Las Litas de Lazzari del siglo XXI

Las Litas de Lazzari del siglo XXI

En medio de una inflación descontrolada, las influencers del ahorro que difunden descuentos en las redes se han posicionado como fuente de consulta para quienes buscan economizar y hacer rendir su dinero. Tres instagramers cuentan su trabajo.

“Siempre fui de buscar descuentos, pero la diferencia es que ahora lo comparto”, afirma Tamara Alonso, dueña de @gangas.tips, una cuenta que nació hace dos años como una actividad para pasar el tiempo y que hoy se convirtió en una fuente de ingresos. Oriunda de Berisso, Tamara se dedica a recopilar información de productos que cumplan con “la regla de las tres b”: bueno, bonito y barato. “Me gusta que la gente pueda aprovechar las ofertas”, asegura.

Al ser una cuenta vinculada con la actualidad económica, comenta que estructura su contenido según las demandas del público. Además, trata de cubrir todos los rubros por lo que en su perfil se pueden hallar publicaciones con beneficios en supermercados, descuentos en calzado o indumentaria e incluso recomendaciones de locales gastronómicos baratos. 

La recordada frase “camine, señora, camine”, acuñada por Lita de Lázzari en la década del 90, parece haber sido recuperada por las influencers, quienes recorren distintos lugares en busca de los mejores precios. Detrás de las publicaciones hay todo un trabajo que no comienza con la difusión del video, sino con la planificación del contenido. Desde elegir qué rubro cubrir, viajar hacia la zona comercial, hasta editar el contenido, todo forma parte del producto final que sale en la plataforma. “Estoy todo el día con el celular buscando ofertas y comparando distintas páginas de supermercados”, comenta Tamara, quien además se dirige de manera inmediata hacia el negocio cuando ve un beneficio valioso para compartir como un 2×1 o un 70 por ciento de descuento en la segunda unidad.

Con una biografía que reza “Comprate lo que te gusta al mejor precio”, la cuenta @nogastesdemas administrada por Magdalena Gowland, se enfoca en crear un contenido más educativo en donde abundan los consejos y recomendaciones para tener en cuenta a la hora de hacer una compra o elegir un producto. “Existen datos que son buenísimos pero que no son comunicados, yo les doy visibilidad”, dice. En 2017, y con el objetivo de compartir sus hallazgos, Gowland creó una cuenta que hoy tiene más de 261 mil seguidores y una comunidad consolidada que aprovecha los beneficios que ella difunde.

Por su parte, Martina, o “la chica de las ofertas” –como prefiere ser reconocida–, abrió @jefadelahorro en abril de 2023 para poner en práctica sus conocimientos sobre redes sociales. “La idea era hacer algo propio en donde apareciera mi cara y no tanto un producto o servicio”. A modo de contrato, la biografía de su cuenta promete ofrecer información sobre buenos precios para que su público pueda ahorrar. “Busco cuidar el bolsillo de todos”, asegura.

Hoy la necesidad de buscar ofertas y descuentos atraviesa a todas las clases sociales y no tiene distinción de género. Aun cuando el público en su mayoría está conformado por mujeres, las responsables de las tres cuentas coinciden en que los hombres también empezaron a mostrar interés por obtener un descuento. “Me sorprende que no buscan sólo para ellos sino también para su mamá, su novia o su amiga”, señala Tamara. En el caso de Martina, tampoco hay distinción de edad, ya que las consultas que recibe son tanto de jóvenes que se están por mudar y necesitan datos de electrodomésticos baratos, hasta de personas adultas que gracias a su video explicativo pudieron descargarse una billetera virtual y aprovechar sus beneficios.

Si bien la gran mayoría de los videos son de locales ubicados en el AMBA, hay un esfuerzo de las influencers por crear un contenido más federal. “Trato de publicar ofertas que también sean online para que las puedan aprovechar personas de todo el país”, subraya Tamara de @gangas.tips. Lo mismo sucede en el caso de @nogastesdemas, que al tener un público repartido entre las ciudades de Mendoza y Córdoba intenta mostrar las oportunidades que ofrecen los comercios que cuentan con una tienda online.

Lejos de tener un rol pasivo, los usuarios son en múltiples ocasiones quienes les brindan los datos sobre algún descuento que vieron en las góndolas o de algún cupón que no van a utilizar pero que le puede servir a otra persona. “Es importante tener una buena comunidad”, destaca Magdalena, quien mantiene un vínculo cercano con los usuarios mediante su canal de difusión, una herramienta de la plataforma que posibilita que un grupo limitado de personas pueda recibir mensajes de la influencer y que en muchos casos funciona como el lugar en donde se anticipan los datos sobre los descuentos. En cualquier momento del día, las personas pueden recibir una notificación con una oferta para aprovechar. “La gente valora la curaduría que hago”, agrega la dueña de No Gastes de Más.

Tamara disfruta de recibir mensajes de personas agradeciendo por haber podido comprar un producto que en otra ocasión hubiese sido imposible. “A veces no tengo noción de la cantidad de gente que me sigue”, sostiene. Su cuenta ya acumula más de 115 mil seguidores en Instagram.

El rol de ser consideradas “influencers del ahorro” no les pesa, pero sí lo toman con responsabilidad. No sólo a la hora de determinar qué van a publicar, sino también qué mensaje quieren dejarle a su público. “Me gusta sembrar la semilla de la educación financiera y de gastar bien la plata”, asegura Magdalena. En su caso, su objetivo no es únicamente brindarle a los usuarios información acerca de las ofertas, sino que por sí solos puedan determinar qué es lo que les conviene comprar. “Las ofertas van y vienen, lo que yo puedo transmitir de educación es lo que queda para siempre”, concluye.

