Un documental sobre las desaparecidas trans

Un documental sobre las desaparecidas trans

La película «Donde habite la memoria”, de Clara Olmos y Carolina Musso cuenta la historia de Julieta González y Fabiana Gutiérrez, sobrevivientes del Pozo de Banfield.

Donde habite la memoria es un documental, producido y dirigido por Clara Olmos y Carolina Musso, que añade una pieza faltante a la historia en la reconstrucción de los recuerdos del horror durante la última dictadura militar en Argentina. En esta oportunidad, se alumbra a protagonistas que antes no habían sido visibilizadas, víctimas que no habían sido registradas como tales. La película se proyectará el viernes 15 de marzo a las 18 en el excentro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) «Pozo de Banfield», hoy convertido en Espacio para la Memoria, en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. Es en este CCDTyE fueron detenidas ilegalmente entre 1976 y 1977Julieta González y Fabiana Gutiérrez, miembros del colectivo trans y protagonistas de este documental.

“Queríamos recuperar las historias de un colectivo que también fue perseguido durante la última dictadura cívico-militar, pero que durante todos estos años permanecieron en los márgenes del relato oficial de nuestra memoria”, comentó Olmos, quien se formó como cronista de ANCCOM y actualmente trabaja en la Agencia de Noticias Télam, amenazada de cierre por el gobierno de Javier Milei.

Olmos reconoce el compromiso de Argentina en el trabajo de reconstruir el pasado reciente del terrorismo de Estado, no obstante, destaca que tuvieron que pasar 40 años para que se visibilice la represión específica y sistemática que la dictadura ejerció sobre la comunidad trans.

Las protagonistas de este documental estuvieron detenidas ilegalmente en el Pozo de Banfield cuando tenían 15 años, en el caso de Fabiana, y entre los 19 y 20 años, en el caso de Julieta. Ambas sufrieron abusos y violencia por parte de sus opresores. “Al menos seis mujeres trans estuvieron detenidas en este centro clandestino de detención en esos años”, contó Olmos. Entre noviembre de 2022 y abril de 2023, declararon por primera vez en la causa Brigadas, un juicio de lesa humanidad que juzga los crímenes cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y el Infierno, en Avellaneda. “Sus declaraciones fueron un hecho histórico en sí mismo, que esperamos pronto resulten en la primera sentencia mundial sobre el tema”, expresó Olmos con esperanza.

Julieta Gonzalez.

Por su parte, Musso está convencida de que la dictadura tuvo una dimensión profundamente patriarcal que se evidenció en el encarnizamiento y la violacion de los derechos humanos de tantísimas mujeres trans, aprovechando su vulnerabilidad, especialmente en aquel momento. La mayoría de las sobrevivientes hoy ronda en los 60 años, fueron violentadas física y psicológicamente y, al igual que otras personas pertenecientes a este colectivo, actualmente atraviesan una situación compleja: hay quienes tienen una jubilación o pensión mínima para subsistir, otras se encuentran en situación de pobreza o indigencia, sin acceso a salud o sin una vivienda digna, explicó. “Nuestro objetivo es acompañar el reclamo de la comunidad trans de una reparación histórica por la persecución y los delitos ejercidos contra sus identidades no solamente en dictadura, sino también a las que sufrieron durante las primeras décadas de la democracia”. Esta es una de las mayores deudas actuales de la democracia en Argentina, afirmó Musso.

Uno de los desafíos que se les presentó en el proyecto, fue el hecho de tener pocas mujeres trans sobrevivientes de la dictadura. Durante el proceso de investigación conversaron con muchas víctimas, y si bien todas daban cuenta de las persecuciones policiales sufridas desde la década del ochenta en adelante, la mayoría eran aún niñas durante los primeros años de la dictadura, comentó Musso. Las directoras decidieron desarrollar el documental a dos voces porque consideraron que en sus relatos subyace, junto a la dimensión profundamente subjetiva del horror, una trama colectiva. “Los testimonios de las protagonistas hacen de este documental un relato crudo, desgarrador y de una profunda ternura a la vez”, alegó Olmos.

