“Hacer teatro es un acto de resistencia”

“Hacer teatro es un acto de resistencia”

En tiempos donde parece que todo es odio y negacionismo, la obra de teatro «Memoria de un poeta» invita a mantener el recuerdo vivo de los 30 mil desaparecidos.

Por arte de la magia escénica, el Teatro del Pueblo, en el barrio porteño de Almagro, se transforma en una biblioteca popular de Avellaneda. Allí, un grupo de compañeros toman el lugar como un acto de rebeldía y se reúnen para hacer memoria. Rita es la bibliotecaria, Tito el empleado de mantenimiento y Eduardo un poeta que intenta reconstruir, retratar y recordar a Elvira, una vieja amiga bibliotecaria, desaparecida por el terrorismo de Estado en el verano de 1978.

Con dramaturgia y dirección de Paula Marrón, Memoria de un poeta ayuda a pensar cómo recordamos con el paso del tiempo, cuáles imágenes están nítidas, cuáles se vuelven más difusas. Nos interroga acerca de quiénes somos, de aquello que olvidamos, de aquello que no, y propone recordar algo tan doloroso como la dictadura cívico militar, pero lo hace a través de lo lúdico y eso es lo que, a su vez, conecta a cada espectador con su propia memoria emotiva y trae a la mente personas o momentos importantes de sus vidas.

Memoria de un poeta es una obra pequeña e íntima con grandes actuaciones. Emiliano Díaz, José Manuel Espeche y Rosina Fraschina ponen el cuerpo a los personajes que tratan de reconstruir lo que dejó la ausencia de Elvira en ese poeta avellanedense.

En diálogo con ANCCOM, Paula Marrón expresa: “El proceso creativo fue muy lindo porque son actores sensibles y desde el primer ensayo buscaron la verdad y entendieron que el corazón de esta obra son los vínculos. Apostamos a eso. La obra también nos habla del amor en sus múltiples formas”.

Asimismo, Marrón considera que “en el contexto político y social que estamos viviendo hacer memoria es vital. La historia nos demuestra que nunca hay que dejar de hacer memoria, incluso cuando creemos que como sociedad estamos de acuerdo en algunas cosas; después los hechos nos demuestran lo contrario. Es muy triste todo lo que estamos viviendo y hacer teatro es un acto de resistencia. Como dramaturga tuve la necesidad de escribir sobre esto. Fue hasta casi inconsciente porque no sabía que iba a escribir sobre este tema”.

“La obra no sólo pone el foco en la memoria, sino en cómo los recuerdos se nos vuelven más difusos y algunos olvidamos por completo. Por ejemplo, hoy, a mis 41 años, pienso cómo recordaré este presente si llego a vivir hasta los 70.O cuando intento recordar mi infancia, por qué algunas imágenes están tan claras y otras ni siquiera puedo traerlas. Esta obra nos habla un poco de eso”, concluye Marrón.

Memoria de un poetase puede ver todos los domingos a las 18 en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636) yestará en cartel hasta el 11 de agosto.

Hay equipo

Hay equipo

El Equipo Argentino de Antrpología Forense cumple 40 años identificando restos humanos de víctimas de la dictadura militar, un trabajo que trascendió fronteras, habilitó exhumaciones en más de sesenta países y permitió conocer la identidad de los soldados enterrados como NN en Malvinas.

“Los huesos hablan, acusan, cierran heridas, abren nuestros caminos de lucha, alimentan la memoria”

Nora Cortiñas

 

La sala de reuniones es grande. Hay una mesa larga y una biblioteca llena de libros, todos numerados. Las paredes, al igual que la mesa, son blancas. Encima de ella no hay más cosas que unos folletos rojos que dicen “Tenés una historia, tenés un derecho. Equipo Argentino de Antropología Forense”. La sala es grande, pero no lo suficiente como para albergar simultáneamente a los más de 60 integrantes del equipo.

