La baja del Reprocann es puro humo

La baja del Reprocann es puro humo

En febrero, Patricia Bullrich advirtió sobre el probable cierre del programa que ya lleva cuatro años. Sin embargo, continúa funcionando para el beneficio de múltiples pacientes. ¿Cómo impactaron las políticas del gobierno de Milei?

Las declaraciones de Patricia Bullrich acerca del probable fin del Reprocann, generaron fuerte preocupación en cultivadores y usuarios del cannabis medicinal. Las afirmaciones, que no se han concretado hasta el momento, produjeron temor por la desaparición de una herramienta para la salud de más de 300 mil inscriptos. Anccom dialogó con varios cultivadores y activistas cannabicos para conocer la realidad del programa tras cuatro años de su aprobación. ¿Es el cierre del programa una posibilidad concreta?

Para Valeria Salech, presidenta de la organización civil Mamá Cultiva, es necesario poner paños fríos en el asunto. “El Reprocann sigue funcionando correctamente; las licencias siguen funcionando y se sigue autorizando gente”, declaró. “Las declaraciones de Bullrich como ministra de Seguridad no tienen lugar en cuestiones de salud: es como si el ministro de Economía anunciara un plan de vacunación”, aclaró.

Bullrich se refirió a la necesidad de empezar de cero con el programa como consecuencia del “desvío de la marihuana hacia el mercado ilegal”. Ante estas declaraciones, Salech afirma que la ministra está utilizando casos aislados para justificar una política que no tiene base en la realidad: “Puede ser que haya gente que use el Reprocann de esa manera, pero también hay gente que pasa el semáforo en rojo y no por eso vamos a prohibir los autos”.

“Las declaraciones de Bullrich como ministra de Seguridad no tienen lugar en cuestiones de salud: es como si el ministro de Economía anunciara un plan de vacunación”, aclaró Salech.

Las licencias: Un proceso cada vez más lento y limitado.

“El proceso de inscripción se hace desde la app o la web de Mi Argentina, es un sistema que es bastante intuitivo y sencillo de completar. Una vez que la persona lo completa como paciente debe contactarse con un médico para realizar una entrevista y llenar un formulario. De ahí quedan a la espera del Ministerio de Salud que se encarga de aprobar o rechazar las licencias”, explica Salech y añade: “Desde que asumió el gobierno actual se ralentizó mucho este proceso, hay gente que está esperando hace casi dos años”.

La resolución de agosto del 2024 del Ministerio de Salud establece que solo  “un profesional médico que se encuentre registrado en la Red Federal de Registros de Profesionales de la Salud (REFEPS) y contar con una Diplomatura o Maestría sobre el uso medicinal de la Planta del Cannabis Medicinal” puede indicar un tratamiento con cannabis, requisito para la aprobación del Reprocann. Emilio Ruchansky, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA), aclara que desde este cambio “se ha rechazado a muchas personas por no tener el aval de un médico diplomado, lo cual es arbitrario porque cuando esas personas se inscribieron al Reprocann, no existía esa resolución”.

Estas medidas del gobierno provocan que el proceso de aprobación de la licencia sea cada vez más lento, limitando el acceso a personas que necesitan del cannabis para llevar una vida plena. Los cultivadores Nicolás Rodríguez y Joana Scapiel, creadores de la organización Aura Salta que promueve proyectos vinculados al cannabis, denuncian una paralización de las licencias de cultivo: “Esto afecta a todas las empresas nacionales productoras de cannabis, impidiendo el desarrollo de una industria nacional autónoma y soberana”.

Beneficios a la salud

“El Reprocann fue una política pública ejemplar en Argentina y en el mundo”, sostiene Salech, remarcando la importancia de acercar esta herramienta a personas que no encuentran solución a sus problemas de salud en la medicina tradicional. “Las personas con enfermedades crónicas que llegan al cannabis, suelen hacerlo después de recorrer muchos tratamientos, de haber probado por todos lados, pagando un dineral para ir a especialistas y no encontrar un alivio a sus síntomas. De esta manera, les estás dando a esa gente una chance más”, asegura.

Salech también destacó cómo la aprobación del Reprocann legitimó al cannabis como herramienta terapéutica. “Se borró el estigma que hacía que la gente que llega al cannabis medicinal, lo haga con miedo y el Reprocann les sacó ese temor”, explica Salech y añade: “Ahora, la gente puede ir con confianza a su médico para que le autoricen el cultivo y abrirse a una nueva manera de construir salud con personas que está dispuesta a ayudarte y a acompañarte en este proceso”.