Durante la etapa de investigación, las directoras dieron con el caso de Fabiana Gutiérrez, pero se encontraba viviendo en Italia. Sin embargo, lograron un vínculo que permitió que tomara la decisión de viajar desde el viejo continente para visitar el Pozo de Banfield y formar parte del documental, abriendo recuerdos dolorosos. En una charla con ANCCOM, Gutiérrez agradeció a todas aquellas personas que trabajan decididamente para iluminar una parte anulada de la historia en los años oscuros de la dictadura. “En esos momentos éramos violentadas, abusadas y nos mandaban desnudas a las celdas, cumpliendo días o meses dentro de la misma, sólo por ser lo que éramos”, contó. Era menor en ese entonces, hoy tiene 62 años y siente el deber de ayudar a la construcción de la memoria por eso decidió ser partícipe del proyecto y colaborar con sus compañeras. Recuerda la primera vez que intentó escaparse y como resultado recibió un golpe en la cabeza. No obstante, cuando logró quedar en libertad buscó refugio en el exterior. Sin embargo dijo: “A pesar de vivir afuera, mi corazón siempre está en Argentina, amo mi país”.

 

Fabiana Gutierrez.

Clara Olmos y Carolina Musso, ambas comunicadoras, fueron las realizadoras del proyecto, en el marco de su tesina de grado de la Licenciatura de Comunicación Social en la UBA. Contaron con el acompañamiento de sus tutores, el recientemente fallecido Eduardo Morales, Silvina Manguía y María Rosa Gómez. Sobre la elección del formato de tesina, Musso explicó que “no fue una elección al azar. Fue una decisión política: queríamos generar un material que no quedara circunscrito al ámbito académico sino, por el contrario, pudiese circular en el espacio público. Desde un comienzo, las comunicadoras se plantearon el deseo de orientar su trabajo hacia la creación de una herramienta al servicio de la comunidad travesti-trans. Luego llevaron a cabo varias jornadas de filmación y finalmente la edición fue de realización propia.

“Sentimos mucho orgullo por Julieta y Fabiana que, 40 años después, se atrevieron a contar su historia y a reclamar lo que como sociedad aún les debemos”, expresó Olmos. “Nos alegra profundamente poder hacer nuestro aporte como generación que no vivió la dictadura, pero que tiene el deber de continuar y fortalecer la memoria de nuestro país y la historia de los 30.000 desaparecidos y detenidos”, afirmó reflexiva.

Para las realizadoras, el documental es una invitación a seguir reflexionando sobre nuestro pasado reciente y el irrenunciable compromiso con la defensa de los derechos humanos. Es también, una oportunidad para conocer una parte de la historia de la cual poco se ha hablado. Para Musso: “Contra todo impulso epocal hacia la deshistorización, el ex CCDTyE Pozo de Banfield es un espacio en el cual la historia se hace carne, volviéndose ineludible”.

 

Condenaron a Donda Tigel por la apropiación de su sobrina Victoria

Condenaron a Donda Tigel por la apropiación de su sobrina Victoria

El tribunal lo consideró culpable de apropiación y ocultación de la identidad y le dictó quince años de prisión.

El Tribunal Oral Federal en lo Criminal Nº 6 condenó a quince años de prisión a Adolfo Donda Tigel por la apropiación y ocultación de la identidad de su sobrina Victoria Donda Perez.

El lunes 4 de marzo pasadas las 15 horas, el Tribunal Oral Federal Nº 6 -integrado por Ricardo Basilico, Daniel Horacio Obligado y Gabriela López Iñíguez- dictó la sentencia al imputado quien siguió el juicio de manera virtual desde el penal de Ezeiza, donde cumple condena perpetua por las causas ESMA II y ESMA Unificada.

En una jornada llena de expectativa e incertidumbre, periodistas, representantes de organismos de derechos humanos y personas que quisieron acompañar a Victoria Donda se hicieron presentes en la audiencia pública. 

