¨Un libro de rock con mirada feminista¨

¨Un libro de rock con mirada feminista¨

Fruto de seis años de exhaustiva investigación, “Al taco. Historia del rock argentino hecho por mujeres” recobra las voces y los recorridos de artistas, muchas invisibilizadas, que dejaron sus huellas en la música nacional.

“Planteamos un libro de rock con mirada feminista ya que una convive con la otra”, reflexiona Gabriela Cei, una de las tres autoras de Al taco. Historia del rock argentino hecho por mujeres (1954-1999), publicado por Gourmet Musical. A través de un recorrido que comienza a mitad de los años 50 y se extiende hasta fines del siglo XX, Cei, junto con Silvia Arcidiacono y Carolina Santos, reivindican la posición de de las mujeres que se encargaron de resignificar la música con su presencia vanguardista y sus raros peinados nuevos. En la investigación, que les tomó seis años, repasan letras que marcarían un antes y un después y que planteaban temas no verbalizados en sus épocas, incluidos amores no heterosexuales. Con prólogo de la etnomusicóloga Mercedes Liska, Cei, Arcidiacono y Santos reúnen las diversas trayectorias del rock con el objetivo de redescubrir, acompañado de nombres propios y fechas cuidadosamente rastreadas, a las mujeres que dejaron sus huellas en la música argentina.

¿De dónde surgió la idea de hablar del vínculo entre rock y feminismo?

Gabriela Cei: Nació de la necesidad de contar la historia de las mujeres del rock argentino, lo cual no se había narrado hasta el momento. Existían análisis esporádicos pero no una genealogía de sus trayectorias. A raíz de que Carolina Santos le presentó esta idea a Leandro Donozo (editor de Gourmet Musical), comenzamos a investigar y nos dimos cuenta de que había un agujero negro, no se sabía qué había pasado con todas esas mujeres que fueron parte de la época. Planteamos un análisis desde una perspectiva de género ya que, ante una misma historia, las mujeres están en una realidad desigual por su invisibilización. Para nuestra sorpresa, estas mujeres estaban desde el primer momento en que el rock desembarcó en Argentina entre 1954 y 1955. Con ayuda de Víctor Tapia (investigador especializado en los inicios del rock argentino) pudimos dar con las mujeres que estaban haciendo música incluso en el ámbito under, donde no eran tan difundidas.

¿Cómo abordaron metodológicamente el tema?

Carolina Santos: Definitivamente no vas a encontrar próceres del rock mujeres hasta el momento. Muchas historias fueron omitidas y a otras tantas no les dieron el desarrollo profundo que merecían. En ese sentido, era importante investigar y contar sobre eso.

GC: Cuando empezamos a armar el libro, hace seis años, no había una obra que diera cuenta de las mujeres en el rock argentino. En ese tiempo emergieron algunas que se ocuparon del tema, pero tomando otros períodos históricos. Nos parecía que debía abordarse con un desarrollo profundo, por eso analizamos el trayecto de los 50 hasta el 2000. La tarea de un investigador debe ser tirar de todos los piolines existentes para llegar a los datos más concretos y corroborarlos rigurosamente mediante revistas, publicidad de la época, documentales, entrevistas e incluso clubes de fans y coleccionistas. Fue un trabajo exhaustivo, por eso pudimos volcar las fechas de cada acontecimiento.

¿Les costó reconstruir la historia de alguna artista en particular?

CS: Hablamos con muchas de las protagonistas que componen el libro. Nos sirvieron de guía porque ellas mismas nos iban nombrando a otras mujeres, a la vez que les preguntamos si se acordaban de otras artistas de la época. Fue muy común que ellas compartieran escena. Fueron todos muy generosos con nosotras en hacer el esfuerzo de la memoria, ya que muchas de las cosas que nos contaron no estaban ni siquiera escritas. Hasta tocamos timbres en casas y geriátricos para dar con las mujeres que buscábamos, sobre todo con aquellas de los 50 y comienzos de los 60. Con algunas fue difícil contactar debido a que ya no vivían en el país. Con otras sí pudimos pero no quisieron recordar esa historia, por lo que tuvimos que hacer una reconstrucción a partir del material que disponíamos.

Silvia Arcidiacono: Otros músicos que estaban en sus entornos, compañeros de banda y productores, colaboraron con nosotras en la búsqueda. Muchas veces ellas no quisieron hablar ni dejarse encontrar, por lo que hicimos una búsqueda para contactarlas y tampoco obtuvimos respuesta. Es increíble pero finalmente todo eso se va acomodando. La información fue multidireccional, nos llegaba por todos lados. Para nosotras fue impresionante ver los contactos que aparecieron al abrir la investigación.

¿De qué forma definen el rock?

GC: Al taco es un libro feminista que cuenta la historia del rock de las mujeres en Argentina. El rock como concepto es mucho más abarcativo que la música en sí. Todo a lo que se le llama “cultura rock” está más allá de la escritura de una canción, sino que se vincula con las ideas de juventud y contracultura.

¿Qué opinan sobre la escasez de mujeres en las grillas de los festivales?

GC: Mencionamos la existencia de la Ley de Cupo para plantear nuestra mirada feminista sobre la visibilización de las mujeres en la música. A partir del 2000 hubo una realidad sociopolítica muy compleja en la que las mujeres tenían nuevos reclamos y tomaron otro rol, por lo que dejamos para una segunda edición del libro este análisis. Hablar sobre dicha ley haría que la obra se extendiera demasiado. La mujer, su entorno y su contexto histórico en Argentina y en el mundo sufre de una desigualdad profunda, por lo que abordar como objeto de estudio el rock, una escena muy masculinizada, nos permite posicionar al libro como un elemento más de visibilización de estos temas.

