La paternidad también tiene derechos

La paternidad también tiene derechos

Las comisiones de Legislación Laboral, Presupuesto y Mujeres y Diversidad dieron dictamen favorable al proyecto que extiende las licencias para personas no gestantes al momento del nacimiento de los hijos. Ahora se trata en el recinto de Diputados.

El proyecto de ley por las licencias de maternidad y paternidad igualitarias obtuvo dictamen en las comisiones y se prepara para ingresar al recinto de la Cámara de Diputados. La propuesta a votar establece 126 días para personas gestantes y adoptantes, y 45 días para no gestantes, sumado a la creación del Sistema Integral de Políticas de Cuidados de Argentina (SINCA).
Las personas no gestantes poseen dos días de licencia luego del nacimiento de un hijo, situación que trajo un reclamo de mayor igualdad y cuidado en los contextos laborales de parte de campañas como “Paternar” o movimientos como “Ni Una Menos”.
Hugo Yasky, secretario general de la CTA, acusó al sistema que “deja a las gestantes sin acompañamiento pleno apenas después del parto”. La ley se encuentra en discordancia con la sugerencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que postula un mínimo de 98 días para la persona al cuidado de los niños recién nacidos.
El diputado del Frente de Todos resaltó la importancia de esta reforma en el ámbito laboral ya que “son derechos de los trabajadores y las trabajadoras que tienen por objeto garantizar el derecho de todos los niños y niñas”, a la vez que opinó que “en América Latina, Argentina es de los países que peores licencias otorgan”.

Las comisiones de Legislación de Trabajo, la de Mujeres y Diversidad, y la de Presupuesto y Hacienda lograron el dictamen para que esta nueva iniciativa ingrese a la Cámara Baja. Yasky comentó que el proyecto se armó con participación de la sociedad, de las organizaciones que representan a los trabajadores y trabajadores, de organizaciones sociales, de cooperativas y del sector empresario.
El exsecretario general de la CTERA sentenció que las reformas laborales aplicadas en la década del noventa tenían “como verdadero objetivo aumentar la rentabilidad empresarial en detrimento de los laburantes. Hoy, en un contexto de aumento de la tasa de empleo, pero caída del salario real, con trabajadores registrados por debajo de la línea de pobreza, las reformas deben ser para mejorar las condiciones laborales y salariales”.
Este proyecto estaba en debate en comisiones desde mayo de 2023, pero recién el pasado 22 de agosto consensuaron un texto para ser tratado en el recinto. Yasky aseguró que este tendrá que “enfrentar las presiones que el lobby empresario ejerce sobre la bancada opositora”, sentenciando que esta dilató los tiempos para la sanción de esta ley.

A fin de lograr un análisis más profundo, la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) analizó el impacto presupuestario que podría tener esta extensión en la Administración Pública Nacional. Los datos arrojaron que el importe total que debería cubrir el Estado Nacional ascendería a 124.634,78 millones de pesos con respecto al actual, lo que equivaldría al 0,074% del PIB esperado para 2023.
Lucía Cirmi Obón, subsecretaria de Políticas de Igualdad en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad aseguró que el impacto de este proyecto está dirigido a “cerrar la brecha de cuidado y a intentar cerrar la brecha salarial. El sector empresario mostró sus temores, pero fueron cosas fácilmente rebatibles por el impacto positivo de la extensión de licencias». La economista explicó que el financiamiento de las licencias que se extienden está cubierto por la Seguridad Social y los sueldos serían pagados por ANSES; por lo tanto, el empleador contará siempre con un salario disponible para contratar un reemplazo.
Lucía Cirmi confirmó: “Nosotros planteamos que las licencias fueran obligatorias, no transferibles y de plazos similares”. En el proyecto aprobado, los dos primeros puntos quedaron firmes, pero los plazos quedaron con diferencia de 82 días entre sí. “Quizás el horizonte de igualdad está un poco más lejos pero va a ser profundo el cambio”, sostuvo.
La subsecretaria aseguró que la agenda de género está en jaque actualmente. Para esclarecer los dichos de los actores que la menosprecian, afirmó que esta “es para toda la sociedad. Es una agenda económica, anti pobreza y que, en la práctica, le va a hacer mejor a la vida de los varones”.

«¿Qué puedo hacer con 30.000 pesos?»

«¿Qué puedo hacer con 30.000 pesos?»

El sector de la limpieza es uno de los más precarizados del mercado laboral. Sueldos por debajo del salario mínimo, maltratos y un sinfín de derechos vulnerados. La indignante realidad que viven las trabajadoras de una empresa del conurbano bonaerense.

Tania, una ex empleada de limpieza que prefiere resguardar su nombre, cuenta que un día estaba por empezar su jornada laboral en una zona acomodada de San Isidro, hasta que sonó su teléfono. Su hija no había llegado a la escuela, pese a que sí había salido de su casa. Angustiada, Tania le pidió permiso a su empleador para ir a buscarla. La respuesta fue negativa. Más tarde, tras enterarse que su hija estaba bien, la supervisora fue a verla con la falsa suposición de que Tania se había retirado y la retó como si fuera una niña.

