Algo sobre lo que coinciden todos es el tinte automatizado, guionado, performático del debate. Los cinco sostienen que les hubiera gustado más escuchar que le hablen sinceramente a la gente y que dejen de dar discursos con las fórmulas de siempre. Ya en las presentaciones de los candidatos, Gabriela expresa esta opinión compartida: “No, muchachos, no queremos escuchar eso -reclama-. No queremos escuchar cosas así. Queremos escuchar cosas como: ‘me voy a bajar el salario, no voy a autodarme ningún beneficio de acá en más, no voy a tener 20 asesores porque con 3 me alcanza y me sobra, voy a priorizar la salud…’”.
Carolina luego comparte que siente todo muy monologado y estructurado, como si estuvieran exponiendo de memoria. Sergio y Rodolfo coinciden; Rodolfo, sobre todo, comenta que no le sorprende porque no esperaba otra cosa de una instancia así, pero que sueña con un debate en el que los candidatos reconozcan que las soluciones que proponen no son recetas mágicas y tienen su falibilidad. Gabriela, por su parte, también expresa un deseo para futuros debates: que el lenguaje deje de ser tan técnico.
-Tienen que hablar de forma accesible para toda la población. Por ejemplo, más o menos sabemos qué es la hiperinflación, pero ¿qué es exactamente? ¿a partir de qué punto aparece lo “hiper”?
-No sé -responde Caro-, le voy a preguntar a mi viejo que seguro sabe.
Hay un candidato en particular que no parece suscitar demasiadas intervenciones o comentarios: Juan Schiaretti. Cuando aparece por primera vez en la pantalla, Ludmila -estudiante de 19 años- expresa con su rostro un “¿quién es este?” Mientras habla, Gabriela acota que “seguro tiene olor a naftalina este señor” y los demás se ríen. Pero más allá de las primeras impresiones, parece ser el que más sorprende al grupo para bien, sobre todo en sus reiteradas intervenciones desde un punto de vista federal que los demás candidatos pasan por alto. De todas formas, el grupo también hace notar que, si bien les parece un político sensato, se lo siente algo genérico; además varios argumentan que votarlo sería “tirar el voto”.
-¿Ves que no pestañea? ¿No te llama la atención? Es llamativo -reitera Gabriela estupefacta-.
Ya va casi una hora de debate. Las piernas derechas de Sergio y Rodolfo rebotan contra el piso. Termina la primera etapa, el canal va a corte comercial, y los que podrían haber sido 12 minutos de silencio o de conversaciones mundanas sobre el clima durante la pausa, se convirtieron en el momento más valioso de la reunión. Cinco personas que no se conocen entre sí, de generaciones e historias de vida sumamente dispares, así como sus ideologías, comenzaron a reflexionar en conjunto sobre la significancia del debate, el estado actual del país y la posibilidad de proyectar hacia el futuro, sin que ANCCOM tuviera que dar pie alguno.
Aparece en la reflexión el tema de la juventud y los alquileres, la juventud y la posibilidad de sostener una familia, la juventud y la emigración.
-Y sí, es algo que yo tendría en cuenta, esto de emigrar -dice Caro-, pero no sería por una cuestión propia de querer irme a vivir afuera, no. Sería 100% porque no se puede estar acá. Me gustaría que los candidatos toquen el tema de los jóvenes, justamente, que hablen de no poder llegar a un alquiler de un un departamento, de lo imposible que es poder hacernos nosotros de cero. Mi prima, por ejemplo, vivía sola y este año se tuvo que volver a lo de los papás.
-Está pasando mucho eso -acota Sergio.
-Lo que dijo Caro ahora me hizo pensar en algo que reflexiono muy seguido -comenta Ludmila-, que es que yo seguro tenga que estar con mi mamá hasta los 30. Y la plata que gane ni puedo pensar en gastarla en un alquiler, porque no alcanza. Con lo que gane en un futuro me imagino que voy a comprarme cosas para comer y ayudar a mi mamá con los gastos, no más que eso.