Victoria nació en la clandestinidad de la ESMA y fue apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic. El 28 de marzo de 1977 María Hilda Pérez había sido secuestrada, embarazada de 5 meses, en la zona oeste del conurbano bonaerense y en agosto de 1977 fue trasladada a la ESMA. En el 2004 Victoria Analía Donda Perez, hija de María Hilda Pérez y José Laureano Donda, quienes continúan desaparecidos, recuperó su identidad.

En noviembre del año pasado Emanuel Lovelli y Carolina Vilella, los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, dejaron en claro la posición de la querella en este juicio y solicitaron que Adolfo Donda Tigel, el único imputado, sea condenado a la pena de quince años de prisión por la sustracción, retención y ocultamiento de su sobrina Victoria Donda, el máximo de la pena prevista para estos delitos.

Carolina Vilella quedó conforme al respecto de la sentencia: “Estamos muy satisfechos y muy conformes, celebramos la sentencia que se dictó más que nada por este caso que tiene una gravedad especial, que involucra a un tío y que en desmedro de los vínculos de sangre, de lo que él se jactaba, de hacer honor a la institución de la familia, en esta ocasión se demostró que era todo una farsa y que muy tristemente no tuvo reparos en atacar a su propia familia. Es una sentencia importante porque se reconoció su participación, que no tuvo límites al momento de mostrar su compromiso con la lucha contra la subversión como lo denominaban” le declaró a ANCCOM.

“ No sé si la palabra es contenta pero sí me siento como satisfecha de haber cumplido con una deuda que sentía que tenía con mis padres y para mí esta etapa terminó. Siento que ahora empiezo a cicatrizar”, declaró Victoria Donda.

El Tribunal le dio lugar a Adolfo Donda para decir unas palabras y negó haber estado en la ESMA durante 1977 y conocer tanto él como sus padres de que su cuñada estaba embarazada. Luego de conocerse el veredicto, su abogado defensor Guillermo Fanego, abandonó el lugar y cerró la puerta de un portazo. Victoria respondió inmediatamente gritando “¡Cobarde!” y los letrados pidieron silencio en la sala mientras el público presente celebraba con aplausos. Todos los presentes presenciaron el abrazo prolongado y sentido de Victoria con Vilella.

“Creo que el abrazo es algo sentido y que habla un poco de la lucha que nos transmitieron siempre las Abuelas y de cómo estos procesos buscan justicia y reparar tanto daño que se ha hecho. Fue un abrazo de alegría, de cierre y de paz, tantos años para que la justicia reconozca la participación y la responsabilidad de Donda en estos hechos. La justicia llega y es importante porque tiene un sentido de la reparación muy profunda, Victoria también lo dijo, esta sentencia le trae paz y creo que tiene que ver con eso” decía Vilella.

ANCCOM también dialogó con Victoria Donda y al respecto del veredicto declaró : “ No sé si la palabra es contenta pero sí me siento como satisfecha de haber cumplido con una deuda que sentía que tenía con mis padres y para mí esta etapa terminó. Siento que ahora empiezo a cicatrizar”.

“Aunque nos quieran borrar la memoria para poder llevar adelante los planes que tienen para esta patria les digo que el pueblo sigue teniendo memoria”, cerraba Victoria.

“La importancia de estos juicios se vienen dado por múltiples aspectos, la más conocida tiene que ver con el cumplimiento de las obligaciones del Estado de investigar, juzgar y sancionar a los responsables por estos delitos. Por otro lado, la reparación integral de las víctimas y en este sentido es algo muy difícil de considerar porque si no hay reparación no hay juzgamiento. Otra arista es el valor de estos juicios para la reconstrucción de la memoria colectiva, para el conocimiento de la verdad y de lo que pasó en nuestro país, y esto es muy importante porque nos encontramos con un resurgimiento del negacionismo”, declaró Victoria Donda.

“Es importante que se pueda conocer y difundir. El terrorismo de Estado es esto, es la violencia sin límite y desmedida, cuando hablamos de terrorismo de estado hablamos de lo más oscuro de las cosas.” concluía la defensa de Abuelas.

