Una ley de avanzada que atrasa en su implementación

Una ley de avanzada que atrasa en su implementación

Hace 10 años la Cámara de Senadores aprobó una norma que prometía un gran avance en la salud mental argentina. Con 47 votos a favor, una abstención y ninguno en contra, la Ley Nacional de Salud Mental se sancionó luego de una insistente y larga lucha por los derechos de las personas que se encuentran internadas en hospitales neuropsiquiátricos. Aun así, celebrada por profesionales, la Ley 26.657 sigue sin cumplir algunos de sus puntos más importantes una década después de entrada en vigencia.

“Nos encontramos a mitad de camino entre lo que la ley proponía y lo que se ha logrado”, comenta Silvia Raggi, Secretaria General de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM). “Parecía que 10 años era un lapso más que suficiente para alcanzar los objetivos de la legislación pero el camino no fue ni es fácil”. Uno de los puntos conflictivos es el cierre total y prohibición de nuevas aperturas de hospitales monovalentes, aquellos utilizados con el único fin de internar a personas con padecimiento mental.

Según el Plan Nacional de Salud Mental 2013-2018, el 2020 debería ser el año límite para ponerle fin a estas instituciones y generar otro tipo de integración de los pacientes. Si bien es un logro que no se abrieran nuevos hospitales psiquiátricos, a un mes de la fecha tope para terminar con el sistema manicomial, su eliminación total parece no ser algo posible a corto plazo.

“Nos encontramos a mitad de camino entre lo que la ley proponía y lo que se ha logrado”, comenta Silvia Raggi.

Al respecto, Celeste Fernández, Coordinadora del programa Derechos de las Personas con Discapacidad de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), sostiene que “hoy la única respuesta que el Estado le da a las personas con discapacidad psicosocial es el encierro en el psiquiátrico, porque los hospitales generales rechazan las internaciones, no dan servicio, algunos no tienen ni siquiera salas de internación, y por otro lado los dispositivos comunitarios no están creados”. Si bien la ley promueve la externación, es posible tomarla como última medida cuando el paciente o terceros corren riesgo inminente. “Una vez que cesa este estado de crisis, la persona tiene que salir, y siempre esas internaciones deben ser en hospitales generales”, dice Fernández.

Según el Primer Censo Nacional de Personas Internadas por Motivos de Salud Mental realizado en 2019 por la entonces Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación, son 12.035 las personas internadas actualmente en 162 instituciones monovalentes, de las cuales 41 de ellas son públicas. Por otro lado, el censo informó que solo 34,1% de las personas internadas no recibe visitas y que solo el 41,6% puede hacer llamadas telefónicas.

Silva Maltz es psicóloga clínica y profesional de planta del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano. Afirma que con la exigencia de los protocolos sanitarios de la cuarentena se reforzó el doble encierro debido a la imposibilidad de que las mujeres internadas se conecten con sus allegados y reciban visitas: “Tuvimos muchos problemas para que ellas puedan comunicarse con sus familiares, no todas las mujeres tienen celular”. Para prevenir contagios por coronavirus, el equipo de profesionales del hospital es testeado cada 15 días, pero en el caso de las pacientes se les impide hacer salidas al exterior y pasar mucho tiempo en el patio de la institución.

“Hoy la única respuesta que el Estado le da a las personas con discapacidad psicosocial es el encierro», dice Fernández.

Otro de los puntos importantes que manifiesta la ley es la integración de los pacientes internados a través de casas de convivencia, hospitales de día, cooperativas de trabajo, centros de capacitación socio-laboral, y emprendimientos sociales. “Radio Desate” es un ciclo de microprogramas radiales, mediante el cual las mujeres que se encuentran internadas en el Hospital Moyano pueden participar de una actividad grupal. “Es un espacio que hemos creado con un sentido que es poder, por un lado, mitigar tantos prejuicios en relación a la salud mental, y por el otro que se conozca esta problemática a partir de mujeres que  piensan, que sienten, que crean, que tienen criterio, con sensibilidad social, preocupadas por las cuestiones cotidianas, la problemática de género, los derechos humanos y la salud mental”, explica Maltz, creadora del proyecto.

Pero sin duda, la falta más grave de la ley se da en relación a la vulneración de los derechos humanos de las personas usuarias de los servicios de salud mental. Abusos sexuales, maltrato físico y psicológico, falta de higiene y hacinamiento, salas de aislamiento, el uso de terapias de electroshock que aún se da en algunas instituciones y el sometimiento a la medicación como castigo son algunos de los agravios que los pacientes viven en el encierro. A esto se le suma la desconexión con el mundo exterior, la falta de comunicación e integración social de un sistema que no protege completamente a la gente que asiste. “La violación de derechos está en que una persona viva aislada de la comunidad”, asegura Fernández.

