Guitarras y violines eléctricos made in Barracas

Guitarras y violines eléctricos made in Barracas

Dos luthiers, Johnny Keller y Alejandro García, cuentan cómo crearon instrumentos de exportación en el sur de la Ciudad.

En una casa al sur de la ciudad, en el barrio porteño de Barracas, dos luthiers trabajan en la construcción de sus instrumentos. Con pedazos de madera cortada que van tomando forma, parlantes en el piso, guitarras colgadas, herramientas de trabajo y en especial una playlist de rock a todo volumen, esta casa se ha convertido desde hace años en el taller de Alejandro García y Johnny Keller. Los músicos y luthiers han escalado alto y buscan continuar su recorrido por este mundo que los ha atrapado y les brinda satisfacciones, aunque también contratiempos. En diálogo con ANCCOM contaron su recorrido, sus proyectos y su mirada respecto a la situación actual del oficio de la luthería. 

Keller es el creador del violín eléctrico Strikell que ha llegado a la feria de productos musicales más grande del sector celebrada en Estados Unidos, la llamada NAMM (National Association of Music Merchants) y tiene la mirada puesta en la exportación. García, que ejerce la profesión de luthier desde hace más de diez años creando guitarras y bajos eléctricos personalizados para músicos, ha desarrollado un modelo propio, estandarizado, llamado Battlewood que está siendo difundido en Europa. Van a estar presentes en la próxima Feria de la Música en La Rural y en la UNLA (Universidad de Lanús), en agosto. 

¿Cómo llegaron hasta acá en su relación con la música?

AG: Desde chico quise tocar la guitarra y mis viejos me regalaron una eléctrica. La fui armando y desarmando para ver cómo funcionaba, y aprendí de esa manera: mandándome y haciendo cosas que no tenía que hacer. Primero lo tomaba como un hobby porque yo estudiaba Historia, además de música. También fui tomando cursos de luthería y electrónica. Con el tiempo, se convirtió en mi actividad principal y lo combiné con el trabajo que empecé a desarrollar de grande que es la carpintería. Al principio solo hacía instrumentos para mí y luego comencé a construir para otros. 

JK: Yo soy de Misiones, de Montecarlo, estudié profesorado de música y después de recibirme se me dio la oportunidad de venir a Buenos Aires. Cuando conocí a Ale, yo había hecho de forma autodidacta, viendo videos de YouTube, un charango eléctrico. Él me ayudó y me ofreció hacer un curso de luthería para tener los conocimientos básicos y empezar a crecer. Gracias a eso pude arrancar con los violines eléctricos que siempre fueron mis instrumentos. Hoy me dedico plenamente a fabricar violines, ya no ejerzo más de profesor.

¿Cómo nació la idea de realizar violines eléctricos? 

JK: Desde chiquito me gustó tocar el violín y lo que quería era fabricar uno para mí. Lo fuimos diseñando con Ale y la idea empezó a crecer. Tuve la posibilidad de conseguir un inversionista que nos ayude para sacar adelante ese proyecto, y nació así: como una idea para hacer un instrumento para mí pero que luego fue replicado para otros músicos.

¿Cómo fue la respuesta por parte de los músicos teniendo en cuenta que es un instrumento clásico?

JK: El nicho del violín eléctrico no está apuntado para un violinista de música clásica sino al que toca en un escenario. Como con una guitarra eléctrica, tocando en vivo, enchufado con parlantes, un músico de banda, por ejemplo. Hay más facilidades, pueden comenzar a jugar con los sonidos, se presta para hacer distorsiones que salen de esa concepción clásica, tradicional de una orquesta. De cualquier forma, podría usarse, pero en general se utiliza para algo distinto. Hoy hay muchos folcloristas que se están pasando al eléctrico. Es algo que está comenzando a crecer, en el mundo están empezando a aparecer violinistas eléctricos y se está formando una comunidad interesante. 

Las guitarras eléctricas no son una novedad, pero ¿qué buscás otorgarle a esa guitarra para que sea distinta y llame la atención?

AG: Primero hacía muchos instrumentos para distintos músicos, pero con el tiempo me fui dando cuenta que tenía que especializarme. Entonces empecé a hacer guitarras eléctricas de cuerpo sólido y no de caja, con ciertas características de largo de escala, de peso, de un tipo de construcción que ya es conocida y definida que es la Squier Stratocaster. Dentro de eso, intento innovar o lograr mejoras para que se adapten a las necesidades y demandas  del músico, eso es lo que sirve de guía. En el caso de las guitarras Battlewood, que son las que estoy ofreciendo ahora, hay una innovación respecto al tensor que no lo tiene ninguna guitarra y que ayuda de una manera más práctica a hacer un ajuste y calibración. Son cosas técnicas, pero que apuntan a exigencias de un tipo de músico.

¿Cómo es el proceso de pensar y diseñar un instrumento?

AG: En principio está la idea del instrumento, de cómo va a ser, qué características va a tener. Eso se vuelca en el diseño y se comienza a construir, ahí vamos viendo si tal vez se puede modificar algo, entonces se vuelve al diseño y se cambia.

JK: Hay cosas que ya están estandarizadas, hay microfonía que usa la mayoría de las guitarras eléctricas, en base a eso se parte de qué necesidad tiene uno o el músico. Hay muchas variables de lo que se puede hacer en un instrumento, no hay una ciencia exacta. Uno puede estar diez años y siempre va a hacer algo nuevo o diferente, es muy relativo. 

AG: Claro, hay ciertos parámetros de gente que ya hizo guitarras o violines, que logró avances y que sirven de base. A partir de eso se busca hacer algo nuevo, mejorado o adaptado a un músico puntual o un estilo musical. Incluso en las guitarras estandarizadas que hago ahora, se puede lograr características distintas.

JK: Puede haber dos guitarras iguales, pero con distintos tipos de madera y eso hace que cambie el timbre, el peso. Cada instrumento hecho por un luthier es algo muy especial, muy único y es diferente a lo que te pueda ofrecer una multinacional que fabrica miles de guitarras por mes, hay un valor agregado. Se busca algo más personal que te identifique, que uno lo vea y diga: “Eso seguro fue hecho por Fulanito…”. Por ejemplo, yo utilizo impresión 3D, ese es el sello distintivo de los violines Strikell y utilizo toda madera misionera recuperada. Voy variando los colores, los tipos, y eso le da una personalización.

Johnny, tuviste la oportunidad de ir a la NAMM en Anaheim, California, ¿cómo lograste ese lugar y cómo fue la experiencia allí?

JK: En Argentina existe la Cámara Argentina de Fabricantes de Instrumentos Musicales (CAFIM) que logró hace años, junto con la Agencia de Inversión en Comercio del Exterior, tener un stand en la NAMM. Se lanza una convocatoria para todas las marcas argentinas que quieran estar, se hace un trabajo de curación y se eligen las marcas que van a ir a esa feria. El año pasado me inscribí y tuve la suerte de quedar seleccionado. Fuimos doce marcas las que viajamos, cada uno con su espacio en el mismo stand y la verdad es que es una oportunidad única. Si quisiéramos ir solos a la NAMM sería muy caro, muy difícil. Obviamente tuvimos que pagar, pero es otro precio porque el stand es compartido por muchas marcas y una parte la pone la agencia. Todo lo que es la construcción del stand también se encargan ellos, cuestiones legales, de personal, es todo muy estricto. Nosotros solo vamos y ponemos los instrumentos, está muy buena esa posibilidad. La experiencia es muy gratificante, es lo máximo a lo que se puede aspirar como fabricante, marca o incluso casa de música. Está dirigida a generar nuevos lazos y hacer negocios con otras empresas. 

