De la campaña anticasta al discurso antikirchnerista

De la campaña anticasta al discurso antikirchnerista

Para sorpresa de sus dirigentes, La Libertad Avanza no sumó más votos que en las PASO y quedó en segundo lugar, de cara al balotaje. En su discurso de largada, Javier Milei mutó su libreto para convocar a los militantes de Juntos por el Cambio en su cruzada contra Massa.

El candidato de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, disputará el balotaje junto a Sergio Massa, de Unión por la Patria (UxP), el próximo 19 de noviembre. Con un crecimiento de 8% en el presentismo electoral repecto a las PASO, UxP sorprendió creciendo casi un 8% mientras que LLA se mantuvo en los mismos guarismos. La sorpresa de llegar al balotaje en segundo lugar se sintió entre los libertarios que se reunieron en Libertador Hotel, en Avenida Córdoba 690.

En el búnker libertario se vivió la noche de las elecciones como una fiesta llena de expectativas y altibajos emocionales, casi en las mismas proporciones. Sobre la calle paralela al escenario montado en la avenida se amontonaron los numerosos periodistas que los organizadores no dejaron entrar al búnker, algo que obligó a los representantes libertarios a reducir su paso en la entrada para atenderlos. Los candidatos Lilia Lemoine y Ramiro Marra y Eduardo Bolsonaro, el hijo del expresidente brasileño, fueron algunos de los que llegaron al lugar antes de las siete de la tarde.

Luego de esa hora, lo que ocurría puertas adentro estaba reservado para los invitados del partido y ciertos medios elegidos a dedo. ANCCOM, vía un contacto al interior del búnker, fue testigo del clima tras el bombazo de los resultados: “Caras largas… Mucha música electrónica, pero nadie festeja”.

Expectantes a las pantallas, aunque sin querer mirarlas, los dirigentes políticos se encontraron sin respuestas. Por otro lado, en las calles la música de las batucadas era acompañadas por un grupo de militantes felices junto a algún que otro cosplayer, disfrazados de personajes irreconocibles o personas con estilos muy personales.

Resultados poco alentadores comenzaron a agitar al público que desde las 22:30 comenzó a cantar «¡Que salga Javi la puta que lo parió!». Ramiro Marra se sumó a la multitud y logró calmarla un poco.

Finalmente, a minutos de las once de la noche, con casi el 90% de los votos escrutados, Javier Milei subió al escenario mientras le cantaban el feliz cumpleaños. Sin seguir el protocolo de felicitaciones a los demás contendientes o a quienes participaron de las elecciones, fue directamente a recapitular lo ocurrido estos dos últimos años: “Estamos ante un logro histórico. Haber hecho la mejor elección de historia del liberalismo es algo que nos llena de orgullo a los liberales”. En una jugada política evidente reabrió la oferta de asociarse al bloque de Patricia Bullrich, saludó a Jorge Macri y afianzó su intención de captar el voto antikirchnerista. También felicitó a Frigerio y prometió tabula rasa para terminar con el enfrentamiento con los dirigentes que apoyaban a Patricia Bullrich y tomo el discurso de su adversaria para invitar a “acabar para siempre” con el kirchnerismo.

Milei insistió hasta el final con que es el único que queda en pie para terminar con el oficialismo: “Más allá de nuestras diferencias, enfrente tenemos una banda criminal. Insaurralde no es la excepción, es la regla”, “o cambiamos o nos hundimos” concluyó su breve discurso y se despidió junto a su habitual arenga de “¡Viva la libertad, carajo!”.

Bajo las luces de las bengalas, el fanatismo por Milei era comparado por los presentes como el que se sentía por la selección argentina. En las calles se vendían muñecos del candidato, banderas y pines. Los militantes dejaban la garganta en coros, canciones de cancha e insultos que casi tapaban el silencio total unos pisos por sobre ellos. Para cerrar la noche, luego de pedir un aplauso para los fiscales, Milei llamó a sus votantes a fiscalizar porque, según ellos, al menos cinco mil votos no se contabilizaron como correspondía.

Javier Milei tiene el desafío de sumar votos de acá a cuatro semanas. Ya Victoria Villarruel había dado señales en ese sentido en una entrevista al canal LN+ e intentó una salida elegante cuando Viviana Canosa le preguntó cómo iban a hacer para pedirle el voto a los «viejos meados».

La evidencia indica que pretende acercarse a sectores de Juntos por el Cambio, pero luego de una agresiva campaña en la que distribuyó insultos a granel no se sabe que tan receptivo esté el electorado para sumarse a su propuesta. Queda estar atentos a las repercusiones que tendrá el día de hoy en las elecciones del 19 de noviembre y la postura a tomar en el último debate presidencial del año.

Sabor  a poco

Sabor a poco

ANCCOM miró el segundo debate presidencial junto a un grupo de ciudadanos de diversas edades y pensamientos políticos. Aseguraron que no se llevaron mucho, que los candidatos no contestaban lo que les preguntaban y propusieron sus propios cuestionarios.

 

Comienza el segundo debate presidencial del 2023, a tan sólo dos semanas del pase de los argentinos por las urnas. Al igual que el domingo 1°, un grupo de personas de generaciones, situaciones socio-económicas y orientaciones políticas distintas se reúnen a presenciar el evento frente a la televisión, invitadas por ANCCOM

Es una de las primeras noches de calor del año en la Ciudad de Buenos Aires y la temperatura atraviesa las paredes. Las espaldas se posan, más que el domingo anterior, contra los respaldos del sillón y de las sillas. Hoy se los nota a todos un poco más cansados y las palabras cuestan más de lo usual durante la primera media hora de debate. 