“En Aura Salta, hemos recibido numerosas consultas y solicitudes de información de personas que sufren de dolores crónicos, pacientes con cáncer y aquellos que tienen dificultades para conciliar el sueño”, afirma Scapiel y añade: “Numerosos usuarios reportan mejoras en su calidad de vida, reducción del dolor, disminución de crisis, mayor estabilidad emocional y descenso en el consumo de psicofármacos y opioides, muchos de los cuales generan dependencia o efectos adversos”.

«Se está persiguiendo la tenencia por consumo personal, afirma Ruchansky. Foto Archivo.

“No más presos por plantar”

La otra cara del éxito del Reprocann es haber sacado de la clandestinidad a los cultivadores del cannabis medicinal. “Los beneficios son múltiples porque beneficia a la salud de los pacientes y a la salud de los cultivadores reduciendo el número de detenidos por plantar”, manifestó Ruchansky.

Salech, por su parte, remarca lo positivo que fue para los cultivadores la legalización del cultivo para uso medicinal. “Nos dio la posibilidad de salir del closet, de hacer `a cara limpia`  lo que antes hacíamos con miedo”, explica.

Pese a estos grandes avances en la despenalización, la criminalización del uso del cannabis medicinal no cesó completamente. “Con la implementación del Reprocann se logró cierta reparación institucional. No obstante, la criminalización persiste y se ha intensificado nuevamente desde el regresó de Patricia Bullrrich al Ministerio de Seguridad en 2023”, relativiza Scapiel.

Para Ruchansky: “las estadísticas no están claras porque no las están brindando, pero sabemos que se está persiguiendo la tenencia por consumo personal en este último año y medio”. También aseguró que este accionar refleja lo ocurrido durante el primer mandato de la ministra de Seguridad: “Cuando se debatió la Ley de Cannabis Medicinal en 2017 hubo más allanamientos a personas que cultivan,  lo cual fue una clara respuesta corporativa por parte de la policía”.

Por otro lado, en lo que respecta a los datos personales que el Ministerio de Salud tiene sobre las personas con licencia Reprocann, Ruchanzky desestimó la posibilidad de que el gobierno pueda usarlos para tomar represalias. “La información de los pacientes está protegida por habeas data y solo se puede ingresar con pedido de allanamiento a través de un juez, por lo tanto, la base de datos todavía es segura”, sentenció.

Por miedo, este año no habrá marcha por Facundo Astudillo Castro

Por miedo, este año no habrá marcha por Facundo Astudillo Castro

Se cumplen cinco años de la desaparición del adolescente, tras haber sido detenido por la policía en pandemia. El hallazgo de su cuerpo y las irregularidades en la causa desataron un intenso pedido de justicia que su madre, Cristina, sostiene hasta hoy.

Facundo Astudillo Castro tenía 22 años, conseguía trabajos ocasionales, amaba tocar en la batucada y militaba en el programa Jóvenes y Memoria, de la CPM. El 30 de abril de 2020, en pleno inicio de la pandemia, salió temprano desde Pedro Luro, un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires, donde vivía con su familia. Quería llegar a Bahía Blanca para ver a su exnovia, pero como no tenía dinero se fue a pie, haciendo dedo por la Ruta 3. En el país regía el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio por el COVID-19, y en su camino Facundo fue detenido al menos dos veces por policías. No tenía permiso para circular, por lo cual estaba violando la cuarentena. Nunca llegó a su destino. 

La última imagen que se conserva de él lo muestra al lado del patrullero que manejaba Mario Sosa. Desde entonces, no se supo nada más de su paradero hasta que el 15 de agosto de 2020 los restos incompletos de su cuerpo esqueletizado fueron hallados en un cangrejal de Villarino Viejo. La autopsia determinó que murió por asfixia por sumersión, una muerte violenta no natural. Sin embargo, aún no se estableció si fue un accidente o un homicidio. Su mochila con su ropa rota y signos de haber sido quemada apareció días después en la misma zona.