Es un oficio particular, distinto. ¿Hubo algún momento en el que pensaron en dejarlo? 

AG: Sí, muchas veces dije: “Dejo todo esto y me dedico a otra cosa”. Sobre todo por la presión de la situación económica, esa es la dificultad. Trabajo hace bastante, la demanda está, pero la fluctuación de los precios y de cómo armar un presupuesto es jodida. Pero yo sé que estas cosas pasan y hay que seguir, además de que siempre se tiene la esperanza de estar un poco mejor.

JK: Y la pasión que uno tiene… no es lo mismo estar en una oficina, encerrado. Esto va más allá y es el poder hacer lo que a uno le gusta. Se junta el hobby con el trabajo. En mi caso está la dificultad de la competencia, por ejemplo con un violín fabricado en China que es mucho más económico. Por supuesto que es básico, estandarizado, pero lastimosamente por la situación actual muchos terminan eligiéndolo. Esa parte es difícil y se siente.

¿Ven una decadencia en la luthería o es un oficio que se mantiene?

AG: Se da una particularidad y es que los oficios manuales están en decadencia. Pero en ese marco general, se da la paradoja de que la construcción de instrumentos en sí está en ascenso, es una actividad creciente. Lo que se ve es un cierto proceso de trabajo, más manual, que va desapareciendo por la utilización de maquinarias.

JG: Claro, nosotros tenemos una máquina que ayuda a cortar el bloque de madera en la primera etapa, eso te ahorra muchísimo tiempo y te permite tener en un mes un instrumento que antes tardabas seis meses en hacerlo. En lo que respecta a violines, no hay tanto luthiers como sí con las guitarras, pero sin dudas hay muchos y no van desapareciendo.

¿Qué proyectos e ideas tienen para el futuro?

AG: Busco que el taller crezca, primero trabajé solo y desde hace un tiempo fui formando un equipo de trabajo y espero que siga creciendo. También ofrecer mi marca Battlewood con más variedad, con otros modelos, expandirla un poco. También estoy asociado a Sergio Roger (hermano de la actriz y cantante, Elena Roger), haciendo amplificadores y tengo un curso de mantenimiento y calibración, online. Siempre apuntando a crecer, a que me conozcan y que conozcan mi trabajo. 

JK: Bueno el hecho de haber ido a la NAMM me abrió la puerta y la posibilidad a exportar, a llevar la industria nacional afuera. Decir que existimos, estamos en el mundo y por supuesto seguir vendiendo y trabajando acá, pero que pueda haber violines argentinos donde sea. Es un sueño, una meta que en algún punto yo creo que puede llegar a cumplirse.

Un gran diario para los más chicos

Un gran diario para los más chicos

Durante el tercer gobierno de Perón, el Ministerio de Educación lanzó «El diario de los chicos», una publicación que explicaba las noticias a los más pequeños. Precursor de lo multimedial, miraba la historia con una perspectiva popular. Llegó a tirar 700.000 ejemplares.

 

El diario de los chicos fue un proyecto comunicacional y educativo. Su idea era acercar a los chicos las noticias desmenuzadas con un carácter pedagógico para facilitar su comprensión, e intentar explicar cuestiones que en la prensa tradicional elaborada para adultos eran dadas como obvias.  Este proyecto editorial se llevó adelante bajo la gestión de Jorge Taiana (padre) frente al Ministerio de Educación y Cultura. A pesar de que se presentaba como un diario se trataba de un periódico que se repartía de manera mensual en las escuelas de todo el país y existió desde octubre de 1973 hasta agosto de 1974.

En su edición número 0, el diario comienza con una inquietud enfocada en las “infancias”: “Se publican muchos diarios para que los grandes estén informados: traen noticias de lo que pasa en el país y en el resto del mundo. Y los chicos lo ven, oyen pedacitos de las conversaciones, algunos ven los noticieros por televisión, a lo mejor consiguen que los padres les cuenten algo. Preguntan mucho y les cuesta entender, porque las cosas que pasan en el mundo son muchas. A veces son complicadas. Y como todos piensan que son ´cosas de grandes` nadie se ocupa de decírsela a los chicos”.

Para conocer  más acerca de la realización y contenido de este diario, ANCCOM se acercó a la Universidad Nacional de Quilmes para charlar con dos de sus docentes, Lucia Abattista (profesora de Historia y Magíster en Historia y Memoria) Y Daniel Badenes (doctor en Ciencias Sociales y profesor de Historia de los Medios), que además son autores de un libro titulado de igual manera que este proyecto editorial.“El diario de los chicos”. Al realizar este libro se adentraron en una investigación profunda donde hablaron con personas que formaron parte del Diario y recopilaron material histórico que les permitió acercarse al proceso de realización y concreción de esta iniciativa.

¿Cómo  se enteraron del proyecto sin haber sido contemporáneos a la época de su publicación?  

Daniel Badenes: Allá por el 2013 una compañera llamada Verónica Jeria,  que trabajaba en el Museo Etnográfico, buscaba información acerca de unas muestras que se habían dado en el museo unos 40 años antes. En esa misma búsqueda se pone en contacto con Marta Dujovne,  que había sido secretaria académica y conocía de la historia previa del museo. En esas charlas donde Marta intenta contextualizar la época, le cuenta y le enseña material impreso acerca de un proyecto llamado El diario de los chicos. Al conocer este material, Verónica lo digitaliza junto al Departamento de Comunicación de Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes. Esa digitalización, que eran las fotos del diario, fue el material con el que comenzamos a trabajar y utilizamos durante una gran parte de la realización del libro. A lo largo de diez años reconstruimos toda esta experiencia a través de muchísimas charlas con Marta, que fue directora del diario, y nos dio acceso a parte de su archivo personal. Ella tenía ediciones impresas del diario y cartas de los chicos lectores de esa época y maestros que relatan su experiencia con el diario.

Lucia Abattista: Efectivamente el acercamiento se dio de esta manera, sin embargo, previamente a todo esto, ya nos encontrábamos rozando de cerca al diario debido a distintas lecturas que tuvimos relacionadas a la historia reciente y a temas de la memoria. Nos llegaban testimonios sobre actividades que se habían realizado en el Ministerio de Cultura y Educación durante ese periodo del 73 y 74. El primer testimonio que me llamó la atención fue el de Nicolas Casullo, integrante de Montoneros, que  formó parte del Ministerio de Educación en ese periodo y cuenta de manera un poco imprecisa en el libro La Voluntad acerca de muchos proyectos culturales de la época. De todos estos que menciona uno es El diario de los chicos, el cual describe brevemente.

