La Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia también es víctima del ajuste

La Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia también es víctima del ajuste

ATE, CTA y la Junta Interna de la exSecretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia denunciaron la degradación del organismo, el despido de decenas de trabajadores y el caos administrativo por la falta de designación de autoridades. Convocan a una radio abierta para mañana, jueves 15, frente a la actual Subsecretaría.

Los trabajadores de la ex Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) denuncian la degradación del organismo a subsecretaría, el despido de decenas de trabajadores y un “caos administrativo” relacionado con la no designación de autoridades.

En el texto del comunicado en el que difundieron la denuncia, firmado por ATE, la CTA y la junta interna de la SENAF, se advierte que fueron despedidas 61 personas contratadas durante el 2023 “para cubrir bajas en áreas críticas”. Además, se señala que aún podría haber más rescisiones de contratos.

En diálogo con ANCCOM, Adolfo Dardik, secretario general de la junta interna de la Subsecretaría, explicó que “los despidos llevaron a que sobrecarguen a las cuidadoras y a los enfermeros de los hogares para adultos mayores”. En este sentido, lamentó: “si le sumás la quita de horas extras, se hace casi imposible mantener los estándares de calidad de asistencia que veníamos presentando. Todo esto implica un latente achicamiento de todas las plantas, un desfinanciamiento por parte del Estado nacional y una caída de toda la intervención territorial desde las políticas públicas. Los afectados son sectores de la sociedad muy golpeados y marginados, lo que perjudica la relación sociedad y Estado.”

Los dirigentes sostienen que los trabajadores deben hacer frente a una explotación laboral extrema con la incertidumbre de quedarse en la calle, en un contexto donde la inflación y la pobreza crecen a niveles estratosféricos.

A esto se le añade el hecho de que muchas veces son ellos mismos quienes tienen que comprar los recursos que debería brindar el Estado. “Esta semana nos avisaron que en uno de los hogares de adultos mayores ya se quedaron sin pañales y el proveedor no lo repone por falta de pago; en un centro de desarrollo infantil tienen comida por tres días más. Es alarmante. Lo solucionamos con aportes solidarios que venimos haciendo, con donaciones y cooperadoras. Son parches que no deberían existir”, declaró Dardik.

Por otro lado, desde ATE también indicaron que el gobierno nunca asignó funcionarios para el área, por lo que hay un “caos administrativo” que tiene como resultado “la falta de aplicación de políticas para el trabajo cotidiano”. 

En este sentido, el secretario de la junta interna aclaró que no hay ningún canal de comunicación con las autoridades de la Subsecretaría dependiente del Ministerio de Capital Humano: “Lo único que tenemos son algunas cosas que ha dicho la ministra, con quien tenemos abismales diferencias desde lo ideológico, desde lo metodológico y también desde la disputa del sentido. Ella habla de beneficencia y caridad, nosotros hablamos de justicia social”. 

Se trata de una situación que tiene de rehenes a miles de personas: “Estamos hablando de más de 1.200 pibas que son víctimas de violencia de género; de más de 11 mil capacitadores que se fueron formando a lo largo de los años como cuidadores de adultos mayores; contamos con más de 10 centros recreativos a lo largo de todo el país, en los cuales el año pasado pasaron más de 150 mil chicos con diversas actividades culturales, artísticas, recreativas; tenemos la línea 102 enfocada en los derechos de niños, niñas y adolescentes que el año pasado recibió más de 35 mil llamadas. Tenemos un peso descomunal en todo el territorio, con apenas 2.436 trabajadores y trabajadores”, precisó Dardik. 

Desde ATE solicitaron una reunión con las autoridades del Ministerio de Capital Humano para plantear las diversas problemáticas que están atravesando, pero no tuvieron respuesta. Por ese motivo, convocaron a una radio abierta para el jueves 15 en la Subsecretaría, ubicada en Perón 524. Allí se elaborará un documento que será enviado a la Comisión de Familia, Juventud y Adolescencia de la Cámara de Diputados. 

“Queremos que los legisladores expresen qué piensan con respecto a las políticas de desfinanciamiento, porque lo que quiere el gobierno es desguazar el Estado para regalarle negocios a sus amigos”, concluyó el gremialista. 