El voluminoso expediente judicial que investiga los hechos sigue caratulado como el primer día: desaparición forzada seguida de muerte. La hipótesis apunta directamente a la Policía Bonaerense, la misma fuerza que lo detuvo aquel día. Durante la investigación se hallaron pertenencias de Facundo en dependencias policiales, hubo contradicciones en los testimonios de los agentes y se detectaron indicios de encubrimiento. Pese a todo esto, los policías sospechados que fueron llamados a indagatoria por el fiscal Ulpiano Martínez jamás declararon, lo que no quita la hiperactividad que desarrollan sus abogados en una causa, que ya pasó por cambios de fiscales y jueces, pericias demoradas, testimonios truchos, dilaciones sistemáticas e incluso denuncias cruzadas y amenazas a testigos y a la familia, que teme la imposición de la impunidad. Antes de la aparición del cuerpo, habían sido recibidos junto a sus abogados por el expresidente Alberto Fernández y en ese encuentro le pidieron a la ministra de Seguridad Sabina Frederic que apartara a la Policía Federal del caso, porque esa fuerza “estaba ejerciendo las mismas maniobras e interferencias que la Bonaerense”, tal como lo expresaron. 

La madre de Facundo frente a la fiscalía de Bahía Blanca días después de su desaparición.

En estos cinco años, la voz de Cristina Castro no dejó de exigir justicia y se convirtió en símbolo de la lucha contra la violencia institucional. ANCCOM habló con ella y comenzó relatando cómo vivió este tiempo sin respuestas.

“Es durísimo. La salud me lo está cobrando”, dijo y agregó: “No poder hacer el duelo, no poder llorar tranquila. Estar todo el tiempo defendiéndonos de los ataques. Me van a hacer una ecografía de la tiroides porque tengo algo en la garganta, y el médico me dice que es psicológico.”

Ella trabaja en la estación de servicio Shell de Pedro Luro, y hasta allí fueron a intimidarla. “Los ataques nunca cesaron”, subraya. La policía local la hostiga incluso en trámites cotidianos. “Cuando cambié la moto y me dieron la tarjeta con todo en regla, igual me cerraban el paso. Sabían que era mía, pero me buscaban igual. Dos veces casi me hacen caer”, contó.

En un pueblo chico las versiones oficiales pesan. “Luro se involucró en nuestro apoyo, pero algunos, como el intendente Carlos Bevilacqua, primero dijeron que nos iban a meter presos y después se sentaron a tomar café en mi lugar de trabajo. Hoy sigo trabajando ahí, aunque me pusieron a una testigo hostigando a mis compañeras. Ella pidió mi cabeza, pero no lo logró porque mis jefes me defendieron”, recordó.

53 policías 

La causa judicial está estancada a la espera de los resultados de la Datip (Dirección de Asistencia Técnica a la Investigación Penal) de los cruces telefónicos de los celulares de los policías, para determinar quién hizo qué cosa en qué momento. Esa dependencia también aportó un estudio de 213.420 Geolocalizaciones que mostraron 53 abonados de interés, entre ellos los oficiales Sosa, Siomara Flores, Jana Curruhinca y Alberto González, además de algunos de sus jefes. “Seguimos esperando las pericias. A principio de año, la fiscal, Iara Silvestre, me dijo que habían desbloqueado unos teléfonos y me iba a mandar la información. Todavía la estoy esperando. Los policías se niegan a entregar su clave. ¿Por qué será?”, planteó la mamá de Facundo. “La justicia actúa según el poder político de turno. Desde que se fue el fiscal que estaba por la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional), cambió todo”. Cristina se refiere al paso de Andrés Heim por la causa, ahora designado juez en Pehuajó.

“Los celulares que entregaron no eran los que los policías tenían”, dijo Leandro Aparicio, abogado del caso. “El teléfono desde el que se sacó la última foto de Facundo, que era de Jana Curuhinca, nunca fue hallado”, agregó para tomar apenas un botón de muestra sobre las irregularidades.

En abril de 2025, Marcos Herrero, el instructor de perros que había trabajado en la causa, fue condenado a siete años de prisión en una causa iniciada por los mismos policías sospechados de la desaparición de Castro. Ayer salieron los fundamentos de su sentencia. Ernesto Sebastián, magistrado del Tribunal Oral Federal, afirmó que el acusado: «sabía perfectamente que sus canes no detectaban los hallazgos que él refería» y que su actuación fue «una cadena de falacias constitutiva de una gran farsa». Para Castro, “lo que le hicieron a Marcos fue terrible. Es una manera de ensuciar para que quede la parte como el todo, pero aún sin esos hallazgos la causa sigue en pie porque hay mucha otra prueba sustancial”. Cabe destacar que tanto los fiscales como las instancias superiores tomaron por válidas las pruebas ahora cuestionadas –el amuleto y las piedras turmalinas– al momento de expedirse en el caso. Y resta en pie el hallazgo de un cabello en un móvil policial, que contiene el ADN mitocondrial de Cristina Castro.