Esta historia de maltrato es una de tantas dentro del Grupo ECA, una empresa ubicada en San Isidro, una de las localidades más ricas de la provincia de Buenos Aires. La compañía ofrece servicios y personal de limpieza a clientes corporativos. Dos años atrás, luego de tener problemas con la prestación a Supermercados Coto –que ya no se encuentran dentro de su lista de clientes–, la empresa cambió su nombre de Sislim a ECA. Un detalle que parece insignificante, pero que afectó los aportes de las empleadas que perdieron antigüedad.

“Era un mal servicio, las empleadas no sabían usar las máquinas. Nosotros contratamos a una empresa de limpieza, se supone que ellas tienen que manejarse. No las mandan a trabajar, sino a completar horas. Cuando se manejan así o nos enteramos de malos tratos, lo que se hace es cortar lazos”, explica Hugo, gerente de una de los locales de Coto que trabajó con ECA. 

Otro gerente, pero de la cadena de cines Showcase, cliente actual de la empresa, cuenta que a las empleadas de ECA les pagan mal y las cambian permanentemente de lugar de trabajo. Esa es la normalidad para este rubro, dice. Limpiando en uno de los cines está Eva, vinculada a ECA desde hace dos meses, que afirma estar satisfecha con las condiciones laborales. “Hasta ahora no me han cambiado de sitio, trabajo ocho horas fijas con un franco semanal. Antes trabajaba en una clínica, ahí limpiaba todo un piso y era horrible, aquí estoy bien”. El sueldo de Eva es de 70 mil pesos mensuales. Ella es cabeza de hogar y tiene tres hijos, sin ninguna ayuda del padre de los niños. Y si bien su familia no está debajo de la línea de indigencia (poco menos de 60 mil pesos), sigue estando lejos de superar la de pobreza (125.000 pesos).

Milagros tiene 23 años y es oriunda de Posadas. Allí su familia está conformada por sus padres y siete hermanos más. Terminó el colegio a los 17 años. A los 20, por la necesidad de trabajo, llegó a Buenos Aires junto con su pareja. “Tomar la decisión de viajar fue muy difícil, vine con la ropa puesta y el pasaje. La idea era solo por un tiempo, un año, juntamos plata y nos volvemos, pero en todos lados está muy difícil. Pasó un año, dos, tres y seguimos acá. Extraño mucho mi provincia, cada vez que puedo voy a visitar a mis hermanos”, cuenta.

Durante el año que trabajó para ECA, específicamente en Coto, Milagros recuerda: “Un día te mandaban a Tigre y el otro a Núñez, nunca sabía dónde iba a trabajar”. El paso inmediatamente posterior a la contratación es ir a limpiar, ECA no brinda ninguna capacitación, lo que genera una lógica insatisfacción en el cliente por un mal servicio, y quienes deben soportar las críticas son las empleadas. “En mi primer día, fue el portero del local quien amablemente me enseñó dónde estaban las cosas y medianamente me presentó el lugar. En la empresa me soltaron así, sin más”, relata Milagros. 

Sonia, de 37 años, otra de las exempleadas de ECA que pide reservar su nombre real, se queja del trato de la empresa hacia ellas. Cuando tienen alguna consulta o reclamo, dice, la respuesta es ignorarlas. “Todos se pasan la pelota y no te resuelven nada. Hace poco pregunté si era posible que me adelantaran las vacaciones para enero, por el horario de mis hijos. La supervisora no me respondió así que fui a la oficina, donde me terminaron diciendo que yo no podía ir a exigir cosas y me sacaron de ahí. Yo sólo quería saber si era posible eso”.

Eso sí, cuando se trata de perseguirlas y hostigarlas, el Grupo ECA es muy expeditivo. “La supervisora ve un papel en el suelo y en vez de decirnos que lo levantemos, pone la queja con la empresa y dice que el lugar está todo sucio”, expresa Susana, actual empleada de 36 años.

Un estudio elaborado en 2021 por la Universidad Nacional de Avellaneda y la Red Nacional Intersindical contra la Violencia Laboral da cuenta de la situación general que viven las y los trabajadores. Seis de cada diez han sufrido algún tipo de acoso laboral. La violencia simbólica fue el factor que más menciones tuvo (78 por ciento), seguido de situaciones ligadas a la discriminación (67), y, finalmente, a la violencia sexual (52) y física (35). Sólo tres de cada diez hicieron la denuncia respectiva. La violencia es mayor contra las mujeres y no binaries. El 43,5 por ciento de los varones sufrió violencia, el 65,5 de las mujeres y un 87,6 de no binaries. Las mujeres que sufrieron violencia sexual en espacios de trabajo fueron el 59.5 por ciento.