Sus caras, a modo de premonición, ya aparecen algo amargadas. Juzgando por las opiniones de la vez pasada, no es difícil deducir que los integrantes de este debate no guardan demasiada expectativa sobre la jornada de hoy. 

Sin embargo, de a poco, las opiniones comienzan a fluir; algunas de ellas hacia la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich. Las palabras de Bullrich son retratadas y recibidas de distintas formas en el grupo. Carolina, de 22, al principio sostiene que la nota muy nerviosa a pesar de sus intentos por mostrarse más fuerte y ordenada; más tarde coincidiría con Gabriela en que se la ve mucho más firme que la última vez. Rodolfo, por su parte, asiente ante la promesa de que, bajo el mandato de la candidata, el orden va a ser el primer fundamento; mientras tanto, Sergio la nota más agresiva y no se declara muy fan. Francisco, de 23, tampoco. Responde un irónico “ah, bueno, ¡muy bien!”, cuando Bullrich habla de bajar la edad de imputabilidad a los 14 años. 

-Además dijo que nos protegió contra las mafias. No sé, me parece a mí eh, que los jubilados nunca fueron una mafia- comenta.

Muy pronto, los candidatos a presidente demuestran no tener tiempo que perder. Los esfuerzos de los dirigentes parecen dedicarse, sistemática y exclusivamente, a tirar palos a todos los demás. Es la estrategia del día. En el proceso, la formulación de propuestas concretas decae, y las respuestas se tornan difíciles de encontrar. Schiaretti consulta a Bullrich por sus intenciones respecto a la infraestructura en el norte de Argentina; Bullrich responde, sí, pero sus palabras no hablan ni del norte, ni de infraestructura. 

-Es muy grosero, hizo de todo menos responder- dice Gabriela entre risas. 

-¡Sí, sí! -responde Fran- No dijo nada, sólo le pegó a los demás, se supone que eso tiene que hacerlo en la réplica, no acá. 

-Es tremendo como no hay ida y vuelta en las preguntas -coincide Sergio-. Nadie dice demasiado. 

-Es que tienen escritos todos los derechos de réplica de todos los candidatos, de todos los temas, para retrucarlo en cualquier cosa -hipotetiza Fran-, porque se nota que ni se escuchan entre ellos. Uno dice algo y el otro ya tiene el derecho de réplica escrito

que no tiene nada que ver con lo que dijo. Bullrich se puso a hablar de Insaurralde en una réplica sobre seguridad. 

-Sí, el derecho de réplica se está usando para extender la parte de la emisión de la opinión. Es muy evidente -concuerda Gabriela-.

El grupo coincide también sobre la importancia de las formas, particularmente en el debate de hoy; ante la deficiencia en el contenido, la silueta de lo que se dice cobra una importancia fundamental. En ese sentido, Massa es admirado por esta tribu de televidentes: cree que se ordena muy bien, muestra una oratoria superior a la mayoría de los candidatos, tiene mucha práctica encima. 

-Para mí debe vivir mirándose al espejo y practicando- dice Rodolfo.

-Pestañeá… Pestañeá… Pestañeá…-le pide por lo bajo Gabriela al candidato.

Massa no es el único que destaca en sus formas; el grupo resalta también a Patricia Bullrich. 

-Cambió su manera de hablar -dice Fran-, es evidente que la están empujando a ser más agresiva, a que pelee. De alguna manera le están diciendo eso. Para mí los asesores le dijeron: “Milei vende porque es violento, hagamos lo mismo”. 

Algo que toma lugar en esta ocasión, más que en la anterior, es el hincapié en el debate en sí. En sus formatos, en cómo mejorarlo, en su impacto sobre la sociedad. Caro expresa que sí cree en la influencia del debate en la intención de voto, mientras que Fran, por ejemplo, sostiene que ese sólo es el caso para los indecisos, y los que ya están determinados van a hacer de todo por atajarse a lo que diga su candidato. 

-Para mí no sé qué tanto sirve el debate a la hora de votar, es algo que no puedo saber -reflexiona Gabriela-. Pero sí creo que sirve para leer las personalidades de los candidatos, por más guionados que estén. Igual es difícil, porque todos van llevando las temáticas hacia el lugar que manejan. A Milei le preguntan del medio ambiente y el tipo termina hablando otra vez de economía, ¿no? Porque es donde se siente cómodo. 

-Y para mí están demasiado contenidos -opina Rodolfo-.O sea, tanta regla le sacó el gusto. Habría que dejarles, no sé, diez minutos libres para que se puteen entre ellos. 

-Vos fijate qué cagones y qué predeterminados son todos. Porque ¿qué hubiera sido un buen derecho a réplica? Decirle a Massa ‘vos sos un hijo de puta que dos semanas antes largás todas estas medidas para conquistar a la gente a último momento y cagarla el 11 de diciembre’. Y nadie le dijo eso -argumenta Gabriela.

-Es lo que se estaba diciendo el otro día, que este es como el modelo de debate más seguro para los candidatos. Está todo esquematizado y las preguntas, acordadas -responde Fran. 