¿Cómo se resignifica en el libro a las “minitas del rock”?

SA: En un determinado momento son las mujeres las que empiezan a escribir sobre rock, en especial periodistas, las cuales eran pocas en un cierto período histórico. Esto significa que la historia del rock estaba escrita por hombres. Si la historia comienza a ser contada por mujeres (en referencia al apartado del libro “La hora narrativa de las minitas”) entonces va a ser totalmente diferente y aparecen nuevos hitos.

CS: Cuando entrevisté a Lula Bertoldi (cantante y guitarrista de Eruca Sativa) me comentó que no tuvo dificultades para desarrollar su carrera, pero que eso no quería decir que porque ella no las tuvo significa que no haya sucedido con otras mujeres. Son casos particulares en los que algunas artistas no sufrieron el machismo ni la invisibilización. En ese sentido, es correcto pensarse colectivamente. Ocurrió por mucho tiempo que a las artistas les preguntaban qué significaba para ellas ser mujeres en el rock, por lo que se hartaron de que les consultaran eso. Se las ponía en el lugar de fenómeno en vez de analizar su obra. Hay una importancia en la construcción de una genealogía de las mujeres en el rock, con el objetivo de que ya no se diga más si hubo pocas o muchas mujeres. Lo importante es destacar lo invisibilizadas que fueron.

¿Por qué se refieren a que hay “una dimensión histórica, social y política” sobre el feminismo en el rock?

CS: El libro está muy pensado desde la recepción, pensando también qué fueron para los públicos femeninos todas estas artistas mujeres. Incluso nuestras historias con la música contaron como un capital que teníamos para aportar. Lo interesante de escribir desde el feminismo es que las historias personales se vinculan con lo que estás contando, porque básicamente lo personal es político.

SA: Una cosa no está escindida de la otra. El testimonio de las mujeres entrevistadas también habla desde el lugar del público y de cómo fueron influenciadas por la presencia de otras músicas como referentes. Eran espacios de identificación donde el público está totalmente atravesado por la música y la música por el público. Por eso la importancia y el prejuicio de invisibilizarlo.

¿Pensaron una segunda parte para el libro?

GC: Fue tan disparador contar estas historias que incluso nos dan ganas de desarrollar una segunda edición sobre las mujeres de la industria y sus distintos oficios. Es una gran historia en construcción. Así como hasta el momento la historia estaba escrita por hombres, de aquí en más se tardará el tiempo necesario para reescribirla desde la perspectiva de las mujeres.

CS: En el segundo tomo del libro nos concentramos en analizar desde el siglo XXI en adelante. Es algo que definitivamente haremos ya que hay muchas historias por contar.

SL: Los tiempos cambiaron, antes todos estos asuntos de carácter feminista no estaban verbalizados. Antes contábamos con unas pocas voces que lo decían, ahora se escribe mucho más sobre eso. Todas las mujeres que aparecen en el libro no son pasado, son presente. Son parte de la historia pasada pero actualmente siguen trabajando y sacando discos. Ellas son músicas de profesión, no fue un hobbie lo que hicieron. La historia no terminó y siempre es tiempo para volver a escucharlas.

La Feria de Editores Independientes cumple 10 años

La Feria de Editores Independientes cumple 10 años

Con 320 editoriales -20 veces más que en la primera edición- estará abierta hasta el domingo a la noche en el Complejo Art Media de Chacarita. Presentaciones de libros, conferencias, debates y muchos textos de culto.

Es 2013. Quince editoriales independientes participan de la primera edición de la Feria de Editoriales. La sede es Fm La Tribu, Lambaré 873. La organiza Ediciones Godot, creada por Víctor Malumián y Hernán López Winne, y busca generar un espacio de diálogo entre pequeñas editoriales y sus lectores.

Pasaron diez años y se inaugura la edición número doce de la FED en Buenos Aires. 320 editoriales independientes participan hoy, mañana y el fin de semana de 14 a 22 horas de un encuentro libre y gratuito que reúne a editoriales de Argentina, Latinoamérica y el mundo. La sede, ahora, es Av. Corrientes 6271, el Complejo Art Media del barrio de Chacarita.

Julia Ortiz, editora del sello uruguayo Criatura, que acompañó la propuesta de la FED desde sus comienzos y recorre el trayecto desde aquel punto de partida a hoy: “A pesar de que se volvió una feria de grandes dimensiones, la FED mantiene su identidad y su especificidad: convoca lectores y lectoras que buscan literatura no masiva, que conocen o quieren conocer sellos independientes y buscan justamente aquellos libros a los que a veces les cuesta encontrar su lugar de visibilidad en las librerías.”

Ante un contexto desfavorable para las editoriales en general, con las particularidades de cada coyuntura local, editores y escritores encuentran alternativas para escapar a una lógica monopólica tendiente a licuar los ingresos de las y los autores y encarecer las producciones independientes. En Argentina, la escasez de papel, su aumento cercano al 200% interanual y la concentración oligopólica del mercado por parte de las grandes papeleras, afectan particularmente a las iniciativas independientes.

Armando Alzamora, integrante de Colmena Editores, de Perú, habla sobre su participación anterior y dice: “Hicimos una inversión para viajar, para participar, pagar el alquiler del stand y que nuestros libros estén presentes en esta feria. La experiencia fue muy positiva porque, entre otras cosas, concretamos un acuerdo de distribución para posicionar el sello Colmena Editores en Argentina”. 

