Frazadazo para ser contados

Frazadazo para ser contados

Personas en situación de calle y organizaciones sociales que las acompañan en su lucha reclamaron ante el INDEC la implementación de un censo específico que contemple sus peculiaridades: no tienen casa donde acudan los censistas ni tienen conexión a internet para completar formularios digitales.

“Yo ya conocí todo lo feo de la calle. Hace 17 años que no tengo un techo. Pasé por el consumo, la prostitución y fui víctima de trata. Estas marcas que tengo en la cara son de todo lo que viví en la calle”, cuenta Melisa, una mujer trans de 34 años que hace dos semanas ingresó al Hogar Frida. A las 10 de la mañana, Melisa cruza la avenida Julio Asesino Roca –así lo mencionan en el flyer de la convocatoria– acompañada de más personas sintecho -como les etiquetan habitualmente los medios- o que apenas pueden refugiarse en paradores, como ella, y de miembros de organizaciones sociales que abogan por mejorar la calidad de vida de las personas en situación de calle. Se instalan frente al INDEC y montan el desayuno: arman las mesas, ponen los termos con mate cocido y sacan cremonas y libritos de las bolsas de nylon.  En la puerta del edificio, se forma una hilera de seis policías -que llegarán a once en el correr de la mañana-, sumados a otros seis que vigilan la calle vestidos de civil. Las ventanas vidriadas del Instituto de Estadística y Censos no dejan ver si alguien se asoma, por el momento. Sin embargo, el repicar de los bombos se entromete por las poquísimas persianas abiertas.

Así como Melisa hay más personas que viven en la vía pública, pero no se sabe con exactitud ni cuántos son ni en qué condiciones. Por eso, una vez más, el reclamo que viene desde hace una década: la necesidad de un censo real de las personas en situación de calle y de quienes viven en hogares y paradores. 

El relevamiento realizado por las organizaciones sociales estima que deben ser alrededor de 100 mil en todo el país. En Ciudad Autónoma de Buenos Aires “el Gobierno porteño hace un conteo anual que le ordena la Ley 3706. El último se realizó el 12 de abril, pero es solo nocturno, de poca duración, con poco personal y no recorre toda la Ciudad. Es solo una foto”, subraya Horacio Ávila, coordinador de Proyecto 7 – Gente en situación de calle . El último censo popular, realizado en 2019, contabilizó 7.251 personas, “aunque creemos que actualmente hay un 30 por ciento más”, estima el referente.

Al lado de Melisa está tomando mate Leo, que también vive en el albergue Frida con sus tres hijos, todos menores de ocho años. Vivió un tiempo en el Hogar 26 de Julio, en San Telmo, administrado por el Gobierno de la Ciudad. “Ahí el Estado no me garantizó nada. Cuando entré a Frida conseguí cubrir mis necesidades y las de mis hijes. Elles tienen terapia, asistencia médica y pueden estar escolarizades gracias a vivir en el hogar”, cuenta. Hace un año, Leo hizo su transición: “En ese momento, con 24 años, perdí todo. Se me cerraron todas las puertas”. Ahora el acompañamiento que recibe en Frida hace el panorama un poco mejor. 

Luego de una hora, una comitiva formada por referentes de las organizaciones sociales presentes, entre ellos Ávila, entra a hablar con el director del INDEC, Marco Lavagna. En la calle, tomando un mate cocido y ofreciendo desayuno a los cronistas, está Francisco de Villa Fiorito. Tiene 65 años, es abuelo de 16 nietos y bisnietos y vive en el Hogar de la calle Monteagudo, en Parque Patricios, desde 2018. Ahí residen unas 100 personas que reciben las cuatro comidas todos los días. “Es uno de los mejores hogares de la Capital”, califica sonriente y asegura que “el gobierno, si ayuda, ayuda un poquito. Después nos corre a un lado”. Francisco vino para apoyar la iniciativa de sus compañeros porque él también vivió en la calle y además exige que se cense también a los que, como él, viven en los hogares. 

“De arriba me dicen que estamos ganando”, comparte a sus compañeros con el celular en la mano Carlos Corinti, referente de la unidad de traslado de Proyecto 7. Los que se habían sentado, se paran enérgicos para retomar el agite. Los bombos suenan más fuerte y todos esperan expectantes la salida de la comitiva con la respuesta.

Más rápido de lo que ellos hubieran imaginado, la comitiva sale del edificio con la respuesta de las autoridades. Parece haber acuerdo: una extensión de la duración del censo, que en principio sería solo nocturno, a todo el día. “La noche no es estable. De noche te escondés, no estás visible. La mayoría de la gente en situación de calle busca lugares más refugiados, donde no los van a encontrar”, dice Ávila. 

Además del censo nacional, se acordó la realización de un censo específico y más profundo para la población sin techo en agosto. “Esto es histórico, no solo acá sino a nivel regional. Jamás, en ningún país, se incluyó a esta población en un censo. Es histórico y lo valoramos, pero queremos que sirva”, continúa. Al lado de él, a un militante de avanzada edad que lo está grabando con el celular se le llenan los ojos de lágrimas. Se refriega con la mano mientras Ávila concluye: “El objetivo de hoy era ser recibidos y hacer nuestros planteos, y eso se cumplió”. 

Las organizaciones levantan campamento. Melisa y Leo vuelven a Frida, Francisco encara para Monteagudo. Las frazadas que hoy no han tenido que usar, se guardan para otra ocasión. 

Un censo no solo garantiza información o números, sino que nombra y da visibilidad. Es un primer paso para la gestión de lo que falta: “Políticas públicas que repiensen y revisen cómo se llega a la calle”, explica Ayelén Jorge, psicólogo en Frida que acompaña en la movilización. “En el camino ha fallado la institución familia, escuela: hay un montón de instancias que no estuvieron a la altura de acompañar esa historia de vida. Eso vinimos a visibilizar hoy”, agrega. 

Caminos de tiza y tierra

Caminos de tiza y tierra

Julio Pereyra, apodado «El Profe», cuenta su proyecto de educación no formal por la Selva Misionera, donde alfabetiza cientos de niños de loclidades rurales desconectadas.

Julio Manuel Pereyra Sánchez es docente y educador. Ejerce la docencia formal en Posadas, pero ocho años atrás creó el proyecto escuelita ambulante “Caminos de tiza”. Hace cuatro que se radicó definitivamente en Misiones. Profesor de Ciencias Sociales, Pereyra recientemente fue becado por la Asociación Educar para el curso de neurosicoeducador en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Prefiere ser nombrado como «El profe Julio». Trabaja a la par junto a Yanina Rossi, profesora en educación especial y encargada de la Educación Sexual Integral (ESI) en niñas, niños y adolescentes.