Los candidatos dan curso a la sección sobre seguridad. Cuando terminan, Gabriela observa que todos -menos Bregman- fueron bastante por derecha. Coinciden con Rodolfo en que la temática es muy compleja y los candidatos tomaron en su mayoría el camino fácil, queriendo tratar el problema desde el síntoma más que desde su raíz. 

Pero no todo es tan serio y no todo gira en torno a los candidatos más populares en las encuestas. El grupo nota a Schiaretti incluso más que la vez anterior -algo no tan difícil de lograr, considerando que el domingo pasado el cordobés por poco no pasa totalmente desapercibido-. Los comentarios sobre el candidato vacilan entre la pena, la admiración y la comicidad. Pena cuando nadie le pide réplica, lástima cuando Massa le pregunta por el Mundial 2030, dando la sensación de que no se le ocurrió nada para preguntarle; admiración cuando habla de federalismo o del futuro de los jóvenes, y finalmente pena de nuevo: “Es coherente pero no tiene fuerza política” dice Caro, y Ludmi y Gabriela asienten lastimosamente. Los memes han abundado en la última semana respecto al indisimulable amor de Schiaretti por Córdoba. Acá también este humor parece encontrar su público. Entre chistes e imitaciones frente al televisor, la lástima deviene risa. 

Sucede también que la risa aleja las exigencias de responsabilidad hacia los candidatos y abre paso a un trato más humano. Ante otros candidatos, la percepción no es la misma. La responsabilidad y los reclamos son más evidentes, explícitos y justificados ante aquellos que cuentan con una función central en las redes político-estatales actuales. Es el caso de Massa. Fuera de ciertas cabezas que asienten cuando habla -por ejemplo, parece gustar lo de que la justicia rinda cuentas ante la sociedad- sus aportes son señalados constantemente con el dedo, un dedo que osa atravesar la tele de un sopetón.

-No pestañea, es verdad eh- observa Caro.

Massa habla de incluir a Hamas en la lista que Argentina califica como organizaciones terroristas, y Francisco responde cómicamente: “Genial, buenísimo, eso me sirve mucho para la situación del país”. Caro y Ludmi comparten una carcajada. 

Los demás momentos que ganan la risa del grupo sobran, y los fallidos -como el “a todas y a todas” de Massa, la “pantomina” (según el sic de Milei), o el “cavar más fondo el pozo” de Bullrich- y las metáforas -desde hacer puré hasta comparar las reservas del Banco Central con el ‘-10’ en el Chinchón- se llevan el premio.  

“¿Tienen alguna posibilidad de hacer un mea culpa y que eso lleve consecuencias y decisiones para poder modificar este rumbo?” Por ejemplo, les preguntaría concretamente: ¿Se te ocurrió bajarte un poquito el sueldo? ¿Sacarte la mitad de tus asesores? ¿Tener el presentismo mínimo?”. dice Gabriela.

Una pregunta en particular despierta al grupo. Si estuvieran ahí, en el debate, y les dieran la posibilidad de preguntar lo que sea, ¿qué preguntarían? Fran y Ludmi dicen que le preguntarían a Milei por la educación sexual integral. Caro no sabe bien qué preguntaría; a Rodolfo le pasa algo parecido.

-No sé si me saldría una pregunta -reflexiona Rodolfo-, es como que para preguntar algo vos tenés que esperar una respuesta. Y yo sé que la mayoría de las cosas que te van a poder decir son vaguedades o mentiras directamente. Así que aprovecharía para putearlos un poco, y para hablarle al resto de los que están ahí. 

-Yo sí les preguntaría -responde Gabriela saliendo de su simpática narcolepsia-. Vos partís de toda gente que de alguna u otra manera  es responsable de lo que está pasando en Argentina. Entonces, la pregunta que yo querría hacer es: “¿Tienen alguna posibilidad de hacer un mea culpa y que eso lleve consecuencias y decisiones para poder modificar este rumbo?” Por ejemplo, concretamente, “¿se te ocurrió bajarte un poquito el sueldo? ¿Sacarte la mitad de tus asesores? ¿Tener el presentismo mínimo?” Si vos tenés todos esos gestos como político, me parece que vas a poder tener un montón de otros gestos buenos para y por la gente.

El debate termina, y las últimas palabras de la jornada tocan brevemente el tema del voto en blanco: por qué sí, por qué no, en qué instancia lo haría cada uno. De acá al 22 de octubre quedan pocas semanas, menos de las que se pueden contar con una sola mano. La volatilidad del país admite, a esta altura, cualquier cosa; de hoy hasta que toque soltar al candidato o candidata hacia el interior de las urnas, un voto en blanco puede pasar de blanco a marrón, de marrón a rosa, de rosa a turquesa, y así por todos los colores, hasta que la fuerza de la inercia, la decisión, el miedo, la fe, alguna de ellas o todas juntas, muevan las manos de los ciudadanos dentro del cuarto oscuro y hagan decidir por uno. Quedan dos semanas. Por hoy, sólo resta ir a dormir. 

Se fue la segunda

Se fue la segunda

En el nuevo debate, los candidatos presidenciales apostaron más a las frases picantes pero no ganaron en espontaneidad, salvo en algunos contados momentos en que se salieron del libreto. Las propuestas fueron escasas y los ataques masivos. Bullrich se mostró agresiva, Massa tranquilo, Milei trastabilló y tanto Bregman como Schiaretti aprovecharon la situación de igualdad para hacerse visibles. ANCCOM se acercó a la Facultad de Derecho para observar el debate de cerca.

