La memoria y el derecho a la identidad en las aulas

La memoria y el derecho a la identidad en las aulas

“Los derechos en las aulas”, el ciclo de Abuelas de Plaza de Mayo destinado a docentes volvió a la presencialidad con un conversatorio sobre la edición de libros sobre memoria a cargo de Laura Leibiker y Cecilia Rassi, editora y asesora infantojuvenil respectivamente, moderadas por los escritores Mario Méndez y Paula Bombara.

¿Cuál es la mejor forma de trabajar el tema de la vulneración de los derechos humanos con las infancias? ¿Cómo trabajar el derecho a la identidad desde la literatura infantojuvenil? ¿Cuál es la información apropiada para cada nivel educativo? Estas y otras preguntas funcionaron como ejes del conversatorio «Editar para la memoria. Producción de libros infanto juveniles sobre la historia reciente» organizado por Abuelas de Plaza de Mayo y la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA).

En el Auditorio de Casa por la Identidad Espacio Memoria y Derechos Humanos, luego de dos años, se volvió a realizar presencialmente el ciclo “Los derechos en las aulas”, que desde hace cuatro años Abuelas destina a docentes y público educativo. Laura Leibiker, directora editorial del área de literatura infantil y juvenil de Norma, y Cecilia Rassi, asesora pedagógica de la misma editorial y también docente del Instituto de Formación Docente “Santo Domingo” de Ramos Mejía, fueron invitadas para que, desde sus experiencias profesionales, compartieran sus miradas sobre el tratamiento de la violencia y la vulneración de los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar en los libros infantiles. El conversatorio estuvo moderado por dos escritores: Paula Bombara y Mario Méndez, él también presidente de ALIJA.

Si bien las editoriales constituyen espacios de la periferia de la escuela, también la nutren e influyen en los estudiantes. Para Laura Leibiker el editor es un constructor de sentido: construye un catálogo de libros y este refleja una visión determinada del mundo. “Al leer un libro que me llega lo que busco es que me interpele a mí como lectora, me tiene que pasar algo, me tiene que transmitir algún tipo de emoción. Uno tiene una posición política y frente al mundo. En el trabajo esa posición también está ahí, te acompaña. El catálogo refleja lo que yo creo que el mundo debería ser, lo que creo que es necesario que se diga en este momento. También, surge de una necesidad de los lectores, de poner a disposición ciertas temáticas, narrativas. La cuestión de los derechos y la identidad son dos temas muy presentes”, explica.

Ante la preocupación o el miedo de que las familias se opongan a ciertos ejemplares Laura Leibiker comenta que se deben encontrar mecanismos para que eso no sea un impedimento. “Cuando algo está amparado por ley la discusión se corre un montón. Hay leyes que permiten que se aborden ciertos temas. Las escuelas no deciden las leyes. Podemos hablar de eso porque está legitimado por la ley, los textos que tienen que ver con la reivindicación de derechos van a provocar una discusión, porque qué texto interesante no provoca una. Todo lo que tenga que ver con la libertad, la libre elección, el conocimiento de la propia identidad, esos son los libros que a mí me interesa que lleguen a las escuelas”.

Cecilia Rassi, quien cuenta con una vasta experiencia docente en todos los niveles educativos, considera que la escuela debería funcionar como un espacio de libertad. Es por eso que el rol del docente es tan importante y conlleva una gran responsabilidad. “La escuela debería funcionar ofreciendo caminos, sentidos diversos. Un buen docente debería ser quien habilite esos distintos sentidos, quien introduzca al niño cuando se está formando como lector. Tiene que ser una mano que lo lleve a una zona de libertad”, expresa en diálogo con ANCCOM. Para Cecilia la literatura es muchas veces una aliada para meterse con los temas más complicados como es en este caso el tratamiento de lo ocurrido en la dictadura cívico militar.

“Tanto con los chicos como con los grandes se puede hablar de cualquier cuestión, el problema es cómo lo vas a encarar. Hay información que no hace falta darle a un nene muy chiquito. Hay que hablar sobre dictadura pero quizás hay textos que permiten abordar la cuestión sin el nivel de detalle que impide que un nene duerma, sí con un nivel que haga que ese mismo nene vuelva a la casa y pregunte qué fue lo que pasó, cuándo pasó, dónde estaba la familia”, agrega Laura Leibiker.

La directora editorial concluye que siempre se preocupó por encontrar una forma de acompañar a las abuelas. Al pensar en el momento en que firmaron el contrato por Ovillos de trazos, un libro infantil integrado por doce microrrelatos donde se entrecruzan historias en torno a la memoria y a la identidad, en diálogo con ANCCOM recuerda: “lloramos desde que llegamos hasta que salimos. Siempre me interesó mucho poner en nuestros libros cuestiones que tienen que ver con la memoria histórica, porque nos parece importante que en la escuela haya material para trabajar con la literatura sobre nuestra historia reciente”.