Aun así, la Ley Nacional de Salud Mental ha avanzado en la implementación de algunos de sus artículos. Uno de estos progresos fue la creación de la Unidad de Letrados, un grupo de abogados que trabaja en los hospitales psiquiátricos de la Ciudad de Buenos Aires, y que tiene como objetivo proporcionar defensa y asistencia gratuita a mayores de edad internados sin su consentimiento. Asimismo, se formó el Órgano de Revisión, encargado de monitorear el cumplimiento de la ley y el respeto de los derechos humanos de las personas con padecimiento mental. Actualmente, 12 provincias cuentan con órganos similares. Pero sobre todo, hacer de la salud mental y los derechos humanos de las personas internadas un tema de agenda fue uno de los avances más importantes de la ley.

«Entre otras cosas, falta la aplicación del 10% del presupuesto de Salud en Salud Mental», subraya Raggi.

“Aún queda mucho por hacer -explica Raggi-, falta la reconversión de muchos hospitales monovalentes, la aplicación del 10% del presupuesto de Salud en Salud Mental, falta la creación de mayores dispositivos de medio camino, la creación de salas de internación de salud mental en los hospitales generales, todo lo que para este año 2020 ya tendría que haber existido”. Entre las propuestas que exigen las diferentes asociaciones civiles se encuentra la necesidad de producir información transparente sobre las personas internadas, el fortalecimiento del primer nivel de atención, la garantía de tratamientos ambulatorios y el acceso a la medicación. Por ello, la inclusión de las personas con discapacidad psicosocial significa generar mayor inversión en políticas de salud y de vivienda. Además, se busca permitir su participación en la política pública para terminar con las estigmatizaciones y permitir su integración a la comunidad como sujetos de derecho que opinan y necesitan ser escuchados.

El aislamiento trae ansiedad, angustia y apatía

El aislamiento trae ansiedad, angustia y apatía

“Una de las cosas que más se siente es la pérdida del lazo social y de la rutina”, dice Riva Roure.

Desde el 20 de marzo, a partir de la declaración de la cuarentena total preventiva y obligatoria, la sociedad argentina vive una situación excepcional. No sólo el aislamiento físico es una novedad sino también el conocimiento de un virus que potencialmente puede afectar a cualquier persona. Ante esta situación única en el país y en el mundo, ANCCOM conversó con diferentes especialistas en salud mental para dar a conocer cómo impacta el contexto de confinamiento y pandemia.

“Una de las cosas que más se siente -dijo María Rosa Riva Roure, médica psiquiatra directora del Hospital Interzonal Dr. José A. Esteves- es la pérdida del lazo social y de la rutina”. Sobre el distanciamiento, los profesionales destacaron, a su vez, que este debería ser físico y no social. Es decir que, a partir de las tecnologías de la comunicación, el lazo social se puede mantener y es recomendable hacerlo para no estar frente a un aislamiento subjetivo.

Interrogado por los padecimientos más frecuentes en este contexto, Oscar Cott, responsable del área de prensa de la Asociación de Psicólogos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dijo que lo que aparece en términos generales es la angustia, la ansiedad y la apatía. Esta última es un mecanismo de defensa frente a una situación que puede ser traumática e implica la desconexión y la imposibilidad de expresar sentimientos frente a dicha situación. Además de malestar, otro problema que conllevan estos padecimientos es “la desconexión que hay con el resto de las personas que están atravesando por la misma situación”, aclaró Cott.

«Hay que tener en cuenta que el desgano, la desmotivación y la dificultad con la rutina son respuestas predecibles y no está mal que una persona no tenga ganas”, explican desde el Área de Salud Mental del Cels.

Desde la perspectiva del grupo interdisciplinario del área de salud mental del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), “les afectades somos todes”. En diálogo con ANCCOM dijeron: “Todas las personas en este contexto hemos visto alterada de un modo significativo la cotidianeidad. Aspectos muy básicos de la vida de cada une se ven conmovidos. Entonces, esto ya en sí mismo genera una afectación generalizada. Además está vinculada a un tema de salud en el que se ponen en juego cuestiones ligadas a la enfermedad, la muerte y miedos”.

También aclararon, desde el área de salud mental del CELS, que estos efectos en la salud mental de las personas son esperables. “No somos de la idea de que hay que de primera mano empezar a psicopatologizarlos y no creemos que haya que hablar de que todo el mundo está enfermo, ansioso, deprimido como si fuera algo del orden de la enfermedad, cuando en realidad son efectos esperables. Es muy importante tener en cuenta que el desgano, la desmotivación y la dificultad con la rutina son respuestas predecibles frente a una situación tan atípica como esta y no está mal que una persona no tenga ganas”, explicaron.