Virginia Urquizu está sentada en la cabecera, tiene el pelo recogido en una media cola y sus manos están apoyadas en la mesa. Es investigadora y también la coordinadora del Área de Casos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Trabaja en él desde 2007 y su rol fue evolucionando con el paso del tiempo a la par del equipo. Ingresó trabajando en atención a los familiares en el marco de la iniciativa latinoamericana para la identificación de personas. Hoy se encarga del trabajo con las familias, la toma de entrevista, las notificaciones y el proceso de restitución.

“El equipo se divide en diferentes áreas y todas cuentan con un coordinador. Entre las más destacadas se encuentran las Unidades de Casos, Búsqueda, Comunicación e Informática, y el Laboratorio Antropológico y el de Genética Forense”, cuenta Urquizu. Y agrega: “Trabajar en el área que yo coordino implica la necesidad de tener mucho cuidado ya que estamos ante personas que están pasando por una situación muy dolorosa. Estamos ante una familia que está con una búsqueda que viene arrastrando hace décadas y que no tiene muchas certezas sobre lo que pudo haber pasado con su familiar”.

Durante los años de 1976 y 1983, la Argentina atravesó la dictadura militar más cruda y violenta de su historia, la cual estuvo caracterizada por la desaparición sistematizada y forzada de personas a lo largo de todo el país. Estas desapariciones implicaron no solo una violación hacia los derechos humanos sino también un crimen de lesa humanidad. Al día de hoy, el paradero de la mayoría de las más de 30.000 personas sigue siendo aún desconocido.

En 1984, en el marco de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y con el apoyo de Abuelas de Plaza de Mayo, aparece la figura de Clyde Snow, un antropólogo forense texano convocado para darle inicio a las exhumaciones y el análisis de los restos óseos de los posibles desaparecidos en dictadura. Para ayudarlo a realizar esta labor, Snow junta a un grupo de cuatro estudiantes de no más de veinte años cuyos nombres pasarían a la historia. De esta forma, Luis Fondebrider, Patricia Bernardi, Mercedes Doretti y Morris Tidball Binz fundan el Equipo Argentino de Antropología Forense, que el pasado 23 de mayo cumplió 40 años.

Con el transcurso de los años, el equipo fue expandiéndose y captando a más jóvenes estudiantes, como es el caso de Silvana Turner, investigadora y antropóloga forense que ingresó al EAAF en el año 1988, cuando todavía era un proyecto muy reciente y desconocido. “El equipo no era como lo conocemos hoy. El campo forense todavía no se había constituido como tal, por lo que no estaba en el horizonte de lo posible verlo como un proyecto profesional para estudiantes o inclusive para los mismos profesionales. Al equipo lo fuimos conformando nosotros a partir de la experiencia en esos años”, expresa Silvana a ANCCOM un par de días después, ya que el día de la visita al equipo la antropóloga se encontraba ausente.

“Se tuvo que ir a una excavación urgente. Son cosas que pasan acá, ¿viste?”, bromea Lucas Guagnini, el Coordinador de Prensa y Comunicación del equipo, cuando pregunto por ella. Hace 36 años que la antropóloga forma parte de este proyecto y ella, al igual que el equipo, fue cambiando de labores. Hoy, se ocupa de temáticas relacionadas a migrantes, femicidios, desapariciones forzadas y pueblos originarios. Para Silvana, cada uno de estos casos se vive de forma distinta, principalmente porque cada situación es una experiencia diferente a las otras. No todas se dieron en las mismas condiciones ni tampoco en los mismos lugares. “El EAAF empezó para dar respuesta a una demanda muy puntual que era la búsqueda de los desaparecidos. Y después, esa experiencia trascendió a otros países y otras búsquedas”, explica la investigadora.