Facundo en un encuentro del Programa Jóvenes y Memoria en Chapadmalal. 

Temor y desasosiego

“Este año es más triste todavía, la gente de Facu está asustada. No vamos a hacer nada el 30 de abril por miedo. Solo queda un mural suyo, los otros fueron tapados. Y encima dicen que si la justicia no actúa, por algo será. Pero no es así”, advirtió.

Cristina no baja los brazos: “Quiero que Facundo tenga justicia. Que los chicos puedan salir sabiendo que no hay asesinos sueltos. Yo no lo voy a ver ni escuchar más. Cada ataque lo vuelve a matar un poco más”.

Sobre el hallazgo del cuerpo de su hijo, Cristina contó una certeza visceral. “Sentía que esos huesos me decían ‘llévame a casa’. Cuando vi la zapatilla, que encima estaba intacta, supe que era de Facu. La buscaba como una señal. Estaba a 30 metros de donde habían marcado. Ellos ya sabían que estaba ahí”.

En estos cinco años, las respuestas tampoco llegaron del Ejecutivo. “De este gobierno no recibimos comunicación. Las que siempre estuvieron fueron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Y las familias a las que les pasó lo mismo, que la policía les mató un chico. Con Sergio Maldonado habló seguido. Nos contenemos entre nosotros. Somos los que sabemos lo que se siente”, relató.

Facundo militaba y participaba en marchas en defensa de los derechos humanos, entre ellas las que reclamaban justicia por Santiago Maldonado. “Yo no quería que mis hijos se metieran en política, pero él estaba muy conmovido. Me explicaba cosas del sistema y después me tocó vivirlo en carne propia”, señaló Cristina. Y a su memoria vienen las imágenes de los policías de Luro y Villarino hostigando a Facu y los demás pibes que acudían al Semillero Cultural –una actividad de La Cámpora local– que les rompían la huerta orgánica y los ponían contra la pared como delincuentes cuando salían de un taller de literatura o de batucada.

Este 30 de abril no habrá acto. Hay miedo. Pero la lucha continúa. “Voy a seguir hasta donde la salud y la vida me den. Facu no se merece esto. No puedo dejar que me borren la alegría de haberlo tenido 22 años. A mi hijo lo crié sola, me costó mucho. Y a pesar de todo, no me quiero ir de este pueblo. Es el lugar donde crecieron mis hijos y murió mi madre. La gente es buena, es el poder político y judicial el que está mal”.

Leandro Aparicio, uno de sus abogados, ha trabajado en causas como la de Daniel Solano, peón rural desaparecido en 2011 y cuyos policías responsables tienen condena firme, y la de Sergio Avalos, desaparecido en 2003. “Entiendo que esta causa puede llegar a durar 20 años”, confiesa y agrega: “pero ante este panorama desolador, las pruebas duras de la DATIP me dan esperanzas”. Entre esas “pruebas duras” también está la confirmación de que un patrullero de Bahía Blanca estuvo diez días antes de la aparición del cuerpo a pocos metros del hallazgo, en el cangrejal de Villarino Viejo.

Cristina encontró algo de paz en sus nietas. “Con ellas tengo momentos de armonía. Tati es buena, tranquila, y Milenita, un torbellino. Veo mucho de Facu en ellas. A veces besan su foto y le dicen ‘el tío Pacu’, lo reconocen. Y eso me parte el alma porque sé que él las habría adorado”.

El caso de Facundo Astudillo Castro es, cinco años después, una herida abierta. La justicia tiene elementos pero no avanza. Cristina aún no puede llorar a su hijo en paz. “Sé que el día que pueda soltar a mi hijo él descansar, yo voy a poder hacer el duelo. Mientras tanto, estoy en el ojo del torbellino”.

 

Más chicanas que propuestas

Más chicanas que propuestas

Con fuertes cruces, propuestas pobres y dispares, los 17 candidatos a ocupar un cargo en la legislatura porteña debatieron en el Canal de la Ciudad antes del 18 de mayo. En la previa al ingreso al canal el asesor presidencial Santiago Caputo, increpó a un fotógrafo que lo quiso registrar.

