La memoria en donde ardía

La memoria en donde ardía

Un grupo de operarios inició este sábado una limpieza en el extaller clandestino de Luis Viale al 1200, donde hace 18 años murieron seis personas, entre ellos niños y una mujer embarazada. Una sobreviviente logró impedir que arrojaran lo que quedaba de ellos a un volquete.

En Luis Viale 1269 grandes carteles del Gobierno de la Ciudad tapan el horror de una masacre. Detrás de maderas apenas agarradas con alambre, se encuentra la puerta al extaller clandestino donde esclavizaron a 65 hombres, mujeres y niños. Seis de ellos fallecieron en un incendio evitable. Los empresarios responsables de ese local, Daniel Alberto Fischberg y Jaime Geiler, siguen impunes tras 18 años. 

“El día 4 de mayo ingresaron para ‘limpiarlo’ a pedido de Fishberg, dueño esclavista del lugar. Han ultrajado y pisoteado la memoria de una mujer embarazada y cinco niños que murieron aquí calcinados por el fuego de la codicia patronal”, relata Alfonsina, integrante de la Comisión Luis Viale que organizó la conferencia. Junto a ella se encuentra Lourdes Hidalgo, sobreviviente. Cuando toma la palabra, unas 40 personas escuchan con atención sobre la vereda. Corre un viento otoñal, el sol ya no calienta a las cuatro de la tarde.

-Siento mucha impotencia y tristeza por lo que pasó el sábado. Vi los restos que quedaron en este lugar. Vi el cochecito donde descansaban los niños. Vi las mantitas- su dolor da lugar a una pausa eterna y el silencio pesa en el aire. Recuerda el volquete donde días atrás escarbó desesperada para rescatar las pertenencias de sus compañeros que, como basura, eran arrojadas entre los escombros. Piedras, polvo, pero también documentos de identidad, etiquetas de ropa, retazos de jean, que daban cuenta del sometimiento sufrido.

En el piso de arriba dormían las familias, provenientes de Bolivia, que cosían sin parar y vivían hacinadas con un solo baño disponible. Desde allí se extendieron las llamas aquel 30 de marzo de 2006, producto de un cortocircuito en un televisor. En la planta baja estaba la oficina de los cómplices de las muertes, los capataces. Lugar por donde este sábado empezaron “la limpieza”.

-Ha sido una buena excusa, una gran mentira para borrar las evidencias. Pero no vamos a callar, tendrán que pasar sobre mi cadáver- exclama Lourdes aferrada al micrófono. 

Con esa convicción impidió que los trabajadores enviados por Fischberg terminaran su tarea, tal como relata Manuel Saralegui, secretario del PJ de Caballito, y vecino: “Intentábamos frenar la situación y explicarles lo que estaban haciendo, entonces llegó a Lourdes y cuando se paró en la puerta del taller su testimonio fue tan potente que no se pudo volver a entrar”.

En la actualidad, según cuenta la abogada Paula Alvarado Mamani, dos causas permanecen abiertas: una en el ámbito civil, en el fuero Contencioso Administrativo contra el GCBA, y una sucesión. Además, aunque se cerró una causa penal y los dueños de las empresas fueron sobreseídos, todavía se prohíbe sacar cosas del inmueble. En los expedientes no figura ningún informe ni orden de limpieza, afirma Paula. En base a esto, interpusieron el lunes pasado una cautelar de protección al espacio.

Desde temprano, una patrulla de la policía del GCBA se encuentra estacionada a media cuadra. Monitorean, no vaya a ser que el tránsito se vea interrumpido. “Suelen pasar caminando, es la primera vez que vienen con camioneta”, comenta Alfonsina con la mirada perdida en la luz azul de la sirena. Otras patrullas pasaban por el mismo lugar años atrás. Lejos de denunciar lo que veían, cuenta Lourdes que los oficiales pedían sus talles de pantalón y los cargaban en el baúl. La misma actitud tenían los inspectores que decidían aprobar la habilitación del lugar.

“Expropiación y patrimonialización ya” es el reclamo que se lee en pancartas y en un mural sobre la construcción. De la conferencia participa Mónica Macha, diputada nacional. Junto a Paula Penacca presentaron el proyecto para convertir el lugar en un Sitio de Memoria. “Seguimos trabajando en el Congreso para lograr el tratamiento. Era complicado hasta el año pasado, más difícil ahora por el contexto político, pero no vamos a dejar de pelearla- declara Macha al respecto-. Es importante en la búsqueda de la justicia y para sentar un testimonio de lo que ocurrió y en las condiciones que los hacían trabajar”.

