La universidad en primera persona

La universidad en primera persona

Ante las propuestas de arancelamiento universitario de Javier Milei, distintos estudiantes y graduados explican el impacto que tiene la educación superior gratuita en sus vidas.

En el contexto actual, el futuro acceso a la universidad, y a la educación en general, ha dejado de ser la certeza que siempre ha sido, para transformarse en una inquietud que depende de quién será el próximo mandatario del país. En diversas declaraciones se ha escuchado a los candidatos de La Libertad Avanza cuestionar a la educación pública y gratuita, si realmente es merecedora del financiamiento que tiene a través de impuestos, y su rol en la sociedad argentina. Para indagar sobre su impacto real en las vidas de quienes acceden a ella, ANCCOM dialogó con estudiantes y graduadas de diferentes universidades públicas.

Melina Valenzuela es licenciada en Trabajo Social y graduada de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ). Tiene 27 años y fue la primera persona de su familia tanto en recibirse con un título universitario como en acceder a la educación superior: “Desde chica siempre supe que quería ir a la universidad y siempre mi estudio universitario lo pensé dentro del sistema público de universidades nacionales”. Melina explica que había considerado estudiar en la Universidad de Buenos Aires, pero que le hubiese resultado difícil sostener el viaje, por lo que enfocó su búsqueda en una institución del conurbano y terminó eligiendo la UNPAZ. Los estudios le abrieron puertas laborales rápidamente: “En la universidad buscaban un pasante de mi carrera para ingresar a trabajar en el Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales como administrativa y quedé seleccionada en el orden de mérito. Fui pasando por distintos roles durante un año y después me contrataron, y continúo ahí”.

Melina asegura: “Estas universidades en el conurbano son las que a mí me permitieron estudiar dentro del mismo territorio, no tener que desplazarme a la ciudad donde hubiese sido un poco una extraña” y agrega que “le encanta que estas instituciones tengan una mirada hacia afuera, que sean para y por el territorio”. Sobre esto último, Melina explicó: “Nosotros trabajamos con la comunidad siendo parte de la comunidad, somos gente del territorio que viene a la universidad y sale con el deseo de transformar algo, de llevar un poco de la igualdad que recibimos hacia las comunidades donde pertenecemos”. Finalmente, Melina sostiene que las universidades públicas, gratuitas y de calidad son “lo mejor como nación que hemos heredado” y agrega: “Creo que no hay otra salida que no sea la educación”.

Teresa Vera, licenciada en Diseño Industrial y graduada de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), expresa que la universidad pública le dio esperanzas de volver a insertarme en un sistema laboral, “porque decidí empezar mis estudios a los 49 años”, decisión que tomó a raíz de haber visto un cartel sobre la tecnicatura en Diseño de Marcas y Envases e imaginarse su vida laboral con un título, incluyendo la posibilidad de proveer económicamente a su familia. Teresa sostiene: “La educación pública me ha marcado siempre, sin ella no hubiese tenido educación”. Teresa trabaja desde los catorce y hubo un momento en el que accedió a la UBA para estudiar Derecho, pero descubrió que no era lo suyo. Después de esto, la vida la llevó por distintos caminos hasta acceder a la UNDAV: “Sin duda cambió mi vida para bien, porque me sentí contenida en una carrera que me enamoró desde el día uno” expresa y agrega: “Nunca soñé con ser licenciada, ni ser investigadora. Siempre me encantó estudiar, pero no tuve una familia que me pudiera acompañar en ese sentimiento”. Finalmente, afirma que “el aporte de la universidad pública es un ascenso en la posibilidad de pensar y pensarse de otra manera, de soñar a partir de la profesión que uno adquiera”.