La Seguridad Vial como política de educación, salud y planificación pública

La Seguridad Vial como política de educación, salud y planificación pública

En el primer cuatrimestre de este año se registraron 1200 siniestros de tránsito fatales, que se llevaron la vida de 1339 personas. El riesgo de ver esta problemática solo como un error humano ante la falta de planificación y prevención.

En el primer cuatrimestre de este año se registraron 1200 siniestros de tránsito fatales, que se llevaron la vida de 1339 personas. Estos datos, provistos por el Observatorio Nacional Vial, ilustran una clara problemática: calles, avenidas y rutas pueden ser peligrosas.

Alberto Gasparín, de Luchemos por la Vida, una asociación civil que tiene como objetivo la prevención de accidentes de tránsito, sostiene que hay que concientizar al público general para evitar muertes innecesarias. Si bien la educación vial debería ser curricular en las escuelas desde el año 1986, hasta el día de hoy no existe de forma oficial en los programas. “No existe seguridad vial en los colegios, solo existen maestros o directores preocupados que nos convocan. No pretendemos que sea una materia de currícula, pero sí que aparezca la seguridad vial como algo transversal”, asegura.

Por su parte, Mariana Sena, miembro de la organización Compromiso Vial, de Rosario, dice: “No pasa por agregar más cosas a la escuela. Muchas veces los Estados generan programas y planifican, depositando más que generando. Depositan la responsabilidad a las escuelas, pero en las escuelas es un elemento, no pueden ser ellas las encargadas de que esto se lleve a la práctica.”

La falta de educación vial se ve reflejada en las actitudes de quienes circulan; no solo de los conductores, sino también de los peatones. Sin embargo, en la medida que todos forman parte de un mismo sistema, se debe encontrar una forma de convivencia que genere empatía respecto de los demás. Desde Compromiso Vial se comprende a la circulación vial como un fenómeno social, que se vincula con la salud psíquica y física. Por ello hacen uso del concepto de “violencia vial”. “Hablamos de violencia porque en la calle aparece un cuadro donde convergen diferentes actitudes agresivas”, indica Mariana Sena.

También Sena sostiene que desde la organización se hace especial mención a la perspectiva de género en el tránsito. “La mujer aparece siempre en un lugar de cuidado y el macho siempre aparece como imponente, que no se apega a las normas. No es una cuestión de cupo, sino que se debe tener sensibilidad y respeto al manejar”. La figura masculina tiene ciertas habilitaciones que le permiten actuar de forma imprudente. Por ello proponen una pespectiva feminista para la deconstrucción del sistema actual de circulación.

En lo que respecta a la seguridad vial parecería haber una ausencia del Estado. Una de las áreas más notorias en la falta de intervención es la de la seguridad infantil. Según un informe realizado por la Sociedad Argentina de Pediatría, en conjunto con la Asociación para la Disminución de Siniestros Viales (ADSV), actualmente en Argentina se venden 326 modelos de Sistemas de Retención Infantil, más conocidos como “sillitas”. De este número, hay 10 modelos que no tienen homologación alguna, es decir, no se verificó su efectividad ante un posible siniestro vial y aun así son comercializadas como si cumplieran con este propósito, sin ninguna condena o sanción por parte de los organismos pertinentes. Asimismo, el valor de mercado de estos artículos es muy elevado (pueden llegar hasta a los 125 mil pesos), lo que sugiere que el transporte seguro de los niños no implica un derecho, sino un privilegio.

De acuerdo a Axel Dell´Olio, presidente de ADSV, la seguridad vial debe entenderse como un problema de salud pública. Propone no pensar en el “error humano”, sino en la ineficiencia de la infraestructura existente. “Cada vez que no se invierte en un metro de ruta, se paga en un hospital siete veces más de lo que no se invirtió”, afirma.

Según Dell´Olio “es muy simplista decir que es un error humano. Hay un error de infraestructura, que se comparte con el error humano. Hay que hacer campañas de concientización, pero también hay que generar infraestructura, y hay que fortalecer la ley. Falta un consenso en el que se definan las acciones que se van a hacer, es un problema de salud pública, y mientras no se entienda como tal, no se va a avanzar”.

A pesar de la necesidad de un cambio estructural, constantemente se proponen medidas para evitar que los siniestros viales terminen con víctimas fatales o con traumatismos graves. Ema Cibotti, historiadora de reconocida trayectoria y miembro de la Asociación Civil Trabajar contra la Inseguridad Vial y la Violencia con Acciones Sustentables (ACTIVVAS), comenta que la iniciativa #Calles30 propone bajar la velocidad mínima de 40 kilómetros por hora a 30. Esto se debe a que muchas de las muertes de peatones se producen porque 40 todavía es una velocidad bastante alta en las ciudades. Al reducir la velocidad, entonces, se resulta en un menor número de accidentes, dado que permite al conductor tener más tiempo de visualizar la situación con más claridad y al peatón observar la aproximación del vehículo. “La velocidad 30 no es un capricho, salva vidas”, asegura Cibotti.