El confinamiento tiene efectos diferentes según los factores materiales, las condiciones y características de las personas. “Depende muchísimo de dónde vivan. No es lo mismo una casa que un departamento y no es lo mismo un departamento con un balcón que uno interno que da a una pared o gente que depende todo el tiempo de luz eléctrica”, dijo María Rosa Riva Roure a ANCCOM.

“Es importante destacar las diferencias materiales fruto de las inequidades sociales”, sostuvo Analía Zanatta, médica psiquiatra del Ministerio de Salud de la Nación e integrante de la Asociación por los Derechos en Salud Mental (ADESAM). “No es lo mismo estar en una casa en familia con espacios diferenciados que en aquellos barrios donde hay más conglomerado de gente o en la misma habitación hay varias personas. Creo que es un transitar de dos maneras distintas frente a una misma situación con igual riesgo de vulnerabilidad de infección pero no de transitarla”, argumentó Zanatta.

La sobreinformación puede transformarse en un problema, dicen los especialistas.

Recomendaciones

Las especialistas remarcaron que la situación excepcional que existe actualmente es de carácter transitorio. Además, señalaron que mantener los lazos sociales y reforzar los solidarios resulta vital para no enfrentarse a un aislamiento social, sobre todo en adultos mayores, y sostener vínculos sanos con la comunidad. Sobre esto, Zanatta resaltó: “Es importante rescatar mucho el valor del apoyo, de la ayuda mutua y evitar ciertos términos que pueden ser estigmatizantes frente a las personas que se definen como sospechosas de tener Covid-19. En estos casos es recomendable decir ‘personas con covid’ o ‘que se están recuperando de covid’ y no asociar el virus a ningún grupo étnico ni nacionalidad”.

Otra de las recomendaciones que surge con frecuencia es mantener una rutina. Desde el área de salud mental del CELS aclararon que “no todas las recomendaciones son para todas las personas”. Por esta razón sugirieron la construcción de rutinas singulares, propias de cada persona. “De esta forma, encontrar y elegir actividades que sean significativas para cada uno -aunque sean muy pocas- posibilitan construir una rutina nueva que al menos pueda hacer que no todos los días sean idénticos”, detallaron desde la entidad.

La sobreinformación también es un problema que trae efectos en la salud mental de la población. Por esta razón, las recomendaciones de las especialistas apuntan a dosificar la información, buscar fuentes confiables y oficiales, chequear la información, no contribuir en la circulación de rumores, actualizarse una vez al día y no estar pendiente de manera constante de las redes sociales y de los programas de televisión informativos.

«Si el malestar empieza a ser insoportable para la persona es importante buscar ayuda», dicen desde el Cels.

Ayuda profesional

Si las dificultades para el desarrollo del cotidiano son muy grandes existen otras recomendaciones más específicas. “Es muy importante prestar atención a si el aislamiento o cualquier otra situación empieza a generar un malestar muy profundo y afecta los distintos aspectos de la vida de una persona. Es decir, si el malestar empieza a ser insoportable para la persona es importante buscar ayuda y consultar a través de los canales que existen actualmente”, aclararon desde el CELS.

La Subsecretaría de Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias en el ámbito de la Salud del Ministerio de Salud bonaerense presta un servicio de atención psicológica marcando a la línea gratuita 0800-222-5462 las 24 horas de lunes a viernes, y sábados, domingos y feriados de 9 a 22. A su vez, en las provincias se están llevando a cabo programas de atención y contención psicológica desde los gobiernos, muchos en conjunto con organizaciones de la sociedad civil y el Colegio de Psicólogos de cada provincia.

Desde el Centro de Asistencia al Suicida, en tanto,  informaron de un incremento en las consultas que reciben. Nora Fontana, la vicepresidenta de la institución y encargada de difusión, dijo: “Recibimos más consultas y por eso alargamos el horario de atención y les pedimos a los voluntarios si podían donar más horas”. El trabajo de asistencia al suicida que brinda el centro es totalmente voluntario y siempre necesita de personas que presten ayuda. En la página hay recomendaciones para evitar suicidios, para prestar atención a estos temas y saber cómo desenvolverse. En el sitio web detallan: “Si usted, o algún familiar o allegado suyo está atravesando una crisis emocional de cualquier tipo, no lo dude, llámenos: 135 (línea gratuita desde Capital Federal y Gran Buenos Aires) y (011) 5275-1135 (desde todo el país)”. El horario de atención es de 8 a 2 de la mañana y el llamado es confidencial, personal y anónimo.