A la maestra, con odio

A la maestra, con odio

Después de que Manuel Adorni acusara a la maestra Soledad Reyes de tener un discurso partidario sobre la Guerra de Malvinas, la docente recibió un masivo ataque de trolls en las redes sociales. Terminó con un botón antipánico.

El pasado 2 de abril, en el partido de Punta Indio, se llevó a cabo un acto en conmemoración al Día de los Veteranos y los Caídos en Malvinas. Soledad Reyes fue la docente que, convocada por la Dirección de Cultura del municipio, se encargó de dar un discurso alusivo a la fecha. En la ceremonia estaban presentes algunos veteranos de Malvinas y militares de la Base Aeronaval de Punta Indio, quienes, al momento en que la docente inscribió a la Guerra de Malvinas dentro del proceso histórico de la última dictadura militar de Argentina, se mostraron ofendidos por sus palabras. Tildándolas de “partidarias”, comenzaron a levantarse de sus asientos y a retirarse del acto, con gestos de disconformidad y enojo ante los dichos. El suceso finalizó con la profesora terminando de dar su discurso, pese a las quejas de muchas de las personas de la audiencia.

“Yo conocía a mucha gente del público, toda de la localidad. Hasta ese momento todo se mantuvo entre los que estuvimos ahí y no pasó más de comentarios del estilo ‘que le apaguen el micrófono’. Después fue escalando”, cuenta Reyes en diálogo con ANCCOM.

Las amenazas le empezaron a llegar por redes sociales al día siguiente, a partir de que Eduardo Feinmann reposteó un tuit relacionado al hecho, en el cual aparecía el usuario de X (Twitter) de la docente. Reyes comenta que, antes de eso, ella solía tener sus cuentas públicas, tanto X como Instagram y Facebook; pero que tomó la decisión de ponerlas en privado a raíz de las agresiones que empezó a recibir por diferentes vías.

Ese 3 de abril, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) se contactó con la docente y publicó un comunicado en apoyo y defensa de Reyes. “A Soledad la conocemos porque ha sido profesora en el programa educativo Jóvenes y Memoria. Ni bien nos enteramos del hecho, nos comunicamos con ella, nos pusimos a su disposición y emitimos un comunicado de repudio en solidaridad”, comentaba la directora general de Áreas de la CPM, Sandra Raggio. Días después, desde la Comisión acompañaron a Reyes en la presentación de un habeas corpus con el objetivo de dejar constancia de los hostigamientos violentos en redes que estaba recibiendo la docente. Reyes expresó su agradecimiento con la comisión por manifestar su apoyo y acompañarla en este proceso.

La respuesta de la justicia fue rápida, ya que para el 6 de abril el juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla había tomado medidas preventivas para proteger a la docente. De esta forma, se le otorgó un botón antipánico, gestionado a través del Ministerio de las Mujeres de la Provincia de Buenos Aires. Esta medida ayudó a que Reyes comenzara a sentirse un poco más tranquila y segura desde que iniciaron las agresiones, las cuales fueron disminuyendo.

La docente de Punta Indio agrega que ella tomó la decisión de no tomar licencia y continuar yendo al trabajo normalmente. En este proceso, para Reyes fue clave el apoyo de sus compañeros del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), del que forma parte como secretaria adjunta. Desde el gremio se solidarizaron con ella mediante un formulario en Google Forms para respaldarla y que reza la siguiente consigna: “Los docentes no adoctrinamos”. No obstante, afirma que fueron días difíciles ya que tuvo que seguir con su vida normal mientras veía todo lo que se decía sobre ella en las redes sociales y se preocupaba por la seguridad de su familia.

 

El debate sobre adoctrinamiento

El discurso de Soledad Reyes comenzaba diciendo: “Quisiera hoy compartir con ustedes algunas reflexiones sobre Malvinas que no pretenden ser una verdad revelada. Son reflexiones desde una perspectiva crítica de la versión nacionalista de la historia sobre la Guerra de Malvinas”. Dicha alocución fue tildado de “político partidaria” por varios de los presentes y eso desencadenó en que haya tomado la decisión de abandonar el acto.

El hecho trascendió a tal nivel que culminó con un comunicado del Gobierno de Javier Milei acerca de la modificación de la Ley de Educación Nacional con el fin de “penar el adoctrinamiento en las escuelas”, anunciada el jueves 4 de abril por Manuel Adorni, el portavoz presidencial. El vocero hizo alusión al video circulado en redes sobre el acontecimiento de Punta Indio, sosteniendo que es entristecedor que haya “militancia ideológica” en los actos escolares.

“Las ciencias sociales tienen diferentes formas de interpretación. Como docente de historia, tengo la obligación ética e intelectual de decirlo y aclararlo. Entonces, partiendo de ahí, estaba todo saldado. Todo lo demás era parte de un análisis desde una perspectiva”, comenta Reyes al respecto.

le every aspect of this content in the module Design settings and even apply custom CSS to this text in the module Advanced settings.

“Hay algunas cuestiones que ya son una certeza indiscutible como realidad histórica: la Guerra de Malvinas se inscribió en la última dictadura militar, donde se violaron sistemáticamente los derechos humanos, con miles de personas desaparecidas, presas, exiliadas y torturadas. Cientos de sentencias judiciales así lo confirman», dice el comunicado de la CPM.

Pero la discusión sobre adoctrinamiento no termina ahí. En el comunicado de la CPM se lee: “Hay algunas cuestiones que ya son una certeza indiscutible como realidad histórica: la Guerra de Malvinas se inscribió en la última dictadura militar, donde se violaron sistemáticamente los derechos humanos, con miles de personas desaparecidas, presas, exiliadas y torturadas. Cientos de sentencias judiciales así lo confirman. Frente a esta realidad irreductible, solo pueden sentirse ofendidos aquellos que la niegan como tal y la reivindican”.