De cara a las elecciones del 22 de octubre se realizó el segundo Debate Presidencial, esta vez en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Allí los cinco candidatos presidenciales subieron al escenario según el orden sorteado: Sergio Massa (Unión por la Patria), Myriam Bregman (Frente de Izquierda), Javier Milei (La Libertad Avanza), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) y Juan Sachiaretti (Hacemos por Nuestro País) se alinearon de derecha a izquierda. En esta ocasión los temas fueron seguridad, trabajo y producción y, elegido por la ciudadanía, vivienda y protección al ambiente.

Como ocurrió el domingo pasado, los candidatos tuvieron un minuto para su presentación y cierre. El debate, a su vez, se dividió en dos bloques en los que cada candidato tuvo 2 minutos para exponer, 5 derechos a réplica y una pregunta para cada uno de sus contendientes. La facultad, extasiada de periodistas y dirigentes, palpitó minuto a minuto el conteo previo al debate.

Rápidamente los candidatos comenzaron a quemar sus cinco derechos a réplicas pero no de la mejor manera: el hilo conductor se perdía con respuestas ensayadas sobre algún tema sobre el que nadie preguntó, en particular en los casos de Patricia Bullrich o Juan Schiaretti. Tampoco faltaron las chicanas, algunas bastante hostiles: muchas cumplieron su misión y se transformaron en segundos en Trending Topic en la red social X. Como en el primer debate, los moderadores (Mariana Verón, Marcelo Bonelli, Sergio Roulier y Soledad Larghi) hicieron varios llamadas de atención a los candidatos que hablaron fuera de su turno durante las dos horas que duró el debate televisado por la TV Pública y retransmitido por otros medios.

Minuto uno

En el primer minuto de la noche, los candidatos dedicaron unas palabras de solidaridad con el ataque de Hamas contra el Estado de Israel. La excepción fue la candidata del Frente de Izquierda quien propuso una lectura más integral de la situación: “Nos duelen las víctimas civiles que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y de apartheid contra el pueblo palestino”.

El primer eje de la noche fue “seguridad, trabajo y producción”. La primera en iniciar su presentación fue la exministra de Seguridad Patricia Bulrich, quien criticó la propuesta de libre portación de armas que atribuyó a Javier Milei. También insistió en la necesidad de dar más libertad a la policía y usó como ejemplo al expolicía Luis Chocobar. Al igual que en el primer debate transmitió una seria dificultad para la oratoria aunque esta vez procuró dar señales de mayor firmeza.

Desde un principio se hizo uso al derecho a réplica: Myriam Bregman preguntó a Bullrich (ambas de rosa): “Usted y todos los que promueven la mano dura fracasaron. ¿Qué tienen para mostrar? Cuando era ministra su orgullo era sacarse fotos con el secuestro de 25 porros. Literal”.

Por su parte, Javier Milei se defendió ante los dichos de Bullrich: “Yo se que usted tiene gente que deforma mis mensajes. Nosotros lo que decimos es: hay una ley de armas y lo que hay que hacer es cumplirla. No puede ser que los delincuentes tengan armas y los honestos no”.

Otro momento destacable de la noche lo ofreció Massa, quien al igual que el domingo pasado, tiró sobre el atril una propuesta imprevista sabiendo que generaría olas: la creación de un FBI argentino. Además de defender su gestión, sumó a su discurso la importancia de “exigirle cuentas a la justicia” frente a las fallas del demoras del sistema. Así dio lugar a que Bullrich pidiera el derecho a réplica para acusar al ministro de Economía de generar la peor crisis que atravesó el país. También aprovechó el momento para advertirlo y poner sobre la mesa un punto flaco que no pareció tan explotado en el debate anterior: “Para cambiar hay un solo camino: hay que terminar con los Insaurralde y las mafias que azotan a nuestro país. Hay que sacar esta elección y sacar a esta gente del gobierno”.

Massa utilizó el contragole, como si estuviera esperando ese ataque respondióp: “Yo a Insaurralde le pedí la renuncia. No todos somos lo mismo, Patricia: vos nunca le pediste la renuncia a Milman”, aludiendo al diputado de Juntos por el Cambio y mano derecha de la candidata cuyo nombre apareció en medio de la pesquisa por el intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner..

Durante la primera hora de la noche, los postulantes trataron de mantener todo lo que pudieron la mirada a la cámara. Sin embargo, no dejaban de escaparse miradas fugaces a las hojas preparadas.

 

Chinchón y papas

En el segundo bloque de la noche, enfocado en producción y trabajo, los candidatos ahondaron en analogías. Por un lado Sergio Massa, resaltó el derecho al trabajo de las personas discapacitadas y además planteó la necesidad de igualar la remuneración entre hombres y mujeres en las fábricas. No tardaron en presentarse los cruces con todos los candidatos. Por un lado, Juan Schiaretti le graficó: “Las reservas del Banco Central van menos 10 como el chinchón”, refiriéndose a la inestabilidad financiera y a la falta de reservas, que más adelante Massa negó. Bullrich por su parte, volvió a criticar la gestión de Massa, mencionando la hiperinflación: “Dijiste que venías a sacar las papas del fuego y nos hiciste puré”. En las redes sociales, no tardaron en aparecer memes al respecto.