El retorno de los padres, el exilio de los hijos

El retorno de los padres, el exilio de los hijos

“Villa Olímpica” es una película documental que, mediante la recopilación de imágenes analógicas y reconstrucciones escénicas en maquetas, cuenta la historia de los hijos de los exiliados latinoamericanos por las dictaduras en los años 70.

“Un día vine a México a trabajar a los 33 años y cuando vi la Villa Olímpica lo supe. ¿Cómo no iba a haber una película sobre la comunidad de exiliados más grande de América Latina? Yo no viví ahí, pero estaba cerca e iba mucho, era un epicentro cultural del sudamericanismo de izquierda. Después de esa visita llegué a mi casa, googlée y arranqué con el proceso de investigación. Terminé después de seis años”, cuenta Sebastián Kohan Esquenazi, director de Villa Olímpica, quien vivió en el exilio en México con sus padres.

Los recuerdos, la nostalgia y lo lúdico toman el papel central en esta película que funciona como una “reconstrucción” de hechos que al mirar hacia el pasado se tornan difusos hasta para sus mismos protagonistas. Sus imágenes gozan de una imperfección verosímil a partir de material de archivo real y la ficcionalización de recuerdos.

“Me pareció más interesante contar la desestructuración de la comunidad que su conformación. ¿Qué había pasado con cada uno de ellos, qué pasó con la gente que vivió ahí y luego tuvo que irse a su lugar de origen? La historia que no se había contado no sólo era la del retorno y desarraigo, sino la de mi generación, que fuimos los verdaderamente afectados por el destierro en democracia. Había muchas películas sobre el exilio, pero pocas sobre el desexilio”, afirma el cineasta.

Villa Olímpica trae a la mesa una problemática poco tratada: el ser extranjero en todas partes. Volver  a un lugar de origen que en realidad ya no existe más como tal. Ser argentino en México, ser mexicano en Argentina. Un “argenmex” que casi no es considerado como una opción identitaria. O sos uno, o sos el otro. Sumado a los conflictos que implicó para una generación que nació en ese espacio “vacío”.

“Cuando nos dimos cuenta del enfoque que tenía que tener la película, se empezó a afinar la mirada infantil y borrar el testimonio de la mirada de nuestros padres. Empezamos a pensar cómo se construye el desarraigo y el destierro en las infancias. Crecer en un lugar diferente significa tener que reinventarse todo el tiempo, porque las recetas no están y el librito de quiénes éramos no nos lo dieron, se nos cayó del avión directo al mar”.

El documental cuenta en retrospectiva cómo fue la infancia de niños que crecieron caminando las calles de este condominio con una libertad que no era equivalente a la que tenían sus padres fuera de ese lugar y país. Habitaban un pequeño gran mundo que se desmoronó cuando sin consulta previa les avisaron el regreso a donde nunca había sido su casa.

“Lo visual nace desde varios puntos diferentes, cuando yo les preguntaba a mi generación qué recordaban de su infancia en México lo primero que hacían era ponerse a pensar y luego responder algo que evidentemente estaba siendo reinventado. Cuando uno no sabe realmente cómo fueron las cosas, se construyen discursos a partir de elementos: la foto que quedó del padre, el relato del tío. Me pareció importante el hecho de no saber, porque para desprendernos de esa condición de hijos de perseguidos y ser nosotros una generación con identidad propia de alguna manera necesitamos construirnos”. 

De esta manera, el particular espacio geográfico y las travesuras de niños que se valían por sí solos se establecen como la excusa para algo más profundo: la constitución de las identidades y el desarraigo en contextos difíciles.

“Conocí a Pablo —protagonista principal de la película— cuando estaba exponiendo una maqueta en el Museo de la ESMA. Ahí me contó la historia de su padre. Su narración tenía elementos sanadores y me pareció fundamental el hecho de que la memoria sea sanadora y no una forma de autovictimizarse y meter nuevamente el dedo en la llaga. Por eso fue la decisión de incluir su maqueta y a su vez generar nuevas”.