Si bien el escenario en Argentina impone una necesidad de planificar nuevas estrategias de seguridad vial de largo plazo y todavía queda un largo camino por recorrer respecto a nuestra forma de transitar, el constante trabajo de las organizaciones civiles apunta en la dirección indicada.

El futuro sin TACC está en manos del mercado

El futuro sin TACC está en manos del mercado

Con la sanción de la Ley de Celiaquía en 2009 se declaró de interés nacional la atención médica para la enfermedad celíaca. La norma exige que locales gastronómicos y otro tipo de instituciones oferten opciones sin TACC. Sin embargo, especialistas señalan preocupación por la inaccesibilidad de los productos sin TACC, en especial, en sectores sociales de menores ingresos.

Con la sanción de proyectos como el de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual o el de la Ley de Protección Integral a las Mujeres, el año 2009 fue un año de mucho movimiento legislativo para la Argentina. Mientras en el Congreso se obtenían aquellos logros democráticos, un grupo de ciudadanos comenzaba a impulsar la Ley de Celiaquía.

Entre los interesados en la gestión de un marco regulatorio se encontraba Rosana Feliciotti, quien había sido diagnosticada en 2006 y había conocido al resto de los impulsores a través de un grupo para celíacos. “Fuimos interactuando hasta que nos dimos cuenta que era necesario empezar a trabajar para tener una ley. Hicimos diferentes gestiones, visitamos el Ministerio de Salud y después fuimos a ver a cada uno de los diputados y senadores convenciéndolos de la necesidad de impulsarla”, cuenta Feliciotti.

Para diciembre de ese año, el proyecto fue sancionado bajo la ley 26.588, que declaró de interés nacional la atención médica, la investigación y la capacitación para la enfermedad celíaca. La concreción de la ley colocó al diagnóstico de pacientes celíacos en la agenda de las instituciones de salud, formando también al personal para conectar síntomas aislados y localizar la enfermedad. En su caso, Feliciotti había pasado toda la vida viendo el malestar que sufría su padre, quien había sido finalmente diagnosticado pocos meses antes de su fallecimiento.

De acuerdo a Virginia Vázquez, médica gastroenteróloga, una gran cantidad de personas desconoce su condición como celíaca y muchas otras llegan al diagnóstico por síntomas secundarios. “La celiaquía es una respuesta inmunológica en la cual el organismo empieza a atacar a su propio cuerpo. Se lo asocia con síntomas de indigestión y problemas estomacales, pero no todos los celíacos son igual de sintomáticos. Hay pacientes que llegan al diagnóstico por anemia, falta de vitaminas o infertilidad”, remarca. Además, señalaque muchas veces la dificultad de llevar una dieta sin gluten significa que una vez obtenido el resultado, el paciente revierte la dieta. En este sentido, resalta que las chances de contraer enfermedades como el linfoma intestinal son exponencialmente más altas en pacientes celíacos sin tratar que en el resto de la población.

En 2015, el tema regresó al Congreso. Allí se sancionó la ley 27.196, que impuso modificaciones al proyecto aprobado en 2009. Principalmente, la nueva regulación exige que locales gastronómicos y otro tipo de instituciones listadas oferten opciones sin TACC (trigo, avena, cebada y centeno) como parte de sus menúes. Para que esto se vuelva realidad, es necesario no solamente que los alimentos ofrecidos no contengan esos componentes, sino que estén cuidados de la contaminación cruzada. “En un restaurante es necesario que haya una cocina separada, con ollas especiales, una cortadora de fiambre separada, utensilios separados”, explica Vázquez.

Cecilia Agüero, una paciente celíaca que llegó al diagnóstico por alto colesterol, asegura que en la práctica la oferta es reducida: “Quizás te dicen‘tepuedo ofrecer un plato de carne con ensalada’, y uno ni siquiera sabe si está certificado”.

Desde una lente medicinal, la desinformación y falta de seriedad por parte de los vendedores radica en que las consecuencias negativas no siempre son evidentes a los ojos. “La diferencia con enfermedades como, por ejemplo, la diabetes, es que en una enfermedad como esta última la respuesta física es inmediata. El paciente puede sentirse mal y terminar en la guardia en cuestión de horas. En el caso de la celiaquía hay pacientes que tienen una reacción sintomática muy fuerte, pero hay muchos otros que no”, explica la gastroenteróloga.

Agüero muestra especial preocupación por la inaccesibilidad de los productos sin TACC, más que nada en sectores sociales de menores ingresos. “Hay poca oferta, y es mucho más cara. La gente con bajos recursos puede terminar comiendo solo arroz, papa, y no tener mucha variedad porque no puede acceder”.

