Casa Museo María Elena Walsh | No sólo de cuadros están hechos los museos Podcast

Casa Museo María Elena Walsh | No sólo de cuadros están hechos los museos Podcast

 María Elena Walsh llenó de poesía a las infancias durante décadas. Fue creadora de la obra más grande del género infantil y llegó al corazón de niños, niñas y adultos. La casa donde vivió su infancia se convirtió en un museo abierto al público. Hablamos con Maria Victoria Babjaczuk, su directora. Nos contó sobre la infancia de la cantautora, el proceso de recuperación de esa construcción y todas las propuestas que ofrece el museo para las familias. La lucha feminista y su aporte a nuestra cultura hacen que hoy continuemos hablando de la autora de Manuelita.

No te pierdas esta historia, que también es parte de la tuya. 

Casa Museo María Elena Walsh| No sólo de cuadros están hechos los museos S01 E04

por Laura Alcaráz, Agustina Blanco, Hernán Olivera y Eliana Rossi.

Y florecerán mil pañuelos

Y florecerán mil pañuelos

Abuelas de Plaza de Mayo, la Carrera de Ciencias de la Comunicación y ANCCOM organizaron una intervención artística como antesala del 24 de marzo y para resistir a los avances negacionistas.

“¿Quién pintó con aerosol en la calle alguna vez? Arriba esas manos. ¿Quién pegó el famoso cartel militante? Eso vamos a hacer hoy, amigues” se presentó así, Santiago Spiga, en la clase apertura de la materia Políticas Culturales del nuevo plan de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. 

A 48 años del último golpe cívico militar en Argentina, discursos negacionistas por parte del Gobierno Nacional vuelven a poner en tela de juicio las desapariciones y el accionar de las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes contraponen junto al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el artista visual Santiago Spiga, actividades en escuelas y universidades con el nombre “Memoria SÍ, pañuelos hoy y siempre” para resignificar su lucha y alzar la bandera de los 30 mil desaparecidos. 

Con la organización de la carrera Comunicación Social, ANCCOM y la Catedra Sanjurjo, se propusieron realizar intervenciones artísticas en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, para promover la memoria, la verdad y la justicia previo al encuentro del próximo 24 de marzo en Plaza de Mayo.

Ante el ajuste, el recorte de universidades y quita de derechos conquistados, los alumnos y profesores buscan, a través del arte, instaurar la memoria en la cotidianeidad y contraponer –ante el ajuste inédito- una lucha que reúna a todos y todas en pos de un futuro mejor.

“En este período de hambre, pobreza y negacionismo, nos parece importante desde la Universidad explorar otras formas de decir, de construir relatos e intervenir con lo artístico para un compromiso con la memoria. Un espacio para encontrarnos, pensar y repensar las formas de participación política y resistencia”, expresó Larisa Kejval, directora de la Carrera de Comunicación Social.   

La presencia de Miguel El Tano Santucho, hermano del nieto restituido número 133, llevó a un aplauso colectivo antes de que comenzara a hablar: “Vemos cómo están avanzando sobre los derechos adquiridos y sobre la gente con un discurso peligroso, que llama al conflicto y al sálvese quien pueda. Nuestras abuelas nos enseñaron lo contrario, la lucha es colectiva, entre todos y todas se pueden lograr cosas, respetar e interpelar al prójimo”.

“Engrudo, afiches y carteles es el lenguaje de hoy. A hacer y aprender con las manos y el corazón”, fue el puntapié de Spiga, quien coordinó la actividad, para que los estudiantes y profesores comenzaran a realizar la intervención artística. 

Se formaron dos grupos: por un lado, quienes deseaban realzar la gigantografía de Taty Almeida riendo junto a Estela de Carlotto y por el otro, quienes querían pintar con stencil y aerosol pañuelos coloridos. Ambos, guiados por una misma razón: “Memoria, verdad y justicia”.

El primer grupo, sentado en el piso y desparramando los recortes para ver cómo se formaba la imagen, estuvo acompañado por Kejval, quien con una tijera y una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a recortar una de las fotos. El segundo grupo, de pie junto a una mesa y sus copias de pañuelos con un corazón, impresos en papel, esperaron la orden de Spiga para aprender a usar los materiales. 