Es posible apreciar la intención de traer al presente el pasado de una manera distinta a partir de la utilización de las maquetas y los collages hechos con fotos. Una mixtura visual que atraviesa toda la película y que representa quienes fueron y son estos niños de Villa Olímpica. 

“Creo que el resultado fue bueno porque si bien la gente después de ver la película llora mucho, sale un poco más entera o al menos no destruida, como suele pasar con muchos documentales que simplemente trabajan el drama para generar dolor. Yo creo que no tenemos que generar más dolor, tenemos que contar nuestras vidas pero para que nuestros hijos no sufran lo que nosotros sufrimos”, concluye Kohan Esquenazi.

 

Villa Olímpica se estrena hoy jueves 21 de diciembre a las 18.40 en el Cine Gaumont, Rivadavia 1635, CABA. Hoy también podrá verse a las 20 en la señal CINE.AR TV y desde mañana, viernes 22, estará disponible en la plataforma CINE.AR PLAY por una semana. También será exhibida en la Red de Espacios INCAA.

Contar para no olvidar

Contar para no olvidar

En el teatro de la UMET se presentó «Los nietos te cuentan cómo fue», el libro que narra 13 casos de restitución de identidad a través del trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo. Las autoras son la periodista Analía Argento y dos protagonistas que narran sus propias historias: Mariana Zaffaroni Islas y Sabrina Guillino Valenzuela Negro.

“Escribí este libro porque hay desaparecidos que pueden aparecer, y con cada nieto que aparece se le devuelve la esperanza a este país”, fueron las palabras de Analía Argento periodista, escritora y coautora de Los nietos te cuentan cómo fue, sobre la obra que escribió junto a las nietas restituidas Mariana Zaffaroni Islas y Sabrina Gullino Valenzuela Negro, esta última, a cargo de las ilustraciones.

El libro está destinado a un público adolescente y juvenil porque como sostiene la autora es necesario hacer el ejercicio de la memoria y volver a contar una y otra vez esta parte de nuestro pasado reciente. En Los nietos te cuentan cómo fue se narran trece historias de nietos y nietas de Argentina y Uruguay que restituyeron su derecho a la identidad, relatos únicos y diferentes pero atravesadas por el mismo horror: el secuestro y la apropiación de bebés durante la última dictadura cívico militar. 

La presentación del volumen se realizó el martes 12 de diciembre en el auditorio de la UMET con la presencia de miembros de Abuelas de Plaza de Mayo, nietos y nietas restituidas, familiares y amigos de las autoras. Entre el público se destacaron también Mariana Herrera Piñero, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG); la periodista, sobreviviente y titular de la Defensoría del Público, Miriam Lewin, entre otras figuras destacadas del ámbito de los derechos humanos.

historias, moderó la mesa de presentación y sostuvo: “Es un momento político difícil, pero seguiremos luchando por la memoria, la verdad y la justicia”. Tanto Brunet, como Analía Argento, Zaffaroni Islas y Gullino Valenzuela Negro insistieron en la necesidad de transmitir la historia a los más jóvenes, aunque parezca que se contó muchas veces y pareciera no ser necesario seguir haciéndolo. “Mientras tengamos a los protagonistas, es un documento testimonial que tiene que quedar. El Operativo Cóndor estuvo en las dos orillas, no permitiremos el avance del negacionismo”, afirmó Zaffaroni Islas, quien a partir de su propia historia describió: “Yo soy una sola persona con dos vidas. Es importante tender un puente porque son muchos los nietos por recuperar. No siempre es fácil recuperar la identidad, pero es sanador, no hay una sola forma de recibir la noticia, ni de expresarlo, todo es válido.”

La ilustradora Sabrina Gullino Valenzuela Negro declaró que nos encontraremos con un libro que tiene una buena lectura para los jóvenes y que es necesario hacer puentes intergeneracionales. “Tiene una apuesta para ser soporte pedagógico, para ser utilizado en el aula. Es una cartografía poética y también política”. “La memoria y la identidad es conflicto y dolor. Pienso en las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo frente a lo trágico, ellas nos dan una clase magistral de ciudadanía”, finalizó Guillino Valenzuela Negro, quien restituyó su identidad en 2008 y como se autodenomina “hermana que busca” porque su hermano mellizo continúa desaparecido. 