El diario también se encargó de publicar acerca de hechos históricos. ¿Cuál era la perspectiva histórica con la que analizaron los hechos?

LA: Mas allá de que nos encontremos con publicaciones que hacen referencias a Chacho Peñaloza o Felipe Varela, que uno puede tildar en una primera lectura de un tinte revisionista, creo que al detenernos a  pensar más allá de eso y mirar con quién se trabajó la producción de ese contenido, y a leer con más detalle, nos encontramos con una mezcla muy original en ese aspecto. Es la mirada de Marta forjada en Filosofía y Letras de la UBA, donde se produjo una renovación muy fuerte de la historia en clave de historia más social y económica, que entra  en un diálogo con el revisionismo , que no es el tradicional que solo reivindica figuras centrales como Rosas, sino en un revisionismo más relacionado a las izquierdas que piensa el protagonismo popular.

 ¿Fue parte de un proyecto transmediático?

DB: A veces volvemos sobre distintas épocas a poner nombres creados a posteriori. Efectivamente existía un proyecto multimedial en el Departamento de Comunicaciones Sociales, sin embargo, es un término que comenzamos a utilizar en los años noventa. Durante 1973 llegó a ensayarse un canal de televisión, hubo algún que otro programa de radio, pero no es que hubo una red de medios que pertenecía al Estado .Lo que sí me parece es que en ese Departamento de Comunicación  había una vocación de producción transmedia, se podía encontrar ciertos contenidos como la prevención del mal de Chagas sobre el que se realizaba una historieta, un disco, un programa de televisión, todo tipo de producciones relacionadas al mismo tema. Era una preocupación que se desplegaba en distintos formatos mediáticos. Sin embargo, no tenías a alguien que se ocupara específicamente producciones transmedia.

En el libro se describe al boletín de notificaciones de ese periodo como amigable para lectura y con ilustraciones que reforzaban la comprensión. ¿Se puede hablar de un intento del Ministerio de Educación y Cultura por democratizar la información?

LA: Una de las cuestiones más significativas de la etapa es que un gran conjunto de comunicadores, periodistas, escritores, personas que trabajan en la televisión de losaños sesenta o setenta, profesionales de las Ciencias Sociales y del Ministerio de Tecnología trabajaron con una preocupación central por las comunicación, por cómo el mensaje puede llegar más allá de los carriles habituales y sobre cómo puede estimular una participación de los consumidores y no ser solo una cuestión de transmisión en el sentido más clásico. En eso hay un clima de época que podemos percibir.

DB: Dentro de mis trabajos académicos, tengo muchos enfocados en la historia de la comunicación popular en América Latina, a partir de ahí elaboré una reflexión que concebía a la comunicación alternativa y popular como algo ajeno y alternativo a lo estatal. Durante el periodo en el cual se puso en circulación el diario vemos que esas experiencias que son puestas en práctica en muchos casos por parte del Estado.

¿Cómo impactó la estatización de la editorial Códex con el desarrollo del diario?

LA: Los números 2 y 3, que fueron los de mayor tirada, se imprimieron en la editorial Códex. Esta fue una empresa editorial muy importante en las décadas anteriores, al presentar la quiebra sus trabajadores siguieron trabajando de manera autogestiva hasta que el Estado la interviene y luego discute su estatización. Había una gran expectativa por convertirla en una editora del Estado que abarata los costos de todo lo que se produzca. De hecho, los primeros números fueron impresos en empresas privadas, lo que dio como resultado costos altísimos de producción para el gran número de tirada que tenían programada.

DB: En el número 2 y 3 se llegaron a imprimir alrededor de 600 mil o 700 mil ejemplares aproximadamente. Era realmente un producto masivo que llegaba a cada punto del país, era realmente un diario nacional; distinto a lo que estamos acostumbrados cuando catalogamos así a los diarios porteños. A veces estos diarios no llegan a los puntos más distantes de la Capital o lo hacen con demora.

Más allá de su llegada, ¿las noticias que se trataban también portaban una índole federal?

LA: Las noticias vinculadas con otras provincias eran pensadas dentro del núcleo editor, el criterio era que dichas noticias fueran las que alcanzaban una escala nacional. Por ejemplo, la repatriación de los restos de Felipe Varela fue un hecho evidentemente significativo para la provincia de Catamarca, pero también para el conjunto del país. Otro ejemplo es la inundación en Santiago del Estero del año 1974, que sirvió como puntapié para pensar cuestiones ambientales como la deforestación y el avance de la industria maderera. Otras noticias que se abarcaban eran las internacionales, temas como la visita del presidente panameño Torrijos podían ser utilizadas como un punto de partida para hablar sobre la problemática del canal de Panamá.

DB: La actualidad era el disparador, la noticia era desmontada y se explicaban los procesos que la conformaban. Otro ejemplo es el tratamiento del Mundial de fútbol del 1974, para el que se conforma una mesa de diálogo de pibes, que a su vez son alumnos y lectores, los cuales piensan la situación del deporte por fuera del Mundial.

¿Cómo recibían los chicos este tratamiento novedoso de las noticias?

LA: La aspiración del diario era que los chicos no solo consuman estas noticias, sino que también puedan producir cosas propias. De todas maneras, se aclara desde un principio que el diario era elaborado y pensado por adultos, pero se invita a los lectores a ser partícipes. En las cartas empiezan a llegar muchísimas recomendaciones de secciones o notas para que se publiquen en el diario, desde lo más clásico como poemas y cuentos, a historietas que eran producidas por estos chicos y chicas donde se abordaban temas muy variados, la recepción era bastante positiva, así como también la participación.

¿Cuál fue la recepción de los medios gráficos de la época?

LA: En este caso pudimos acceder a algunos ejemplares de la época que conservaba Marta y otros a los que accedimos a través de hemerotecas. Encontramos algunos que celebran la iniciativa y la calidad de las publicaciones como La Voz y Noticias y otros que denuncian un adoctrinamiento o acusan al diario de revertir los hechos históricos, como por ejemplo, en La Prensa o Cabildo.

¿Tienen conocimiento de experiencias previas sobre proyectos similares?

LA: Marta Dujovne, cuando concibe el proyecto, recuerda de una publicación de origen francés que leyó cuando era niña llamado Journal Le Monde, que tenía una estética tabloide muy similar a la que adoptó el diario. Básicamente se trataba de un libro de divulgación histórica para infancias que se tradujo en múltiples idiomas. Después, en una construcción de antecedentes que llevamos a cabo de manera personal, pudimos encontrar algunas experiencias que los realizadores del diario tenían a mano, pero no las pensaba como tales, sino que nosotros nos tomamos la libertad de sugerir indicios que nos llevan a relacionarlos desde su esencia. Por ejemplo, La edad de oro de José Martí fue un diario para chicos que se comenzó a publicar hacia fines del siglo XIX. De hecho, Lorenzo Amengual, quien fue un ilustrador que trabajó en El diario de los chicos, también realizó algunas ilustraciones para La edad de oro.

DB: De todas maneras, no encontramos antecedentes de alguna producción de un diario que trate noticias actuales para que la lean los chicos.