El Gobierno porteño redujo los corsos porque le molesta que las murgas corten las calles

El Gobierno porteño redujo los corsos porque le molesta que las murgas corten las calles

La obsesión del Gobierno porque no se obstruya el tránsito hizo que se recortaran este año casi una decena de corsos. Mientras que bares y restaurantes pueden utilizar la vía pública para hacer negocios, la fiesta popular más antigua suma barreras y dificultades.

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aplicó una reducción de casi diez corsos en el circuito oficial porteño. Mientras que en 2023 fueron 24 los puntos donde las murgas brindaban sus presentaciones, este año son solo 15. Inclusive en los canales de comunicación del GCBA solo se habían anunciado 8, pero dicho número se logró elevar luego de algunas negociaciones.

Febrero es el mes del carnaval en toda Argentina y la Ciudad de Buenos Aires no es la excepción. Durante los meses previos, suelen escucharse ensayar a las mugas en plazas y parques de los distintos barrios. Además, en ese periodo arreglan y producen los trajes y estandartes que utilizan en cada presentación.

La teoría del carnaval elaborada por el crítico literario Mijail Bajtin sostiene que en esa celebración el mundo se da vuelta y los estratos sociales bajos pueden ejercer cierta autoridad sobre las clases altas o autoridades. En los carnavales se inventa un lenguaje vulgar, obsceno y lúdico; la risa y el humor invaden las calles, la ciudad se convierte en un gran teatro.

Este tipo de características también pueden registrarse en el carnaval porteño, y a esto habría que sumarle las influencias de la diáspora africana, algunas costumbres europeas y cierta idiosincrasia autóctona que se amalgaman en el sonido de los bombos, redoblantes y silbatos.

ANCCOM intentó comunicarse con el Ministerio de Cultura de la Ciudad, pero desde ese organismo no brindaron respuesta.

ANCCOM intentó comunicarse con el Ministerio de Cultura de la Ciudad, pero desde ese organismo no brindaron respuesta. Algunos de sus empleados deslizaron tener miedo a perder sus puestos de trabajo, especialmente en este contexto. Desde las redes sociales oficiales se comunicó lo siguiente: “Los carnavales son una fiesta tradicional querida por muchos porteños y creemos que se pueden hacer de manera organizada y respetuosa con todos los vecinos de la Ciudad. Por eso vamos a reducir la cantidad que se realizaba y a mover muchos de los puntos de encuentro a lugares que no provoquen cortes de calles ni inconvenientes para los que no quieren participar de estas celebraciones.”

El comunicado remarcaba: “Es fundamental mantener la buena convivencia entre todos los porteños y como en los últimos años el exceso de calles cortadas que alteraron el orden en el espacio público generó problemas para muchos vecinos, los estamos reorganizando para este año. Esto no significa limitar la diversión, por el contrario, buscamos crear un ambiente para que las personas que quieran festejar puedan hacerlo reduciendo el nivel de molestias a los demás.”

Anabel Cichero tiene 26 años, es politóloga y forma parte del Centro de Murga La Gloriosa de Boedo. Ella explica cómo inciden estos recortes en las murgas en general: “Esto nos afecta porque nos reduce la cantidad de noches que sale cada murga. Hay ocho noches en febrero más los dos feriados de carnaval, si el Gobierno de la Ciudad baja menos guita para la financiación de cada uno de los corsos, las murgas que participan o que organizan estos corsos se quedan sin poder realizarlos a menos de que tengan los recursos. Se reducen los espacios donde tocar, hay más de cien murgas y no podemos salir todas juntas porque la noche se hace interminable”.

Anabel también explica que mediante un jurado las murgas adquieren distintas categorías (A, B, C y pre carnaval): las de la primera categoría adquieren más corsos donde tocar y las demás poco a poco van quedando relegadas.