Otro cruce que despertó murmullos en el salón de debate, fue el que se generó entre Bregman y Milei. El candidato acudió a conceptos básicos de economía en su presentación, a los que la abogada replicó con una vieja frase y una imitación al candidato libertario: “Cuando Milei te habla en difícil lo hace para ocultar su verdadero plan: Indemnizaciones… ¡afuera! Licencias… ¡afuera! Aguinaldo… ¡afuera!”. Por su parte Milei trató a Bregman de no saber lo suficiente de economía por ser socialista, momento en que no faltaron miradas desafiantes entre los candidatos ni comentarios de la abogada a micrófono apagado.

El candidato de Unión por la Patria, no tardó en tomar este cruce como una oportunidad para “defender” a la candidata y apuntó a sus propios ideales: “Javier. Hasta acá llegaste. Deja de faltarle el respeto a las mujeres”. Luego sostuvo que el mercado de trabajo que defiende Milei deja a las mujeres sin posibilidad de desarrollo, además de que sostiene un régimen de esclavitud. La siguiente fue Patricia Bullrich, quien subió el volumen (Sergio Massa le advirtió que los gritos no la ayudarían a mejorar su performance del primer debate): por un lado trató de violento al candidato de La Libertad Avanza porque “dice mogolico al que piensa diferente” y advirtió a Massa: “Las mujeres no necesitamos que nos defiendas”. Los roles terminaron de parecer trastocados cuando Milei acusó a Bullrich de querer instaurar una dictadura por sus dichos en los últimos días sobre la necesidad de  grabar los diálogos entre los presos y sus abogados.

Los momentos más destacados y genuinos de la noche fueron aquellos que obligaron a los candidatos a salirse del libreto en busca de su defensa, en donde las miradas y la tensión se cruzaban. Pero también protagonizaron varios momentos de confusión y contradicciones como la defensa de Javier Milei frente a los dichos contra el cambio climático que tanto lo caracterizaron en toda su campaña. También se enredó cuando tuvo que dar explicaciones por qué entre su entorno aparece el gremialista gastronómico Luis Barrionuevo mientras él hace gala de ser lo nuevo y ajeno a la “casta” política.

Si bien en promedio las cifras de las encuestas realizadas en horas previas no indican grandes cambios respecto de las PASO, el debate de hoy volvió a definir los perfiles de los  candidatos que deberán luchar voto a voto para ganar o, al menos, seguir en carrera.

Reír para no llorar

Reír para no llorar

Ningún candidato salió airoso de los comentarios de cinco ciudadanos de a pie, convocados por ANCCOM para presenciar y comentar el debate electoral. Predominó la incredulidad a los dichos de los postulantes a la presidencia, las acusaciones de falta de empatía y los cuestionamientos filosos en clave de memes.

-Mi ley de vida es no mirar estas cosas- comenta Gabriela, de 54 años. 

-Hacés bien- responde Sergio, de 33. 

Con esta interacción empieza la noche del 1º de octubre, mientras el periodista Rodolfo Barili da inicio al evento televisivo tan esperado por algunos ciudadanos -superó los 40 puntos de rating- y tan evitado por otros, como dan a entender Sergio y Gabriela. ANCCOM reunió a cinco personas, todas de edades y clases sociales distintas y afinidades político-ideológicas diversas, para que vieran juntos el primer debate presidencial del 2023 en vivo y ayudaran a ilustrar la opinión que generó la jornada. 

Los primeros 15 minutos de la reunión transcurren sin intervenciones. Es el momento de presentación de los candidatos y la atención de los cinco espectadores está puesta de lleno en las palabras que se enuncian detrás de los atriles. Eso, hasta que una risa sincronizada por parte del grupo irrumpe el silencio y afloja la situación, sentando también un precedente para lo que sería un debate presidencial -según las reacciones del grupo- bastante hilarante. 

Durante toda la reunión se distinguen claramente cuatro tipos de risas. El primero lo inaugura Patricia Bullrich con su dificultad para expresarse. La candidata se traba y Rodolfo, jubilado de 67 años, se golpea la cabeza como intentando reiniciarla; los demás se ríen:

-La oralidad de Bullrich es patética, me pone nerviosa -dice Gabriela-, dijo 20 veces ‘inflación’ la mina en el discurso. Perdió el hilo, claramente. Hoy no suma un voto más.

-¡No sabe hablar! -opina Carolina, estudiante de 22 años-. Le cuesta mucho y pierde mucho tiempo en el intento. 

-Sí. Dice cinco palabras y corta -dice Sergio- y como que no desarrolla, ¿vieron? Además se pasa 14 segundos en un turno de 15 pensando en la pregunta y finalmente ni llega a preguntar.

Rápidamente, comienza a causar gracia otro elemento presente en el debate: la cantidad de solicitudes de réplica. Los candidatos se gastan este derecho casi por completo en los primeros 20 minutos. En un momento Juan Schiaretti solicita replicar y, cuando termina de hablar, Sergio tiene cara de confundido. 

-¿Eh? ¡Eso ni siquiera fue una réplica! 