A esta violencia concreta que atraviesa a todo el sector del trabajo, hay que agregar la económica. Los pagos y la entrega de los insumos son dos aspectos de permanente incertidumbre para las empleadas de ECA: nunca saben ni cuándo van a cobrar, puede ser el 6 o el 15 o el 20 del mes, y a veces se quedan sin los productos de limpieza y no obtienen ninguna respuesta de la supervisora. Helena y Larisa, otras dos empleadas de 21 años ambas, fueron obligadas a firmar un documento, contra su voluntad, bajo la amenaza de despido inmediato y que establece que, si ellas hacen “algo mal”, la empresa tiene el derecho de echarlas sin indemnización. Cualquier día pueden encontrarse sin trabajo.

“De un día para otro te llaman y te cambian el horario de ocho a cuatro horas, a mí me lo hicieron”, dice Larisa. Por su parte, Helena teme que le quieran reducir a cuatro horas. “Si me recortan, también me recortan el salario a una miseria, ¿qué puedo hacer con 30.000 pesos?”, se pregunta. Ella, además, trabaja los fines de semana como moza para llegar a fin de mes. No tiene días libres. Esto no parece afectarla, conserva la esperanza en el futuro y cuenta que quiere seguir una carrera universitaria que le otorgue estabilidad y seguridad.

Al acceder a un recibo de sueldo, advertimos que la remuneración por ocho horas de trabajo es de 49.292 pesos más el adicional por presentismo que alcanza los 10.255 pesos. O sea que técnicamente cobran menos que un salario mínimo, que hoy asciende a poco más de 60 mil pesos. Hay que subrayar que el presentismo, según el propio Ministerio de Trabajo, es un “adicional voluntario que otorga la empresa, al margen del sueldo básico, los pagos a cuenta de futuros aumentos, otros adicionales otorgados voluntariamente por la empresa y de los otros conceptos fijados en el Convenio Colectivo de Trabajo”.

El sueldo de las empleadas de ECA –así como el de millones de trabajadoras– se traduce en dependencia económica de otros familiares y amigos, y en un desamparo estructural. Mientras, la canasta básica no para de aumentar y mes a mes va sumiendo a la mayoría de estas mujeres por debajo de la línea de pobreza, aun siendo empleadas en relación de dependencia.

“Ni siquiera las horas extras se pagan el doble, seguimos aquí porque no conseguimos otra cosa”, remarca Susana, quien, junto con Sonia, siempre están en busca de mejores ofertas laborales, hasta ahora sin suerte, y deben seguir soportando los malos tratos y las vulneraciones de sus derechos sin posibilidades de reclamo y protección. 

El testimonio que faltó en esta nota fue el del Grupo ECA. Pese a las reiteradas consultas, no obtuvimos ninguna respuesta, aún después de visitar sus oficinas en persona. La misma indiferencia que prodiga a sus empleadas.

Mercado Libre de derechos laborales

Mercado Libre de derechos laborales

La pandemia ha sido devastadora para muchas empresas pero no para Mercado Libre (ML), una de las pocas firmas que se benefició en estos meses gracias al crecimiento exponencial del consumo online. Según el último informe de Mercado Ads en 2020, solo en Argentina se sumaron más de dos millones de nuevos compradores en la plataforma. El informe que presentó la compañía a fines del año pasado, destaca que aumentó la cantidad de usuarios activos en América Latina un 45,2% (alcanzando los 51,5 millones) y sus ingresos netos fueron de 878,4 millones de dólares. Las ventas totales registraron un incremento de 205,7 millones en diversos artículos para llegar a los 5.902,4 millones de dólares. Aun así, su negocio más floreciente durante el trimestre fue Mercadopago: la plataforma registró 559,7 millones de transacciones, lo que representa un aumento interanual del 146,6%.

En 2021 la tendencia continúa: el balance presentado a principios de mayo, correspondiente al primer trimestre de este año, registró ventas por 1.400 millones de dólares y 70 millones de usuarios activos con un crecimiento del 111,4% interanual. De las ventas totales, el 65% correspondió al negocio de comercio electrónico mientras que el 35% restante fue recaudado por el servicio vinculado al negocio Fintech, nombre que se le da a las empresas tecnológicas financieras.

¿De qué se trata este negocio? Las Fintech se distinguen de los bancos y de las instituciones financieras tradicionales por ser empresas enfocadas en hacer un uso de la tecnología para lograr la innovación en las herramientas y transacciones. Este servicio se realiza a través de una red integrada de prestamistas particulares o empresas que invierten su capital privado a cambio de un interés. Para eso utiliza la plataforma Mercado Crédito, la cual le ofrece préstamos de capital a pequeñas y medianas empresas que venden a través de Mercado libre o que procesan sus cobros con Mercado Pago. El registro es online y no requiere ninguna documentación. Para el vendedor esta operación tiene muchos beneficios ya que las condiciones son flexibles y es él quien decide el monto a pagar y sus respectivas cuotas. Mercadopago es la plataforma de pagos de origen latinoamericano más grande de la región, con más 182 millones de usuarios, 370.000 comercios adheridos y ofrece más de setenta opciones de medios de pago.