Lola Alfonso, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Moreno, señala que la educación pública la benefició en el  “acceso al conocimiento universal, al ejercicio del estudio, de la indagación, de la investigación, de la reflexión”. Asegura también: “Me permitió desarrollar distintas cuestiones académicas, intelectuales que de otra manera no hubiera tenido acceso, me abrió las puertas para pensar el mundo de otra manera y pensarme a mí como sujeto social”. Agrega que la universidad le permitió generar “una red de vínculos” a través de espacios estudiantiles. “No me puedo imaginar mi vida sin haber accedido a la educación pública”, expresa Lola, y describe que antes de ingresar a la educación superior trabajaba en un local de comida rápida, hasta que su familia ofreció apoyarla económicamente mientras ella estudiaba. Como Melina, Lola manifiesta la importancia de la presencia de las universidades públicas en el conurbano, por la cantidad de familias de trabajadores que no tendrían acceso a ella de otra forma. Finalmente, afirma que la universidad pública “implica que haya un valor puesto sobre cada ciudadano por ese tránsito universitario. Es un valor que es inconmensurable y que está al servicio de la sociedad”. Además, opina: “me parece que hay un deber que deja también la universidad pública. Su aporte al conocimiento, al saber, a la investigación, a la responsabilidad, me parece que es fundamental y que es por eso que las universidades están rebalsadas y cada vez crecen más y se inauguran más. No por nada sucede esto”.

Marcha en defensa de la educación pública en 2016. 

Denisse Cutuli, 23 años, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y redactora en Datta y Labia, cuenta que llegó a esta casa de estudios a través de los tests vocacionales de otra universidad pública, la Universidad Nacional Tres de Febrero, cuyo resultado la convenció de elegir su actual carrera. “Mi hermana sí o sí tenía que hacer un profesorado en una escuela privada, entonces la posibilidad de no estar pagando dos carreras a la vez hizo que mis papás puedan bancarme la mayor cantidad de tiempo y que yo pueda enfocarme solo en eso”, explica. Como a Melina, la universidad pública le dio a Denisse la posibilidad de acceder a un trabajo en su área profesional: “Entré a laburar gracias a una profesora de la facultad que me dio la oportunidad y gracias a eso trabajo en Datta y Labia donde tengo un espacio de libertad, y además en Datta desde que entré ya me ocupé de la sección política, que fue mi primer interés”. Denisse explica que pudo cumplir objetivos como, por ejemplo, cubrir las elecciones. “La verdad es que la universidad pública me abrió un montón de puertas, no solo por la educación en sí, sino por el boleto con tarifa subvencionada”, explica, ya que sin ese subsidio su viaje hasta la facultad representaría otra dificultad para cursar. Denisse también destaca el apoyo de su familia, y asegura que es gracias a ellos que se convertirá, cuando se reciba, en la segunda generación universitaria de su lado materno y la primera en el paterno. “Para ellos es súper importante y para mí también, porque es abrir la puerta para mis primos que también se anotaron en la facultad”, explica. Finalmente, sostiene que la importancia de la universidad pública yace en que iguala oportunidades y en “devolver a la sociedad lo que la sociedad pone en nosotros. Vos lo que estudiás en la facultad después lo impartís en un puesto laboral que hace a la sociedad y la construye”, describe y agrega que “es la base para democratizar el conocimiento y para que todos podamos profesionalizarnos y desarrollarnos en lo que queremos”.

Criminalizan a estudiantes universitarios de Córdoba

Criminalizan a estudiantes universitarios de Córdoba

La Justicia Federal mantiene activa la causa “usurpación por despojo” contra 27 estudiantes procesados tras una toma de 30 días realizada durante el gobierno de Macri en 2018.

Córdoba no sólo es sinónimo de fernet, cuarteto y sierras, es también la cuna de un hito en la educación superior: la Reforma Universitaria de 1918. Este movimiento, liderado por el Centro de Estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba -UNC-, aseguró la autonomía universitaria, la gratuidad y la participación estudiantil en la gestión académica. Un centenar de años después, durante el período de recortes presupuestarios del gobierno de Mauricio Macri en 2018, más de 20 universidades a nivel nacional se vieron obligadas a declarar la emergencia económica financiera debido a la crisis que enfrentaban. Esta situación implicó una revuelta estudiantil en defensa de una educación libre, gratuita y de calidad, durante la cual fueron tomadas 57 universidades a lo largo del país, producto de asambleas multitudinarias y grandes movilizaciones de diferentes sectores de la sociedad. Es así que en la misma universidad en la que se impulsó la reforma de 1918, los estudiantes decidieron sostener una ocupación de 30 días, en uno de los edificios estratégicos de la UNC donde se encuentra el rectorado, el Pabellón Argentina. La toma de las instalaciones llegó a su fin cuando los delegados estudiantiles se reunieron con el vicerrector de la universidad, Pedro Yanzi Ferreira. Sin embargo, más que un intento de llegar a un acuerdo, fue una jugada del funcionario, quien utilizó el acta de la reunión para señalar como actores involucrados a 27 estudiantes e imputarlos judicialmente. Paradójicamente, quien criminaliza la protesta estudiantil, Yanzi Ferreira, es también autor de “La Reforma Universitaria de 1918”, libro que homenajea la toma realizada por los universitarios en esa época.