Para ella, el cambio no debe solo darse en lo social: “En muchas ocasiones la dieta sin TACC es tomada como una moda más que como una enfermedad. Hay mucha oferta vegana y vegetariana, que por supuesto está bien, pero la celiaquía es una enfermedad que afecta realmente tu salud, y debería ser una prioridad”.

Feliciotti, por su parte, observa el avance a lo largo de los años y nota una diferencia significativa: “Desde el año 2006 hasta hoy, ha habido un cambio impresionante. Yo iba a una reunión y la gente no entendía por qué no podía comer algunas harinas, no había oferta. Hoy la gente sabe y hay mucho más para ofrecer”, resalta con esperanzas.

Respecto a cómo seguir evolucionando, considera que el proceso es gradual y que el futuro depende sobre todo del sector productivo. “Yo creo que hay que convencer a los empresarios del ámbito gastronómico de que los celíacos son muchos, y que ellos llevan atrás a sus familias y amigos. Se ha logrado muchísimo pero los cambios son progresivos, no podemos esperar que el mercado cambie de un día para el otro”, concluye.

El arte de la precarización

El arte de la precarización

Falta de presupuesto, ausencia de un proyecto educativo-cultural e inestabilidad laboral: el triste escenario que se vive en el conservatorio de música “Manuel de Falla” de la ciudad de Buenos Aires.

“Lo que pasa acá, sucede en todos los espacios culturales de la ciudad, en el Teatro Colón, en la Usina del Arte: reducir el personal y achicar el gasto. Después, cuando todo está destruido, pareciera que sucedió solo y listo. Nosotros estamos poniendo el cuerpo para que esto no se caiga a pedazos”, afirma Lucas Urdampilleta, docente de piano en el Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla” y en el “Astor Piazzolla”, ambos dependientes de la Dirección General de Enseñanza Artística (DGEART) del Ministerio de Cultura porteño.

“El Falla” es una institución pública y gratuita que, además de impartir clases de música, es un centro terciario de formación docente. De la DGEART también dependen la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD), el Instituto Vocacional de Arte (IVA) y el Instituto de Investigación de Etnomusicología, y todos padecen la misma situación de desidia a manos del Ejecutivo de Larreta.

«Nosotros estamos poniendo el cuerpo para que esto no se caiga a pedazos”, afirma Lucas Urdampilleta.

Pese a sus más de 100 años de historia y ser uno de los conservatorios más prestigiosos del país, el Manuel de Falla no tiene edificio propio. Antiguamente funcionaba en el Centro Cultural San Martín, pero hace 15 años fue desplazado a la sede de Gallo, en el barrio de Almagro, donde comparte espacio con el Conservatorio “Astor Piazzolla”. Cuenta con cinco anexos, de los cuales cuatro funcionan en otras tantas escuelas primarias durante el turno vespertino.

Más allá de las disputas por el espacio, las infraestructuras de las sedes no están preparadas para la enseñanza de música. La principal no dispone de salas acustizadas, sitios aptos para dictar clases, lugares de guardado de los instrumentos, ni tampoco ventilación e iluminación adecuadas, circunstancia que se repite en los anexos de las escuelas.

El abandono de la DGEART es evidente si se repara en la distribución del presupuesto. Este escenario no es nuevo, pero se agudizó tras la pandemia. Ambos conservatorios carecen de artículos de higiene básicos como jabón, lavandina o papel higiénico, o siquiera insumos administrativos.

El Manuel de Falla requiere de una amplia variedad de instrumentos de uso diario que deben ser mantenidos,sin embargo, todos se encuentran en franco deterioro. La gran mayoría de los agujeros se emparchan con reparaciones caseras, la voluntad de docentes, estudiantes, auxiliares y la cooperadora, aunque no dejan de ser soluciones paliativas.

Eduardo, auxiliar y encargado de los instrumentos, cuenta cómo entre alumnos y docentes arreglan algunos elementos haciendo lo que él llama “Frankensteins”: reparaciones caseras con materiales reutilizados, como fierros para reparar las baterías y atriles.

Del mantenimiento de los pianos se encarga un docente que, de forma gratuita y en su tiempo libre, se ocupa de pasar por las aulas para afinarlos. ¿Cuál es la cínica respuesta de la DGEART? Que esas tareas no le corresponden.

“Van erosionando la institución de a poco con la falta de recursos, insumos, malas condiciones de trabajo y estudio. Anímicamente nos destruye. Esta es una institución artística de más de un siglo, se debería respirar otro aire. Estamos constantemente lidiando con la cotidianidad”, sostiene Urdampilleta.

Docentes y alumnos reparan los instrumentos con materiales reutilizados, relata Eduardo Galván.