Una forma de glorificar la dictadura

Lo ocurrido con Soledad Reyes se suma a un discurso negacionista que está en ascenso. Así lo sostiene Hugo Robert, ex combatiente y ex presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) La Plata, quien le entregó su absoluto apoyo a la docente.

Robert comenta a ANCCOM que el repudio a las declaraciones de Reyes y los posteriores ataques que recibió tienen que ver con algo que se fue evidenciando en el último tiempo y que fue orquestado por las figuras de poder y los medios. “Me da la impresión que, viendo cómo operan las Fuerzas Armadas (FFAA) en el tema Malvinas, estaba todo armado (…) Esperábamos un video como el del 24 de marzo. En su lugar, hicieron esta representación para tomar trascendencia en los medios de una posición que viene sosteniendo las FFAA desde el regreso mismo de las islas, que es glorificar lo actuado por las FFAA como si hubiese habido una dictadura mala hasta el 1 de abril y una dictadura buena, honorable, valerosa a partir del 2 de abril”, declara.

A su vez, el excombatiente reafirma que lo más preocupante es la glorificación del negacionismo y que utilicen a la Guerra de Malvinas para hacerlo. Lo deja en claro con la frase: “La profesora lo único que les dijo es ‘miren, Malvinas la llevó adelante no la dictadura, sino la peor dictadura que azotó este país, la más sangrienta”.

Asimismo, los hombres nucleados en el CECIM La Plata, que defienden las banderas de Memoria, Verdad, Justicia, Soberanía y Paz, también adhirieron a las palabras de Reyes y respaldaron su visión de la guerra. “Si uno lee detenidamente el discurso publicado en los portales, la realidad es que lo único que les dijo fue la verdad”, dice Robert al respecto. Además, puntualiza que no es la primera vez que desde el Centro ven ataques de este tipo por discursos que cuestionan el rol que tuvieron las FFAA en la Guerra de Malvinas. Finalmente, destaca que es inédito que los descargos hayan caído sobre una docente. “Si en lugar de una profesora había un excombatiente, seguramente le hubieran hecho la misma cama que le hicieron a Reyes. Pero ninguno de los que se levantaron podría mirar a la cara a un soldado y decirle ‘usted está mintiendo’, porque los compañeros estuvieron, ellos saben que hubo oficiales y suboficiales que no estuvieron a la altura de la circunstancias”, sentencia.

Enredados en Cuba

Enredados en Cuba

Debido a años de bloqueo, la irrupción de internet en Cuba fue mucho más repentina que en otros países. Una población poco preparada para el aluvión de redes sociales sufrió el impacto. Sobre ese tema y su evolución reciente habló Javier Gómez Sánchez, director del documental “La dictadura del algoritmo”.

La dictadura del algoritmo es un documental estrenado en 2021, dirigido por Javier Gómez Sánchez, periodista y realizador audiovisual licenciado en Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual en la Universidad de las Artes de Cuba. En él se retrata cómo Cuba se vio repentinamente atravesada por la interacción digital con la irrupción de internet, un fenómeno que en el resto del mundo se dio de manera más paulatina.

Es que Cuba solo contaba con conexión satelital a internet hasta 2012, cuando accedió a un cable de fibra óptica proveniente de Venezuela; de esa manera multiplicó por 3.000 el ancho de banda disponible. Esta conexión permitió el primer salto en el acceso de la población en 2015, cuando comenzó a ofrecerse un servicio desde puntos con WiFi, aunque seguía siendo lento y caro para los estándares internacionales. El segundo salto se dio en 2018 y 2019, cuando se desplegó la telefonía móvil de 3G y 4G respectivamente; fue entonces que se masificó el acceso casi en simultáneo con la llegada de la pandemia. En la actualidad, aunque aún no hay anuncio oficial, se está conectando al país un segundo cable de fibra óptica desde Santa Lucía, el Caribe, para asegurar más rapidez en la conexión celular en horarios pico. Hoy, recargar entre uno a diez gigabytes de datos en el móvil puede costar de 100 a 950 Pesos Cubanos (CUP) mientras que un sueldo promedio puede llegar a los 4000 CUP, unos 16 dólares. Esa es la principal forma de conexión en la actualidad.

El documental de Gómez Sánchez retrata los efectos de la inmersión rápida de los cubanos a la lógica muchas veces tóxica de las redes sociales. Con una serie de testimonios diversos, se describen las expectativas iniciales de que Facebook permitiera conocer y debatir con personas de todo el país. En la práctica Facebook, junto con la pandemia, terminaron provocando una crisis social que sorprendió a la clase política.

“La velocidad a la que entró la población a un ámbito digital completamente desarrollado fue inédita, en comparación con otros países”, explica Gómez Sánchez. “Muchas personas comenzaron a incorporar dinámicas que veían en Facebook, sin importar si eran informaciones reales, semi-reales o falsas. Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que las personas comenzaron a madurar la idea de que debían cuestionarse lo que veían”.

A dos años del estreno, ¿qué avance ves en la sociedad cubana alrededor de la presencia de la interactividad digital en el país?

El aumento de la conectividad. Cuando estábamos haciendo el documental, apareció el reporte de la compañía telefónica ETECSA que decía que se habían alcanzado 4.2 millones de personas conectadas sólo a la red de datos. A eso se suman personas que la usan a través de oficinas o PC. Para entender esta cifra, hay que comprender que Cuba llega a internet con cierto retraso, ligado a su conflicto histórico con EEUU. Durante mucho tiempo no estuvo conectada por cables de fibra óptica: cerca pasan tres cables que conectan Sudamérica, Centroamérica y el Caribe con EEUU. A esos cables no podía conectarse porque eran propiedad de compañías estadounidenses.