Actualmente, la sede principal del equipo antropológico está localizada en el Espacio Memoria y Derechos Humanos ex ESMA, aunque no siempre se encontró allí. El equipo operó en un edificio en el barrio de Once hasta 2017, cuando Abuelas de Plaza de Mayo le cedió un galpón de la Casa por la Identidad para que muden su trabajo a este sitio. Este cambio tuvo una gran importancia simbólica para ellos. Como expresó uno de sus miembros fundadores, Luis Fondebrider, en la firma por el convenio de uso entre ambas instituciones: “Es un orgullo poder estar con ustedes, creo que de alguna manera el círculo se cierra”.

“Nosotros acá recibimos a las familias. Hay algunas que prefieren no venir. Entonces todas esas cosas las tenemos en cuenta. En ese caso nos movemos nosotros a sus casas o buscamos una lugar alternativo para encontrarnos y llevar a cabo la entrevista y la toma de muestras”, aclara Virginia. Y añade que la mudanza al espacio de la exESMA implicó asimismo una ampliación de su espacio de trabajo: “Estar acá nos permitió tener un laboratorio antropológico mucho más grande y poder tener el resguardo de manera más prolija y cuidada los restos óseos que tenemos en custodia”.

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El Laboratorio de Antropología Forense es el lugar más amplio del galpón. En él hay siete mesas sobre las cuales reposan diferentes variedades de huesos humanos. Esqueletos completos y en buen estado; otros, parciales y más destrozados; hasta cráneos rearmados como si fueran piezas en un rompecabezas. Al fin y al cabo, lo son. Son las piezas que ayudan a descifrar un enigma que sólo ellas pueden esclarecer. Todos los huesos tienen una historia propia para contar si uno está dispuesto a escucharlos.

Gala Maruscak sabe cómo hacerlo. Es antropóloga forense y pertenece al equipo desde 2015. Vestida con un sweater colorido, en contraposición con la sobriedad de la habitación, está sentada en frente de un esqueleto. Sus manos se van posando sobre él como si hubiesen sido creadas para ello. De a ratos, se va turnando entre la mesa donde yacen los huesos anatómicamente acomodados y el microscopio del laboratorio. Mientras trabaja, cuenta que estos restos en particular fueron recuperados en el sitio de inhumación clandestina Pozo de Vargas, utilizado por la última dictadura militar en la provincia de Tucumán para enterrar cuerpos de personas desaparecidas. Ahora están siendo analizados como posibles casos de interés pericial para el proyecto que está llevando a cabo el EAAF desde sus comienzos. Sin embargo, desde 1984, el equipo fue ampliando su abanico de trabajos a lo largo del mundo.

Actualmente, en Argentina el Equipo tiene en curso tres proyectos fuertes: el ya mencionado Lesa Humanidad, que busca devolverle la identidad a los desaparecidos durante la última dictadura argentina; Desapariciones Contemporáneas, basada en la búsqueda de aquellas personas desaparecidas en democracia; y el Plan Proyecto Humanitario Malvinas, que pretende identificar a los excombatientes enterrados sin nombres en las islas. Sobre este último, hay que remarcar la tarea impecable que realizó el equipo, ya que de los 122 cuerpos exhumados quedan solo cinco sin identificar.

Por otra parte, en el exterior, uno de los trabajos que más resalta es el Proyecto Fronteras, cuyo objetivo es identificar a aquellos migrantes que pasan por el corredor migratorio constituido por Centroamérica, México y Estados Unidos. Además de esta labor, el EAAF trabaja tanto en el país como en el resto del mundo formando y capacitando a otros equipos forenses para que puedan dar respuestas a los requerimientos que sus países necesitan.

Los restos recuperados de estos proyectos son analizados y archivados por el equipo bajo un código específico. En el caso de Lesa Humanidad, la codificación consta del nombre del cementerio y la fosa de donde fueron encontrados. Por más distintos que parezcan, todos tienen algo en común: están unidos por el deseo de que esos huesos transformen sus códigos en un nombre y un apellido. En que recuperen su identidad.