ML anunció a principios de abril que sumará más de 16.000 trabajadores en toda la región en 2021, lo que implica un crecimiento superior al 100% en tan solo un año. Entre otros objetivos, está el de ampliar la red logística en la región y para ello necesita reforzar las áreas de IT (Tecnología de la Información). En una entrevista, Marcos Galperín explicó: “Nuestro objetivo es optimizar los tiempos y formas de entrega en cada país. Un 70% de los nuevos empleos serán en los Centros de Almacenamiento y un 25% en los equipos de tecnologías de cada país, que desarrollan mejoras continuas en el servicio y la experiencia de pymes, comercios y consumidores”.

Gran lugar para trabajar

El sitio “Great Place to Work” (GPTW) reconoció por tercer año consecutivo a ML como una de las mejores empresas para trabajar en Latinoamérica. Cada año, GPTW evalúa el ambiente de trabajo en las diferentes compañías mundiales teniendo en cuenta las experiencias de confianza en sus líderes, las condiciones laborales, salarios entre otros atributos pero ¿qué tan cierto es? 

ML cuenta con diversas áreas desde Marketing, Customer Experience, Logística, Prevención de Fraudes, etc; pero las condiciones laborales parecen no ser las mismas. Sebastián Manzoni, joven despedido a principios de mayo, publicó una serie de tuits en los que relataba las duras condiciones de trabajo en la empresa, con metas que los obligaban a correr casi las diez horas que dura un turno. Como todos son contratados como personal temporario, la expectativa es rendir lo suficiente como para quedar como empleado permanente. La serie de tuits produjo cierto revuelo en la red. 

En diálogo con ANCCOM, Manzoni contó cómo es trabajar en la firma de Galperín: “En muchos sitios y medios se dijo que critiqué todo de la empresa, pero no es así. Por supuesto que tiene algunos elementos positivos como el buen sueldo que no baja de la inflación, las comidas son económicas y existe un sistema de traslado de combis que te lleva, pero no todos son beneficios”. Sebastián trabajó en el Área de Depósito desde febrero de 2021 y fue contratado junto con doce jóvenes más. Sus días laborales comenzaban los viernes por la noche y terminaban los lunes por la mañana. Respecto a esta situación, el joven expone que existen ciertas irregularidades que violan las leyes laborales: “Por ejemplo, se exceden en la cantidad de horas nocturnas y la cantidad de breaks [cortes] es menor ya que solo teníamos entre veinte minutos y media hora de descanso, lo cual era muy poco por la demanda física que implica estar en depósito”.

 Otra de las cuestiones que denuncia es el fraude laboral que existe con la eventualidad: “Es entendible que se contrate personal eventualmente en fechas como el Hot Sale pero si el setenta por ciento es eventual y realiza trabajos habitualmente, la situación es otra. A la empresa le conviene no efectivizarte porque se ahorran vacaciones, gastos, indemnizaciones, etc”.

El entrevistado cuenta que su tarea laboral se desarrollaba en el depósito que tiene cuatro niveles. Allí debía recolectar entre noventa y cien productos por hora para quedar entre los primeros puestos de productividad al final de la jornada: “Lo que sucedía es que como la mayoría es eventual, la mayor aspiración y preocupación es que te efectivicen. ¿Cuál es la lógica? ‘Doy todo, trato de quedar primero a toda costa, para que me contraten’. Entonces ves como todos los chicos corren como si fuera una maratón, compitiendo entre ellos. De hecho, a mí me echaron con una tanda de chicos que habían quedado en el primer puesto muchas veces.”

Tal como parece, uno de los motores de este sistema de productividad es el incentivo y las aspiraciones de los trabajadores eventuales. Esta situación habilita la pregunta de si ML aplica la tecnología para aumentar la productividad o si en todo caso, lo consigue por medio de la explotación y abusos laborales. En la actualidad, son muchos los jóvenes que consideran a la empresa como uno de los mejores espacios de trabajo pero ¿es así? En este sentido, Manzoni recomienda a quienes decidan trabajar en la empresa ahorrar momentáneamente y no firmar ninguna renuncia: “Van a ganar momentáneamente un buen sueldo pero esto no dura para siempre ya que nunca te terminan de contratar y vos por ahí exigiste tu cuerpo en estas condiciones deplorables. Otra irregularidad que tiene la empresa es que te seducen para que firmes la renuncia a cambio de brindarte trabajo en el futuro: Al final trabajas nueve meses de manera eventual y te vas con las manos vacías”. 

Desde ML no hubo respuesta a las consultas de ANCCOM sobre este tema. 

Juan Manuel Ottaviano, abogado laboralista y asesor de APP (Asociación de Personal de Plataformas), expresó que frente a estas promesas, “deberíamos preguntarnos en qué medida implican una mayor autonomía y qué beneficios tiene el trabajador: por ejemplo, en el Área de Depósito prevalece la jornada por horas que no es un sistema de flexibilidad para los trabajadores sino que es un sistema de flexibilidad horaria para que la empresa pueda organizar su productividad, lo cual implica menor libertad para el trabajador pero sí para la empresa”.