 

¿Cómo era el contacto con internet antes de la conexión por fibra?

Antes del 2012 se conectaba a través de una banda por satélite que era extremadamente lenta y permitía un servicio muy restringido, el uso que hacían las personas era a través del correo electrónico, mientras el mundo estaba inmerso en Facebook. Eso fue en los años 2007 a 2010. Aún así se desarrollaron dinámicas colectivas de cadenas de correo sobre determinados temas que llegaron a generar una conectividad digital de redes sociales en sí misma. Para 2012 ocurre la conectividad con un cable a través de Venezuela, llevó un tiempo que se organizara y sólo en el 2015 se comienzan a dar servicios. Primero en zonas Wi-Fi: en las ciudades se empezaron a poner antenas, tenías un reloj que contaba, pagaban una tarjeta y se conectaban. Veías los parques llenos de personas: era la primera forma en que la gente masivamente chocó con los contenidos en la red. Todavía no se hacía un consumo alto de videos; TikTok no había entrado a la escena ni la opción de shorts de Facebook. Era sobre todo Youtube lo que se consumía. Para 2018 comienza a darse la conectividad con datos 3G y en el 2019 la 4G. Ahí empieza a expandirse la cantidad de personas y la importancia de que en el 2021, rodando el documental, se hayan alcanzado los 4.2 millones. Ten en cuenta que Cuba tiene una población, según el censo, de 11 millones y un poco más de habitantes y que los 4 millones representaba la mitad de la población adulta del país. Actualmente es de 6.7 millones. Un golpe en apenas tres años.

 

Al momento de rodar, ¿manejaban alguna hipótesis o preconcepto sobre las dinámicas digitales?

En el momento una matriz fuerte que existía, y que derribamos, era que “Internet no ha llegado al pueblo”, que “ la población llana no estaba en Internet” y que los temas que se movían en la red no era algo que formara parte de una opinión extendida. Según nuestra tesis no era así. Creíamos que había que prestarle atención porque la población estaba conectada a eso, en contra de los que decían que “eran pequeñas burbujas”. Al principio las personas no tenían toda la conciencia de por qué le aparecían las cosas que le aparecían: toda la cultura de comprender qué es un algoritmo, cómo funciona Facebook, todo eso ha venido poco a poco. Eso que llamamos la alfabetización informacional, cómo lidiar con los contenidos. La industria de las plataformas digitales ha ido evolucionando y, como toda competencia capitalista implica modelos de negocio que quedan atrás, modelos de negocio que se imponen. Tik Tok de alguna forma viene a ser una alternativa de uso rápido en comparación con Youtube. Pero hay que comprender que las redes sociales realmente son las personas. Nosotros nos confundimos muchas veces porque los mismos creadores de esas industrias nos han impuesto ese término, porque les conviene vender esa idea. Pero realmente son plataformas digitales para la gestión de redes sociales. Es una gran diferencia.

Amnistía Internacional presentó su primera investigación sobre TikTok en Argentina y las estrategias de los jóvenes para “domesticarlo”. ¿Existe algún tipo de “domesticación” en la sociedad cubana para limitar el impacto de las redes sociales?

Si una persona ya tiene un nivel de conciencia de los algoritmos, ¿por qué tendría que enfrentarse y tratar de domesticarlos? Tengo estudiantes que no tienen Facebook, que buscan otros lados, que no es que no tienen redes. Hay gente se ha ido a los grupos de WhatsApp y Telegram para tener un contacto más real, sobre todo durante la pandemia. Así empiezas a tener ahí una plataforma digital de un manejo de una red social real de gente que conoces y tiene un vínculo más concreto. Ahí cobra importancia el funcionamiento de los estados de Whatsapp como una forma de contenido, hay personas que navegan y tienen todo un vínculo con lo que se pone ahí. Ha resultado ser un consumo alternativo a Facebook sin interferencia de publicidad del tipo “sugerencias para ti” o “personas que tal vez conozcas”. Telegram tomó mucha fuerza por un tema práctico: compraventa en la medida en que han escaseado los productos básicos; pero ya de antes existía una especie de Mercado Libre o Ebay cubano. Como permite más a la hora de formar grupos que Whatsapp, las personas van ahí. Puede que haya personas que no conozcas, pero que están por una inteŕes común. Eso vino a sustituir grupos en Facebook, páginas de mercado, que a las personas le dejaron de funcionar porque les permite estar en un lugar relativamente cerrado.

Whatsapp y Telegram son canales de mensajería digitales más que redes sociales, pero se entiende que la sociedad cubana se reapropia para generar comunidad ahí.

-Se refuncionalizan: lo que vemos es una función más allá de la mensajería. Hay grupos con cientos de personas. No es que han dejado de conectarse. Han sustituido una red por otra. Las personas saben quién les está hablando, no hay trolls, tienes un número de teléfono. Yo sé que eres tú. Las personas son capaces de decirse cosas en Facebook que en la vida real no se dirían. El nivel de agresividad aumenta porque pierdes el contacto con la persona. De ese tipo de cosas es que huyen las personas que se van de Facebook.