En este contexto, el oficialismo busca aprobar en el Senado la Ley Bases, que implicaría un retroceso en materia de derechos laborales. Desde la comisión sostienen que lo ocurrido el fin de semana representa “un ataque a todo el movimiento obrero, a todos los que hoy luchan contra los despidos, por un salario y un trabajo digno contra este gobierno”.

Para dar cierre al acto, Lourdes invita a los presentes a que la acompañen en una vuelta a la manzana: ”Hagamos una ronda, como nos enseñaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. No cortemos la calle , mas que nada por la persecución y discriminación hacia nosotros , migrantes extranjeros, como nos llaman. Buscan la excusa de armarnos causas y deportar, pero yo estoy orgullosa de mi piel morena. Orgullosa de mis tradiciones. Vine con orgullo al mundo, con orgullo, moriré junto a ustedes por nuestros compañeros y sus hijos”.

Lourdes se ubica delante de la columna, junto a Mónica Macha, y juntas sostienen una tela que reza “La memoria de las víctimas de la masacre de Luis Viale no se toca”. A sus espaldas, el resto toma carteles con frases y máquinas de coser pintadas. Una compañera reparte  telas con tinta roja, como la sangre que mancha la ropa de Fischberg y Geiler.

La marcha comienza en dirección a la calle Paysandú. Algunos automovilistas se quedan mirando, leen en los carteles: “Migrar no es delito”, “la precarización laboral mata”. Otros pasan con indiferencia. Alfonsina se encarga de gritar con un megáfono los nombres de las víctimas: “Juana Vilca de 25 años y embarazada de ocho meses , Wilfredo Quispe de 15 años, Luis Quispe y Rodrigo Carabajal de cuatro, Elias Carabajal de diez años y Harry Rodríguez de tres años”.

El grito de “¡Presentes!” hace avanzar al grupo hasta detenerse frente a Galicia 1241. A solo 150 metros, Daniel Fischberg todavía tiene en funcionamiento otro taller. “Asesinos”, descarga de repente un vecino desde la esquina. Mientras, una joven y sus perros quedan atornillados en su lugar cuando ven a Lourdes tomar el megáfono:  “Señores vecinos sepan que en esta calle tienen a los responsables de las muertes de mis compañeros y sus hijos. Fishberg y Geiler mataron por su ambición. Memoria y justicia por las víctimas. El taller de Luis Viale no se toca”.

 

Almorzando con Toto Caputo

Almorzando con Toto Caputo

Organizaciones de Tigre y Zona norte marcharon hasta la casa del ministro de Economía de la Nación para realizar una olla popular y protestar por el ajuste al que está sometiendo a la población.

En el marco del paro general del 9 de mayo, diferentes agrupaciones de Tigre y Zona Norte se movilizaron al mediodía hasta la entrada del Club Newman, el barrio privado donde reside el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, para protestar contra el ajuste y el endeudamiento del país ante el FMI. Oradores de diferentes espacios tomaron el micrófono y sus palabras fueron transmitidas a través de la Radio Cooperativa La Reconquista. Además, la movilización contó con una olla popular y una performance de la agrupación Unidxs por la Cultura.

Es un día fresco pero soleado en Benavidez. En la intersección entre la avenida homónima y la avenida Perón, a las 11 de la mañana, manifestantes portando pecheras de SUTEBA, de Tribuna Docente y de ATE, entre otros, se disponen a comenzar la marcha hasta el Club Newman, que se encuentra a un kilómetro de distancia. “Que sepan que no van a poder seguir haciendo lo que están haciendo sin que el pueblo se levante”, dice el representante de SUTEBA Tigre Alfredo Cáceres a través de un megáfono.

En diálogo con ANCCOM, la refrente de SUTEBA Tigre Gabriela Toloza Ferret habla sobre lo que motiva la movilización: “Lo que se expresa en cada una de estas luchas es lo que está atravesando día a día cada uno de les compañeres, de las compañeras, ya sea desde el marco de trabajo registrado, como de las economías populares, las disidencias en los territorios. Y hay mucha bronca, hay mucha bronca, porque el ajuste es brutal, porque van contra nuestros derechos porque saben que la organización es justamente la fuerza de los sectores más oprimidos y porque promueven el individualismo. Y la respuesta es esto, es la actividad colectiva, una olla, que tiene como psicología la representación del conjunto. Una olla se comparte, no se cocina para uno solo”.

