El RIGI, fase superior del extractivismo

El RIGI, fase superior del extractivismo

Uno de los capítulos más controvertidos de la Ley de Bases es minuciosamente analizado por críticos y defensores. El modelo de desarrollo económico, la soberanía jurídica, el cuidado ambiental, la calidad del empleo y la equidad impositiva, entre otros temas que se ponen en juego con la nueva normativa. ¿Saldrá airoso o será rechazado en el Senado?

Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente para recordar a los gobiernos de todo el planeta la importancia de llevar adelante políticas que promuevan la preservación y mejora del ambiente. Son 52 los años que pasaron desde que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció la efeméride. Lo hizo en homenaje a la Conferencia de Estocolmo, que fue la primera gran disertación sobre temáticas socioambientales que hubo a nivel internacional y cuya apertura tuvo lugar el 5 de junio de 1972 en Suecia. 

No obstante, en estos días el Senado de la Nación ha estado muy lejos de debatir qué acciones se podrían realizar en Argentina para proteger el ambiente y, en consecuencia, promover el bienestar de la población y fomentar un desarrollo económico sustentable y equitativo. Por el contrario, los senadores han estado discutiendo en comisiones los detalles del “Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones” (RIGI), uno de los capítulos del proyecto “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, que busca profundizar el modelo de desarrollo extractivista con el objetivo de promover una mayor industrialización en el país y su consecuente generación de empleo. 

Según el texto del proyecto de ley, que está disponible para su lectura exhaustiva en www.infoleg.gob.ar, el RIGI pretende “dar incentivos, certidumbre, seguridad jurídica y un sistema eficiente de protección de derechos adquiridos” a empresas nacionales y extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares en proyectos vinculados a infraestructura, agroindustria, minería, gas, petróleo, el ámbito forestal, energía y tecnología “a fin de garantizar la prosperidad del país, promover el desarrollo económico, fortalecer la competitividad de los diversos sectores económicos, incrementar las exportaciones de mercaderías y servicios al exterior, favorecer la creación de empleo, generar condiciones de previsibilidad y estabilidad para las grandes inversiones previstas en el RIGI y desarrollar coordinadamente las competencias entre el Estado nacional, las provincias y las respectivas autoridades de aplicación en materia de recursos naturales”. 

Julián Monkes, licenciado en Ciencias Ambientales y becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), dijo al respecto: “Se trata de una faceta mucho más agresiva del extractivismo, porque no sólo promueve inversiones de gran tamaño para profundizar nuestra matriz productiva sino que ni siquiera tiene en consideración el desarrollo de los lugares en los que se produce. Lo que siempre discutimos de la matriz extractivista es que muchas veces puede ser valorada por los actores de la comunidad en donde se da porque genera trabajo, pero en este caso ni siquiera está eso porque pueden traer personal de afuera directamente, sin necesidad de formar al personal de acá para que en el futuro pueda conducirlo. El régimen no fomenta ni obliga a la compra nacional, que podría favorecer a las empresas más pequeñas que podrían proveer algún material necesario para la explotación. Ese es el más crudo de los extractivismos porque es venir, explotar y ni siquiera dejarle algo a la gente que está ahí. Además de profundizar el extractivismo, genera un colonialismo”. 

“Eso no es así —se opuso Lisandro Almirón, abogado y diputado nacional por La Libertad Avanza, en diálogo con ANCCOM—. Para cualquier inversión de gran envergadura necesitás motorizar todos los sectores de la economía que hoy pueden estar en recesión. Una es la construcción de caminos, edificios, viviendas. Puede venir mano de obra de otro lado, que no sea de Argentina, pero generalmente se da en cuestiones muy técnicas, cuando otros países tienen recursos humanos que por su formación y capacidad hacen indispensable su presencia en la industria local. Pero el que invierte busca precio, calidad y que su producto pueda ser vendido, exportado, competitivo en el mercado. En la Argentina de principios del siglo pasado las grandes obras no se hicieron solamente con mano de obra local. Los ferrocarriles eran capitales extranjeros y se han fundado pueblos gracias a esa industria, lo mismo con las exploraciones petroleras. No tener en cuenta eso es desconocer la historia. Pero hay que confiar en los recursos humanos, el desarrollo tecnológico y las universidades que tiene el país, hay gente formada para cualquier desarrollo industrial. No podés pensar que la inversión no va a venir acompañada de absorción de mano de obra local calificada. No nos desarrollamos porque tenemos una mentalidad mezquina y conservadora de decir: ‘Dejemos a todos como estamos, inmersos en la pobreza, no generemos inversiones y veamos cómo seguimos arreglándonos con lo que tenemos, sin desarrollo, sin producción y sin tener valor agregado’. Esa visión de pensar que todo lo que viene hará un daño me parece arcaica y mezquina”.

Por su parte, Facundo Ríos, abogado especialista en Derecho y Política de los Recursos Naturales y del Ambiente, señaló a esta agencia que “al no tener definiciones concretas en un marco jurídico argentino sobre cuáles van a ser para nosotros las evaluaciones de impacto ambiental y cómo vamos a demostrar que las empresas que vienen a invertir desde el extranjero no contaminan el ambiente, vamos a seguir viviendo en un híbrido donde las provincias pueden determinar sin grandes consecuencias cuáles son para ellas esas evaluaciones. Si no tenemos una Ley de Evaluación de Impacto Ambiental a nivel nacional —advirtió Ríos—, es muy difícil que podamos determinar parámetros estándares para que un empresario que quiera venir a invertir no tenga un conflicto legal permanentemente en este país. El RIGI es contrario al orden jurídico actual. Si vos hacés una diferencia ante la ley entre una empresa grande y una chica, lo más probable es que yo te declare inconstitucional esa parte de la norma. Lo que más me preocupa es que a las empresas extranjeras les dejen llevarse los recursos naturales como quieran, les den exenciones impositivas y les permitan no tener sus inversiones integradas a los mecanismos productivos del país”. 

En cambio, Almirón dijo que “eso de que no hay mediciones de las consecuencias de la explotación de los recursos naturales es una interpretación muy subjetiva. Con ese criterio los países desarrollados no podrían haber llegado a los estándares de competitividad a los que han llegado en los últimos años. Quedaríamos muy atrás con un razonamiento muy rígido respecto al ambiente. En Argentina los bonos verdes tienen cada vez mayor aceptación porque otros países valoran que este país no produzca y siga pudiendo ser la reserva ecológica mundial. Pero mientras nosotros somos eso, el resto de los países sigue generando valor agregado a su materia prima y sigue mejorando su calidad de vida. Entonces si vas a medir en función de no aumentar tu PBI con argumentos que son muy radicales respecto al cuidado del ambiente y no hay inversiones por las consecuencias en el impacto ambiental, y si a eso le agregás la falta de credibilidad y seguridad jurídica, estamos muy lejos de sacar el país adelante. Yo no comparto la Agenda 2030, no creo que ese sea el camino para los países que quieran desarrollarse”. 

La agenda a la que se refirió el diputado también se conoce como Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se estableció en septiembre de 2015 en la Asamblea General de las Naciones Unidas. En aquella oportunidad 193 jefes de Estado aprobaron un documento que contiene 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y 169 metas que se deben aplicar de forma universal. El Gobierno nacional argentino que asumió en diciembre de 2015 en ese momento tomó el compromiso de implementar esa agenda mundial a nivel local. Entre sus objetivos se encuentran el de garantizar el acceso a una energía asequible y no contaminante así como a modalidades de consumo y producción sostenibles, adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para el desarrollo, promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y frenar la pérdida de la biodiversidad, entre otros. 

Hay que recordar que el extractivismo implica arrancar los recursos naturales y materias primas de la tierra, tales como diamante, oro, plata, cobre, madera y petróleo, entre otros, para venderlos en el mercado mundial. “El principal destinatario del RIGI son las grandes empresas mineras, cuyo principal insumo es el agua. Argentina es el cuarto país del mundo con más conflictos ambientales en torno a la minería, y estamos hablando de un régimen que no tiene precedentes en el mundo. A las inversiones que lleguen se les dan unos beneficios que son absurdos para la explotación en el país”, afirmó Micaela Oroz, referente de la organización ambientalista “Ahora qué?”.

Oroz contó que existen diferentes líneas de pensamiento en el ambientalismo respecto de actividades como la minería y el fracking, una técnica para aumentar la extracción de gas y petróleo de los subsuelos que promueve la fractura de las montañas para extraer minerales e hidrocarburos. Dijo que existe una postura “más dialoguista” que si bien reconoce que esas actividades extractivistas son las principales emisoras de gases de efecto invernadero y generan consecuencias ecológicas como el cambio climático y la crisis de biodiversidad y de gestión de los plásticos, sostiene que la mayoría de los países que hoy impulsan las restricciones a las actividades de impacto ambiental pudieron desarrollarse por la explotación de los recursos en los países subdesarrollados. “Esta línea sostiene que el extractivismo está mal, pero pone en entredicho una oposición tajante a todo, pensando en el desarrollo estratégico a largo plazo para que pueda realizarse una transición ecológica, energética, económica y social, porque a fin de cuentas no se trata sólo de la preservación del ambiente sino también de mejorar la calidad de vida humana”, puntualizó Oroz, y aclaró que esa es la corriente de pensamiento que ella sostiene. Por otra parte, dijo que existe una postura “más purista”, que propone frenar todo tipo de actividad extractivista. “Es una línea súper respetable y valorable, porque sólo del pragmatismo no puede vivir un movimiento y está bueno que haya posicionamientos más puros también”, opinó Oroz. 

Por su parte, Monkes dejó entrever una mirada similar a la de Oroz al afirmar que “no discutimos tanto el proceso productivo en sí sino la postura política que tomás a la hora de encarar esa matriz productiva. Yo no estoy en contra de que explotemos gas; quiero una matriz energética verde pero eso en el corto plazo es irreal. El problema que tenemos hoy es que nadie planifica hasta dónde explotar el gas, simplemente mientras sea rentable se va a hacer. Ese es el pensamiento extractivista, que sólo mide una variable económica y mercantil a la hora de pensar la matriz productiva”. Y ahí viene el RIGI para instalar ese criterio. “El RIGI fomenta esa posición política y filosófica, que hace que no podamos mantener producciones que capaz no son rentables desde lo económico pero que son enormemente productivas desde lo ambiental, como las agroecológicas, que buscan no modificar el paisaje para producir alimentos sino adaptar los alimentos al paisaje. Esto es: tratar de aprovechar los bichos naturales que haya en la zona y que se pueden comer plagas, asociar cultivos porque se benefician mutuamente y alejar cultivos que compiten y, llegado el caso, reducir insumos de síntesis química, como pesticidas y fertilizantes. Yo no tengo una postura tan puritana con la agroecología, porque si hay una plaga que se desmadró en un año determinado por equis motivo ecológico azaroso, no me parece mal que se aplique un fungicida o un insecticida para matar esa plaga porque estás perdiendo la producción. Otros tienen una mirada más purista, para mí se trata de aplicar principios ecológicos a la producción agropecuaria tendiendo a reducir insumos químicos”. 

En cuanto a cómo podría afectar el RIGI a las economías regionales y a los pueblos que habitan las tierras en las que se encuentran los recursos naturales más codiciados, Oroz aseguró que “el RIGI va en contra del Artículo 124 de la Constitución Nacional, que establece que corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales que están en sus territorios. También va en contra del Artículo 75, Inciso 17 que afirma que los pueblos indígenas preceden al Estado nacional en esos territorios, y reconoce sus derechos sobre esas tierras. Además está el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que estipula la consulta previa, pública, libre e informada y la autonomía de las comunidades respecto a sus formas de desarrollo”. 

“Las provincias petroleras patagónicas o las provincias del norte con la industria energética cobran regalías que les permiten recibir ingresos por el solo hecho de que determinadas cosas estén o pasen por ahí sin la más mínima inversión ni proyección. En ese sentido, las provincias tienen un sistema que garantiza que todo tipo de industria tenga efectos directos e indirectos que mejoran sustancialmente las economías provinciales y regionales —objetó Almirón—. Tenemos que ser conscientes de que si bien tenemos recursos naturales, también existen otros países que son altamente competitivos con nosotros. En la reunión que tuvo el presidente de la Nación con Elon Musk, este empresario reconocido a nivel mundial no le ponía tanto el ojo al litio sino más bien al cobre. Y de lo que lleva explotado Chile, Argentina explotó solamente el 10% en el mercado de cobre, nos queda todo para crecer. Si se nos va la posibilidad de atrapar grandes inversiones, se van a ir a otros países”. 

“No comparto esa interpretación de que los pueblos preceden a nada, eso no es así —siguió Almirón—. El concepto de Estado-Nación aparece a mediados del siglo diecinueve y el Estado argentino se funda en cumplimiento de pactos preexistentes. Esa discusión es de tinte separatista, es una interpretación muy maliciosa respecto de la identidad de Argentina y tiende a generar desorden. Una cosa son los derechos de los pueblos originarios respecto a su identidad y otra cosa son los derechos sobre el territorio. Nadie desconoce su identidad, pero el derecho a la propiedad acá tiene un sistema de registración, que lo pone la Constitución y el Estado argentino que gobierna a través de sus representantes, no a través de abstracciones jurídicas o filosóficas. Los derechos subjetivos de los pueblos originarios no tienen nada que ver con los derechos del Estado-Nación argentino”. 

Para Ríos “hemos avanzado, por suerte, con el Acuerdo de Escazú, pero al margen de eso creo que estamos todos de acuerdo con que cada pueblo pueda tomar decisiones sobre lo que se haga con su territorio. Con el RIGI hay que estar alertas de que cuando lleguen las inversiones hay que ver qué pasa al final del camino: qué hicimos con el recurso explotado, cómo lo explotamos y qué fue lo que quedó. Existen muy buenos modelos, como Noruega o Suecia, que con las inversiones crean fondos que hoy les sirven para solventar las jubilaciones y pensiones. En Noruega cerraron una empresa de explotación de carbón súper importante, con un ingreso que era multimillonario, por conciencia ambiental”. 

Quienes defienden la aprobación del RIGI sostienen que esta política va a generar empleo y que se trata de un instrumento para que Argentina deje de ser un país subdesarrollado. “Eso es absurdo. Los mecanismos del RIGI apuntan a que Argentina se condene a ser un exportador de commodities porque no tiene ningún incentivo para el desarrollo local. Yo no veo cómo puede potenciarnos una política que va en detrimento de la industria nacional”, opinó Oroz. 

“Yo creo que la relación entre países desarrollados y subdesarrollados —señaló Monkes— no se rompe con este tipo de inversiones sino con posturas más soberanas a la hora de pensar un país. Naciones que supuestamente van a venir a invertir, pueden dar media vuelta e irse porque no hay ninguna restricción a que vengan, hagan negocios y se lleven esos dólares”.

 En cambio, Ríos apuntó que “el RIGI va a generar un empleo temporal y no va a llevar al desarrollo. Esta política viene a decir a las empresas: ‘Argentina está de oferta, quién es el mejor postor, vengan que nosotros les garantizamos que no les vamos a tocar la plata’”. 

En caso de aprobarse la ejecución del RIGI, las empresas que queden englobadas dentro de él tendrán beneficios económicos y jurídicos por 30 años, entre los que se destacan la importación de máquinas e insumos sin pagar aranceles ni priorizar a los proveedores locales y la reducción del impuesto a la ganancias del 35% al 25%. “El RIGI es ilógico por donde lo mires. Si se ejecuta, podría ser la cosa más dañina que nos ha pasado en los últimos cuarenta años. Estados Unidos, que es el país que Milei más admira, tiene un plan antiinflacionario que es extremadamente proteccionista y que tiene consenso entre demócratas y republicanos”, comentó Oroz. A su vez, Ríos aseguró: “Las excepciones impositivas que propone el RIGI son ilógicas, no tienen antecedentes en el mundo. No generan ningún valor agregado en el país, el único valor es que ingresó el dólar. Lo importante es que con esa plata que vos estás girando pagues impuestos, me ayudes con el desarrollo productivo de mi país, me garantices que no me dejás contaminado el ambiente. Si vos me dejás estructuralmente la situación en mejores condiciones de las que llegaste, por supuesto que girala, si yo necesito que lleguen inversiones extranjeras al país y necesito explotar el litio para hacer la transición energética. Pero yo no estoy a favor de que lo hagas con excepciones impositivas, sin un mecanismo de control y sin mejorar los procesos, porque si vos usás el agua y la dejás evaporarse a la atmósfera, se me termina secando el río, entonces te llevaste el litio y me dejaste un río seco, sin desarrollo y sin pagar impuestos. Eso no le sirve a nadie”.

Por otro lado, el texto del proyecto de ley indica que si surgiera alguna controversia entre el Estado nacional y las empresas adheridas al régimen en cuanto a la ejecución, aplicación, alcance o interpretación del RIGI, “se resolverá, en primer lugar, mediante consultas y negociaciones amistosas”. Si esto no fuera posible, la disputa se resolverá según el reglamento de arbitraje de la Corte Permanente de Arbitraje (CPA) o el de la Cámara de Comercio Internacional (CCI) o el del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI). “El CIADI es una corte norteamericana que siempre falla en contra nuestro, lógicamente”, advirtió Oroz. Por su parte, Ríos opinó al respecto: “Les estás cediendo la soberanía de poder litigar en otro tribunal, porque vos como Estado tenés la potestad, en determinadas cuestiones, de decidir en qué jurisdicción vas a litigar y eso te da garantías. Por ejemplo, los Estados que te prestan plata, lo hacen con la jurisdicción de Estados Unidos, es decir, vas a litigar en ese país porque es el que se elige cuando se pacta el acuerdo internacional”. 

Ahora bien, es válido preguntarse qué otro modelo de desarrollo se podría proponer en contraposición al que pretende establecer el RIGI. “Depende de la ideología. El modelo que a mí más me gusta es uno que sepa que si vas a extraer los recursos naturales, al final del camino vos tengas las inversiones que trajiste integradas al modelo productivo, que los impuestos que cobres a esas megainversiones te garanticen que vas a tener un desarrollo en tu país, fondos para la educación, para el desarrollo de industrias competitivas de tu Estado, como la del conocimiento”, expresó Ríos. 

“Pienso que podemos crear economías de escala a nivel regional, si es a nivel internacional todavía mejor, en las que se generen incentivos para el desarrollo de la transición energética, que me parece que es el punto principal para impulsar el desarrollo sostenible. Esto significa dejar de consumir una energía basada en combustibles fósiles, como petróleo, gas y carbón, y pasar a basarnos en energías renovables y limpias, como la eólica y la solar, incluyendo la hidroeléctrica y nuclear, porque tienen menores o nulas emisiones de gases de efecto invernadero”, enfatizó Oroz. “Yo creo que la agroecología es una herramienta para construir soberanía alimentaria”, opinó Monkes. 

Ya pasaron muchos años desde aquella Conferencia de Estocolmo que inspiró a la ONU a crear el Día Mundial del Medio Ambiente, pero en Argentina y en el mundo se insiste con la ejecución de políticas que parecen ir en contra de la preservación y mejora del ambiente, un hecho que invita a preguntarse entonces qué es lo que motiva ese accionar en los diferentes países. “Acá hay que hacer un diagnóstico —subrayó Ríos—. La discusión del nivel de preocupación por los temas ambientales es muy reciente, empezó a subir en intensidad a partir de la década del ‘90, con mucha retórica pero con poca acción. Naciones Unidas determinó que el ambiente es un derecho humano recién en 2022. Yo creo que en Argentina tenemos muchas inconsistencias en nuestro sistema ambiental porque no tenemos diálogo político. Hace veinte años que no podemos tener un acuerdo político entre los partidos. Si no podemos acordar en cuestiones mucho más básicas como la educación, es muy difícil que acordemos un modelo productivo o cuáles son los límites de explotación de nuestros recursos naturales. La falta de instituciones sólidas en nuestro país lleva a tener una falta de desarrollo normativo”. 

A Oroz la desvela, y mucho, que se baje el tono de advertencia sobre el cambio climático. “Uno creería que una amenaza tal como la extinción masiva de especies lograría trascender a los colores políticos. Afortunadamente, en nuestros diálogos con la política más tradicional encontramos mucha más receptividad en torno a estas temáticas, pero el peligro de los discursos de ultraderecha, que tiene el actual Gobierno, es que pretenden desandar debates que ya tenemos saldados hace décadas y eso me preocupa mucho. Que se relativice el consenso que hay sobre el cambio climático es muy peligroso”. 

“Creo que se insiste en políticas como el RIGI porque no tenemos clara la salida, no sabemos entretejer los reclamos ambientales con un mundo cada vez más globalizado, complejo e interrelacionado y a la vez tan fluido, porque el capital va doblegando a cada país por separado. Yo creo que hay que avanzar en una gobernanza mundial que controle esos capitales que se mueven tan fluidamente entre los países”, concluyó Monkes. 

Visita al corazón del Delta

Visita al corazón del Delta

El Área Natural Monte Blanco, ubicado en el Delta del Tigre, abrió sus puertas al público desde el invierno pasado. Investigación, educación y conservación en el verde de los humedales.

Poner en pausa el ritmo de la ciudad para embarcarse en una aventura en el Delta: a eso invita la Reserva Natural Monte Blanco, que hace casi un año se encuentra abierta al público de viernes a domingo. Al llegar a la estación fluvial de Tigre ya se siente un aire distinto. Desde ahí se puede llegar con lancha colectiva en unos 45 minutos, o menos en transporte privado, a esta reserva ubicada en el Arroyo Rama Negra Chico, o “Ramita” (como le dicen los vecinos), a 500 metros del arroyo Espera.

Al surcar el arroyo se anuncia la llegada a la reserva con un cartel de madera: “Disminuya la velocidad, cruce de fauna’’. Detrás del muelle se puede ver un salón de usos múltiples donde se dan charlas y talleres. Está rodeado de un deck de madera muy prolijo, abrazado por distintas tonalidades de verde de la vegetación que compone a la reserva. En total son 20 hectáreas. Cuentan con un centro de interpretación, donde se cuenta la historia del Delta y se dan detalles sobre la flora y la fauna. También hay dos caminos, que en conjunto suman alrededor de dos kilómetros. Los visitantes pueden salir a caminar por su cuenta o con un guía intérprete llamado Sebastián Arena , quien brinda dos visitas guiadas los días de apertura. Los responsables del lugar llevan registradas alrededor de 350 especies en la reserve, aunque estiman que un lugar así podría tener alrededor de mil especies, incluyendo animales, plantas y hongos. Algunas de las que se encuentran son carpinchos, gato montés, plantas exóticas y nativas, entre otras.

“Hay mucha gente que visita el Delta con su embarcación, hace paseos turísticos o se baja en el muelle y camina. Pero hay pocos lugares que te permiten caminar hacia el centro de la isla. Y entre esos pocos, hay uno solo que es público: la Reserva Monte Blanco. Es la oportunidad de visitar otra isla. El corazón del Delta”, sostiene Román Labrousse, uno de los guardabosques de la reserva, y explica: “El nombre hace referencia a la formación boscosa del lugar. Es un bosque que estaba en la parte alta de las islas. La leyenda cuenta que los árboles tenían las cortezas blancas y por ese motivo cuando llegaron los europeos lo denominaron Monte Blanco’’.

 

De privado a público

Hasta el año 2021 Monte Blanco era una reserva privada. Estuvo 13 años funcionando bajo la administración de la Fundación Félix de Azara, con quien continúan trabajando articuladamente en la actualidad. En este sentido, cuenta Labrousse, “es raro, pero no es el primer caso en Argentina de un área privada que pasa a ser municipal a través de la gestión de una fundación”. A principios de la década la reserva pasó a ser pública. “Los primeros años nos agarró la pandemia. Fue un poco más complejo en cuanto a la organización y los recursos para que este espacio se pueda mantener. A partir del año pasado pudimos repuntarlo. De enero a junio logramos que esto esté abierto al público”, cuenta a ANCCOM Lucila Pimentel, quien está a cargo de áreas naturales del municipio de Tigre.

Al ser privado, tenía otro tipo de visitas: eran más que nada extranjeros y grupos acotados. “Hoy nuestro desafío es que la gente del lugar también lo empiece a tomar como propio” cuenta Pimentel, y agrega: “Hay muchos vecinos de la zona que capaz un domingo terminan de almorzar y se vienen acá como si fuera el patio de su casa. Se empezaron a realizar actividades donde los vecinos participant. Hace poquito, para el Día Mundial de los Humedales, hicimos acá una jornada alusiva. Una de las actividades era una clase de yoga y la daba una vecina. Queremos empezar a abrir las puertas para todos.”

Labrousse y Pimentel, recibieron al equipo de ANCCOM en la reserva. También Omar, el conductor de la lancha, quien se encontraba esperando en la estación fluvial. Se hablan amistosamente: son un equipo pequeño con mucha dedicación y amor por la naturaleza. Tienen uniformes de polar verde, abrigo necesario para enfrentar el frío. El sol y los mates calientes también ayudan en ese sentido. De fondo se escucha un silencio calmo que de a ratos se interrumpe por el sonido de alguna lancha o el canto de los chiricotes.

¿Cuál es la importancia de este lugar?

“Son lugares donde uno puede repensar la relación de la sociedad con la naturaleza”, dice Labrousse mientras pasa un mate. “El hecho de ir a un espacio verde, trae un montón de beneficios. A nivel sociedad, cuando entendés qué significa un espacio natural, podés defenderlo. Manteniéndolo, estás mejorando la calidad de vida de toda la población que lo rodea”.

Concretamente, el espacio cuenta con tres ejes de acción: educación, investigación y conservación. Consideran que la educación es uno de los pilares fundamentales. Por ese motivo, brindan talleres para la conservación del ambiente y visitas guiadas de interpretación ambiental. Además, tienen proyectos con escuelas: “Desde 2022, veníamos dando charlas de biodiversidad en escuelas. Ahora tenemos una propuesta para los últimos años de secundaria. En ese año los chicos deberían ir de viaje de egresados. Con el contexto del país y otras cuestiones, sabemos que puede ser inviable. Esto se presenta como para que puedan hacer una salida extracurricular. Se promociona en todas las escuelas públicas. Las que se anotan, tienen el traslado y el día acá”.

Respecto a la investigación, trabajan con organismos produciendo datos científicos para ampliar el conocimiento del área. “Participamos dentro de lo que es conservación y ciencia ciudadana en el convenio con Fundación Vida Silvestre. Usamos plataformas para registrar biodiversidad: Argentinat y Ebird. Quien quiera, en cualquier parte del mundo, puede acceder a esa base de datos, entrar al proyecto del Área Monte Blanco y encontrarse con la galería de biodiversidad que tenemos”, cuenta Labrousse, y agrega: “Recabamos datos en general. Lo que recibimos de Fundación Azara fue un relevamiento de las condiciones básicas del elenco de flora y fauna. Nosotros reforzamos eso con salidas semanales para hacer relevamientos. Esos datos sirven para contrastar con otros años’’. Sostiene que hay muchos registros que son la primera foto conocida del individuo vivo: “Antes se los capturaba, se los mataba, y con eso se clasificaba. Capaz hoy uno se encuentra con un saltamontes y resulta que le está sacando la primera foto o es por lo menos la primera publicada conocida de la especie”.

Para el tercer eje, conservación, se realizan trabajos de restauración de ecosistemas a través de la plantación de flora autóctona, control de especies exóticas invasoras y se trabaja en conjunto con organizaciones de rescate y rehabilitación de fauna silvestre: “Trabajamos mucho con Temaiken. Ellos hacen el trabajo de rescate y rehabilitación de animales y nosotros en este lugar le damos la posibilidad a esos animales de regresar a su hábitat natural. Es un lugar que está controlado, entonces si llega a aparecer algún animal con alguna anomalía o se enferma, tenemos un registro. También trabajamos con el Serpentario de Tigre, que también tiene un centro de rescate. Ellos se encargan de la rehabilitación de los animales, y nosotros acá hacemos la recepción de los mismos y el seguimiento, en caso de que sea necesario”, cuenta Pimentel.

Sostienen que el espacio está abierto para estudiantes o posibles proyectos de conservación de alguna especie que se pueda realizar en la reserva: “Nosotros hoy no tenemos ningún proyecto de conservación con alguna especie particular. Pero están dadas las posibilidades para quien lo desee o lo necesite. Este verano lo estuvimos haciendo con el proyecto de conservación de los murciélagos de Argentina. Fuimos parte de la captura de murciélagos y la toma de muestras. A nosotros nos sirve porque nos capacita y ellos se fueron con datos concretos. Obvio que después volvieron a la naturaleza. Se les sacó sangre, se les hizo muestreo de saliva”.

Las puertas de la reserva, se encuentran abiertas al público de viernes a domingo, de 10:00 a 17:00. Se puede llegar en transporte privado o en lancha colectiva, desde la estación fluvial de Tigre. Tanto las escuelas que quieran formar parte de la iniciativa como cualquiera que quiera contactarse, puede hacerlo al siguiente mail: CentroHumedalesTigre@tigre.gob.ar.

Lentes que fueron tapitas

Lentes que fueron tapitas

El Taller Proyecto Mutan recicla tapitas de plástico en anteojos, composteras, lámparas, muebles, macetas y tachos de basura. Armaron sus propias máquinas de triturado, inyección y prensa. Trabajan con cooperativas de recicladores.

Del dicho al hecho, a veces, puede haber un corto trecho. Sergio Fasani, fundador del Proyecto Mutan, dice y hace en consonancia. Al momento de conversar con ANCCOM, lleva puestos unos anteojos cuyo marco fue elaborado en su propio taller, en el cual él y sus cinco colegas producen lentes, composteras, lámparas, muebles, macetas y tachos de basura con tapitas de plástico recicladas. 

Desde la planta alta del taller, ubicado en Villa Martelli, Provincia de Buenos Aires, Fasani cuenta que estudió Diseño Industrial en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y que ya desde el último tramo de su carrera se empezó a interesar por el universo del reciclaje y las cooperativas. Lo dice sentado en una silla hecha con plástico reciclado, mientras toma un café que está apoyado sobre una mesa también reciclada. La lámpara que ilumina la sala de la planta alta, que funciona como oficina, también está hecha con tapitas de plástico fundidas. Dice que su tesis de grado exploró, allá por el 2013, la idea de triturar plástico para transformarlo en nuevos objetos. “Al final de la carrera quedó más como una pequeña investigación. Diseñamos cestos de residuos y nos empezamos a juntar acá, en este taller, para hacer pruebas. Primero fuimos a ver algunas fábricas que ya trabajaban con plástico tratando de que nos hicieran algunos prototipos con sus máquinas, pero en ese momento no había mucha conciencia del reciclaje y los productores no querían hacerlos. Los que nos hacían un prototipo ya después no nos querían hacer un segundo o tercero. Por eso terminamos haciendo nuestras propias máquinas. La primera, que es una vieja hormigonera que todavía tenemos, nos permitió hacer las luminarias”, cuenta. 

Unos minutos antes Candela Aris, quien también trabaja en el taller, había mostrado la máquina trituradora de plástico a la que se referiría Fasani, que se encuentra en la planta baja del lugar junto con las otras herramientas que utilizan en el día a día. Ella había contado que el artefacto en cuestión fue el proyecto final de la materia Tecnología 4 de la carrera de Diseño Industrial de la UBA. “Acá todos venimos de la universidad pública”, había dicho mientras gesticulaba con las manos para explicar el funcionamiento de la máquina. Ese aparato y los demás, una inyectora para objetos pequeños, una rotomoldeadora para objetos huecos y una máquina de prensa con calor, fueron construidos por los integrantes de Mutan con componentes adquiridos a través de proveedores nacionales. 

Ahora, en la planta alta, Fasani cuenta que la tesis del 2013 se transformó, en 2016, en la presentación oficial del primer producto (las lámparas) en el mercado, que se hizo junto con la Fundación Garrahan en la Feria Puro Diseño. Garrahan le había vendido a Mutan las tapitas de plástico con las que elaboraron las luminarias, por eso estuvieron juntos en la presentación. ¿Cuánto tiempo les llevó, y les lleva, hacerlas? 

Y tienen un proceso de horneado y rotación —explica en detalle Fasani—. O sea, básicamente es como cocinar. Lo metemos en el horno, con un molde y una matriz, y está una hora calentándose y una hora enfriándose. Así que hacer una lámpara demora dos horas en máquina, más todo el armado de la pieza. Los productos más pequeños, como los anteojos o los llaveritos que solemos vender a las empresas, llevan dos minutos. Las composteras te toman medio día, porque son muchos módulos por vez. Casi todos tienen procesos posteriores, de pulido y de corte, para terminar de darles la forma”. 

Mientras Fasani cuenta esto, se puede ver detrás de él una estantería que reúne todos los productos terminados: un cesto de residuos, una compostera, una maceta, y así. Un ejemplar de cada uno. Dice que Mutan no sólo consigue las tapitas de plástico a través de Garrahan, sino que también se las compra a cooperativas que se dedican a recolectarlas, clasificarlas y limpiarlas, y también a algunas empresas que tienen su propio descarte industrial. Cuenta que él y sus compañeros no se encargan del acopio porque les interesa dedicarse directamente a la transformación y al diseño de los productos. 

«Cuestionarse, como diseñadores, con qué material está hecho lo que producimos o qué va a pasar con nuestros materiales después es algo relativamente nuevo», dice Fasani.

De todas maneras, el vínculo con las cooperativas va más allá de la obtención del material, dice Fasani. Por ejemplo, tiempo atrás Mutan empezó a producir los estuches de los anteojos con el reciclaje de bolsas plásticas. En el ínterin conoció a Entramadas, un colectivo socioambiental de mujeres emprendedoras del barrio 1-11-14 también dedicado al reciclaje, y las ayudó a conseguir máquinas. Después Mutan les dio capacitaciones y ahora ellas producen los estuches en su totalidad. Fasani cuenta que él y sus compañeros también tienen vínculo, gracias a un proyecto de la UBA, con la Cooperativa Recuperadores Urbanos del Oeste. Dice que la idea es montar un pequeño taller y brindarles capacitaciones. 

Con respecto al vínculo con las empresas, Fasani dice que los primeros cien anteojos que hicieron en Mutan fueron elaborados con las carcasas de pavas eléctricas que tenían fallas, las cuales fueron provistas por Newsan, que produce electrodomésticos. Esas pavas se transformaron y volvieron a la empresa en forma de lentes. Fasani dice que también fabrican premios y mini souvenirs para firmas como Andreani y el Consejo Publicitario Argentino. “¿Ves?”, y Fasani señala un pequeño galardón de color blanco con pintitas de colores, los vestigios de las otrora tapitas de plástico.

¿Mutan recibe algún tipo de ayuda estatal? “No de forma constante”, dice Fasani. Cuenta que han obtenido subsidios del exMinisterio de Ciencia, Tecnología e Innovación, sobre todo, para fabricar o mejorar alguna máquina. “Hoy se cortó bastante”, agrega. “Es más dice tenemos uno que nos dieron el año pasado para mejorar la tecnología de los lentes y ya lo rendimos y todavía no logramos que nos firmen el okey de la rendición. No hay nadie que lo firme, lo que pasa en un montón de sectores, me parece”. 

¿Qué es lo más desafiante de llevar adelante el Proyecto Mutan? “Que la gente note la calidad de los productos”, dice Fasani después de pensarlo un poco. Ahora se explaya: “Como el reciclaje estaba más asociado a lo artesanal, quizás no se confiaba en la calidad de un producto reciclado. Creo que eso está cambiando bastante y fuimos parte de eso, de mostrar que podemos hacer productos complejos, como los anteojos, o con una estética particular, como la compostera, que para mí es la más linda del mercado”, dice entre risas. ¿Y lo más gratificante? “Trabajar en una nueva área del diseño, porque cuestionarse, como diseñadores, con qué material está hecho o qué va a pasar con nuestros materiales después es algo relativamente nuevo. Eso nos interesa a todos los que formamos parte de Mutan, y saber que lo que hacemos tiene impacto en la gente. Con esta nueva conciencia, sabemos que hay que producir y consumir mejor, entonces tratamos de acompañar ese camino y es gratificante saber que estamos haciendo algo en ese sentido”, concluye. 

Un club para consumir de manera responsable y sustentable

Un club para consumir de manera responsable y sustentable

En el barrio porteño de Almagro funciona el Club del Desapego, un espacio que invita a los vecinos de la ciudad a desprenderse de los objetos que ya no utilicen y practicar la economía circular. Una manera de ahorrar en medio de la crisis y de ayudar a bajar los niveles de contaminación.

El Club del Desapego existe desde hace cinco años y surgió gracias a la necesidad de su fundadora de seguir ejercitando la actividad que realizó gran parte de su vida: desapegarse. Macarena Russo vivió unos años en las sierras de Córdoba, en Villa General Belgrano, y allí con sus amigas se juntaban una vez por temporada, en cada cambio de estación, a intercambiar ropa y objetos que ya no utilizaban ni necesitaban. En un mano a mano con ANCCOM, cuenta los inicios del club y remarca la importancia y urgencia del establecimiento de nuevas economías y prácticas de consumo.

 “Cuando volví a Buenos Aires en el 2019 extrañaba mucho esa oportunidad de intercambiar y me sentía muy sola porque es una ciudad muy grande que puede ser muy hostil. Así fue como se me ocurrió abrir el club, elegí una fecha, un lugar y una hora para ver qué pasaba y ocurrió algo increíble. Lo hicimos el 29 de septiembre de 2019 en la Casa del Árbol, un centro cultural, y una hora antes de que se abrieran las puertas había más de 30 personas haciendo cola con sus desapegos. Nunca supe cómo fue la difusión y cómo se enteró la gente, pero evidentemente la necesidad era grande y de ahí en más esto nunca paró”.

Russo sostiene que el espíritu del Club del Desapego –que hoy funciona en el Parque de la Estación, entre las calles Perón y Agüero– sigue siendo intercambiar y recircular lo que ya no usamos y tomar lo que realmente necesitamos. El objetivo es adquirir y propagar hábitos de consumo más responsables. Insiste en que es importante disponer de un espacio para traer mensualmente esas cosas que se acumulan en los roperos, repisas y baúles. “Es esencial que una vez que las dejamos, sólo tomemos aquello que necesitamos, no agarrar porque sí o porque es gratis”.

La cantidad de vecinos que se acercan crece mes a mes gracias a la difusión a través de redes sociales y el famoso “boca a boca”. Macarena relata que, con el paso del tiempo y a medida que se amplía la convocatoria, se genera una constancia en los participantes, ya que el hábito empieza a incorporarse en sus prácticas diarias. “Es muy satisfactorio cuando uno tiene menos cosas y tiene lo que necesita. Ayuda primero a ser más ordenado, no es lo mismo abrir un placard que está abarrotado de cosas que no se usan, que tener solamente las cosas que uno utiliza, y segundo a ser consciente. Lo que más se intercambia es ropa. Más allá de construir un hábito sustentable y que la gente empieza a ser consciente de las cosas que consume y lo que trae, también es necesario entender de dónde vienen las cosas, ¿por qué es tan barata cierta ropa y por qué otra tan cara? Es vital construir y participar de este tipo de espacios para que la gente tenga donde recircular y no esté consumiendo y comprando todo el tiempo cosas nuevas”.

¿De dónde viene la ropa nueva? ¿Qué hay detrás de la industria de la moda? La industria textil es de las más contaminantes del mundo, con su recurso moderno denominado fast-fashion, el impacto socio ambiental se agrava año a año. Esta lógica acompaña e impulsa el fenómeno de consumo compulsivo y desmedido. Según un informe de la ONG británica Programa de Acción sobre Residuos y Recursos y la empresa francesa Fashion Network, el incesante aumento del número de prendas producidas representa un desastre medioambiental ya que los esfuerzos por reducir el impacto de la ropa están siendo anulados por el aumento de los volúmenes de producción. Se estima que se producen alrededor de 100 mil millones de prendas por año, y todavía queda por saldar la problemática de la explotación laboral e infantil en la industria.

¿Qué sucede con lo que sobra en cada encuentro? El club dona todo lo que nadie se lleva a distintas instituciones y organizaciones, como parroquias, hogares y comedores. Cuando el desapego termina, un grupo de chicos scouts del barrio que colaboran con el proyecto se encargan de embolsar todo y hacerle llegar la donación a la gente que lo necesita.

Russo cree que el Club del Desapego debe llegar a las escuelas, insertarse en la vida diaria de las personas a través de la educación. “Hay un montón de formas de que el Club y su espíritu crezcan, para mí la forma ideal es que esta práctica llegue a la escuela, que es la base de todo. Mi mamá de chica me inculcó a recibir lo que a mi prima le quedaba chico, y para mí era un tesoro. Considero que la base para asentar hábitos es la escuela, mi deseo es que se establezcan los principios del club en todos los niveles. Por ejemplo, en las universidades y facultades de arte el intercambio se podría centrar en material de trabajo artístico. Así, en estos espacios se podría saciar una necesidad que está activa en todas las comunidades”, concluye.

Otra vez, Concordia bajo el agua

Otra vez, Concordia bajo el agua

Las constantes lluvias de los últimos días trajeron una fuerte crecida del Río Uruguay, que inundó la zona ribereña de la ciudad y obligó a cientos de vecinos a ser evacuados. Los lugareños aseguran que es un fenómeno cada vez más frecuente.

Las lluvias no cesan en Concordia y los vecinos saben que inevitablemente tendrán que tomar recaudos. Algunos se refugian en la planta alta de sus viviendas, esperan que el temporal amaine y el agua baje. Otros toman los elementos más indispensables y esenciales, y se van en busca de resguardo a otro sitio.

Para los vecinos de una de las ciudades más populosas de Entre Ríos esta situación no es novedosa. De hecho, llevan décadas acostumbrados a las fuertes crecidas del Río Uruguay, que marca el límite geográfico con el país homónimo. Desde la gran inundación de 1959 -que dejó un saldo de 13 fallecidos, más de 10.000 evacuados y a casi toda la ciudad inundada por una crecida que alcanzó 17 metros-, cada cinco ó seis años se repiten los días de lluvia constante y el inevitable desborde del cauce de agua.

La represa Salto Grande, creada en la década de 1980, ayuda a regular la altura del río y a que los vecinos estén en alerta ante una posible crecida. Además, en 2005 se construyó una defensa que evita anegamientos en la zona sur. Sin embargo, quienes viven cerca de la ribera quedan inexorablemente expuestos a perder lo poco que tienen. Una y otra vez.

Lo llamativo es que el lapso entre temporales se acortó notoriamente. Sin ir más lejos, a fines del año pasado hubo una inundación más fuerte que la actual, que en aquel momento no tuvo eco en los medios de comunicación de alcance nacional, enfocados en las elecciones presidenciales.

Ahora, el Río Uruguay volvió a crecer y la ciudad considerada Capital Nacional de la Citricultura y una de las inspiraciones del francés Antoine de Saint-Exupéry para escribir El Principito se transformó en noticia para algunas redacciones situadas en la CABA.
A pesar de haber tenido que tomar resguardos, los vecinos descreen de lo que se dice en los noticieros. Ellos creen que la inundación no tiene nada que ver con lo que está pasando en el sur de Brasil, pero sí admiten que la mano del hombre está involucrada. La tala de árboles, el desmonte para comerciar madera o sembrar tiene consecuencias para la comunidad. En el medio, la gestión del intendente radical Francisco Azcué, que el año pasado desbancó al peronismo que gobernaba desde el regreso de la democracia, está ante su primer gran desafío.

“Nunca estás preparada”
Selva Acevedo Miño, vecina de Concordia, tiene su casa a unos 150 metros del Río Uruguay y sostiene que de momento lo está sobrellevando. “No llegó a mi casa, pero estamos ahí a la espera. A mi vecina ya le llegó y tuvo que irse”, relata en diálogo con ANCCOM. “Nunca estás preparada para esto. La última inundación fue a finales del año pasado y me estresé bastante. Esta vez ya, por decisión propia, decidí tomarlo diferente”, agrega la docente jubilada, que vive sola en su hogar.
Así como los isleños cargan todas las cosas en sus botes y las mudan a otro lugar antes de un temporal, Selva cuenta que ella hace algo similar, pero con un camión. Allí carga sus pertenencias al galpón de alguna amiga que acuda en su ayuda. Mientras tanto, muda lo esencial a la planta alta de su vivienda, donde se refugia hasta que pase lo peor y pueda retornar a su vida normal. Ella sostiene que estas situaciones “se compensan con la belleza del lugar”.
Por otra parte, cuenta que hace un tiempo, con las frecuentes inundaciones, trata de tener cada vez menos cosas materiales. “Regalo cosas en cada creciente, a mí en lo personal me sirve para desprenderme”, confiesa. “Empezás a convivir con esto sabiendo que ocurre por un montón de motivos, hay muchas causas, pero yo creo que lo fundamental es el desmonte que se ha hecho”, analiza Acevedo Miño. “Ahora ya no pasa cada 5 años, es más frecuente. El humano está destruyendo su planeta, su hábitat. Yo acá tengo un lugar precioso que da al río y lo cuido, planto, hago lo que puedo”, sostiene. A pesar de la situación, ella es optimista. “Estoy convencida de que cada vez somos más los que tomamos conciencia e intervenimos en esto de cuidar el ambiente”, asegura.
En ese sentido, la solidaridad de la comunidad surge cuando las aguas llegan a la superficie: “Muchísima gente está ayudando y dando lo que tiene y, muchas veces, lo que no tiene. Sobre todo, en este momento que hay tanta tristeza y tanta angustia en la gente”, considera.

“La mano del hombre causó esto”

Hugo Ledesma frecuenta el Río Uruguay desde que tiene uso de razón. Nació y fue criado muy cerca de allí, su padre era casero del Club de Regatas de Concordia, y actualmente asiste regularmente a esa institución, donde suele subirse a una embarcación para recorrerlo. “Llevo toda la vida influenciado por la naturaleza del Río Uruguay. He sido nadador, remero, navegué, todas las actividades náuticas que uno se pueda imaginar, y sigo en la misma onda”, cuenta. El hombre asegura que ya vivió entre 20 y 30 crecientes de la magnitud de la actual. En ese sentido, se muestra crítico de la información que se difunde en los medios de alcance nacional, a los que acusa de “meterle miedo a la gente” y no mencionar referencias, ni medidas exactas.

“Acá hay un elemento que lo maneja el hombre, que es la represa de Salto Grande. El régimen del río antes dependía de la cantidad de lluvias en la zona de los afluentes brasileños. Vos sabías qué milimetraje caía y en 48 o 72 horas, tenías una determinada medida de altura en creciente. Hoy, la represa manipula la corriente natural que había en aquella época. Es decir que no es más natural”, explica. “Cuando hay noticias de que al norte está cayendo agua y está ingresando al cauce del río Uruguay por los afluentes, la represa evacúa el agua que tiene en ese momento e inunda la ciudad de Concordia en un nivel que no es un pico muy alto, pero sí que tiene muchos días de permanencia”, agrega.

Según el testimonio de Ledesma, esta situación hace que el río se extienda hasta la cota 14 de la ribera, donde el Municipio tiene prohibido la instalación de viviendas. ¿Qué pasa? Mucha gente que no tiene otro lugar donde vivir elige ese lugar. Son las mismas familias que, en pleno temporal, tienen que ser socorridas por las autoridades. “Es el drama social que estamos teniendo acá”, sostiene.

Actualmente, se estima que la crecida alcanzó los 13,5 metros. Un nivel que inunda la ribera y sus adyacencias, pero que está lejos de los 17,75 metros de la inundación histórica de 1959.

No obstante, el agua llegó hasta las instalaciones del Club Regatas del que Ledesma forma parte. Tuvo que salir con un kayak a trasladar elementos que estaban en un depósito que fue afectado por la inundación.

“Se arruinaron las instalaciones que están en la planta baja del club, se rompieron vidrios y se dañaron las instalaciones eléctricas. Además se acumula barro en las veredas. Esta zona es de agua limpia, pero cuando viene el agua del norte arrastra un montón de barro y lo viene depositando a las partes donde no corre el lecho del río”, explica. “Es complicado, pero estamos acostumbrados. El parque del club se nos inunda con 10,5 metros. Hoy estamos a 13,5. así que estamos con tres metros de agua sobre el parque”, agrega.

Desde su punto de vista, el hombre considera que Concordia está a merced de un cambio del régimen climático, que en parte podría ser explicado por la presencia de la represa y el lago que la circunda junto a los desmontes. “Antes los veranos eran secos y ahora cae agua a baldes. Ya no tenés parámetros”, grafica. “La represa formó un espejo de agua inmensamente grande, que ahora es un lago donde se navega, se pesca. Ese espejo de agua evapora 100 veces más de lo que evaporaba el río en su cauce normal. Esas cosas modifican los climas, al igual que los desmontes”, remarca Ledesma.

“La mano del hombre causó esto en Concordia. El clima húmedo que hay actualmente, los casos de alergia y cómo han crecido un montón de pestes como el mosquito o la proliferación de carpinchos, que hoy tenés que andar frenando para que pasen y antes era muy difícil ver uno. El lago es una cosa hermosa, pero genera un desbalance de la situación silvestre y animal”, sostiene.

Un hueco en la casa

Norma Issler es otra de las vecinas de Concordia que puede dar fe del temporal que ocurrió en los últimos días. A diferencia de otros de los lugareños, no está tan cerca de la zona afectada por las inundaciones, pero conoce lo que sucede cada vez que el Río Uruguay se desborda.

“Cada seis años, más o menos, se registra esta inundación. Ahora hace cinco meses que se produjo una de la misma importancia que esta, pero en esta oportunidad los medios de comunicación se hicieron eco de lo que pasó. La realidad es que nosotros convivimos con las inundaciones, es frecuente”,  confiesa. Desde su punto de vista, el cambio climático es uno de los factores que causan estos desbalances. Sobre todo, con la tala indiscriminada de árboles que ocurre en toda la región del Litoral, pero fundamentalmente en la provincia de Misiones. “Se cansaron de desmontar”, reclama. “Está claro que no hay un solo factor, son varios factores que coadyuvan, pero hay una relación directa entre la deforestación y estas inundaciones”, advierte.

Issler vive cerca del centro, una zona que no está afectada por el agua, pero cuenta que conoce gente que vive a cinco cuadras y tuvo que ser evacuada. De hecho, hizo un hueco en su casa para recibir a una amiga y sus muebles hasta que pase el temporal. “Tu casa queda totalmente arruinada porque después, cuando baja la creciente queda todo el residuo de cloacas y de los desechos. Además, eso arrastra alimañas, camalotes con reptiles y pulgas”, relata.

No obstante, Issler también resalta la fraternidad que despierta pasar por estas situaciones: “Concordia entera se activa y es muy solidaria. Ya todos sabemos que largamos todo zapato, comida, muebles”, cuenta. También cuestiona el tratamiento mediático de lo que está sucediendo en la ciudad entrerriana, donde se sostiene que toda la ciudad está bajo agua, pero en realidad el centro sigue con su vida normal, con teatros, restaurantes y los complejos termales. “Hace mucho daño y lo digo en nombre de los comerciantes. Con todo esto, la gente no viene a la ciudad y nosotros vivimos del turismo”, protesta.

Por lo pronto, esta semana salió el sol en Concordia. El agua sigue en la zona ribereña, pero si el clima cambia seguramente volverá a subir el agua. La incógnita pasa por saber cuándo ocurrirá eso. “Estas cosas no las maneja nadie”, reflexiona Issler.

El drama de Porto Alegre

La ciudad de Concordia sufre una nueva inundación producto del desborde del Río Uruguay, pero afortunadamente los evacuados fueron apenas 500 y no se lamentaron víctimas fatales. Distinta es la situación en Porto Alegre y el sur de Brasil, donde las copiosas lluvias desembocaron en una de las peores tragedias naturales de su historia.

Según los últimos reportes, la capital del estado de Rio Grande do Sul acumula 144 fallecidos y más de dos millones de personas damnificadas por las lluvias, que sepultaron bajo el agua prácticamente la totalidad de la ciudad y las zonas aledañas.

Daniela Sallet es una periodista brasileña que actualmente no ejerce el oficio, pero reside en Porto Alegre y está viendo en vivo y en directo todo lo que sucede allí. Afortunadamente, está en una zona que no fue afectada directamente por el temporal, sin embargo está colaborando como voluntaria en los operativos de ayuda. “Hay un gran movimiento de gente que está donando su trabajo en beneficio de los desalojados, de la gente que perdió todo en su casa”, le cuenta a ANCCOM mientras selecciona ropa donada en una escuela del distrito para destinar a las familias que perdieron todo con las lluvias.

“Las donaciones llegan de todo Brasil e, incluso, desde el exterior. Es muy emocionante todo esto”, relata. “Emociona ver a la gente involucrada con eso. Pero la preocupación de quien entiende un poco de la situación es que eso en un rato, la gente también no va a donar todo el tiempo. Entonces hay que mantener esa movilización porque el problema no va a pasar muy rápido”, alerta.

Las escuelas y los clubes se transformaron en lugares de abrigo para los damnificados e, incluso, para los animales. Por eso, tanto Porto Alegre como la región del sur de Brasil están en una situación de stand by. No hay clases y cualquier actividad está frenada. “Esto es muy trágico, porque volvió a llover. Entonces hay algunas áreas que el agua bajó, pero los gobiernos dicen no vuelvan a casa porque puede volver a entrar agua”, cuenta Sallet.

“Empecé a trabajar como voluntaria para no estar todo el tiempo conectada con las noticias. Porque las redes están casi 100% con este tema. Decidí colaborar con la gente para no enfermarme”, confiesa.

Es tan grave el panorama que el gobierno del estado y el federal están analizando la idea de instalar una ciudad temporal fuera de la zona afectada. Es decir, llevar a las familias a un lugar para que los niños puedan retomar las clases y la actividad comercial vuelva a su cauce natural.

“Los refugios donde está la gente son escuelas, gimnasios y lugares que tienen otra utilidad. Hoy no tenemos aulas, no hay clases, las escuelas no volvieron aún. Entonces hoy es algo que es necesario profundizar”, explica.

Este temporal tuvo lugar luego de varias advertencias por parte de especialistas y ambientalistas. A eso hay que sumarle que la legislación que protegía el medio ambiente sufrió varias modificaciones durante el gobierno de Jair Bolsonaro, negacionista del cambio climático.

“Fue una lluvia muy por encima de lo normal. En un día cayó lo que estaba previsto para un mes, es difícil no imaginar lo que podía pasar. Esto es muy trágico”, cierra la periodista brasileña.