Ojo, en los grupos también circula muchísima matriz tóxica: cuando la pandemia se iba terminando y el gobierno empezó a desescalar el aislamiento, se anunció un grupo de medidas. “Mañana atentos todos que va a haber un anuncio en la televisión, la Presidencia va a salir a explicar”, decía. Ese mismo día comienza a circular en los grupos de WhatsApp una lista falsa de medidas, algunas mezcladas, cosas que se sentían más reales con cosas más ficticias. Te hablaban de que los gimnasios iban a funcionar de tal manera, que los hoteles iban a cerrar para el público nacional, cosas muy encaminadas a crear malestar en la población. En dos o tres horas aparece por la prensa de la Presidencia una alerta de que esa lista era falsa. ¿Cuánta gente pudo haber leído eso en tres o cuatro horas? Tú dices: “¿Qué sentido tiene una fake new si puede ser desmentida tan rápido?” Es que lo que les interesa es el estado de ánimo que queda en las personas, de molestia por haber leído eso y dicho “este gobierno de mierda”. A la semana siguiente es otra situación y la noticia falsa va pasando pero el estado emocional queda. Ese es el objetivo. Antes era de información contra desinformación y ahora es de emotividad contra racionalidad.

¿Creés que la violencia en las redes se deba también a que en el afuera uno se calla lo que le molesta?

Recordemos que el internet y las plataformas digitales le dieron a las personas una posibilidad que antes no tenían que era la de ser emisoras de información, irse por delante de los medios tradicionales de comunicación. De eso, que es positivo en gran medida, se pasó a decir “¡Qué mal todo esto!”. Esa se ha transformado en la manera en que se desenvuelve la humanidad. Ahora, se pierde un sentido editorial porque no se está amarrado a una ética básica siquiera. En el caso de Cuba, esa violencia es dirigida y aprovechada a partir de dinámicas psicológicas de grupos humanos. Pero se ha logrado capitalizar y ponerle funciones políticas, ese nivel de violencia no es gratuito. Hay mucho dinero detrás, mucha intencionalidad política. La violencia política no ha disminuido, ha ido evolucionando y también la gente aprende a lidiar con esto. Te encuentras personas que te dicen “Yo ya no discuto en Facebook”, porque incluso llega a buscarse problemas en la vida real por una discusión en el mundo virtual.

¿Cómo es el uso de otras plataformas como Instagram o Twitter?

Twitter es una plataforma que en Cuba ganó más terreno con el tema del trabajo institucional gubernamental, a partir de que todos los presidentes empezaron a tener cuentas oficiales. Las personas no la utilizan tanto desde un sentido individual o personal. Hay un plan del gobierno de incentivar el uso de Twitter: tiene que tener el Jefe, el Director, el Subdirector. Algo muy curioso es que el gobierno y las instituciones están en Twitter y el pueblo está en Facebook: Twitter es mucho más cómodo para un emisor institucional porque no permite el mismo nivel de comentarios o dinámica que Facebook. Nosotros tenemos falsos trolls de izquierda en Facebook que intoxican mucho los ambientes de personas realmente progresistas y revolucionarias. Hay una intencionalidad de derecha de agrietar y crear divisiones en los espacios de militancia. Esto está muy instrumentalizado por cifras millonarias del gobierno de los Estados Unidos hacia la subversión en Cuba. No hay que olvidarse que existe una fuerza de tareas del Ejército de los Estados Unidos para el internet Cuba.

Maldito Tik Tok

Maldito Tik Tok

Amnistía Internacional presentó la primera investigación sobre TikTok en Argentina. La red social de origen chino se caracteriza por el extractivismo de datos, el impacto en la salud mental y la intromisión en la privacidad de los usuarios. Las tácticas que los jóvenes y adolescentes practican para defender su bienestar en la red. 

El pasado viernes, en el ArtLab de Villa Crespo, se presentaron los resultados de «Domar el Algoritmo: desafíos para la salud mental y privacidad de Argentina en el uso de TikTok«, realizada por Amnistía Internacional Argentina. Es la primera investigación en nuestro país sobre esta red social, los condicionamientos de su algoritmo y las estrategias que los jóvenes practican para “domesticarlo”.

Si bien su fachada sugiere entretenimiento, creatividad y comunidad, TikTok esconde un modelo de negocio profundamente extractivo, que puede poner en riesgo la privacidad y la salud mental de sus usuarios, en especial de los adolescentes y jóvenes que scrollean infinitos videos y contenidos. Así lo determina el informe de Amnistía Internacional, que de hecho organiza en los ejes «privacidad» y «salud mental» los principales hallazgos de su investigación.

Este estudio, de tipo etnográfico y exploratorio, fue desarrollado por siete investigadores durante el primer semestre de 2023 en cinco ciudades argentinas: CABA, la localidad de San Martín en el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Salta. Se entrevistaron jóvenes de 13 a 17 años y de 28 a 25, en base a diversos criterios económicos, políticos y poblacionales.

Culpa, miedo, adicción y pérdida de control personal son emociones comunes en varios de los testimonios, que dan cuenta del «carácter absorbente» de la plataforma, así como de una dificultad generalizada (y en muchos casos angustiante) para desprenderse de sus videos.

Extractivismo de datos

Por un lado, el informe reconoce la enorme extracción de datos que la plataforma realiza sobre sus usuarios, identificando intereses y conductas para crear perfiles que luego son vendidos a anunciantes. «Esto demuestra la deficiente política de privacidad de TikTok, que no sólo absorbe información de las interacciones de uno con la aplicación, sino que también es capaz de leer correos electrónicos y la geolocalización, por más que uno la desactive», explica Paola García Rey, Directora Adjunta de Amnistía Internacional Argentina.