¿Por qué el trabajo en ML resulta atractivo para los jóvenes? Según Ottaviano, estás compañía trabajan fundamentalmente en el marketing del reclutamiento de trabajadores y se esfuerza por presentarla como una buena oportunidad laboral: “La realidad acá es que no en todos los casos pagan muy mal y no en todos pagan muy bien, porque hay labores que requieren más calificación. Por eso hay que tratar de hacer indagaciones más precisas sobre cuáles son los perfiles que estas empresas buscan ya que la tecnología agranda esta brecha”.

León Dario Piasek, también abogado laboralista, coincide con esta postura agregando que “este marketing especializado intenta dar la sensación de que uno es un emprendedor libre y no un empleado: Seducen con la idea de la libertad horaria, el trabajar desde la ‘comodidad’ de tu casa, el no tener que viajar, etc.”

Al parecer,el problema central no solo está en las contrataciones eventuales a trabajadores autónomos en vez de asalariados sino que es mucho más serio. Esto tiene que ver con especificar la clasificación de las actividades económicas que desarrollan empresas como ML, Uber, Rappi: “MercadoLibre se dedica al comercio online pero también presta servicios financieros a través de una billetera electrónica. Por tanto debería haber regulaciones en esas actividades, teniendo en cuenta también los distintos puestos de trabajos”, explica Piasek y agrega: “Hay una falta de fiscalización del Estado que debería ser más rígida sobre todo cuando se trata de derechos. Una falencia es lo que se conoce como policía de trabajo de fiscalización y de sanciones: casi no vas a encontrar empresas sancionadas por no respetar las políticas fiscales o laborales. Hoy, el 40% de los argentinos trabaja de manera informal y casi siempre el Estado juega a favor de los empleadores”.

Las plataformas son una nueva forma de hacer negocios que han acelerado su crecimiento gracias a la pandemia. El desarrollo tecnológico que promueve este tipo de compañías es clave para su crecimiento económico, pero sería necesario analizar cuánto queda si se someten a las regulaciones impositivas y laborales de acuerdo a la legislación vigente y con un Estado presente.

Derecho laboral poco Claro

Derecho laboral poco Claro

“Matías Dimuro presente, ahora y siempre”, vociferaba a través de un micrófono el miembro de la Comisión Administrativa de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA) por la Lista Violeta, Carlos Artacho. Eran 17:30 del viernes 20 de noviembre y se cumplía casi un mes desde que Dimuro, de 26 años, falleció mientras trabajaba para Global Connect, una empresa tercerizada de Claro. En las calles que se despliegan como arterias del Congreso de la Nación, corazón de la democracia argentina, se congregaron familiares, amigos, compañeros de trabajo y de lucha del joven para exigir justicia, recomposición de salarios y condiciones dignas de empleo.

“Todavía tengo la imagen de Mati con el casco a tres metros. A veces me veo a mí mismo, incluso”, dice un joven trabajador de la empresa Global Connect que prefirió mantener el anonimato. Dimuro perdió la vida el viernes 23 de octubre cuando, tras varios días de lluvia, fue a realizar una instalación de fibra óptica en un poste de luz. “Él no tenía que estar subido al poste, porque no era técnico sino ayudante y estaba solo, se necesitan dos o más personas”, testimonió su hermano para La Izquierda Diario. “El poste tiene que ser uno puesto por la empresa Claro, y estaban usando los de la municipalidad que son de fierro y estaba en estado deplorable”. El deceso ocurrió al instante: aún sin tocar los cables, el trabajador sufrió una descarga eléctrica que, debido a la falta de equipamiento de seguridad correspondiente para la tarea, lo disparó de la escalera a la que estaba trepado. 

“A veces te subís al poste y se te cae el casco porque no sirven, no son para eso”, sigue el joven que trabajaba codo a codo con Matías y que fue el último en verlo antes de que, a las 13, le informaran de lo que había sucedido. 

Global Connect es una PYME fundada en el 2006 y asentada en Castelar, Buenos Aires, que tiene entre 250 y 270 empleados. “Somos una empresa de telecomunicaciones, una contratista: eso significa que trabajamos al servicio de otras empresas como Claro, Telecentro y Cablevisión. En la primera tenemos, además de personal técnico, vendedores de portabilidades”, cuenta Tomás, que trabaja en Recursos Humanos hace un año y dos meses. Quien figura como presidente, Oscar Damián Di Criscenzo, tiene un cargo similar en otras tres empresas del mismo rubro: ZETTA Comunicaciones SA, RCDA Telecomunicaciones SA y Equal Team SA. Todas ellas tienen otro factor en común: la dificultad de acceder a sus datos más básicos a través de Internet.

“Es la primera vez que tenemos una situación como la de Matías. Desde entonces, fortalecimos las capacitaciones, la entrega de elementos de protección personal y nos aseguramos de que todos estén al día. También les dimos unos días de descanso: tenemos que seguir trabajando porque la empresa exige que continuemos produciendo, y tratamos de que la gente esté lo más a gusto posible”, responde Tomás sobre el suceso. “Al ser la primera experiencia también estamos probando un poco y viendo cómo avanzar”.

