Sep 11, 2019 | Novedades, Vidas políticas
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“Acá va a haber candombe” comentó Claudio Roggiero, un vecino jubilado que cuando vio el tumulto de gente que cada vez se acrecentaba más en el cruce de La Rioja y Caseros finalmente se unió para ser parte del flashmob realizado el viernes 6 de septiembre. Flashmob, algo así como una “multitud relámpago”, una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente, una especie de performance en el espacio público pero cuyos protagonistas no son artistas, necesariamente. La coreografía tuvo una duración de tres minutos, pero la viralización en las redes comenzó enseguida y aún perdura luego de haber pasado dos semanas de la primera intervención. Tras los resultados que arrojaron las PASO, el panorama electoral del país comenzó a configurarse. En la Ciudad de Buenos Aires, 286.511 son los votos que diferencian a Horacio Rodríguez Larreta de Matías Lammens, una diferencia que hasta ahora no le permite evitar el ballotage de noviembre al jefe de Gobierno porteño. Como afirmó el actual Presidente de la Nación, Mauricio Macri, “pasaron cosas”, pero también pasó la cumbia en el Abasto, en Caballito, dando un recreo a los porteños de la realidad.
“En tiempos oscuros como estos, llevar la fiesta y el baile a la calle es un modo de compromiso político que realmente interpela a quienes todavía no definen su voto para este proceso electoral. Creemos que este tipo de organización y construcción colectiva de la sorpresa, en términos políticos, es posible. La potencia de la acción es su carácter comunitario. Su fuerza radica en no aceptar privatizaciones, ni apropiaciones, ni individuales ni colectivos particulares”, declaró uno de los activistas y organizadores de Si vos querés, el movimiento a cargo de los flashmob que invadió las 15 comunas de la Ciudad de Buenos Aires. “Más allá de la procedencia puntual de tal o cual idea, estas prácticas dan cuenta de creaciones colectivas y del carácter profundamente creativo de lo colectivo, una potencia creadora inconmensurable”, agrega Mariela Singer -Investigadora del CONICET, docente y doctoranda de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) en el Área de Cuerpo y Comunicación.
A raíz del boom transmediático, la pregunta que pregonaba era ¿quiénes lo organizaron? Candidatos, organizaciones y partidos se presentaron como respuesta pero el movimiento respondió: “Somos una aventura común. Decimos que la política no está determinada de antemano. Creemos que los algoritmos no gobiernan nuestros votos. Imaginamos una ciudad justa. Todos pueden sumarse a un ambiente festivo, sin broncas ni confrontaciones porque buscamos invitar a sumarse antes que expulsar”.
“Iniciativas como las de Larreta ya fue se vuelven masivas o virales porque pueden conectar directamente con un hartazgo o deseo de cambio. Probablemente que en estos días la gente se reúna en las calles a hacer un flashmob sirve más para expresar esos sentimientos que la temporalidad institucional, la cual reduce la participación política al hecho electoral. Los flashmob son expresiones de una voluntad de cambio y participación política de una ciudadanía activa y una prueba de que en la comunicación política conviven, conflictiva y colaborativamente, las técnicas de sondeo de opinión pública, como el big data o las encuestas, junto a la intuición y las expresiones artísticas”, asevera Victor Taricco, consultor en comunicación institucional y política.
Roggiero evalúa su primera experiencia en el flashmob y promete aprenderse mejor la coreografía: “No nos van a quitar la primavera”, afirma este jubilado de 69 años. La construcción de este movimiento se organiza desde una certeza: el resultado de las PASO.
Además de presentarse como “una suerte de rezo pagano que interpela y demanda, lo hace en un tono indulgente y festivo, por lo que contiene la apelación a la voluntad y luego a la acción del otro, pero también expone la satisfacción de sostener la propia causa: te canto a vos para que orientes tu voto, pero me canto a mí y a los míos para reconocernos, fortalecernos y celebrarnos”, analiza Beatriz Sznaider, especialista en análisis social y de medios.
La simbólica Corrientes peatonal y las quince comunas con sus esquinas emblemáticas hicieron de un escenario inimaginable una fiesta posible: miles de porteños bailando para que Larreta se vaya. “Resulta necesario, cuando estas todos los días rodeada de gente que parece que vive en otro mundo”, cuenta Gabriela Soto, una empleada bancaria de 58 años, mientras intenta acertar los pasos de baile.
Los organizadores entienden al flashmob como un canal de resignificación de conceptos, tales como la intervención, la calle, la política y la alegría. Es por ello que puede considerarse “una estrategia ingeniosa, sustentada en un suelo de prácticas que se ha ido fortaleciendo en los últimos años, en relación con la valorización del cuerpo, desde el festejo del encuentro y del movimiento corporizado, como lógicas de resistencia”, agrega Singer.
Estas intervenciones generan una ruptura en el desarrollo cotidiano de la Ciudad de Buenos Aires. La primera acción de Si vos querés fue proyectar masivamente la consigna #MacriYaFue en 50 edificios, días antes de la PASO. El flashmob, por su parte, se presenta, según Sznaider, como “una reapropiación del espacio público, desde una lógica espectacular de lo político: quiero que me miren, soy, existo, tengo algo que decirte y no es sólo en mi nombre, sino en el de un colectivo genérico, poco marcado, pero colectivo en fin.”