A menos de tres semanas de las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires, los 17 candidatos que competirán por un lugar en la Legislatura porteña debatieron este martes en el Canal de la Ciudad. El intercambio que estuvo dividido en cuatro bloques, dejó expuestas las profundas diferencias políticas, fuertes cruces y discursos que apelaron tanto a la confrontación como a la unión ciudadana.

El evento fue moderado por Damián Glanz y Brenda Brecher y se transmitió en vivo desde las 20.00. A lo largo de la noche, los postulantes expusieron sus ideas y respondieron preguntas de sus adversarios, aunque en muchos casos las respuestas derivaron en chicanas y confrontaciones personales.

Leandro Santoro (Unión por la Patria) cargó contra el oficialismo: “Podemos decirle basta a los mercaderes del odio”. En la misma línea, Lula Levy (Evolución) llamó a «frenar con la crueldad del gobierno nacional y la frialdad del local».

Desde el oficialismo nacional, Manuel Adorni (La Libertad Avanza) insistió en que “la única forma de parar esto es siguiendo el camino de Javier Milei”. Y remató: “Este 18 de mayo es libertad o kirchnerismo”. Su participación fue una de las más polémicas: evitó responder preguntas clave como la relacionada a la coparticipación y arremetió contra sus rivales con ironías: “Que un zurdo me llame ‘ñoqui’ es un mimo al alma”.

En la vereda opuesta, el candidato del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Luca Bonfante, fue directo: “Soy zurdo, soy socialista, todo lo que odia este gobierno. Me alegra que haya venido Adorni, porque hoy es su día, el día del ñoqui”.

Juan Manuel Abal Medina (Seamos Libres) sostuvo que el objetivo es “armar un proyecto para derrotar definitivamente este modelo siniestro”, mientras que Paula Oliveto (Coalición Cívica ARI) reclamó más compromiso social: “El odio después derrama en nuestra sociedad. Si odiamos al otro, la consecuencia es violencia”.

Ramiro Marra (Unión del Centro Democrático) se centró en la seguridad: “Los fisuras nos pueden matar en un minuto, los trapitos son una mafia. La batalla cultural legislativa es importante. Tolerancia cero”. En tanto, Yamil Santoro (Unión Porteña Libertaria) enfatizó: “Soy el único libre, al que nadie le levanta el teléfono. Yo tengo un único jefe que sos vos”.

En su intervención, Ricardo Caruso Lombardi (MID) apeló a su historia en el fútbol y cuestionó a la clase política: “La política es como el fútbol. Si hablás mucho y no hacés nada, no sirve”.

Otras voces se sumaron con críticas al sistema político y llamados a la renovación. Mila Zurbriggen (El Movimiento) acusó a las generaciones anteriores de dejarles “un futuro con precarización laboral”. Eva Koutsovitis (Confluencia) denunció que “los legisladores rifan nuestros derechos” y pidió cambiar la lógica de poder en la ciudad.

Desde el Frente Patriota Federal, César Biondini definió la contienda como un dilema entre “nacionalismo o más de lo mismo”. Alejandro Kim (Principios y Valores) pidió votar “peronismo”, criticando a los “productos de empresas marquetineras”.

Las propuestas legislativas también estuvieron en el centro del debate. Santoro habló de revisar los contratos de basura y concesiones irregulares, mientras Adorni insistió en reducir el gasto político. Lula Levy propuso sala de tres obligatoria y plus para docentes en escuelas vulnerables. Abal Medina planteó una ley de integración de barrios populares y beneficios para pymes.

Con este debate, el escenario quedó definido de cara a los comicios del próximo 18 de mayo, en una ciudad que busca recomponer su rumbo político entre múltiples propuestas, viejas disputas y nuevas voces que intentan hacerse lugar en la Legislatura.

Párrafo aparte merece la antesala al debate cuando el asesor presidencial Santiago Caputo, increpó a un fotógrafo que lo quiso registrar cuando le tomaba fotos. Caputo se le acercó a Antonio Becerra, fotorreportero de Tiempo Argentino, tomó su credencial con sus datos personales y la fotografió mientras con mirada penetrante le reiteraba “sos un desubicado”.

 

Con el foco en la memoria

Con el foco en la memoria

La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina instaló en la vereda de su sede una baldosa en conmemoración a los fotógrafos, camarógrafos y documentalistas detenidos, desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.