 

Luz, cámara, periodismo

Luz, cámara, periodismo

De personaje de los bajos fondos a héroe de guerra, de mercenario sensacionalista a guardián de la democracia, el cine ha representado de diversas formas al cuarto poder. Dos periodistas argentinos analizaron más de 3.000 películas, seleccionaron las mejores y las reseñaron en un sitio web.

El portal Periodistas en el cine reúne más de 3.000 películas que ofrecen representaciones sobre el periodismo y los medios. Incluye filmes de más de cien países, desde la era del cine mudo hasta hoy, y dispone de un buscador que permite filtrar por género, director, actores, temática o nacionalidad, “un excelente recurso para estudiantes”, según sus desarrolladores. Además, presenta un ranking de las 150 obras cinematográficas más destacadas sobre el cuarto poder, encabezado por los clásicos El ciudadano Kane (1941), de Orson Welles, Todos los hombres del presidente (1976), de Alan Pakula, y Lo que sucedió aquella noche (1934), de Frank Capra. En el marco del Día del Periodista, ANCCOM dialogó con los creadores de este original sitio, Manuel Barrientos y Federico Poore, ambos licenciados en Ciencias de la Comunicación de la UBA.

Barrientos, quien afirma haber nacido periodista, se desempeña como docente de Investigación Periodística en TEA y en la Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales (UCES). Muchos años antes de escribir para Página/12, Ámbito Financiero o la revista Debate, trabajó cortando cables en el diario local de su ciudad natal, Chacabuco, mientras sus compañeros del secundario se iban de vacaciones. Es autor de los libros 2001. Relatos de la crisis que cambió la Argentina y Quién construye qué agenda.

El sueño de Poore, magíster en Economia Urbana por la Universidad Torcuato Di Tella, era ser editor de la sección de política en Página/12. Cuenta que en la entrevista que le hicieron para una pasantía en ese diario, le advirtió a su jefe que lo reemplazaría en el cargo. No se equivocó. Luego trabajó en las redacciones de Debate y Buenos Aires Herald y publicó artículos en Clarín, La Nación, Ámbito Financiero, Playboy y Noticias. En 2014, junto a otro colega, escribió El poder del juego. El gran negocio de la política Argentina.

¿Por qué el cine se interesó siempre por el periodismo?

Federico Poore: El periodismo comercial surge en paralelo con el cine. Son fenómenos simultáneos y se representan mutuamente. Desde 1895 hasta hoy, los periodistas aparecen en numerosas películas porque, gracias a su rol de detectives, colaboran de una manera sencilla y divertida poniendo al espectador en situación de observador.

Manuel Barrientos: Tanto el cine como el periodismo tratan de buscar y construir una verdad, aunque de distinto modo. El periodismo le sirve al cine como puerta de entrada para que el público conozca a ciertos personajes históricos. Las películas biográficas, en su mayoría, arrancan con un periodista. Muchos directores y guionistas de principios del siglo XX eran periodistas. En aquel momento, tenían más trabajo en las redacciones que en la industria del cine.

¿Qué tipo de periodista construyó el cine en cada etapa?

FP: En los inicios, el periodista era una figura de los bajos mundos: alcohólico, marginal, que frecuentaba policías y prostitutas. Con la implantación del Codigo Hays (una serie de reglas restrictivas para las producciones estadounidenses), Hollywood intenta “sanitizar” esa imagen y el periodista se domestica. A partir de la Segunda Guerra Mundial, se convierte en una figura heroica, y en los últimos años, con el ascenso de Trump, pasa a cumplir el papel de guardián de la democracia, tal cual se ve en películas como En primera plana (2015) o The Post. Los oscuros secretos del Pentágono (2017).

MB: Coexisten diferentes representaciones del periodista, a veces más críticas y otras de exaltación. Hay distintos tipos de heroísmo. En los años 30, en los westerns, aparece como parte de la estrategia civilizatoria, mientras que en los 40 se resalta el modelo heroico de los corresponsales extranjeros durante la guerra. Con la emergencia de la televisión, en los 50, se consolida la tendencia del periodista villano o sensacionalista.

¿Cómo fue el trabajo para construir el sitio?

MB: Comienza con mi tesina de grado, a finales de los 90. Después, cuando nos reunimos con Federico, teníamos la idea de incluir unos 300 títulos como máximo. En las películas buscábamos ver el rol que cumplían los periodistas en la sociedad y como eran vistos por ella, los niveles de precarización laboral, la relación con la tecnología, entre otros criterios. Pero la base estalló y pasó de 300 a 3.000.

FP: Hicimos un trabajo importante de curaduría. Exigimos que las películas tengan una mínima calificación en The Movie Database (TMDB) e información disponible respecto a actores y directores. Por este motivo, hay obras dejamos de lado. La gracia de esta investigación es que estos filmes están disponibles para ser vistos por los usuarios. Más allá de la tradición hollywoodense, todos los países con cultura cinematográfica tienen películas sobre periodistas, y en ellas destacamos aspectos generales, como las peleas editor-redactor, y las particularidades de cada país, que son muy interesantes.

Todos estos filmes subrayan aspectos como el manejo de la información, la rigurosidad o el resguardo de las fuentes, ¿son valores presentes en la práctica actual?

MB: Hay películas como En primera plana que trabajan con un nivel de detalle altísimo. Chequean sus informaciones una y otra vez, y no publican algo hasta que no haya tres o cuatro fuentes confiables. En cambio, otras muestran el criterio de sensacionalismo. En cualquiera de los dos casos, el cine tiene impacto sobre el periodismo. En los 70, Todos los hombres del presidente provocó un estallido en las matrículas de las escuelas de periodismo de Estados Unidos. Hoy, el periodismo no tiene ese rol único y central. El cine tampoco. Pero los criterios periodísticos siguen vivos.

FP: Los criterios de selección, tematización y contextualización están más vigentes que nunca, a pesar de lo precaria que se ha vuelto la práctica periodística. No es lo mismo que alguien haga correr un rumor sobre un tema, a que The New York Times haga una investigación, busque fuentes y ponga los resultados en primera plana. La película Ella dijo,  sobre el movimiento Me Too, lo muestra a la perfección.

¿Qué es lo mejor y lo peor del periodismo?

FP: Lo mejor es este rol insustituible de informar y explicar un suceso. Descubrir las causas que hay detrás y decirlo en un lenguaje sencillo y llano. Eso no es algo que cualquiera pueda hacer. Hay un método, un saber hacer involucrado. La suma de las personas que intentamos hacerlo conformamos un contrapoder a los grandes poderes de la sociedad. Así que es saludable participar de eso. Además, ser periodista te llena más espiritualmente que otras profesiones. Lo malo del periodismo hoy es la situación precaria de quienes los ejercen, incluso en los grandes medios y ocupando cargos jerárquicos. Antes era una fuente fija de ingresos.

MB: Lo mejor es que da la posibilidad de comprender el mundo, conocer personas que uno admira y hablar con ellas. He colaborado en distintos medios buscando esa gratificación, más que por la remuneración económica. También permite conocer gente interesante y hacer amigos. Con Federico nos conocimos en la redacción de la revista Debate. Lo peor es que históricamente fue un oficio mal pago y las mismas películas lo muestran. Hoy existen más posibilidades que antes de ejercerlo, pero no de vivir solamente de eso.