Sin embargo, Hebe  Sosa, madre de Matías, señala: “De la empresa se comunicaron conmigo pero solamente de Recursos Humanos para pedirme papeles”. Los compañeros de Matías, por su lado, volvieron a trabajar a los pocos días. “No hubo respeto”, afirma su ex compañero. “Eso pasó un viernes y cuando se enteraron de que el lunes era el velorio e íbamos todos dijeron `el lunes no se trabaja´ pero el martes ya nos comunicaron que nos teníamos que presentar. Vinieron a hablar y no dieron una respuesta concreta”.

Hebe, la madre de Matías Dimuro, exigiendo justicia en el acto realizado el 20 de noviembre.

Sub-representados

El fenómeno de la tercerización comenzó durante la última dictadura militar cuando, al retirarse de algunos puntos del interior del país, la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) le abrió el paso a nuevas empresas privadas para que ocupen su lugar. Esto se profundizó durante los gobiernos menemistas: “Las empresas hacían lo que querían con nosotros. No nos daban nada, tenías que pagar para laburar”, comenta Alejandro Ante, quien cuenta con más de 25 años de experiencia en el sector. 

A partir del 2003 las condiciones mejoraron, pero la subcontratación continuó. Según la investigación La tercerización en el sector de telecomunicaciones durante la postconvertibilidad. El caso de Telefónica de Argentina, de Victoria Basualdo para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en 2011 la mitad de los trabajadores de telecomunicaciones estaban en empresas tercerizadas. “Todas estas compañías tienen contratas y subcontratas, es el tercerismo del tercerismo”, señala la trabajadora de Telecom y miembro de la Lista Violeta de FOETRA, Florencia Saracho. De acuerdo al informe La tercerización laboral en Argentina: evidencia, análisis y propuesta de regulación, elaborado por el Ministerio de Trabajo en el 2015, para el 2014 los empleados de las contratistas ganaban un 35% menos que los de planta, y los de las subcontratistas, un 51% menos. 

Para comprender esta situación es necesario situar la mirada en los sindicatos. “La precarización comienza al estar dentro del convenio de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA)”, asegura Florencia. El gremio apareció en el sector en la década de 1970 y, de a poco, fue creciendo hasta ser hoy el principal representante de los trabajadores tercerizados.

Sin embargo, al estar ligado a la construcción, el convenio colectivo de trabajo 577/10 resulta problemático a la hora de aplicarse en el rubro de las telecomunicaciones: “Es casi todo a producción, y para un albañil probablemente está bien, pero no para otros sectores”, comenta un afiliado a la UOCRA que prefiere mantenerse en el anonimato. Esto le permite a los dueños de las empresas abaratar costos, ya que, según Saracho, “los técnicos tercerizados tienen remuneraciones mucho más bajas que los efectivos, que generalmente están dentro de FOETRA. Además, su salario en blanco es la mitad y el resto, que está sujeto a la producción, es en negro”, cuenta. 

El sueldo atado a la producción tiene otras implicancias. Carlos relata que un año le tocó un febrero en el que llovió la mitad del mes. “Las metas de producción llevan a que los muchachos arriesguen la vida más de lo usual. No podés volver a tu casa y decirle a tus pibes ‘hoy no hay leche porque no me animé a subir a un techo’”, añade.

“Todas estas empresas lucran con los terciarizados”, declara el empleado de Global Connect. “Estamos mitad en negro, mitad en blanco: en mi recibo de sueldo figura que trabajo cuatro horas y gano 17.000 pesos. Cuando sos ayudante tenés un sueldo fijo de 22.000 y 2.000 de presentismo, y el técnico, gana a producción. Si te enfermás o te pasa algo, esos días no los recuperás, no te los paga nadie”.

El rol de la UOCRA es fuertemente cuestionado: “Funciona como una forma de precarizar por su convenio colectivo y lo peor es que ni siquiera se cumple con lo que está garantizado, por más que haya mejores o peores delegados. Hay límites por el convenio y otros que son autoimpuestos por el sindicato”, menciona Carlos. En noviembre del corriente año, las paritarias de UOCRA cerraron con un 33% de aumento, pero Carlos advierte: “Hay empresas que se hacen las desentendidas, en última instancia depende de la correlación de fuerzas con los trabajadores dentro de cada lugar. El gremio acompaña los reclamos pero hasta ahí”.

Ni seguridad ni higiene 

La pandemia dejó al desnudo la precarización laboral desde su capa más superficial. Cuando se instaló la cuarentena en marzo del 2020, entre los trabajadores esenciales que consignaba el decreto gubernamental con derecho a salir y seguir realizando actividades estaba el de telecomunicaciones. 