Una caminata seguida de aplausos por profesores y estudiantes irrumpieron en el comedor y se llevaron todas las miradas de quienes participaban de la intervención artística, debido al latente reclamo por la falta de presupuesto del Gobierno nacional hacia las universidades y la licuación de salarios docentes y no docentes que llevaría a un posible cese de las clases.

Frente al cartel de los 40 años de la democracia y con imágenes de los estudiantes desaparecidos durante la dictadura militar que la Facultad de Ciencias Sociales exhibe para recordarlos y homenajearlos, la gigantografía de dos de las representantes más importantes de los derechos humanos y la memoria en Argentina se hicieron presentes para recordar que la lucha es diaria, para honrar a los 30 mil desaparecidos que quieren negar o evitar el cierre de los excentros clandestinos, como la ESMA, que funcionan hoy como sitios de memoria. 

“Las abuelas hoy en día siguen fuertes, pero ya están grandes. Este legado nos lo pasaron a nosotros y a toda la sociedad, es un desafío que tenemos todos de levantar y defender esa bandera”, finalizó Santucho, en nombre de las Abuelas de Plaza de Mayo. 

Una carrera contra el olvido

Una carrera contra el olvido

El domingo se llevó a cabo la 21º edición de La Carrera de Miguel, en homenaje al atleta desaparecido Miguel Sánchez. Fue la entrada en calor para la movilización del próximo 24 en medio de un contexto negacionista.

Bajo la consigna “la meta es no olvidar”, este domingo 17 de marzo a las 8 de la mañana se llevó a cabo la carrera de Miguel, cuyo punto de largada fue la calle Miguel Sánchez –nombre del atleta desaparecido durante la dictadura y homenajeado con esta maratón– y Padre Canavery, en el barrio de Nuñez.

Miguel Sánchez fue un atleta federado y poeta que nació en Tucumán. Desarrolló una militancia política en el peronismo, que lo llevó a hacer acciones de trabajo social en barrios carenciados. Fue secuestrado en su casa de Berazategui el 8 de enero de 1978 cuando tenía 25 años, estuvo cautivo en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio El Vesubio y aún permanece desaparecido.

Esta carrera le rinde homenaje hace 46 años en diferentes municipios, provincias y países, y fue realizada por primera vez en Roma, Italia, el 9 de enero de 2000, a instancias del periodista de La Gazzeta Dello Sport Valerio Piccioni. Al año siguiente se empezó a organizar en Argentina como parte de las actividades por Memoria, Verdad y Justicia.

Familiares y amigos de Sánchez, además de seguidores del atletismo se acercaron a participar este domingo de la carrera número 21 de Miguel, junto a personas con distintas discapacidades motrices, no videntes, y en silla de ruedas. Mientras los primeros dos mil corredores se alistaban estirando, elongando, trotando con pasos cortos, las familias y conocidos se disponían a alentar. Hubo dos recorridos, uno de tres y otro de 8 kilómetros, se realizó la premiación y luego hubo discursos de los presentadores y algunos ganadores.

A partir de una ley votada en el año 2013 por la Legislatura porteña, la Ciudad de Buenos Aires está obligada a organizar anualmente la Carrera de Miguel. Este año, si bien se organizó, llamativamente casi no contó con la difusión del gobierno que encabeza Jorge Macri.

El deportista Martín Sharples pidió el micrófono y dijo que no lo hacía por él sino para darle voz a Sánchez. “A Miguel no se lo llevaron por corredor sino por luchador social, y en estos momentos en que estamos viviendo un gobierno negacionista es buen momento para que Miguel le hable a un Presidente que niega los 30.000 desaparecidos, y a los que piensan diferente les dice ‘zurdos de mierda’, eso le decían a Miguel en la mesa de torturas”, expresó.

Ante un auditorio integrado también por funcionarios del gobierno macrista, el atleta discapacitado agregó: “Cuando a una mujer embarazada le robaban el hijo, eso era un delito de lesa humanidad, no un exceso como dice el Presidente (Javier Milei). El macrismo es cómplice suyo de modo que hoy en esta carrera estamos todos desaparecidos”.

Scharples, veterano activista de derechos humanos, se permitió cuestionar a la organización al decir que “es la única carrera de la Ciudad que no nos clasifica, por algo será, como decían ellos”. Tras convocar para “el 24 todos a la plaza”, fue aplaudido cuando mencionó la lucha de los periodistas de Télam.