El profe Julio cuenta sobre «Caminos de tiza” y cómo articula la “educación comunitaria voluntaria”, la alfabetización y la pedagogía en contextos rurales, selváticos e, iIncluso, en los basurales del noroeste argentino. Para él, la conectividad no es requisito indispensable para generar una comunidad educativa. Su pilar principal es el compromiso con los poblados a veces algo olvidados por el sistema formal. 

En 2018, según datos de la organización Argentinos por la educación la provincia de Misiones tuvo una matrícula que se distribuyó en: 13,8% en el nivel Inicial; 42,8% en primaria; 33,3% en secundaria y 10% en superior no universitario. La cantidad de estudiantes total pasó de 334.702 en 2011 a 370.215 en 2018. Sin embargo, las estadísticas no son claras respecto a ciertos pueblos alejados.

La educación comunitaria itinerante que propone Pereyra trabaja la inclusión y abarca integralmente desde el apoyo escolar y alfabetización junto con la estimulación temprana, la psicomotricidad, el braille, el lenguaje de señas y la comunicación alternativa. Uno de los objetivos de la escuelita ambulante es generar políticas públicas en el marco de la educación no excluyente y la discapacidad. Fomentando una propuesta de intervención con conciencia situacional.

Con la pandemia aumentó la cantidad de niños y niña que necesitaban garantizar su educación. Caminos de tiza fue su único acceso y de forma gratuita. Sustentado con donaciones y vocación, hoy trabaja de forma directa y presencial con 364 chicos y chicas de diversas edades, articulando varias disciplinas, en áreas con conectividad nula o baja y en los puntos geográficos más alejados. En especial, zonas rurales, selváticas y basurales. Actualmente, abarca 14 comunidades de la provincia de Misiones: Colonia Yacutynga, Paraje 130, Aldea Mby´a Guaraní Kaa´ guy Porá II, Barrio El Mirador, Rosa Chico, San Gotardo, entre otras.

Vocación y compromiso

El proyecto nació al ver niños viviendo, comiendo y trabajando en un basural en la provincia de Corrientes. “Al adentrarme en esas zonas, encontré trazas discontinuas, analfabetismo y abandono escolar. Esto me llevó a diseñar una estrategia de intervención para (re)institucionalizar niños y alfabetizarlos. En conjunto al abordaje de atención primaria de la salud desde lo educativo como en la prevención de enfermedades. Lo básico que debemos saber”, cuenta.

Entre las actividades educativas se encarga de traducir textos al Guaraní o Portugués en zonas interculturales bilingües y de la frontera, sacar piojos; e, incluso, recomponer el material terapéutico y ortopédico que le donan o consigue. “Caminos de tiza se basa en dejar capacidad instalada, formando a otros, generando escuelas o sitios para la primera infancia. Armamos materiales y recursos. Creamos bibliotecas comunitarias y espacios de formación a padres en prevención de zoonosis, tenencia responsable de mascotas, alerta de accidentes domésticos, cuidados con animales ponzoñosos/venenosos. No es lo que hacemos, sino lo que dejamos para que otros de manera permanente se desarrollen. Educamos a través de los mitaí (niños, en guaraní)», agrega.

El proyecto se solventa apelando a la creatividad, con materiales didácticos de bajo o nulo costo y con elementos reciclados. “Nosotros indicamos que las problemáticas principales que se presentan se resuelven educando. Realizamos diseños de innovación readaptando algo. Salidas didácticas para reconocer peligros, flora y fauna, raza de perros peligrosos. Identificar arañas, plantas con espinas, etc. También usamos tecnología educativa : tablets, lupas, microscopios, lentes VR, celulares. Pero se alterna o se complementa. No son de necesidad primaria”, sostiene.

También dan accesibilidad a niños y niñas con discapacidades múltiples. “Seguimos apostando a crear conocimiento y diseños para la educación no excluyente. Mantenemos secuencias pedagógicas y continuidades terapéutico-didácticas, y como se basa en competencias [no solo en contenidos] nos da hiper flexibilidad. Depende de las actividades que hacen los chicos. En su contexto o algún suceso que obligue a trabajar un tema específico. Por ejemplo: un accidente en la ruta, cuidados a tener con un enjambre de abejas o un incendio en la zona. Trabajamos en cómo prevenirlos.”

La radio local

En las zonas que visitan se presentan como maestros comunitarios. Es ad honorem. Llevan una propuesta educativa de pedagogía de la emergencia. “Hablamos de lo que es este tipo de tarea que poco tiene que ver con las escuelas formales aunque articulamos contenidos de ellas. Constantemente, coordinamos las actividades con el maestro rural, el docente auxiliar indígena o un referente barrial. El itinerario de la escuelita ambulante tiene un cronograma que se realiza día a día.”

Puede tener obstáculos o complicaciones sea por el clima o cortes de ruta. Mantiene un sistema de comunicación básico para quienes su única conexión es la radio local. “Las actividades no se suspenden. Hacemos lo posible por llegar porque los gurises te esperan. Damos aviso por la radio local que vamos camino a tal hora a tal barrio o comunidad. Llamo a la emisora Aquarius FM y le digo a Omar que de la información: “El profe Julio avisa que permanezcan en sus hogares porque a las 14h llega a tal paraje”. Y entre los vecinos se avisan. Se forma una comunidad educativa. Se toma con responsabilidad nuestra visita y en las que no existe otra propuesta. Hay zonas que no tienen ni internet ni datos ni telefonía directa. Sólo la radio o un vecino que la escucha”, explica.

Desde la Cámara Argentina de Internet (Cabase) las estadísticas sobre índices de conectividad dentro del territorio nacional, indican que Misiones tiene sólo el 43% de su población conectada y figura entre las provincias con menor índice. Las que poseen mejor performance en cuanto a niveles de penetración de internet fija cada 100 hogares, son Capital Federal (108%), La Pampa (82%), San Luis (82%) y Córdoba (78%).