Javier Milei, con las histriónicas expresiones faciales de superación que pone mientras le dirige la palabra Patricia Bullrich, o con su “Ministro, usted dijo que si es presidente –

No lo va a ser, pero no importa…” hacia Massa, también causa risitas. Son risas asimilables a las que recibe un comediante durante su show de stand-up; eso sí, un comediante de aquellos que se regocijan en ser “sin filtro” o “políticamente incorrectos”. Por eso, las carcajadas que emanan del público van mezcladas con leves tintes de asombro o estupefacción. 

Massa, en este sentido, parece venir de una corriente del stand-up muy distinta. Causa risas en el grupo en distintos momentos, sí. Pero las miradas, las cabezas gachas, y las manos que van hacia las frentes de los que se ríen, dan a entender una cierta incredulidad hacia los dichos del funcionario, cierta bronca ante la sensación de que les están tomando del pelo. Las palabras del grupo expresan todo esto. 

 -¿Por qué a partir de su presidencia va a poner en cana a los evasores cuando él, que tiene ese poder ahora, no lo está haciendo? -se pregunta Gabriela-. Es como el famoso “el lunes empiezo la dieta”. ¡Empezála hoy, maestro!

-Sí, lo que yo me pregunto -responde Carolina- es cómo le da la cara, cómo puede estar diciendo todo esto cuando el chabón es ministro ahora. Y estamos, qué sé yo, no tengo tampoco tantos años, pero peor que nunca, se nota que estamos muy mal. No puede hablar, para mí no tiene derecho a decir una palabra. 

-Es que el tipo no tiene vergüenza -acota Rodolfo y Caro asiente con la cabeza.

-¿Qué es Massa? ¿Abogado? -pregunta Gabriela.

-Creo que sí -dice Rodolfo de brazos cruzados, reclinado sobre su silla-. Economista seguro no es. 

 

Massa no es el único que recibe el regaño del grupo. Por ejemplo, con Milei no todo es risas. Ante varias de sus aserciones, aparecen movimientos de negación con la cabeza de varios de los televidentes. Sergio, particularmente, parece ser el más fisicamente anonadado por los dichos del candidato, moviendo la cabeza en desacuerdo al escuchar su intención de cerrar el Banco Central, o su comentario hacia Massa sobre la esclavitud. Luego vuelven a abundar las expresiones de confusión sobre todo en Ludmila y Sergio cuando Milei habla de capital humano.

Toma la palabra Bullrich. En este caso no se traba; habla del plan económico de su partido, sostiene que cuenta con “un programa claro y concreto, integral, que solucione todos los problemas de fondo de la Argentina”. 

 -¿Y? -pregunta Gabriela al televisor. Sergio se ríe y hace gestos con las manos como pidiéndole a Bullrich que cuente más, que desarrolle. Después se rinde.

 Ninguno de los candidatos parece zafar. La bronca la recibe también Myriam Bregman, pero por un lado completamente distinto: Sergio y Gabriela, los más grandes del grupo, cuentan que están cansados de que la izquierda tenga el mismo discurso que tenía en la década del sesenta. Que hablan siempre de las mismas cosas y que se quedaron viejos, al punto de no poder sufragar por ellos.

 -Bregman tiene huevos, me encanta, pero es por esto que no la puedo votar -dice Gabriela. 

 Pero los comentarios no solo apuntan a lo que los candidatos dicen o lo que les gustaría que dijeran, sino también a lo que no quieren que digan. Gabriela, en particular, se expresa en este sentido desde su profesión. Es médica clínica y dermatóloga, y jefa del servicio en un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. “Si llegan a hablar de salud yo no quiero escuchar porque me voy a amargar -dice-. No quiero escuchar lo que van a decir porque seguro no saben. Porque para saber de salud te tenés que sentar en el pasillo de un hospital. Solo lo sabés sentándote en una sala de espera. No tenés que hacer mucho más. Y eso lamentablemente no lo hacen. No podés desde el escritorio recibir los problemas y diagnosticarlos; vos sentate ahí y vas a ver que en cinco horas hiciste un plan de salud”.

De pronto el intercambio de opiniones pasa a una segunda plana y comienzan las hipotetizaciones sobre el comportamiento corporal-gestual de los candidatos, o aquellos aspectos “subliminales” de cómo están presentados. Que los que coachean a Milei lo mandaron a cortarse el pelo para estar más presentable, que Bullrich y Massa están vestidos con los colores de la bandera argentina, que este último no pestañea porque está mintiendo.

 -Y cuando dijo ‘vamos a poner en la cárcel a los asesores fiscales’ -observa Gabriela- me acordé cuando Duhalde dijo ‘el que depositó dólares recibirá dólares’ -Rodolfo asiente enérgicamente- . Lo dijo en el mismo tono y estaban mintiendo, pero clarito, eh. Igual.

Algo sobre lo que coinciden todos es el tinte automatizado, guionado, performático del debate. Los cinco sostienen que les hubiera gustado más escuchar que le hablen sinceramente a la gente y que dejen de dar discursos con las fórmulas de siempre. Ya en las presentaciones de los candidatos, Gabriela expresa esta opinión compartida: “No, muchachos, no queremos escuchar eso -reclama-. No queremos escuchar cosas así. Queremos escuchar cosas como: ‘me voy a bajar el salario, no voy a autodarme ningún beneficio de acá en más, no voy a tener 20 asesores porque con 3 me alcanza y me sobra, voy a priorizar la salud…’”. 