El 26 de junio de 2019, el Juzgado Federal 3 de Hugo Vaca Narvaja, con la acusación de la fiscal Graciela López de Filoñuk, procesó a los 27 estudiantes por el delito de “usurpación por despojo”. A lo largo de los años la justicia avanzó en la causa con una ofensiva durante la pandemia, al aprovechar la virtualidad que desarticula el movimiento estudiantil. Una movilización en diciembre de 2021 detuvo el intento de la justicia federal de realizar el juicio en enero de forma virtual, en plena feria judicial y con las universidades cerradas por vacaciones. Blanca Fabiola Barreiro pertenece a la Gremial de Abogados es parte del equipo de seis letrados que, dirigidos por Carlos Orzaocoa, defienden a 15 de los 27 estudiantes imputados. En diálogo con ANCCOM afirma que es una causa “puramente política”, debido a que nunca se fijó el hecho del proceso. “Cuando el fiscal dice que una persona comete un hecho, lo tiene que fijar, describir minuciosamente, presentar pruebas, testigos y circunstancias. Dice que en determinado día y hora estudiantes entran a romper el pabellón, los acusan de manera generalizada como usurpación. No se fija el hecho, entonces no sabemos que defender”, expresa.

La justicia reactivó la causa el mes de septiembre de este año, cuando convocó para el viernes 29 de ese mes, a las 9 horas, una audiencia preliminar para dar inicio al juicio. El Consejo Directivo de la FFyH -Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC- convocó una movilización el día de la audiencia a las 8 de la mañana, con el fin de repudiar la imputación de los estudiantes, y acompañar el reclamo de suspensión del juicio y la absolución de los universitarios que participaron de la toma. Sin embargo, el miércoles 27 de septiembre, el Poder Judicial decidió suspenderlo “por razones de organización del Tribunal” sin dar mayores aclaraciones. Barreiro sostiene que la causa no tiene otra finalidad que “criminalizar la protesta, para asustar a las nuevas generaciones”. Describe que elevan la causa a juicio en 2020 y la mantienen para que no prescriba -marzo de 2024-: “Lo hacen en momentos políticos, como en las PASO. En Río Negro había una causa más grave y quedaron absueltos”. 

En coincidencia con la abogada Barreiro, una de los 27 estudiantes imputados, Lucia Heber, afirma que el juicio tiene razones políticas: “El Poder Judicial, en complicidad con el vicerrector, Yanzi Ferreira, decidió avanzar sobre quienes en ese momento estábamos de delegados, atentando al legítimo derecho de una educación de calidad, al derecho a la protesta, y al principio de autonomía universitaria”. Lucía cree que el juicio es una forma de criminalizar a quienes luchan por una educación de calidad, la cual considera que hoy en día es “un privilegio”.

Lucía, quien en 2018 estudiaba Ciencias de la Educación en la Facultad de Filosofía y Humanidades, relata que la toma surgió debido a la falta de respuestas a las demandas estudiantiles y al crítico momento por el cual atravesaba la universidad. Aunque recibió el apoyo y solidaridad de sus compañeros y docentes, describe la situación judicial como «un estado de mucha tristeza y decepción». Fue un «golpe muy duro» darse cuenta de que la causa por la que luchaba estaba sometida al poder de la justicia. Si bien durante los años siguientes, motivada por su entorno, siguió su carrera universitaria, afirma que lo que vivieron por aquel entonces no se “traducía” dentro de la institución, por lo que en 2021 dejó la carrera. No obstante, aclara que nunca dejó de formarse y en la actualidad cursa una nueva carrera, en otra universidad pública.