“Hubo una reorganización, porque cuando apareció todo este tema había mucha incertidumbre y miedo. A los chicos les brindamos los elementos personales de cuidado y sanidad así como capacitaciones a cargo de un servicio de higiene y seguridad externo, especialmente importantes para quienes están constantemente en la calle y visitando domicilios con gente”, explica Tomás de Global Connect. 

Sin embargo, quienes ponen el cuerpo día tras día no coinciden. “Un mes nada más hubo barbijos, guantes y alcohol en gel. Hasta que pasó lo de Matías no había ningún elemento de cuidado”, aseguran. Además, los trabajadores nunca dejaron de ingresar a los domicilios, a diferencia de lo que sucedió con empresas como Movistar, que les proveían trajes especiales o los dejaban realizar sus tareas desde exteriores.

“He trabajado en empresas que no te dan nada y tenés que arreglarte como podés. No te otorgan un detector de tensión, por ejemplo, que en nuestra área es central porque cuando subís, detecta si hay un campo eléctrico”, cuenta Alejandro. Los accidentes no son inusuales en el sector y tampoco las muertes: “A mí se me murieron compañeros”, afirma con la liviandad de quien no ha tenido otra opción que naturalizarlo. Uno de ellos era Marcelo Arispe, un trabajador tercerizado de Telefónica que perdió la vida en el 2017 tras caer de un poste en Villa Lugano, Buenos Aires. Ritmos exigentes, la necesidad de ganar dinero y la falta de herramientas son siempre una combinación letal.

Según datos de la organización Basta de Asesinatos Laborales, durante el 2019, en Argentina se produjeron 534 muertes de personas en sus puestos de trabajo, y la situación en la que se encuentran el sector de telecomunicaciones no pareciera estar orientada a disminuir ese número. “Vivís corriendo. Lo que pasó con Matías es una suma de un montón de cosas, entre ellas el nerviosismo con que a veces trabajas pensando en que tenés que hacer otra producción, que en realidad vale 380 pesos cada una. Pero siempre suma hacer una o dos más, y corrés contra todo, no te fijás donde te apoyás ni qué estás tocando. Quiera o no, la empresa es culpable de generar esos problemas en el empleado”, relata el joven empleado de Global Connect.

Para Alejandro, las compañías siempre le buscan la vuelta para que la culpa parezca ser de los empleados. Para ello, tienen una estrategia infalible: apenas comienzan a trabajar para ellos, les hacen firmar una capacitación de higiene y seguridad que, en algunos casos, no les dan realmente. Eso deja a las empresas cubiertas: “Si vos subís y te pasa algo la responsabilidad es tuya. Ellos presentan la nota y ya se desligan”, declara.

Justicia por Matías

“La idea es que, en nombre de mi hijo y ya que ahora no lo tengo, surja algo positivo para el resto, para los que quedan y para todos los trabajadores tercerizados que están bajo estas condiciones laborales horrendas”, dice Hebe, madre de Matías y del reclamo por que su muerte sirva como semilla para un verdadero cambio.

“Lo que pedimos es basta de precarización, justicia por Matías y seguridad para los trabajadores, es esencial. Como corresponde y tiene que ser, cumpliendo con todos los derechos que acá no se respetan”, manifiesta con voz firme. “La causa judicial está armándose, tengo un abogado que está averiguando qué hay ahí adentro porque todavía no sabemos, pero en el acta de defunción decía que falleció por electrocución y paro cardíaco”.

Hebe lidera la lucha y reclama una indemnización por parte de Global Connect. Sin respuestas aún, asegura: “Si la empresa no responde, iremos por la madre, que es Claro”. Hoy busca visibilizar la situación y, para ello, contacta personas que hayan padecido la muerte de un familiar, amigo o compañero a causa de la precarización laboral y la desidia estatal, ya que, según declara, “el Gobierno sabe de estas cosas, pero no hace nada”.

Su idea es agruparse e ir de un solo golpe, pero cuenta con un obstáculo: el poder político, económico y mediático que detenta su rival, Claro. Sin embargo, nada la detiene: organiza las movilizaciones, el sistema de transporte para que todos puedan asistir y se encarga de difundir en todo medio que quiera ayudarla a transformar su dolor en la posibilidad de evitar que la historia se repita.  “Ya me prometí que voy a mover cielo y tierra para que esto cambie y que se haga justicia”, termina.

Precarización laboral a distancia

Precarización laboral a distancia

“Mi oficina es mi casa, no tengo compañeros y no conozco la cara de mi coordinadora”. Así describe Andrea su espacio y sus relaciones laborales. Forma parte del 1,2 millones de teletrabajadores que, según las cifras más recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), desarrollan su actividad a distancia en la Argentina.

Andrea, teletrabajadora, está frente a su computadora con el teléfono en una mano y una birome en la otra.

El teletrabajo es cada vez más frecuente en nuestro país, según cifras de la OIT.

El teletrabajo es una modalidad de “trabajo a distancia -incluido el trabajo a domicilio- efectuado con auxilio de medios de telecomunicación y/o de una computadora”, tal como lo define la OIT, predominante entre periodistas, diseñadores gráficos, diseñadores web, operadores, programadores y desarrolladores de sistemas, entre otros.