“Este era mi esposo. Nosotros militábamos en una unidad básica que estaba acá a la vuelta en los ’70, en México y San José. Circunscripción 13 de la juventud peronista. En nuestra unidad tenemos 13 desaparecidos. Para nosotros, en todos los lugares donde se los recuerde y se los nombre, están presentes. Siempre pedimos memoria, para que nadie olvide lo que pasó; que se sepa la verdad, para que todos lo tengan claro y que algún día podamos saber qué le hicieron a cada uno de los desaparecidos y dónde están los bebés que faltan encontrar; y queremos justicia, que haya cárcel común, perpetua y efectiva para todos los genocidas”, ruega Cristina Muro, esposa de Carlos Alberto Chiappolini, otra de las 30.000 víctimas de la dictadura sucedida hace casi cincuenta años en Argentina.

A pocos metros de ella, dos hombres de edad avanzada mezclan cemento, agua y arena, sentados cada uno en una silla con un cartel de papel pegado atrás en el que se lee “ARGRA”. Detrás, varias pancartas rezan “Fuerza Pablo Grillo”, recuerdan íconos políticos y anuncian eventos próximos. Descansa a su lado una gran baldosa, repleta de mosaicos de colores, cálida y emotiva.

La sede de ARGRA -asociación fundada en 1942 para fortalecer la solidaridad entre fotógrafos y mejorar su protección social y gremial-, ubicada en Venezuela 1433, no es muy grande, pero de ella entra y sale gente sin cesar: algunos con cámaras, otros con teléfonos, unos pocos con fotocopias en las manos. Desde las 17, la organización convoca a presenciar un acto sumamente conmovedor: instalarán una baldosa que recuerde a los reporteros gráficos, fotógrafos, camarógrafos y documentalistas detenidos, desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.

Una vez lista la mezcla de materiales, una ronda de espectadores de todas las edades aguarda atenta a las palabras de Sebastián Andrés Vricella, Presidente de ARGRA. Con una cámara colgada al cuello, entona un discurso en una voz suave que contrasta con los vehículos que, no sin espiar un poco el acto, siguen circulando por la calle Venezuela. Entre otras premisas, afirma: “Esta reivindicación es parte de mantener la memoria viva de nuestros compañeros y compañeras detenidos y desaparecidos por el terrorismo de Estado”.

El Presidente también evoca el recuerdo de Pablo Grillo, el fotoperiodista argentino herido con un cartucho de gas lacrimógeno en el rostro mientras registraba la represión del miércoles 12 de marzo durante a marcha de jubilados y jubiladas. Comunica que, si bien está mejorando, sigue en terapia intensiva, y el hecho “es parte de entender que esto no puede suceder más”, ya que, como indicó una de sus compañeras de organización, “más allá de lo de Grillo, los colegas que cubren las marchas de todos los miércoles son permanentemente agredidos”. Es ella misma quien, en voz bien alta, exige la renuncia de Patricia Bullrich, a lo que le siguen ruidosos aplausos. Antes de retirarse, lee una carta de agradecimiento firmada por María Adela Antokoletz, hija de María Adela de Gard Antokoletz (fundadora de Madrs de Plaza de Mayo), actual vicepresidenta de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, que, ni bien comenzada, sentencia: “Sin memoria no hay futuro”.

Poco tiempo después, Vricella agradece a las adhesiones -compañeros de la Comisión Vesubio y Puente 12 y Caballito x la Memoria-, a los trabajadores de Baldosas por la Memoria y la Justicia de Almagro y Boedo, y hace pasar al frente a, como ellos mismos se hacen llamar, dos sobrevivientes de la masacre del ’70, para leer la lista de detenidos desaparecidos de ARGRA.

“La motivación de hacer el acto es tan simple como seguir manteniendo la memoria y pasarla a futuras generaciones. Hay una comisión de derechos humanos en la asociación y esto lo venimos trabajando hace años, y nos pareció el momento indicado para poder hacerlo”, le cuenta a ANCCOM el Presidente de ARGRA. “Está bueno que esas generaciones sepan lo que pasó y se interesen, despertar esa curiosidad. Tenemos más de 65 trabajadores y trabajadoras de la imagen desaparecidos. Nuestro objetivo es que la memoria permanezca viva, con verdad y justicia”.

Ante la intriga de en qué objetivos estaban poniendo el foco como organización, afirma: “Con un gobierno donde la represión está todos los miércoles, lamentablemente, en la calle, donde sufrimos un disparo a un compañero reportero gráfico que estudió acá en la escuela, Pablo Grillo… si no hacemos estos actos ni reivindicamos nuestro trabajo y nuestra libertad de poder expresar, perdemos la memoria”.