En cuanto a los docentes, el 85 por ciento son interinos. La última titularización fue en 2011 y desde entonces no se han modificado las categorías de quienes hoy ya tienen 11 años de antigüedad. Al no estar titularizados, se encuentran en estado de precarización laboral: un interino es echable y no puede hacer pleno uso de sus derechos.

Lautaro Soria, uno de los delegados gremiales por la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) del Manuel de Falla, considera que “la falta de titularizaciones es un problema a nivel sistema, general para todos los institutos de cultura”. “Creemos que está ligado al tema de la UniCABA –señala–. Genera suspicacia que en la última reforma del Estatuto Docente se haya titularizado el nivel medio dejando de lado el superior”.

 “Cuando los porcentajes de interinato empiezan a estar en torno al 80 o 90 por ciento, pareciera que fuera prescindible casi todo el personal docente. La conducción política del Gobierno de la Ciudad entendió que puede construir las conducciones de las escuelas que a ellos les conviene”, agrega Soria.

Mientras el Gobierno de Larreta apuesta por una formación docente propia –e inconsulta con los actores del sistema–, a la vez ha ido retirando el sustento económico a los centros existentes, en especial los de artes. A esto se suma que la DGEART ha descuidado su función educativa desde hace por lo menos 15 años, algo que en la actual gestión se ha profundizado al punto de no tener una propuesta pedagógica que ofrecer a las instituciones que de ella dependen. No hay un proyecto claro ni intenciones de desarrollarlo.

“Han dejado de intervenir pensando en el buen funcionamiento y las problemáticas de los institutos. Se cambiaron asesores pedagógicos por productores de eventos. Los recursos están, pero se destinan a montar conciertos y espectáculos, en mostrar de los institutos lo que les conviene en términos políticos dejando de lado la labor educativa”, asegura Soria.

Bajo estas condiciones, ¿cuál es el futuro del Conservatorio Manuel de Falla y el resto de las instituciones de arte de la Ciudad de Buenos Aires? Sin planificación ni recursos, están destinadas a seguir a flote sobre el umbral mínimo de subsistencia gracias al esfuerzo de quienes las habitan. Todo indica que ese es el lugar de la cultura en la agenda del Gobierno porteño.

Salud mental, crisis económica y debates legislativos

Salud mental, crisis económica y debates legislativos

Primero la pandemia y después la crisis económica impactó en la salud mental de los argentinos. Ese es el telón de fondo del debate por una nueva legislación para una patología estigmatizada.

En un país con incertidumbre económica crónica, la economía parece acaparar todo: los medios de comunicación, las redes sociales, las conversaciones cotidianas, la planificación a corto y largo plazo; nada de esto es gratis para la salud. En medio de los barquinazos que sufre la Argentina surge la pregunta acerca del impacto que tienen las crisis económicas sobre la salud mental de la población. 

Silvia Bentolila, referente de salud mental en la Provincia de Buenos Aires, médica especialista en Psiquiatría y Psicología Médica, Integrante del equipo Regional de Respuesta frente a Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana de la Salud, da una mirada sobre el abordaje de la salud mental en tiempos de crisis.

 

¿Cómo cree que afectan los cambios en la economía Argentina a la salud mental de la población?

En principio no es posible hacer una generalización porque el impacto en la población también depende de su situación socioeconómica previa. Hay una enorme cantidad de personas que ya se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad económica, de modo que lo que voy a describir es las condiciones de estrés agudo que se suman al estrés crónico. Haciendo esta salvedad, el impacto en la salud mental es enorme, generan un altísimo nivel de estrés , ansiedad, angustia, frente a la incertidumbre, pero más aún porque esta es una situación que se repite en el tiempo. En algunas personas dispara emociones ligadas a la depresión y la desesperanza, recordemos que en 2001 hubo un pico de infartos y suicidios.

¿Cómo cree que interfiere la crisis económica en el desarrollo de la vida cotidiana de las personas? 

Genera por un lado una retracción por el miedo y desesperación por no poder controlar la situación ni planificar a futuro.

El arte es salud

Hace dos semanas se realizó en el barrio porteño de Boedo un evento cultural que tuvo a la salud mental como protagonista: BA Lima es una intervención cultural en salud mental, un dispositivo móvil que busca interpelar y acercar preguntas a través de un lenguaje artístico sobre cómo se construye la salud mental en el día a día. El antepasado viernes brindaron su tercera edición en Páramo Cultural, un centro de cultura en Boedo que hace del arte un espacio de resistencia y cuestionamiento. 

En tiempos en los que la Ley de Salud Mental es cuestionada, situada en el debate público por los medios de comunicación e interpelada por casos mediáticos como el de Felipe Pettinato y  el del reconocido cantante Chano, BA Lima traduce la ley en poesía e inaugura abordajes disruptivos al concebir la salud mental una construcción, una red y un hacer con otros.  