 Por último, Anabel profundiza acerca de la organización y sus contradicciones: “La perspectiva a veces se hereda de generación en generación, y con dictadura, neoliberalismo y  crisis mediante esa incomodidad que generan las murgas va mutando. Antes quizás el argumento era que la ciudad se llena de negros bailando y copando las calles, hoy quizás el argumento es que el ruido les molesta a los vecinos, las calles se llenan de mugre y cortan el tránsito. Pero ojo al piojo, porque por ejemplo desde San Juan hasta Independencia, durante el año pasado y el anterior el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta cortaba toda esa calle para hacer una pasarela de restaurantes y bares, sábado y domingo durante todo el día, todos los fines de semana. Entonces es un poco cómico cómo la gente que apoya esta medida de Macri no se quejaba de esas pasarelas”.

Fabián Guerra, de 42, años pertenece a la  agrupación murguera Legendarios de la Esquina de Villa Pueyrredón, que tiene 10 años de vida y clasificó en 2020 a lo que sería el circuito  después de cuatro intentos en los que quedaron en precarnaval. “Es una medida que mata a muchas murgas, yo más o menos sabía cómo venía el tema porque tengo a mi mamá viviendo en Vicente López. Allá Macri mató a muchas murgas y armó un corsódromo donde tenerlas más controladas”, dice. “Ellos plantean que somos un corte de calle, y esto no es un corte, es una fiesta popular de la gente, hay muchos que no tienen para irse de vacaciones y es uno de los entretenimientos que le quedan para el verano”, remarca.

Cabe destacar que algunas murgas se manejan por fuera del circuito y los cronogramas oficiales: son las denominadas independientes. Cachengue y Sudor es una murga que realiza su corso en la Plaza 24 de Septiembre, ubicada en el límite entre los barrios de Villa Crespo, Caballito y La Paternal.

Desde su denominada “Comisión de Agite y Propaganda de Cachengue y Sudor” , brindaron para ANCCOM el siguiente testimonio: ” Siempre hubo trabas de parte de la Comisión de Carnaval a las murgas independientes para organizar corsos, hubo momentos donde se pudo destrabar, pero un par de años antes de la pandemia esas trabas se agudizaron a tal punto de negarnos el permiso porque habían sacado una resolución donde decía que la comisión ya no daba más permisos de corte para corsos y murgas que estén por fuera del circuito (año 2019).”

Los corsos que perduran

Los quince corsos que finalmente funcionan son los siguientes: Boedo 1 (Avdenida Boedo y  Avenida Independencia), Colegiales (Polideportivo Colegiales), Flores/Caballito (Seguí entre Neuquén y Gaona), Lugano 1 ( Avenida Fernández de la Cruz entre Lisandro Torres y Cañada de Gómez), Lugano 3 (Plaza Unidad Nacional), Mataderos ( Avenida Alberdi entre Escalada y Araujo), Palermo 2( Plaza Unidad Latinoamericana), Parque Saavedra ( Avenida García del Rio entre Freire y Zapiola), Pompeya (Avenida La Plata entre Federico De la Cruz y Caseros), San Cristóbal (Plaza Martin Fierro), San Telmo ( Anfiteatro Parque Lezama), Villa Crespo (Scalabrini Ortiz entre Avenida Corrientes y Velazco), Villa Devoto ( Plaza Richieri), Villa Pueyrredón ( Avenida Mosconi entre Bolivia y Terrada) y Villa Urquiza ( Avenida Triunvirato entre Monroe y Olazábal).

Los rebusques de los clubes de barrio

Los rebusques de los clubes de barrio

Golpeados por la crisis y el ajustazo, los clubes de barrio buscan estrategias de supervivencia. Desde bodegones, hasta el alquiler de salones para fiestas, bautismos, incluso para actividades escolares. El objetivo es sobrevivir y mantener su esencia barrial.

Club Devoto Oeste. 

En una esquina de Palermo hay un club que hace la mejor milanesa de Buenos Aires. Sobre Uriarte y Honduras, el bodegón del Club Eros es una rareza de platos abundantes, tradicionales y baratos en un barrio repleto de turistas y opciones gourmet. Un espacio con 20 mesas sin manteles recibe a familias enteras, y los chicos hambrientos después de jugar al fútbol en la canchita del club se tiran sobre las paneras y la Coca Cola fría. Porque Eros antes que un bodegón es un club social y deportivo, que tiene canchas de fútbol, vóley y clases de tango. Y que, como muchos clubes de barrio en la actualidad, tuvo que ingeniárselas y encontrar la manera de mantenerse en pie. Sobre todo, cuando los aportes de los socios y la ayuda estatal no alcanzan.

