Por Ignacio Sala
Fotografía: Muriel Schtivelband

Concentración de la comunidad educativa frente a la Legislatura contra la Unicaba.

La Legislatura porteña fue escenario, una vez más, de una triste noticia. Este jueves 22 de noviembre se aprobó la UniCABA y la reforma del sistema de formación docente porteño propuesta por Vamos Juntos, la alianza integrada por las fuerzas de Horacio Rodríguez Larreta (PRO) y Elisa Carrió (Coalición Cívica). Durante la jornada, dentro de la Legislatura, solo pudo verse a diputados atrincherados. Afuera, una multitud de alumnos, docentes, no docentes y autoridades de los profesorados en vigilia, desde el martes, acompañados desde cerca por centenares de policías que ostentaban cachiporras y escopetas, ansiosos por responder ante el mínimo gesto.

En un ambiente tenso, los diputados tuvieron que entrar a escondidas y custodiados a las 5 de la mañana del jueves para evitar que sean interceptados y la sesión (o lo que fue lo mismo, la aprobación) no se viera obstaculizada.

A las 11 puntual comenzó la lluvia y con ella, la sesión. Afuera, la muchedumbre clamaba que la educación “se defiende y no se vende”. Los manifestantes, una vez más, ponían el cuerpo como límite al ajuste.

Quince para las doce, gases lacrimógenos en el éter, chorros de gas pimienta diluviando y cachiporras golpeando a todos: profesores y alumnos que fueron a reclamar y cantar pacíficamente contra el ajuste, les llegó todo el rigor de la bronca policial en la puerta de Legislatura, e incluso trabajadores de prensa que estaban realizando su trabajo. Los camiones hidrantes se abrieron paso, al tiempo que apuntaban desafiantes al gentío.

Pero ni siquiera los gases pudieron callar el clamor popular. Hubo cantos para Maximiliano Ferraro, legislador porteño por el PRO; la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Y para la policía también: “Qué feo ser policía, qué feo ser un botón; orgullo de ser un docente luchando por la educación”.

Gases lacrimógenos, gas pimienta y cachiporras contra la comunidad educativa que reclamaba pacíficamente contra el ajuste.

Durante poco más de cuatro horas, y bajo total discreción, disertaron diecinueve diputados de distintos partidos políticos (en su mayoría opositores al gobierno y a su proyecto). Afuera, los tambores y redoblantes al ritmo de la tenacidad de los presentes, que eran cada vez más. Iban por la utopía de frenar el proyecto.

A las 16 culminó la sesión y, con ella, esa utopía que llevaba casi un año. Treinta y cuatro votos a favor (todos del oficialismo), veintiséis en contra.  Por mayoría simple se aprobó la creación de la UniCABA, que tiene legalidad pero dudosa legitimidad. Pero la pregunta que quedó flotando en el aire fue: ¿Vamos Juntos o vamos solos?

¿Qué se votó?

La historia del proyecto aprobado tiene su inicio en el viernes 1 de diciembre de 2017. Ese día ingresó a Legislatura una propuesta para “mejorar” – según el oficialismo- la educación porteña. El proyecto proponía crear una universidad para la formación docente (UniCABA), lo cual implicaba el cierre de los 29 centros existentes (profesorados, institutos de formación docente, entre otras instituciones). Estos últimos se enteraban de su sentencia de muerte no por una resolución o por alguna carta desde el gobierno, sino mediante los medios de comunicación.

El proyecto proponía crear una universidad para la formación docente (UniCABA), lo cual implicaba el cierre de 29 centros existentes.

Desde entonces, decenas de docentes porteños  se dirigieron, incansables, cada martes y cada jueves hacia el recinto legislativo (e incluso han llegado a acampar) para pedir un canal de diálogo tanto con Soledad Acuña, ministra de Educación, como con Maximiliano Ferraro, presidente de la Comisión de Educación de la Legislatura. A pesar de ello, la postura del oficialismo (propulsor de UniCABA) permaneció inflexible hasta septiembre de 2018.

“El primer proyecto fue hecho, bajado tal cual, por el Poder Ejecutivo. Nosotros, incluso perteneciendo al mismo espacio político, entendimos que no se podía concebir de esa manera. ¿Qué propusimos desde la Comisión de Educación? Rever el cierre de los profesorados aunque se cree UniCABA. Esta última estuvo siempre en segundo plano, porque el objetivo es mejorar la educación”, confiesan Diego Falcón y Soledad Palacios, asesores en la Comisión de Educación y redactores del segundo proyecto de ley (el cual se aprobó), en diálogo con ANCCOM.

