Salud mental, políticas públicas y nuevas tecnologías

Salud mental, políticas públicas y nuevas tecnologías

La ausencia estadística para la prevención del suicidio es otra de los casilleros en rojo de la post pandemia, en especial entre las personas más jóvenes. El debate sobre el lugar que ocupan las redes sociales y la inteligencia artificial.

El uso intensivo de las redes sociales ha demostrado que los escenarios virtuales pueden transformarse en el infierno más temido para los jóvenes que tienen tendencias suicidas. Al mismo tiempo, para algunos la Inteligencia Artificial puede transformarse en una herramienta para prevenir prácticas destructivas. Todo en un sólo mundo mediado por internet.

Hacia 2007 el escritor estadounidense Jay Asher publicó la novela para el público juvenil  Por trece razones, que pronto se transformó en best seller y en serie para televisión con cuatro temporadas en Netflix. Lo curioso es que la trama tra nscurre por las revelaciones en cintas de cassette, con hechos vergonzantes que llegan a la violación y que ponen en crisis a quienes son mencionados en esas grabaciones. La voz al otro lado denuncia la injusticia en un presente hostil.

Los tiempos lentos de la historia poco tienen que ver con la inmediatez de las redes sociales y el impacto brutal en la vida de los más jóvenes, cuyos avatares pueden terminar en vidas paralelas ocultas o en casos de cibervenganza o bullying. Más allá de la realidad que supera la ficción, y del breve suspiro reflexivo que trajo la mencionada serie sobre el problema del suicidio adolescente, el tema permanece en una agenda casi oculta de la superficie mediática. 

La vacancia de estadísticas precisas post pandemia fue la principal preocupación de ANCCOM al momento de relevar los datos sobre una cuestión delicada, por la que transitan no pocos jóvenes frente a situaciones de frustración o visibilidad pública de su vida íntima. Se trata de una situación que hoy trasciende lo analógico y está anclada en los entornos digitales, que a priori no son buenos ni malos en el actual ecosistema hipermediatizado.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tienen un lado oscuro que puede impactar negativamente en los jóvenes e, incluso, llevarlos a cometer suicidio. Aunque, también podrían actuar de manera preventiva, identificando a quién y cuándo lo hará, con el uso de inteligencia artificial (IA) para poder intervenir a tiempo, algo que los especialistas no han podido lograr.

El pasado 29 de septiembre un fallo adverso contra Instagram en el Reino Unido por la muerte autoprovocada de la adolescente de 14 años, Molly Russel, evidenció que las TIC son capaces de condicionar pensamientos negativos entre las personas más jóvenes que están aún en su etapa de conformación identitaria. El forense Andrew Walker afirmó ante medios locales que “Molly Rose Russell murió a causa de un acto de autolesión como consecuencia de la depresión y los efectos negativos del contenido en línea”, según reprodujo el periodista Adam Satariano en el The New York Times.

La compañía Meta, dueña de Facebook e Instagram, y de otras redes sociales como Pinterest, le había permitido a la adolescente acceder a tal cantidad contenido explícito sobre autogresiones, tristeza, y melancolía, que terminó  en  una nota de autodesprecio escrita por la menor,  idéntica a un posteo que había dado me gusta y guardado.  Además, según cuenta el mismo periodista, el padre de Molly leyó un mail dos semanas después del fallecimiento de su hija que decía: “Pines de depresión que quizá te gusten”, detectando así la influencia de ciertos contenidos maliciosos que circulan en la red,  configurando encuadres de pensamientos que conducen a la autoflagelación. 

Marcos Vanzini, vicepresidente de la Asociación Civil de Escenarios Saludables, explicó a esta agencia que “el suicidio es multicausal, ya que hay un dolor existencial que lo percibe como totalizante, y lo que se quiere es dejar de vivir como se está viviendo”. 

Dentro de la historia de sufrimientos, las redes sociales parecen ser un factor influyente en los pensamientos destructivos de los adolescentes. El ciberbullying, la sextorsión, la depresión y la ansiedad hacen un sumario que juega un papel importante en la vulnerable juventud.  La psicología no ha podido identificar el momento previo de potencial riesgo a autolesión y tampoco intervenir a tiempo . Si después de tantos años aún los especialistas no saben en qué punto intervenir frente a signos de alarma y evitar una conducta suicida, ¿podrán hacerlo las tecnologías?

Smartphones y sensores para la prevención

Un estudio de Harvard realizó prácticas para lograr predecir mejor el comportamiento humano y tener una alerta temprana ante un intento de autolesión con herramientas proporcionadas por la Inteligencia Artificial (IA). El mecanismo novedoso logró recolectar gran información sobre la vida diaria de las personas que sufren pensamientos destructivos.  El dispositivo utiliza biosensores que podrán identificar cómo se siente una persona a través de un análisis de las expresiones faciales, de lo que leen en redes sociales y de la música que escuchan.

Según describió Ellen Barry, que cubre noticias de salud mental para The New York Times, la paciente psiquiátrica Katelin Cruz participó como sujeto de investigación. En el ensayo utilizó un reloj inteligente llamado Fitbit que registró su sueño y actividad física, mientras el celular recogía datos sobre su estado de ánimo, sus movimientos y sus interacciones sociales. El estudio logró la intervención a tiempo por parte del grupo de investigación ante un intento autolesivo. La paciente confesó que fue más fácil decirle la verdad a una computadora sobre cómo se sentía en ese momento, así como lo que tenía pensado hacer. Hecho interesante porque uno de los problemas frecuentes es la falta de comunicación de los pacientes con pensamientos destructivos por los sentimientos de culpabilidad y vergüenza que rodean a la salud mental.