Personas con trastornos graves

A partir de la Decisión Administrativa 490/2020 se suman a las personas con discapacidad y aquellas comprendidas dentro del colectivo de trastorno del espectro autista como personas exceptuadas del cumplimiento de la cuarentena obligatoria. Por eso, pueden salir a la vía pública -siempre que no sean personas de riesgo por edad o enfermedades respiratorias- para realizar paseos breves con un único acompañante y los documentos requeridos.

En cuanto a las personas que se encuentran en manicomios, desde el grupo interdisciplinario de salud mental del CELS brindaron recomendaciones para garantizar sus derechos en tiempos de cuarentena obligatoria. Entre las principales se encuentran garantizar el derecho a la comunicación que implica el derecho a la accesibilidad y a la disponibilidad. En este punto, para no contribuir a un aislamiento simbólico de esta población propusieron el acceso a un celular por sala. Por otro lado se encuentra la importancia de asegurar que la cuarentena no signifique un recrudecimiento del encierro. Finalmente, garantizar también el derecho a la seguridad social, a la circulación y a contar con los sistemas de apoyo que sean elegidos por la persona. Por último, para mantener estable la salud mental de la población, la psiquiatra Analía Zanatta recordó: “Todos desde su lugar son importantes, todos pueden ayudar y cada uno puede contribuir a reducir el riesgo en sí mismos y en su entorno”.

El manicomio filmado desde adentro

El manicomio filmado desde adentro

El filme abordara las vivencias de Germán y dos compañeros en el hospital, desde la perspectiva de los pacientes.

El documental Los fuegos internos. El arte de salir del manicomio narra la amistad entre tres pacientes neuropsiquiátricos que logran externarse. Producido por un colectivo integrado por artistas, usuarios del hospital y especialistas en salud mental y ciencias sociales, relata el vínculo entre Germán y sus dos compañeros de la sala, Miguel y Daniel. En diálogo con ANCCOM, Laura Lugano, una de las cuatro directoras de la película, y Jorge Deodato, ex interno y quien interpreta a Germán, cuentan sus experiencias durante el proceso de realización.

El Cisne del Arte es un dispositivo de arte y salud mental en el que participan voluntarios de disciplinas artísticas y sociales. Allí se desarrollan talleres creativos y de comunicación que, orientados por el psicoanálisis, están destinados a personas en proceso de externación o internadas en el Hospital “Dr. Alejandro Korn” de Melchor Romero, en La Plata. Para Deodato, funciona como “un espacio conjunto donde compartir un mate, una comida, una charla, en los que se puede expresar lo que uno quiere”. Los fuegos internos nació en este marco.

En 2012, Germán Cauwlaert se encontraba en tratamiento cuando el psicólogo Alberto Justo le propuso desplegar uno de sus oficios –el de filmar– para El Cisne. Cauwlaert aceptó. Junto con otros miembros del espacio conformaron un equipo y asumieron los distintos roles del proyecto para llevar adelante la idea. La pregunta fue qué historia contar.

Se decidió que el filme abordara las vivencias de Germán y dos compañeros en el hospital, desde la perspectiva de los pacientes. La dirección estuvo a cargo de Laura Lugano, Ana Santilli Lago, Ayelén Martínez y Malena Battista, antropólogas y amigas desde su paso por la licenciatura en la Universidad Nacional de La Plata. Laura Lago, coordinadora general de El Cisne, asumió la producción.

“Cuando estuve en el hospital no se apagaron mis fuegos internos”, fue la frase de Cawlaert que bautizó a la película.

El título estuvo desde el comienzo. Según Lugano, en una de las charlas preliminares, Cauwlaert dijo: “Por suerte, cuando estuve en el hospital no se apagaron mis fuegos internos”. Laura explica que él veía a esos fuegos como una especie de motor que lo empujó a salir, y que aquella imagen resultó tan fuerte que definió el nombre. “Pudimos ir viendo los fuegos internos como ese lugar subjetivo que abre posibilidades. Esa decisión y potencialidad de lanzarse a la acción”, subraya.

Los compañeros de Germán, Daniel Degol y Miguel Godoy, encarnan los personajes homónimos que además están inspirados en sus historias. Cauwlaert prefirió permanecer tras la cámara. Deodato, que lo interpretó, señala que “el personaje terminó siendo una fusión entre las experiencias de los dos”. El acostumbramiento al hospital funcionó como el hilo conductor entre una y otra.

Deodato nunca había actuado antes. Estaba en tratamiento cuando el psicólogo Justo –que también aparece en el documental– lo impulsó a intentarlo. “Me vino a visitar en momentos que yo estaba muy alejado del alta. Pero él veía como una posibilidad que lo obtenga”, recuerda Deodato.