Virginia Urquizo, Coordinadora de la Unidad de casos e investigadora del EAAF.

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El Banco de Sangre, por el contrario, es la sala más chica. No supera el tres por tres y la mayor parte de las paredes se encuentran tapadas por las archiveras metálicas donde se guardan las muestras y los formularios. Nuri Quinteiro está parada enfrente de un cajón abierto y lleva puestos guantes blancos de látex. Mientras saca un pedazo de papel secante de un sobre de madera, enuncia: “Cada proyecto tiene una codificación diferente. Acá tenemos muestras de Lesa de Argentina, muestras internacionales, muestras de Malvinas… Cada una cuenta con un formulario que tiene los datos personales del donante y de la persona desaparecida”.

Nuri Quinteiro es la coordinadora de la Unidad de Identificación y trabaja codo a codo con el Laboratorio de Genética localizado en Córdoba. Desde la sede central, el equipo manda al laboratorio la información sobre el donante y el desaparecido de forma anónima. Cada uno de ellos está representado por un código de barras diferente. “Cuando nos avisan que hay un match genético, ahí nosotros entramos a la base de datos para saber a qué persona se refiere. Para ver qué donante está dando con qué desaparecido”, explica la coordinadora.

Fundado en el 2006, el Laboratorio de Genética Forense está especializado en la identificación de muestras óseas cuyo estado se encuentra altamente degradado. Fue una incorporación clave en el desarrollo del equipo forense para la optimización de las búsquedas y reconocimientos de restos. “La incorporación de la genética a partir de los 90 cambió mucho nuestro trabajo. Cuando se comienza con el análisis genético hay un salto muy importante”, expresa Virginia al respecto.

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De vuelta en la sala de reuniones. Virginia mira el folleto que tiene frente a ella en el que se lee: “Tenés una historia, tenés un derecho”. Toma uno en sus manos y finaliza diciendo: “Es necesario plantear la importancia de que los familiares se sigan acercando. De los 1.400 restos que pudimos recuperar, hay 600 que no están identificados y por eso seguimos buscando a las familias que hasta ahora no se han puesto en contacto con nosotros. Sabemos que la búsqueda que realizamos es una búsqueda particular. No estamos buscando personas vivas. Estamos buscando personas que murieron. Hay familias que no están en condiciones de iniciar esa búsqueda, de dar ese paso. Somos totalmente respetuosos con las decisiones personales. Pero sepan que hay una red esperándolos para poder tomar esa muestra y poder compararlo con los cuerpos que aún no han sido identificados”.

Si tenés un familiar víctima de desaparición forzada entre 1974 y 1983, tenés derecho a saber si fue encontrado y es uno de los 600 cuerpos bajo resguardo del EAAF que aún no fueron identificados. Podes contactarte: 0800-3453236.

Una carrera contra el olvido

Una carrera contra el olvido

El domingo se llevó a cabo la 21º edición de La Carrera de Miguel, en homenaje al atleta desaparecido Miguel Sánchez. Fue la entrada en calor para la movilización del próximo 24 en medio de un contexto negacionista.

Bajo la consigna “la meta es no olvidar”, este domingo 17 de marzo a las 8 de la mañana se llevó a cabo la carrera de Miguel, cuyo punto de largada fue la calle Miguel Sánchez –nombre del atleta desaparecido durante la dictadura y homenajeado con esta maratón– y Padre Canavery, en el barrio de Nuñez.

Miguel Sánchez fue un atleta federado y poeta que nació en Tucumán. Desarrolló una militancia política en el peronismo, que lo llevó a hacer acciones de trabajo social en barrios carenciados. Fue secuestrado en su casa de Berazategui el 8 de enero de 1978 cuando tenía 25 años, estuvo cautivo en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio El Vesubio y aún permanece desaparecido.