Los estudiantes y sus abogados ahora se encuentran a la espera de que el juzgado disponga de la nueva fecha para la audiencia preliminar al juicio, suspendida dos días antes de realizarse. Lucía Heber agrega: “La audiencia preliminar es una instancia previa al comienzo del juicio, donde las partes disponen de los detalles para el debate, donde se llama a declarar a los testigos y se presentan las pruebas”.

 

Gratuidad sí, vouchers no

Gratuidad sí, vouchers no

En un hecho inédito, directivos, profesores, no docentes, estudiantes y todos los espacios políticos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA realizaron un banderazo en defensa de la educación pública, gratuita, masiva y de calidad. Unidad en la diversidad frente a la amenaza electoral de la derecha.

“Nuestra facultad se caracteriza por la diversidad política, pero donde no tiene dudas es en la defensa de la educación pública y de la universidad gratuita y de calidad”, sostuvo el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales (FSOC) de la UBA, Diego De Charras.

En una jornada inédita en la que coincidieron fuerzas políticas y gremiales estudiantiles, docentes y no docentes de diferentes espacios, se realizó un banderazo bajo la consigna “UBA Sociales por la educación pública y gratuita”. Al canto animado de “¡Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode!”, integrantes de diversas agrupaciones se concentraron en la plaza seca de la sede de FSOC, en el barrio porteño de Constitución, en rechazo a las propuestas que amenazan la gratuidad de la educación y abogan por un sistema de vouchers.

Impulsado por la gestión de la Facultad y acompañado por toda la comunidad educativa, el banderazo fue parte de una acción comunitaria en “un contexto amenazante y de cara al debate social que antecede al voto”, como explicó la directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Larisa Kevjal.

Frente al avance de un candidato como Javier Milei, que explícitamente promueve la privatización y el arancelamiento de la educación, personalidades destacadas de la colectividad académica reconocieron la necesidad de una acción conjunta: “La unidad fue sencilla porque lo que está en juego lleva necesariamente a juntar las voluntades —afirmó Ana Arias, decana de FSOC—. Los problemas que tiene actualmente el sistema educativo, con el proyecto de vouchers pueden llegar a potenciarse de manera extraordinaria”.

La estudiante de Sociología Naza Sciola expresó: “Venimos de años de erosionamiento de nuestra educación pública y estas propuestas vienen a ofrecer una falsa respuesta a los problemas que estamos enfrentando”.

“Este año, el presupuesto de la universidad tuvo un aumento del 70 por ciento cuando hay una inflación por arriba del 120, lo que afecta fuertemente a la universidad pública y su posibilidad de funcionamiento”, explicó Juan Diez, trabajador no docente y miembro a cargo de las becas de la Subsecretaría de Investigación. Acompañados de carteles denunciando el ajuste y en contra de la exclusión de trabajadores docentes y no docentes jubilados de la obra social DOSUBA, integrantes de la gremial no docente participaron del acto: “Una convocatoria en defensa de la universidad pública debía incluir estos reclamos frente a los ataques a nuestros derechos”, agregó Diez.

“La voucherización lo único que hace es lesionar las posibilidades de formarse y educarse de aquellos que encuentran en la universidad pública una oportunidad de ascenso y movilidad social”, señaló De Charras.

El banderazo es sólo una de las medidas posibles de acción para frenar el avance de estos proyectos privatizadores. “Nos toca asumir muchos protagonismos para dotar de argumento algunas ideas que son reduccionistas, para que la sociedad pueda comprender qué es lo que está en disputa”, remarcó Kejval. El vicedecano De Charras añadió que “hay que trabajar la toma de conciencia y explicar particularmente a los jóvenes lo lesivas que son estas propuestas que ven como novedosas, ya aplicadas por el neoliberalismo”.

“La mejor manera de superar los impulsos que amenazan la educación pública es con una propuesta superadora, que incorpore nuevas demandas y genere más espacio público, no menos”, aseguró la decana Arias.

Sciola, militante de la agrupación socialista La Emergente, sentenció que la mayor iniciativa para decir no a los intentos de privatización es “seguir invirtiendo en educación pública, apostando al presupuesto y democratizando la universidad”.

Lucas Grimson, militante de La Mella-Frente Patria Grande y estudiante de Ciencia Política, argumentó que “para poder construir más universidad pública necesitamos no retroceder sobre lo conquistado históricamente y para ello necesitamos ‘darla vuelta’ de cara a la elección de octubre”.