Para el Club Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield (GEVS) en Floresta la situación es similar. El buffet devenido en bodegón representa cerca del 50% de los ingresos y es su principal fuente de recaudación. Desde que fue concesionado en 2016, se modernizó y duplicó la capacidad del salón principal. Sus platos abundantes, el bullicio de los comensales, los chicos del delivery que no dejan de entrar y salir, los mozos que van y vienen en un sin fin de idas y vueltas caracterizan a esta ya reconocida cantina.

Cuando los bolsillos de los vecinos están flacos por la inflación y los bajos sueldos, lo que se destina a esparcimiento y deportes disminuye. Los clubes de barrio tienen esto muy en cuenta y desarrollan estrategias para seguir brindando sus servicios, sin tener que excederse en el precio de las cuotas, lo que dejaría a muchos socios puertas afuera. Además del recurso de los bodegones, se suma el alquiler de los salones para cumpleaños, bautismos, aniversarios y bailes. También está el ingenio de hacer que estas estrategias se alimenten una a la otra para generar más rendimiento a futuro. A partir de la concesión del bodegón pudimos invertir en refaccionar el salón para poder alquilarlo y generar otra fuente de ingresos, de este modo multiplicamos la recaudación”, contó Fernando Penno, presidente de GEVS.

El club de Floresta, además, alquila sus espacios para que las escuelas realicen actividades de educación física. Penno comentó que “las escuelas utilizan los espacios cubiertos y las canchas. A cambio recibimos un dinero, que es muy escaso, pero lo más importante es hacer una obra social”.

La misma estrategia utiliza el Club Devoto Oeste, que también se preocupa por no dejar a nadie afuera. Nélida Adamenas, presidenta del club, explicó: Nosotros subsistimos por los socios y vecinos. Somos un espacio que fomenta la inclusión, si alguno no puede pagar la cuota lo entendemos porque conocemos el contexto. De todas formas, el dinero no alcanza para mejorar la infraestructura, tenemos lo que podemos y lo mantenemos con mucho esfuerzo”.

Por su parte Carlos Ortiz, vicepresidente del club, expresó: La cuota de socio, al ser una sociedad de fomento, sólo se destina al mantenimiento del establecimiento. Para continuar este proyecto, comenzamos hace algunos años a alquilar los salones que tenemos para celebraciones. Esto nos ayuda a seguir en pie». El club estima que los alquileres son casi el 40% de los ingresos, más que nada en verano cuando se dan más eventos.

Según Ortiz, también es fundamental una buena administración de los ingresos durante todo el año, ya que la temporada alta” de los clubes es en verano y en invierno se resiente la recaudación. Un balance bien regulado los ayuda a subsistir durante todo el año.

Una historia similar tiene el Club Varela Junior, que alquila su salón para fiestas y eventos, tanto diurnos como nocturnos. Según Viviana Sánchez, empleada administrativa, al ser un lugar pequeño no se pueden realizar grandes celebraciones, pero aun así logran alquilarlo: Incluso algunos profesores solicitan el salón para dar sus cursos, eso también nos sirve para financiar el club. Es fundamental para nosotros alquilar el salón para subsistir. Además, todos los años realizan un evento para recaudar fondos, que ayudan a mantener la infraestructura.

Para financiar el día a día también tenemos natación, tenis, cancha de fútbol y pádel que se cobra aparte de la cuota social, explicó Sánchez. En los últimos años, la institución renovó los vestuarios gracias al subsidio estatal que ofrecía el gobierno nacional para los clubes de barrio, hasta 2023. Según la trabajadora: Es un trámite muy burocrático. A veces te aceptan la solicitud y te dan la ayuda, en otras oportunidades eso no sucede. La verdad son más las veces que te dicen que no, que las que te dicen que sí”.