La capacidad de hacer frente a la falta de medidas preventivas eficaces sobre las señales de alarma ante el intento de suicidio, es una de las partes fascinantes de la investigación,  ya que deja en evidencia el  impacto positivo de las tecnologías.

¿Qué dicen las instituciones internacionales?  

Entidades internacionales como la UNESCO, la UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han puesto el objetivo principal de eliminar el tabú sobre los trastornos mentales, y en aumentar las medidas preventivas de la muerte autoprovocada de todos los países, hecho que se ha puesto en evidencia con la  difusión  de campañas preventivas.

En el marco de la cumbre de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, a fines de septiembre, se llevó a cabo el evento de Promover y proteger la salud mental y el bienestar psicosocial de los alumnos en las escuelas y los entornos de aprendizaje, en donde la OMS junto a otras organizaciones globales destacó la necesidad urgente de transformar la atención de la salud mental en todos los países. La institución pidió reformar los entornos que influyen en la prevención del suicidio de los adolescentes, como las academias educativas, que recomiendan la introducción de programas de aprendizaje social y emocional, mientras se contrarresta el acoso en las escuelas.

El informe global de la OMS de 2022 expone que el suicidio es una de las principales causas de fallecimiento en el rango etario juvenil. La depresión es un origen común dentro de los factores que pueden conducir a la muerte autoprovocada. Las cifras demuestran que el 14% de los chicos del mundo (de 10 a 19 años) viven con un trastorno mental. La ansiedad es la más prevalente entre los adolescentes mayores (4,6%). 

Por su parte la psiquiatra y psicoterapeuta infantil, Monica Alonso, explicó a ANCCOM que los impactos negativos más evidentes de las TIC son el ciberbullying entre los jóvenes, en  especial porque se encuentran en un contexto de vulnerabilidad por estar en pleno desarrollo; y recomienda entre otras buenas prácticas la “higiene del sueño”, pues el hábito de comunicarse hasta altas horas de la madrugada complica el descanso y las capacidades cognitivas.

El Consejo Asesor de Salud Adolescente y Juvenil (CONSAJU), dependiente del Ministerio de Salud, informó en su primer diagnóstico federal de 2021 sobre el efecto que tuvo el covid-19 y sus consecuencias negativas en la salud mental de la población en general, y de los chicos en particular. No obstante, la precariedad en el análisis de los datos impide mapear el problema con líneas de acción que acompañen políticas públicas efectivas.

Para Marcos Vanzini los dos años de encierro en una época en que los adolescentes están armando su personalidad son una clave a profundizar “La escuela es el mundo de un niño ya que ingresa a los tres y sale a los 18. Y en la pandemia los problemas intrafamiliares se agravaron, no socializaron como deberían y no crearon vínculos”.

Monica Alonso manifestó que las estadisticas formales en el medio todavía están en construcción, no obstante señala que “si se ha avanzado mucho en la difusion de los casos y la alerta que se le da a las familias y los profesionales sobre la prevencion del suicidio y la conciencia que dentro de la red estimulan y trivializan la posibilidad de autolesionarse”. La especialista contó desde su experiencia clínica sobre la incidencia por redes sociales y su impacto en los cuerpos, posando su mirada en los sitios web que promueven modelos anorexicos y afectan, en gran mayoria, los hábitos alimenticios.

La Ley de Prevención de Suicidio de Salud Mental N° 27.130 especifica en el Artículo 6 que se debe crear un sistema de registro que contenga los datos de interés especificos como las causa de los decesos, edad o la modalidad utilizada a los fines del mejoramiento de la información estadística. Pero aún existe falta  de identificación de casos para una contrastación efectiva. El último informe nacional en donde se evidenciaron las causas externas data de un periodo previo a marzo de 2020, cuando se declaró la pandemia.  En este sentido la información meramente especulativa sin base empírica muestra una implementación deficiente en materia de políticas públicas preventivas.

Queda claro que el fallo sobre la menor del Reino Unido de un hecho ocurrido en 2017, junto al estudio de Harvard y los datos globales de las entidades internacionales de salud son ejemplos reales de cómo las interacciones virtuales pueden impactar tanto positivamente como negativamente. 

Las redes sociales como Instagram siguen armando estándares que generan inseguridades y sentimientos de no pertenencia en jóvenes que atraviesan alguna crisis en la pubertad.  Sumado a esto, en la red existe un acceso fácil a grupos en donde se comparten las maneras de dañar el cuerpo, generando la posibilidad en el adolescente de crear una afinidad por la autolesión. 

En contraposicion la IA ha realizado avances tecnológicos para detectar las señales preventivas de lo que los especialistas de salud no lograron; incluso,  las difusiones masivas han hecho que TikTok (Amazon) en el marco del Dia Mundial de Prevención al Suicidio publicara su preocupación sobre la salud mental lanzando nuevos recursos en su plataforma, este hecho es de vital importancia para evaluar la problematica ya que las redes tienden a generar una dependencia adictiva.

Estamos viviendo en un contexto en donde se está deconstruyendo el tabú del suicidio adolescente, para su prevención mediante  un debate necesario en la sociedad con respecto al uso de la red. No obstante, queda en evidencia la emergencia por falta de cifras por parte del Ministerio de Salud, imprescindible para una estrategia federal de abordaje integral del suicidio en la Argentina.