La presidenta del Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales y estudiante de Relaciones del Trabajo, Ludmila Peralta, se refirió a la Comisión en Defensa de la Educación Pública: “Un espacio para hablar de la situación y pensar diferentes iniciativas que puedan visibilizar que existe la posibilidad de perder la educación pública y su rol como transformadora de vidas”.

A días de las elecciones generales del 22 de octubre, proyectos políticos antagónicos debaten qué tipo de país queremos. Esta manifestación de alerta en unidad de espacios ideológicamente diversos es indispensable para entender los derechos que están en juego para estudiantes actuales y futuros.

La historia de un científico comprometido

La historia de un científico comprometido

Se estrenó “Varsavsky, el científico rebelde”, segundo documental de Rodolfo Petriz. El matemático encuentra en esta obra un reconocimiento al esfuerzo que realizó por vincular la investigación académica con la sociedad. Su estilo, sus ideas y sus luchas se cuentan con una gran investigación de archivo.

«Para Varsavsky, “ya existía la palabra ‘cientificismo’: la gente hacía una tesis para graduarse y una vez que se recibían ya no le interesaba ni a ellos ni a nadie», explica Petriz, el director del documental.

“Las ideas que escribió hace 50 años son útiles y tienen vigencia en la actualidad argentina y latinoamericana“, afirma acerca de Oscar Varsavsky, Rodolfo Petriz, director de largometrajes y docente graduado en la Facultad de Filosofía de la UBA. “Escribía con la patencia que menciona el escritor Roberto Arlt, ‘como un cross en la mandíbula ‘”. Varsavsky, el Científico Rebelde, su último documental, se estrenó el jueves 15 de junio en el cine Gaumont y se presentará en Buenos Aires hasta el 21.

La función de estreno en el Cine Gaumont se llenó de público. El director presentó el documental junto a su pequeña hija Ema y agradeció a los principales colaboradores. Entonces las luces se apagan y llegan 78 minutos de silencio y atención en la sala para escuchar cada detalle de la vida de uno de los grandes científicos argentinos.

Entre las múltiples facetas del protagonista del documental, Petriz, quien realizó el Taller de Periodismo Científico en el Instituto Leloir, destaca su estilo como escritor: “Tenía una forma particular de plasmar sus ideas en los libros y no andaba con medias tintas, sino que era muy vehemente, hablaba directamente y con claridad”.

¿Quién fue Varsavsky?

Oscar Varsavsky nació en Buenos Aires el 18 de enero de 1920 y murió a los 56 años el 17 de diciembre de 1976. Fue uno de los miembros más destacados de la gestión de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en la llamada «Época de Oro» y protagonista central de los debates científicos de los años sesenta y setenta, en los que realizó una crítica revolucionaria de la ciencia latinoamericana. Viajó a Brasil, Perú, Venezuela y otros países de América Latina compartiendo sus ideas y conocimientos con sus pares. Se lo leía entre los textos de otros intelectuales como Jorge Sábato, Manuel Sadosky y Rolando García. Sobresalía por la originalidad y radicalidad de sus planteos, acordes al momento histórico-político.

El documental refleja “sus ideas, las bases sobre las cuales edificar una ciencia comprometida que solucione necesidades prioritarias de la población y esté al servicio del desarrollo nacional soberano y autónomo”, explica el director del documental. Para Varsavsky, “ya existía la palabra ‘cientificismo’: la gente hacía una tesis para graduarse y una vez que se recibían ya no le interesaba ni a ellos ni a nadie”, explica en el documental Marcelino Cerejeido, autor del libro La nuca de Houssay. “Para él –agrega-, Argentina tenía que crear un equipo científico para hiper-conocer el país y resolver sus propios problemas”. Una ciencia funcional acorde a las problemáticas sociales, pensando en un futuro mejor como país.

 

Petriz explica a ANCCOM por qué decidió realizar este un documental: “Al leer a Varsavsky sus ideas y propuestas conmueven e invitan a ser parte. En una medida hace sentir que algo pasó por tu cabeza y te golpeó metafóricamente, de una manera muy fuerte, y te lleva a la acción o la reflexión como mínimo”.

