y televisión, volvía a la casa de la novia y lo estaban esperando con autos típicos de esa época, Ford Falcon, y las vecinas de la madre de Ruth escucharon gritos, corridas y la agarraron a Ruth y la hicieron entrar en una de las casas y a Saúl lo persiguieron hasta que lo agarraron”. Luego de averiguar e investigar en muchos lugares, Sergio pudo reconstruir cuál fue el recorrido que hizo su hermano después de su secuestro: “Se lo llevan a la Brigada de San Justo y ahí es su primer secuestro y de ahí pasa, después de un tiempo, a lo que hoy llamamos el Pozo de Banfield, el CCD. Ahí es donde estuvo más tiempo y el 14 de mayo del 78 hacen el famoso y lamentable traslado, era el final”. Supo que un día o dos antes lo pasaron porque él estaba tanto en San Justo como en Banfield, siempre estuvo con Graciela Grigo y Claudia Com. “En un momento dado Graciela me dice que lo pasan arriba con un grupo de uruguayos que él no tenía nada que ver con un grupo de uruguayos y ahí si hacen el traslado. Yo supongo que los que estaban abajo después los legalizaron, como Adriana Chamorro, que cuenta que vio a alguien que lo subieron al piso de arriba. Luego del juicio de la brigada de San Justo donde declaré, hablé con ella y ella no recordó a Saúl en concreto, pero sí que subieron a alguien al primer piso. Se corrobora con lo que cuenta… y a partir de ahí no lo vio más”.

Saúl había dejado la militancia. Cuando se enteraron del secuestro de Claudia, una compañera, un sábado, le dijeron que se fuera del país y les respondió que no iba a pasar nada, porque ya no militaba. Lo secuestraron el lunes a la noche. El apodo que tenía era Felipe y militaba en OCPO (Organización Comunista Poder Obrero). “Tal es así que después de tantos habeas corpus, salió uno positivo con el pedido de captura de él, por pertenecer a esa organización, emitido por el 1er cuerpo del ejército”, contó Sergio.

Sergio también describió que aún antes del secuestro de su hermano, había sido perseguido: “En julio del 74 asesinan al diputado Ortega Peña y fue muchísima gente al entierro en Chacharita. Saúl va con el grupo de diputados, yo fui en el subte y ellos en micros. Resulta que la policía para esos micros y se los llevan a todos detenidos. Saúl estuvo detenido dos o tres días. Después fueron dejando a todos, porque también había diputados. Nosotros vivíamos en la casa de mis padres donde tenían un negocio en Caballito y empezaron a llamar las tres A, Alianza Anticomunista Argentina, liderada por López Rega. Las amenazas eran terribles, fuertísimas, que nos iban a matar a todos, que iba a matar a Saúl y mis padres se empezaron a aterrorizar, así que de manera urgente y casi regalando la casa la vendieron y compraron dos departamentos, en uno fui a vivir con Saúl y en el otro mis padres”.

“Nos enteramos de San justo porque mi mamá iba a las marchas de las Madres, yo la acompañaba. Esto ya era en el 83. Yo iba con una pancarta con la foto de mi hermano y veo que una chica se me acerca, me abraza y se pone a llorar desconsoladamente y la abraza a mi mamá. Yo no la reconocí. ´Éramos muy amigos de Saúl, Graciela y Claudia´, me dice. Era Graciela Grido, y me dice que ellas estaban seguras de que Saúl había salido como ellas, que lo habían legalizado por el PEN. A partir de ahí Graciela me ayudó muchísimo en mi sanación porque me contó hechos con detalles de cómo estuvo en San Justo y Banfield. Yo creí que después de la tortura estaba totalmente destruido. Y ella me cuenta que en San Justo tenían calabozos contiguos que pasaba las manos por algún lugar y las hacía reír y divertirse, les hacía como una obrita de títeres con las manos y que ella se reía muchísimo. Eso me dio la idea de cómo él se mantuvo en San justo, íntegro, fuerte, entero. Y no sólo eso, sabiendo que Claudia es la que lo delata a él y a Graciela, era muy jovencita. Sin embargo, como él tenía esta cuestión de humanidad y solidaridad, no le importó lo de Claudia y las siguió animando a las dos. Entonces eso me produjo a mí una gran sanación porque lo imaginé distinto. Y había pasado las torturas”, aseguró. La amistad entre Claudia, Graciela, Saúl y él en la adolescencia persistió a lo largo de todo su relato. Ellos también tenían amigos del Huergo que fueron secuestrados en marzo del 77, Meglia y Ficarra, que militaban en otra organización.