Trabajo en conjunto

Sin distinción, estos capacitadores rurales  llevan todos los materiales y recursos a cuestas. Realizan trabajos individuales o con grupos familiares. En las Aldeas Mby’a Guaraníes vamos varios días. Convivimos generando diversas actividades lúdico-didácticas. Experimentos, juegos, talleres, clases y salidas. Respetamos su identidad, creencias, rituales, leyendas y los caciques lo saben. Nos permiten compartir y estar con ellos trabajando sobre esto. Nosotros llevamos la alfabetización científica y la articulamos con el trabajo de los docentes auxiliares indígenas”, asegura.

 Caminos de tiza lo hace sólo Julio, con la colaboración de Yanina. No sumanvoluntarios temporales, dice Pereyra, porque el compromiso es a largo plazo. “La jornada comienza a las ocho de la mañana y a veces se extiende hasta las 19. Lo alternamos según otras actividades. Hay días que permanecemos en la ciudad [Puerto Rico-Misiones] porque damos clases gratuitas voluntarias en el Centro de Apoyo Pedagógico y Tecnológico para niños con problemáticas del aprendizaje. Trabajo sábados, domingos y feriados. O a veces son 20 días los que estoy en la selva. Nuestro trabajo es permanente, no es sólo un rato, dos días o para la foto. Se debe entender que es para quedarse. Es prolongado”.

Con la escuelita a cuestas

Pereyra es invitado y reconocido por diferentes medios locales. Participa en convenciones, jornadas y congresos. Se destaca las novedosas estrategias para garantizar la continuidad y la calidad educativa. “Somos evaluados y capacitados constantemente. Dejamos registrado todo nuestro trabajo. Tenemos compromiso; y la difusión es un pilar importante. No sólo conseguimos donaciones, ayuda y becas;también sostenemos la Biblioteca Tekom’boe, levantamos escuelas en medio de la selva. Caminos de tiza funciona porque va donde no existe otra propuesta.», agrega.

 

Llevamos al hombro todos los materiales de trabajo [pictogramas, hojas, títeres, lápices, libros ,etc]. Esto el dinero no lo paga. Diseñamos una modalidad única de intervención que da clases en cuatro lenguas: guaraní, español, portugues, lengua de señas]. Se ha erradicado el embarazo, malnutrición y trabajo infantil. No hay repetición de grados ni abandono escolar. Durante la pandemia alfabetizamos a más de 120 niños en un año. No hay accidentes con animales venenosos, casos de dengue y de leishmaniasis. En los parajes se alternan intervenciones particulares domiciliarias o plurigrado; y escolar para familias completas o individuales si son casos de discapacidad”, explica Julio.

 

Desde la red social de Facebook, Escuelita ambulante, Caminos de tiza deja plasmado todo su trabajo, recorrido y la labor cotidiana en cada comunidad. Ha recibido distintos reconocimientos iberoamericanos, latinoamericanos, regionales y nacionales.  Sin embargo, el profe Julio asegura que “se habla de la educación del siglo XXI cuando Caminos de Tiza sigue resolviendo problemas del siglo XIX”.

«El Palacio Ceci es nuestra casa»

«El Palacio Ceci es nuestra casa»

Alumnos, exalumnos, maestros, familias y asociaciones civiles se manifestaron en contra de la avanzada del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de despojar a la comunidad sorda del emblemático edificio donde funciona una escuela para transformarlo en una vidriera del Distrito del Vino. El legislador de Vamos Juntos que criminaliza a los directivos escolares.

El pasado sábado 9 de abril se realizó el festival bajo las consignas “Las llaves no se entregan” y “El Palacio Ceci no se toca”  frente al histórico edificio del barrio porteño de Villa Devoto. El evento se realizó con el objetivo de defender un lugar emblemático de la comunidad sorda, donde actualmente funciona la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 28 Prof. Bartolomé Ayrolo, ahora amenazado en convertirse en una vidriera en del Distrito del Vino, recientemente creado por el Gobierno de la Ciudad.

“Esta lucha es mucho más que por el edificio, se está poniendo en juego la dignidad de la comunidad sorda. Exigimos que el Palacio Ceci siga vinculado a la escuela Ayrolo. Nos estamos manifestando familias enteras de alumnos y ex alumnos. Concurrieron exalumnos de hasta 85 años de edad que se hicieron presentes para defender la que es su casa, porque alguna vez la escuela también funcionó como internado. Imaginate que mi hijo hizo la escuela primaria acá y luego tuvo apoyo escolar mientras cursaba el secundario, y ahora que estaba en dudas para anotarse en un terciario con respecto a la orientación vocacional vino acá a hablar con sus pares, sus referentes, sus profesores y que lo guíen. Así como mi hijo se siente contenido le pasa a muchas familias porque además no sólo acuden personas sordas o hipoacúsicas sino también con discapacidades donde se compromete el habla y necesitan de la lengua de señas para poder comunicarse”, expresó Patricia, mamá de Luciano, exalumno de la escuela y agregó: “Luego de la convocatoria masiva del 2 de marzo, donde vinieron de la Ciudad a buscar las llaves y negaron el asunto del Distrito del Vino, propusieron armar mesas de diálogo. El primer encuentro fue al día siguiente, se presentaron los directivos de la escuela, representantes de asociaciones para sordos y entre tantas contradicciones propusieron que hasta podría ser una salida laboral para los chicos de la escuela Ayrolo ser guías o contar la relación del Palacio Ceci con la comunidad educativa para personas sordas. ¡Esto es un disparate! ¿Qué tiene que ver una escuela con la cultura del vino? Estamos hablando de una escuela que comparte el patio con el Palacio. ¿Qué ejemplo quiere dar el gobierno poniendo un espacio gastronómico de la cultura del vino al lado de una escuela? Nos quieren conformar con migajas laborales, ofreciendo puestitos de trabajo en el distrito del vino. Esto es una falta de respeto. Las personas sordas también tienen derecho a estudiar, formarse y tener opciones laborales. Es un atropello total. Exigimos que den la cara los autores de esta situación, que no nos manden a sus asesores, que se hagan cargo quienes están detrás de esto, sea Rodríguez Larreta o Soledad Acuña. En el Ministerio de Educación se lavaron las manos: dicen que ahora el edificio pasó a ser parte del Ministerio de Desarrollo. En fin, queremos que alguien se haga cargo de lo que sucede, que nos den respuestas y trabajen para garantizar los derechos de la comunidad sorda.”

El festival comenzó alrededor de las 17, con un discurso de madres de alumnos. De fondo se veía el Palacio cubierto con el cartel amarillo de puesta en valor del Gobierno de la Ciudad. Maestros y maestras se hicieron presentes con sus delantales a pesar de no querer dar declaraciones a medios ya que expresan que están en situación de desamparo laboral.

Carolina, mamá de Rodrigo, exalumno de la escuela, aportó su testimonio: “La semana siguiente de habernos negado a entregar las llaves del Palacio, el legislador Juan Facundo Del Gaiso, del bloque Vamos Juntos, integrante del oficialismo porteño dentro de la Legislatura y quien además es impulsor de la Ley Nº 6447/21 del Distrito del Vino, realizó una denuncia penal por usurpación, administración fraudulenta y malversación de caudales públicos a los administradores de la cooperadora, a la directora de la escuela y a un periodista y fotógrafo que ha colaborado y aportado como ciudadano y vecino para el bien de la escuela. Claramente, esta denuncia es una maniobra política para ensuciar a las personas que formamos parte de la escuela Ayrolo. Tenemos los comprobantes de todo, los libros a disposición, además de tener el aval del Ministerio de Educación”. Carolina explicó que frente a la situación de desmejora edilicia y la falta de presupuesto, la institución había solicitado el permiso del Ministerio de Educación para usufructuar partes de las instalaciones como locaciones cinematográficas y para visitas guiadas. “Hubo muchos permisos administrativos que tramitar, fuimos muy prolijos y con ese dinero emparchamos lo que tendría que haber solucionado el Estado. En mi caso, formé parte de la cooperadora por casi 20 años. Pusimos plata, tiempo, horas de nuestra vida para poder resolver o solucionar situaciones de emergencia porque se nos caía encima el Palacio.” Lo que agrava esta denuncia es que “el legislador Del Gaiso luego, en la reunión en la Legislatura, pidió disculpas pero no retiró la denuncia ni dio la cara a la comunidad de forma correcta. Esto es muy doloroso, que nos quieran sacar el Palacio Ceci es como que nos quiten una parte de nuestro cuerpo, de nuestra vida y encima que lo cuidamos en todo lo que pudimos como nuestra casa que nos traten de ladrones es lastimoso. Una vergüenza”, concluyó Carolina.

Del festival participaron artistas que ofrecieron espectáculos, tanto para la comunidad oyente como para la comunidad sorda. También asistieron representantes de las asociaciones para personas sordas quienes se manifestaron con mucho enojo: “Cuando fuimos notificados de la situación de la escuela Ayrolo y el Palacio Ceci, la sensación fue horrible”, sostuvo Agostina Poggio, vicepresidenta de Asociación Argentina de Sordos. “La Confederación Argentina de Sordos nos lo comunicó a las más de treinta asociaciones para personas sordas que nos nucleamos en esa organización, y que tiene peso a nivel nacional. Al principio no entendíamos nada. Tuvimos una reunión para organizarnos. Nos sorprende la informalidad con la que se manejan: no hay un acta, un mail formal. Solo por mensajes de whatsapp. Ningún papel que avale lo que están haciendo o que están pidiendo las llaves. Hay muchas cosas que no están claras como cuál será el destino del Palacio. El Ceci tiene que ser de la comunidad educativa como lo fue hasta ahora.”

Por su parte, Claudia Novoa, secretaria de la Asociación Argentina para Sordomudas Casa Hogar expresó: “Pensaban que los sordos no vamos a decir nada, que íbamos actuar de forma pasiva, creo que no se lo imaginaron. Por eso se echaron para atrás el 2 de marzo, cuando vinimos a oponernos a la entrega de las llaves del Palacio.” Y agregó: “Al principio la escuela Bartolomé Ayrolo era solo para hombres, entonces se creó el instituto Osvaldo Magnasco para mujeres. Luego del Magnasco venían a hacer actividades al Ayrolo. Entonces, mujeres y hombres sordos se conocían, se enamoraban y luego se casaban. Hay familias enteras que tienen anécdotas en esta escuela, hay historias de vida detrás del Palacio Ceci. Si nos sacan el Palacio, nos quitan el tronco del árbol de nuestras vidas. Todos tenemos raíces aquí.”

En la misma línea se manifestó el presidente de Unión Argentina de Sordomudos Román Carbone: “Nosotros nos sentimos contenidos con el Palacio Ceci. Se sabe que es patrimonio cultural muy importante para nuestra comunidad sorda, para la comunidad argentina, porque es la primera escuela para sordos en nuestro país y en Latinoamérica. Que nos quiten el Palacio Ceci es como que nos saquen el Cabildo, hago esta analogía para que se comprenda el peso histórico. Es un espacio importante, fundacional, brindado a la educación y ahora lo quieren rebajar a una vidriera del vino.”

Para el presidente de la Asociación de Sordomudos de Ayuda Mutua, Claudio Vitti, “además de que muchos de nosotros pasamos por esta escuela, generaciones enteras hemos estudiado aquí. La mayoría de los socios fundadores de las asociaciones para personas sordas fuimos alumnos del Ayrolo. Años de historia y de gran aporte para nuestra comunidad y nunca lo arreglaron ni mostraron interés porque no se caiga. El edificio estaba abandonado, las cooperadoras, los directivos hacían lo que podían y ahora, de repente, desde el Gobierno de la Ciudad hay plata e interés porque se arregle el edificio y se pone la puesta en valor del mismo. Nosotros somos personas sordas pero también somos argentinos y vivimos en esta Ciudad. Tenemos derecho a exigir una respuesta al gobierno que hasta el momento se ha manejado con informalidad legal y administrativa ante esta situación.”

«Las llaves del Palacio no se entregan»

«Las llaves del Palacio no se entregan»

La comunidad educativa de la escuela para sordos Bartolomé Ayrolo resiste la embestida del Gobierno de la Ciudad que quiere convertirlo en la Casa del Vino. El 9 de abril organizan un festival de protesta.

 

Este sábado 9 de abril, de 17 a 21, se llevará a cabo el festival “El Palacio Ceci no se toca” en Av. Lincoln 4300, en el barrio de Villa Devoto. El objetivo del festival es manifestarse en contra del traspaso de ese edificio histórico, que pertenece ael Ministerio de Educación porteño, a la Dirección General de Administración de Bienes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA). Participarán del mismo, artistas sordos y no sordos ofreciendo espectáculos para las familias.

El Palacio Ceci es un edificio simbólico y de pertenencia para la comunidad sorda ya que desde la década del 30 funcionó allí el primer Instituto Nacional de Sordomudos e Hipoacúsicos de Argentina y Latinoamérica, hoy Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 28 Prof. Bartolomé Ayrolo.

El 21 de septiembre del 2021 se publicó en el Boletín Oficial la Ley N° 6447 que promulga la creación del distrito del vino en la ciudad porteña que implica a los barrios de Villa Devoto, Villa del Parque y La Paternal. Según la página del GCBA sería una apuesta público-privada. La implicancia de esta ley con la escuela que funciona en el Palacio Ceci es que el Gobierno porteño tiene intenciones de que este edificio deje de formar parte de la comunidad educativa para sordos y que sea la vidriera y espacio administrativo del distrito del vino.

Estas intenciones por parte del Gobierno porteño se vieron reforzadas con la visita que realizó al Palacio Ceci la ministra de Turismo de Mendoza, Nora Vicario, junto a un contingente en septiembre del año pasado, mes en que se desarrollaba la fiesta de la vendimia. Luego de esta  visita, desde la cuenta oficial de twitter Cultura Mendoza @Cultura_Mza apareció el siguiente tuit: “La ministra Nora Vicario visitó el Palacio Ceci, futura Casa del Vino en el Distrito del Vino en CABA. Un espacio de vidriera para mostrar las bodegas y experiencias enoturísticas de Mendoza”. Apenas publicado, el mensaje rápidamente fue borrado.

Esa fue la alarma para la comunidad educativa que, frente al temor de represalias  laborales, prefiere mantener en reserva sus nombres reconociendo encontrarse en una situación de total desamparo. De todos modos, y ante la confirmación del rumor que circulaba sobre el intento de traspaso del Palacio Ceci de la órbita del Ministerio de Educación a la Dirección General de Administración de Bienes, la comunidad educativa, asociaciones y organizaciones de la comunidad sorda e hipoacúsica y agrupaciones de vecinos del barrio de Villa Devoto que están en contra de aceptar la vulneración del derecho a la educación en detrimento de este negocio se manifestaron el pasado 2 de marzo frente a las puertas del edificio histórico bajo la consigna “La llave del Palacio no se entrega”. Es que ese mismo día se habían acercado desde el Ministerio de Educación para realizar de manera formal la quita de las llaves de la escuela con el propósito de comenzar con las obras de acondicionamiento del edificio.

Ante esta manifestación, las autoridades porteñas, además de negar que el edificio en disputa formaría parte del distrito del vino, ofrecieron abrir una mesa de diálogo que hasta el momento no ha procurado ningún acuerdo entre las partes.

En diálogo con ANCCOM Lilia, mamá de Manuela, alumna de la escuela Ayrolo, sostuvo: “Si quieren hacer el distrito del vino porque favorece a los sectores inmobiliarios y turísticos que lo hagan en otro lado. Tiene que haber otros lugares incluso más propicios. No le saquen a la comunidad sorda, parte de su historia, un símbolo emblemático y de sentido de pertenencia a la escuela pública y a la sociedad. De por sí ya cuesta conseguir espacios para el desarrollo de la educación especial. No nos quiten esto también.”

Procurando mostrar la importancia de este edificio, Lilia continuó: “Estamos hablando de un espacio que forma parte de la historia de muchas personas, de chicos y chicas que han vivido además de haber estudiado en la escuela. La comunidad sorda solo tiene dos sedes de escuela pública en la Ciudad. Pero durante mucho tiempo fue la primera y única institución educativa para sordos con lo cual funcionaba también como internado para las personas que venían desde otras partes del país. Además de ser un espacio donde tenían el primer contacto con pares sordos y no estar siempre en el medio de la comunidad oyente. Construyeron su lenguaje de señas. En el Palacio funcionaron aulas, dormitorios para hospedar a los pibes, espacios de formación docente, talleres de oficios para que los estudiantes tengan salida laboral: un montón de cosas que hacen a la identidad de la comunidad sorda e hipoacúsica en nuestro país”. Yagregó: “Mi hija entró a la escuela con siete años en 2009 y en 2010 comienza a construirse la escuela con predio nuevo al lado del edificio del Palacio. En 2016, aproximadamente, lo terminan y coincide con la falta de agua, por falta de mantenimiento, con lo cual trasladan gran parte de la escuela al predio nuevo por una cuestión elemental de sanidad. En ese entonces ya venía muy deteriorado el Palacio, se veían las manchas de humedad, se caía parte de la mampostería. En el Palacio finalmente solo quedaron funcionando oficinas, espacios de archivos, legajos, administración, gabinete y talleres de computación. Al día de hoy en el predio nuevo también funciona, y el espacio es compartido, con una escuela de nivel medio. El único espacio abierto de la escuela es el patio en común con el Palacio.” Actualmente ese patio común se encuentra vallado. El edificio está cerrado por obras de mantenimiento que estiman llevará al menos dos años y que no permiten el acceso de ninguna persona.

En 2018, por pedido de las autoridades de la escuela, se había realizado un peritaje del estado de situación del edificio cuyo expediente digital concluyó en 2019. Las autoridades de la escuela habían peticionado al Gobierno la puesta en valor del edificio con motivo del deterioro por falta de mantenimiento y por seguridad de los estudiantes, docentes y personal no docente. La puesta en valor es un programa que contempla la recuperación y ampliación de edificios históricos y patrimoniales, como así también, la mejora de las condiciones de guarda y conservación de archivos, bibliotecas y bienes culturales nacionales.

Al respecto Lilia recordó: “Siempre fui testigo, mientras se esperaban respuestas, del trabajo de la cooperadora de la escuela para poder más o menos arreglarlo. El presupuesto que le manda el Gobierno a una escuela especial es exiguo y tiene muchos condicionamientos. La cooperadora de la escuela, como pasa lamentablemente en muchos otros casos, termina siendo la ‘tapa-agujeros’ de las  situaciones inmediatas. En algún momento recuerdo que se acercó alguien para pedir una parte del espacio como locación cinematográfica. Por supuesto primero hubo que pautar condicionamientos y pedir permisos porque se ingresaba a una escuela y se tomaron los recaudos posibles para resguardar a los estudiantes. Con ese dinero que entraba a la cooperadora se compraban materiales y también se realizaba alguna tarea de mantenimiento dentro de todo superficial para que no se nos cayera el edificio.”

Ante la falta de respuesta del gobierno porteño y de las autoridades responsables del Ministerio de Educación, frente a una situación de necesidad y urgencia ya que el deterioro edilicio ponía en riesgo la vida de la comunidad educativa, se presentan como último recurso legal a un proyecto de mecenazgo en 2020. La ley de mecenazgo promulgada por el GCBA en 2006 mediante la Ley N° 2264 es una propuesta de incentivo a la participación privada en el financiamiento de proyectos culturales.

Lo cierto es que, desde aquel entonces a la actualidad, las acciones de la comunidad continúan procurando defender con firmeza el derecho a la educación. Que esperan una masiva participación en apoyo a sus acciones este próximo sábado 9 de abril. Y que hasta el momento del cierre de esta nota, las autoridades del Ministerio de Educación del GCBA  solo respondieron con silencio.

El excombatiente que se reunió con las autoras de las cartas que recibió en el frente

El excombatiente que se reunió con las autoras de las cartas que recibió en el frente

Cuando tenían 9 años, Gabriela Mogica y Valeria Treo escribieron cartas para los soldados de Malvinas. Carlos Vergara las recibió y las contestó. Este sábado se reencontraron para conmemorar los 40 años de la guerra.

.El excombatiente Vergara, ladeado por su hija Carolina y por Gabriela Mogica y Valeria Treo, autoras de las cartas.

Corría el año 1982, cuando el 10 de abril, a ocho días del desembarco de Argentina en las Islas Malvinas, el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri pronunciaba su famoso desafío: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”.

La guerra se convirtió en una historia que aunó muchas. Una de ellas es la que protagonizan el veterano Mayor Carlos María Vergara junto a Gabriela Mogica y Valeria Treo. Ellas, quienes en ese momento tenían 9 años, le escribieron una carta de apoyo. ANCCOM participó de una videollamada en la que los tres protagonistas de esta historia cuentan cómo es ese ritual que unía a los dos primeros cada año y al que se sumó ahora Treo.

Vergara, desde la casa de su hija Carolina, en Salta, arranca la conversación contando su historia: “Toda la vida estuve en el Ejército. Soy militar desde los 17 años. Antes de la guerra yo estaba viviendo en Sarmiento, Chubut y previo a eso en otras ciudades del país como Buenos Aires, Monte Caseros, Ciudad de Córdoba”.

Vergara actualmente tiene 75 años. Los 37 los cumplió el 20 de mayo en pleno combate. Cuenta que formaba parte del Regimiento de Infantería 25, que por entonces estaba al mando del Teniente Coronel, Mohamed Alí Seineldin, quien luego se hiciera conocido como líder carapintada, cuando atentó contra la democracia en 1990. “El tercero en jerarquía era yo, que era Mayor y me desempeñaba como oficial de operaciones. Al tiempo de ir a la guerra el jefe del regimiento le ordenó a su segundo jefe que permaneciera en Sarmiento, Chubut, a cargo de aquellos que no iban a la guerra: oficiales, suboficiales, soldados; y como protección y cuidado de la familia del barrio militar que estaba al lado del cuartel. Entonces me llamó a mí y me dijo que yo lo iba a acompañar durante las operaciones como segundo jefe de regimiento en la recuperación de las Islas Malvinas”.

La partida

Carlos recuerda: “El jefe me llamó a su despacho y me dijo que jurara que iba a guardar un secreto que él me iba a confíar. Yo le contesté: ‘Sí, juro’. Y me dijo: ‘Salimos mañana a reconquistar las islas Malvinas’. Eso fue en el atardecer de un día a finales de marzo, podría ser 26, 27 o 28 de marzo. Entonces volví a mi casa y mi esposa me preguntó qué quería el jefe que me había mandado a llamar a esa hora y yo le contesté que nada, que yo le debía unos papeles. Traté de llevar mi conversación para otro lado porque tenía un juramento que debía cumplir.”

A la mañana siguiente Vergara se vistió con uniforme militar, se cortó el pelo, partió a la sede del comando de la Novena Brigada de Infantería en Comodoro Rivadavía, a 150 kilómetros de Sarmiento. “Le dije a mi esposa me iba a quedar a almorzar y que me esperara con mate a las cinco de la tarde y en realidad sabía que no volvía. Regresé 111 días después”. Desde Comodoro Rivadavia partió hacia Punta Alta, sede de la flota de mar donde están todos los barcos de la Armada argentina.

“Me embarqué en el rompehielos Almirante Irizar. Partimos en un atardecer, y en una navegación de tres días y medio llegamos a las Islas Malvinas. En cercanía de las islas, que se veían desde nuestro barco, bajamos en el primer helicóptero que salió del Almirante Irizar y que me transportó hasta el aeropuerto de lo que se llamaba Puerto Stanley y que nosotros bautizamos como Puerto Argentino”.

Misivas

Una vez en las islas fue encargado de visitar a los enfermos y heridos, además de su evacuación cuando fuera necesario Su otra tarea era encargarse del correo que llegaba a través de la empresa de entonces, Encotel. Primero eran pocas cartas, pero luego comenzaron a llegar bolsas y bolsas de cartas de chicos que mandaban su palabras de aliento en cartas dirigidas “A un soldado argentino”.

Vergara recuerda: “La tarea que me dio mi jefe era retirar la bolsa que le correspondía a mi regimiento, algo así como unas 400 cartas más o menos. Hice una distribución bastante rápida porque yo sabía cuántas personas había en cada compañía de infantería. Una carta para cada uno. El jefe en aquella oportunidad nos consiguió papel a todos para contestar esas cartas y algo para escribir, con lo cual sin descuidar las tareas inherentes a la guerra nosotros debíamos contestar la carta del día. En esa mecánica, a mí me tocó recibir y contesté tres cartas. Una de ellas a un grupo de chicos de una escuela de Chubut de la localidad de Alto Río Senga. La otras fueron a Valeria Treo y a Gabriela Mogica”.

Una de las cartas enviadas por Gabriela Mogica cuando tenía 9 años.

Gabriela Mogijca recuerda su parte de la historia desde su casa en Villa Elisa: “En el colegio Saint Marrets de Belgrano nos habían dicho que quien quisiera le escribiera una carta a algún soldado argentino y yo escribí desde la inocencia de los nueve años sin saber bien de qué se trataba”. De esta manera, se inició un intercambio de un puñado de cartas que Vergara en un momento ya no pudo continuar. Pero las cosas no terminaron allí.

Vergara recuerda cómo se enteró del fin de la guerra: “Me enteré porque yo estaba alejado del frente de batalla, estaba como a seis kilómetros más o menos y en la mañana del 14 de junio hubo un gran silencio, no hubo más disparos, excepto alguno que otro aislado. Nuestro comando superior nos informó por radio que había terminado la guerra.”

En relación al regreso al continente, el militar recuerda: “En principio no hubo vuelta inmediata sino que se fueron yendo en diferentes barcos, de a uno, todos los regimientos que habían participado de la guerra. A nosotros nos retenían y no nos llevaban porque fuimos los primeros en llegar y desalojamos a las fuerzas inglesas el 2 de abril. Por esa razón, supongo, nos retuvieron y nos llevaron prisioneros el 14 de junio, primero en helicóptero a algo parecido a un frigorífico abandonado en el límite de las dos islas separadas por el canal San Carlos. Ahí estuvimos con 597 compañeros durante 15 días. Luego nos subieron a un barco que navegó hasta Puerto Argentino, donde estuvimos otros 15 días. Desde allí el buque inglés en el que estábamos, el San Edmundo, que levó anclas el 12 de julio y luego de un día y medio de navegación, el 14 de julio, al amanecer llegamos a Puerto Madryn. Así fue la parte del fin de la guerra”.

Se conocen personalmente

“Desembarcamos en Puerto Madryn, de ahí fuimos a Comodoro Rivadavía y de allí a Sarmiento”, recuerda Vergara. “Después habremos estado una semana, no sé cuánto tiempo y nos dieron unos días de vacaciones. Ahí me fui a Buenos Aires donde estaba Carolina, mi mamá y por supuesto Gabriela y toda su familia”.

“Un día a las doce de la noche estábamos mirando El globo rojo”, recuerda Gabriela Mogica y continúa:. “No me olvido más. Suena el teléfono. Yo atiendo, doce de la noche, y me dice: ‘Hola quiero hablar con Gabriela’, ‘Sí, soy yo’ le digo, ‘Soy Carlos que volví de la guerra’. La revolución que fue mi casa, lloraba yo, lloraba él, yo no entendía nada, empecé a los gritos. Mi mamá y mi papá vinieron y les dije: ‘Mamá, mamá es Carlitos que volvió’. La cuestión es que arreglaron entre ellos y nos conocimos al otro día. Él estaba parando en la casa de su mamá que vivía en Capital y arreglamos que al otro día nos veíamos. El encuentro fue pura emoción, llegamos al departamento de la mamá de Carlitos y ahí nos conocimos”.

Mogica cuenta que “Me acuerdo todo, cuando abrió la puerta del ascensor y él con su alegría despampanante me abrazó. De ese primer encuentro tengo fotos. Fue lindo. Agrega que al llegar a la adolescencia el contacto se suspendió, y solo fue retomado años después mediante las redes sociales. Desde entonces, cada 2 de abril se reúnen nuevamente.

Valeria Treo se suma a la charla por videollamada desde San Juan: “Fui a una escuela católica de mujeres. Nos pidieron que escribiéramos una carta para algún soldado, la que quisiera y que si queríamos podíamos enviar chocolates, jabones y no me acuerdo qué otra cosa. Yo escribí la carta, luego llegó a mi casa la respuesta. Obviamente fue una gran sorpresa, algo que uno no se puede imaginar, que alguien que está en una guerra se acuerde de vos y tenga ese gesto, es impensable, nadie lo puede creer. El otro día pensaba ahora que hay países en guerra cómo con las redes sociales se ven tantas cosas, información que va y que viene, como que ahora es más posible. En ese momento era impensable que eso pudiera suceder y sucedió. Fui a la escuela y conté, me hicieron leer la carta en un acto o una entrada al colegio adelante de toda la escuela. La carta siempre estuvo guardada en un cajón de la mesa de luz de mis padres, yo siempre la agarraba, la leía y la miraba y pensaba ‘qué pasará con este hombre, dónde estará’”

Los años pasaron, la pregunta continuó. Pero en 2020, Treo hizo algo más con ella “Con la pandemia empecé a estudiar una especialidad en docencia universitaria y enseñaban una materia que se llamaba Dimensión Política y teníamos que relacionar nuestra historia escolar con los hechos políticos del momento. Yo política no sé nada, nunca supe nada en la vida, no me da vergüenza decirlo. Pero conté lo de la carta y le hablé a un profesor de educación física que es entrenador de gimnasia artística, el Tano Montaña, que estuvo en Malvinas y él creo que contactó a Carolina, la hija de Carlos a través de otra persona. Una noche que estaba con mis dos mejores amigas, en mi casa, Carolina me habló, me dijo quién era y que su papá ya sabía que yo le iba a hablar. Lo llamé un sábado a la mañana en octubre y me dijo muy contento ‘Hola Valeria, hace 38 años que estoy esperando este llamado’. Entonces él empezó a hablar conmigo como si me conociera de toda la vida, con confianza, con cercanía. De ahí nos seguimos hablando y comunicando, siempre con esa cercanía como si nos conociéramos desde hace 40 años”.

 Al momento de expresar el significado de las cartas, Vergara se emociona y Carolina, su hija, traduce esa emoción en palabras: “Yo debo decir, porque lo sé, que es una aproximación a alguien que piensa en vos. Por supuesto que toda su familia, sus amigos y seres queridos pensaban en él, pero recibir un cachitito de afecto de alguien del otro lado, en la soledad de su historia, de esta guerra tan cruel, fue un rayito de sol, un mimo al alma. Cuando Gabriela apareció en las redes sociales y me dijo ‘¿te acordás de mí? Caro, yo soy Gabriela, la chica de la carta de Malvinas’. Le digo ‘como no me voy a acordar de vos, así pasen 200 años de mi vida vos fuiste la persona más importante en la vida de mi papá’. Y así cada mimo, cada cartita puede haber sido insignificante para la persona que la escribía o no pero está vertida con tanto amor y con tanto cariño que es un mimo al alma”.

En medio de la charla, la curiosidad de Valeria se transmuta en una pregunta: “Carlos ¿por qué respondiste las cartas?”. “Hay dos respuestas a eso. La primera porque quise, porque encontré un papel con mucho amor que yo debía responder. La segunda fue que nuestro jefe nos había dicho que sin descuidar nuestra propia misión y la seguridad debíamos contestar esas cartas. Así que si bien es cierto que yo escribí las cartas, el promotor y el impulsor de todas estas respuestas fue nuestro jefe en su momento. Yo tenía necesidad de contactarme con esas chicas enormes, maravillosas y desconocidas”, responde Carlos.

Valeria coincide con Gabriela y comenta que a ella las cartas la hacen sentir “una persona elegida por algo. Por algo nos tocó a nosotras”. “Además de responderle a una niña”, agrega Gabriela. “Tremendamente importante”, suma Carlos.

Carolina comenta que el haber conocido a Valeria y a Gabriela “para nosotros es maravilloso, no hay palabras, es como agradecerles todo lo que ellas hicieron por mi papá en ese momento y es enorme.” “Un premio de la vida”, agrega emocionado Carlos.

Vigilia

El 1 de abril en Campo de la Cruz, Salta, se desarrolló la vigilia desde las 18 hasta las 00 “para recibir el 2 de abril. A las 10 se realizó propiamente el encuentro” cuenta Carolina, hija de Carlos.

 “Esto lo estamos programando desde el año pasado, que no pudimos conmemorar Malvinas. Hace un año que estamos pensando en este momento”, detalla Gabriela.

 “Carolina nos invitó a venir acá a conmemorar los 40 años. Vino Valeria de San Juan con su familia, Gabi de La Plata con su familia y yo vine hace un mes, que estoy acá esperando el momento”, concluye Carlos.

La cuarta es la vencida

La cuarta es la vencida

Después de tres intentos fallidos, se presentó en la Cámara de Diputados un cuarto proyecto para una nueva Ley de VIH, con una mirada más social que la actual, donde prevalece el enfoque sanitario. Buenas perspectivas de aprobación.

Seis años después de su primera presentación y después de tres intentos fallidos, el pasado 30 de marzo, se presentó el proyecto que tiene por objetivo dar un enfoque no sólo médico sino social a la cobertura y tratamiento del VIH, las hepatitis virales, la tuberculosis e infecciones de transmisión sexual (ITS). La finalidad del proyecto es actualizar la Ley 23.798 que data de 1990.

ANCCOM estuvo durante la presentación del proyecto en donde la diputada Carolina Gaillard dijo: “Entendemos que la ley vigente tiene más de 30 años, por lo que es necesario actualizarla y tener un abordaje integral. La mirada de la ley de hace 30 años era una mirada que se limitaba a la salud, pero eso ya no es suficiente”.

Habiendo perdido estado parlamentario en 2016, 2018 y 2021, el panorama actual del proyecto pareciera ser más favorable. La presentación fue acompañada por más de 50 firmas de diputados y diputadas de los distintos bloques partidarios y la adhesión de más de 180 organizaciones, sindicatos y redes, representando el esfuerzo colectivo, contribuyendo a una mirada interseccional e intersectorial.

Hoy el objetivo es cubrir nuevas demandas y trabajar además para eliminar la discriminación y el estigma asociados con el virus VIH. El nuevo proyecto plantea garantizar el acceso universal y gratuito al tratamiento a personas afectadas y expuestas a cualquier ITS. Es importante entender que el problema principal no es siempre el virus en sí mismo, sino el estigma y la discriminación que se sufre en todos los ámbitos.

Asimismo, se plantea realizar testeos masivos, promover campañas de difusión y prevención de contagios y la creación de un régimen de jubilación especial para quienes transiten las enfermedades de VIH y hepatitis B o C, además de una pensión no contributiva de carácter vitalicio para las personas que estén en situación de vulnerabilidad social.

Necesitamos que esta ley también dé impulso a políticas activas. No podemos pensar que es solo una cuestión de tratamiento y de salud; es un derecho que le corresponde a toda persona que está en el territorio argentino”, agregó Gaillard en la presentación.

En Argentina, entre cuatro y seis personas mueren al día por causas relacionadas al sida. Todos los años se notifican en promedio 11 mil casos de tuberculosis, 4.500 de VIH y 2.500 de hepatitis virales. Además, siete de cada diez personas tienen hepatitis y lo desconocen; una de cada cinco que tiene VIH tampoco lo sabe. A esto se le agrega que las personas con VIH tienen 18 veces más posibilidades de contraer tuberculosis y una de cada tres muertes relacionadas con el sida se debe a la tuberculosis. Más de 500 mil personas tienen hepatitis B o C en el país.

Por este motivo, y por muchos otros, la participación de quienes viven con alguna de estas enfermedades es clave para llevar a cabo políticas públicas acordes a sus necesidades. ANCCOM habló con la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivxs (RAJAP), quienes formaron parte de la comisión de escritura del proyecto y expresaron: “Las personas con VIH hoy en día somos las que nos ocupamos del acceso a la información, la asesoría legal, la contención de nuestres pares, la adherencia al tratamiento. Somos conscientes de las distintas violencias que enfrentamos y de cuáles son nuestras necesidades”.

El diputado Daniel Gollán, exministro de Salud bonaerense, defendió el nuevo proyecto.

Leandro Cahn, director ejecutivo de Fundación Huésped, expresó que este proyecto es esencial para no solo garantizar un marco jurídico para el acceso oportuno y sin interrupciones a las herramientas de prevención sino también para eliminar las formas de discriminación que existen, por ejemplo, en el ámbito laboral o educativo. Desde RAJAP cuentan que “en los exámenes preocupacionales para ingresar a un trabajo, muchas veces se realizan testeos ilegales de VIH. Si dan positivo, en un acto claramente discriminatorio, se decide no contratar a la persona”.

Además –señalan-, que en la escuela, aún cuando se aplica la ESI, por lo general se habla de las ITS con un modelo de prevención antiguo e ineficaz, basado en el miedo.

Los atropellos no se limitan a esos ámbitos sino que existen casos en donde a las mujeres cis y personas gestantes, muchas veces se les niega el derecho a un parto respetado: se sugieren cesáreas innecesarias basadas en el estatus serológico cuando, en realidad, es posible tener parto natural sin riesgo de transmitir el VIH al bebé. Por estas y otras tantas razones, es que se necesita una nueva ley pensada para enfrentar la realidad de las personas con VIH.

Cahn agregó que una nueva ley podría por un lado ayudar a contribuir a levantar estas barreras pero también asegurar que no dependan sólo del sistema público de salud sino que los diferentes subsistemas lo puedan garantizar.

El proyecto de ley, dijo Gaillard, se convirtió en una lucha federal. RAJAP, por su parte, cree fervientemente que esta ley sentará un precedente para pensar políticas públicas de salud colectivas, con perspectiva social, de derechos humanos y de género.