Por Estefanía Denise
Fotografía: Clara Pérez Colman

Fruto de seis años de exhaustiva investigación, “Al taco. Historia del rock argentino hecho por mujeres” recobra las voces y los recorridos de artistas, muchas invisibilizadas, que dejaron sus huellas en la música nacional.

“Planteamos un libro de rock con mirada feminista ya que una convive con la otra”, reflexiona Gabriela Cei, una de las tres autoras de Al taco. Historia del rock argentino hecho por mujeres (1954-1999), publicado por Gourmet Musical. A través de un recorrido que comienza a mitad de los años 50 y se extiende hasta fines del siglo XX, Cei, junto con Silvia Arcidiacono y Carolina Santos, reivindican la posición de de las mujeres que se encargaron de resignificar la música con su presencia vanguardista y sus raros peinados nuevos. En la investigación, que les tomó seis años, repasan letras que marcarían un antes y un después y que planteaban temas no verbalizados en sus épocas, incluidos amores no heterosexuales. Con prólogo de la etnomusicóloga Mercedes Liska, Cei, Arcidiacono y Santos reúnen las diversas trayectorias del rock con el objetivo de redescubrir, acompañado de nombres propios y fechas cuidadosamente rastreadas, a las mujeres que dejaron sus huellas en la música argentina.

¿De dónde surgió la idea de hablar del vínculo entre rock y feminismo?

Gabriela Cei: Nació de la necesidad de contar la historia de las mujeres del rock argentino, lo cual no se había narrado hasta el momento. Existían análisis esporádicos pero no una genealogía de sus trayectorias. A raíz de que Carolina Santos le presentó esta idea a Leandro Donozo (editor de Gourmet Musical), comenzamos a investigar y nos dimos cuenta de que había un agujero negro, no se sabía qué había pasado con todas esas mujeres que fueron parte de la época. Planteamos un análisis desde una perspectiva de género ya que, ante una misma historia, las mujeres están en una realidad desigual por su invisibilización. Para nuestra sorpresa, estas mujeres estaban desde el primer momento en que el rock desembarcó en Argentina entre 1954 y 1955. Con ayuda de Víctor Tapia (investigador especializado en los inicios del rock argentino) pudimos dar con las mujeres que estaban haciendo música incluso en el ámbito under, donde no eran tan difundidas.

¿Cómo abordaron metodológicamente el tema?

Carolina Santos: Definitivamente no vas a encontrar próceres del rock mujeres hasta el momento. Muchas historias fueron omitidas y a otras tantas no les dieron el desarrollo profundo que merecían. En ese sentido, era importante investigar y contar sobre eso.

GC: Cuando empezamos a armar el libro, hace seis años, no había una obra que diera cuenta de las mujeres en el rock argentino. En ese tiempo emergieron algunas que se ocuparon del tema, pero tomando otros períodos históricos. Nos parecía que debía abordarse con un desarrollo profundo, por eso analizamos el trayecto de los 50 hasta el 2000. La tarea de un investigador debe ser tirar de todos los piolines existentes para llegar a los datos más concretos y corroborarlos rigurosamente mediante revistas, publicidad de la época, documentales, entrevistas e incluso clubes de fans y coleccionistas. Fue un trabajo exhaustivo, por eso pudimos volcar las fechas de cada acontecimiento.

¿Les costó reconstruir la historia de alguna artista en particular?

CS: Hablamos con muchas de las protagonistas que componen el libro. Nos sirvieron de guía porque ellas mismas nos iban nombrando a otras mujeres, a la vez que les preguntamos si se acordaban de otras artistas de la época. Fue muy común que ellas compartieran escena. Fueron todos muy generosos con nosotras en hacer el esfuerzo de la memoria, ya que muchas de las cosas que nos contaron no estaban ni siquiera escritas. Hasta tocamos timbres en casas y geriátricos para dar con las mujeres que buscábamos, sobre todo con aquellas de los 50 y comienzos de los 60. Con algunas fue difícil contactar debido a que ya no vivían en el país. Con otras sí pudimos pero no quisieron recordar esa historia, por lo que tuvimos que hacer una reconstrucción a partir del material que disponíamos.

Silvia Arcidiacono: Otros músicos que estaban en sus entornos, compañeros de banda y productores, colaboraron con nosotras en la búsqueda. Muchas veces ellas no quisieron hablar ni dejarse encontrar, por lo que hicimos una búsqueda para contactarlas y tampoco obtuvimos respuesta. Es increíble pero finalmente todo eso se va acomodando. La información fue multidireccional, nos llegaba por todos lados. Para nosotras fue impresionante ver los contactos que aparecieron al abrir la investigación.