 

 

También con una cámara al cuello, pero a varios pasos de donde se agolpa la multitud, charla animadamente con distintos personajes Daniel Vides, socio de ARGRA encargado de la fototeca. En su intercambio con esta agencia, declara: “Hace mucho que estábamos pensando en esto. La nueva comisión directiva creó una comisión de memoria, y compañeros y compañeras se pusieron a trabajar en ello. Es traer a nuestra vida cotidiana un acto de memoria, una huella que, cuando estamos en un momento de nuestro día en que estamos pensando en cualquier otra cosa, de pronto vemos el piso y vemos un registro, una marca, que nos hace pensar en nuestros compañeros y compañeras detenidos y desaparecidos, y me parece fundamental. En este contexto, es lo único que nos da sentido, el registro de nuestra historia y la memoria, que para la constitución de nuestra asociación es muy importante”. Vides recuerda los inicios de la asociación: “Nuestros colegas que trabajaron antes y durante la dictadura nos dieron una identidad y una posición política, no partidaria sino con el hacer del fotoperiodismo y la comunicación, que es muy constitutiva de nuestra identidad”.

Sobre lo clave del rol del profesional periodístico, determina, con seguridad: “La práctica del fotógrafo de prensa es estar en la primera línea de la historia. Uno está documentando cosas cuando aún no son historia. La dimensión del trabajo va tomando otras aristas con el tiempo, porque va dando cuenta de situaciones y personajes que a lo mejor en el momento no se ve con la claridad que da su paso. Entonces, además de estar informando y haciendo visibles cosas que ocurren, ellos son primera línea de la construcción del relato histórico”.

Con la certeza de que la memoria es un camino que nunca se termina de andar, los sobrevivientes proceden a la lectura de identidades para cerrar la jornada, sin olvidar mencionar que “se trata de una lista abierta, en construcción, que siempre se puede ampliar”. Más por convicción que por costumbre, detrás de cada nombre, la ronda ruge: “Presente”.

“Contar historias me da una vida”

“Contar historias me da una vida”

Con textos inéditos y otros ya publicados, el periodista y escritor Alejandro Seselovsky presenta su tercer libro, «Negro argentino», e invita a mirar de frente aquello que, muchas veces, preferimos esquivar. La distancia entre lo vivido y el relato.

Editado por Orsai, Negro Argentino condensa dos décadas de trayectoria del periodista Alejandro Seselovsky en diversos medios de comunicación. A lo largo de 15 crónicas, el autor explora la vida de personajes entrañables de la cultura popular, se adentra en territorios incómodos y también narra pasajes de su historia personal.

Catorce años después de Trash: retratos de la Argentina mediática, Seselovsky vuelve al libro para explorar la carga simbólica de la palabra “negro”, una moneda al aire que puede caer y ser utilizada como insulto o como gesto de afecto, según el contexto y quien la pronuncie. Entre los textos, se destacan historias como la del asesinato de Fernando Báez Sosa, la de Damas Gratis como emblema cumbiero y su propio relato de nacimiento y adopción.

Profesor en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA –donde además formó parte del equipo de editores de ANCCOM–, Seselovsky repasa el proceso de creación del Negro Argentino, reflexiona sobre la curaduría de las crónicas y explica por qué el cuerpo es la única verdad desde la cual se puede escribir.

¿Cómo surgió la idea del libro?

Fue una curación y búsqueda en conjunto con Carolina Martínez, mi editora en Orsai. La idea comenzó hace un año. Yo no tenía libros publicados en esta editorial y hace rato veníamos pensando cuál podría ser. Al principio se iba a llamar Fronteras e íbamos a hablar de las que yo había cruzado, tanto físicas como simbólicas, por ejemplo, la del nacimiento y mi adopción. En ese momento, empecé a pensar que el libro debía ser algo más íntimo y apareció Negro Argentino, una recopilación de crónicas que hice en estos 20 años de trabajo como periodista en distintas plataformas. Este libro es un hilvanado de piezas sueltas que, siendo bien entretejidas entre ellas, aceptan componer, entre todas, una nueva unidad que las contenga.

¿Cómo fue el proceso de selección?