Con todos estos datos a su disposición, extraídos del usuario con y sin su consentimiento, TikTok puede dirigir contenidos altamente personalizados, lo que no sólo es inquietante sino también atractivo: «Muchos de los testimonios que relevamos dan cuenta de un algoritmo ‘mágico’, que ‘me conoce, me comprende y que en función de eso me brinda contenidos que me atraen, que me gustan y que sigo consumiendo'», agrega García Rey. Con esto, el circuito extractivo de TikTok se completa: cuanto más tiempo pase el usuario retenido en la plataforma, más datos pueden obtenerse (interacciones dentro y fuera de la app, contactos, búsquedas, entre otros) para ser transformados casi de inmediato en publicidad dirigida.

En Argentina, TikTok sumó entre 2022 y 2023 casi cinco millones de usuarios, alcanzando los 16,2 millones a principios de este año. No obstante, este número subestima su crecimiento real, en tanto la empresa dueña de TikTok, ByteDance, no informa datos de menores de 18 años, sector donde la plataforma es muy popular.

El informe también reflexiona sobre las repercusiones negativas que algunos contenidos y la lógica de consumo de TikTok tienen en el bienestar emocional de adolescentes y jóvenes. Culpa, miedo, adicción y pérdida de control personal son emociones comunes en varios de los testimonios, que dan cuenta del «carácter absorbente» de la plataforma, así como de una dificultad generalizada (y en muchos casos angustiante) para desprenderse de sus videos.

Pandemia

Respecto a la irrupción de TikTok en la cotidianidad adolescente, la investigadora Brenda Peralta explica que «TikTok surge en un contexto de pandemia, donde los chicos estaban aislados, aburridos, solos. Primero funcionó como un modo de contención y acompañamiento, luego se instaló y fue moldeando nuevos hábitos».

Hoy, el propio diseño de la plataforma es un punto de conflicto: «El algoritmo pasaba de ser algo mágico, que te daba todo lo que querías ver a rozar el límite del acoso, porque todo el tiempo te muestra lo mismo». Peralta recuerda su labor etnográfica, y enfatiza en que «el término ‘adicción’ surgió del propio trabajo de campo. Fueron los jóvenes quienes dijeron cosas como ‘entro en un bucle temporal, pierdo la noción del tiempo y llego tarde a otras actividades'». El informe señala que, después de WhatsApp, TikTok es la aplicación que más tiempo de uso concentra por usuario, superando a Instagram, Facebook y YouTube.

El funcionamiento de TikTok difiere sustancialmente de las redes sociales «clásicas», que fomentan la construcción de comunidades y grupos de amigos. En cambio, TikTok recompensa el gusto por un contenido con su reiteración, es decir, con la curaduría  algorítmica de piezas similares. Si bien puede resultar positiva en algunos casos, los investigadores afirman que esta lógica tiene su contracara. Cuando los contenidos reiterados son agresivos, tóxicos o incluso incitan a la violencia y a la autolesión. Ese «lado oscuro» de TikTok es reconocido por casi todos los adolescentes involucrados en la investigación que emplean tiempo y estrategias para evitarlo: entrenar el algoritmo a partir de los «me gusta», scrollear rápido para demostrar desinterés por un tipo contenido, migrar de cuenta para resetear el algoritmo, y hasta desinstalar la app en época de exámenes.

En TikTok, el status del usuario importa menos que la novedad en el contenido, es decir, no hay que ser un influencer para volverse repentinamente viral en la plataforma. Y es sobre este punto que la antropóloga social Victoria Irisarri da cuenta de un hallazgo interesante: «Nosotros partimos con la idea de que los jóvenes usaban TikTok para producir contenidos y volverse virales pero en la mayoría de los casos encontramos un miedo a publicar y a viralizarse, principalmente por la imposibilidad de desactivar la circulación de los videos, que puede derivar en comentarios negativos. Hay mucho cuidado en que los videos no se esparzan tan fácilmente». De hecho, Irisarri recuerda el caso de una adolescente de 15 años que, preocupada por la tendencia a la sobreexposición, afirmaba: «Si no subo nada, no me va a pasar nada».

En diálogo con ANCCOM, Irisarri también destacó la importancia del trabajo de campo en investigaciones de este tipo: «Al ser un trabajo exploratorio, la idea fue alejarnos de los grandes conceptos que aparecen sobre las redes socio digitales, algunos celebratorios y otros demonizadores, para enfocarnos en qué hacen las personas con TikTok. Solo gracias al método etnográfico fue posible abrir los temas de privacidad y salud mental, en la medida en que se fue generando una relación de confianza y seguridad entre los investigadores y sus interlocutores».

Martín Becerra, investigador principal en CONICET y Doctor en Ciencias de la Información, reflexiona sobre los cambios que la aplicación puede realizar en pos de una experiencia más justa y sana: «En primer lugar, TikTok tiene que dar algún tipo de alternativa en la organización de los contenidos distinta a la que dispone por defecto. Esto implica darle poder de agencia al usuario respecto a lo que quiere ver: uno podría priorizar, por ejemplo, contenidos cercanos al lugar donde vive». Además, enfatiza que la cantidad de datos que TikTok obtiene de sus usuarios debería ser, cuanto menos, revisada. Según el especialista, “La empresa no debería recolectar datos que no sean funcionales a la operación de la propia plataforma. Por ejemplo, un servicio de mensajería no tendría por qué tener acceso a mis compras online. Cosas así ocurren porque el modelo de negocio, basado en la publicidad conductual y la creación de perfiles personalizados, requiere de una extracción de datos que es abusiva».

Los cuestionamientos a las redes sociales vienen en crecimiento. El Estado de Montana de EE.UU prohibirá el uso de TikTok en 2024, por cuestiones de seguridad nacional. La normativa es drástica y afectará a todos sus ciudadanos, que deberán pagar multas de hasta 100.000 dólares de no respetarla. A finales de octubre de este año, más de 40 estados de los EE.UU demandaron a Meta, corporación que nuclea los servicios de Instagram y Facebook, por incentivar una «crisis nacional de salud mental» mediante los condicionamientos de su algoritmo. Para Becerra, «que prosperen demandas contra las big tech puede atenuar, corregir o, siendo ambiciosos, resolver la lógica extractiva de datos que bombea su modelo de negocios».