Carolina luego comparte que siente todo muy monologado y estructurado, como si estuvieran exponiendo de memoria. Sergio y Rodolfo coinciden; Rodolfo, sobre todo, comenta que no le sorprende porque no esperaba otra cosa de una instancia así, pero que sueña con un debate en el que los candidatos reconozcan que las soluciones que proponen no son recetas mágicas y tienen su falibilidad. Gabriela, por su parte, también expresa un deseo para futuros debates: que el lenguaje deje de ser tan técnico.

-Tienen que hablar de forma accesible para toda la población. Por ejemplo, más o menos sabemos qué es la hiperinflación, pero ¿qué es exactamente? ¿a partir de qué punto aparece lo “hiper”?

-No sé -responde Caro-, le voy a preguntar a mi viejo que seguro sabe. 

 Hay un candidato en particular que no parece suscitar demasiadas intervenciones o comentarios: Juan Schiaretti. Cuando aparece por primera vez en la pantalla, Ludmila -estudiante de 19 años- expresa con su rostro un “¿quién es este?” Mientras habla, Gabriela acota que “seguro tiene olor a naftalina este señor” y los demás se ríen. Pero más allá de las primeras impresiones, parece ser el que más sorprende al grupo para bien, sobre todo en sus reiteradas intervenciones desde un punto de vista federal que los demás candidatos pasan por alto. De todas formas, el grupo también hace notar que, si bien les parece un político sensato, se lo siente algo genérico; además varios argumentan que votarlo sería “tirar el voto”. 

 -¿Ves que no pestañea? ¿No te llama la atención? Es llamativo -reitera Gabriela estupefacta-.  

 Ya va casi una hora de debate. Las piernas derechas de Sergio y Rodolfo rebotan contra el piso. Termina la primera etapa, el canal va a corte comercial, y los que podrían haber sido 12 minutos de silencio o de conversaciones mundanas sobre el clima durante la pausa, se convirtieron en el momento más valioso de la reunión. Cinco personas que no se conocen entre sí, de generaciones e historias de vida sumamente dispares, así como sus ideologías, comenzaron a reflexionar en conjunto sobre la significancia del debate, el estado actual del país y la posibilidad de proyectar hacia el futuro, sin que ANCCOM tuviera que dar pie alguno. 

 Aparece en la reflexión el tema de la juventud y los alquileres, la juventud y la posibilidad de sostener una familia, la juventud y la emigración. 

-Y sí, es algo que yo tendría en cuenta, esto de emigrar -dice Caro-, pero no sería por una cuestión propia de querer irme a vivir afuera, no. Sería 100% porque no se puede estar acá. Me gustaría que los candidatos toquen el tema de los jóvenes, justamente, que hablen de no poder llegar a un alquiler de un un departamento, de lo imposible que es poder hacernos nosotros de cero. Mi prima, por ejemplo, vivía sola y este año se tuvo que volver a lo de los papás.

 -Está pasando mucho eso -acota Sergio.

-Lo que dijo Caro ahora me hizo pensar en algo que reflexiono muy seguido -comenta Ludmila-, que es que yo seguro tenga que estar con mi mamá hasta los 30. Y la plata que gane ni puedo pensar en gastarla en un alquiler, porque no alcanza. Con lo que gane en un futuro me imagino que voy a comprarme cosas para comer y ayudar a mi mamá con los gastos, no más que eso.

Sergio empieza a contar que él es una de esas personas que compraron un sólo pasaje de ida. En noviembre se va del país. Es programador web y expresa que tiene la suerte de estar en un rubro que nunca sufrió demasiado la turbulencia económica de Argentina. “Yo no tengo el problema económico -explica-, pero ahí te das cuenta que no importa que vos estés bien. Porque si todo el mundo alrededor está mal, y estás con tus amigos y están todos deprimidos porque no llegan a fin de mes, o el emprendimiento que habían hecho con mucho esfuerzo mis viejos de golpe colapsa, que uno esté bien no importa”. También habla de un malestar general, un clima en la calle casi a nivel anímico que es como un ruido de fondo constante. Gabriela coincide ampliamente con las palabras de Sergio, y opina que el punto está en las reglas y el cumplimiento de la norma; de cumplirse, el clima en la calle estaría mil veces mejor. Pero ojo, reglas no al estilo de Bullrich. Le parece que la candidata entiende el cumplimiento de la norma desde un lugar muy autoritario, y no va por ahí. 

 -No me gusta cómo lo plantea Juntos por el Cambio, porque quieren apurar a la gente -argumenta-. Y no es así. Porque después, como dice Callejeros, lo que está reprimido sale por algún lado.

-Las reglas son necesarias para que las cosas funcionen -opina Rodolfo-. No podés hacer una casa con las reglas que se te ocurren. Si no, se cae la casa.

-Sí, ni me hables de eso. Hace poco se me cayó la alacena y me quedé sin vajilla -responde Gabriela entre risas.

 Rodolfo piensa, reflexivo, en las palabras que hace un rato dijeron los más jóvenes, y aprovecha a transmitirles sus más sinceras esperanzas. “Es muy natural -les dice- que les pase lo que les está pasando. La situación es muy mala y probablemente no mejore en un tiempo corto. Pero esto va para otro lado, después cambia; vean más para adelante, porque esto cambia. Yo ya viví tres como esta y se sale”. 

 Myriam Bregman recuerda al resto del país que fueron 30.000 y que fue un genocidio para acallar a Milei que un rato antes había hecho negacionismo explícito de la dictadura. Rodolfo y Sergio asienten con la cabeza solemnemente mientras escuchan a la candidata de izquierda.

Llegando a los últimos minutos de la velada, el grupo parece coincidir a rasgos generales sobre la performance de los candidatos. Que Massa y Milei estuvieron bien y sostuvieron una buena oratoria e imagen propia, aunque el contenido fue un desastre; que Bullrich fue la peor por lejos, desde su cadencia hasta la poca claridad con la que explicaba sus propuestas, que se mostró tosca y no logró agregar nada a su candidatura; que Schiaretti estaba demasiado dentro de su propia burbuja; y que Bregman fue la mejor y se mostró con mucha personalidad y muy suelta, lo cual sorprende sabiendo que ninguno tiene intención de votarla, menos Gabriela, que expresa haber decidido hacerlo tras el debate. 

-Ahí mi viejo me dijo qué es el hiper en la inflación -avisa Caro-, es un descontrol total de los procesos de la suba. No hay un número específico, pero se suele usar de parámetro el 50% mensual.

-Ah, mirá -responden los demás. 

Concluyen dos debates: uno en Santiago del Estero, el otro en un barrio residencial dentro de la Ciudad de Buenos Aires. En ambos lugares, las sillas se vuelven a su lugar, la gente se despide, las luces se apagan y las ideas se preparan para sedimentar de camino a casa. 

«Sueño con que esta sea la primera de muchas fiestas»

«Sueño con que esta sea la primera de muchas fiestas»

El ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, fue el único orador en la masiva movilización organizada por la CGT y las distintas vertientes de la CTA para celebrar la eliminación del impuesto a las Ganancias.

Este viernes se movilizaron trabajadores convocados por la Confederación General de Trabajo (CGT) y las distintas vertientes de la CTA en la Plaza de los Dos Congresos en celebración de la modificación de la Ley de Impuesto a las Ganancias y en apoyo a la candidatura presidencias de Sergio Massa. El ministro de Economía fue el único orador: “Si soy presidente de la república, voy a convocar a un gobierno de unidad nacional porque primero está la patria, después el movimiento y por último los hombres”, manifestó con la voz cascada.

La reforma al Impuesto a las Ganancias obtuvo la media sanción definitiva en la Cámara Alta con 38 votos a favor por parte del Frente de Todos, sus aliados y Unidad Federal, y 27 votos en contra por parte de la oposición. La nueva ley, que elimina la cuarta categoría tributaria, comenzará a regir el próximo año.

El clima de festejo estuvo presente durante la jornada bajo el lema “desarrollo,  producción, trabajo”. La Bancaria, Luz y Fuerza y la Unión Obrera de Construcción fueron algunos de los sindicatos que se hicieron presentes no solo para celebrar la aprobación de la modificación de Ganancias sino también en apoyo a las últimas medidas impulsadas por Massa, como “Compra sin IVA” y a la Ley de Empleo “Mi Pyme”.

El sindicalista Pablo Moyano se hizo presente en la plaza acompañado de trabajadores del sindicato de Camioneros y acusó: “En los discursos que dieron ayer los senadores de Juntos por el Cambio te das cuenta de que desprecian a los laburantes”.

Orlando Elías Reyes, del Sindicato del Vidrio, declaró: “Esto es algo que hace muchos años venía reclamando el movimiento obrero porque el Impuesto a las Ganancias no correspondía hacia los trabajadores, por eso nosotros compartimos totalmente la aprobación de la eliminación de la cuarta categoría”.

Uno de los argumentos de la oposición para no aprobar el proyecto era que estas medias podrían llegar a generar un desfinanciamiento en las provincias, con relación a esto Reyes comentó: “Yo no creo que haya desfinanciamiento en las provincias porque las provincias recibieron un refuerzo de dinero por parte del Estado nacional y cada provincia se maneja con su presupuesto”.

El escenario estaba ubicado en las puertas del Congreso y el acto dio inicio con el Himno Nacional para que luego tome la palabra Massa. Estos fueron los únicos dos momentos en los que hubo un silencio de respeto por parte de los trabajadores. “Muchos de ustedes saben qué hace más de 10 años que vengo planteando esto como principio de mejora en la puja distributiva de la Argentina, como principio en defensa de la condición de clase media de nuestros trabajadores y trabajadoras. El salario no es ganancia, es remuneración”, afirmo el candidato a presidente de Unión por la Patria.

“Gracias por estar hoy acá, una alegría compartir esta fiesta con ustedes. Sueño con que esta sea la primera de muchas fiestas que podamos compartir juntos”, finalizo Massa para que luego ser saludado y abrazado por parte del movimiento sindical que se encontraba en el palco; mientras tanto se escuchaba por los parlantes la Marcha Peronista.

La semana pasada, la CGT junto a diferentes sindicatos de trabajadores realizaron una vigilia durante el debate en la Cámara de Diputados donde se otorgó media sanción a la ley que reformó el Impuesto a las Ganancias. “Vamos a acompañar cada vez que sea necesario estas medidas que creemos necesarias para el conjunto de los trabajadores”, adelanto en su momento Javier López, secretario General del Sindicato de Encargados Apuntadores Marítimos en diálogo con ANCCOM.