“Por un lado, el plazo estipulado para el egreso de un profesor en los actuales terciarios es de cuatro años, mientras que en la práctica vemos plazos de entre ocho y diez años. Por otro, dentro de la problemática de los profesorados, hay otros tres asuntos: primero, profesorados con más profesores que alumnos; luego, cinco centros que concentran la mitad de la matrícula (o sea, hay veinticuatro en los que algo malo está pasando); tercero, superpoblación en las disciplinas sociales (historia, geografía, educación en todos los niveles) y casi no quedan profesores en las ciencias duras (matemática, física o química), cuando son el futuro. Más del 70% del PBI de la ciudad viene del rubro servicios y no formamos profesionales para eso”, describen los asesores e introducen el tema de la evaluación. “Por último, proponemos evaluar a los docentes y se rehúsan. Si vos hacés bien tu trabajo, ¿por qué te molestaría? Nos llaman conservadores, pero son ellos los conservadores”, culminan Falcón y Palacios.

El segundo proyecto de ley, presentado en septiembre de este año, tuvo, a grandes rasgos, dos cambios, (aunque poco significativos): plantea la coexistencia entre los profesorados y la nueva universidad y ya no se llamaría UniCABA, abocada a la formación docente, sino Universidad de la CABA, (con una mayor oferta disciplinar, aunque los docentes desconocen aún de qué se trata). Uno de los puntos más criticados del proyecto fue la no especificación de la procedencia de los fondos destinados a la creación de una nueva institución. En tal sentido, “se pedirá una extensión en el presupuesto destinado a educación”, comentan desde la Comisión de Educación.

¿Un aumento en medio de un contexto de ajuste? ¿Un aumento en el presupuesto para educación cuando se niegan viandas y becas, y los institutos y colegios no tienen vacantes disponibles?

Uno de los puntos más criticados del proyecto fue la no especificación de la procedencia de los fondos destinados a la creación de ésta nueva institución.

Lo cierto es que lo más preocupante, (para los profesorados) es la voluntad de examinar a los docentes. Se propone que el Poder Ejecutivo cree una comisión evaluadora que dependa del Ministerio de Educación, pero es el mismo Poder Ejecutivo quien propone UniCABA (es decir, la competencia). También es el Ejecutivo el encargado de poner, a dedo, el rectorado de UniCABA. Es decir, desaparece el principio de autonomía universitaria, tan cara a la historia de los altos estudios en la Argentina.

Con respecto al terreno de la evaluación, hace dos años  los 29 profesorados acordaron una reforma (sobre planes de estudios, contenidos curriculares y métodos de enseñanza) para mejorar la situación de la formación docente y, por ende, de la educación en general. ¿Por qué el gobierno porteño cambió drásticamente de opinión? ¿O es que se quiere intervenir sobre uno de los sectores que más se opuso al ajuste?

Juan Pablo Sabino, profesor en el Joaquín V. González, (el mayor profesorado del país en orientaciones disponibles y matrícula total), dice al respecto: “Es cierto que hay problemas en el área de Matemática, por ejemplo. Hubo un cambio en la enseñanza de matemáticas (y de ciencias exactas) a nivel global y aquí todavía se está discutiendo la cuestión. Pero es un problema que ya fue planteado en 2008 y recién se avispa hoy Larreta, diez años después, cuando tienen todo el poder”. Luego devela: “Quieren menos discusión de la sociedad (áreas Humanísticas y Sociales) y más repetición -muchas veces sin compresión- de contenidos duros (Ciencias Exactas). Se busca competencia y eficiencia, dos aspectos buenos para el mercado”. También describe la preocupación en cuanto a la coexistencia de estos sistemas: “Antes querían crear UniCABA con todos adentro, pero ahora hay coexistencia, pero con evaluación que realizan ellos”.

Hace dos años los 29 profesorados acordaron una reforma para mejorar la formación docente, pero el gobierno porteño cambió drásticamente de opinión.

Este proyecto se encuadra en un proceso de gentrificación para redirigir el capital económico y simbólico hacia los más pudientes (es decir, marcar aún más la desigualdad). Pero la educación es vital, porque allí regulan la circulación de los saberes. Por eso buscan reformar la formación docente, el paso más importante para cambiar la educación”. Por último describe el rol que el oficialismo planea para los educadores: “Buscan un modelo de educación eficiente, a bajo costo y poca inversión. Buscan, con la excusa de los postítulos y convenios (que los terciarios no pueden ofrecer), vender una cartera de contenidos hacia todo el país, un nuevo modelo de educación virtual y de inserción temprana al mercado laboral”.

Los oídos del oficialismo porteño permanecieron sordos en todo momento. Tal fue la impunidad y la omisión ante el reclamo, que la última comisión de debate e intercambio discursivo entre rectores, profesores y alumnos de los profesorados y los dirigentes de Vamos Juntos (llevada a cabo el 16 de noviembre) comenzó y culminó convulsionada. Legislatura vallada, policías armados en las afueras, agentes de seguridad prepotentes dentro del recinto y el presidente de la Comisión teniendo que firmar el despacho de ley en otro lugar debido al efusivo reclamo dentro de las instalaciones. Fue solo un adelanto del escenario planteado para el día de la votación.