Sergio fue armando el recorrido de su hermano con las declaraciones de testigos y comentarios. Graciela lo acompañó en los reclamos cuando volvió la democracia y dijo: “Después yo seguí con mi mamá o solo, fuimos a todos lados, con habeas corpus desde la conferencia episcopal argentina, a la AMIA, a todos los contactos que pudiéramos tener, militares, policías que tenían un contacto con mis padres de cuando tenían la tienda. Tuve la misma información de Antropólogos Argentina, ellos me corroboraron todo, pero no pudimos avanzar a partir del traslado y también corroboramos con los uruguayos, pero me dicen: ´Mira Sergio, no podemos avanzar, es como que los grupos de tareas eran independientes y no podemos avanzar´”.

Sergio habló sobre cómo afectó a la familia el secuestro y desaparición de Saúl: “Mi mamá fue a la que más impactó esta situación, tuvo un brote psicótico, así que la tuvimos que internar en una clínica psiquiátrica de Flores, en el 77, para que tengan una idea de lo que era una clínica, le hicieron mucho electroshock. Estuvo internada un tiempo, cuando le dieron el alta estuvo acá y recién empezó a sanar cuando salió a luchar, salió a la búsqueda de Saul junto con las Madres, esa contención y esa búsqueda la ayudó. Eso no significa que no tuviera un dolor terrible, además yo estaba al lado de ella en las marchas, esa fuerza y esa potencia se manifestó. En cambio, mi padre tuvo una depresión profunda y no pudo salir, se quedó adentro y le afectó al corazón, pero no pudo ir a ningún lado ni a buscar ni nada”. También habla de su hermano mayo, Mario, quien no pudo asistir a la búsqueda ni a ningún lado: “No pudo atestiguar en ninguno de los juicios y no porque no tenga dolor, sino porque se desmorona, no lo puede soportar. Va mucho más allá. En cuanto a mí, yo seguía buscando hasta que un chico amigo de la infancia que tenía contactos con la SIDE vino y me dijo en el 79: “Sergio, dalo por muerto. Te aconsejo que te vayas del país, así que yo me fui, estando muy alterado psíquicamente. Me fui a México sin contactos. Estuve allí unos meses”. Sergio veía que quienes estaban allí no soportaban el exilio y decidió volver a seguir buscando a su hermano. “A mí me afecta todo lo que signifique la desaparición. Yo ponía un papel en un cajón y la sensación total era que se evaporaba y no estaba más. Eso se agravaba con los afectos, si bien yo no tengo temores, en eso me agarraba pánico, la desaparición. Hoy todavía lo conservo.  He hecho muchas terapias. si no veo a alguien me agarra una sensación, es como un anclaje. mis padres que vinieron de chicos escapando de los nazis y escuchaban una sirena de ambulancia y para ellos era una bomba”.

Para concluir con su testimonio, Sergio habló de Saúl: “Era un muchacho brillante intelectualmente, las notas de bioquímica eran impresionantes. Era un chico con muchas inquietudes, le encantaba la música, tocaba la guitarra y sus amigos también. Después empezó a activar. Siempre con una idea extraordinariamente solidaria, humana, tal es así que él soportó las torturas y nadie cayó por él. Incluso ayer mismo hablé con un compañero del que había ido a una cita y me dijo que vive por Saúl porque él no habló. Eso habla de esa extraordinaria solidaridad, humanidad de buscar un mundo mejor, más humano continuamente y como digo esta cuestión de su brillantez intelectual siempre solidario con los demás, siempre respetado por toda la gente. Además de ser mi hermano era muy amigo mío”.