Para Santiago Duhalde, Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), se parece mucho a la vieja forma de trabajo a domicilio que existía en los siglos XVIII y XIX, ahora atravesada por las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y basada en una “individualización de la relación laboral”: el trabajador realiza su tarea fuera del tradicional ámbito laboral y alejado de la presencia física de jefes, superiores y, en la mayoría de los casos, de compañeros.

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Andrea es redactora y elabora artículos para sitios web y blogs españoles. Trabaja desde hace tres años para la misma empresa cordobesa a la que le factura mensualmente de acuerdo a los trabajos que haya realizado. No tiene un vínculo cara a cara con la empresa, se contacta de forma virtual con la coordinadora que le propone nuevos proyectos y controla sus tiempos y calidad de producción. Generalmente trabaja desde su casa, a veces en un bar. Las horas que dura su jornada laboral depende de la cantidad de proyectos en los que esté trabajando. “Para que el ingreso me rinda, tengo que agarrar varios proyectos simultáneos”, señala. Si la fecha límite de entrega del proyecto se acerca y el artículo no está terminado, la jornada se extiende lo que sea necesario. Sus momentos laborales no distinguen entre día o noche y la “comodidad” del hogar hace que muchas veces continúe trabajando durante el almuerzo o la cena y los fines de semana.

En la industria informática se desdibuja la jornada laboral en la modalidad teletrabajo. Para Ezequiel Tosco, Secretario General de la Asociación Gremial de Computación (AGC), bajo el “discurso de la comodidad, la libertad y la autonomía”, el trabajador termina dedicando más horas, cobrando menos y no contando con los aportes a la seguridad social.

Duhalde explica que trabajar por objetivos y no tener definida una cantidad de horas de trabajo “licúa la idea de jornada laboral” extendiendo el tradicional horario de ocho horas y precarizando aún más esta actividad.

Invisibilizar derechos

Martín no tiene un salario fijo por su teletrabajo, vende sus artículos de acuerdo al precio que esté dispuesto a pagarle su empleador. Es periodista, redacta notas, realiza entrevistas y edita textos para diarios web desde hace tres años. No siempre su trabajo fue remunerado sino que trabajó ad honorem para poder hacer experiencia en su profesión. En ocasiones, “invierte” más de lo que gana para, por ejemplo, costear el transporte para realizar una entrevista. 

El salario de Andrea también es variable, factura a fin de mes de acuerdo a la cantidad de notas que haya realizado. El pago por su trabajo ya está establecido de antemano como parte del proyecto. “La coordinadora me informa que hay que escribir una cantidad de notas con determinados caracteres y que se paga determinado monto por eso. Acepto o no acepto el proyecto, no hay lugar para la negociación”, describe. La paga de los artículos va aumentando, sutilmente, durante el año pero nunca se habla en términos de salario, aunque su relación laboral ya lleve tres años.

La inscripción de los teletrabajadores como autónomos enmascara la real relación de dependencia, tal como lo plantea Duhalde. “En muchos casos, ni siquiera están registrados, es trabajo en negro o un falso trabajo autónomo porque son monotributistas que trabajan únicamente para uno o dos empleadores”, dice y enfatiza en que eso implica un “fraude a la Ley de Contrato de Trabajo”.

Tosco coincide en que la modalidad freelance es un “fraude fiscal y una estafa al trabajador” porque hay un contrato de trabajo encubierto, que no está dentro en ningún convenio colectivo de trabajo (CCT) y que afecta al trabajador por ausencia de aportes patronales y a la Seguridad Social de la Nación”.

Se trata de una “actividad precarizada”, dice Duhalde y agrega: “Con una relación de dependencia encubierta, ni siquiera están sindicalizados ni gozan de otros derechos provenientes del CCT”. Resalta que, por el contrario, “para la empresa es muy bueno porque se evita los costos de las herramientas y la conexión, disminuye el salario respecto a la modalidad presencial y, además, se ahorra las cargas sociales”.

Ezequiel Tosco, de AGC, posa junto a la bandera argentina y a la de su gremio en su oficina.

«El trabajo freelance es un fraude», dice Ezequiel Tosco, de la Asociación Gremial de Computación.

La falta de sindicalización y la ausencia de vínculos legales entre el trabajador y la empresa dejan a los trabajadores en una compleja situación de incumplimiento de sus derechos y condiciones laborales. “Cuando me quiero tomar vacaciones es un problema, tengo que adelantar los artículos que correspondan a los días en que no esté”, señala Andrea, para quién vacaciones pagas, paritarias, aguinaldos, antigüedad e indemnizaciones no existen.

En este marco, la necesidad de regulación es clave. Luego de la presentación al Poder Legislativo, en 2015, de un proyecto de Ley de Teletrabajo en Relación de Dependencia que no prosperó, la problemática ya no está en la agenda. Según Duhalde es un problema que está desatendido. “Se trata de visibilizar esta problemática para no invisibilizar a los trabajadores”, concluye.