Angie Rossi sobrina nieta del atleta desaparecido, dijo a ANCCOM: “Es importante hablar sobre Miguel Sánchez porque es hablar desde el deporte de la memoria, de la verdad y de la justicia. En este momento donde la cultura empieza a ser avasallada, dónde reprimen, resulta importante hablar desde la cultura, porque es una forma de reivindicar a los 30.000 detenidos, desaparecidos”. Ella también hizo “un llamado a la responsabilidad colectiva para reunirse a tener un ejercicio de memoria desde todos los espacios posibles como ciudadanos e invitar a las personas a que participen en la marcha de este 24 de marzo por el aniversario del golpe de Estado de 1976.

Antes de dejar el escenario, Scharples entregó una distinción al joven periodista Ricardo Fernández, autor del libro “Miguel Sánchez, memoria(s) del primer atleta desaparecido”, publicado por Grupo Editorial Sur. “Me tocó subir por primera vez a un escenario en una Carrera de Miguel frente a decenas de personas. El motivo fue recibir un reconocimiento, pero ésto no fue solo por el libro, sino como representante de todos los periodistas y en especial de los de Télam que están atravesando uno de los atropellos más grandes de la historia”, escribió luego Fernández en sus redes.

Camila Sequeira Vega, una trabajadora del Grupo Editorial Sur, explicó las razones de su participación: “Me convoca a venir la memoria de Miguel, porque fue el primer atleta registrado como desaparecido y hoy en día se corren en todo el mundo carreras en su nombre. Vine a mostrar su libro, que cuenta su historia, su trayectoria hasta su desaparición en la última dictadura cívico-militar”.

La vuelta de las asambleas barriales

La vuelta de las asambleas barriales

Como ocurrió en la crisis de 2001, vecinos porteños y del conurbano se reúnen en plazas y esquinas para debatir la situación social y proponer acciones de resistencia..

Entre piquetes y cacerolas volvieron las asambleas barriales. Nacidas al calor de la crisis de 2001, el ajuste inédito desplegado por el gobierno de Javier Milei las hizo renacer. ANCCOM miró el mapa y fue a escuchar qué plantean, cómo lo dicen y cuáles son sus objetivos. Se juntan con las agrupaciones estudiantiles, se organizan para estar en la marcha del 24 de marzo por el aniversario del Golpe de Estado de 1976, repudian el DNU y bancan la lucha de los trabajadores de Télam.
Tras la debacle del gobierno de la Alianza, con la rebelión popular sofocada a pura represión que causó 38 muertes, vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires encontraron en las asambleas de su barrio un espacio para debatir lo social, lo político y lo económico, y planear estrategias de acción colectiva además de reclamos hacia el gobierno, primero el encabezado por Fernando de la Rúa y enseguida el conducido por Eduardo Duhalde.
Sus reglas de organización eran la horizontalidad y la democracia directa. Con el tiempo, algunas de sus voces fueron reconocidas a la hora de implementar políticas públicas. Mientras en 2011 florecieron en Almagro, Flores, Caballito, Villa Crespo, San Telmo, Barracas, Villa Soldati, Parque Patricios y La Boca; en el 2002 surgieron también en el conurbano: Wilde, Avellaneda, Sarandí, Lanús, Carapachay, Vicente López, Florida, Villa Martelli, Merlo, Moreno y Haedo, entre otras.
Las actuales asambleas resurgieron de la mano de los sectores medios urbanos, con la misma dinámica de la experiencia anterior. El pasado 30 de diciembre se convocó a la primera Asamblea de Asambleas en Parque Rivadavia. Allí, algo más de 200 personas de más de 30 asambleas de la CABA y del Conurbano resolvieron impulsar encuentros cada 15 días. Luego pasaron a reuniones virtuales. Coordinaron cacerolazos y movilizaciones al Congreso, cortes de calles por las secuelas de la tormenta o por la falta de suministro eléctrico.

De Caballito a Barracas

La asamblea de Caballito se junta una vez a la semana en el arco del Parque Rivadavia y a veces en Parque Centenario. En algunos de los encuentros comparten alimentos no perecederos y útiles escolares para colaborar con los distintos espacios del barrio. Esta asamblea realiza un “festi” ,con juegos y baile, pero también tiene un plan de lucha: están en contra del DNU y del protocolo represivo del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. Además, todos los miércoles a las 20 hacen su cacerolazo en Acoyte y Rivadavia. 