Los organizadores, después del proceso electoral del 11 de agosto, esperaban una reacción, tal cual informa una de las activistas: “Buscamos la masividad pero nos sorprendió la viralización tan rápida y auténtica que tuvo el flashmob y la canción”. Singer explica: “Es un tipo de estrategia política que actúa por contagio, por una lógica transversal y afectos impersonales que circulan entre los cuerpos, y en ese sentido es eficaz. Contagia, e interpela de otra manera, menos racional y más corporal.” La convocatoria se abrió paso con la energía y la felicidad de expresar algo distinto a aquello que parece inamovible en la Ciudad luego de 12 años de gobierno del Pro-Cambiemos, pero también desde la cohesión y la unidad.
“Hoy vine porque pienso que hay que cambiar el signo político que nos gobierna. Necesitamos un gobierno más humanista que se fije en las necesidades de la gente y no en las bicisendas”, explica Laura Romero, una abogada de 56 años que acudió con su grupo de amigas a bailar la coreografía entre la multitud. Taricco, en su análisis, añade: “Lo qué pasó con #Larretayafue puede pensarse como un acontecimiento que abrió una nueva etapa de sentido o el convencimiento de una posibilidad: derrotar al macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Esa esperanza es el aporte más interesante del flashmob que es parte de una política coordinada. No hay espontaneísmo, las redes sirvieron para amplificar y convocar, pero hubo organización analógica detrás. Las redes sociales son parte del espacio público mediatizado y de un nuevo territorio para dar las disputas sobre la orientación general de la sociedad.”
La dicotomía entre organización y espontaneidad queda como un asunto del pasado. Se reclama la modificación de la situación actual a partir de un esfuerzo conjunto, “desde lo textual formal, una fórmula breve y contundente; desde lo rítmico y lo musical, una estructura acompasada y simple que impulsa, activa el movimiento. En conjunto, un efecto redundante que se termina realizando en una práctica colectiva”, aclara Sznaider. #Sivosquerés se encuentra analizando cómo continuar con las intervenciones en lo que resta de la campaña electoral en curso. En cualquier momento, volverán a sorprender.
Ago 29, 2019 | Entrevistas, Vidas políticas
«Hoy tenemos una intención de voto para Fernández que supera los 50 puntos», dice Zuban.
Ana Paola Zuban, politóloga y Directora de Investigación de la consultora cordobesa Gustavo Córdoba y Asociados, una de las pocas firmas que había estimado que la diferencia de la fórmula encabezada por Alberto Fernández respecto de la de Mauricio Macri podría acercarse a los 14 puntos, dialogó con ANCCOM sobre las PASO, la primera vuelta y las polémicas sobre las encuestas. Y sobre cómo ciertos medios atacan encuestadoras si divulgan estudios que no coinciden con su línea ideológica.
¿Por qué acertaron con los resultados y otros encuestadores fallaron? ¿Qué metodología usaron ustedes?
Nosotros hicimos una medición, como la mayoría de los colegas, con una metodología llamada IVR. Se trata de una encuesta telefónica nacional con una muestra estratificada de 1.200 casos que tiene la particularidad de generar un sesgo considerable porque sólo el 50% de la población argentina posee un teléfono fijo. Los resultados que nos arrojó daban una diferencia a favor de Alberto Fernández que rondaba entre 7 y 9 puntos, dependiendo del escenario en el que lo medíamos. A su vez, consultamos con colegas que hicieron encuestas domiciliarias. Las mismas son costosas, superan ampliamente los dos millones de pesos si la muestra fue tomada correctamente. Así, pudimos analizar nuestros números y la diferencia que nos daba con respecto a los que hicieron encuestas domiciliarias, que era de 10 puntos. Esa estimación sumada a nuestros números, un poco de conocimiento del contexto, de análisis, de lectura de un clima de opinión y el seguimiento de la medición mes a mes, nos dio un panorama que otorgaba la diferencia a favor de Alberto Fernández. Hubo varias mediciones que llegaron a los mismos números que planteamos nosotros. No todos los encuestadores se equivocaron por igual sino que muchos no publicaron sus números. Un poco para no provocar a cierta prensa que ataca de alguna manera a los encuestadores cuando los resultados no son favorables a sus opiniones y así no quedar en evidencia. Por parte de algunos medios hubo una inclinación a favor del gobierno actual, ya que publicaron encuestas que no eran tan cercanas a la instancia de las PASO y por eso no se pudo estimar el resultado final.
¿Hubo errores metodológicos en aquellos que se equivocaron con las estimaciones?
Pudo haber errores metodológicos. Quienes tienen teléfono fijo, esto está estudiado estadísticamente, tienen un voto inclinado a favor del presidente Macri. Los dos extremos de la sociedad, es decir en las villas de emergencia como en los countries o barrios cerrados, no hay teléfono fijo. Son dos segmentos de la población que quedan excluidos cuando se hacen las encuestas telefónicas. Nosotros tenemos formas de ajustar, de ponderar resultados para que la muestra nos quede normalizada. Hay algunos colegas que no lo hacen o no ponderan de una determinada manera. En algunos casos, hay errores metodológicos y en otros hay una intencionalidad para favorecer a un candidato.