Durante la marcha, se oye principalmente el canto “Te queda poco peluca botón / a vos te queda poco peluca botón / Nos cagamos de hambre / Vas al FMI / Reprimís laburantes / Te tenés que ir”, pero también suenan otros como “Para que todos se enteren / Que este pueblo no transa / Pone el pecho y se la banca / Contra ajuste y represión / Por aumento de salarios / Contra el Fondo Monetario / Paro y movilización” y “Caputo, basura, vos sos la dictadura”.

Una vez que la movilización llega hasta el Club Newman, los manifestantes se encuentran con una gran cantidad de policías posicionados frente a la entrada del barrio privado, a pesar de que se trata de una movilización pacífica. Cáceres toma el megáfono nuevamente para explicar la actividad que se realizará: La radio cooperativa La Reconquista transmitirá las palabras de oradores de diferentes agrupaciones, fábricas, sindicatos y más. “No es menor poder hoy, en una jornada como esta, plantear una actividad semejante, porque decir qué intereses representan los que viven acá es importante”, expresó Cáceres.

Cáceres le entrega el megáfono a Toloza Ferret, quien llama a que los oradores se acerquen y se anoten en la lista.“Es necesario ponerlo en palabras, es necesario que esa bronca que masticamos a diario sea puesta al servicio de la lucha y que hoy podamos socializar todas esas cuestiones que estamos viviendo día a día”, expresa Toloza Ferret. Un poco después, se da comienzo a la actividad y el megáfono es reemplazado por un micrófono, que pasa de mano en mano a medida que Toloza Ferret llama a quienes pidieron la palabra.

“Este gobierno dijo que iba a venir a atacar a la casta ¿Y a quién vino a atacar? Vino a atacar a los más pobres, a los que ganamos doscientos, trescientos mil pesos por mes, un poco más, pero vino a atacar a esos. Y miren qué casualidad ¿Dónde viven ellos? ¿Y dónde vivimos nosotros?”, expresa Jorge Montenegro, representante de un sector de jubilados, micrófono en mano. “Los que son vecinos históricos de Benavidez saben que (el espacio) se lo robaron al Patronato de la Infancia donde vivían chicos que tenían muy pocas cosas”, agrega, y concluye: “Quiero recordarle a Caputo, a su gobierno, a Milei, que todo termina. Que el gobierno de él va a caer”.

Otro de los oradores es Ramiro Tissera, representante de Tribuna Docente: “El gobierno nacional quiere aprobar una reforma laboral y una nueva Ley de Bases que claramente quiere profundizar el plan de guerra de los sectores capitalistas, de los sectores que fugan la guita, contra la clase obrera. Claramente lo que demuestran las movilizaciones populares que se vienen desarrollando, como fue el 23 de abril, donde millones en todo el país salimos a movilizarnos por la defensa de la educación pública, demuestra que es el camino para hoy derrotar a este gobierno”.

También toma el micrófono Giselle Santana, representante del INTI y Opinión Socialista, entre otros: “Esto es muy simbólico. Puede parecer que es una actividad pequeña, pero es profundamente simbólica y política. Nos está marcando cuál es el camino: La unidad de la clase trabajadora, de la clase obrera, ocupada, desocupada, jubilada, de la economía popular, contra los patrones que nos quieren sacar absolutamente todo. No vamos a permitir que nos roben una sola conquista, no vamos a permitir que nos sigan sacando absolutamente todo, hay que salir a enfrentar, además, esta ley que no es una Ley de Bases, es la ley de clases, es la definición de un país hecho en colonia. Es la esclavitud para todos los trabajadores y las trabajadoras, fundamentalmente para las trabajadoras, a quienes nos dicen que nuestro trabajo no existe, a quienes nos roban la posibilidad de jubilarnos”.