“Necesitamos la verdad para ser libres. Los que faltan encontrar no son libres, siguen presos del delito”, subrayó Argento, quien sostuvo que es muy compleja la restitución de la identidad pero que es necesario saber y conocer esa parte de la historia que es propia de un país. “Escribí este libro porque hay desaparecidos que pueden aparecer y en cada nieto que aparece le devuelve la esperanza a este país. Les tenemos que contar a los jóvenes que eso estuvo mal, y que está demostrado en la justicia”, explicó. Y en diálogo con ANCCOM, al terminar la presentación se explayó: “Yo creo que a veces es difícil contar lo que sucedió porque no hace mucho que ocurrió, de hecho, muchos de los protagonistas están vivos, y a los nietos se los siguen buscando y todavía son víctimas, entonces es muy reciente esta historia. Pero al mismo tiempo como es reciente podemos contarlas a través de las personas que la vivieron directamente. Por eso, en el caso de los nietos me parece muy importante para reconstruir la memoria hablar con los protagonistas, hablar con las víctimas y sobre todo hablar mucho con los nietos porque son una prueba en vida de lo que fue el secuestro, la tortura, el robo de bebés, el plan sistemático”.

Argento continuó sobre la vigencia del delito de apropiación: “En el libro hay un caso de un nieto, Ezequiel, que cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense encontró los restos que podían ser de sus padres se identificaron esos restos gracias a su sangre. Entonces, todo eso sigue ocurriendo y es parte de nuestra vida. Pero hay que seguir contándolo ahora porque dentro de algunos años ninguno de nosotros va a estar, entonces hay que ir contándolo para ahora, para que los que van naciendo conozcan la verdad y también para el futuro. Para que cuando esto sea histórico o muy viejo tengamos estos testimonios para la posteridad”.

Las coautoras Mariana Zaffaroni Islas y Sabrina Gullino Valenzuela Negro, cuyas historias también son parte del libro, contaron lo que significó volver a escribir y a contar una vez más sus propias vidas. “Realmente fue muy movilizante, al escribir cada historia se te vuelve a pasar por el cuerpo la tuya y decís esto yo lo sentí, yo sé cómo se sintió y entiendo lo que es haber pasado por eso y comparto esto, también había cosas que decía qué loco lo que le paso, qué tremendo, que terrible: esto gracias a Dios a mí no me paso. Hay como un permanente ponerse en el lugar del otro o saber cómo se siente el otro, y, por otro lado, también hay experiencias y vivencias totalmente nuevas”, confesó Zaffaroni Islas. “Sin ninguna duda, lo más difícil fue escribir mi historia en primera persona porque yo dije, ´Bueno ya lo conté muchíusimas veces´ y no es una vez más porque escribirla yo y elegir qué contar fue un montón. También es movilizante leer las otras historias que contó Analía, todas las historias son increíbles y son únicas como cada una de las personas que la vivió”, concluyó.

Por su parte, Sabrina describió: “Para mí fue un gran desafío, porque si bien algunas de las historias las conocía, volverlas a leer te atraviesa cada vivencia de los protagonistas. Está tan lindo escrito, es muy ameno pero no deja de ser bastante fuerte y en relación a cada una de las experiencias, pero también es sanador y creo que en cada una de estas historias que no son tan conocidas también es un reconocimiento necesario y una visibilización a las historias que parecen estar más alejadas, me parece que también es darle voz y darles un lugar, una visibilidad gráfica, desde mi lugar, a estas historias que son muchas, distintas y todas tienen sus características y particularidades”.

Los nietos te cuentan cómo fue se terminó de imprimir en diciembre de 2023, al cumplirse 40 años de la recuperación de la democracia más larga de la República Argentina. “Estamos convencidas de la necesidad de seguir contando para no olvidar, para que el Nunca Más no se repita y para seguir encontrando a los que faltan”, es el deseo de las autoras, la editorial y de gran parte del pueblo argentino que seguirá sosteniendo la memoria.

