Por Jorge Rodríguez
Fotografía: Gentileza UNQ/Javier Vidal

Durante el tercer gobierno de Perón, el Ministerio de Educación lanzó «El diario de los chicos», una publicación que explicaba las noticias a los más pequeños. Precursor de lo multimedial, miraba la historia con una perspectiva popular. Llegó a tirar 700.000 ejemplares.

 

El diario de los chicos fue un proyecto comunicacional y educativo. Su idea era acercar a los chicos las noticias desmenuzadas con un carácter pedagógico para facilitar su comprensión, e intentar explicar cuestiones que en la prensa tradicional elaborada para adultos eran dadas como obvias.  Este proyecto editorial se llevó adelante bajo la gestión de Jorge Taiana (padre) frente al Ministerio de Educación y Cultura. A pesar de que se presentaba como un diario se trataba de un periódico que se repartía de manera mensual en las escuelas de todo el país y existió desde octubre de 1973 hasta agosto de 1974.

En su edición número 0, el diario comienza con una inquietud enfocada en las “infancias”: “Se publican muchos diarios para que los grandes estén informados: traen noticias de lo que pasa en el país y en el resto del mundo. Y los chicos lo ven, oyen pedacitos de las conversaciones, algunos ven los noticieros por televisión, a lo mejor consiguen que los padres les cuenten algo. Preguntan mucho y les cuesta entender, porque las cosas que pasan en el mundo son muchas. A veces son complicadas. Y como todos piensan que son ´cosas de grandes` nadie se ocupa de decírsela a los chicos”.

Para conocer  más acerca de la realización y contenido de este diario, ANCCOM se acercó a la Universidad Nacional de Quilmes para charlar con dos de sus docentes, Lucia Abattista (profesora de Historia y Magíster en Historia y Memoria) Y Daniel Badenes (doctor en Ciencias Sociales y profesor de Historia de los Medios), que además son autores de un libro titulado de igual manera que este proyecto editorial.“El diario de los chicos”. Al realizar este libro se adentraron en una investigación profunda donde hablaron con personas que formaron parte del Diario y recopilaron material histórico que les permitió acercarse al proceso de realización y concreción de esta iniciativa.

¿Cómo  se enteraron del proyecto sin haber sido contemporáneos a la época de su publicación?  

Daniel Badenes: Allá por el 2013 una compañera llamada Verónica Jeria,  que trabajaba en el Museo Etnográfico, buscaba información acerca de unas muestras que se habían dado en el museo unos 40 años antes. En esa misma búsqueda se pone en contacto con Marta Dujovne,  que había sido secretaria académica y conocía de la historia previa del museo. En esas charlas donde Marta intenta contextualizar la época, le cuenta y le enseña material impreso acerca de un proyecto llamado El diario de los chicos. Al conocer este material, Verónica lo digitaliza junto al Departamento de Comunicación de Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes. Esa digitalización, que eran las fotos del diario, fue el material con el que comenzamos a trabajar y utilizamos durante una gran parte de la realización del libro. A lo largo de diez años reconstruimos toda esta experiencia a través de muchísimas charlas con Marta, que fue directora del diario, y nos dio acceso a parte de su archivo personal. Ella tenía ediciones impresas del diario y cartas de los chicos lectores de esa época y maestros que relatan su experiencia con el diario.

Lucia Abattista: Efectivamente el acercamiento se dio de esta manera, sin embargo, previamente a todo esto, ya nos encontrábamos rozando de cerca al diario debido a distintas lecturas que tuvimos relacionadas a la historia reciente y a temas de la memoria. Nos llegaban testimonios sobre actividades que se habían realizado en el Ministerio de Cultura y Educación durante ese periodo del 73 y 74. El primer testimonio que me llamó la atención fue el de Nicolas Casullo, integrante de Montoneros, que  formó parte del Ministerio de Educación en ese periodo y cuenta de manera un poco imprecisa en el libro La Voluntad acerca de muchos proyectos culturales de la época. De todos estos que menciona uno es El diario de los chicos, el cual describe brevemente.

El diario también se encargó de publicar acerca de hechos históricos. ¿Cuál era la perspectiva histórica con la que analizaron los hechos?

LA: Mas allá de que nos encontremos con publicaciones que hacen referencias a Chacho Peñaloza o Felipe Varela, que uno puede tildar en una primera lectura de un tinte revisionista, creo que al detenernos a  pensar más allá de eso y mirar con quién se trabajó la producción de ese contenido, y a leer con más detalle, nos encontramos con una mezcla muy original en ese aspecto. Es la mirada de Marta forjada en Filosofía y Letras de la UBA, donde se produjo una renovación muy fuerte de la historia en clave de historia más social y económica, que entra  en un diálogo con el revisionismo , que no es el tradicional que solo reivindica figuras centrales como Rosas, sino en un revisionismo más relacionado a las izquierdas que piensa el protagonismo popular.

 ¿Fue parte de un proyecto transmediático?

DB: A veces volvemos sobre distintas épocas a poner nombres creados a posteriori. Efectivamente existía un proyecto multimedial en el Departamento de Comunicaciones Sociales, sin embargo, es un término que comenzamos a utilizar en los años noventa. Durante 1973 llegó a ensayarse un canal de televisión, hubo algún que otro programa de radio, pero no es que hubo una red de medios que pertenecía al Estado .Lo que sí me parece es que en ese Departamento de Comunicación  había una vocación de producción transmedia, se podía encontrar ciertos contenidos como la prevención del mal de Chagas sobre el que se realizaba una historieta, un disco, un programa de televisión, todo tipo de producciones relacionadas al mismo tema. Era una preocupación que se desplegaba en distintos formatos mediáticos. Sin embargo, no tenías a alguien que se ocupara específicamente producciones transmedia.