Finalmente, Gastón Ayala, el secretario general de ATE Tigre, y María Elisa Salgado, secretaria general de SUTEBA Tigre, cierran el acto. Ayala expresa que “esto es una muestra de lo que venimos trabajando y lo que tenemos que seguir trabajando y cuidando, que es la unidad de todos los trabajadores y trabajadoras ocupados, desocupados, jubilados, jubiladas, trabajadores de empresas privadas, fábricas, docentes, auxiliares y todos los trabajadores y trabajadoras que construimos con las manos este país”. Salgado le sigue y explica: “Este Caputo que vive acá, tiene alrededor barrios enormes, en los que no se ha construido un aula, ni una escuela desde el año 97 ¿Y por qué? Por estos tipos que nos metieron al Fondo Monetario y nos metieron la deuda. No hay plata para construir lo que se necesita. Entonces los pibes de la 32 del Arco están desde hace años esperando cuatro aulas que todavía no cumplieron. La gente del barrio La Mascota, que está detrás de este country, no tiene todavía jardín de infantes” y concluye que “el día que se trate la ley tenemos que ser millones en el Congreso y en todo el país. Si ellos quieren ir contra nosotros, nosotros vamos a pararles el país. Estos vienen por todo y nosotros tenemos que defender con toda la fuerza”.

Ya pasado el mediodía finaliza la lista de oradores, es la hora del almuerzo; el merendero Gauchito Gil del barrio Las Tunas abre la olla popular, frente a la que rápidamente se forma una fila de personas para recibir un plato de guiso de lentejas y pan. Mientras tanto, representantes de Unidxs por la Cultura Zona Norte ofrecen stencils y preparan su performance para cerrar la manifestación frente al Club Newman con poesía y música. Luego de que el guiso se termine y la música deje de sonar, los manifestantes emprenden el camino de vuelta al punto de partida para dar fin a la manifestación.

Los amigos de Mugica

Los amigos de Mugica

A 50 años de su asesinato a manos de la Triple A, vecinos de la Villa 31 -actuales y de otras épocas- recuerdan la vida cotidiana junto al cura de los pobres.

“Llegué a la Villa 31 a mis 12 años. Teníamos una habitación y un colchón para tres. No teníamos tele ni radio, ni siquiera cocina. Mis papás enseguida consiguieron trabajo y yo me la pasaba sola, por eso conozco la villa de punta a punta”. La que habla es Miriam Ríos, quien ahora tiene 64 años, pero recuerda su infancia en el barrio con nitidez. “Para mí la villa era una casa grande con patio. Escuchaba las campanas de la capilla porque vivía a una cuadra, por eso iba siempre a misa, y ahí fue cuando conocí al padre Mugica”, completa.

Esto fue en 1972, dos años antes de que lo asesinaran a la salida de otra misa que daba en una iglesia en el barrio porteño de  Villa Luro. “Era una persona muy tierna y cálida, todos los chicos nos peleábamos por agarrar la mano de él al rezar”, detalla Miriam.

Como ella, también están Aniceto Mogro, que tiene 70 años, y Horacio Hilario López, de 73. Los tres viven actualmente en diferentes ciudades, pero algo tienen en común: recibieron a uno de los curas villeros más influyentes de Argentina en sus primeros pasos por la Villa 31. Hoy esta historia los une y los enreda en una amistad profunda, llena de imágenes, historias y anécdotas.

ANCCOM habló con quienes conocieron a Carlos Mugica como amigo antes que como cura. Ese chico rubio, de ojos claros, porteño, que no reconocían y que con los años se volvería su compañero y confidente. Ese cura que, con el tiempo, lograría habitar un barrio que terminaría llevando su nombre.

El día es sábado. Los invitados son varios, más de veinte. El motivo es el aniversario número 50 del asesinato de Carlos, quien los vio crecer a cada uno de ellos y hoy los reúne en un almuerzo en el comedor de Teófilo “Jony” Tapia en el Barrio Mugica, más conocido como la Villa 31. Llegan de diferentes puntos de la provincia de Buenos Aires en autos, trenes y colectivos. No fue una decisión dejar de vivir allí: se tuvieron que ir, en su mayoría, al conurbano producto de la erradicación que hubo en la Villa 31 durante la última dictadura militar.

A medida que llegan se saludan y se reconocen. Los años pasaron, pero aún conservan sus apodos de la infancia, esos por los cuales también los conoció el sacedorte. Los abrazos son largos como el tiempo que pasaron sin verse. Comparten un plato caliente de estofado y una oración en nombre del padre Mugica.

Horacio recuerda la presencia de Carlos con cierta ambivalencia, como un extraño que se hacía sentir propio. “Empezó a andar como si nada, como un chabón común y corriente. Tenía una pinta de la gran puta, si vos lo veías a Carlos, te enamorabas”.  Para él, Carlos nunca pasó desapercibido, incluso dice que fue el primer cura que le cayó bien. “Como mis padres eran muy católicos, estábamos obligados a ir a misa todos los domingos, no quedaba otra. Entonces empecé a ir a la capilla del barrio, y ahí estaba siempre él”, dice.