¿Qué opinan del periodismo actual?

FP: El periodismo está desesperado porque no tiene un modelo de negocio sustentable, y en esa desesperación se desdibuja y pierde su valor agregado. Si lo que produce un medio en redes sociales es indistinguible de lo que hace un influencer, entonces ese plus periodístico no existe y la suscripción no vale la pena. Ahora bien, si la crítica es que el periodismo atraviesa un estado banal y estupido, es válida y se justifica en los titulares y contenidos que los medios publican. El periodismo casi siempre está en crisis, pero el nivel de precarización laboral actual está en niveles inéditos. Más allá de esto, la figura del periodista sigue siendo muy importante.

MB: Siempre se criticó al periodismo porque muchas veces actúa como contrapoder a la política o a las corporaciones de turno. Hoy los contenidos más vistos en YouTube son las entrevistas, pero los medios gráficos hacen pocas. Tampoco existe otro formato importante, ni realizan informes complejos. En su mayoría, se trata de notas básicas o editoriales, en parte porque es lo más barato. Sin embargo, el periodismo sigue vivo en múltiples ámbitos y formatos, no sólo en los medios. Saber hacer una investigación, buscar un título, volver una idea sencilla y potente, es sinónimo de saber hacer periodismo y eso sirve para un montón de cosas en la vida.

¿Qué consejo le darían a los estudiantes de comunicación y periodismo?

FB: Los egresados de cualquier carrera no saben qué van a hacer de su vida a largo plazo. Están juntando herramientas para ver cómo se desenvuelven en lo inmediato. En el caso de los comunicadores, si acaso tienen otros intereses, hay muchos vínculos posibles, la carrera otorga una amplia caja de herramientas.

MB: A lo mejor después podés trabajar de otra cosa, pero el periodismo te sirve para la vida. Estudiar Comunicación me abrió la cabeza, y hacerlo en la UBA te ofrece un pantallazo de la historia de la humanidad. Ahora que lo pienso, esta base de datos que armamos “es muy” de Comunicación de la UBA: esa imposibilidad de recortar objetos de estudio tiene que ver con una carrera que te hace entender que todo es importante. A quienes estudian, les diría que sigan y le metan ganas porque el periodismo siempre va a ser útil y necesario, sobre todo en un mundo cada vez más complejo.

El antifeminismo y la campaña electoral

El antifeminismo y la campaña electoral

La socióloga e historiadora feminista Dora Barrancos analiza la avanzada  en contra del feminismo en medio de los discursos de campaña. La importancia de contar con un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, el llamado a deconstruir los discursos que se denominan liberales y cuáles son hoy los objetivos del movimiento feminista.

En diálogo exclusivo con ANCCOM, Dora Barrancos analizó algunas de las postales que cristalizan discursos en medio del inicio de la campaña electoral que ya comenzó antes de estar definidos los futuros candidatos.

Postal 1: 2022. Javier Milei, diputado nacional, líder del partido La Libertad Avanza y candidato a presidente, es entrevistado en el marco de la presentación de su libro El camino del libertario en la Rural. “Yo no tengo por qué sentir vergüenza de ser un hombre blanco, rubio y de ojos celestes. No tengo que pedir perdón por tener un pene, el Ministerio de la mujer ya saben, pista”, dice Milei y hace un gesto con la mano como quien echa a alguien. El público aclama.

Postal 2: 2023. Horacio Rodriguez Larreta, Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y candidato a presidente por la alianza Juntos por el Cambio, realiza una entrevista para Radio Rivadavia. “Voy a reducir los ministerios a la mitad. Yo no creo que la importancia que uno le de a un tema dependa de tener un ministerio, secretaría o subsecretaría”. El periodista le pregunta si planea cerrar el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad a lo que Larreta responde que sí, que los ministerios solamente implican más burocracia. Esta entrevista se realizó un día antes del  8 de marzo. Al día siguiente, el movimiento feminista se movilizó a las calles por el Día Internacional de la Mujer.

¿Por qué estos discursos sobre el cierre del Ministerio pasaron a formar parte de la campaña electoral?

Esa es la superficie, la fórmula discursiva en realidad entraña algo más. En primer lugar, es una oposición al avance de la perspectiva de género. Lleva embutido ese principio medular una oposición a los feminismos, a las feministas y a una política de las feministas, el avance con derechos hacia la equidad, hacia la paridad y hacia la justicia de género. En segundo lugar, es una oposición a la diversidad sexogenérica, al reconocimiento de los derechos de las personas y sus identidades. Ahí está el programa. Entonces, cuando dicen que quieren eliminar el Ministerio en realidad quieren eliminar estos principios. No se trata simplemente de una degradación del Ministerio, porque no podrían hacerlo desaparecer del todo, eso es evidente. En suma, es una amalgama de retrocesos tal como viene ocurriendo en las plataformas de la derecha y de la extrema derecha del mundo.

 

¿Qué importancia tiene contar con un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad?

¿Cómo se puede analizar la jerarquía valorativa conceptual del Estado sino a través de sus simbolizaciones en materia de jurisdicciones, potencias y poder? Si el Ministerio es llevado a una Dirección General, hay una degradación de las políticas tendientes a la equidad humana. Es el aspecto simbólico que el Estado le da, que corresponde a jerarquías. En el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires nunca se jerarquizó la institución por lo tanto nunca se jerarquizaron las políticas que tienen que ver con la equidad de género. Tiene una cierta materialidad pero además tiene un valor simbólico respecto de la jerarquía de los problemas del Estado.

¿Qué concepciones del Estado se ponen en juego cuando se reproducen estos discursos?

Primero, desde la perspectiva de esos discursos el Estado debería reducirse a una expresión mínima. Una expresión apenas emergencial, exclusiva a lo que las operaciones del mercado no pueden hacer. Se llegan a exacerbaciones que ponen en tela de juicio al mismo liberalismo. No son fuerzas liberales, son fuerzas que se han construido sobre la base de una gran operación ideológica y política contraria al Estado. La vieja receta liberal, si nos vamos a las fuentes liberales como Smith y Ricardo, no tienen nada que ver con esta pantomima. El poco retazo de liberalismo que tuvimos en Argentina fue la construcción de algo en manos del Estado. El liberalismo en Argentina se determinó por dos circunstancias que son eminentemente construcciones del Estado: la educación básica y la salud pública. Ni siquiera leen sus propias tradiciones.

 

¿Qué modelo de libertad proponen?

La libertad que proponen es la libertad de los fuertes, de los poderosos, no la libertad que tiene cada individuo. Es una libertad para subyugar. Es todo muy falaz y hay que deconstruir sus argumentaciones haciendo un buen ejercicio semiológico. Por eso yo a menudo recuso que a todas estas fuerzas se las llame neoliberales. Son neoconservadoras y neofascistas en gran medida. Se mueven con la falacia más cínica, la revolución. Es un oxímoron. Esas fuerzas están muy complicadas por situaciones gravísimas. Si hay una justicia un poquito más independiente, menos colonizada, algo debería pasar con los rituales de cercanía que han tenido con quienes intentaron el feminicidio y el magnicidio.