A la voluntad inicial se sumó el aporte de Julia Portella, quien enseñó a todo el equipo técnicas de videodanzas para mejorar la actuación frente a cámara. Deodato considera que estos aprendizajes fueron muy importantes: “Me fue dando pautas de un lenguaje artístico corporal según lo que quería expresar”, remarca.

El documental comenzó a realizarse en 2012 y terminó de filmarse este año.

El documental comenzó a rodarse en 2012 y se terminó este año. El Cisne del Arte nunca se había embarcado en un proyecto así. “Fue un desafío plantearse una creación colectiva de estas dimensiones”, dice Lugano. Sin embargo, confiando en que tenían cubiertas las condiciones simbólicas, las y los mentores del film se embarcaron en la búsqueda de insumos materiales.

A fines de 2012, el equipo obtuvo una beca de creación grupal del Fondo Nacional de las Artes (FNA). “Fue el puntapié que nos permitió iniciar el proceso”, explica. Pero con el tiempo el documental crecía y el dinero se agotaba. Había material suficiente para realizar un largometraje, pero la beca no alcanzó para costear por completo la idea inicial.

Sin perder las esperanzas, se embarcaron en una nueva búsqueda de financiamiento. En 2016, otra vez gracias al FNA, recibieron una beca de Formación Grupal en Montaje Cinematográfico. Ese año ganaron el subsidio Quinta Vía Digital del INCAA. Para afrontar la edición, también lanzaron una campaña de financiamiento colaborativo a través de la plataforma Ideame.

Las directoras fueron descubriendo a posteriori las referencias teóricas que habían guiado su trabajo: la didáctica del juego, la educación popular, y las perspectivas de la antropología. En cambio, sí encararon una investigación previa de referencias cinematográficas. “Vimos qué recursos artísticos nos servían para contar la historia que queríamos. Un documental que nos marcó bastante fue The Devil and Daniel Johnston”, comenta Lugano.

El mensaje a transmitir fue acordado en sucesivas charlas. Lugano lo presenta como “una visión al mismo tiempo alentadora y crítica sobre las problemáticas de salud mental” y opina que se distingue de las pocas producciones cinematográficas que existen sobre el tema de la locura en tanto que se posiciona en el punto de vista de los pacientes. “Fue contribuir al reconocimiento de las personas que están atravesando esta situación y desde otro lugar, no desde los estigmas o del diagnóstico patologizante que suelen tener las instituciones y la sociedad”, sostiene.

Según Deodato, el documental sirve para mostrar la dinámica que se vive en los hospitales y el rol del acompañamiento mutuo en esas circunstancias. “Es muy importante que (los médicos) hayan tomado la decisión de escuchar. Yo estaba muy mal y ni siquiera tenía la idea de que existía otra forma de salir”, recuerda.

A días de arrancar el nuevo año, resulta curioso que en la película se habla de la Ley de Salud Mental, la cual dispone que para 2020 deberían cerrar todos los manicomios. “Lo que encontramos ahora es una realidad muy lejana”, manifiesta Lugano. Más aún, las medidas políticas tomadas en los últimos cuatro años implicaron un retroceso. “Además de falta de recursos, hubo una vuelta a la lógica más manicomial”, asegura.

Si bien para ella la existencia de la ley es positiva, las posibilidades materiales de concretar sus objetivos parecen escasas. “Faltan recursos y voluntades políticas”, afirma, aunque confía en los profesionales, colectivos de trabajadores y acompañantes terapéuticos activos que están trabajando para lograr “una transformación desde adentro”.

Deodato no tiene planes de seguir actuando, pero continúa en El Cisne del Arte, participando de un programa de radio y un taller de música. A quienes estén atravesando un proceso similar al suyo, recomienda: “Que no aflojen nunca con el tratamiento ni con lo que a uno le gusta hacer. Que resistan cuando quieran imponerles algo por la fuerza. Que sepan que tienen el derecho a ser oídos y respetados”.

Los fuegos internos puede verse en el Gaumont desde el 12 hasta el 18 de diciembre inclusive.

El contagio social de las patologías psiquiátricas

El contagio social de las patologías psiquiátricas

“Lo que es muy habitual en la actualidad es el autodiagnóstico”, señala Appiani.

Las patologías mentales siempre han existido, pero sin embargo no siempre hubo el acceso a la información –y a los diagnósticos­– que se tienen hoy en día.  En los últimos años, este tipo de padecimiento ha comenzado a ser más difundido, a la vez que se han incrementado.  Las nuevas tecnologías y la velocidad a la que avanzan, han significado una creciente aceleración del ritmo de vida de las personas. ¿Consecuencias de este fenómeno? Excesos de medicación psiquiátrica, un tema poco explorado.