Sergio, Al final de su exposición se retiró a buscar una foto de su hermano para compartir y trajo una remera de Saul con la fecha en la que se registró su secuestro y desaparición. Pidió también que si alguien sabe algo más se comunique para poder avanzar en su investigación y saber qué pasó después.

“Quería decir que cuando hablé del dolor y las heridas, quiero decir que los represores, torturadores no se regocijen dentro de esta perversidad que tienen porque esas cicatrices nos hacen más fuertes, nos hacen estar presentes acá, en este juicio, tanto en las calles cuando cantamos. Y que yo estoy de cuerpo entero y que las y los 30 mil también están con su cruz, con su antorcha que sigue ardiendo. Estas heridas hoy son cicatrices que nos dan fuerza, que nos dan potencia”.

Al finalizar, debido a que Luis María Armesto tuvo problemas de conectividad, se solicitó al presidente reprogramar su testimonio para la siguiente audiencia, que será el martes 4 de octubre, semipresencial. Prestará testimonio Diego Barreda y Walter Washington Barnas Pereyra, Coordinador del equipo de instrucción de Derechos Humanos de Uruguay.

Humo sobre el agua

Humo sobre el agua

En Diputados, a pedido de los jefes de bancada, volvió a suspenderse el tratamiento en comisión de la Ley de Humedales. Diversas organizaciones sociales protestaron ante el Congreso y apuntaron contra los “lobbys extractivistas” por las trabas al proyecto, que busca preservar un medio ambiente en vías de destrucción.

No se puede respirar”. “Ecocidio = muerte”. “Ley de Humedales ya”. Los carteles en las afueras del Congreso de la Nación gritan. Tampoco se salvan las paredes: “Ecocidas”, acusan sobre el muro lateral del edificio unas letras en tinta roja rodeadas de manos del mismo color, simulando sangre. Sobre Avenida Rivadavia, entre Riobamba y Callao, se escuchan cantos, proclamas por megáfono y pronunciamientos amplificados por un parlante. También hay tambores tocados por un montón de percusionistas sonrientes. Adentro el silencio: durante la noche del miércoles se confirmaba la suspensión del plenario previsto para ayer a las 10, del que podía haber salido un dictamen para posibilitar la sanción de la Ley de Humedales.

 El proyecto de Ley, redactado por el Diputado Leonardo Grosso en el año 2020, dispone la creación de un Inventario Nacional de Humedales con el fin de reunir la información necesaria para protegerlos, recuperarlos y monitorearlos. Además, establece una serie de criterios de gestión, entre los cuales se cuenta el hecho de que las Jurisdicciones deberán limitar todo desarrollo urbano, agropecuario, industrial y de vuelco de desechos que pueda afectar la integridad de los humedales, y deberán, además, exigir la aplicación de procesos de Evaluación de Impacto Ambiental y declaraciones claras a este respecto por parte de cualquier empresa o entidad cuyas actividades puedan afectar a los humedales. El proyecto también establece la creación de una Autoridad Competente para cada Jurisdicción y de una Autoridad de Aplicación a nivel Nacional, así como la conformación de un Fondo Nacional de Humedales para financiar las acciones previstas por la ley, y contempla sanciones para quienes la incumplan.

 Al parecer, estas condiciones no contentan a los empresarios ganaderos, ni a los agrícolas, ni a la Unión Industrial Argentina. Tampoco a la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, ni a los gobernadores del Norte Grande. “Ellos consideran que esta ley es limitante a su producción, y al extractivismo”, explica Sofía, de la Red Nacional de Humedales (ReNaHu). Para ella, detrás de la suspensión del plenario “se encuentran los distintos sectores del extractivismo, tanto inmobiliario, como minero, como del agronegocio, ganadero, y también las petroleras”, y reflexiona: “Ahí no hay grietas, hay un acuerdo implícito y ahora explícito, por eso frenaron el debate”. Cuando habla de una ausencia de grietas se refiere a la maniobra que terminó de forzar el plenario hacia la suspensión: una nota breve, concisa, dirigida a la presidenta de la Cámara de Diputados Cecilia Moreau en la que los siete jefes de las bancadas solicitaron posponer el plenario “con el objeto de escuchar las posiciones de los gobiernos provinciales”. La firmaron Germán Martínez (Frente de Todos, Mario Negri (UCR), Cristian Ritondo (PRO), Juan Manuel López (Coalición Cívica), Rodrigo De Loredo (Evolución Radical), Luis Di Giacomo (Provincias Unidas) y Margarita Stolbizer (Encuentro Federal).