¿A dónde acudir?

En una situación de desborde emocional que se amerite hablar para no sentirse solo, existen diferentes organizaciones de larga trayectoria profesional que te pueden escuchar, como el Centro de Atención al Suicida (CAS) una ONG a la cual podés llamar para recibir asistencia médica gratuita, confidencial y anónima. La línea 135 es para Capital Federal o Buenos Aires y para el resto del país al (11)5275-1135 o al 0800-345-1435.

Salud mental, crisis económica y debates legislativos

Salud mental, crisis económica y debates legislativos

Primero la pandemia y después la crisis económica impactó en la salud mental de los argentinos. Ese es el telón de fondo del debate por una nueva legislación para una patología estigmatizada.

En un país con incertidumbre económica crónica, la economía parece acaparar todo: los medios de comunicación, las redes sociales, las conversaciones cotidianas, la planificación a corto y largo plazo; nada de esto es gratis para la salud. En medio de los barquinazos que sufre la Argentina surge la pregunta acerca del impacto que tienen las crisis económicas sobre la salud mental de la población. 

Silvia Bentolila, referente de salud mental en la Provincia de Buenos Aires, médica especialista en Psiquiatría y Psicología Médica, Integrante del equipo Regional de Respuesta frente a Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana de la Salud, da una mirada sobre el abordaje de la salud mental en tiempos de crisis.

 

¿Cómo cree que afectan los cambios en la economía Argentina a la salud mental de la población?

En principio no es posible hacer una generalización porque el impacto en la población también depende de su situación socioeconómica previa. Hay una enorme cantidad de personas que ya se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad económica, de modo que lo que voy a describir es las condiciones de estrés agudo que se suman al estrés crónico. Haciendo esta salvedad, el impacto en la salud mental es enorme, generan un altísimo nivel de estrés , ansiedad, angustia, frente a la incertidumbre, pero más aún porque esta es una situación que se repite en el tiempo. En algunas personas dispara emociones ligadas a la depresión y la desesperanza, recordemos que en 2001 hubo un pico de infartos y suicidios.

¿Cómo cree que interfiere la crisis económica en el desarrollo de la vida cotidiana de las personas? 

Genera por un lado una retracción por el miedo y desesperación por no poder controlar la situación ni planificar a futuro.

El arte es salud

Hace dos semanas se realizó en el barrio porteño de Boedo un evento cultural que tuvo a la salud mental como protagonista: BA Lima es una intervención cultural en salud mental, un dispositivo móvil que busca interpelar y acercar preguntas a través de un lenguaje artístico sobre cómo se construye la salud mental en el día a día. El antepasado viernes brindaron su tercera edición en Páramo Cultural, un centro de cultura en Boedo que hace del arte un espacio de resistencia y cuestionamiento. 

En tiempos en los que la Ley de Salud Mental es cuestionada, situada en el debate público por los medios de comunicación e interpelada por casos mediáticos como el de Felipe Pettinato y  el del reconocido cantante Chano, BA Lima traduce la ley en poesía e inaugura abordajes disruptivos al concebir la salud mental una construcción, una red y un hacer con otros.  

ANCCOM estuvo presente en el evento y pudo hablar con Melina Barragan, una de las organizadoras de BA Lima y militante en La Maraña, un espacio político de trabajadores de la salud mental. “La ley es el resultado de luchas de un montón de actores del campo, organizados, que durante mucho tiempo disputaron un paradigma. Una disputa que durante la pandemia nosotros perdimos, que es la disputa entre el paradigma médico hegemónico y el paradigma de la salud comunitaria. Lo que defendemos nosotros es una estrategia de abordaje, que la salud se construye no en soledad, no en el aislamiento, que nadie se cura sole, encerrade, en un dispositivo que te aisla. Te curás como te enfermás, con otres, en la comunidad en la que estás inserte”, declaraba Melina en un esfuerzo de hacer aparecer su voz entre la música y las voces del lugar y agregaba, “Hay muchas críticas que se le hacen a la ley, yo creo que la más importante es al Estado más que a la normativa”.

El festival tuvo, junto a más artistas de su propuesta, al grupo Las Gurisas, tres mujeres musicoterapeutas quienes, desde el escenario, invitaron con su música a vivir el arte como la mejor terapia. 

Continuamos con Bentolila:

 ¿En qué medida este turbulento escenario económico impacta en la agenda política de la salud? 

En principio eso depende de las decisiones de los gestores/decisores. Debiera ser prioritaria, pero salvo en contextos de pandemia la salud no aparece como prioridad en las políticas públicas, y eso se puede ver a largo plazo. 

 ¿Existe alguna política integral que aborde la salud mental en épocas de crisis económicas? ¿O se hace de manera segmentada?

Lamentablemente no existe, a nivel global es subestimado el impacto en la salud mental, y desafortunadamente no sólo tiene consecuencias en el riesgo de desencadenar padecimientos psíquicos, sino también en la salud en general (aumento de consumos, por ejemplo, hipertensión, problemas articulares, etc). La contraparte de esto es que el impacto en la salud mental también genera efectos en la economía, porque las corridas cambiarias, por ejemplo, muchas veces están desencadenadas por ese impacto. Algo así como las profecías autocumplidoras.

 La ley 26.657, aprobada el 25 de noviembre de 2010, es una ley de vanguardia para nuestro país y supuso un cambio de paradigma en materia de salud mental.  Esta normativa busca reconvertir los “manicomios” en centros polivalentes que impulsen abordajes multidisciplinares y promover la atención en dispositivos intermedios comunitarios (casas de medio camino y de convivencia, centros y hospitales de día, talleres).

Uno de los puntos más repercutidos y controvertidos de la norma, es su capítulo VII, dedicado a regular las internaciones voluntarias e involuntarias. Las internaciones pasaron a concebirse como una herramienta terapéutica excepcional y sólo podrían realizarse cuando, a criterio del ámbito sanitario, mediare situación de riesgo para sí o para terceros. Además de que el equipo de salud debe, obligadamente, notificar a la justicia del procedimiento.

Madres que marchan

El mismo viernes que tuvo lugar el BA Lima, durante la tarde frente al Congreso de la Nación y en diversos puntos del país, madres y familiares de personas con consumos problemáticos , entre ellas Marina Charpentier, mamá de Chano, convocaron una manifestación bajo el lema #lamadremarcha para reclamar y presentar un petitorio con el objetivo de modificar la Ley de Salud Mental y pedir por la creación de una normativa específica sobre consumos y políticas de prevención. 

Lo que demandan es, entre otras cosas, más autonomía a la hora de decidir por las internaciones. Al respecto, la productora de BA Lima opinaba:  “Una familia que se encuentra con una persona que tiene un padecimiento severo, necesita una respuesta rápida y ni que hablar si llegar a fin de mes no es fácil. En el caso de Chano, el problema es de abordaje. Lo que dice su mamá tiene muchísimo sentido, si una persona tiene una situación aguda y la respuesta es la fuerza de seguridad, no va a terminar bien, no porque las fuerzas sean un problema, si no porque no tienen ningún tipo de formación al respecto sobre el abordaje de estas situaciones”, dijo refiriéndose al acontecimiento que sufrió el cantante el año pasado tras perder un riñón y el bazo por una bala policial durante una crisis psiquiátrica.

Para Silvia Bentolila “es gravísimo cómo impacta el desfinanciamiento de las políticas públicas en las mujeres, que son quienes, en la mayoría de los casos, sostienen los hogares”. Para la especialista, “a nivel mundial, los hogares más pobres son familias monoparentales con mujeres a cargo del hogar, eso genera un impacto en el largo plazo, porque afecta directamente el desarrollo de las infancias y adolescencias. Quizás la Ley de los 1000 días, por ejemplo, sea una buena iniciativa para paliar esos efectos”.

“La salud mental siempre es colectiva”

“Es necesario pensar en un poder judicial que pueda dar una respuesta más dinámica, -dice Barragan- más rápida y efectiva. Que no le tenga miedo a formarse, a conocer en profundidad las cuestiones de salud mental y a dar abordajes acordes a la problemática de la persona. Está bueno que el Estado esté ahí cuando justamente lo que vamos a hacer es restringir unos de los derechos centrales de cualquier ser humano que es el derecho a la libertad”, refería la militante de la salud mental. 

Según lo que contempla esta normativa, un equipo de salud privado no podría determinar que una persona esté internada contra su voluntad y esto, en algunas circunstancias, es bastante resistido. “Para privar ilegítimamente de la libertad a una persona, ¿verdaderamente creemos que no hay que darle intervención a un poder del Estado? ¿De verdad este es el cuestionamiento que le hacemos a la ley?”  se pregunta Melina Barragan hasta el cansancio. 

“En Argentina hay más de dos mil personas internadas por motivos de salud mental y un gran porcentaje de ellas hace más de cinco años que están internadas por esas razones. Algo no está bien cuando una persona está más de cinco años internada por motivos de salud mental y eso se omite” declaraba la profesional de la salud a ANCCOM

Hace más de dos años que en la Argentina y gran parte del mundo, la salud es un tema que fue tomando protagonismo. Producto de la pandemia, la muerte se volvió una amenaza constante y eso produjo un descuido importante sobre la vida. Descuido que se dejó ver, muchas veces, en el olvido de la salud mental. “Para nosotros era terrible que aislarse curara, para quienes militamos la salud mental, sabemos que quedarse sole nunca cura, todo lo contrario, es el otre el que te permite ese ida y vuelta que te construye salud. El otre era un riesgo y que el otre sea un riesgo es un retroceso enorme. Considero que hay una pequeña batalla perdida y que no nos queda otra que reconstruir y pelear para volver a dar esas discusiones”, reflexionaba Melina sobre la pandemia dejando ver que se basó en un modelo médico hegemónico centrado en la persona y en la enfermedad, “la salud mental siempre es colectiva”, concluyó. 

BA Lima nació en la resistencia y la defensa de un paradigma, de una forma de pensar la salud mental. Para ellos, la salud se ejerce, se practica, es comunitaria y se construye en el encuentro con otros. Por medio del arte, proponen otros abordajes que se oponen a los que, reiteradas veces construyen los medios de comunicación, basados en la estigmatización y banalización de las cuestiones mentales.  Para Melina, el tratamiento que hacen los medios respecto a la salud mental es “desapegado y oportunista, porque construyen a partir de excepciones y los casos agudos no son la mayoría” y añade:, “Lamentablemente a veces se refuerza una idea binaria de normales y anormales que es una ficción, pero que resultan ser necesarias para ciertos sectores y para ciertas lógicas de poder”. 

 

Bandas protagonizadas por musicoterapeutas, lecturas de ensayos y poesías en vivo, ilustraciones y comics se unieron en un mismo espacio y con un propósito, luchar por la plena implementación de la Ley de Salud Mental, empoderar a la población en materia de derechos y cuestionar acerca de nuestro bienestar y salud mental. BA Lima enseña que la salud mental no es únicamente asunto de psiquiatras y manicomios, muy por el contrario se construye en la cotidianeidad, en las pequeñas cosas, en la ciudad y sobre todo en comunidad. 

Estados de ánimo, pandemia, drogas y meditación

Estados de ánimo, pandemia, drogas y meditación

En medio de la incertidumbre que trae aparejada la pandemia, el físico argentino e integrante del CONICET, Enzo Tagliazucchi, y el psicólogo Federico Cavana realizaron una investigación sobre sus efectos en sectores sociales que realizan prácticas de meditación, religiosas o consumen algún tipo de estupefacientes. ¿Qué efectos tienen esas prácticas sobre su estado de ánimo respecto al resto de la población?

El estudio, que contó con el apoyo del sitio dedicado a la divulgación científica El gato y la caja, buscaba responder una pregunta muy particular: “¿Es posible que todas esas personas que estuvieron meditando y consumiendo psicodélicos sin tener ningún trastorno mental se encuentren ahora mejor preparadas para enfrentar la ansiedad, la incerteza, la pérdida de control, y la disrupción constante que representa la pandemia?”. Encontraron que hay una correlación que se sustenta también en investigaciones previas sobre temáticas similares.

Metodologia utilizada  

La investigación se realizó en cooperación con el laboratorio de Conciencia, Cultura y Complejidad (COCUCO) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), que tiene como uno de sus ejes, el estudio de la conciencia humana. El equipo de El gato y la caja colaboró en la construcción de las encuestas y en establecer la base de datos para el desarrollo del trabajo. Los investigadores aclaran desde el comienzo que la muestra obtenida no es representativa del conjunto de la sociedad en tanto quienes practican yoga o usan estupefacientes, por ejemplo, fueron los que más difundieron la encuesta en sus redes sociales.

“La encuesta tiene ramas. No a todos les llegan las mismas preguntas y bajo el mismo orden”, señaló Rocco Di Tella, investigador e integrante de El gato y la caja. Destaca, además, el carácter comunitario para el desarrollo de este informe: “Diseñamos la encuesta en el portal y lo distribuimos a la comunidad. En ocasiones llamamos a medios o gente afín al portal para que lo comparta en redes, lo cual sirve para que participen más personas”.

Los cuestionarios utilizados para la realización de este estudio utilizaron las categorías: ansiedad-riesgo o STAI (por State Trate Anxiety Inventory en inglés), utilizado para medir el nivel de inquietud del encuestado al participar en el informe; efecto positivo-negativo, empleado para observar la relevancia de los sentimientos y emociones de los participantes; escala de bienestar psicológico, indicado para conocer el nivel de la psique de los encuestados; nivel de resiliencia, utilizado para señalar la capacidad de adaptarse a las adversidades de los entrevistados.

Di Tella señala que para participar el encuestado debía tener un usuario en el portal, a fin de correlacionar sus respuestas, en caso de que haya participado anteriormente, con las otorgadas en antiguos cuestionarios de la página. “Nosotros no guardamos los mails; mantenemos el anonimato del encuestado, pero a través de la cuenta podemos observar ciertas variables obtenidas de encuestas anteriores”

 Los objetos analizados

Para la realización del informe analizaron el consumo de distintas sustancias, tanto alucinógenos como bebidas alcohólicas, ejercicios de relajación como la meditación y también prácticas religiosas. Cada respuesta otorga un puntaje que permite la correlación de las variables. En relación al consumo de sustancia, los alucinógenos más usados por los encuestados fueron el LSD y los hongos alucinógenos. Los entrevistados, según el informe, han tenido una experiencia positiva con estos productos y en algunos casos, utilizaron en el pasado múltiples sustancias alucinógenas para experimentar el “viaje”.

El consumo de sustancias alucinógenas, según los resultados de la encuesta, muestra su correlación con la sociabilidad, en tanto gran parte de los entrevistados las consumieron en en compañía de otros amigos o para experimentar con los productos. En el informe destaca que los niveles de ansiedad, los niveles anímicos, como era de esperar, están por debajo de la etapa prepandemia, lo que significa que los encuestados se encuentran con mayor pena y dolor que en años anteriores.

¿Qué reveló la encuesta? Que quienes consumieron drogas psicodélicas tienden a tener “mejores indicadores en salud mental, mientras que lo opuesto ocurre para otras drogas no psicodélicas, legales o ilegales”. La investigación cita trabajos que, contrariamente a cierto prejuicio instalado, indican que no hay “evidencia que vincule el consumo de psicodélicos con el desarrollo de trastornos mentales” y que, por el contrario, “el uso de psilocibina (hongos psilocibes), mescalina (San Pedro o peyote) y LSD se asocia a menor malestar psicológico, menor consumo de psicofármacos y menos internaciones por problemas de salud mental”. Según los autores hay mucho por investigar en este campo que aún es tabú para buena parte del mundo científico.

El trabajo también indica que quienes practican distintas disciplinas de relajación poseen un bajo nivel de ansiedad. Y aquellos que profesan con regularidad alguna religión cuentan con niveles de ansiedad bajo en comparación a quienes realizan prácticas esporádicas.

En relación al consumo de sustancias, desde el informe encuentran correlaciones entre algunas drogas no psicodélicas, como la cafeína por ejemplo, con un nivel elevado de ansiedad y con el predominio de sentimientos negativos, al igual que un bajo nivel de bienestar y resiliencia.

Algunas conclusiones no definitivas

“Las preguntas no las hacemos porque sí. Siempre encontramos relación entre un tema con otro. Por ejemplo, hay relación entre los estados mentales entre una persona que medita o una persona que consume sustancias”, indicó Di Tella. Por último señaló el interés en el desarrollo de las variables para pensar al cerebro como un sistema. “Los efectos de la meditación o del consumo de psicodélicos tienen muchos puntos en común. En parte, los relacionamos con ciertos elementos de la entropía del cerebro, lo cual se ve en las personas cuando tienen sueños, experiencias psicodélicas, experiencias religiosas, experiencias fuera del cuerpo o medicación. Entonces es interesante poder relacionar cada parte”, indicó el investigador.

Qué pasó con los derechos humanos en la pandemia

Qué pasó con los derechos humanos en la pandemia

POST, el nuevo libro presentado por el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), presenta un recorrido sobre lo que el año 2020 hizo con nosotros. Desde una perspectiva de derechos humanos, POST invita a repensar las problemáticas que se vieron incrementadas por la pandemia.

Marcela Perelman, directora del Área de Investigación y co-editora junto a Ximena Tordini del libro, explica que para el armado se dio un proceso de intercambio en discusiones plenarias de manera virtual sobre problemáticas que estaban observando en pandemia. Siempre manteniendo como eje el cruce de pandemia y derechos humanos. Algunos capítulos tienen una mayor carga de coyuntura que otros, en este sentido Perelman resalta que “de la relación con otros grupos y organizaciones con las que estábamos trabajando para intervenir en esta coyuntura fueron apareciendo temas, que también cruzan distintas de nuestras agendas temáticas. (La ocupación de) Guernica, por ejemplo, es un capítulo sobre un acontecimiento, pero pone en relación cuestiones de hábitat, de represión, de intervención judicial y criminalización. En torno de un acontecimiento se pueden desplegar diferentes perspectivas de derechos humanos”. 

La problemática de la vivienda o de la situación habitacional es un eje bastante recurrente a lo largo de distintos capítulos. De lo sucedido en Guernica a los problemas para pagar un alquiler en la zona de Almagro, a la situación habitacional que afectaron a las personas trans, travestis y no binaries; sumándose también los temas de alimentación y empleo que afectan, desde varios ejes, a distintos sectores. “Para nosotros era importante mostrar que algunas problemáticas cuya manifestación más aguda se ve en una situación extrema como la de Guernica no están desconectadas de la situación de otro segmento o sectores sociales. El mercado inmobiliario es uno y cuando analizas los problemas del mercado inmobiliario de sectores medios eso hace que vaya encadenando problemáticas que se observan con mayor crudeza en migrantes, personas trans o personas que alquilan informalmente”, aclara Perelman. 

Siguiendo con alimentos, y según se plantea en el capítulo “Nuevo acuerdo popular entre el campo y la ciudad” se expresa que “el eje se corrió de la capacidad de acceso individual a los alimentos a la capacidad estatal y social de garantizarlos». Marcela Perelman explica que, por un lado, hay dificultad para proveer alimentos a la población en este contexto pandémico pero, por otra parte, esas dificultades que derivan de un modelo alimentario concentrado y monopólico pueden observar algunos cambios, quizás hasta de manera positiva. Como lo fue la organización y la dinamización de la agricultura, como se desarrolla en uno de los apartados del capítulo, en la pandemia. “Tanto alimentos como hábitat muestran situaciones que se manifiestan en su forma más cruda para los sectores más empobrecidos pero que son problemáticas muy amplias y extendidas en la sociedad”, agrega. 

El libro abarca también temas de salud mental y la dimensión judicial. El acceso a la justicia, no en su totalidad pero en parte, es en lo que en el texto llaman “la máquina rota”. Se trata de zonas del Estado, que no solamente por el contexto de pandemia, sino por sus características generales, no pudieron responder o hacer frente a un año de confinamiento. “En la introducción del texto, titulado ¿Y ahora qué pasa?, como también en la comunicación del libro, hay una frase que dice, al mismo tiempo que se extendían algunos brazos de protección del Estado, otros funcionaban a media máquina o trabados con efectos contrarios a la defensa de derechos humanos”, explica. 

Otro tema Interesante en POST es el análisis sobre la situación de encierro para la población en manicomios. Mientras que para muchos el aislamiento propuesto para hacerle frente a la pandemia fue toda una novedad, para esta población es algo habitual. Perelman cuenta que Tres puntos para cambiar la política de salud mental es un capítulo en donde se muestra una problemática más crónica. Si bien se destaca que durante la pandemia se agravó la situación de aislamiento y que a la restricción ambulatoria con la que viven se le sumaron mayores restricciones debido a la prohibición de visitas o la circulación interna en hospitales monovalentes, hay cuestiones que son de orden económico y social. “Hay personas que tienen una internación de muy largo plazo que finalmente no pueden salir de esa internación por no poder resolver su situación económica y habitacional, no necesariamente por una necesidad clínica psiquiátrica” y advierte “se necesitan políticas públicas específicas para ese sector, no puede ser que la población permanezca de forma crónica en hospitales monovalentes porque no pueden resolver la vivienda y entonces permanecen como si tuvieran una necesidad psiquiátrica que además se la va generando”.  

La editora del libro comenta que hay algunos hilos que atraviesan los capítulos que tienen que ver con una precariedad social y económica cruzados por nuevas formas de vulneración de derechos particulares. “No es lo mismo lo que le pasa a una mujer internada en un psiquiátrico que lo que le pasa a una mujer trans que no le quieren alquilar la vivienda. Son cosas diferentes, no llegan al mismo punto, pero sus derechos están restringidos por limitaciones que son similares, que son análogas. Te encontrás con problemas estructurales que después tienen manifestaciones específicas según cómo se crucen con la situación particular de distintas personas o de distintos grupos y necesitan respuestas específicas y abordajes particulares”, agrega. 

A lo largo del libro podemos encontrarnos con relatos de distintos casos e historias personales a la hora de describir las distintas temáticas planteadas, más allá de las cifras y estadísticas. Sobre esto, Perelman expresa que tiene mucho que ver con cosas profundas que los atraviesan como organización y con repensar el vínculo entre el caso y su dimensión estructural. “Nosotros estamos pensando críticamente en esa relación. Que el caso no aparezca instrumentalizado, que tenga su propio desarrollo, sus propias voces y un acento más intrínseco y personal. Tiene su peso propio y se puede pensar en una dimensión más amplia, pero hay un vínculo que no es el mismo que el tradicional. Creo que eso se ve en la exposición y en la redacción, pero refleja otras discusiones del modo de vinculación del CELS como organización con las personas”. 

De todas las problemáticas y limitaciones que ya existían y que se incrementaron durante el 2020, Perelman afirma que ninguna de ellas es una novedad, sino que se agravaron y se tensaron. “No hay revelaciones de la pandemia. Lo que hay son los problemas estructurales tensionados, trenzados, con manifestaciones más crudas. En el caso de alimentos también muestra dinamización de algunas posibilidades, para mostrar algunas cuestiones positivas. La organización en torno a la provisión de alimentos de calidad mostró novedades buenas. Por el lado de la organización social, que no es nueva, se pudo ver el dinamismo de algunas organizaciones sociales. Por ejemplo, en el capítulo de la población trans o en el de alimentos se ve. En el de Guernica también. A pesar del desenlace negativo que tuvo como acontecimiento y como conflicto, mostró un tejido asambleario a lo largo de la toma y la forma de toma de decisiones y de resoluciones que fue muy positiva”.

Hábitat, alimentos, alquiler y deuda, salud mental, violencia institucional, búsquedas y desapariciones, seguridad, democracia, movimientos de derechos humanos, son las temáticas que se nos presentan a lo largo del índice de POST. Perelman señala que de las situaciones y temáticas que se plantean en el libro el tema de la vivienda podría ser central este nuevo año. “El endeudamiento es un rasgo que se agravó en la pandemia y la burbuja que creció entre alquiler y deuda o entre vivienda y deuda me parece un problema de un volumen enorme” y agrega que “atado a la vivienda vos tenés las posibilidades de educación, de trabajo, tenés el proyecto de vida de un hogar. En el capítulo de inquilinos se caracteriza como la “tormenta perfecta”. Ese horizonte está ahí y está claro, es imposible de ignorar. Lo que puede haber ahí es la posibilidad y la voluntad de tomar la política para apostar o morigerar esta situación que es gravísima”. 

Sobre los últimos capítulos señala que intentaron escribirlos de la forma más abierta posible. “Son un poco de discusiones internas del movimiento de derechos humanos y que es interesante ponerle atención porque estamos tocando temas que no están muy discutidos. Que son desafiantes. El último, por ejemplo, sobre el lugar del castigo en la lucha de derechos humanos y el de Bolivia. Son discusiones que podrían ser hacia adentro de lo que se llama movimiento de derechos humanos pero que nosotros estamos buscando que tengan una resonancia más amplia. No son de diagnóstico de la situación social, son de otro orden”, cierra. 

POST se presenta como una “demanda a las instituciones y los poderes que no estuvieron a la altura, una constatación de la potencia que anida en las organizaciones territoriales y en el activismo de las redes de solidaridad y, también, una invitación a discutir el futuro de los derechos humanos”.

Una ley de avanzada que atrasa en su implementación

Una ley de avanzada que atrasa en su implementación

Hace 10 años la Cámara de Senadores aprobó una norma que prometía un gran avance en la salud mental argentina. Con 47 votos a favor, una abstención y ninguno en contra, la Ley Nacional de Salud Mental se sancionó luego de una insistente y larga lucha por los derechos de las personas que se encuentran internadas en hospitales neuropsiquiátricos. Aun así, celebrada por profesionales, la Ley 26.657 sigue sin cumplir algunos de sus puntos más importantes una década después de entrada en vigencia.

“Nos encontramos a mitad de camino entre lo que la ley proponía y lo que se ha logrado”, comenta Silvia Raggi, Secretaria General de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM). “Parecía que 10 años era un lapso más que suficiente para alcanzar los objetivos de la legislación pero el camino no fue ni es fácil”. Uno de los puntos conflictivos es el cierre total y prohibición de nuevas aperturas de hospitales monovalentes, aquellos utilizados con el único fin de internar a personas con padecimiento mental.

Según el Plan Nacional de Salud Mental 2013-2018, el 2020 debería ser el año límite para ponerle fin a estas instituciones y generar otro tipo de integración de los pacientes. Si bien es un logro que no se abrieran nuevos hospitales psiquiátricos, a un mes de la fecha tope para terminar con el sistema manicomial, su eliminación total parece no ser algo posible a corto plazo.

“Nos encontramos a mitad de camino entre lo que la ley proponía y lo que se ha logrado”, comenta Silvia Raggi.

Al respecto, Celeste Fernández, Coordinadora del programa Derechos de las Personas con Discapacidad de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), sostiene que “hoy la única respuesta que el Estado le da a las personas con discapacidad psicosocial es el encierro en el psiquiátrico, porque los hospitales generales rechazan las internaciones, no dan servicio, algunos no tienen ni siquiera salas de internación, y por otro lado los dispositivos comunitarios no están creados”. Si bien la ley promueve la externación, es posible tomarla como última medida cuando el paciente o terceros corren riesgo inminente. “Una vez que cesa este estado de crisis, la persona tiene que salir, y siempre esas internaciones deben ser en hospitales generales”, dice Fernández.

Según el Primer Censo Nacional de Personas Internadas por Motivos de Salud Mental realizado en 2019 por la entonces Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación, son 12.035 las personas internadas actualmente en 162 instituciones monovalentes, de las cuales 41 de ellas son públicas. Por otro lado, el censo informó que solo 34,1% de las personas internadas no recibe visitas y que solo el 41,6% puede hacer llamadas telefónicas.

Silva Maltz es psicóloga clínica y profesional de planta del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano. Afirma que con la exigencia de los protocolos sanitarios de la cuarentena se reforzó el doble encierro debido a la imposibilidad de que las mujeres internadas se conecten con sus allegados y reciban visitas: “Tuvimos muchos problemas para que ellas puedan comunicarse con sus familiares, no todas las mujeres tienen celular”. Para prevenir contagios por coronavirus, el equipo de profesionales del hospital es testeado cada 15 días, pero en el caso de las pacientes se les impide hacer salidas al exterior y pasar mucho tiempo en el patio de la institución.

“Hoy la única respuesta que el Estado le da a las personas con discapacidad psicosocial es el encierro», dice Fernández.

Otro de los puntos importantes que manifiesta la ley es la integración de los pacientes internados a través de casas de convivencia, hospitales de día, cooperativas de trabajo, centros de capacitación socio-laboral, y emprendimientos sociales. “Radio Desate” es un ciclo de microprogramas radiales, mediante el cual las mujeres que se encuentran internadas en el Hospital Moyano pueden participar de una actividad grupal. “Es un espacio que hemos creado con un sentido que es poder, por un lado, mitigar tantos prejuicios en relación a la salud mental, y por el otro que se conozca esta problemática a partir de mujeres que  piensan, que sienten, que crean, que tienen criterio, con sensibilidad social, preocupadas por las cuestiones cotidianas, la problemática de género, los derechos humanos y la salud mental”, explica Maltz, creadora del proyecto.

Pero sin duda, la falta más grave de la ley se da en relación a la vulneración de los derechos humanos de las personas usuarias de los servicios de salud mental. Abusos sexuales, maltrato físico y psicológico, falta de higiene y hacinamiento, salas de aislamiento, el uso de terapias de electroshock que aún se da en algunas instituciones y el sometimiento a la medicación como castigo son algunos de los agravios que los pacientes viven en el encierro. A esto se le suma la desconexión con el mundo exterior, la falta de comunicación e integración social de un sistema que no protege completamente a la gente que asiste. “La violación de derechos está en que una persona viva aislada de la comunidad”, asegura Fernández.

Aun así, la Ley Nacional de Salud Mental ha avanzado en la implementación de algunos de sus artículos. Uno de estos progresos fue la creación de la Unidad de Letrados, un grupo de abogados que trabaja en los hospitales psiquiátricos de la Ciudad de Buenos Aires, y que tiene como objetivo proporcionar defensa y asistencia gratuita a mayores de edad internados sin su consentimiento. Asimismo, se formó el Órgano de Revisión, encargado de monitorear el cumplimiento de la ley y el respeto de los derechos humanos de las personas con padecimiento mental. Actualmente, 12 provincias cuentan con órganos similares. Pero sobre todo, hacer de la salud mental y los derechos humanos de las personas internadas un tema de agenda fue uno de los avances más importantes de la ley.

«Entre otras cosas, falta la aplicación del 10% del presupuesto de Salud en Salud Mental», subraya Raggi.

“Aún queda mucho por hacer -explica Raggi-, falta la reconversión de muchos hospitales monovalentes, la aplicación del 10% del presupuesto de Salud en Salud Mental, falta la creación de mayores dispositivos de medio camino, la creación de salas de internación de salud mental en los hospitales generales, todo lo que para este año 2020 ya tendría que haber existido”. Entre las propuestas que exigen las diferentes asociaciones civiles se encuentra la necesidad de producir información transparente sobre las personas internadas, el fortalecimiento del primer nivel de atención, la garantía de tratamientos ambulatorios y el acceso a la medicación. Por ello, la inclusión de las personas con discapacidad psicosocial significa generar mayor inversión en políticas de salud y de vivienda. Además, se busca permitir su participación en la política pública para terminar con las estigmatizaciones y permitir su integración a la comunidad como sujetos de derecho que opinan y necesitan ser escuchados.