¿De qué forma definen el rock?

GC: Al taco es un libro feminista que cuenta la historia del rock de las mujeres en Argentina. El rock como concepto es mucho más abarcativo que la música en sí. Todo a lo que se le llama “cultura rock” está más allá de la escritura de una canción, sino que se vincula con las ideas de juventud y contracultura.

¿Qué opinan sobre la escasez de mujeres en las grillas de los festivales?

GC: Mencionamos la existencia de la Ley de Cupo para plantear nuestra mirada feminista sobre la visibilización de las mujeres en la música. A partir del 2000 hubo una realidad sociopolítica muy compleja en la que las mujeres tenían nuevos reclamos y tomaron otro rol, por lo que dejamos para una segunda edición del libro este análisis. Hablar sobre dicha ley haría que la obra se extendiera demasiado. La mujer, su entorno y su contexto histórico en Argentina y en el mundo sufre de una desigualdad profunda, por lo que abordar como objeto de estudio el rock, una escena muy masculinizada, nos permite posicionar al libro como un elemento más de visibilización de estos temas.

¿Cómo se resignifica en el libro a las “minitas del rock”?

SA: En un determinado momento son las mujeres las que empiezan a escribir sobre rock, en especial periodistas, las cuales eran pocas en un cierto período histórico. Esto significa que la historia del rock estaba escrita por hombres. Si la historia comienza a ser contada por mujeres (en referencia al apartado del libro “La hora narrativa de las minitas”) entonces va a ser totalmente diferente y aparecen nuevos hitos.

CS: Cuando entrevisté a Lula Bertoldi (cantante y guitarrista de Eruca Sativa) me comentó que no tuvo dificultades para desarrollar su carrera, pero que eso no quería decir que porque ella no las tuvo significa que no haya sucedido con otras mujeres. Son casos particulares en los que algunas artistas no sufrieron el machismo ni la invisibilización. En ese sentido, es correcto pensarse colectivamente. Ocurrió por mucho tiempo que a las artistas les preguntaban qué significaba para ellas ser mujeres en el rock, por lo que se hartaron de que les consultaran eso. Se las ponía en el lugar de fenómeno en vez de analizar su obra. Hay una importancia en la construcción de una genealogía de las mujeres en el rock, con el objetivo de que ya no se diga más si hubo pocas o muchas mujeres. Lo importante es destacar lo invisibilizadas que fueron.

¿Por qué se refieren a que hay “una dimensión histórica, social y política” sobre el feminismo en el rock?

CS: El libro está muy pensado desde la recepción, pensando también qué fueron para los públicos femeninos todas estas artistas mujeres. Incluso nuestras historias con la música contaron como un capital que teníamos para aportar. Lo interesante de escribir desde el feminismo es que las historias personales se vinculan con lo que estás contando, porque básicamente lo personal es político.

SA: Una cosa no está escindida de la otra. El testimonio de las mujeres entrevistadas también habla desde el lugar del público y de cómo fueron influenciadas por la presencia de otras músicas como referentes. Eran espacios de identificación donde el público está totalmente atravesado por la música y la música por el público. Por eso la importancia y el prejuicio de invisibilizarlo.

¿Pensaron una segunda parte para el libro?

GC: Fue tan disparador contar estas historias que incluso nos dan ganas de desarrollar una segunda edición sobre las mujeres de la industria y sus distintos oficios. Es una gran historia en construcción. Así como hasta el momento la historia estaba escrita por hombres, de aquí en más se tardará el tiempo necesario para reescribirla desde la perspectiva de las mujeres.

CS: En el segundo tomo del libro nos concentramos en analizar desde el siglo XXI en adelante. Es algo que definitivamente haremos ya que hay muchas historias por contar.

SL: Los tiempos cambiaron, antes todos estos asuntos de carácter feminista no estaban verbalizados. Antes contábamos con unas pocas voces que lo decían, ahora se escribe mucho más sobre eso. Todas las mujeres que aparecen en el libro no son pasado, son presente. Son parte de la historia pasada pero actualmente siguen trabajando y sacando discos. Ellas son músicas de profesión, no fue un hobbie lo que hicieron. La historia no terminó y siempre es tiempo para volver a escucharlas.