 

¿Qué cree que debería hacer el feminismo?

El feminismo debería empinarse de manera rotunda. Yo lo que diría es que no tiene que perder mucho tiempo en nombrar personas, sino en nombrar las políticas. No importan los nombres, puede ser Milei o Bullrich, lo importante es denunciar estos programas. La novedad de las fuerzas reaccionarias es que han incorporado activamente ir contra el feminismo y la diversidad.

 

«Ningún amor propio va a salvar al mundo»

«Ningún amor propio va a salvar al mundo»

A cuatro años de la aprobación de la Ley Nacional de Talles la activista y modelo de talles grandes, Brenda Mato, habla sobre las principales deudas de la sociedad respecto a la diversidad corporal.

Yo sé conscientemente que mi vida sería más fácil sí yo no fuera gorda, no sería mejor, sería más fácil”, dice la activista Brenda Mato. La sociedad tiene tan negada la diversidad de cuerpos que “todo lo que no es flaco, es gordo”. Pero destaca que la falta de derechos sigue presente, lo único que mejora cuando dejas de ser una persona gorda “es el trato de la sociedad”.

Desde su contenido en redes sostiene que “es posible tener una vida más allá de esperar a adelgazar”. En Gordes Activistas de Argentina encontró espacios seguros y entendió que lo que le pasaba era colectivo por lo que las respuestas no podían ser de otra forma.

¿Cómo y cuándo empezó tu activismo?

Yo no buscaba ser activista, buscaba alguna respuesta. El activismo es una respuesta a mi propia historia. Crecí en un cuerpo que estaba por fuera de la norma y mi percepción del cuerpo siempre fue dismórfica. Con el tiempo, entendí que muchas personas estaban atravesadas por las mismas cosas que yo, pero lo único que compartíamos era una corporalidad, por lo que era algo más grande lo que había que cuestionar. Lo que pude es sacarme de encima el peso que más me pesaba: el de la sociedad y llegar a un acuerdo con mi cuerpo. Igual cada vez tengo más preguntas (risas).

 

¿De qué manera comenzaste a participar en Gordes Activistas por Argentina?

El camino del activismo es poco solitario en un principio, pero la realidad es que los cambios sustanciales se dan desde el activismo colectivo. Y las respuestas tienen que ser colectivas porque ningún amor propio va a salvar el mundo. Que yo me ame a mí misma, no le va a cambiar el mundo a nadie más que a mí. Es buenísimo hacer ese trabajo, pero no cambia la realidad. Igual voy a salir a la calle y me van a gritar gorda puta desde un auto o no voy a encontrar talles o voy a ir al médico y me va a mandar una dieta, aunque me duele el oído.

Cuando lo que vivís es compartido con otres no deja de doler, pero duele menos. Laura Contrera dice algo que me encanta: para un gorde no hay nada mejor que otre gorde. No es una cuestión sectaria, sino que no hay nadie que te pueda entender mejor en este camino que alguien que está atravesando las mismas cuestiones que vos.

 

¿Cuáles son las principales denuncias, demandas y propuestas de la organización?

La principal demanda es la despatologización de la gordura. Dejar de pensar que todos los cuerpos gordos están enfermos y que la única respuesta a mis problemas de salud sea mi peso. Hay una baja calidad de atención médica a las personas gordas. Pudimos participar de las guías de obesidad que se le presentan a los médicos de todo el país y en la escritura de cuadernillos de sensibilización de corporalidades gordas. Hay que aprender de la existencia de la diversidad corporal, a cómo tratarnos, cómo preferimos ser llamados.

Es increíble estar en 2023 y todavía estamos pidiendo ser personas. A poder existir en el cuerpo que tenemos. Cuando reclamamos derechos molestamos y nos tratan de minorías, pero cuando hay que vender dietas y violentarnos somos mayorías.

Respecto a la Ley de Talles, ¿cuáles son los logros y las deudas?

El logro principal es haber puesto el tema en agenda. También la descolonización sobre nuestros cuerpos de la tabla de talles europea. Por primera vez en 200 años de historia, hay una tabla de talles que analiza cómo son los cuerpos en nuestro país desde el Estado y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Es increíble que sea información pública y para todes. Pero el mismo Estado que reconoce por un lado ser gordofóbico, por el otro tiene guardado en un cajón la Ley de Talles que está lista para salir y seguir trabajando. Es una ley que va a cambiar realidades porque el acceso a la ropa es un derecho fundamental que para muchas personas no se cumple. No tenemos respuestas, es un silencio matador y agotador.

 

En abril realizaron la primera Diversa Feria, ¿cómo viviste este evento? ¿De dónde surge?

Diversa Feria es una condensación del activismo de la Ley de Talles. Es poder crear un espacio seguro para la gente y decirle “para vos sí hay”. Tiene un rol social y político importante: todos los emprendimientos son nacionales y de confección propia, liderado por mujeres en su mayoría, con la participación de personas de la diversidad sexual y de la cooperativa de la Garganta Poderosa. La condición es que todos tengan al menos cinco talles. Hacer talles para todes no es una cuestión de plata, es una cuestión de compromiso y entendimiento de las necesidades de la sociedad. Es un evento que brinda espacios necesarios y que se va a repetir en julio de este año.

 

Brenda Mato invita a reflexionar sobre estas temáticas. “Las personas gordas vivimos en pausa. Estamos todo el tiempo pensando en que mi vida va a empezar cuando baje de peso, voy a tener novio, voy a hacer este viaje”. Destaca que es importante entender que no es necesario tener otro cuerpo para hacer las cosas que querés. “Ahora ya tenés un vida plena”.

«Cámpora era un hombre absolutamente leal»

«Cámpora era un hombre absolutamente leal»

A 50 años de la asunción de Héctor Cámpora como presidente, el abogado y catedrático Oscar Moreno reflexiona sobre los acontecimientos de la época y su vivencia personal de los que define como sus “49 días como oficialista”.

En junio de 1966, tras el derrocamiento del presidente Illia, se instauró la dictadura de Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Lanusse, la autodenominada “Revolución Argentina”. Todos ellos, en ese orden, fueron los generales que estuvieron en la presidencia durante este período que finalizó en 1973. Cada una de las gestiones cayeron por un contexto nacional en el que la movilización popular desbordaba, lo que hizo que el régimen militar se viera obligado a preparar la transición hacia el retorno de la democracia. En este sentido, se levantó la proscripción del peronismo, aunque los militares implementaron diferentes mecanismos para evitar la candidatura de Perón.

Ante las restricciones, Perón eligió como candidato a Héctor José Cámpora para las elecciones presidenciales de 1973, quien ganó por amplia diferencia. A 50 años del “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, el abogado y profesor emérito de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Oscar Moreno, dialogó con ANCCOM sobre los 49 días de aquel fugaz mandato, no sólo desde una mirada académica, sino también que protagonizó los acontecimientos de la época.

¿Quién era usted cuando asumió Cámpora?