Lo que hice fue hilvanar, reposar, volver a ver y tratar de encontrar una unidad de sentido para cada una de las piezas, porque lo que hay es una colección de negros argentinos. Está el trabajador golondrina que va a laburar a la mina de carbón y muere. Está el apodo “muqui”, que utilizaban algunas modelos para referirse a Carolina ‘Pampita’ Ardohain a principios de los 2000. Y también está la historia de Damas Gratis, que se reivindica como un grupo cien por ciento negro cumbiero. Entre todas hablan de distintos aconteceres y distintas vidas, pero todas hablan del mismo sujeto, el negro argentino, que no es afrodescendiente, sino que es medio mestizo, medio morocho. De hecho, el libro empieza conmigo, contando mi nacimiento como hijo de una mucama y mi posterior adopción. Me pareció que ese nacimiento organizaba también un principio para el libro, eran dos comienzos dándose la mano.

La verdad está en el cuerpo. Voy a tratar de que la distancia entre verdad y representación sea la más corta posible, pero nunca la voy a poder evitar.

Alejandro Seselovsky

 

Es un libro personal…

Sí, incluso tiene mi cara en la tapa por elección de mis editores. Yo no lo sugerí, pero lo acepté porque el editor es socio, nunca enemigo. Se puede tener miradas distintas sobre la estructura u otras cuestiones, pero el editor siempre va a querer un gran texto. Para el cierre elegí un trabajo inédito sobre la Guerra de Ucrania y lo que pude ver de ella con ojos argentinos. Es un relato que está escrito en tercera persona porque soy yo mirándome a mí mismo y en el que pude dejar salir todo lo que tenía dentro. Soy muy apasionado de lo que hago y por eso a los 53 años, después de 30 en esta profesión, sigo haciéndolo. Estoy contento de contar historias y que eso me dé una vida.

En tus crónicas el territorio juega un rol fundamental, ¿cómo te preparás?

La crónica es llevar el cuerpo al territorio, ir como una hoja en blanco y dejar imprimirse por la experiencia vital de estar ahí. La crónica territorial, de ir a un recorte chiquito del mundo, que puede ser un desfile de moda o una inundación, para mí es la más linda porque permite dejarse atravesar por lo que ocurre ahí. La experiencia vital imprimida en el cuerpo del cronista es lo que cuenta para la formulación de la crónica. Y ese es mi modo de trabajo predilecto. A veces lo puedo hacer, a veces no. Sin embargo, no todo es una crónica.

 

¿Qué debe tener una vivencia para convertirse en crónica?

Uno solo: que te haga girar la cabeza. Me enseñaron hace poco el término inglés rubbernecking, que tiene que ver con la idea de tener un cuello de goma. Cuando algo te hace girar la cabeza es porque se quedó con tus sentidos, con tu sistema nervioso, tu fascinación, tu espanto o con tu capacidad de maravillarte. Cuando algo te hace girar la cabeza, hay una crónica. Si te tomó el cuerpo, se escribe. Eso es todo. Cuando sentís que hay algo en la calle, en tu casa o en donde sea, que se quedó con tu sistema perceptivo por un instante y te dejó adentro de un punto de fascinación, hay que prestarle atención. El cuerpo informa sobre qué hay que escribir. Hay que estar atento a los asombros, porque tienen la condición de ser fugaces. Uno no está todo el día asombrado, sino que es una condición contingente, es algo que de golpe se quedó con tu atención y que el cuerpo te está avisando que ahí hay algo para escribir. Así se encuentran las crónicas y los textos.

¿Cómo pensás el vínculo entre lo que vivís y lo que llega al texto?

El cuerpo para mí es la única verdad. El lenguaje no es importante, porque va a entregar representación, pero no es la cosa. El lenguaje la mata, hace que desaparezca, porque la cosa no se puede transferir. La verdad es indecible. Vos vas al territorio, vivís lo que vivís ahí y eso es lo que se puede contar. Pero por bien que lo cuente, nunca el lector va a sentir el balazo de goma que sentí yo. ¿Por qué? Porque no puedo entregar la verdad del cuerpo que yo viví, sino que entrego la representación de la verdad del cuerpo que yo viví. Solo la representación. El lenguaje no me permite ir más allá. El lenguaje es incapaz de transferir la verdad de la experiencia vital, sólo puede representarla. Lo importante es el cuerpo percibiendo el mundo. Después, cuando lo escribo, eso va a ser sólo representación. Este es mi esquema de laburo. La verdad está en el cuerpo. Voy a tratar de que la distancia entre verdad y representación sea la más corta posible, pero nunca la voy a poder evitar. Frente a eso, voy a dejar la vida en la representación, para que se acerque lo máximo posible a la verdad de lo que me pasó.