En el partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires, hay un club que encontró otra manera de financiarse: Unión Fútbol Club ofrece publicidad en sus uniformes y en su cuenta de Instagram. Se trata de algunos sponsorsbarriales, que ayudan a mantener las actividades en pie. Al respecto Analía Picelis, entrenadora del equipo femenino de fútbol, expresó: Las chicas son las que consiguen los anunciantes, conocen algún negocio cerca del club y nosotros les damos la posibilidad de promocionarse. Por esto nos pagan un poquito por mes. Almacenes, negocios de ropa, ferreterías y casas de materiales eléctricos, son algunos de los comercios locales que el club publicita en sus camisetas.

Los clubes son un espacio de inserción y aprendizaje. Muchos niños y jóvenes acuden para hacer deporte pero también para ser parte, no es solo jugar, el club es más que eso. Por eso debemos cuidarlos y ayudarlos para que no desaparezcan, afirmó Osvaldo Jara, periodista y escritor especializado en clubes de barrio.

Alquilar resulta cada vez más dramático

Alquilar resulta cada vez más dramático

Tras la derogación de la ley que desregulaba los alquileres, los precios se dispararon y lse imponen condiciones cada vez más abusivas.

Carolina es mamá soltera de un nene de 5 años y tiene que renovar el contrato de alquiler de la vivienda que habita; el dueño pretende cobrarle más del doble de lo que paga actualmente y por un periodo de duración menor: “Yo no puedo pagar eso: es alquilar o comer”, cuenta también con resignación. No sabe dónde irá a parar si el propietario no afloja en sus pretensiones que incluye actualizarle el precio en base al índice de inflación. Carolina lo vive con una “angustia terrible”, a punto tal que tuvo que empezar una terapia.

La situación de Carolina es una más entre muchas que se repiten con creciente frecuencia. Según el último censo, dos de cada diez hogares del país son alquilados. Allí viven cerca de 8 millones de personas, aproximadamente un 17,5 por ciento de la población. Desde que entró en vigencia el decreto de necesidad y urgencia 70/2023 hubo cambios en las condiciones para alquilar: ahora es un acuerdo libre entre pares y sin participación del  Estado, donde los plazos de los contratos pueden acordarse entre locador y locatario sin límite legal alguno, se puede pactar el ajuste del valor del alquiler utilizando índices públicos o privados y  determinar cada cuánto se actualizará el contrato. También se eliminó la necesidad de inscribir el contrato ante la AFIP y se habilitó la posibilidad de que el valor del alquiler se fije y se cobre en dólares.

¿Cómo se está dando y viviendo esa construcción de “acuerdos”?

 “Soy una trabajadora administrativa en el Estado y mi sueldo se va casi entero en el pago del alquiler”, dice Aldana.

Si bien desde las entidades de corredores inmobiliarios aseguran a ANCCOM que “con la desregulación de la ley, la oferta de alquileres viene creciendo permanentemente y eso también favorece a los inquilinos al tener más opciones”, hay una encuesta realizada por la Federación de Inquilinos Agrupados que demuestra que los inquilinos sienten angustia, ansiedad y desesperanza.

La situación en la Ciudad de Buenos Aires y otros puntos atractivos para el turismo se agrava aún más con el boom de los Airbnb que permite al propietario percibir mayores ingresos en dólares a través de alquileres temporarios a turistas. Al respecto, solo existe la Ley 6255 que fue sancionada en 2019 que establece la obligación de registrar los alquileres temporarios aunque nadie controla que esto efectivamente suceda. El ex legislador porteño Facundo Di Filippo, al frente del Centro de Estrategias y Acción por la Igualdad (CEAPI)  realizó en 2022 un pedido de información pública del cual surge la cifra que el número de alquileres bajo ésta modalidad alcanzaría las 70 mil viviendas y que la suma de dinero que puede obtenerse superaba en valor los 700 mil pesos limpios por mes

Pablo, de 31 años, está sufriendo en carne propia la dificultad para encontrar un alquiler acorde a su presupuesto. Este trabajador de diversos medios de comunicación lleva seis meses buscando donde vivir desde que volvió a Buenos Aires. Cuenta que, por ahora, está parando en la casa de su mamá en Ramos Mejía pero ya visitó varios departamentos por la zona oeste del Gran Buenos Aires y la Capital Federal.