Esta carrera le rinde homenaje hace 46 años en diferentes municipios, provincias y países, y fue realizada por primera vez en Roma, Italia, el 9 de enero de 2000, a instancias del periodista de La Gazzeta Dello Sport Valerio Piccioni. Al año siguiente se empezó a organizar en Argentina como parte de las actividades por Memoria, Verdad y Justicia.

Familiares y amigos de Sánchez, además de seguidores del atletismo se acercaron a participar este domingo de la carrera número 21 de Miguel, junto a personas con distintas discapacidades motrices, no videntes, y en silla de ruedas. Mientras los primeros dos mil corredores se alistaban estirando, elongando, trotando con pasos cortos, las familias y conocidos se disponían a alentar. Hubo dos recorridos, uno de tres y otro de 8 kilómetros, se realizó la premiación y luego hubo discursos de los presentadores y algunos ganadores.

A partir de una ley votada en el año 2013 por la Legislatura porteña, la Ciudad de Buenos Aires está obligada a organizar anualmente la Carrera de Miguel. Este año, si bien se organizó, llamativamente casi no contó con la difusión del gobierno que encabeza Jorge Macri.

El deportista Martín Sharples pidió el micrófono y dijo que no lo hacía por él sino para darle voz a Sánchez. “A Miguel no se lo llevaron por corredor sino por luchador social, y en estos momentos en que estamos viviendo un gobierno negacionista es buen momento para que Miguel le hable a un Presidente que niega los 30.000 desaparecidos, y a los que piensan diferente les dice ‘zurdos de mierda’, eso le decían a Miguel en la mesa de torturas”, expresó.

Ante un auditorio integrado también por funcionarios del gobierno macrista, el atleta discapacitado agregó: “Cuando a una mujer embarazada le robaban el hijo, eso era un delito de lesa humanidad, no un exceso como dice el Presidente (Javier Milei). El macrismo es cómplice suyo de modo que hoy en esta carrera estamos todos desaparecidos”.

Scharples, veterano activista de derechos humanos, se permitió cuestionar a la organización al decir que “es la única carrera de la Ciudad que no nos clasifica, por algo será, como decían ellos”. Tras convocar para “el 24 todos a la plaza”, fue aplaudido cuando mencionó la lucha de los periodistas de Télam.

Angie Rossi sobrina nieta del atleta desaparecido, dijo a ANCCOM: “Es importante hablar sobre Miguel Sánchez porque es hablar desde el deporte de la memoria, de la verdad y de la justicia. En este momento donde la cultura empieza a ser avasallada, dónde reprimen, resulta importante hablar desde la cultura, porque es una forma de reivindicar a los 30.000 detenidos, desaparecidos”. Ella también hizo “un llamado a la responsabilidad colectiva para reunirse a tener un ejercicio de memoria desde todos los espacios posibles como ciudadanos e invitar a las personas a que participen en la marcha de este 24 de marzo por el aniversario del golpe de Estado de 1976.

Antes de dejar el escenario, Scharples entregó una distinción al joven periodista Ricardo Fernández, autor del libro “Miguel Sánchez, memoria(s) del primer atleta desaparecido”, publicado por Grupo Editorial Sur. “Me tocó subir por primera vez a un escenario en una Carrera de Miguel frente a decenas de personas. El motivo fue recibir un reconocimiento, pero ésto no fue solo por el libro, sino como representante de todos los periodistas y en especial de los de Télam que están atravesando uno de los atropellos más grandes de la historia”, escribió luego Fernández en sus redes.

Camila Sequeira Vega, una trabajadora del Grupo Editorial Sur, explicó las razones de su participación: “Me convoca a venir la memoria de Miguel, porque fue el primer atleta registrado como desaparecido y hoy en día se corren en todo el mundo carreras en su nombre. Vine a mostrar su libro, que cuenta su historia, su trayectoria hasta su desaparición en la última dictadura cívico-militar”.