Me hice peronista en 1959. Mi padre era maestro en una escuela rural en La Pampa, vinimos a vivir a Buenos Aires para estudiar y vivíamos en un barrio muy humilde de Flores Sur, cerca del Hospital Piñero y el Cementerio de Flores. Allí vivían muchos de los obreros del frigorífico Lisandro de la Torre. Era muy divertido porque a las seis de la tarde, cuando volvían de su trabajo, todos se sentaban a tomar mate en pijama y camiseta en la calle y el día que no los veías a ninguno, era un día que había llegado una cinta de Perón. Cuando tomaron el frigorífico porque Frondizi lo quiso privatizar fue una revuelta popular de un tamaño… los vecinos del barrio arrancaban los adoquines y los tiraban a los tanques. Yo era muy joven y me dije: “Me he pasado la vida leyendo a Marx y buscando a los proletarios, los proletarios están acá” y a partir de ahí milité en el peronismo, como decíamos en broma con muchos compañeros, casi siempre del lado contrario. Casi siempre Perón nos ganaba. A partir de ahí, tuve un periodo de militancia bastante activa en la defensa de los presos políticos y muy cercana a lo que se llamó “La Tendencia”. Cuando Perón destituye a Paladino como delegado personal y nombra a Cámpora, ahí tuve un acercamiento mayor porque yo era bastante amigo, o por lo menos conocido, de un sobrino de Cámpora: Pedro Cámpora. Por Pedrito conocí a su hermano Mario, el primer embajador en Londres cuando se repusieron las relaciones diplomáticas. Fue como el ideólogo de todo esto: formamos un núcleo de amigos que trabajó por la candidatura de Cámpora.

 

¿Cuál era el ambiente de época?

Hay una cosa que entender. En 1966 Onganía destituye a Illia y fue un gobierno de origen nacionalista, católico y militar que tenía la intención de quedarse en el poder. Uno de los errores políticos que comete es intervenir y prohibir la vida política en las universidades. Los estudiantes dejaron de ser militantes para poner al presidente del centro de estudiantes y los consejeros en los consejos de la facultad. Se empieza a dar un proceso de politización de esa juventud y de acercamiento hacia el peronismo. Lo que uno sentía en ese momento es que se había roto aquella tradición de que las clases medias eran antiperonistas. Aparece un movimiento juvenil muy fuerte que se arrima al peronismo, que vitorea a Perón y pide su vuelta. O sea, ya el peronismo dejó de ser una cuestión propia de los trabajadores y los sindicatos y pasó a ser un proceso de masas.

¿Era el retorno de “los años felices” anteriores al 55?

No, esto es muy complejo. Lanusse entiende que debe abrir el proceso electoral y se ve así mismo, a partir de un acuerdo con Perón, presidente electo democráticamente y para eso genera el Gran Acuerdo Nacional. Perón, con esta cosa chicanera que tenía para hablar, tumba rápidamente esta idea cuando dice: «Lanusse tiene las mismas posibilidades de ser presidente electo en Argentina que yo rey de Inglaterra». Entonces empieza ahí un tironeo fuerte entre ambos y ocurre un hecho militar y político: la Masacre de Trelew. Esto trajo una especie de rebeldía contra Lanusse, quien así pierde sus posibilidades de ser candidato. Entonces, ¿qué es lo que empieza? Perón, que era un viejo zorro de la política, se aviva que Paladino, su delegado personal, era más un delegado de Lanusse ante Perón que un delegado de Perón ante Lanusse. Entonces lo destituye y trae a la escena a Héctor Cámpora, un tipo que tiene como virtud central haber sido toda su vida leal a Perón. Y a partir de ahí se gesta todo un movimiento, «el peronismo de la victoria», y la posibilidad del retorno de Perón. La dictadura apuesta a que no va a volver, pero cuando se hace visible la vuelta se produce una cosa absolutamente inconstitucional: el proyecto de transformación de las elecciones en el que pone una cláusula proscriptiva que consistía en que quien no estuviera el 25 de agosto del 72 en Argentina, no podía ser candidato. Perón vuelve en noviembre a pesar de ello, en un chárter con 150 dirigentes peronistas y hace una reunión con todos, incluido (el radical) Ricardo Balbín. Cuando Perón se va tratando de que no haya demasiados conflictos dentro del movimiento, lo deja a Cámpora como candidato y cuando vuelve es presidente. La campaña fue una cosa que sorprendió a todo el mundo, eran actos masivos en todos lados, pero en esa campaña toma muchísima fuerza la juventud, yo te diría de la izquierda montonera, y los discursos se iban radicalizando. Fuimos a las elecciones y con un sistema de computación de datos muy improvisado, a las 2 de la mañana, más o menos, teníamos la noticia de que llegábamos al 50 por ciento. Cámpora era un hombre absolutamente leal, pero muy tozudo. No quiere creer lo que Abal Medina decía: le estaban, desde antes del 11 de marzo, forjando su caída lo que podríamos llamar la derecha peronista: el teniente coronel Osinde, Norma Kennedy, Alberto Brito Lima, del Comando de Organización. Toda esa gente se alía con López Rega. ¿Cuál es el miedo del rumbo? Él había armado durante muchos años el gran negocio: llegar a la Argentina con Perón presidente, Perón enfermo, Perón se muere, queda Isabel y él está en el poder. Como Perón se agravó esos días, el gran miedo de “Lopecito” era que se muriera Perón en Madrid, Cámpora presidente y él queda fuera del juego. Entonces empieza a armarse toda una cosa muy fuerte contra Cámpora. Cuando Perón vuelve a la Argentina ocurre la Masacre de Ezeiza, un enfrentamiento entre Montoneros y la derecha de Osinde. Perón no puede llegar y a partir de ahí Cámpora empieza a perder cada vez más poder político hasta que le presenta la renuncia a Perón.

Estuve en la Casa Rosada. Lo echamos al representante del gobierno de Estados Unidos, no lo dejamos entrar. Era un ambiente increíble. Dentro del Salón Blanco, cuando Lanusse entrega los atributos a Cámpora, nosotros gritamos: «Se van, se van y nunca volverán» en la cara.

Oscar Moreno

¿Qué balance hace de la presidencia de Cámpora?

Su gobierno es difícil de entender porque duró muy poco tiempo y además porque tuvo un gabinete que en el lenguaje de ahora se diría “loteado”: había ministros de Cámpora aceptados por Perón, ministros de Perón aceptados por Cámpora y ministros que eran conversables. Entonces, lo que podría decirse del período de Cámpora, más allá de la lealtad a Perón, es que se producen algunas transformaciones. Por ejemplo, la presencia de Carcagno en la comandancia del Ejército hace que el ejército liberal tenga desde ahí pocas posibilidades de llegar, más allá de que los que entonces éramos unos terribles izquierdistas no queríamos a Carcagno. Queríamos que pusieran al último coronel así los echaban a todos. Ahora, 50 años después, te digo que no nos daba la política para hacer eso, pero entonces queríamos eso: poner un coronel y echarlos a todos. La otra cosa muy importante que queda del gobierno de Cámpora, me parece a mí, es una política exterior. No nos olvidemos que en su asunción las dos figuras centrales fueron Salvador Allende y Dorticós, el presidente de Cuba. Era decir: “Bueno, acá estamos, construyendo una unidad continental”. Tampoco puedo dejar de destacar el discurso que tuvo el Ministro del Interior “Bebe” Righi: “El discurso a la policía”, donde le dijo a la policía lo que tenía que hacer.