“Mi idea es estar cerca de los transportes al laburo pero se complica con lo que piden por un dos ambientes”, explica con resignación. A Pablo le parece que son disparatados los índices de actualización que le imponen por contrato y que su salario “no aumenta al mismo ritmo”. De esta manera le será imposible sostener el pago dentro de un tiempo no muy lejano.

De esa dificultad habla Aldana: “Soy una trabajadora administrativa en el Estado y mi sueldo se va casi entero en el pago del alquiler”. Ella tiene 29 años y hace poco logró independizarse de forma definitiva. Sacando cuentas rápido, muestra que más del sesenta por ciento de lo que percibió en su último recibo de sueldo se destinó solo al pago del monoambiente donde vive, en el barrio porteño de San Cristóbal. Aldana está preocupada porque, además, con el ajuste peligra su puesto laboral.

Un paso atrás

Para Di Filippo la derogación de la ley de alquileres “es un enorme retroceso” y considera que ahora se venció el discurso público de los medios hegemónicos que habían adoptado muchos inquilinos, por lo que se evidenció que “era de una gran función la ley”. La situación ahora es “totalmente regresiva para los inquilinos”, concluye quien trabajó, durante un año, en el Ministerio de hábitat de la nación para intentar aplicar el capítulo tres de la ex ley sobre alquileres sociales.

La sensación de quienes deben negociar un alquiler en el nuevo contexto es que el esfuerzo no alcanza y eso genera frustración. Bautista se las rebusca como puede, tiene mucha bronca acumulada cuando habla: “Me rompo el culo en el taller y no me sobra ni para tomarme un café”, dice este mecánico automotor y padre de familia que alquila en la provincia de Buenos Aires y todos los días se moviliza hasta su local en Barracas.

Juan Juri, de la asociación Hábitat Para la Humanidad Argentina, asegura que hay una parte de la población que “nunca fue alcanzada por ningún marco regulatorio, que cuando quiere acceder a la vivienda se encuentra con muchísimas trabas y termina alquilando en pensiones o conventillos con condiciones injustas o abusivas”. El especialista asegura que esta situación crece en época de crisis de vivienda y alquileres del mercado formal como en la actualidad.

Según explica Juri, dentro de la ley derogada estaba el programa nacional de alquiler social, que básicamente consistía en una batería de acciones para el acceso a un hogar adecuado. La asociación viene abogando por el alquiler social como política habitacional necesaria para la Argentina y a partir de la sanción de la ley en 2020 empezaron una campaña de “alquiler social ya” que observan que en otros países se aplica y tiene un potencial enorme. Incluso durante la campaña electoral se reunieron en una mesa con referentes de los tres principales partidos políticos nacionales: Unión por la patria, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza.

Lo cierto es que el acceso a la vivienda digna es un derecho establecido por nuestra Constitución Nacional, y como tal, no puede dejarse a las libres manos del mercado. No hay ningún indicio de “igualdad” entre quienes poseen propiedades y quienes deben alquilar. El Estado debe nivelar la negociación y disponer de los medios necesarios para que las personas tengan acceso, más aún en una situación económica delicada como la actual. Todo esto ocurre mientras quienes gobiernan niegan que “donde existe una necesidad nace un derecho”. 

 

El precio de la salud no para de aumentar

El precio de la salud no para de aumentar

En todo 2023 los medicamentos aumentaron 319%. Desde que se dictó el DNU 70/2023 que quitó regulaciones y se discontinuaron acuerdos gubernamentales con laboratorios los valores se dispararon aún más. ¿Qué estrategias adoptan los pacientes para poder seguir un tratamiento?

Según un informe del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), el precio de los medicamentos más requeridos aumentó un 319,1% entre enero y diciembre del 2023, pero solo en el último bimestre del año pasado subieron otro 90%. El mismo informe también hizo notar que existen diferencias significativas entre los precios de distintas marcas que venden medicamentos muy utilizados, como son “omeprazol (antiulceroso), losartan (antihipertensivo), clopidogrel (antitrombótico), paracetamol (analgésico), ciprofloxacina (antibiótico) ibuprofeno (analgésico), salbutamol (broncodilatador) y enalapril (antihipertensivo)”.
Ceprofar recalcó que estas diferencias se explican por “el bajo cumplimiento y deficiente difusión de la Ley 25.649”, de promoción de la utilización de medicamentos por su nombre genérico, sancionada en agosto de 2002. La misma indica, en su Artículo 2, que “toda receta o prescripción médica deberá efectuarse en forma obligatoria expresando exclusivamente el nombre genérico del medicamento o denominación común internacional que se indique, seguida de forma farmacéutica y dosis por unidad, con detalle del grado de concentración”. Lo que sucede en muchas ocasiones es que en las recetas se incluyen las marcas comerciales, incentivando al consumidor a comprar la marca detallada que, además, suele ser la más cara.
Para entender en términos comparativos, en enero de 2023 la variación en los precios de medicamentos había sido de un 4,86% según un informe del Ministerio de Salud de la Nación, más de un punto por debajo de la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mismo mes, que fue del 6%. Por otro lado, la variación interanual entre enero del 2022 y enero del 2023 estuvo entre el 83,9% en medicamentos de la canasta de 25 drogas más vendidas y el 96% en medicamentos de venta libre, también por debajo del IPC anual que fue del 98,8%. Con varios aumentos en el medio, entre el 18 de agosto y el 31 de octubre de 2023 rigió un acuerdo de precios entre el Gobierno nacional y los laboratorios nacionales y cooperativos que congelaba los valores de los medicamentos. Desde que terminó, los aumentos escalaron en noviembre y sobre todo en diciembre. En sólo dos meses, aumentaron más de un 90%. Quedan por conocer los datos de enero, pero lo que se evidencia en distintas farmacias del país son más aumentos exponenciales.

“Muchos han optado por no consumirlo, o por pedir una tira y discontinuar el tratamiento. Me han pedido antibióticos sueltos también; hace rato que no lo veía», señala Figueroa.

Marina, empleada de universidad pública que vive en la Ciudad de Buenos Aires, registra mes a mes los aumentos de los medicamentos especiales que su mamá necesita por padecer de una enfermedad neurológica incapacitante. Si bien PAMI lo cubre en su totalidad, el aumento desde noviembre fue tal que, por ejemplo, la misma droga, quetiapina, pasó de $27.969 en septiembre, cuando aún regía el control de precios, a $44.310 en diciembre. “Si ella tuviera que cubrir con su jubilación mínima ese medicamento junto a los otros para el corazón, el colesterol o la  presión, no solo no llega a fin de mes sino que encima tendría que conseguir más plata para poder pagarlos”.

 

Con la entrada en vigencia del DNU 70/2023, algunas leyes que regulaban los valores de las cuotas de las prepagas de salud, la actividad farmacéutica y el recetado también se modificaron sustancialmente. Esto impactó directamente en el acceso a la salud de la población debido principalmente a las cuotas de las prepagas, que sin restricción pudieron aumentar los valores y ocasionaron la baja de muchos afiliados.

Otra de las complicaciones surgió a partir de la marcha atrás de un artículo del DNU, que ratificaba la Ley 25.649 de medicamentos genéricos, debido al lobby de los principales laboratorios. Nicolás Kreplak, ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, resaltó que hay obras sociales como IOMA que poseen coberturas fijas y que el aumento quintuplicado de los medicamentos más comunes las volvió inútiles.

Al respecto, el farmacéutico Mariano Figueroa Sobrero coincide en la gravedad del asunto. El también exrepresentante de Comunidad del Hospital Iturraspe de Santa Fe durante 18 años advirtió en diálogo con ANCCOM que las personas recurren a distintas alternativas para poder acceder a los medicamentos. “Muchos han optado por no consumirlo, o por pedir una tira y discontinuar el tratamiento. Me han pedido antibióticos sueltos también; hace rato que no lo veía. Un farmacéutico sabe lo grave que es tomar antibióticos sueltos y no completar un tratamiento, por lo que siempre sugerimos que vaya a un hospital o centro de salud para que no sostengan esa práctica. Y esto también repercute en el sistema de salud público, porque un diabético que discontinúa el tratamiento, por ejemplo, llega al hospital con un coma diabético. Así de sencillo”.

El tratamiento para la diabetes, por ejemplo, requiere de distintos insumos, y muchos de ellos están atados a precios internacionales, como puede ser la insulina. Según datos oficiales, “se estima que 1 de cada 10 argentinos de 18 años o más tiene diabetes y dado que, por varios años permanece sin síntomas, aproximadamente 4 de cada 10 personas que la padecen desconocen su condición”. En porcentaje, se estima que la prevalencia es de un 12,7% según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, realizada en 2019.
José Casais, empleado bancario en la Ciudad de Buenos Aires que padece de diabetes tipo 1 que lo hace dependiente de la insulina, cuenta en diálogo con ANCCOM cómo es el día a día de una persona con diabetes: implica medición de glucosa en sangre y al menos una aplicación de insulina diaria. Casais explica que ampliación de la Ley 23.753 de Salud Pública incorporó cobertura de los medicamentos y reactivos de diagnóstico para el autocontrol al 100%: “Si no tuviera la cobertura del Estado, el precio sería prácticamente inaccesible. La insulina común, la llamada lenta, que se aplica una vez por día, sale en promedio $200.000 por mes. Y a la rápida, que acompaña las comidas, se le calcula $100.000 por mes. Como la insulina a aplicarse está en función de la medición de glucemia que tenés, que varía según las condiciones físicas de cada persona, tenés que sumarle el aparato de medición y las tiras reactivas, que sale en promedio $20.000 la caja de 50 unidades. Además, están las agujas descartables para la aplicación de la insulina. Entonces hoy, con la inflación galopante, se calculan mínimo $320.000 por mes”. De no tener la cobertura total o incluso parcial, José estima que un 50% de sus ingresos se irían en la adquisición de la insulina y los elementos necesarios: “¿Qué pasa, entonces, con una persona que percibe un salario mínimo o igual al gasto mensual que acabo de indicar?”. Su temor, como el de muchos que padecen la enfermedad, es un inminente cambio en la ley, como ya sucedió con tantas otras a partir del DNU 70/2023.
El farmacéutico Figueroa cuenta que compañeros suyos que trabajan también en hospitales públicos están viviendo experiencias inéditas: “Está pasando con diabéticos de tipo 1, insulino-dependientes, por ejemplo que hacen un trueque. Se intercambian desde la tiras reactivas sueltas hasta la insulina misma, situación que indica un doble problema: primero, es muy arriesgada porque rompe la cadena de frío que debe respetarse y segundo, que hay gente que no llega a comprar la insulina, ni en los centros de salud ni con la cobertura de las obras sociales. Nosotros como farmacéuticos lo hacemos notar porque queremos que llegue al Ministerio, al provincial, al menos, para que lo investigue y para que empiecen a pensarse políticas de cobertura”. El día anterior a que Figueroa conversara con ANCCOM, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia a cargo de Pablo de la Torre suspendió la ayuda que brinda la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE) a pacientes oncológicos, con enfermedades crónicas discapacitantes o patologías agudas urgentes que no poseen cobertura de salud. El pasado 4 de febrero fue el Día Mundial contra el Cáncer.

Cancha libre para los laboratorios

Un informe de la OXFAM presentado en Davos el pasado 15 de enero denuncia que los laboratorios tienen la misma política de aumento de precios a nivel internacional, y que solo se ven limitados en su accionar en aquellos países cuyos gobiernos ejercen políticas de control y regulación de precios. Además, agrega que existen “10 gigantes mundiales de la industria farmacéutica que son resultado de la fusión durante dos décadas de 60 empresas farmacéuticas”. De esta forma, pocos laboratorios se llevan el grueso de las ganancias y profundizan las brechas entre los multinacionales y los nacionales, aumentando los precios desmedidamente. En otras palabras, OXFAM refuerza la idea de que los laboratorios son una empresa que no está interesada en el avance de la ciencia y la medicina, sino que tiene únicamente un fin de lucro.

En Argentina, “ni las farmacias ni los farmacéuticos son formadores de precios. El costo de los medicamentos es una caja de pandora que solo conocen los propios laboratorios: son ellos los verdaderos responsables de los precios”, agrega Figueroa.