La búsqueda continúa

La búsqueda continúa

Belén Altamiranda Taranto es nieta recuperada y hace pocos días asumió como titular de la filial cordobesa de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. El legado que recibe y el discurso negacionista que aflora.

“Darnos la posibilidad y la legitimidad de hacer este traspaso generacional porque sabemos que la búsqueda continúa: hay muchos hermanos que seguimos buscando”. Quien habla, Belén Altamiranda Taranto, nació en el Hospital Militar de Campo de Mayo en junio de 1977 durante el cautiverio de su madre, Rosa Luján Taranto, y su padre, Horacio Antonio Altamiranda, quienes pasaron por el Centro de Detención, Tortura y Exterminio “El Vesubio”. El 29 de junio de 2007, Belén recuperó su identidad y hace unas semanas asumió como titular de la filial cordobesa de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. 

¿Cómo llegó a participar en Abuelas?

A los pocos meses de mi restitución, en febrero de 2008 pude entrar a colaborar en la búsqueda de nietos, gracias a la abuela Sonia Torres, que era la titular de la filial de Córdoba. Desde ese momento, empecé a aportar mi granito de arena en la localización y restitución de los nietos que faltan, hombro a hombro con ella y toda la organización. Primero empecé en el área de Presentación Espontánea, que es donde yo me había presentado con dudas sobre mi identidad. Después pasé a trabajar en el Área de Investigación, donde luego fui coordinadora. Ahí trabajamos con datos que nos llegan sobre personas que pueden ser las que buscamos.

¿Cómo la terminaron eligiendo como titular?

Desde el año pasado, formo parte de la Comisión Directiva de Abuelas. Lamentablemente, hace unos meses falleció la abuela Sonia y tengo la responsabilidad, que tomo con mucha gratitud, de hacerme cargo de la filial de Córdoba.

¿Cómo se siente ocupando el rol de Sonia Torres?

Las abuelas son irremplazables. Nunca vamos a poder sustituirlas ni es la intención, pero sabemos que cada institución es orgánica y cada filial tiene que tener su titular. Ellas son únicas. Más allá del dolor que sentimos todavía, sabemos que la institución sigue y que hay cuestiones institucionales que tenemos que seguir resolviendo. En mi caso, es trabajar como todos los días, tomando este desafío de continuar. Igualmente, no estoy sola: esto es un trabajo colectivo. Estoy muy agradecida por el respaldo y el apoyo que me brindan desde los trabajadores que le ponen el cuerpo a la Comisión Directiva. Aquí estamos, continuando, porque quedan muchas cosas por hacer. Siempre guiándonos por las enseñanzas que nos dieron las abuelas desde que pisamos esta institución.

¿Cree que su rol de hija y nieta aporta algo nuevo en Abuelas?

Las Abuelas fueron y son extremadamente sabias. A lo largo de toda su historia tuvieron esta apertura para dejarse aconsejar y abrir las puertas a las personas que se incorporaban a la institución. No se sentaron ellas solas. Por eso también se conformaron las distintas áreas de la institución: cada uno iba aportando para lograr todo esto que es Abuelas de Plaza de Mayo. Cuando nosotros íbamos creciendo, se creó Prensa para difundir la búsqueda, sabiendo que podían llegar a nosotros ya grandes, que podíamos ser partícipes de nuestra búsqueda.

Y también tener un lugar dentro de la organización…

Muchos años atrás se modificó el estatuto para que ingresen nietos recuperados y hermanos que buscan a la Comisión Directiva como para darle continuidad a la lucha. Darnos la posibilidad y la legitimidad de hacer este traspaso generacional porque sabemos que la búsqueda continúa: hay muchos hermanos que seguimos buscando. Fue un proceso, que lo tomamos con orgullo, felicidad y compromiso. Los que estamos más activamente y quienes no, ayudamos desde el rol que nos toca en la búsqueda de los nietos. Es el compromiso de ir tomando la posta y poder continuar.