Un documental sobre las desaparecidas trans

Un documental sobre las desaparecidas trans

La película «Donde habite la memoria”, de Clara Olmos y Carolina Musso cuenta la historia de Julieta González y Fabiana Gutiérrez, sobrevivientes del Pozo de Banfield.

Donde habite la memoria es un documental, producido y dirigido por Clara Olmos y Carolina Musso, que añade una pieza faltante a la historia en la reconstrucción de los recuerdos del horror durante la última dictadura militar en Argentina. En esta oportunidad, se alumbra a protagonistas que antes no habían sido visibilizadas, víctimas que no habían sido registradas como tales. La película se proyectará el viernes 15 de marzo a las 18 en el excentro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) «Pozo de Banfield», hoy convertido en Espacio para la Memoria, en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. Es en este CCDTyE fueron detenidas ilegalmente entre 1976 y 1977Julieta González y Fabiana Gutiérrez, miembros del colectivo trans y protagonistas de este documental.

“Queríamos recuperar las historias de un colectivo que también fue perseguido durante la última dictadura cívico-militar, pero que durante todos estos años permanecieron en los márgenes del relato oficial de nuestra memoria”, comentó Olmos, quien se formó como cronista de ANCCOM y actualmente trabaja en la Agencia de Noticias Télam, amenazada de cierre por el gobierno de Javier Milei.

Olmos reconoce el compromiso de Argentina en el trabajo de reconstruir el pasado reciente del terrorismo de Estado, no obstante, destaca que tuvieron que pasar 40 años para que se visibilice la represión específica y sistemática que la dictadura ejerció sobre la comunidad trans.

Las protagonistas de este documental estuvieron detenidas ilegalmente en el Pozo de Banfield cuando tenían 15 años, en el caso de Fabiana, y entre los 19 y 20 años, en el caso de Julieta. Ambas sufrieron abusos y violencia por parte de sus opresores. “Al menos seis mujeres trans estuvieron detenidas en este centro clandestino de detención en esos años”, contó Olmos. Entre noviembre de 2022 y abril de 2023, declararon por primera vez en la causa Brigadas, un juicio de lesa humanidad que juzga los crímenes cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y el Infierno, en Avellaneda. “Sus declaraciones fueron un hecho histórico en sí mismo, que esperamos pronto resulten en la primera sentencia mundial sobre el tema”, expresó Olmos con esperanza.

Julieta Gonzalez.

Por su parte, Musso está convencida de que la dictadura tuvo una dimensión profundamente patriarcal que se evidenció en el encarnizamiento y la violacion de los derechos humanos de tantísimas mujeres trans, aprovechando su vulnerabilidad, especialmente en aquel momento. La mayoría de las sobrevivientes hoy ronda en los 60 años, fueron violentadas física y psicológicamente y, al igual que otras personas pertenecientes a este colectivo, actualmente atraviesan una situación compleja: hay quienes tienen una jubilación o pensión mínima para subsistir, otras se encuentran en situación de pobreza o indigencia, sin acceso a salud o sin una vivienda digna, explicó. “Nuestro objetivo es acompañar el reclamo de la comunidad trans de una reparación histórica por la persecución y los delitos ejercidos contra sus identidades no solamente en dictadura, sino también a las que sufrieron durante las primeras décadas de la democracia”. Esta es una de las mayores deudas actuales de la democracia en Argentina, afirmó Musso.

Uno de los desafíos que se les presentó en el proyecto, fue el hecho de tener pocas mujeres trans sobrevivientes de la dictadura. Durante el proceso de investigación conversaron con muchas víctimas, y si bien todas daban cuenta de las persecuciones policiales sufridas desde la década del ochenta en adelante, la mayoría eran aún niñas durante los primeros años de la dictadura, comentó Musso. Las directoras decidieron desarrollar el documental a dos voces porque consideraron que en sus relatos subyace, junto a la dimensión profundamente subjetiva del horror, una trama colectiva. “Los testimonios de las protagonistas hacen de este documental un relato crudo, desgarrador y de una profunda ternura a la vez”, alegó Olmos.