Santiago Adano, participante de la asamblea de Caballito, dialogó con ANCCOM y explicó cómo es la participación dentro de la asamblea: “Son reuniones semanales, con personas con las mismas inquietudes, ganas de ponerse en acción en esta coyuntura, también de acompañarse, la idea es que haya pertenencia territorial, que sea gente del barrio”. La idea es que haya debate, que los encuentros sean dinámicos y prácticos, y que se genere una nueva forma de intercambio donde puedan confluir con otras demandas, como las estudiantiles. “Hay cierta conciencia del rol que pueden tomar los partidos y de que está bueno que no se repitan ciertas dinámicas partidarias”, agregó Santiago.

Laura, una vecina de la asamblea de Monte Grande, indicó que hay una plaza histórica en la que comenzó la asamblea del 2001 y durante años los vecinos la han mantenido intacta como un espacio asambleario y de memoria de los desaparecidos del barrio. “Esta asamblea está formada por trabajadores, jóvenes y vecinos históricos de las luchas del barrio, que tienen que ver con la memoria de los desaparecidos, además de  estudiantes universitarios y algunos vecinos de Pompeya y de la Villa 20 que no tienen asambleas propias”, señaló. 

En la asamblea de Monte Grande se discuten propuestas y análisis de la situación. Cada vecino toma la palabra, se hace una ronda para que participen todos. A su vez, cuando se integra un vecino nuevo se le da prioridad para que se exprese, y luego se le informa sobre las actividades de las distintas comisiones.

Federico Puy, docente e integrante de la asamblea vecinal de Barracas, resaltó la importancia del debate y la movilización para luchar contra las desigualdades y las propuestas del gobierno actual. A su criterio, “son lugares de lucha y de organización donde nos encontramos con otros trabajadores y trabajadoras que no pueden organizarse en sus propios lugares de trabajo. Nos moviliza poder enfrentar, organizar y ser cada vez más compañeros, y nos motiva pensar que las asambleas pueden ayudar en esa organización de cada uno y cada una para pelear contra las burocracias sindicales”.

Mapa de Asambleas

La asamblea de Scalabrini Ortiz impulsó el Mapa de las Asambleas, como una herramienta para los medios de comunicación y periodistas tengan información de unas ochenta asambleas barriales que empezaron a organizarse en distintos territorios desde diciembre pasado, que ya ha servido para acercar nuevos integrantes. Además de los mapas disponibles en el sitio, está a disposición un listado público y actualizado, y ahí pueden verse también las asambleas que hay en la provincia de Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Tierra del Fuego y Córdoba. Las últimas actualizaciones cuentan con un sitio propio para cada asamblea. Para apoyar a Télam y su continuidad como agencia de noticias, planean un relanzamiento del mapa junto a las y los trabajadores, en convocatoria abierta a medios alternativos de todo el país, periodistas y asambleas que quieran participar.

Las redes de organización barrial recompusieron una vitalidad que parecía haber quedado debilitada, opacada por tantos años de hegemonía de la política por arriba. Aunque los medios de comunicación de mayor alcance las ignoran, las asambleas volvieron a convertirse en un elemento más de resistencia social.

Todos a bordo

Todos a bordo

Cada vez más profesionales de la música ponen pausa a su vida en Argentina para probar suerte trabajando en cruceros. ¿Oasis en dólares o frustración full time?

En Argentina, vivir de la música no es nada fácil. La irregularidad, el cuentapropismo y la incertidumbre son moneda corriente para la mayoría de sus profesionales que, según el último Informe del Observatorio de la Música Argentina, pertenecen en un 96% al sector independiente. Publicado por el INAMU 2022 y con más de 5.000 artistas encuestados, el estudio expone datos alarmantes: el 73% tiene dificultades para mostrar su obra en vivo, al 49% le cuesta acceder a becas o subsidios, el 44% dice padecer la precarización laboral y el 37% no cuenta con ninguna cobertura médica.

Es en este contexto que cada vez más profesionales de la música eligen un destino diferente: abandonar sus proyectos personales, armar las valijas con 300 canciones, despedir a los afectos y subirse a tocar en un crucero. Los sueldos son altos, los contratos son cortos y los desafíos muy intensos. ¿Un oasis musical pagado en dólares o una espiral de frustraciones y distancias? ANCCOM lo piensa junto a tres músicos que probaron suerte.