Muchos libros, muchas charlas y un premio. La FED entregará un nuevo galardón a la labor librera del año para una de las ocho editoriales seleccionadas. Este jueves a las 14 dará inicio a la Feria. De ahí hasta las 22 horas del domingo, estaran presentes, entre otros y otras, Beatriz Sarlo, Djamila Ribeiro, Jazmina Barrera, Marcial Gala, Gabriel Payares, Roque Larraquy, Matías Celedón, Martín Kohan, Romina Paula, Wang Ping y Ariana Harwicz con charlas, presentaciones y lecturas.  

Belén García forma parte de la editorial independiente Barrett, ubicada en Sevilla, España, y le cuenta que “este tipo de eventos es una apuesta por el amor a la literatura en toda regla, por lo independiente, por las cosas hechas a nuestra forma, por el libro como objeto y, por supuesto, es un soplo de aire fresco para todas las editoriales que participamos”. Belén remarca la dificultad que significa enmarcarse en un proyecto independiente de estas características y dice que “no es fácil subsistir en un panorama tan desolador, pero la literatura no puede ser prescindible y ver la FED llena de lectoras es un grito revolucionario que nos llena de energía para seguir dando guerra.” 

 

Anita y Mirko cumplen 20 años de casados

Anita y Mirko cumplen 20 años de casados

La obra de teatro comunitario emblemática del Circuito Cultural Barracas continúa en escena, con 70 vecinos en escena que, además de divertir y divertirse, construyen comunidad.

“Con alma y desmesura, amateurs de la ternura”. Es una de las frases tatuadas en las paredes de la sede del Circuito Cultural Barracas (CCB). La fachada colorida resume la experiencia que se vive dentro del teatro barrial e invita a la unión de diversas realidades a través de la ficción.

Enclavado en la Avenida Iriarte 2165, límite entre la Capital y la zona sur del Conurbano Bonaerense, se encuentra el galpón de la compañía de teatro comunitario. Detrás de sus puertas decoradas con fotografías y cartelería de sus obras, existe un “teatro de vecinos para vecinos”. Un espacio sustancial para la integración de la comunidad, no sólo como hecho social sino también artístico. Según Ricardo Talento, director, fundador y cabeza creativa del Circuito, es la comunidad la que tiene que tomar la ficción de la realidad en sus manos: “Con nuestro trabajo estamos haciendo política del barrio y no partidaria”, describe Talento y agrega que la idea del CCB “es construir con el que tengo al lado y confiar en el otro”.

El curtido director explica que opera un sistema de trabajo colaborativo que desafía la lógica del teatro tradicional, donde reinan el estrellismo y la competencia. Este espacio desaliñado, con altos techos de chapa, se contrapone con la rimbombante infraestructura de la Avenida Corrientes y la bohemia del under palermitano. En su lugar, al fondo de Barracas, crece y se comparte una experiencia artística colectiva y comunitaria. “Un espacio donde no te sentís intimidado por la mirada del que sabe”, relata Graciela, integrante con más de 21 años en el grupo.

Noche de teatro

Son casi las 20:30 de un sábado otoñal y la gente comienza a hacer fila sobre Iriarte a la espera de la función 570 de “El casamiento de Anita y Mirko”. Tras 20 años de ininterrumpidos, con más de 70 vecinos en escena, es la obra de cabecera del Circuito.Un auténtico longseller.

Con puntualidad, a las 21, ante un público expectante, un grupo de actores sale hacia la vereda a través de una puertita que pasa desapercibida. La obra ya arrancó. Los personajes comienzan a saludar y a conversar con los presentes, se entremezclan con el público a partir de interacciones que invitan al espectador a ser parte de la ficción.

Luego de ingresar por la puerta principal, los asistentes se encuentran con un salón preparado para una ceremonia. Las organizadoras del evento, así como los parientes de la obra, son el comité de bienvenida que acompañan a los invitados a sus lugares. Como en toda fiesta, hay mesas principales, pero en este caso están enfrentadas. A su alrededor se observan distribuidas las mesas y palcos de los demás invitados. Todas cuentan con bebidas para acompañar la aparición de un catering de empanadas de copetín y riquísimos sanguchitos de miga.

El casamiento de Anita y Mirko es un clásico de clásicos del barrio, que relata la unión de dos hijos de familias migrantes. Por un lado están los tanos, con su estruendosa alegría: conversan con el público a los gritos y llevan extravagantes trajes y vestidos. Por el otro están los rusos, emperifollados con pieles negras y maquillaje oscuro, quienes juzgan en silencio, sentados en la esquina opuesta del recinto.

El casamiento… es una historia que hace eco de las experiencias migratorias en el país, en particular en una zona portuaria como Barracas, que supo dar techo y comida a tantas familias que llegaron a hacerse la América. “Es un relato súperporteño”, cuenta María Eugenia, que colabora hace 12 años en el CCB. Detalla que para el desarrollo de una comunidad saludable es fundamental que los vecinos del barrio puedan hablar desde su experiencia: “Si en cada barrio existieran grupos de teatro, el mundo sería mucho mejor”.

Barracas al fondo

En 1996, durante los tiempos duros del neoliberalismo, nació el Circuito Cultural Barracas. Talento relata que, al ser un proyecto de teatro comunitario, la propuesta surgió como un “espectáculo de calle”, donde el barrio se transformaba en espacio escénico. Los fundadores se plantearon una pregunta germinal: “¿Por qué alguien que nace en el mundo no tiene lugar en él?