“Me parece muy interesante –asegura el director- que se escuche un poco del pensamiento de Varsavsky y tomar de aquellas ideas que fueron muy fecundas, como el dinero que se destina a la ciencia, cómo se realiza, en  función de qué, para  qué se destina. Para Varsavsky tenían igual importancia las Ciencias Exactas y las Ciencias Sociales. Creía que se debían formar equipos interdisciplinarios”, plantea. 

“Si se piensa en términos políticos Varsavsky era una persona que pertenecía a un ideario de izquierda. Y sostenía que la ideología no es ajena a la ciencia. La ciencia está atravesada por la política y la ideología”, explica Petriz. Si bien el científico rebelde se oponía al consumismo, “tampoco estaba de acuerdo ni veía con buenos ojos el comunismo que funcionaba en la Unión Soviética. En su formación académica Varsavsky leía de todo”, aclara.

La puesta en escena

Testimonios, entrevistas, momentos de manifestaciones turbulentas durante la dictadura militar, imágenes en blanco y negro, viajes a Brasil, Córdoba, cassettes de charlas y conferencias, recomposición de la imágen de Oscar Varsavsky, (evitaba todo lo posible ser fotografiado) dan vida al documental. “Yo digo que murió de tristeza, más allá de la enfermedad. Ya estaba enfermo, pero… él era un luchador, no era sólo un científico que se dedicó a realizar modelos matemáticos y nada más”, afirma una de sus colegas en el documental.

El financiamiento del documental provino del  programa de “Financiamiento de Documentales” del INCAA y del programa de “Apoyo a la Cultura” de la CIudad de Buenos Aires Mecenazgo.

 

Próximas Funciones

Varsavsky. El científico Rebelde, segundo documental de Rodolfo Petriz, tuvo su preestreno en el 37º Festival de Cine Ibero Latinoamericano de Trieste (2022), en el XXXI Festival de Cine e Imagen Científicas de Madrid (2022) y en el Festival Internacional de Cine Político (FICIP 2023). También se present en las universidades de La Plata, Río Negro, San Juan y UBA-Ciencias Exactas. Se presentará en Tucumán, en el Espacio INCAA Hynes O ́Connor el jueves 15, viernes 16 y sábado 17 de junio a las 20 hs. En  Zapala, Neuquén, en el Espacio INCAA Cine Municipal Jueves 15 de Junio 21:30 hs. En Caleta Olivia, Santa Cruz Espacio INCAA,  sala José Fernández viernes 16 de junio 20 hs.

Los libertarios también llegaron a la universidad

Los libertarios también llegaron a la universidad

En la UBA, el escenario político ha visto irrumpir a un nuevo jugador: la agrupación estudiantil Avancemos.

Acto de Javier Milei en Gerli en junio de 2022. 

“El grueso del activismo de derechas radicales son pibes jóvenes, cuya experiencia política ve solo deficiencias en los últimos gobiernos del país. No son muchachos y muchachas de derecha: expresan su descontento con ciertos candidatos como Milei que acusa a la casta en general y dice que son todos una mierda. Sería la mera expresión de un rechazo generalizado que está a la derecha, pero podría no estarlo”, reflexiona el licenciado en Ciencia Política e Investigador del CONICET, Sergio Morresi. Y agrega: “Si bien ese motor está, muchos de estos activistas se la pasan viendo videos y leyendo, intercambiando experiencias en encuentros, que se acercan a la ideología que fusiona esa tradición nacionalista reaccionaria y la tradición liberalista conservadora argentina en esta propuesta de derecha radicalizada”.

Hacer política de la antipolítica

Solve Gui es estudiante de la Carrera de Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales, milita en la agrupación la Emergente y ofició de presidenta del Centro de Estudiantes en 2019 en representación de la Lista 15. Se dedica, estudia, y vive la política. Se pregunta por qué hoy parece no ser la respuesta para las frustraciones de la sociedad: “Hay una dimensión estructural: los jóvenes son los que tienen los trabajos más precarios. Pero también hay una dimensión subjetiva, donde ese panorama de precariedad hace lugar si no se gestan movimientos de organización colectivos. En los años 90 y en los 2000 se tramaron procesos de organización colectivos, y hoy se nos presenta como algo muy ajeno. Ahora estamos en un momento en donde tranquilamente podría haber un estallido, pero lo que hay es una implosión. Eso genera mucho nihilismo, mucho descreimiento, que provoca una fe en lo antipolítico. Esos sentimientos y desafecciones son muy traccionables”.