 

«¿No te sabés una de Elvis?»

Joaquín Sombielle es pianista, cantante y Técnico Superior en Jazz por el Conservatorio Manuel de Falla. Aún con toda su vida dedicada a la música, dando clases y tocando en eventos, su fuente de ingresos lo llevó a trabajar en una inmobiliaria y una mueblería infantil: «Quería que la música fuera mi trabajo principal. Vi que algunos colegas estaban cerrando contratos con cruceros, y pensé que yo también podría ser bueno para el laburo: me llevo bien con el idioma inglés y con la gente».

Decidido a embarcarse, y luego de varias audiciones fallidas, Sombielle dio en la tecla cuando encontró un «cuarteto lounge» al que le faltaba pianista. Su incorporación al grupo fue tan repentina que, de las doscientas canciones del repertorio, pudo estudiar solo diez. Lo salvó el jazz y su principio de versatilidad: «El jazz, además de elementos técnicos, teóricos y estructurales, tiene un fundamento lúdico, de libertad. Incluye mucha práctica ‘de oreja’: sacar temas, descubrir patrones. Y esto es un requerimiento muy importante para tocar en un barco. Acá la cuestión no es tocar perfecto, sino que la gente esté contenta y que ‘la rocola siga andando'», explica el músico.

El 73%  de los músicos tiene dificultades para mostrar su obra en vivo, al 49% le cuesta acceder a becas o subsidios, el 44% dice padecer la precarización laboral y el 37% no cuenta con ninguna cobertura médica.

Las «lounge bands» (bandas de salón) son una formación musical de mucha presencia en los bares, restaurantes y espacios comunes de un crucero. Su repertorio es suave e incluye piezas de jazz, bossa nova y chacha, aunque no puede omitir los clásicos internacionales ni las sugerencias del público: «Una vez, en pleno show, se me acerca un pasajero al piano para preguntarme: ‘¿No te sabes una de Elvis? Yo le respondo y nos ponemos a elegir una canción que le guste, todo esto mientras seguimos tocando. En una pausa, le informó del cambio a la cantante, que presenta el tema saludando al pasajero. Esta es una situación típica tocando a bordo: la lectura del escenario, de la gente, de lo que está buscando».

Trabajando en un crucero, el objetivo final del músico no es la realización artística sino el entretenimiento. Para Sombielle, entender esto es fundamental: «Tocar entre dos y cinco veces todos los días construye una relación de convivencia con el público, una dinámica que no existe en ninguna ciudad. En definitiva, son tus clientes y vienen a pasarla bien. Si no están entretenidos, ‘moviendo la pata’, hay algo que estás haciendo mal». De todas formas, y para no quedar reducido a la sola reproducción de un cancionero, el músico siempre puede buscar ventanas de creatividad, que según Sombielle son el mejor escape de la monotonía y el tedio.

Sombielle trabajó para las compañías Holland America Line y Celebrity Cruises. Dio toda la vuelta a Latinoamérica, cruzó el Atlántico y conoció Europa junto con su banda, Ocean Beat. Hoy, co-dirige un emprendimiento que asesora a cada vez más músicos interesados en zarpar y, desde su posición, reconoce los principales motivos de esta tendencia: «Los músicos se fascinan por un conjunto que parece de ensueño: que te paguen en dólares por viajar y tocar música, sin tener que buscar público ni vender entradas. Es un respiro enorme dejar de hacer malabares siendo músico, community manager, sonidista y plomo al mismo tiempo».

Pero el alivio es siempre parcial y suele dar espacio a otras dificultades, cómo “la falta de privacidad y libertad que implica vivir donde trabajás. Tus tareas nunca terminan, porque además de ser músico sos un marinero, como todos los empleados del barco, y eso te tiene en un estado de alerta muy pesado”.

El show debe continuar

Francisco Riera cursaba la carrera de Músico Profesional cuando un amigo bajista lo invitó a su proyecto de partyband como cantante. La idea era ensamblar un repertorio de hits bailables y presentar una audición por video. Riera no quería perderle el ritmo a sus exámenes, pero el contrato llegó a los dos días. «Fue muy shockeante. Yo estaba terminando el cuatrimestre y además mi hermano recién había vuelto al país después de mucho tiempo. La situación es complicada, porque si decís que no después no hay certeza de que te vuelvan a llamar. La primera vez que surge lo tenés que agarrar sí o sí», explica.

Mientras que una lounge band tiene la sutil tarea de suavizar con su repertorio los distintos espacios del crucero, las partyband se encargan casi exclusivamente de poner a los pasajeros a bailar rock, pop, funk, disco o lo primero que funcione. Un mal paso puede apagar la fiesta, así que la coordinación milimétrica y los gestos de personalidad sobre el escenario no deben faltar.

¿Cómo puede un profesional de la música mantener su más alto nivel dando tres shows al día, seis días seguidos? Para Riera, el desafío fue interesante: «El barco es el mejor lugar donde un músico puede entrenar; porque no solo implica tocar todo el día todos los días, es hacerlo frente a una audiencia, que no es lo mismo que practicar en tu cuarto. Cambia mucho la relación con tu instrumento al trabajarlo con semejante intensidad, te da la posibilidad de conocerlo al máximo detalle. En mi caso, siendo cantante, tengo que estar sí o sí al 100% a nivel corporal, y la experiencia me ayudó mucho a administrar mi voz para no quemarla en el primer show». Con todo lo aprendido, si bien considera volver a zarpar, de ninguna manera aceptaría otro contrato de cinco meses. «No quiero abandonar mis proyectos por tanto tiempo».

Según datos oficiales, el Puerto de Buenos Aires recibe alrededor de 100 cruceros con 400 mil pasajeros por temporada. El año pasado, la incidencia de los puertos nacionales en la actividad turística fue muy exitosa: se recibieron 570.007 pasajeros, dejando definitivamente atrás las complicaciones que el sector experimentó en la pandemia.

Los sonidistas también se embarcan

Cables, perillas, parlantes y más cables; no todo lo que pasa en la música tiene que mostrarse. Jerónimo Otranto se ocupa de los puntos ciegos: es productor musical, técnico de grabación y mezcla, sonidista. Desde la pandemia, reconoce un «privilegio» en poder dedicarse de lleno a la música, seleccionando canciones para una radio, trabajando en su home estudio y en una empresa de audio. Cuando vio en LinkedIn la posibilidad de aplicar para un crucero, pensó: «No tengo nada que perder, lo peor es que no salga».

Entró al Princess Cruises como asistente de producción, un engranaje crucial para que los shows arranquen y las bandas suenen. «Yo era un comodín. Hay un problema, me llaman y lo resuelvo: ‘Alguien conectó mal un cable, alguien no sabe programar la consola, alguien directamente se olvidó de que había show’. Es estar a las corridas por todo el barco, resolver problemas espontáneos y atender a la comodidad de los músicos, para que no tengan que hacer nada más que tocar».

Lo que llama la atención, más que la versatilidad del puesto, es el tiempo en escena: las jornadas como asistente pueden ser de hasta once horas diarias. Otranto terminó su contrato como encargado de un club de jazz, donde pudo refinar su criterio como sonidista, intensificar su práctica y fortalecer su repertorio con muchos estilos, aunque también reconoce cierta «sobredosis de música».

¿Por cuánto te irías?

Para todos los profesionales de la música que deciden pausar su vida en Argentina y trabajar en un crucero, la variable económica es decisiva. Los sueldos parten de los dos mil dólares por mes y, al contar con hospedaje y servicios básicos cubiertos, existe la posibilidad de ahorrar prácticamente el 100% del salario. Para un músico como Otranto, esto permite «acortar distancias. Pude invertir en equipamiento que trabajando en Argentina sería impensado. El hecho de irse no es cualquier cosa, pero puesto en la balanza con la capacidad de perfeccionarse en lo que uno ama, ahorrar, e invertir… es el equivalente a jugar en primera».
No obstante, estos contratos de élite son cortos: por lo general, van de dos a seis meses. Y es acá donde Joaquín Sombielle reconoce las dificultades de bajar a tierra: «El precio más grande que pagas por irte es que, al volver, tenés que reinventarte sí o sí. Sí, te fuiste seis meses y ganaste buena plata, pero sin otro contrato en la puerta, hay que armar de vuelta un montón de kioscos para vivir de la música».