Durante la etapa de investigación, las directoras dieron con el caso de Fabiana Gutiérrez, pero se encontraba viviendo en Italia. Sin embargo, lograron un vínculo que permitió que tomara la decisión de viajar desde el viejo continente para visitar el Pozo de Banfield y formar parte del documental, abriendo recuerdos dolorosos. En una charla con ANCCOM, Gutiérrez agradeció a todas aquellas personas que trabajan decididamente para iluminar una parte anulada de la historia en los años oscuros de la dictadura. “En esos momentos éramos violentadas, abusadas y nos mandaban desnudas a las celdas, cumpliendo días o meses dentro de la misma, sólo por ser lo que éramos”, contó. Era menor en ese entonces, hoy tiene 62 años y siente el deber de ayudar a la construcción de la memoria por eso decidió ser partícipe del proyecto y colaborar con sus compañeras. Recuerda la primera vez que intentó escaparse y como resultado recibió un golpe en la cabeza. No obstante, cuando logró quedar en libertad buscó refugio en el exterior. Sin embargo dijo: “A pesar de vivir afuera, mi corazón siempre está en Argentina, amo mi país”.

 

Fabiana Gutierrez.

Clara Olmos y Carolina Musso, ambas comunicadoras, fueron las realizadoras del proyecto, en el marco de su tesina de grado de la Licenciatura de Comunicación Social en la UBA. Contaron con el acompañamiento de sus tutores, el recientemente fallecido Eduardo Morales, Silvina Manguía y María Rosa Gómez. Sobre la elección del formato de tesina, Musso explicó que “no fue una elección al azar. Fue una decisión política: queríamos generar un material que no quedara circunscrito al ámbito académico sino, por el contrario, pudiese circular en el espacio público. Desde un comienzo, las comunicadoras se plantearon el deseo de orientar su trabajo hacia la creación de una herramienta al servicio de la comunidad travesti-trans. Luego llevaron a cabo varias jornadas de filmación y finalmente la edición fue de realización propia.

“Sentimos mucho orgullo por Julieta y Fabiana que, 40 años después, se atrevieron a contar su historia y a reclamar lo que como sociedad aún les debemos”, expresó Olmos. “Nos alegra profundamente poder hacer nuestro aporte como generación que no vivió la dictadura, pero que tiene el deber de continuar y fortalecer la memoria de nuestro país y la historia de los 30.000 desaparecidos y detenidos”, afirmó reflexiva.

Para las realizadoras, el documental es una invitación a seguir reflexionando sobre nuestro pasado reciente y el irrenunciable compromiso con la defensa de los derechos humanos. Es también, una oportunidad para conocer una parte de la historia de la cual poco se ha hablado. Para Musso: “Contra todo impulso epocal hacia la deshistorización, el ex CCDTyE Pozo de Banfield es un espacio en el cual la historia se hace carne, volviéndose ineludible”.

 

Los desaparecidos con vida – Estuve Ahí

Los desaparecidos con vida – Estuve Ahí

Manuel es hijo de Gastón Gonçalves, asesinado el 24 de marzo de 1976, y de Ana María del Carmen Granada, asesinada el 19 de noviembre cuando se ocultaba en la ciudad de San Nicolás. Junto a ella estaba Manuel, quien salvó su vida gracias a que su madre lo ocultó en un ropero, pero meses después fue apropiado. Restituyó su identidad en 1997 gracias a Abuelas de Plaza de Mayo. Aquí reflexiona sobre la importancia de seguir transmitiendo lo ocurrido durante la última dictadura cívico militar y habla del rol de las futuras generaciones y la permanente lucha contra el negacionismo.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

 

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso y Estefanía Hernández.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini