Por Federico Arrigone
Fotografía: Sofía Barrios

El fallo incluyó entre los agravantes el odio racial, el crimen por placer y el abuso del cargo como miembros de las fuerza de seguridad. Además, seis oficiales recibieron condenas de cuatro a ocho años de prisión, mientras que cinco fueron absueltos. «Nunca más alguien va a ser muerto por vivir en un barrio carenciado», aseguró el abogado Gregorio Dalbón.

El martes 11 de julio comenzó cómo un día frío y triste. La baja temperatura y lloviznas no acompañaban los planes de aquellas personas que se encontraban a las afueras de los tribunales de Comodoro Py para reclamar justicia por Lucas Gonzalez, el joven de 17 años asesinado por oficiales de la Policía de la Ciudad. Abrigados para la ocasión y con el corazón puesto en la causa, familiares, amigos y allegados a la causa se acercaron con banderas, instrumentos musicales, fotos y remeras con frases y fotos de Lucas al Tribunal Federal de la Nación.

Eran las 10 de la mañana y donde sólo habitaba un silencio tenso irrumpió un colectivo lleno de personas. Camisetas de Barracas Central –el club donde Lucas jugaba- y Defensa y Justicia tomaron el espacio con cantos tribuneros. Frases como “Luquitas está presente” y “Lucas no se murió, Lucas vive en Varela” empezaron a sonar y rara vez se detuvieron a lo largo del día. Media hora después de la llegada de los manifestantes a Comodoro Py, los padres de Lucas, Héctor “Peca” González y Cintia Janina López, ingresaron al tribunal sin detenerse ante la multitud. Las rejas que separan al recinto del Poder Judicial de la población se llenaron de carteles con mensajes antirracismo, denuncias de gatillo fácil y contra la violencia institucional, todos nucleados por una consigna más que clara: Justicia para Lucas.

“Que sea el último” reclamaban algunos amigos de Lucas. “Que se haga lo que se tenga que hacer y que sea justo para todos los chicos”, contestaban refiriéndose al caso de su amigo y al de otros jóvenes víctimas de la violencia institucional que se podían ver en algunas banderas. “Hoy la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene mucho que desear en cuanto a las prácticas de las fuerzas. La verdad que tenemos muchas denuncias”, comentaba Horacio Pietragalla al respecto mientras, a sus espaldas, se escuchaban rebufos de enojo contra cualquier declaración no condenatoria contra la policía. El dolor de cada persona que se encontraba en la manifestación se expresaba de manera distinta: algunos lloraban, otros cantaban y algunos sólo acompañaban.

“Mi presencia acá es para darle apoyo a la familia incondicionalmente, más allá si me quiera acá o no. Soy madre y lo entiendo”, le comentó a ANCCOM Dolly Demonty, mamá de Ezequiel Demonty, chico asesinado por la policía en el 2002. “Cómo madres sufrimos… Vos vivís con esto. Cada pibe que van matando es volver al principio y te duele. Te duele pensar en las familias que va destrozando. Yo hablo de perpetua, pero los que estamos condenados a perpetua somos nosotros, los familiares, los que quedamos,” concluye Dolly.

Incapaz de escuchar las defensas de los policías acusados, a las afueras del tribunal junto con la gente que los acompañaba, se encontraba Graciela Coba, abuela de Lucas. “Estuve un ratito y tuve que salir, pero si, hay muchos que se van a defender, obvio, es lo normal. Nosotros lo que queremos es que paguen, porque la verdad que sufrieron demasiado los dos (padres), sus hermanos también. Su hermano más chiquito todos los días llora, todos lloramos” comentó una de las principales testigos del dolor de la familia González. “Me siento acompañada por la gente, se portaron muy bien los chicos de Barracas, de Defensa, gente de todos lados, amigos, mis parientes, todos”, agradece Graciela.

Luego del receso que se prolongó desde las 11:30 hasta las 13 el ambiente expectante se sumió en la tensión esperando la sentencia de los jueces. Hasta ese momento todo lo que la sesión le dio a quienes se encontraban fuera del recinto fueron disculpas tardías y no tan bien recibidas. Cuando se empezaron a leer las condenas eso cambió.

Los policías de la Ciudad Gabriel Alejandro Issasi, Fabián Andrés López, Juan José Nieva recibieron perpetuas por ser coautores de los delitos de “homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía, por placer, por odio racial, por el concurso premeditado de dos o más personas y por cometerse abusando de su función o cargo por un miembro de una fuerza policial”. Lágrimas surgieron de sus rostros de preocupación. Las condenas de 4 a 8 años de prisión a Roberto Inca, Hector Cuevas, Juan Horacio Romero, Fabián Du Santos, Rodolfo Ozán, Sebastián Baidon por encubrimiento permitieron una expresión de cierto alivio en los rostros de esos condenados. Otros cinco policías resultaron absueltos.

Una vez finalizada la lectura los presentes, abrazados, lloraban.

“Yo intenté pelear por Lucas el día a día, salir adelante y eso es lo que hicimos, con respeto, con mucho respeto y por derecha, como siempre, con la verdad. Acá tenemos la justicia que merecemos y Lucas está descansando en paz”, concluyó Hector Gonzales y le cedió la palabra, junto con un agradecimiento, a Gregorio Dalbón, el abogado del caso. “¡Nunca más! Tu hijo va a ayudar a que nunca más se mire a alguien por el color de la piel. Nunca más por el color de la piel, por el odio racial, por salir de un barrio carenciado. Eso es lo que conseguiste a través de la muerte de tu hijo, lamentablemente. Pero quiero que sepas que nunca más van a mirar ni matar a nadie por el color de la piel, porque ya saben lo que les espera: se van a morir adentro de la cárcel”, exclamó eufórico Dalbón quien caracterizó a este juicio como “el fallo más importante del Estado que mata a través de las pistolas del Estado después de las juntas militares”. “Acá somos hijos de latinos, hijos de inmigrantes, acá hay pueblos originarios, somos criollos, somos una mezcla de todo y somos iguales ante la ley no solamente en un juicio, sino en la vida”, cerró Dalbón su discurso.

“A pesar de mi pancita, vuelvo con un par de kilos menos, sin la mochila pesada que trajimos hasta el día de hoy”, comentó a la prensa “Peca” González, papá de Lucas.