También los gobernadores del Norte Grande emitieron un comunicado en el que expresaban estar de acuerdo con que haya una ley de humedales, pero contemplando un “equilibrio” que garantice las actividades productivas, las cuales según ellos podrían verse afectadas por la Ley. Muy similar a esta postura fue la esgrimida por los empresarios ganaderos, agrarios y mineros, aunque con mucho menos tacto: “Los proyectos, de aprobarse, dejarían a nuestro país sin industria minera”, amenazó la Cámara Argentina de Empresarios Mineros el miércoles, en un comunicado que simula preocupación por los puestos de empleo y los ingresos nacionales.

 Un hombre de traje y corbata con dos signos de pesos en lugar de pupilas se prende fuego desde un escritorio. “Destruir humedales es ecocida, no sancionar la ley también”, reza la ilustración. Es el cartel que sostiene Patricia, otra integrante de ReNaHu. Para ella, los lobbys que frenaron la discusión de la Ley demuestran ser “los poderes fácticos que tienen capacidad de incidir sobre la política”, y desean continuar con sus prácticas extractivas sin ningún tipo de regulación. “Lo que viene a establecer la Ley De Humedales no es prohibición sino regulación”, aclara desde la esquina de Rivadavia y Riobamba mientras los tambores empiezan a sonar más alto y las organizaciones van avanzando hacia el centro de la calle. “Los ambientalistas estamos muy unidos, más unidos que nunca, y lo único que nuestra ley plantea es hacer realidad con respecto a los humedales los principios que están en la Constitución y en la Ley General del Ambiente”, agrega su compañera Graciela.

 Unos pocos guardias de seguridad custodian la entrada lateral del Congreso, mientras a pocos metros delante suyo, sobre la misma vereda y un poco más allá del cordón se va formando una ronda que tiene como centro un pequeño fuego. Hay organizaciones sociales como el Movimiento Evita, la UTEP, la Vía Campesina, Jóvenes por el Clima y varias agrupaciones pertenecientes a partidos de izquierda. Rosario, una integrante de Ambiente en Lucha (organización ambiental dentro de Izquierda Socialista), también apunta a los lobbys empresariales como los responsables de la suspensión del debate: “Lo van a querer estirar lo más que se pueda para que no se debata y para justamente poder mermar el gran activismo que hay en las calles”, asegura mientras sostiene una de las cañas de la bandera de su organización, y enfatiza en la importancia de pelear por el proyecto de Ley de Humedales consensuado en 2020, sin admitir modificaciones que cedan ante los lobbys.

 Sobre la vereda, integradas en la ronda que se formó en torno del fuego, van tomando el micrófono distintas personas que de vez en cuando levantan un mar de aplausos y pronuncian sus consignas encima del rumor incesante de los tambores. Así, por ejemplo, Eduardo del Frente 22 de Agosto toma la palabra para aclarar que no fue, como algunas personas habían dicho, decisión de Leonardo Grosso suspender el debate de hoy. Antes, un hombre llamado Martín, de la Asamblea Delta y Río de La Plata, tomó el micrófono para denunciar que fue expulsado por la seguridad del Congreso cuando en el marco de una de las jornadas de debate cuestionó la influencia de los lobbys sobre los legisladores. “Los representantes del pueblo están representando a los lobbys, y por eso no termina nunca de tratarse, hace diez años que venimos con esta ley”, remarcó.

“Estoy acá porque creo que todo fuego es político”, afirma Sol, una mujer autoconvocada que habla de manera concisa y resuelta mientras sostiene un cartel que reza “Somos río”. A las doce del mediodía y las organizaciones sociales van desconcentrando. Los percusionistas son casi los últimos en irse, pero de a poco van dejando de tocar. Las banderas se pliegan, los carteles que había en el piso se levantan. Un joven apaga el fuego pequeño y controlado que habían montado frente a la entrada lateral del Congreso. Ahora quedan otros por apagar, mucho más grandes.

«Es un compromiso rezarpado con la democracia»

«Es un compromiso rezarpado con la democracia»

Coprotagonista en «Argentina, 1985», Leyla Bechara traza un paralelo entre los jóvenes fiscales que acusaron a las juntas militares de la dictadura y el rol de su generación en la democracia actual.

Leyla Bechara, más conocida como “Becha”, tiene 26 años, es politóloga recibida en la UBA, streamer, creadora de contenido peronista, feminista, “progre” y, ahora, actriz en Argentina, 1985, la película dirigida por Santiago Mitre que llega a los cines el 29 de septiembre. El filme aborda el juicio a las Juntas Militares, momento histórico para nuestro país y ejemplo de justicia en el mundo. 

Antes de Argentina, 1985, Leyla Bechara no había actuado ni en una película ni en una obra de teatro. Entre risas, dice que espera que sea la última. “Lo hice por la anécdota y porque es una historia muy importante. Lo primero que me cerró fue la historia, lo segundo, el director. Me gustan mucho las películas de Santiago Mitre. Yo decidí estudiar en la Facultad de Ciencias Sociales por ver El estudiante, su película que habla sobre la militancia universitaria”. 

¿Cuál fue tu rol en la película?

 Formo parte del equipo de la fiscalía. La película está centrada en el rol de (Julio) Strassera que fue el fiscal del juicio a las juntas militares junto a (Luis Moreno) Moreno Ocampo. La historia cuenta cómo fue el armado de ese juicio. Strassera con Moreno Ocampo deciden ir a buscar a pibes que trabajaban en Tribunales y que no tenían carrera judicial porque eran los únicos que se iban a exponer a semejante juicio, no teniendo una carrera que perder, si salía mal. Arman ese equipo de fiscales, “los fiscalitos”, que son todos muy jóvenes. Algunos con ideas políticas, otros no, que solo lo hacían por las horas extra. Mi personaje se llama Isabel, es amiga de uno de los chicos de la fiscalía a quien él va a pedir ayuda porque no sabían por dónde arrancar a investigar. 

 ¿Cómo llegaste a Argentina, 1985

 Nunca actúe en mi vida, nunca hice teatro en mi vida. Jamás. El año pasado, en marzo, el día de mi cumpleaños, la directora de casting me mandó un mensaje por Instagram. Me dijo: “Hay un proyecto para el que me parece que podría ir bien tu perfil”. No me contó nada y yo dije; “Bueno, sí, ya fue; por la anécdota”. Hice el casting grabado desde mi casa, malísimo. A las semanas me llamaron de vuelta para hacer el casting presencial. Estaba muy nerviosa, explicándole a las pibas que nunca había actuado en mi vida, que nunca había estado en un casting. Hasta que tuve la respuesta, Santiago Mitre me empezó a seguir en Instagram y pensé “quizás quedé en la película”. En un momento, flashié estudiar teatro, pero no tenía tiempo porque tenía otro trabajo. Le dije a mis jefes: “Che, voy a actuar en una película con Darín, necesito los días de rodaje”. Fueron muchos días al final, terminamos viajando a Salta, fue una gran experiencia. Todo se dio simplemente porque la directora de casting me seguía en Instagram, vio mis videos y le pareció que tenía una chispa, algo de eso.

 

Sin indicación del director ni nadie, todos nos pusimos a leer el Nunca Más.

Leyla Bechara

 ¿Cómo fue la construcción del personaje?

 A nosotros nos mandaron el primer guion y, paralelamente, empezamos a tener ensayos para repasarlo entre todos y ahí conocí al resto del elenco. Todos más o menos de la misma edad y muy conscientes de la historia que estábamos a punto de contar. Automáticamente, sin indicaciones del director ni de nadie de la producción, nos pusimos a leer el Nunca más. En el juicio el Nunca más fue un puntapié para el armado, fue la base fundamental. Paralelamente, la producción nos organizó varios meets con los verdaderos ayudantes de la fiscalía que hay algunos que todavía siguen vivos y fue muy emocionante. Nos encontramos con gente que nos contó cómo fue vivir el juicio desde su juventud, tenían 20 o 25 años y eran muy poco conscientes de lo que estaban viviendo. Era todo voluntad, mucha ignorancia frente a lo que se enfrentaban, no entendían qué era lo que estaban haciendo y lo importante que era. Eso lo trasladamos al grupo de actores. Es un compromiso rezarpado con la democracia. Lo único que nos importa es que la van a ver otros pibes en las escuelas y van a conocer la historia. 

 Siendo politóloga, ¿cómo viste la reconstrucción que se hizo de los hechos?

 La película es una ficción basada en hechos reales, pero hay muchas partes que son ficcionalizadas. Las partes del juicio son lo más fieles posible, los testimonios, sobre todo. Además, es algo que en la tele todo el mundo vio, las audiencias las pasaban por la radio y la gente las escuchaba. La reconstrucción no es de la historia con mayúsculas, creo que lo que hace la peli es invitarte a pararte en algún lado. Es una película que le habla a todo el mundo, no importa dónde estés parado políticamente y lo que creas particularmente de ese momento histórico. Te interpela. Creo que es una historia que cuenta lo que le estaba pasando a la sociedad en ese momento, las contradicciones, las convicciones de algunos, la complicidad, la cobardía de otros. Eso me parece que es bastante justo pensando en el momento terrible que estamos viviendo y, sobre todo, porque es una forma de contar cómo fue la recuperación de la democracia, que nos interpela a todos. Es una invitación a reflexionar lo costoso que fue reconstruirla y lo costoso que es defenderla.

A casi un mes del intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner, ¿te parece que una película que enfatiza en la importancia de la democracia, puede incidir en la opinión pública?

Es una película que está buenísima para los jóvenes, sobre todo. Hay personajes clave de la historia que son jóvenes y demuestran valentía todo el tiempo y es una valentía bastante ignorante en algún punto, no consciente. Yo creo que eso toca una fibra para quien está viendo la peli. Lo débil que estaba la democracia y la exacerbación de la violencia me parece que es una interpelación a pensar, a darle la vuelta a este momento histórico. Es una invitación permanente a decir: “Si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie”. Nadie va a cuidar más la democracia que nosotros. Esa es la democracia que estamos heredando. Si las Madres, las Abuelas y toda esa gente hizo que ese juicio existiera, hoy tenemos que defenderlo. Y defenderlo es hacernos parte del compromiso democrático que inició en 1983 y que bajo ningún punto de vista podemos volver a poner en crisis.

¿Cómo ves a tu generación en términos de politización?

Como hija de la democracia, nuestra generación está politizada, cree que podemos cambiar las cosas. Eso me parece que es valioso, el problema que tenemos es que quien está respondiendo a esa voluntad es la ultra derecha. Le está diciendo a los pibes que por ahí se va a resolver, que sean radicales en términos de la violencia, que sean antidemocráticos, que sean fascistas. Quizás ellos estén desarrollando una estrategia mucho más efectiva, por eso el peligro. Me parece que el problema está en el descreimiento de la democracia como forma de resolver esas diferencias de a dónde tiene que ir la patria El hecho de no creer en la democracia, en las instituciones, en las dirigencias es el problema mayor. En el 2001 la gente quería que se vayan todos y creo que hoy todo el mundo se siente capaz de hacer las cosas mejor en algún punto. Yo no sé si hoy hay indiferencia política, creo que hay una politización muy zarpada de todos de decir “me quiero comprometer con los asuntos públicos de la nación, quiero que la patria sea grande de nuevo”. 

Un chocolate amargo

Un chocolate amargo

Se estrena «Operación chocolate», un documental que narra la historia de un chico que envió a un soldado de Malvinas una carta dentro de una golosina que terminó vendida en un kiosco. En segundo plano, aparece la manipulación de los medios de la época.

El documental Operación Chocolate, dirigido por Silvia Maturana y Carlos Castro, expone la travesía a partir de la cual el gesto solidario de un niño de apenas siete años, Gustavo Gabriel Vidal, devino en símbolo del engaño de los medios de comunicación.

Era abril de 1982 cuando Gustavo, mejor conocido como ‘el niño del chocolate’ y protagonista del filme, decidió enviar una golosina junto con una carta escrita por él mismo a los combatientes de Malvinas. “Hice la carta como tantas otras personas en aquel momento. La gente la pegaba sobre el chocolate o el paquete de arroz. Pero a mi mamá se le ocurrió depositarla dentro del chocolate, lo cual fue el diferencial, pues no se vio”, recordó Vidal, quien observó que éste no fue un gesto aislado, sino que formó parte de una serie de donaciones que se dio a nivel nacional y con fuerte difusión en los medios.

Con la esperanza de obtener en el futuro la respuesta o visita del soldado que recibiera el chocolate, Gustavo incluyó en la carta su dirección. Sin embargo, tras el fin de la guerra, el desenlace de su acción fue completamente distinto al esperado. El chocolate nunca llegó a las Malvinas, así como tampoco tantos otros alimentos y demás objetos de valor donados: “Lo compra en un almacén de Rada Tilly una nena de siete u ocho años. Lo abre y dice: ‘Abuela, ¡una carta!’. Era la mía. Pedro Peralta, padre de la nena y un médico preocupado por el estado en que volvían los chicos de la guerra, desnutridos, fue el receptor final de la nota”.

Así, desde Comodoro Rivadavia hasta Villa Ballester, llegó a la familia Vidal una carta de Peralta alertando sobre la situación. Pronto comenzó a difundirse la historia por el barrio, hasta que “le llega a un periodista que lleva la nota a la revista Gente. Viene a mi casa, saca fotos y dice ‘mañana sale la nota’. Un escándalo, en ese momento tenía muchísima tirada. Mi papá estaba ansioso, va a Chacharita a buscarla, cuando llega a la estación estaba la cara de su hijo ahí. Casi se muere”, describió Vidal.

El ‘niño del chocolate’ se convirtió en el caso paradigmático de revelación del engaño mediático y político en el que habían caído muchas personas, en un contexto de temor profundo por la dictadura militar. A 40 años del conflicto del Atlántico Sur, el documental rastrea el viraje de enfoque de la revista Gente y otros medios masivos en lo que respecta a la Guerra de Malvinas. Primero una fuerte manipulación de la información en pos de ocultar las atrocidades que vivían los soldados, y después llegó la ‘desmalvinización’, una vez perdida la contienda.

Sin embargo, Vidal admitió haber empezado a “reencontrarse” con la historia en su adultez, puesto que tras recibir múltiples amenazas e incluso ser investigados por la Secretaria de Inteligencia (ex SIDE), su familia se desvinculó del hecho vivido, haciéndolo pasar como una anécdota más y “escondiéndolo bajo la alfombra”. Además, si bien recordó haber tenido entrevistas esporádicas a lo largo de los años, su vida se desarrolló al margen del hecho; siguiendo los pasos de su padre, farmacéutico, se desempeñó como profesional de la salud.

“Cuando pasa el tiempo y no hay documentación, la historia queda en el ‘boca a boca’, como algo cultural, ‘el mito del chocolate’. Por eso, me resultó interesante reflotarla”, comentó Vidal respecto a una comunicación que recibió en 2017 por parte de la directora de una escuela de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, fanática de la historia del “niño de chocolate” y ávida de que Gustavo viaje a contarla junto a veteranos de Malvinas. A partir de vivir esta experiencia, Vidal aseguró que comenzó a vincularse e involucrarse con lo que había constituido parte de su infancia.

“El documental es la reconstrucción del niño, hoy adulto. El reencuentro con esa historia y su resignificación. La idea es hacer el recorrido de la carta”, mencionó Vidal sobre Operación Chocolate. Su participación en el proyecto tiene el objetivo de validar el hecho, en tanto acontecimiento histórico, de forma que se denuncie el engaño y la desilusión frente a las donaciones que nunca llegaron a destino, pero destaca la necesidad de privilegiar el valor de la solidaridad y darle visibilidad a los veteranos.

El documental podrá verse este jueves 29 de septiembre a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”, Av. Corrientes 1543, CABA. Luego, a partir del 27 de octubre, podrá verse en el Cine Gaumont, Rivadavia 1635, CABA. Y simultáneamente será parte de los contenidos de la plataforma nacional CINE.AR Play.

Piden que se prorrogue la Ley de Barrios Populares

Piden que se prorrogue la Ley de Barrios Populares

En octubre vence la normativa que los ampara. Un plenario de comisiones en Diputados analizará el tema esta semana.

Durante el miércoles 14 de septiembre, se llevaron adelante más de cien asambleas en barrios populares de todo el país, para coordinar el reclamo de tratamiento de reforma de la ley que los regula en el Congreso de la Nación. Se pide que el proyecto sea abordado de manera inmediata, teniendo como horizonte los días finales de octubre cuando la actual normativa perderá vigencia.

Sancionada en 2018, la ley 27.453 de Régimen de Regularización Dominial para la Integración Socio Urbana, conocida como “Ley de Barrios Populares”, estableció principalmente las siguientes normativas:

  1. a) Declara de interés público el régimen de integración socio urbana de los barrios populares identificados en el Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP). 
  2. b) Declara de utilidad pública y sujetas a expropiación la tierra de los barrios populares. 
  3. c) Establece que el 25%, como mínimo, de la obra pública en barrios populares debe ser adjudicada a cooperativas de trabajo u otros grupos asociativos de la economía popular integrados por habitantes de barrios populares. 
  4. d) Autoriza al Poder Ejecutivo nacional a la creación de un fideicomiso para financiar la totalidad de las actividades necesarias para la integración socio urbana de los barrios populares. 
  5. e) Suspende las acciones y medidas procesales que conduzcan al desalojo de los barrios incluidos en el ReNaBaP, por el plazo de cuatro años a partir de la fecha de entrada en vigencia de la ley.

Cuando están por cumplirse los cuatro años desde su sanción, la Mesa Nacional de Barrios Populares propone una reforma que prolongará a diez años las prohibiciones de desalojo, como la medida más urgente. También se contempla declarar la emergencia socio urbana, sanitaria y ambiental, llevando adelante proyectos de base y de forma integral, con permanente participación vecinal para la conformación comunitaria. 

“Emergencia sanitaria y social también es abordar problemáticas como la desnutrición, las adicciones, el alcoholismo, cuestiones de género y lo que sucede en las familias de los barrios”, sostuvo Araceli Ledesma, referenta de la Mesa Nacional de Barrios Populares. Acompañando a las obras, se pide fortalecer las herramientas para el acceso a los servicios públicos garantizando la soportabilidad a través de una tarifa social adecuada. La actualización del informe del ReNaBap del año corriente, determina que en el 66% de los barrios contabilizados, la mayoría de habitantes no accede formalmente al servicio de energía eléctrica. En un porcentaje mayor al 90, no acceden formalmente a los servicios de red de agua corriente, red cloacal y red de gas natural.

En la Argentina hay 5.687  barrios populares. En ellos viven un millón de familias, es decir unos cinco millones de  habitantes.

La Mesa Nacional de Barrios Populares, compuesta por vecinos y vecinas junto con referentes comunitarios de las organizaciones sociales de todo el país, propone sistematizar las necesidades transversales de todos los barrios, atendiendo las particularidades de cada territorio, promover la organización barrial e impulsar la política pública pidiendo el compromiso de todas las fuerzas políticas legislativas.

El 21 de septiembre se llevó a cabo un plenario de comisiones en Diputados, en torno a la iniciativa que impulsa el Poder Ejecutivo. Se espera para esta semana una nueva reunión plenaria para emitir un dictamen.