Carlos Mugica fue muy cercano a la familia de Horacio, tanto que contrató a su madre como cocinera en su casa en el barrio porteño de Recoleta. “Mi mamá me contaba que él no entraba por la puerta principal, sino por la puerta del servicio. Y no comía con los padres; comía con mi mamá en la cocina, donde comían los sirvientes”, recuerda.

Pelota y corazón

Si había algo que compartían los chicos de la 31 con Carlos, además de los días en la capilla, era el fútbol. Incluso este los solía invitar a jugar y pasar la tarde en su casa en Recoleta. En la cancha no importa quién sos y eso se notaba en estos partidos, que solían volverse calientes y con rispideces. “Me acuerdo que una vez alguien le pegó una patada fuertísima, y él se enojaba, incluso casi que llegaba a putear, pero al instante decía ´perdoname Señor’, juntando sus manos y mirando al cielo. Nos hacía reír a carcajadas todos”, dice Horacio.

Carlos Mugica le regaló sus primeros botines. “Yo me estaba probando en Racing y trabajaba en un mercadito sobre Las Heras y Pueyrredón. Él vivía en la esquina, entonces todos los días lo cruzaba a Carlos. Cada vez que me veía, me gritaba: ‘Dale, negrito, ¿vos sabés lo lejos que vas a llegar?’”. A su vez, lo describe como “un tipo sensible, tranquilo, que se cagaba de risa y contaba chistes”. La vocación de Carlos estaba dentro de la capilla, pero no era solo eso: pensaba actividades por fuera de ella y con los chicos, como cualquier grupo de amigos. “Él siempre decía: ‘Terminé de ser cura. Me saqué la sotana. Ahora soy Carlos’”, agrega Horacio.

Foto con historia

“Hay una foto que apareció muchos años después, o por lo menos yo la descubrí muchísimo después de su muerte. No sabemos ni quién la sacó”, relata Aniceto. “Fue un domingo a la tardecita. Inicios de los 70, éramos chicos y nos dice: ‘Che, chicos, ¿no quieren venir a ver una película?’”. En ese momento íbamos seguido a cines que estaban ubicados sobre la calle Lavalle o Florida. No me acuerdo el nombre de la película, pero era sobre la historia de un cura que trabajaba en las favelas. Lo que me acuerdo es que él se quedó con nosotros y la vimos todos juntos”.

Otra vez, pero ahora desde las palabras de Aniceto, aparece una manera ambivalente a la hora de describir a Carlos: “Era distinto, no sé cómo decirlo, era un loco lindo, revolucionario. Él se dio cuenta que era parte de todo esto de lo que también éramos parte nosotros”.

Ni santo ni héroe

“Carlos era primero ser humano, y después hijo de Dios. No te puedo decir que fue un santo, fue un ser humano que realmente vivió para la gente, que entregó la vida para la gente”, dice Horacio entre lágrimas. “Yo era muy chico cuando lo conocí, pero a medida que fui creciendo, tuve esa imagen de grandeza de él, de que no caminaba al divino cohete, sino que caminaba de verdad”. Tenía recién 10 años cuando conoció a Mugica, pero con el tiempo identificó que no se trataba solo de un cura. “Desde el primer día que vino empezó a hablar con todo el mundo: o te juntabas por fútbol, o por religión, o por política. Carlos era todo junto”, dice. Por su parte, Aniceto complementa: “Yo siempre agradezco la política, no la política en sí, sino la llegada de Carlos. A medida que nos íbamos involucrando, había una sensación de que había que estar”.

La muerte de Carlos fue impactante, pero no inesperada. Las amenazas comenzaron cuando renunció como asesor de Villas en el Ministerio de Bienestar Social. En un principio, Carlos había asumido el cargo ad honorem en representación de los vecinos de la 31. Uno de los objetivos que tenía, era llevar a cabo la construcción de viviendas y que sean los propios vecinos quienes participen de las obras organizados en cooperativas populares. Pronto esta idea entró en conflicto y trajo discrepancias y enfrentamientos con el ministro -y jefe de la Triple A- José López Rega, ya que este quería que la construcción de las viviendas quedase a cargo de empresas privadas.