Estamos inmersos en una sociedad en la que los mandatos sociales, la competencia y la obsesión por la inmediatez, tiene como consecuencia la aparición de padecimientos mentales como el estrés, la ansiedad o la fobia social. Damián Martínes, médico psiquiatra y parte del staff del Programa Andrés, sostiene que “la hiperconectividad, la autoexigencia, el ritmo de vida apresurado y la baja tolerancia a la frustración son factores que inciden en el incremento de estas patologías”.

Existen las patologías de carácter endógeno, como la bipolaridad o la psicosis, y las patologías externas, como los trastornos adaptativos, que se relacionan con el estrés. “El estilo de vida hace que este último tipo de patologías se incrementen”, agrega Martínes. El psiquiatra Francisco Appiani, a cargo de la unidad neurofarmacológica del Hospital de Clínicas de la UBA, aporta que, en sus veinticinco años de experiencia como profesional de la salud, se puede notar que “los trastornos de ansiedad son las patologías más comunes”. Y agrega: “Lo que es muy habitual en la actualidad es el autodiagnóstico”. Los pacientes se autodiagnostican, luego de haberse provisto de información en Internet, y llegan a la consulta con un diagnóstico de crisis de pánico, por ejemplo, cuando no es lo que padecen. En este sentido, Appiani sostiene que “suele haber un contagio social de patologías”.

“La mayoría de los pacientes asiste a la primera consulta buscando algo mágico”, cuenta Codino.

A raíz de esta problemática, se da en el mundo, y específicamente en nuestro país, un notable exceso de medicalización psiquiátrica. No existe una única visión sobre este tema, sino que es abordado desde distintas perspectivas.

En la Argentina existe un gran déficit en materia de salud mental: la ausencia de un ente regulador que controle la cantidad de recetas que un médico prescribe. Si bien todas las prescripciones que indican medicamentos farmacológicos son archivadas, no hay un seguimiento real sobre su destino. Esto representa un gran riesgo si tenemos en cuenta que no todos los padecimientos requieren necesariamente de un tratamiento psiquiátrico. La psicóloga Soledad Codino, especializada en terapia cognitivo-conductual , comenta que “la mayoría de los pacientes asiste a la primera consulta buscando algo mágico” y sostiene que los psicofármacos no son a priori necesarios “excepto en casos graves, como la psicosis, en la que se sufre una desconexión con la realidad”.

Un aspecto que se incluye dentro del problema del exceso de medicalización psiquiátrica es la automedicación. La directora del Centro Integral de Psiquiatría y Psicología (CIDEPP), Ana María Vaernet, comenta: “Cuando viene un paciente por primera vez, le pregunto: ‘¿Qué estás tomando?’, porque sé que todos toman alguna medicación.” Además, explica que es muy común que un paciente que abandona su tratamiento y más tarde vuelva, confiese que nunca dejó de tomar la medicación y que la consiguió con otro médico o por otros medios. “Es necesario que el paciente sostenga un tratamiento psicológico y, de ser necesario, un control psiquiátrico”, añade Vaernet.

Silvana Garbi es doctora en Ciencias Sociales y participa de Surcos, una asociación civil que trabaja en la promoción de condiciones de vida más saludables. En relación al consumo de psicofármacos, declara que “en el último tiempo ha habido un uso más aceptado socialmente” y, por ende, “no hay una estigmatización en relación a su consumo”. Esto se debe a que, a diferencia de otras sustancias, los ansiolíticos son legales y, por lo tanto, no son propensos a la censura social.

Según el informe del Observatorio Argentino de Drogas de la SEDRONAR de 2017, que se realizó a nivel nacional, “15 de cada cien personas ha consumido medicamentos psicofármacos bajo tratamiento médico o bien por su cuenta”. Además, el informe arroja que la edad en la que las personas se inician en el consumo de tranquilizantes sin tener una receta médica, se ubica cerca de los 25 años.

Otro gran déficit en relación a la salud mental en nuestro país es la escasez de informes estadísticos. Francisco Appiani observa que “no hay otros informes además del de la SEDRONAR”. Lo que sí existe, continúa el médico, es “desde ANMAT –Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica–, un programa de fármacovigilancia mediante el cual cualquier profesional de la salud puede reportar efectos adversos. Sin embargo, el porcentaje de reportes es muy bajo, debido a que no hay cultura de reporte en el mundo.” Que la salud pública en general está desfinanciada no es novedad y la investigación sobre problemáticas de salud mental no escapa a esa situación.

La ley de Salud Mental 26567, sancionada en 2010, “tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional”. No obstante, al momento de redactar la ley, “no se consultó a las instituciones mentales”, sostiene Vaernet. El principal cambio que introduce esta legislación es una desmanicomialización, es decir, evitar internar a los pacientes en centros especializados en salud mental, excepto que corra riesgo su vida o la de su entorno.