¿Crees que en las encuestas hubo resultados dibujados “a pedido”? Tanto del gobierno como de especuladores financieros…
No puedo mencionar a ninguno en particular porque no tengo esa información de primera mano pero creo que es posible. Es realmente increíble pensar que los especuladores financieros o el mercado argentino se guíe en sus inversiones por una encuesta. Está probado desde la Ciencia Política que los números que arroja no influyen en la intención de voto de la opinión pública. Esto era así cuando no había redes sociales, los medios de comunicación eran limitados y la gente no tenía acceso a determinada información. Me resulta inconcebible que carguen de responsabilidad a una encuesta por las decisiones que toman, creo que deben manejar otras herramientas dentro de su análisis como, por ejemplo, el comportamiento de los mercados internacionales. Esto no quiere decir que las encuestas no tengan validez o fiabilidad sino que son, simplemente, una foto del clima de opinión en un momento determinado.
«Casi un 60% de la población no cree que la institucionalidad esté en riesgo ni que haya que adelantar las elecciones», señala Zuban.
¿Cómo quedó el tablero político luego de las PASO?
Esperamos unos días para hacer la encuesta post-PASO y publicarla por todos los acontecimientos que se fueron sucediendo desde el domingo a la noche, cuando el presidente nos envió a dormir sin tener los resultados provisorios del escrutinio, más el escándalo de Smartmatic. También se vino la conferencia de prensa del lunes, los nuevos anuncios del miércoles, el cambio de Ministro de Economía, además de la crisis económica concreta que estalló el día después de las PASO. Según nuestra medición, las diferencias se acrecentaron con el correr de los días a favor de Alberto Fernández. Hoy tenemos una intención de voto para Fernández que supera los 50 puntos y una intención de votos hacia el presidente que cada vez se circunscribe más a su núcleo duro de votantes, cercano al 37%. Con este panorama es muy poco probable que pueda revertirse lo sucedido de cara a las elecciones de octubre. Especialmente, si observamos como el presidente todavía se debate entre representar el papel de candidato o el papel de actual gobernante. Macri está en una posición incómoda, necesita poder encontrar el eje, ver que está en medio de una crisis y poder manejar esa situación con moderación junto al resto del marco político del oficialismo. Juntos por el Cambio va profundizando cada vez más su núcleo duro de votantes y sigue una narrativa discursiva que apunta a diferenciarse. Apelan al miedo de regresar al pasado o al odio con discursos que echan a rodar versiones de que la democracia está en peligro. Siguiendo nuestras encuestas, casi un 60% de la población no cree que la institucionalidad esté en riesgo ni que haya que adelantar las elecciones.
¿Qué componentes influyen en el voto?
El voto tiene muchos componentes: hay teóricos que opinan que el voto es ideológico, otros creen que la gente vota con las emociones aún en contra de sus propios intereses, algunos opinan que el voto es clasista, etc. Pienso que hay un componente económico muy importante, sobre todo en tiempos de crisis, pero también hay uno ideológico. La relación Cambiemos – kirchnerismo se ha planteado en esos términos. La palabra polarización, que la hemos escuchado un montón a lo largo de la campaña y no la habíamos sentido mucho antes, la han sugerido las dos fuerzas políticas. Una defendiendo la pertenencia a ciertos valores y políticas públicas cercanas a la izquierda y la otra más afín a la derecha, a lo conservador en lo social y a lo liberal en lo económico. Lo que hemos obtenido es una polarización no tanto en términos numéricos, ya que vimos que la diferencia es casi irremontable, pero sí en términos ideológicos.
¿Dónde se dieron los resultados más inesperados?
En Buenos Aires se dio una diferencia mucho mayor de lo que estaba pronosticado. Se sabía que iba a ser muy difícil para María Eugenia Vidal sobreponerse a la diferencia en contra que iba a sacar Macri. La gobernadora necesitaba un corte de boleta a su favor muy significativo para poder remontar esa diferencia. Sin embargo, pensábamos que la diferencia iba a ser un poco menor. De todas maneras, no hubo mucha sorpresa en ningún lado porque en todo el resto de las provincias estaba la tendencia hacia el Frente de Todos. En la provincia de Córdoba, sabíamos que la diferencia que iba a sacar a favor Macri, que fue el único lugar del país en el que ganó, iba a ser muy inferior a la que había sacado en el 2015 e incluso en el 2017.
Mendoza y Córdoba tienen una característica que es que votan en un sentido político para la presidencia, en otro para la gobernación y, Córdoba Capital, en otra orientación distinta para la Municipalidad. En el 2015 ganó Macri la presidencia, mientras que la gobernación quedó en manos de un peronista anti K, y en la municipalidad ganó un radical que, si bien tenía alianza con Cambiemos, no era de su círculo íntimo.