ANCCOM estuvo presente en el evento y pudo hablar con Melina Barragan, una de las organizadoras de BA Lima y militante en La Maraña, un espacio político de trabajadores de la salud mental. “La ley es el resultado de luchas de un montón de actores del campo, organizados, que durante mucho tiempo disputaron un paradigma. Una disputa que durante la pandemia nosotros perdimos, que es la disputa entre el paradigma médico hegemónico y el paradigma de la salud comunitaria. Lo que defendemos nosotros es una estrategia de abordaje, que la salud se construye no en soledad, no en el aislamiento, que nadie se cura sole, encerrade, en un dispositivo que te aisla. Te curás como te enfermás, con otres, en la comunidad en la que estás inserte”, declaraba Melina en un esfuerzo de hacer aparecer su voz entre la música y las voces del lugar y agregaba, “Hay muchas críticas que se le hacen a la ley, yo creo que la más importante es al Estado más que a la normativa”.

El festival tuvo, junto a más artistas de su propuesta, al grupo Las Gurisas, tres mujeres musicoterapeutas quienes, desde el escenario, invitaron con su música a vivir el arte como la mejor terapia. 

Continuamos con Bentolila:

 ¿En qué medida este turbulento escenario económico impacta en la agenda política de la salud? 

En principio eso depende de las decisiones de los gestores/decisores. Debiera ser prioritaria, pero salvo en contextos de pandemia la salud no aparece como prioridad en las políticas públicas, y eso se puede ver a largo plazo. 

 ¿Existe alguna política integral que aborde la salud mental en épocas de crisis económicas? ¿O se hace de manera segmentada?

Lamentablemente no existe, a nivel global es subestimado el impacto en la salud mental, y desafortunadamente no sólo tiene consecuencias en el riesgo de desencadenar padecimientos psíquicos, sino también en la salud en general (aumento de consumos, por ejemplo, hipertensión, problemas articulares, etc). La contraparte de esto es que el impacto en la salud mental también genera efectos en la economía, porque las corridas cambiarias, por ejemplo, muchas veces están desencadenadas por ese impacto. Algo así como las profecías autocumplidoras.

 La ley 26.657, aprobada el 25 de noviembre de 2010, es una ley de vanguardia para nuestro país y supuso un cambio de paradigma en materia de salud mental.  Esta normativa busca reconvertir los “manicomios” en centros polivalentes que impulsen abordajes multidisciplinares y promover la atención en dispositivos intermedios comunitarios (casas de medio camino y de convivencia, centros y hospitales de día, talleres).

Uno de los puntos más repercutidos y controvertidos de la norma, es su capítulo VII, dedicado a regular las internaciones voluntarias e involuntarias. Las internaciones pasaron a concebirse como una herramienta terapéutica excepcional y sólo podrían realizarse cuando, a criterio del ámbito sanitario, mediare situación de riesgo para sí o para terceros. Además de que el equipo de salud debe, obligadamente, notificar a la justicia del procedimiento.

Madres que marchan

El mismo viernes que tuvo lugar el BA Lima, durante la tarde frente al Congreso de la Nación y en diversos puntos del país, madres y familiares de personas con consumos problemáticos , entre ellas Marina Charpentier, mamá de Chano, convocaron una manifestación bajo el lema #lamadremarcha para reclamar y presentar un petitorio con el objetivo de modificar la Ley de Salud Mental y pedir por la creación de una normativa específica sobre consumos y políticas de prevención. 

Lo que demandan es, entre otras cosas, más autonomía a la hora de decidir por las internaciones. Al respecto, la productora de BA Lima opinaba:  “Una familia que se encuentra con una persona que tiene un padecimiento severo, necesita una respuesta rápida y ni que hablar si llegar a fin de mes no es fácil. En el caso de Chano, el problema es de abordaje. Lo que dice su mamá tiene muchísimo sentido, si una persona tiene una situación aguda y la respuesta es la fuerza de seguridad, no va a terminar bien, no porque las fuerzas sean un problema, si no porque no tienen ningún tipo de formación al respecto sobre el abordaje de estas situaciones”, dijo refiriéndose al acontecimiento que sufrió el cantante el año pasado tras perder un riñón y el bazo por una bala policial durante una crisis psiquiátrica.

Para Silvia Bentolila “es gravísimo cómo impacta el desfinanciamiento de las políticas públicas en las mujeres, que son quienes, en la mayoría de los casos, sostienen los hogares”. Para la especialista, “a nivel mundial, los hogares más pobres son familias monoparentales con mujeres a cargo del hogar, eso genera un impacto en el largo plazo, porque afecta directamente el desarrollo de las infancias y adolescencias. Quizás la Ley de los 1000 días, por ejemplo, sea una buena iniciativa para paliar esos efectos”.