¿Qué rol tuvo usted dentro del gobierno?

Yo bromeo con eso, siempre digo: “Los 49 días que fui oficialista”. Yo no tenía ningún cargo, sí era parte de una banda de abogados que nos respetaban mucho: Mario Hernández, Roberto Sinigaglia… Nosotros entrábamos a la Casa de Gobierno como en nuestra casa. Cuando Cámpora decidió renunciar, Sinigaglia, yo y otra gente más nos quedamos afónicos discutiendo con el “Bebe” Righi. Le decíamos que Cámpora tenía que llevar la renuncia, pero que se tenía que transformar en una movilización, o sea llamar a la juventud a una gran movilización, con Cámpora al frente para entregarle la renuncia a Perón, pero con miles de personas.

¿Se acuerda de lo que estaba haciendo mientras asumió Cámpora?

Estuve en la Casa Rosada. Lo echamos al representante del gobierno de Estados Unidos, no lo dejamos entrar. Era un ambiente increíble. Dentro del Salón Blanco, cuando Lanusse entrega los atributos a Cámpora, nosotros gritamos: «Se van, se van y nunca volverán» en la cara. Después vino el primer gran problema del gobierno que fue la noche en Devoto, que también estuve, porque los presos se querían ir. Habían sacado una consigna: no puede haber ni un solo día de gobierno peronista con presos peronistas. Mientras tanto, Devoto ardía y ahí estábamos los abogados, con Mario Hernández, que era como el cabecilla nuestro. Estábamos todos y vino Juan Manuel Abal Medina, que no tenía ningún cargo, pero tomó la palabra y ordenó salir. Entonces se decretó el indulto, al otro día se discutió la Ley de Amnistía y se aprobó, pero cuando se discutió ya estaban todos los presos afuera. Era muy claro que la gente que salió de ahí lo hizo con la idea de volver a pelear y lo que me acuerdo de esa noche es que a muchos no los volví a ver. Yo fui muy amigo de Paco Urondo, que después se me perdió en la vida, quien esa noche entrevistó a los tres sobrevivientes de Trelew e hizo el libro La patria fusilada. Muy poca gente volvimos a ver porque se fueron a la militancia, que al poco tiempo se volvió clandestina. A 50 años, diría que la mayor locura que tuvimos todos, de todo eso que se llamó “la izquierda peronista”, “La Tendencia”, como le quieras llamar, fue creer que podríamos hacer un país socialista con Perón como líder. Perón nunca fue socialista ni lo quería ser ni lo iba a ser, entonces ese error de base. Ahora, sí yo tengo que rescatar la figura de Cámpora, o al propio Abal Medina, quedó claro que fueron figuras que permitieron el regreso de Perón y permitieron esta “primavera camporista”.

En la Revista Gestión Cultural escribió un artículo en el que plantea que “el retorno de Perón y su último gobierno, en un clima de efervescencia social, hicieron que las expresiones de las artes aparecieran subordinadas a un proceso político y social que ponía al descubierto una muy fuerte tensión social”. ¿Qué quiso decir con eso y cómo se manifestó durante el gobierno de Cámpora?

Cuando uno habla de los 60 en el mundo, está hablando de la aparición de un fenómeno nuevo llamado la juventud. O sea, los 60 traen a la escena la juventud. Si uno quiere hacer los 60 argentinos, tiene que tomar la idea del historiador Eric Hobsbawn, donde dice que hay siglos largos y siglos cortos, que estos no dependen del calendario sino que tienen que ver con hechos. Por ejemplo, él dice que el siglo XX es un siglo corto porque va desde el final de la Primera Guerra Mundial en 1918 hasta la caída del muro de Berlín. Ese es para él el siglo XX. Yo digo que los 60 empiezan en el 58 cuando asume Frondizi y terminan en el 66 cuando asume Onganía. Esos 60 generan un mundo cultural donde esa juventud que se estaba peronizando toma mucha importancia. Uno tiene que recordar que durante el gobierno de Ongania se cierran ingenios azucareros en Tucumán y se produce una gran rebelión de los obreros y las artes generaron una respuesta que se llamó “Tucumán arde”. Lo importante de esto es que un conjunto de artistas se solidariza con los trabajadores y arma una expresión artística. Ahora, ese movimiento en el período de Cámpora uno no lo puede identificar porque fue tan efervescente y tan corto que uno no puede trazar una línea y decir: “Hubo una política cultural de determinado tipo”. No la hubo porque no hubo tiempo de trazarla. La cosa más marcable de la cultura podría ser la apertura y vuelta a la política de las universidades.

¿Qué opinión le merece la juventud de aquel entonces?

Hay un fenómeno muy particular de la política argentina que es que el mayor hecho de masas del siglo XX, el Cordobazo, tiene como hijos organizaciones vanguardistas y armadas. O sea que ahí nace las FAR, el ERP, Montoneros, pero esta última tiene la virtud de incluir a todos los peronistas tradicionales de izquierda, se lleva a todos los Descamisados. Sí tengo críticas a Montoneros, en particular a su conducción: fue una organización aparatista que cuando lo bajan a Rucci y luego pasan a la clandestinidad, dejan a las organizaciones de masas muy descubiertas y esto permitió que avance la represión. Se transformó en una organización elitista que tenía el dinero afuera, mientras acá se morían compañeros que se quedaban dormidos en el tren de ida y vuelta al Tigre y el guarda los denunciaba. Yo decía: “Acá algo estuvo mal”. Ahora, críticas a la juventud en general no tengo, porque esa juventud siguió esa línea y bueno, sufrió la frustración que sufrimos todos, pero sí tengo para ellos una cosa que me parece admirable: la alianza con los obreros y la gestación de un movimiento que, entre otras cosas permitió, la vuelta de Perón.

¿Qué pensás de la juventud de la actualidad?

No sé hoy, tengo muchas dudas, tengo 80 años. No tengo participación en la política, pero sí opino desde afuera. Con el primer gobierno de Néstor se produce una cosa parecida a aquella “explosión camporista”. O sea, la juventud sale a apoyar a Kirchner y después de su muerte aún más. Hay una juventud importante que revive a la política, que viene a la política con Néstor y eso es muy parecido a lo que pasó hace 50 años. Ahora, después de Néstor la cosa se complica más y ahí no sé por qué. Yo ahora no tengo esta misma posibilidad de criticar a Montoneros, porque entonces tenía que ver y también me jugué la vida en alguna cosa y me comí 10 años de exilio durante la última dictadura. Ahora no tengo la misma crítica, pero La Cámpora, que dirige toda esta gente vanguardizada, no sé si no comete algunos errores aparatistas en el sentido que decía antes de la organización Montoneros. No lo sé porque no estoy militando, pero visto de afuera pareciera que hay también distancia entre lo que pretende la organización La Cámpora y esta enorme juventud que apareció en la política con Néstor. Entonces yo haría esa comparación: los que son de la juventud con Néstor a la aparición de la juventud con Cámpora.