En el libro se describe al boletín de notificaciones de ese periodo como amigable para lectura y con ilustraciones que reforzaban la comprensión. ¿Se puede hablar de un intento del Ministerio de Educación y Cultura por democratizar la información?

LA: Una de las cuestiones más significativas de la etapa es que un gran conjunto de comunicadores, periodistas, escritores, personas que trabajan en la televisión de losaños sesenta o setenta, profesionales de las Ciencias Sociales y del Ministerio de Tecnología trabajaron con una preocupación central por las comunicación, por cómo el mensaje puede llegar más allá de los carriles habituales y sobre cómo puede estimular una participación de los consumidores y no ser solo una cuestión de transmisión en el sentido más clásico. En eso hay un clima de época que podemos percibir.

DB: Dentro de mis trabajos académicos, tengo muchos enfocados en la historia de la comunicación popular en América Latina, a partir de ahí elaboré una reflexión que concebía a la comunicación alternativa y popular como algo ajeno y alternativo a lo estatal. Durante el periodo en el cual se puso en circulación el diario vemos que esas experiencias que son puestas en práctica en muchos casos por parte del Estado.

¿Cómo impactó la estatización de la editorial Códex con el desarrollo del diario?

LA: Los números 2 y 3, que fueron los de mayor tirada, se imprimieron en la editorial Códex. Esta fue una empresa editorial muy importante en las décadas anteriores, al presentar la quiebra sus trabajadores siguieron trabajando de manera autogestiva hasta que el Estado la interviene y luego discute su estatización. Había una gran expectativa por convertirla en una editora del Estado que abarata los costos de todo lo que se produzca. De hecho, los primeros números fueron impresos en empresas privadas, lo que dio como resultado costos altísimos de producción para el gran número de tirada que tenían programada.

DB: En el número 2 y 3 se llegaron a imprimir alrededor de 600 mil o 700 mil ejemplares aproximadamente. Era realmente un producto masivo que llegaba a cada punto del país, era realmente un diario nacional; distinto a lo que estamos acostumbrados cuando catalogamos así a los diarios porteños. A veces estos diarios no llegan a los puntos más distantes de la Capital o lo hacen con demora.

Más allá de su llegada, ¿las noticias que se trataban también portaban una índole federal?

LA: Las noticias vinculadas con otras provincias eran pensadas dentro del núcleo editor, el criterio era que dichas noticias fueran las que alcanzaban una escala nacional. Por ejemplo, la repatriación de los restos de Felipe Varela fue un hecho evidentemente significativo para la provincia de Catamarca, pero también para el conjunto del país. Otro ejemplo es la inundación en Santiago del Estero del año 1974, que sirvió como puntapié para pensar cuestiones ambientales como la deforestación y el avance de la industria maderera. Otras noticias que se abarcaban eran las internacionales, temas como la visita del presidente panameño Torrijos podían ser utilizadas como un punto de partida para hablar sobre la problemática del canal de Panamá.

DB: La actualidad era el disparador, la noticia era desmontada y se explicaban los procesos que la conformaban. Otro ejemplo es el tratamiento del Mundial de fútbol del 1974, para el que se conforma una mesa de diálogo de pibes, que a su vez son alumnos y lectores, los cuales piensan la situación del deporte por fuera del Mundial.

¿Cómo recibían los chicos este tratamiento novedoso de las noticias?

LA: La aspiración del diario era que los chicos no solo consuman estas noticias, sino que también puedan producir cosas propias. De todas maneras, se aclara desde un principio que el diario era elaborado y pensado por adultos, pero se invita a los lectores a ser partícipes. En las cartas empiezan a llegar muchísimas recomendaciones de secciones o notas para que se publiquen en el diario, desde lo más clásico como poemas y cuentos, a historietas que eran producidas por estos chicos y chicas donde se abordaban temas muy variados, la recepción era bastante positiva, así como también la participación.

¿Cuál fue la recepción de los medios gráficos de la época?

LA: En este caso pudimos acceder a algunos ejemplares de la época que conservaba Marta y otros a los que accedimos a través de hemerotecas. Encontramos algunos que celebran la iniciativa y la calidad de las publicaciones como La Voz y Noticias y otros que denuncian un adoctrinamiento o acusan al diario de revertir los hechos históricos, como por ejemplo, en La Prensa o Cabildo.

¿Tienen conocimiento de experiencias previas sobre proyectos similares?

LA: Marta Dujovne, cuando concibe el proyecto, recuerda de una publicación de origen francés que leyó cuando era niña llamado Journal Le Monde, que tenía una estética tabloide muy similar a la que adoptó el diario. Básicamente se trataba de un libro de divulgación histórica para infancias que se tradujo en múltiples idiomas. Después, en una construcción de antecedentes que llevamos a cabo de manera personal, pudimos encontrar algunas experiencias que los realizadores del diario tenían a mano, pero no las pensaba como tales, sino que nosotros nos tomamos la libertad de sugerir indicios que nos llevan a relacionarlos desde su esencia. Por ejemplo, La edad de oro de José Martí fue un diario para chicos que se comenzó a publicar hacia fines del siglo XIX. De hecho, Lorenzo Amengual, quien fue un ilustrador que trabajó en El diario de los chicos, también realizó algunas ilustraciones para La edad de oro.

DB: De todas maneras, no encontramos antecedentes de alguna producción de un diario que trate noticias actuales para que la lean los chicos.