¿Cuál es la situación de las restituciones en Córdoba?

De embarazadas cordobesas, que son cordobesas y que desaparecieron en la provincia o en otros lugares, sólo se pudo restituir un caso, el de la nieta Marcela Solsona. Los que fuimos restituidos por la filial Córdoba, porque nos presentamos ahí o porque surgió ahí una investigación, somos todos nacidos en otras provincias y con padres de otras provincias. Las filiales se desarrollaron como medida estratégica para que no todo venga a Buenos Aires por las distancias y el tiempo. La búsqueda es colectiva, quizá en las provincias se puede hacer un trabajo más personalizado, centralizado en la región, pero buscamos a todos los nietos.

¿Cuántos nietos faltan encontrar?

El número aproximado es 300. Se sacó en base a las denuncias de hijas o nueras embarazadas al momento del secuestro. Puede aumentar porque, aunque parezca mentira y que pasó tanto tiempo, algunos se animaron a hacer la primera denuncia sobre lo que ocurrió recién hace un par de años. Eso ha permitido completar los grupos familiares o identificar genéticamente.También son datos que se obtuvieron en los juicios, donde los sobrevivientes pudieron contar y se llegaron a resolver casos que en su momento no dieron o dieron negativo.

¿Por qué cree que se animan a denunciar después de tantos años? 

Porque, como dice la palabra, el “terrorismo de Estado” impuso el terror, el “no te metás”, “miren para otro lado”, sabiendo las atrocidades que estaban pasando. Que algunos sobrevivientes hayan sobrevivido era también para que contaran lo que iba a pasar si “seguían molestando”, como ellos decían, o pensando en la forma que no era la militar. Esto dejó heridas en la sociedad que siguen estando ahí. Entonces, pasa que datos de un posible hijo de desaparecidos aparecen después de mucho tiempo. Animarse a brindar la información sabiendo cómo trabaja Abuelas -con contención y confidencialidad no sólo de los que se acercan buscando, sino de los que nos dan algún tipo de información- es también un proceso personal de cada uno, no debe ser fácil estar con ese miedo y con todo eso que tenés adentro y no podés sacar.

¿Cuál es su lectura del panorama electoral?

Estamos en un período como todos, alerta y preocupados por la dirección que pueda llegar a tener nuestro país, como cualquier ciudadano. Abuelas va a seguir trabajando como todos los días, buscando a los nietos. Es como nos dicen ellas, que atravesaron distintos periodos de la historia, desde el más terrible de buscar a sus hijos y salir a tocar las puertas en plena dictadura que significaba seguir o morir, con las abuelas que fueron perseguidas y las familias… Nosotros seguimos no solamente por nuestra causa, sino para que permanezcan las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que se lograron, para fortalecer y valorar la democracia que tanto tiempo, sangre y dolor nos costó. Por ahora tenemos incertidumbre, pero la certeza de que vamos a seguir como hasta ahora. Se irá viendo en la marcha. La lucha y la resistencia están y tenemos a las mejores guías para poder continuar.

¿Y con el surgimiento de los discursos negacionistas?

El tema del negacionismo no dejó de existir, pero había más cuidado en decirlo abiertamente, sobre todo quienes ejercen funciones públicas. Nunca  hay que confrontar, pero sí armar debates y poder contar lo que verdaderamente pasó, porque los fundamentos son reales y no tenemos nada que esconder ni mentir. Hay que seguir educando y llevando la palabra de Abuelas. Cuando yo iba a la secundaria no veíamos el terrorismo de Estado, pero ahora todas las escuelas tienen la obligación de enseñar esa parte de la historia de nuestro país. Podemos pensar ideológicamente distinto, pero en estas cosas, en defender la democracia y los derechos adquiridos (ESI, diversidades sexuales) tenemos que resistir unidos porque nos compete a todos, más allá de los partidos políticos o a quién hayamos votado. Va a ser un trabajo difícil, de mucha templanza, pero tengo una llamita de esperanza. Hay que seguir, no podemos bajar los brazos.