“La salud mental siempre es colectiva”

“Es necesario pensar en un poder judicial que pueda dar una respuesta más dinámica, -dice Barragan- más rápida y efectiva. Que no le tenga miedo a formarse, a conocer en profundidad las cuestiones de salud mental y a dar abordajes acordes a la problemática de la persona. Está bueno que el Estado esté ahí cuando justamente lo que vamos a hacer es restringir unos de los derechos centrales de cualquier ser humano que es el derecho a la libertad”, refería la militante de la salud mental. 

Según lo que contempla esta normativa, un equipo de salud privado no podría determinar que una persona esté internada contra su voluntad y esto, en algunas circunstancias, es bastante resistido. “Para privar ilegítimamente de la libertad a una persona, ¿verdaderamente creemos que no hay que darle intervención a un poder del Estado? ¿De verdad este es el cuestionamiento que le hacemos a la ley?”  se pregunta Melina Barragan hasta el cansancio. 

“En Argentina hay más de dos mil personas internadas por motivos de salud mental y un gran porcentaje de ellas hace más de cinco años que están internadas por esas razones. Algo no está bien cuando una persona está más de cinco años internada por motivos de salud mental y eso se omite” declaraba la profesional de la salud a ANCCOM

Hace más de dos años que en la Argentina y gran parte del mundo, la salud es un tema que fue tomando protagonismo. Producto de la pandemia, la muerte se volvió una amenaza constante y eso produjo un descuido importante sobre la vida. Descuido que se dejó ver, muchas veces, en el olvido de la salud mental. “Para nosotros era terrible que aislarse curara, para quienes militamos la salud mental, sabemos que quedarse sole nunca cura, todo lo contrario, es el otre el que te permite ese ida y vuelta que te construye salud. El otre era un riesgo y que el otre sea un riesgo es un retroceso enorme. Considero que hay una pequeña batalla perdida y que no nos queda otra que reconstruir y pelear para volver a dar esas discusiones”, reflexionaba Melina sobre la pandemia dejando ver que se basó en un modelo médico hegemónico centrado en la persona y en la enfermedad, “la salud mental siempre es colectiva”, concluyó. 

BA Lima nació en la resistencia y la defensa de un paradigma, de una forma de pensar la salud mental. Para ellos, la salud se ejerce, se practica, es comunitaria y se construye en el encuentro con otros. Por medio del arte, proponen otros abordajes que se oponen a los que, reiteradas veces construyen los medios de comunicación, basados en la estigmatización y banalización de las cuestiones mentales.  Para Melina, el tratamiento que hacen los medios respecto a la salud mental es “desapegado y oportunista, porque construyen a partir de excepciones y los casos agudos no son la mayoría” y añade:, “Lamentablemente a veces se refuerza una idea binaria de normales y anormales que es una ficción, pero que resultan ser necesarias para ciertos sectores y para ciertas lógicas de poder”. 

 

Bandas protagonizadas por musicoterapeutas, lecturas de ensayos y poesías en vivo, ilustraciones y comics se unieron en un mismo espacio y con un propósito, luchar por la plena implementación de la Ley de Salud Mental, empoderar a la población en materia de derechos y cuestionar acerca de nuestro bienestar y salud mental. BA Lima enseña que la salud mental no es únicamente asunto de psiquiatras y manicomios, muy por el contrario se construye en la cotidianeidad, en las pequeñas cosas, en la ciudad y sobre todo en comunidad. 

«Todavía hay algo para hacer»

«Todavía hay algo para hacer»

Este lunes se cumplen 28 años del atentado terrorista a la AMIA. Como todos los 18 de julio a las 9:53 se realizará el acto central en Pasteur 633 luego de dos años de virtualidad. ¿Cómo se transmite la memoria a la nuevas generaciones? ¿Cómo se lucha contra la impunidad?

El 18 de julio de 1994 a las 9:53 de la mañana Janet Ponce se encontraba, como todos los días, trabajando en la sastrería que fundó su padre sobre la calle Pasteur. No estaba preparada para lo que pasó. 

“La voladura de la AMIA fue un antes y un después. Cambió la cabeza de la gente, su forma de vivir, sus miedos, economía e integridad física. Se perdieron amigos, conocidos, vecinos”, comenta en diálogo con ANCCOM. “Cada año el barrio se revoluciona un poco en esta época, es revivir ese sentimiento de ver gente llena de sangre corriendo, llorando, gritando, los vidrios rotos, el polvillo. La memoria no se borra, queda adentro de tu cuerpo. Pasa el tiempo y la memoria sigue intacta”.

Janet nunca se fue del barrio de Once, allí formó su familia y su trabajo de toda la vida. Hoy continúa atendiendo en el local de Pasteur, a una cuadra del nuevo edificio de la AMIA. En su cuadra y en las siguientes ahora hay árboles. Cada uno con una placa que representa a cada una de las 85 víctimas del atentado y un código QR que, al escanearlo, permite conocer la historia de la persona fallecida.