Con el fin de evitar la discriminación del paciente, la ley propone que se realicen tratamientos ambulatorios en hospitales generales. Sin embargo, la mayoría de los profesionales de la salud coinciden en que el gran problema que representan estas modificaciones es la falta de infraestructura. “El problema es que los hospitales no cuentan con la infraestructura ni la cantidad de profesionales necesarios para llevar a cabo esta propuesta”, afirma Martínes. En relación a la medicación, la ley establece que se administrará “exclusivamente con fines terapéuticos y nunca como castigo” y que los tratamientos farmacológicos deben ser abordados de manera interdisciplinaria.

Desde otras vertientes,  Ingrid Romero, psicóloga y terapeuta floral, implementa en sus consultas las flores de Bach, la homeopatía y la aromaterapia. Con respecto a su formación, asevera: “Aprendí a tratar al paciente de una forma holística, es decir, acompañando y cuidando su desarrollo en las seis dimensiones: física, emocional, mental, social, valórica y espiritual”. Este tipo de terapias, conocidas como alternativas, son complementarias y pueden ser “combinadas con tratamientos de remedios alopáticos”, sin perjudicarlos.  Si bien muchos profesionales de la salud tienden a desmentir la efectividad de estos métodos bajo el argumento de que no están avalados por la ciencia, otros ven a las terapias complementarias como “inofensivas”. Rosana Deza, psicóloga social y acompañante terapéutica, sostiene que estas últimas “funcionan a partir de la creencia del paciente, como placebo”.

El índice de consumo de psicofármacos sigue en aumento y los únicos sectores completamente beneficiados son los laboratorios y las farmacéuticas. El mundo sigue su ritmo  y las patologías mentales crecen. ¿Queda en manos solo de de los pacientes elegir seguir siendo parte de ese círculo u optar por complementar sus tratamientos de manera natural?

Detrás de los muros

Detrás de los muros

Un parlante y un micrófono están dibujados en la pared de un pabellón donde reina el más desolador de los silencios. Los pacientes deambulan sin ir a ningún lado por escaleras sin barandas y  pasillos tapizados de vidrios astillados, al alcance de cualquiera. Así está hoy el Hospital de Salud Mental J.T. Borda,  el mismo en el que el 26 de abril del 2013 se produjo un hecho sin precedentes en la historia sanitaria argentina. Ese día, a contramano de una decisión judicial, se dispuso la demolición del Taller Protegido N°19 y miembros de la comunidad terapéutica intentaron protestar para impedirlo. La Policía Metropolitana avanzó contra ellos con  una feroz represión que incluyó golpes, gases lacrimógenos y disparos a quemarropa con balas de goma. Como consecuencia del atropello, resultaron cincuenta heridos entre los que se encontraban pacientes internados, sus familiares, médicos, enfermeros, administrativos y periodistas que estaban cubriendo el hecho.  A más de dos años de lo sucedido, a la falta de respuesta de las autoridades y de resarcimiento por lo acontecido, proliferan los reclamos de falta de materiales, infraestructura y ausencia de nombramientos necesarios para sostener los servicios.

Así está hoy el Hospital de Salud Mental J.T. Borda, el mismo en el que el 26 de abril del 2013 se produjo un hecho sin precedentes en la historia sanitaria argentina.

Así está hoy el Hospital de Salud Mental J.T. Borda, el mismo en el que el 26 de abril del 2013 se produjo un hecho sin precedentes en la historia sanitaria argentina.

Daniel Taborda trabaja hace diez años en el Servicio 30 de Admisión y tiene a su cargo una decena de pacientes en riesgo. El enfermero califica la situación actual del hospital como en estado de desidia total y de abandono general de las instalaciones.

¿Cómo es trabajar hoy en día en el hospital?- le preguntó ANCCOM.

Es muy complejo, la falta  de enfermeros es letal. La ley dice que cada siete pacientes tiene que haber un enfermero; nosotros somos dos cuando tendríamos que ser cuatro. El predio cuenta con 16 hectáreas y, por ejemplo, hay un médico clínico para todo el hospital. Cuando lo llaman de un servicio a otro, tiene que evaluar la situación, según lo que le dicte el enfermero, para ver a quién atiende primero.

Si bien es de conocimiento público su especialización en psiquiatría, el Borda cuenta, además, con diversos servicios abiertos a la comunidad. Como en cualquier hospital, los usuarios podrían realizarse cirugías, sesiones de kinesiología, estudios en el laboratorio de análisis clínicos y prácticas odontológicas. Todos estos servicios serán cerrados en 2020, según el acuerdo realizado entre el oficialismo porteño y el nacional plasmado en la Ley 4.473, el 20 de diciembre de 2010, la cual prevé transformar el sistema de salud mental y prohibir la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes.