 Mugica fue asesinado poco después de esa renuncia. Luego de salir de la parroquia porteña San Francisco Solano, un integrante de la Triple A lo mató con 14 disparos de  ametralladora, tal como demostró la Justicia argentina. El crimen anticipaba una época sangrienta que terminaría de tomar forma con la última dictadura militar de nuestro país en 1976.

La memoria

Sus amigos conservan los recuerdos de una manera difusa. Algunas fechas no son exactas sino aproximadas, pero hay huellas que no se olvidan. Carlos Mugica es una especie de ausencia viva, presente en todos los que lo vieron llegar y convertirse en una de las personas más influyentes de nuestro país. Sus restos descansan en la Parroquia Cristo Obrero, ubicada en la Villa 31.

“Caros no murió, acá está muy vivo. Se fue su cuerpo, pero todo lo que dejó vive en el barrio. Es, fue y será un grande. No por su santidad, sino por su humanidad”, concluye Horacio.

A 50 años de su asesinato, el legado de Mugica sigue más presente que nunca. Es por ello que este domingo se llevará a cabo una caravana hasta el Luna Park, en Retiro, donde habrá una misa y un festival que incluirá murga y música en vivo, desde las 13 y 30.

«Fue un paro contundente»

«Fue un paro contundente»

La CGT realizó su segundo paro nacional en rechazo a las medidas del Gobierno de Milei contra los trabajadores. Se registró una alta adhesión en las grandes ciudades, principalmente en los sectores del transporte, la educación, la salud y la industria.

El paro nacional de 24 horas convocado por las centrales obreras fue contundente, con una masiva adhesión del sector del transporte. En conferencia de prensa, Héctor Daer, uno de los miembros del triunvirato que encabeza la CGT, subrayó que “el ajuste recayó sobre los sectores más vulnerables y se cortaron los planes asistenciales de todos los comedores”, incluyendo la suspensión de planes de ayuda alimentaria y la cancelación de numerosas obras de infraestructura urbana que afectaron a trabajadores y cooperativas.

“Y con este proyecto de ley (en referencia a la Ley Bases), si se llegara a aprobar, una cantidad de trabajadores pasarían de la formalidad a un esquema legal de informalidad”, agregó. También enfatizó la necesidad de que Diputados derogue el decreto 70/23: «El DNU es el instrumento que le da legalidad a lo que pretenden hacer con la empresa Télam o lo que están llevando adelante con un montón de instituciones del Estado”, manifestó.

El dato más significativo de la jornada fue la interrupción casi total del transporte público. La Unión Tranviarios Automotor (UTA), La Fraternidad y Metrodelegados demostraron su compromiso con la medida y colectivos, trenes y subtes no estuvieron prácticamente en funcionamiento.

Por su parte, Pablo Moyano, dirigente de Camioneros y otro de los integrantes del triunvirato, elogió a las delegaciones regionales de la CGT del interior del país por el alto acatamiento al paro en muchas provincias. «Fue un paro contundente», afirmó. “Han abierto algunos negocios, pero estuvieron vacíos, los colectivos también iban vacíos”, añadió, en alusión a las empresas que desafiaron la medida de fuerza, y sugirió que, pese a la presión gubernamental sobre ellas, la gente en general mostró su respaldo.

Moyano también le apuntó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “Le dolió el paro –dijo–, si hubiera sido tan fracaso o débil, como dijo la ministra, no tendría necesidad de responderlo». Según Moyano, hay un creciente rechazo social y un descontento generalizado en la población. «Todas las movilizaciones de distintos sectores de la sociedad son cada vez más masivas», señaló.

 

El 80 por ciento de las estaciones de servicio adhirieron al paro, tal cual indicó el secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicio, Carlos Acuña, el tercer triunviro de la CGT, en diálogo con ANCCOM. Acuña alertó sobre la discrepancia entre los aumentos generalizados y la falta de homologación salarial: «Hoy nos están negando un 9 por ciento de aumento, cuando ellos aumentaron el combustible el 400 por ciento en el año». Anticipó además que su gremio se encuentra negociando con la patronal y tienen una cita el 20 de mayo en el Ministerio de Trabajo para fijar la paritaria. “Estamos facultados para convocar un paro en la venta de combustible a nivel nacional si no se alcanza un acuerdo”, aseveró.

Los trabajadores de la salud, la educación y la industria se plegaron masivamente al paro. Tanto los hospitales públicos como los privados operaron con personal mínimo y atendiendo sólo emergencias. La Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) informó que la suspensión de clases en todas las escuelas públicas del país fue total. Sergio Romero, secretario general de la Unión Docentes Argentinos (UDA), expresó su preocupación por la reducción sin precedentes en el presupuesto educativo y los salarios que apenas cubren las necesidades básicas. “Hay provincias que están con un salario mínimo de 200 mil pesos», contó. La ministra de Capital Humano, Sandra Petrovello, a cargo del área educativa, les prometió «recomponer el ámbito paritario”. “Espero que se cumpla, porque necesitamos esa negociación”, puntualizó Romero. El 90 por ciento de los docentes del país adhirieron a la medida de fuerza.

El paro nacional fue parte de un plan de lucha que continuará. Pablo Moyano dejó abierta la posibilidad de una nueva movilización cuando se trate el proyecto de Ley Bases en el Senado. “Todos los sectores lo están pidiendo”, concluyó.

Jubiladas pero no pasivas

Jubiladas pero no pasivas

Bajo la consigna «Ni una jubilada menos», el colectivo feminista organizó una acción frente al Congreso para exigirle a los senadores que rechacen la Ley Bases que da por tierra con la moratoria.

El colectivo Ni Una Menos realizó una acción callejera frente al Congreso de la Nación bajo la consigna “Ni una jubilada menos”. Participaron legisladores, diputados, agrupaciones políticas, sindicatos y jubiladas autoconvocadas. Un inmenso cordón policial rodeó la pacífica manifestación desde su inicio.

La manifestación en la Plaza de los dos Congresos fue para rechazar el proyecto de ley Bases y, en particular, el artículo que deroga las moratorias previsionales, que dejaría a 9 de cada 10 mujeres de nuestro país sin jubilación. “Lo que está intentando hacer el Gobierno es ahorrarse dinero, en vez de sacarle a los ricos y poderosos, se los saca a las jubiladas y a las trabajadoras de la economía popular para pagar la deuda y costear las fiestas financieras del sector especulador –expresaron desde la organización–. Estamos acá para decirle al Senado que los y las jubiladas estamos mirando, y que tienen que rechazar esta ley porque no tiene ni un punto a favor del pueblo trabajador y mucho menos de las mujeres”.

Lucía, integrante de Ni Una Menos y vocera principal de la convocatoria, señaló: “No se puede salir a caminar por la Ciudad de Buenos Aires sin toparse con un sector afectado por las políticas de este Gobierno. A los senadores les exigimos el rechazo de la Ley Bases. La patria no se puede vender, el pueblo los va a condenar si lo hacen”.

Yamila, secretaria de Género de la CTA, remarcó que la convocatoria surgió de los feminismos y de todas las organizaciones que forman parte del movimiento feminista para plantear un absoluto rechazo a la Ley Bases, y particularmente denunciar que su aprobación implicaría, entre otras cosas, la caída de la moratoria jubilatoria, la cual, según ella, “había sido, hasta ahora, un logro fundamental, al ser el reconocimiento de un trabajo que hacemos en nuestros hogares, en nuestras familias y comunidades que no es remunerado pero que es un trabajo, y por lo tanto implica el derecho a una jubilación digna”.

A las consignas de “Ni una jubilada menos, abajo el DNU y el ajuste”, se agregó el reclamo al Senado para que vote en contra de la Ley Bases, y a Diputados para que rechacen el decreto 70/23. “Estas políticas –subrayó Yamila– suponen la desarticulación del Estado en todas las áreas que se necesitan para la protección y la promoción de los derechos, impulsan un programa de extranjerización y privatización de la economía argentina, que a su vez implica un mayor empobrecimiento de nuestra población, pérdida de soberanía, privación de capacidad a la hora resolver qué hacemos con nuestros recursos y de generar un proceso de redistribución de la riqueza que es absolutamente necesario y que es la única manera en que podemos pensar un futuro mejor para todos todas y todos”.

Decenas de jubiladas se manifestaron codo a codo con las nuevas generaciones que apoyan su lucha. Gloria González, jubilada autoconvocada, es el ejemplo de lo que viven miles de mujeres de todo el país: “Sin la ayuda de mis hijos, no podría llegar a fin de mes, sin ellos me estaría muriendo de hambre. Me preocupa pensar cómo harán las jubiladas y adultos mayores que están solos y no tienen el sostén de nadie. Puedo pagar mis medicamentos gracias a los descuentos que encuentro. ¡Menos mal que por ahora solo necesito unos cuantos! No sé cómo haría para afrontar los gastos si necesitara mayor cantidad”. Para Gloria, la crisis está golpeando a toda la población y muy fuerte, ya que los comedores barriales no dan abasto, la juventud no encuentra oportunidades laborales, miles de personas han sido despedidas, y ahora los jubilados no llegan a fin de mes. “Los jubilados muchas veces necesitamos medicamentos para no morir, pero no nos alcanza para vivir. No sé cómo va a terminar todo esto”, dijo.

El diputado nacional de Unión por la Patria, Pablo Carro, acompañó la movilización porque considera imprescindible que el Senado rechace la Ley Bases, al no ser un proyecto que presente un solo artículo para beneficiar a los trabajadores. “La eliminación de la moratoria jubilatoria es un atentado contra las mujeres. La gran mayoría de ellas no se va a poder jubilar. Quieren reemplazarla con una pensión que es mucho más baja que la jubilación mínima, y además subir la edad jubilatoria a los 65 años”. Carro enfatizó el no reconocimiento y puesta en valor de los años que las mujeres han dedicado a prestar servicios. De ser sancionada, la ley desconocería por completo el trabajo que han hecho –y continúan llevado a cabo– dentro del hogar, atendiendo a los hijos, a los enfermos, encargándose de las tareas de cuidado, de limpieza, que tienen que ser reconocidas y remuneradas. La jubilación es un derecho aprobado por nuestra Constitución, afirmó Carro, y debe respetarse.

Acerca de las motivaciones que podría tener el Gobierno o el bloque de La Libertad Avanza para impulsar la ley, agregó: “Simplemente lo que se busca es hacer daño, instalando en la sociedad la idea de que hay personas que son descartables, y que si no han podido a lo largo de sus vidas juntar el dinero para mantenerse no tienen lugar en ella. Por eso lo que estamos discutiendo hoy es qué tipo de Argentina queremos. Yo quiero una Argentina que cuide a sus mayores, a sus jubiladas y a sus jubilados. Ojalá los senadores y las senadoras digan lo mismo”.

Otro diputado presente fue Juan Marino, militante y fundador del Partido y Unidad Piquetera: “Estamos acompañando la movilización convocada por la multisectorial en defensa la seguridad social, compuesta por organizaciones de personas adultas mayores que han venido al Congreso una vez más a solicitarnos, a las diputadas y a los diputados, que votemos una ley en defensa de la jubilaciones, que anulemos el decreto de necesidad y urgencia con el que Milei consolidó la licuación de las jubilaciones y que impuso desde que asumió el gobierno”, sostuvo.

Marino destacó que “han sido las jubiladas y los jubilados, principalmente, quienes han pagado el costo de este ajuste descontrolado y bestial que ha aplicado el Gobierno”, y que desde el bloque de diputados de Unión por la Patria –que él integra– impulsan un proyecto de ley para recobrar lo perdido por la licuación de Milei, para que haya una fórmula que permita que los adultos mayores empiecen a recuperar su poder adquisitivo.

“El Gobierno tiene una meta que es el déficit cero, que intentarán lograr a costa de todo. No les importa si para hacer eso tienen que hacer una sobredosis de ajuste que conduzca al país a una depresión económica. Creen que con la licuadora y la motosierra se puede alcanzar ese déficit cero, de todas formas, no lo están logrando, porque cae tanto la actividad, que cae la recaudación al mismo tiempo, y tampoco consiguen dólares del FMI ni de fondos privados”, opinó Marino, para quien el esquema económico del Gobierno es un completo fracaso.

 

“Es un gobierno fallido y por lo tanto nos parece muy importante que frente a ese fracaso y este ajuste que está dañando tanto al país y al pueblo, en este Congreso nos unamos todos los que somos opositores, que aquellos y aquellas que todavía no saben si son oficialistas o no, se den cuenta de que si quedan pegados al Gobierno quedan pegados al fracaso. Necesitamos construir una oposición mayoritaria que le ponga límites y uno de los puntos clave donde nos podemos poner de acuerdo con una mayoría opositora, es la defensa de las jubiladas y los jubilados”, finalizó.

La ausencia de dirigentes e integrantes del radicalismo, la Coalición Cívica y Hacemos Coalición Federal no sorprendió a nadie en la convocatoria, ya que fueron quienes facilitaron la media sanción de la ley. El cierre de la jornada estuvo a cargo del senador Mariano Recalde, quien leyó una carta escrita por el movimiento de mujeres dirigida, precisamente, a la Cámara Alta.