¿Está de moda ser de derecha?

Agustín Baletti, estudiante de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires, es uno de los impulsores de la conformación de Avancemos y referente de la agrupación en la Facultad de Ciencias Sociales y explica cómo se formó la agrupación: “La idea de Avancemos surge por una necesidad de los estudiantes de poder verse representados en las estructuras de discusión y de debate político en los debates universitarios. Nuestra principal proyección es poder representar, digamos, dar una apertura al debate, a que haya otras posiciones. Algunos las llamarán más de derecha, otros más de centro, pero buscamos que exista esa apertura porque no se puede vivir en un clima de persecución como el que viven muchos compañeros y compañeras que no pueden poner una mesa, incluso agrupaciones que ya están instaladas por ejemplo en la Facultad de Ciencias Sociales, agrupaciones peronistas que se manejan en un clima de miedo a la proscripción permanente”.

El politólogo Sergio Morresi explica las lógicas de convivencia política: “Eso funciona para todas las ciencias políticas, el que recién llega nunca es bien recibido, no importa qué posicionamiento político tenga, porque la torta siempre es una. La victimización en la política argentina es una forma de constitución de identidad. En el caso de la Facultad de Ciencias Sociales, donde hay un mainstream progresista de izquierda, eso queda sobrecargado porque aquel que propone ideas de derecha va a ser mirado como alguien que no debería estar ahí. Ese sentimiento es genuino, te da ese ambiente hostil.  Uno construye la identidad en el espejo que te devuelve el otro. El que está siendo rechazado por el sistema y el que refuerza la identidad tiende a radicalizar no a moderar”.

En una encuesta realizada especialmente para esta investigación, fueron relevados 200 estudiantes, de los que 61% consideró que ningún partido político les representa, y el 72% consideró que los partidos políticos no responden a las necesidades del electorado. Frente a la falta de representación y la falta de respuestas, la esperanza sólo parece encontrarse en un discurso con épica fuerte, que proponga una transformación revolucionaria de la realidad. El filósofo británico Mark Fisher explica que el problema principal de la izquierda no reside solamente en su dificultad para llevar a cabo proyectos transformadores, sino que no logra imaginarlos, no logra proponer un futuro mejor. Y si la izquierda perdió la capacidad de proyección, por eso augura que es el momento de la derecha para ganar terreno: “Hay dos focos que nos interesan muchísimo y que tienen un paralelismo interesante que son: la Facultad de Ciencias Sociales y la de Economía”, cuenta Baletti cuando se le pregunta sobre la proyección de su agrupación en términos electorales. “Nos interesa ver cuáles son las posibilidades de trabajar en cada una. En Sociales, tenemos ganas de hacer muchas cosas que puedan romper las paredes, las estructuras, el techo de cristal; en Avancemos se encuentran liberales, peronistas, desarrollistas que están desencantados con las formas de manejar las cosas en la Universidad, algo que nosotros llamamos la “casta universitaria”. Ahí hay mucho laburo, en soledad por parte de Avancemos, pero con la posibilidad de expandirse a otras universidades”.

¿Qué pasa con la juventud?

En las universidades públicas -y varias privadas- del país, existe el consenso del Centro de Estudiantes como pilar del funcionamiento social del estudiantado. La Facultad de Ciencias Sociales, en este caso, es una de las reglas que forman esta concepción. Solve Gui reflexiona sobre la militancia estudiantil: “Yo creo que la militancia por la educación se plantea sobre dos consensos mínimos; uno es un consenso global de todas las formas de expresión política argentina que es el consenso democrático. El otro consenso es que defendemos la educación pública, como frase abstracta, que tiene que ver con más inclusión, el acceso, la defensa de la universidad como espacio autónomo de decisión, de producción y reproducción de conocimiento; un espacio donde no solo se nos forme, sino que se nos dé lugar para hacer nuestro aporte”.

Agustín Baletti, por su parte, habla de una necesidad de representación que hay por parte del estudiantado: “Somos estudiantes los que formamos esta agrupación, no es una cuestión que nos baja nadie, es una necesidad de los estudiantes que decimos ´che tenemos que poder hacer algo´, no puede ser que haya identidades políticas con derecho a ser respetadas y otras que no, incluso hay estudiantes independientes que dicen ´yo quiero ir a la universidad y que me acompañen en mi carrera académica, en mi recorrido académico´. Avancemos se plantea en muchas cuestiones como un espacio que viene a dar discusiones esenciales para la universidad, porque muchas veces se pierden las necesidades de los alumnos por las necesidades de los políticos que están detrás de las agrupaciones estudiantiles”.

Pero ¿cuáles son esas discusiones? Gui cuenta un poco más sobre el trasfondo de los reclamos que se alzan desde estas “voces dissonantes” que plantea Baletti: “En la idea de la democratización del acceso a la política, ellos entran y dicen que no hay lugar para el CBC, que hay que poner examen de ingreso, medida que tuvo lugar en dictadura y se derogó en democracia. Desconocen puntos de partida que tienen que ver con la realidad de la universidad, como por ejemplo el por qué están las agrupaciones, cómo se maneja el presupuesto, qué potestad tiene o no la facultad de manejar tal cantidad de presupuesto, quién decide las reformas edilicias… Una serie de cosas que tienen que ver con el funcionamiento de la institución, ya que uno para lograr transformar un espacio, sea cual sea tu agrupación, tiene que conocerlo. Otro de esos consensos tiene que ver con la libertad de cátedra y esta idea de “adoctrinamiento ideológico” atenta contra la libertad de cátedra y contra la libertad de pensar y decir”.

Las nuevas derechas pretenden instalarse en las pasiones de la juventud adueñándose de la agenda mediante reclamos que Baletti describe como del sentido común. Según el joven, hay muchas cuestiones que tienen que revisarse en pos de mejorar el funcionamiento de la sociedad, pero denuncia persecución y cooptación de la libertad de expresión por parte de sus contrincantes políticos. 

Por su parte, Gui reflexiona sobre las limitaciones que pueden encontrarse las militancias preexistentes a la pandemia y cómo las mismas se encuentran encerradas en sus propias jaulas discursivas: “Nos acostumbramos a una forma de hacer política que a muchos nos es ajena, ¿por qué ahora no se puede, o la mayoría no quiere, trabajar en lo político desde el enojo? Hoy todos siguen la estética de la positividad, pero este es un discurso que choca con la realidad actual, en la que la gente se está muriendo de hambre. Entonces, en un marco donde muchas fuerzas están dejando de lado esta problemática y enfocándose en las instituciones y en la pequeña conquista, si alguien viene y dice “yo voy contra esto”, claro que va a llamar la atención”. Gui también remarca la importancia de reconocer la responsabilidad de las izquierdas por no haber logrado construir una alternativa como poder popular, otra forma de pensar al Estado: “Para mí la política  es como una “cancha” en la que todo espacio que uno deja libre, es un espacio que ocupa alguien más. Y esto se vio en la pandemia, cuando todos nos recluimos a lo comunitario, quienes ocuparon la calle, quienes empezaron a movilizarse fueron las derechas; y ahí es donde nosotros dimos un paso para atrás y ellos para adelante; yo creo que hay que flagelarse un poco con eso, porque es responsabilidad de quienes antes estábamos en ese lugar”.

La juventud es el campo traviesa en el que se está llevando adelante la disputa por la propiedad de la agenda ¿Qué se discute? ¿En qué marco? ¿Cuáles son los posicionamientos éticos desde los que van a pensarse las futuras medidas? Las tensiones discursivas se encuentran más que nunca a flor de piel, y estos espacios emergentes se presentan como una nueva alternativa para la participación política de les jóvenes.

Tenés un deslizamiento constante que es preocupante, y es algo digno de atención, que no pasa en todos lados. Sí pasó en Estados Unidos cuando Donald Trump, frente a las manifestaciones violentas de la KKK, dijo bueno sí también los zurdos de ANTIFA se manifestaron así. Uno puede decir, analíticamente, la frontera está acá y a partir de este lugar no estamos hablando más de democracia, pero muchas veces los mismos políticos que están dentro del mismo sistema parecen coquetear con ese límite”, concluye Morresi.