Enfermero Daniel Taborda, Hospital J.T. Borda, 24 de Septiembre

«El predio cuenta con 16 hectáreas y, por ejemplo, hay un médico clínico para todo el hospital. Cuando lo llaman de un servicio a otro, tiene que evaluar la situación, según lo que le dicte el enfermero, para ver a quién atiende primero» cuenta Daniel Taborda, enfermero del Hospital.

“Acá, como en cualquier hospital de la Ciudad, la gente puede atenderse con un médico clínico. Lo que pasa es que eso no se difunde. Están cerrando los servicios como maniobra de vaciamiento, para el posterior cierre en 2020. Los pacientes psiquiátricos también sufren descompensaciones de todo tipo, como padece cualquier persona en otro hospital.  El abandono es total, no contamos con los elementos necesarios”, señala  Taborda.

Con la Resolución 1657/13 el Gobierno porteño puso en marcha un plan de reducción de suplencias de guardias, afectando a 1.500 trabajadores y precarizando la atención primaria de salud. Manuel Galvalisi, médico psiquiatra del hospital, insiste sobre la política reduccionista que afecta el servicio y realza la precarización laboral. “Con este último Gobierno pasamos de depender de la Nación a la Ciudad. En ese momento empezaron a haber problemas en los nombramientos. Ya no somos la cantidad de personal necesaria por la estructura. No se repone el cargo de la persona que se jubila y los pocos que quedamos nos estamos repartiendo. Cuando pertenecíamos a la Nación, teníamos la libertad de formar profesionales de acuerdo a la necesidad del hospital; ahora, es cada vez más difícil. Para entrar a una concurrencia, por ejemplo, tenes que dar un examen, exigen una determinada cantidad de horas trabajadas, hay que sacar un seguro de mala praxis….  Se puede hacer un hospital más ágil con integración a la comunidad, pero lamentablemente el capital humano se está perdiendo. Muchos profesionales están siendo absorbidos por el sistema privado y hay gente que se encuentra dispuesta a trabajar en forma gratuita con tal de formarse en una institución que siempre fue mirada con orgullo.”

“Se puede hacer un hospital más ágil con integración a la comunidad, pero lamentablemente el capital humano se está perdiendo. Muchos profesionales están siendo absorbidos por el sistema privado y hay gente que se encuentra dispuesta a trabajar en forma gratuita con tal de formarse en una institución que siempre fue mirada con orgullo”, dice Galvalisi

“Se puede hacer un hospital más ágil con integración a la comunidad, pero lamentablemente el capital humano se está perdiendo. Muchos profesionales están siendo absorbidos por el sistema privado y hay gente que se encuentra dispuesta a trabajar en forma gratuita con tal de formarse en una institución que siempre fue mirada con orgullo”, dice Galvalisi

El 28 de diciembre de 2014 los legisladores María Elena Naddeo y  Aníbal Ibarra presentaron un amparo en la Cámara en lo  Contencioso Administrativa solicitando la paralización de la construcción del Centro Cívico en el predio del Hospital Borda, impulsado por el Gobierno de la Ciudad. “El artículo 21 inciso 12 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires afirma: ´Las políticas de Salud Mental, reconocerán la singularidad de los asistidos por su malestar psíquico y su condición de sujetos de derecho, garantizando su atención en los establecimientos estatales´.  Destruir el Taller Protegido N° 19 fue leído por la comunidad como un avasallamiento de los Derechos Humanos que dicha Ley consagra,” señala Naddeo.

Hospital Borda, 3 de Octubre de 2015

El Gobierno de la Ciudad plantea la apertura de centros de día ambulatorios con el fin de fomentar la inclusión del paciente en sociedad, ¿Cuál es su opinión al respecto?- preguntó ANCCOM a Naddeo.

Durante ocho años de gestión, el Gobierno de la Ciudad solamente puso en funcionamiento un Centro de Medio Camino o Residencia Protegida y un espacio para niños o adolescentes con situación grave de salud mental para externarlos del Hospital Tobar García. Los centros ambulatorios y los hospitales de día, así como las salas en los hospitales generales, prometidos un año atrás por la Legislatura porteña no han sido concretados.

¿Qué expectativa tiene con el próximo gobierno?

El próximo gobierno avizora mantener los mismos principios privatistas y conservadores en la gestión de salud y educación. Tendremos que desarrollar una estrategia de unidad de los sectores gremiales académicos y profesionales comprometidos con el derecho a la salud como derecho social garantizado por el Estado para encarar acciones que generen la adhesión de la comunidad.