En sus inicios, el CCB tenía la intención de hablar de una marginalidad insurgente en el barrio, que aún no estaba puesta en discusión. Para Talento, “La ficción tiene una intencionalidad. Que sueñes de tal manera, que te imagines el mundo de esa manera, que quieras ser de esa manera”. Esto no es algo inocente, está relacionado a cómo se concibe la realidad a partir de las ficciones, hay una construcción por detrás. Algo similar se vive en la obra “El caldo de la violencia”, en la que se narran vivencias de la última dictadura cívico-militar.

En la actualidad, el proyecto mantiene el objetivo de imaginar y producir prácticas que permitan atravesar las diferentes realidades y generaciones de manera comunitaria. El dramaturgo del proyecto cree que dividir las generaciones es una forma de dominación. Es por ello que en el CCB existe una colaboración intergeneracional, ya sea en los ensayos o en las obras y su convocatoria. Ahí radica su construcción colectiva.

El CCB cuenta también con talleres de canto e integración teatral, sustentados por un programa de mecenazgo cultural, en el que los contribuyentes pueden destinar parte de sus impuestos a apoyar proyectos culturales como el espacio de Barracas, o su vecino portuario, el Catalinas Sur de La Boca

Tras bambalinas

Al fondo a la izquierda, escondido entre los palcos, se encuentra un pasillito que lleva a una escalera de metal verde y angosta que revela la base de la organización de cada obra. Se trata del detrás de escena, un recinto donde se ven cajas repletas de pelucas, cinturones y carteras. Hay papeles y cintas impresas sobre los muebles con palabras como “rusos”, “italianos”, “zapatos”, “polleras” o “tocados”. Es una zona repleta de trajes y bijouterie. Desde blusas de brillo dignas de la noche hasta recatadas polleras típicas de abuela. El vestuario está compuesto por las donaciones de vecinos y espectadores. En las paredes se observan figuras de cartón intervenidas con papel de diario y posters, esbozos de la expresión artística que se respira en el aire.

Es miércoles, día de orden y limpieza en el tras bambalinas. “¡Estos zapatos me encantan!”, confiesa Mirta, una señora de bucles rubios y coqueta boina negra. Acomoda decenas de pares esparcidos por el piso. A unos metros, Elina, 60 años de pura coquetería, agarra un vestido del perchero de los rusos y pregunta “¿qué hacemos con este?”. Son señoras, jubiladas, que dan una mano en el CCB. Como una familia que ordena su placar en el cambio de temporada, se juntan a separar lo limpio de lo sucio, lo nuevo de lo viejo, lo que sirve y lo que se tira.

En un lugar apartado, una señora revisa cajas de ropa polvorienta. Se llama Consuelo, pero todos la conocen como “Chela”, participa hace siete años. Era dueña de una panadería del barrio. Cuenta que tenía poca sociabilidad antes de sumarse al CCB: “Había visto El casamiento… como diez veces porque actuaba mi nieta. Me gustó el ambiente”. Un día, a pesar de su vergüenza inicial, Chela tomó coraje y se arrimó al galpón: “Algo tenía que hacer con mi vida”, y así arrancó. La gente suele preguntarle si se entretiene al actuar la misma obra todos los sábados, a lo que ella responde sin dudar: “¡Yo me río todos los sábados! Te divertís siempre”. Asegura que hacer teatro comunitario la llena de alegría y que el Circuito la revitaliza en sus peores días.

La casa de todos

Al terminar la función se necesitan pocos minutos para desarmar, ordenar y limpiar el espacio. Algunos barren y apilan las mesas, otros acomodan los asientos, y no faltan quienes deambulan registrando el momento. Como una familia cuando termina un cumpleaños.

Eso es lo que se propone el circuito: jugar a ser una familia. Rosita, una de las participantes de mayor edad, define al CCB como “la casa de todos”. No importan las edades o las ideologías, los participantes conviven en busca de un objetivo en común: la expresión colectiva.

Rosana es nacida y criada en el barrio. Hace pila de años integra el colectivo: “Este es un lugar al que siento parte de mi vida”. La primera vez que Rosana estuvo en la función de El casamiento…, una nena le decía todo el tiempo qué era lo que tenía que hacer. Es así como todos “ponen el cuerpo” al servicio de la obra grupal, todos construyen, aportan y forman parte de la organización.

El objetivo de la expresión colectiva no solo influye a sus integrantes, sino que se difunde entre los invitados. Talento opina que se construye comunidad: “Y no lo producen profesionales, es magia que creamos un grupo de vecinos.”

Lucrecia Martel: “Van a tener que inventar todo”

Lucrecia Martel: “Van a tener que inventar todo”

Con 2500 inscriptos Lucrecia Martel presentó una clase magistral en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. El evento fue organizado por la primera edición del festival de cine de la UBA, Universidad que le otorgó el Doctor Honoris Causa.

La directora de cine Lucrecia Martel, flamante Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires, dio una clase magistral en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo que contó con más de 2500 inscriptos. Presentada por Mayra Bottero, diseñadora y profesora de Diseño de Imagen y Sonido, la aclamada directora salteña dio inicio al segundo seminario sobre Cine y Democracia de la primera edición del Festival Internacional de Cine de la UBA. El Aula Magna, ubicada en el subsuelo de la facultad, superó en participantes su capacidad para 650 personas, quienes ubicadas hasta en las escaleras esperaron con entusiasmo a Martel. Quienes no llegaron a entrar pudieron escucharla a través de una pantalla que transmitía en directo desde el patio central de la facultad.

El primer seminario organizado por la FIC.UBA fue protagonizado por el cineasta español Alex de la Iglesia, quien desde España fue entrevistado por Martin Garabal, actor y conductor argentino. En esta ocasión, Martel preparó una clase dictada únicamente por ella en donde reflexionó acerca del cine, la cultura, la forma de ver el mundo, la educación pública y la cultura de la cancelación. La directora dio algunos detalles sobre el documental que está realizando, centrado en el asesinato del dirigente indígena Javier Chocobar, ocurrido en el año 2009 en la localidad tucumana de Trancas: “Las cosas que se discuten ahora en cuanto a la enseñanza, por ejemplo, en países que no están pasando por una crisis como la nuestra, que no tienen nuestra historia, no tiene nada que ver con lo que nosotros estamos discutiendo. Nosotros ni siquiera nos animamos a aceptar que la educación pública ha estafado a la población con menos recursos”. Luego aclaró: “Yo adoro esta universidad y considero que la única posibilidad que tiene este país es la educación pública, pero actualmente, estafa a la población”.

Martel explicó por qué el actual sistema de educación deja afuera a muchas personas que habiendo hecho sacrificios para terminar la primaria y la secundaria, apenas se enteran de que existe otra instancia más, que es la universidad. En su encuentro con un traductor de la comunidad wichi, la directora salteña contó la experiencia que tuvieron personas de la comunidad indigena cuando decidieron estudiar por primera vez en una institución: “Me dijeron: ‘Estuve cuatro meses para leer una hoja’. Eso es una persona estafada. Y el que está estafado es una persona que no tiene recursos para ir en otra dirección, para buscarse otra cosa”. De esta manera, destacó la importancia del trabajo de los futuros cineastas en observar, representar y compartir una realidad con responsabilidad, saliendo a la calle y observando los propios límites “tremendos” que genera nuestra propia educación.

Formas de hacer cine

Con humildad y entre risas, la directora de “La ciénaga”, “La mujer sin cabeza”, “Zama”, entre otras obras maestras, se explayó dando algunos “tips” que utilizó para realizar sus películas, remarcando la importancia del sonido y la representación del lenguaje en el cine. Además, insistió en animar a los estudiantes a construir nuevas formas de hacer películas: “Quisiera rescatar la palabra utilidad, sobre todo para nosotros, en este país donde necesitamos más que nunca que lo que compartimos, lo que hagamos, como expresión pública, sea útil”. Lucrecia determinó que la forma vigente de hacer cine durante los últimos años, incluyendo su propio trabajo, ha fracasado porque “no representan un destino en común que convoque a todos”. De esta manera se dirigió a los estudiantes de las diferentes carreras de la Facultad de diseño: “A ustedes que son jóvenes les voy a dar una buena noticia: esto fracasó. Por lo cual no se sientan atados a nada. Van a tener que inventar todo”. A la hora de aprender a narrar con imágenes no dudó en criticar el clásico modelo narrativo que enseñan en las facultades de cine y reproduce la industria. Invitó a cuestionar la aplicación de estos esquemas que “ya no dan cuenta de todo”, principalmente a la hora de representar la complejidad de los acontecimientos humanos: “Sinceramente les pregunto, ¿ven ustedes a diario que esa fórmula representa puede contar lo que les pasa, sobre todo las cosas más pensadas y furiosas? Hemos tratado de concertar la experiencia de la humanidad con una estructura que preforma los acontecimientos humanos y los convierte en enfrentamientos. Creo que lo tenemos que abandonar cuanto antes”. De esta manera, continuó reflexionando sobre estas fórmulas clásicas de hacer cine que generan un tipo de tensión que en las películas vemos repetidas veces. “Ya sabemos lo que va a pasar en el 85% de las películas que vemos”, afirmó la directora.

“A ustedes que son jóvenes les voy a dar una buena noticia: esto fracasó. Por lo cual no se sientan atados a nada. Van a tener que inventar todo”

Martel se tomó su tiempo para explicar que la cultura de la cancelación “nos ha vuelto impotentes” forzando a los realizadores a intentar “quedar bien” con todos los colectivos sociales. “La cultura es para apropiarse”, aseguró, y reforzó su idea: “Yo estoy haciendo una película sobre un conflicto indígena, y asumo todos los riesgos de la metida de patas que voy a hacer, pero no voy a dejar de decir lo que pienso. No está mal asumir el costo histórico. No se puede vivir queriendo quedar bien con todos”.

Por último, se refirió a todas aquellas productoras que siguen filmando en lugares que no representan la realidad: “No podemos seguir, por comodidad, filmando en los countries, porque el country no es nada”. A la hora de realizar historias, explicó, “Por una comodidad de producción filmamos en barrios porteños que no significan nada urbanísticamente más que exclusión y homogeneidad”.

Lucrecia terminó su clase con un fuerte y multidinario aplauso. El Festival Internacional de Cine continúa con sus actividades hasta el 30 de julio en la FADU, en el Cine Cosmos (UBA), el Cine Gaumont y en el Centro Cultural San Martin donde se estarán reproduciendo más de 40 películas en festejo por los 40 años de democracia presentadas por importantes figuras del cine.

¿Crecen como hongos?

¿Crecen como hongos?

Muy lentamente, un alimento poco habitual se incorpora a la mesa de los argentinos. No obstante, hay señales de una producción en crecimiento. Investigadores, productores, promotores y nutricionistas explican sus potencialidades.

El interés por el cultivo y comercio de hongos comestibles y medicinales ha crecido a nivel mundial en las últimas décadas. Aunque una investigación del CONICET afirma que “el consumo de hongos per cápita en Argentina es aún muy bajo (50 gramos por año)”, se trata de una tendencia en crecimiento. ¿A qué se debe tan poca atención para un producto de fácil cultivo y propiedades alimenticias valiosas?

Los hongos, pertenecientes a un reino propio, por fuera del animal y el vegetal, tienen una enorme variedad: vienen en todas las formas y tamaños que uno se pueda imaginar y pueden tener infinidad de usos, no todos comestibles. En el Artículo 1249 del Código Alimentario Argentino se denomina a los hongos comestibles como “el cuerpo fructífero de hongos superiores pertenecientes al Reino Fungi (Ascomicetes y Basidiomicetes) silvestres o de cultivo y que frescos, secos o en conserva, se emplean en alimentación humana”.

Tal vez parte de cierto resquemor contra los hongos se deba a que también se los asocia con la suciedad o la enfermedad. Sin embargo, eso mismo que a veces disgusta podría transformarse, gracias a la investigación, la educación y la promoción, en una fuente de alimentos saludables que se pueden producir a bajo costo incluso en los hogares.

¿Cómo pueden ayudar?

A nivel nutricional, el hongo es un alimento bastante completo. Según Josefina Martínez Garbino, licenciada en Nutrición, en los hongos se destaca la presencia de las vitaminas del complejo B (excepto la B12), el potasio, el calcio y antioxidantes como el selenio. “También tienen un tipo de vitamina D, pero que no es biodisponible para el ser humano”, añade y explica que esto se debe a que existen nutrientes que pueden ser absorbidos por otras especies pero no por las personas debido a que no cuentan “con todos los procesos habilitados que se requieren para poder absorberlos”.

Pablo Postemsky, investigador de CONICET especializado en biotecnología de estas especies comestibles y medicinales, explica que los hongos pueden ser irradiados con luz ultravioleta para generar vitamina D: “Con comprar un foquito de cinco mil pesos y ponérselo quince segundos, ya le genera mucha vitamina D” y añade que esto puede ser beneficioso para, por ejemplo, personas que están hospitalizadas y no tienen la posibilidad de exponerse al sol para producirla. Según Postemsky, los hongos tienen un “balance superador” en tanto que poseen el “promedio ideal” de nutrientes a diferencia de alimentos como las verduras que tienen mucha fibra o los cereales que tienen muchos carbohidratos.

Martínez Garbino aclara que lo ideal sería incorporarlos como un recurso alimenticio positivo más, ya que “no existen alimentos que por sí solos sean tan mágicos”. Según la especialista, “no es que sobresalga un alimento sobre otro, sino que es importante todo lo que comemos y lo que forma parte de nuestro patrón alimentario, lo que repetitivamente forma parte de nuestras costumbres, de nuestros hábitos”.

La cuestión cultural

De acuerdo con el Código Alimentario, los hongos comestibles de cultivo son aquellos que “se obtienen mediante prácticas de producción sembrando el micelio [algo similar a las raíces del reino vegetal] en sustratos específicos, debidamente pasteurizados o esterilizados”. Están autorizados trece géneros en nuestro país. Aún así, el cultivo y consumo de hongos no está del todo instaurado en la cultura argentina.

Más allá del desconocimiento que tenemos como sociedad, Martín Diano, técnico extensionista del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) del Delta y productor de hongos comestibles, opina que falta integración entre la investigación, la producción, la difusión y la comercialización de hongos. Diano observa un desfasaje entre el ámbito científico que invesiga sobre los principios activos de los hongos y su producción y el ámbito normativo que requiere de procesos más prolongados y complejos. Muchos productores evitan aquellas variedades de hongos que no están inscriptas en el Código Alimentario porque pueden encontrarse con restricciones comerciales que limitan la posibilidad de venderlos: “Un colega me comentaba que en su época cuando todavía las gírgolas no estaban registradas como hongos comestibles en Argentina, el cultivo se hacía pero se presentaba como ‘champiñón variedad pleurotus’”.

Gracias a la aprobación de esta especie es cada vez más frecuente escuchar sobre gente que cultiva los bolsones de gírgolas en cualquier rincón oscuro o, si tiene espacio, entre troncos cortados y protegidos de la luz. En unos pocos días crecen tanto que se pueden hacer milanesas con ellas. Incluso han surgido emprendimientos que aprovechan el recurso en plena ciudad.

A pesar de los desfasajes actuales, el entusiasmo de Diano por los hongos se canaliza a través de charlas y cursos de producción para las familias productoras del Delta. Como técnico de INTA, trabaja en el colectivo Cambio Rural del que también forma parte como productor y se dedica al cultivo mediante saprobios, hongos que se alimentan de tejidos orgánicos muertos, como sustratos o troncos, que permiten la producción a distintas escalas. Los recursos necesarios para la producción son pocos: “Con una motosierra cortan los troncos: después compran el micelio en un laboratorio y con eso se arreglan porque usan el ambiente natural que tienen” que es “muy propicio para el cultivo de hongos por la humedad relativa, las temperaturas y demás. Uno puede cultivar en ambientes seminaturales sin necesidad de grandes infraestructuras”, explica Diano.

Agrupadas bajo el nombre de La Funga Delta, estas familias también se dedican a la producción y comercialización asociativa de hongos comestibles y medicinales. Lo que observa el investigador Postemsky es que “la gente trata de mantenerse en el emprendimiento familiar o de tiempo libre personal y evita ir hacia la PyME con empleados” debido al carácter perecedero de los hongos junto con el bajo consumo a nivel país. Para que el negocio sea fructífero, Diano cree que “la producción, la cosecha y la comercialización tienen que estar muy aceitadas”.

Según Postemsky, la producción de hongos presenta “una cantidad de oportunidades en aumento para los que se involucran en el tema”, pero como sucede con otros alimentos saludables, “el margen de ganancia en producción primaria es bajo”. También explica que las empresas que más producen hongos en Argentina son las champiñoneras como la de Escobar y Pilar en Buenos Aires pero que las cosechas sueles ser acaparadas por el sector gourmet y no por consumidores finales: si no hay hongos, “el cliente se va hacia otro producto; no es que va a comprar hongos en otro lugar. Se compra otra cosa: compra pechito de cerdo”, resume.

Se posicionan en el mapa

El mayor interés por los hongos que hay actualmente se debe, según Postemsky, a la corriente de la agroecología que “promovió la conciencia en la alimentación”. Por su parte, Diano observa el impacto que tuvo la pandemia en esta situación: “Creo que hubo un cambio en la sociedad vinculado al consumo de productos que fortalezcan el sistema inmunológico, que nos nutran bien y creo que eso fue un avance importante para que aumente el consumo de hongos”.

Si bien se observa una mayor tendencia en la producción y consumo de hongos, aún queda mucho camino por recorrer. Como explica Postemsky, en un inicio se trataba de un tema que se hablaba a puertas cerradas dentro de los grupos de investigación y recién ahora el reino de los hongos está empezando a formar parte de la cartera de proyectos del INTA.

En general, los hongos todavía no tienen la difusión que tienen otros alimentos como la miel. Según Diano, es muchas veces el mismo productor el que se encarga de la difusión y “hasta te dice cómo cocinarlos”. Para Postemsky, lo que falta es integrarlos a la cultura argentina, “que el hongo sea parte de una comida que ya consumimos” como pueden ser las hamburguesas.

Martínez Garbino recomienda el consumo de hongos a sus pacientes y los emplea personalmente. “Incluso tengo un servicio de viandas en el que uso muchos hongos”, comenta y dice que los usa generalmente en ensaladas, rolls de espinaca, con vegetales salteados y hasta en brusquetas. Así, los hongos se pueden incorporar en una infinidad de comidas: desde milanesas de gírgolas hasta champiñones salteados sobre una pizza.

Además de incorporarlos en nuestra alimentación, los kits de cultivo son una buena manera de acercarse al Reino Fungi y entender su proceso productivo. Se trata de sustratos que ya están colonizados y listos para fructificar. Como explica Diano, “uno en la casa le busca un ambiente adecuado y con un pequeño rociador, puede obtener sus propios hongos” y opina que las gírgolas son la variedad más fácil de cultivar por cuenta propia porque es la que menos requerimientos ambientales tiene para su producción.

Postemsky observa que ya no están tan presentes los prejuicios que antes se tenían frente a esta práctica autodidacta: “La gente se compra un kit de autocultivo para no fallar en el cultivo”, cuando antes se pensaba que no iba a funcionar o que iba a contaminar su casa. Para el investigador pueden ser un buen recurso de enseñanza en las escuelas e incluso servir como regalo por el placer que genera cultivar los propios alimentos.

Se trata de un tema con diferentes aristas que todavía está intentando instaurarse en Argentina. Postemsky, junto a su grupo de investigación de la Universidad Nacional del Sur, dice que recién “después de veinte años de investigar hongos, sentimos que tenemos un bagaje de cosas para brindar”.

Es entendible el creciente entusiasmo actual por el Reino Fungi. Según Diano, “los hongos son maravillosos” y resalta el “rol que juegan en la naturaleza transformando residuos de la agroindustria en alimentos con alto poder nutricional y medicinal”. Como señala Postemsky, “los hongos hoy por hoy invitan a una aventura” ya que su autocultivo tiene la posibilidad de acercarnos y ayudarnos a entender el proceso productivo y los principios activos de ese alimento.

Homenaje a la democracia: Festival Internacional de Cine de la UBA

Homenaje a la democracia: Festival Internacional de Cine de la UBA

A partir de hoy, y hasta el próximo domingo, se llevará a cabo la Primera Edición del Festival Internacional de Cine de la UBA, con sede principal en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. La temática girá en torno a los 40 años en democracia. Con entrada gratuita, habrá competencias, seminarios, proyecciones especiales y figuras internacionales.

Esta tarde en la sala Gaumont comenzó el Festival Internacional de Cine de la UBA (FIC-UBA), organizado por la Universidad de Buenos Aires, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) y la Carrera de Imagen y Sonido. Se desarrollará a lo largo de toda esta semana y concluirá el domingo 30 de julio. Esta primera edición busca homenajear y conmemorar los 40 años ininterrumpidos en democracia, a través del cine. “Este festival será una fiesta de creatividad y de celebración democrática y comunitaria”, anunció Ricardo Gelpi, rector de la UBA, durante la presentación del Festival, en el Aula Magna de FADU. FIC-UBA fue declarado de interés cultural para la Ciudad de Buenos Aires, a partir de un proyecto impulsado por el legislador Lucio Lapeña (UCR).

Durante seis días se proyectarán más de cincuenta películas, enmarcadas en distintas secciones, en las siguientes sedes de la Ciudad de Buenos Aires: Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (Pabellón 3 de Ciudad Universitaria), Cine Cosmos UBA, Centro Cultural San Martín y Cine Gaumont del INCAA. Habrá tres competencias, nacionales e internacionales, homenajes, seminarios y retrospectivas. Las entradas, en todos los casos, serán gratuitas y se podrán obtener desde media hora antes de la proyección de cada película.

La función de apertura estuvo a cargo del director ucraniano, Sergei Loznitsa, con su reciente documental “The national history of destruccion”, que se centra en los bombardeos a ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, el cierre del festival quedará en manos del cineasta francés Olivier Dahan y su película “Simone, la mujer del siglo”, biografía que cuenta la historia de Simone Veil, política francesa y primera mujer presidenta del Parlamento Europeo. La clausura del festival también sucederá en el mismo cine porteño ubicado frente a Plaza Congreso.

“Soñamos muchos años con este festival, siempre fue una posibilidad, una expectativa, un deseo. Que la UBA nos haya escuchado y comprendido la importancia que podía tener el festival y, además, haberlo podido concretar en el año de los festejos de la democracia es para nosotros una doble responsabilidad y estaremos eternamente agradecidos”, expresó Marcelo Altmark, director de la carrera de Diseño de imagen y sonido y director artístico del festival.

Competencias y Seminarios

Durante el FIC-UBA se desarrollarán la competencia internacional de largometrajes, la competencia iberoamericana de cortos y la competencia de cortometrajes UBA. Todas contarán con un extenso jurado formado por directores, guionistas, docentes y distintos personajes de la cultura y la educación. La selección de las películas no fue tarea fácil, ya que la convocatoria, que finalizó en el mes de mayo, fue un éxito rotundo. Según sus propios organizadores, tuvieron que elegir entre más de mil películas, que llegaron desde más de 60 países.

Uno de los grandes atractivos del Festival será el Seminario Cine y Democracia, que consistirá de cuatro clases magistrales a cargo de cinco figuras notables del séptimo arte, que sucederán en el Aula Magna del Pabellón 3 de Ciudad Universitaria, en FADU, y estarán abiertas para todos aquellos que se hayan inscripto previamente. El objetivo del mismo es reflexionar acerca de las problemáticas que han rodeado al cine durante estos últimos cuarenta años. La primera de las clases, a diferencia del resto, se realizó en modalidad virtual y estuvo a cargo de Álex de la Iglesia, quien por motivos laborales no pudo estar presente en el país. El cronograma se completa con las clases de Lucrecia Martel, el 26 de julio, Sergei Loznitsa, el 27 de julio, y Mariano Llinás y Enrique Piñeyro, quienes cerrarán juntos el Seminario el día viernes 28 de julio. 

Programación

Además de celebrar la restauración de la democracia, el FIC-UBA buscará homenajear también el rol de la mujer. A través de la proyección de la película “Ofrenda”, realizada por 43 directoras argentinas, se rendirá tributo a la asociación civil y cultural “La Mujer y el Cine”, espacio fundamental en la lucha por la igualdad de género, fundado hace ya 35 años. La misma se podrá ver en Cine Cosmos UBA el próximo jueves 27 de julio. 

Pero los homenajes no terminan allí y, de hecho, ya han comenzado. Esta mañana, en el Aula Magna de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, y como antesala del festival, se rindió homenaje a los mencionados cineastas Lucrecia Martel y Sergei Loznitsa, ambos participantes del Seminario Cine y Democracia. También se homenajeó al director Manuel Antín, reconocido no solo por su extensa trayectoria, sino también por su aporte fundamental para terminar con la censura del cine argentino. Los tres fueron galardonados con la máxima distinción otorgada por la UBA, el Doctorado Honoris Causa. Gran parte de la filmografía de estos tres cineastas formará parte de la primera edición de este festival.

La programación también incluye el ciclo Cine en Democracia, que busca reestrenar películas icónicas de nuestro cine nacional. Algunas de ellas serán “El secreto de sus ojos”, “La historia oficial” y “La noche de los lápices”, entre otras. Las 10 películas que conforman esta sección fueron seleccionadas por 40 personalidades de la cultura. Al mismo tiempo, se invitó a la comunidad a votar por aquellas películas más representativas. Paula Quattrocchi, secretaría de Relaciones Institucionales, cultura y comunicación de la UBA, explica la importancia del ciclo, “la proyección de las películas elegidas es un sentido homenaje  a nuestro cine producido desde el retorno a la democracia y también una excelente oportunidad para acercar así, de este modo, la historia de nuestro cine a nuevas generaciones de estudiantes y cinéfilos”.

Para finalizar, el Festival también contará con la participación de la Universidad de San Pablo, que proyectará cuatro películas, y el Foco María Elena Wood, donde se podrán ver dos films que abordan las historias de figuras femeninas importantes, “La hija del general” y “Locas Mujeres”.

“El Festival Internacional de Cine de la UBA recién comienza, pero parece haber llegado para quedarse”, manifestó Marcelo Altmark. Pero no fue tarea sencilla, llevó muchos años para poder materializarse en la extensa grilla que a partir de hoy se puede disfrutar. “Para todos nosotros, es un sueño hecho realidad y la concreción de un trabajo colectivo”, finalizó Ricardo Gelpi. 

En un país donde las salas de cine han vuelto a llenarse desde el fin de la cuarentena por Covid-19, y donde año tras año la demanda de los dos festivales de cine más importantes de nuestro país, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI), es cada vez más grande, es una motivo de festejo contar con el primer festival de cine universitario, abierto a toda la comunidad y completamente gratuito.