El informe Amnistía Internacional Argentina aporta más datos concretos sobre los efectos de TikTok y da sustento a la creciente preocupación. Este tipo de investigaciones es la base necesaria para plantear también desde el sur global la necesidad de un marco regulatorio frente a un modelo de negocios que prioriza las ganancias por sobre cualquier otra cosa.

Redes, polarización y fake news

Redes, polarización y fake news

Natalia Aruguete, coautora de “Nosotros contra ellos: Cómo trabajan las redes para confirmar nuestras creencias y rechazar las de los otros”, analiza el ecosistema mediático preelectoral y habla de la investigación que realizó junto a Ernesto Calvo en el libro que acaban de publicar.

“Necesitamos comprender cómo cambia la polarización cuando se interviene de forma activa para reducir la dosis de noticias falsas que se consumen o cuando se informa a los usuarios que algunos contenidos son verdaderos, y otros, falsos”, dicen Natalia Aruguete y Ernesto Calvo en su último libro “Nosotros contra ellos: cómo trabajan las redes para confirmar nuestras creencias y rechazar las de los otros”, editado por Siglo veintiuno. 

 Con el aporte de análisis experimentales en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos y México, los autores proponen analizar la actualidad de las redes sociales con respecto a los modos en que se presentan ciertos mensajes y su repercusión, en un contexto de polarización. En ese sentido, Aruguete, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora del CONICET, conversó sobre la reciente publicación con ANCCOM. 

¿Cuál fue la motivación para escribir el libro?

 Este libro es la continuación de Fake news, trolls y otros encantos, donde veníamos trabajando sobre la polarización en redes sociales, y cuando se publicó el libro surgieron nuevos casos de estudio en distintos países donde incorporamos el análisis de estrategias de fake news, de recepción y amplificación de fake news, y también el análisis de cuál era la performance de los fact checkers y de los chequeadores en particular a la hora de intervenir para desactivar las desinformaciones. A partir de ese cúmulo de trabajos que fuimos haciendo en los años subsiguientes, se dio lugar a este nuevo libro. 

 ¿Qué implica la dicotomía del “nosotros contra ellos” que propone el título? 

 Significa entender la polarización social que hay en múltiples países. Nosotros analizamos varios de ellos: Brasil, México, Colombia, Chile, Argentina y Estados Unidos, y dentro de lo que era la polarización social que se da en esos países, cómo uno puede pensar la polarización política y afectiva en el espacio online, en la interacción que tenemos en las redes sociales, considerando las estrategias de desinformación pero también las estrategias de polarización en redes sociales, enfocadas en eventos políticos y políticas públicas a través de estudios y experimentos.

 En un pasaje del libro se afirma que “un mundo binario no es sólo un mundo de creencias en conflicto: se trata, además, de uno de adjudicaciones”. ¿Sería posible una ruptura de ese mundo binario?

 Por ahora no estamos viendo muy posible la ruptura del mundo binario, que para nosotros es pensar la polarización política y afectiva y pensar la polarización en redes. En alguna medida el concepto de mundo binario resume ambas perspectivas para mirar la polarización. Cuando hablamos de adjudicación decimos que en un mundo polarizado adjudicar algo es cumplir el rol de un juez, no es solamente definir si los mensajes son falsos o pueden ser verificados o dar el resultado definitivo en una elección, sino que es además, designar y calificar a los ganadores y los perdedores en una contienda discursiva. Entonces, si nosotros pensamos en las desinformaciones y las intervenciones de los chequeadores como adjudicadores no solamente en términos de constatar si un texto es falso o puede ser confirmado como verdadero, sino además poder definir quienes se sienten refutados o confirmados en sus percepciones previas, porque también es cierto que todos tenemos una forma de percibir los eventos y el mundo político y social, y eso muchas veces en las intervenciones de ciertas autoridades discursivas tanto políticas como mediáticas tiene implicancias afectivas porque uno se siente dañado cuando es refutado o entusiasmado porque es confirmado. 

Entre la preferencia por las confirmaciones y el rechazo de las refutaciones, ¿hay lugar para una despolarización o apartidismo en el ámbito de las redes? 

 En este momento estamos en un momento de alto nivel de polarización en el mundo. En el marco de esa polarización estamos en una instancia de mucha activación ideológica y afectiva de las derechas, lo cual como las derechas son muy extremas en sus posiciones, eso vuelve más difícil despolarizar. Entre otras cosas porque en los discursos que circulan tanto en el espacio offline como el espacio online, los grupos más intensos suelen estar sobrerrepresentados, entonces lo que más miramos es a esos grupos intensos sobrerrepresentados que están en las regiones más extremas de los polos. En este momento lo veo difícil, de todas formas despolarizar creo que no depende tanto de un estado de cosas, sino en qué medida determinado tipo de eventos sociales y políticos cobran mayor visibilidad y pueden llegar a ser eventos que despolaricen. Muchos de los eventos que nosotros hemos analizado en el libro anterior, por ejemplo, eran eventos que promovían una agenda de género, de recuperación de derechos civiles, y esas agendas tendían más a despolarizar, pero eran eventos puntuales, pero no es que va de suyo que despolaricemos y eso se mantenga. 

 “Dar me gusta y compartir son formas de exposición pública que aumentan el riesgo social ya que quedamos a merced del juicio de quien nos lee.” ¿Considerás que se propone la perduración del dicho: “No se habla de fútbol, política, ni religión”? 

 De esos temas se habla mucho, sobre todo de política. Muchas veces incluso la religión está muy imbricada con la política. Una cosa que explica la polarización y por ende la exposición a distintos tipos de violencia virtual es el hecho de que las identidades políticas y en particular la identificación partidaria pasan a ser un vector que aglutina muchas otras divergencias. Ser conservador o progresista, ser republicano o demócrata, ser peronista o antiperonista, muchas veces eso aglutina otros aspectos o dimensiones de nuestra vida como la religión, la idea que tenemos sobre el aspecto sanitario, las vacunas, u otros derechos civiles como la legalización del aborto o aspecto que tenga que ver con nuestra perspectiva del funcionamiento de la economía o la educación. Cuando el vector político-partidario absorbe todo lo demás, tendés a una polarización que simplifica nuestras ideas alrededor de los asuntos y se vuelve un polo u el otro polo. Dentro de ese polo, todo, y fuera de ese polo o burbuja, nada, ningún tipo de contacto y total aversión contra el otro que deja de ser un adversario o un oponente político y se convierte en un enemigo con el que hay que cortar todo tipo de lazo. 

 Transitando el año electoral surgen cuentas verificadas o anónimas con gran cantidad de seguidores que pretenden lograr incidencia en la coyuntura política de las redes sociales, ¿qué rol ocupan realmente?

 En el libro anterior analizábamos a los trolls no verificados y los verificados. En ese sentido, en ocasiones podíamos distinguir después de estudiarlos de manera consistente que había ciertos influencers que tenían mucha incidencia en los discursos políticos, pero que eran cuentas no verificadas. En muchas ocasiones muchas veces eran centros mediáticos detrás de eso, que tenían mucha incidencia en el discurso y la narrativa que circulaba y se expandía dentro de una burbuja. En el marco de estas elecciones me parece que están pasando comportamientos de otro tipo, donde hay en el caso de los candidatos o del candidato que ha usado las redes de manera muy intensiva y diversificada que es Javier Milei, nosotros vemos una suerte de externalización de tareas, donde ni siquiera es él quien concentra el discurso alrededor de sí mismo, sino que son muchos otros múltiples actores que se han vuelto influencers y hablan sobre él. Eso supone que además hay una convergencia entre el espacio digital de redes sociales y el espacio de medios de comunicación masivos, que también están habitando las redes. Es más complejo lo que está pasando hoy, en el sentido que excede la distinción entre trolls que generan mecanismos violentos o de desinformación en las redes, sino que está atravesado por un tipo de discursividad, interacción y contribución de distintos actores a la narrativa que excede la distinción del influencer troll y el influencer no troll

 ¿Esto se vincula con las “fake- fake news”? 

 Sobre las fake-fake news nos referimos a aquellas cuentas fake o falsas que lo que hacen es por un lado emular ciertos criterios de noticiabilidad como si fueran medios, pero al mismo tiempo se presentan como medios que hacen sátira política o humor político. Lo que ocurre es que es muy difícil poder chequear si la información es falsa, porque se amparan en el hecho de que es humor político y por ende es muy difícil corregirlo si no se supone que tenga intenciones de ser real. Lo que pasa es que termina siendo en algunas ocasiones un mecanismo simulado de humor político para generar violencia, desinformación o atacar a ciertos actores. 

Es más complejo lo que está pasando hoy, en el sentido que excede la distinción entre trolls que generan mecanismos violentos o de desinformación en las redes, sino que está atravesado por un tipo de discursividad, interacción y contribución de distintos actores a la narrativa que excede la distinción del influencer troll y el influencer no troll

Natalia Aruguete

“Los debates presidenciales son escenas privilegiadas para medir la difusión de falsedades, así como el efecto de su corrección en los usuarios”. En los debates presidenciales, ¿dónde se tendría que poner el foco?

 Cuando analizamos el debate presidencial en el libro lo analizamos enfocados en una información falsa que circuló en las redes, en el sentido de poder observar la intervención de un fact checker como Chequeado en el marco del debate de las elecciones presidenciales de 2019. Queríamos saber qué respuesta generaba en los usuarios no solamente la circulación de esa desinformación sino la intervención de un organismo que corrige, y lográbamos ver que la intervención de un chequeador en una desinformación surgida en el marco de un debate presidencial era efectiva y lograba desactivar la desinformación porque había muchos conectados y estaba la posibilidad de intervenir desde el chequeo inmediatamente, y eso era un efecto positivo para poder desactivar una desinformación. 

Desde el rol de la investigación, ¿nuestra época implica un acercamiento entre las ciencias sociales y la computación para el análisis discursivo y de datos, en un contexto de plataformización y los debates sobre su regulación?

 Sí. Estamos en un contexto de plataformización y de inteligencia artificial también, donde parece que hubiera muchos frentes de alarma. Efectivamente está habiendo múltiples convergencias de disciplinas; no es posible seguir pensando en disciplinas como compartimentos estancos. Hace tiempo que no es posible pensarlo en esos términos. Es muy probable que la comunicación, la política y la computación están convergiendo cada vez más para retroalimentarse y tener mayor sinergia desde estas disciplinas en el estudio de distintos casos, pero creo que hay que tener cuidado, permanentemente mantener el análisis crítico y reflexivo alrededor de todos los objetos que uno estudia, y es central eso, más allá de cualquier tipo de convergencia. Que las disciplinas y las premisas que promueven las distintas líneas de pensamiento no se vuelvan autoritarias y que la capacidad reflexiva de la investigación se someta a esas directrices, para siempre mantener ese espíritu crítico como espíritu de resistencia.