El próximo lunes se cumplen 28 años del atentado terrorista a la AMIA que conmocionó a la sociedad entera. Como todos los 18 de julio a las 9:53 se realizará el acto central en Pasteur 633 bajo la consigna “Volvemos a Pasteur” luego de dos años de virtualidad por la pandemia.

Diana Malamud perdió a su esposo Andrés en el ataque. Casi tres décadas después, continúa luchando por verdad y justicia junto a las familias de las víctimas, agrupadas en la asociación civil Memoria Activa. “No es sencillo mantener la memoria, creo que es importante poder contar la historia. El atentado de la AMIA es un caso muy diferente a muchos otros porque sigue impune. Hay que seguir reclamando. Es una lucha constante porque saber y pedir justicia es lo que evita la repetición”. 

 Hay muchas formas de mantener viva la memoria. Una de las estrategias elegidas por la AMIA es hacerlo a través del arte. Desde el atentado se han desarrollado más de 500 acciones de recordación, entre ellas, canciones, intervenciones en la vía pública, exhibiciones, videos. Elio Kapszuk, director del Departamento de Arte y Producción de la AMIA, explica que durante los primeros años luego del atentado, aquellas estaban destinadas a las personas que si bien tenían memoria vivencial necesitaban un estímulo para traerla al presente. Con el nacimiento de nuevas generaciones, surgió el interrogante de cómo se podía hacer para que recordaran sin recuerdos: “Así surge la creación de la memoria colectiva, donde uno va y toma el testimonio de otro como propio. Una memoria que no se basa en la experiencia individual, en acordarse del atentado, sino que a partir de las múltiples posibilidades de testimonio de víctimas sobrevivientes o de material audiovisual se construye la memoria colectiva a la cual uno se dirige para recordar algo que no vivió. Por eso es fundamental la transmisión de una generación a otra, es necesario ese entrecruzamiento”, expresa.

Por el aniversario número 28 se llevaron a cabo diversos proyectos. Uno de ellos es la canción “No tiene olvido el amor”, escrita por Víctor Heredia. Se reunió a 23 familias de reconocidos artistas argentinos para rendir homenaje a las víctimas. “Le pedimos a Víctor que escribiera una canción que hable justamente de la transmisión de generación en generación. De la misma manera que los artistas han sabido transmitirle a sus hijos e hijas el amor por la música y hoy por ello son también músicos o cantantes, les pedimos que nos ayuden para transmitir de una generación a otra la memoria. ‘No tiene olvido el amor’ está cantada por dos generaciones: una que tiene memoria vivencial y otra que toma la consigna”. Para la AMIA es fundamental llegar a los jóvenes mediante sus referentes, poder brindarles la mayor información sobre aquello que sucedió con el objetivo de que no se olvide. No solo por el recuerdo sino por la necesidad de justicia.

Otra acción de recordación que se llevó a cabo este año fue «Mi memoria no se vende», una muestra en la vía pública del artista Nandon (Fernando Salimbene).  “Hicimos una campaña con él, un trabajo conjunto donde se colocaron 85 carteles con los nombres de cada una de las víctimas y ‘de mi memoria no se vende’. Interpela a la sociedad en general pero está diseñado por un artista que pertenece a una generación que no tiene memoria vivencial. La obra es inmersiva para todos los que atraviesan la calle, para que cualquier persona pueda tener la información de que acá pasó algo. Está realizada por un artista que trabaja con una estética y con un accionar vinculado a su generación”, agrega Kapszuk.

Por último, se halla “85 ausencias”: una página web con acceso a 85 pancartas con los nombres de las víctimas que explican quién fue cada una, con un video de la familia contando su historia. 

Para el 2023 se espera la inauguración de la Plaza de la Memoria ubicada sobre la costa del Río de la Plata, entre Ciudad Universitaria y el Parque de la Memoria ya que allí se encontraban depositados los escombros de la AMIA. “Queremos que sea un lugar de encuentro, de diálogo, de introspección. Entendemos que la mejor forma de luchar contra la discriminación, la xenofobia, cualquier tipo de odio, es el encuentro. En ese lugar se podrán formar las nuevas generaciones que son quienes están en Ciudad Universitaria. Hoy se trabaja para que los espacios de memoria puedan ser incorporados al uso para resignificarse. La diferencia entre la memoria y el olvido es que el olvido es automático y la memoria es un trabajo, una decisión. La memoria necesita de las efemérides, de los monumentos, de las recordaciones y de todos los artificios posibles para tener oportunidad en la lucha contra el trabajo corrosivo del olvido”, concluye Kapszuk.

Para Diana Malamud, volver a encontrarse pese al dolor un año más en Pasteur es reconfortante. Es un espacio que siente parte de sí misma, regresar después de dos años es una necesidad. “Me parece muy importante que no decaiga este pedido de justicia. Todavía hay algo para hacer, uno no debe quedarse callado”.