“El derecho a la propiedad debería poder ser regulado, como todos los demás”

“El derecho a la propiedad debería poder ser regulado, como todos los demás”

El último censo reveló una cruda realidad: en Argentina solo el 65% de las familias son dueñas de sus casas. En la Ciudad de Buenos Aires, la cifra baja al 52%. En un país con cerca de 10 millones de inquilinos, la política no ha logrado dar una solución para un mercado de alquileres cada vez más inaccesible.

La Cámara de Diputados de la Nación sesionará el 23 de agosto para discutir la reforma o derogación de la ley de alquileres, a tres años de su sanción, en el marco de una crisis habitacional cada vez más grave.

El legislador porteño por el Frente de Todos, Manuel Socías, quien trabaja desde 2015 junto a un equipo multidisciplinario sobre la problemática de la vivienda en la Ciudad de Buenos Aires, presentó recientemente su propuesta de crear un Régimen Nacional de Alquileres Protegidos.

En diálogo con ANCCOM, Socías asegura que “la mirada de Juntos por el Cambio sobre la ley es muy irresponsable porque genera incertidumbre”. A la vez, alerta sobre la “crisis de imaginación y audacia” de toda la dirigencia política para abordar el problema y plantea la necesidad de que haya “un nuevo poder legitimado” que pueda convocar a los principales actores a discutir la normativa vigente.

¿Cuál debería ser la discusión sobre la ley de alquileres?

Es un falso dilema el que está planteado en el Congreso. No se trata de derogar o dejarla tal cual está. La ley es bienintencionada, pero está pensada para otro contexto y no funciona con alta inflación. Lo que hay que discutir son sus aspectos más problemáticos: cada cuánto se puede actualizar el contrato (hoy anualmente) y si es de dos o tres años.

¿Qué cambios deberían hacerse?
Habría que acortar los plazos, hacerlos semestrales, pero usar un coeficiente que no sea el IPC (Índice de Precios al Consumidor), sino sólo el RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables), menos un porcentaje, porque es un coeficiente que mide la evolución de los trabajadores del sector formal y eso no incluye al total de la población inquilina, donde también hay cuentapropistas, monotributistas y trabajadores de la economía informal.

¿Esta reforma podría plantearse en la próxima sesión?
En un año electoral es imposible. Juntos por el Cambio tiene una mirada muy irresponsable, porque plantea derogar la ley. Lo único que va a generar eso es más incertidumbre y romper más el mercado. Es malo para los inquilinos, pero también para los propietarios. Hoy los dueños están haciendo contratos de tres meses, por fuera de la ley, por indicación de las inmobiliarias, usando un agujero legal para los alquileres temporarios. De acá a diciembre, la situación cada vez va a ser peor, hasta que haya un nuevo liderazgo legitimado que convoque en una mesa a la política, el sector inmobiliario y los inquilinos para discutir la actual normativa

¿Por qué se discute tan poco el problema de la vivienda?
La principal razón es que la industria de la construcción es el principal dinamizador de la economía argentina, porque genera muchísimo empleo y sirve para paliar la situación de crisis social. El problema es que es malo para lo habitacional, pero nadie quiere tocar esa bomba de relojería, porque si te equivocás de cable vuela todo por el aire. La segunda es el derecho a la propiedad, que es el único pensado como un derecho absoluto y debería poder ser relativizado y regulado como todos los demás. Eso no quiere decir expropiar departamentos, sino reglamentar la renta, porque la vivienda es un derecho constitucional que hay que garantizar.

¿Puede repensarse este escenario?
La dirigencia hoy no tiene la vocación de hacerlo. No es un problema sólo de Larreta o de Macri. Hay una crisis enorme de imaginación, de pereza intelectual y falta de audacia política general. El peronismo dice que se soluciona construyendo vivienda pública y la derecha dice que se hace dejando que el mercado edifique sin parar. Ninguno de los dos paradigmas resuelve el problema. El primero porque no tenés escala para construir viviendas desde el Estado que te permita resolver el déficit habitacional, y el segundo porque la perspectiva de mercado no está pensada para hacer eso, sino para dolarizar como una reserva de valor. Hay que encontrar una diagonal entre ambas perspectivas que permita combinar instrumentos para darle escala, capilaridad y velocidad a la respuesta. Hay que inventar cosas nuevas.

¿Cuál es tu propuesta para atacar la problemática?
Si el peronismo gana las elecciones, el 11 de diciembre debería proponer el reemplazo a la ley de alquileres por un Régimen Nacional de Alquileres Protegidos que cambie radicalmente la mirada sobre el tema. Todas las viviendas en Argentina tienen que estar dentro de un régimen que consiste en dos submercados: uno público y uno privado. El primero debe ser estructurado a partir de bancos públicos de vivienda a nivel nacional, provincial y municipal, que alimenten un stock de viviendas para atender a las poblaciones más vulnerables y a los sectores medios con alquileres accesibles, como hacen Nueva York, París o Madrid. Por otro lado, al submercado privado de alquileres hay que darle un conjunto de incentivos para aumentar la oferta y mejorar la rentabilidad a cambio de estabilizar una curva de precios que acompañe la variación del ingreso de la población inquilina. Aquel propietario que ponga su propiedad en alquiler no tendrá que pagar bienes personales, ganancias, sellos, ABL, ingresos brutos, nada. Ese conjunto de beneficios es el equivalente a un alquiler número 13, como si le pagáramos un aguinaldo al propietario. A cambio, tiene que respetar unos precios de referencia acordes al promedio histórico de la ciudad.

¿Alcanzan esos incentivos?
Tenemos la expectativa de que sí, pero lo discutí con el presidente de la Cámara de Desarrolladores Inmobiliarios y él considera que no, porque toda esta economía está en negro. Los contratos no están registrados, probablemente las viviendas tampoco. Por eso hay que tener decisión política para desarrollar al mismo tiempo una burocracia en el Estado capaz de entender y fiscalizar ese mercado. Hoy ningún gobierno (nacional, provincial ni municipal) tiene un área dedicada al tema de los alquileres.

¿Cómo podría articularse ese registro con una regulación de los alquileres destinados al turismo?
Que haya turismo internacional en Argentina es una buena noticia porque ingresan dólares, pero también tiene un problema que es la dolarización de los precios y la reducción del parque habitacional. Primero hay que hacer un registro para saber cuántos departamentos están volcados ahí y después hay que tomar medidas diferentes según la realidad territorial. Por ejemplo, San Martín de los Andes, Bariloche y Ushuaia son ciudades que están en una situación habitacional crítica. En esos lugares hay que acotarlos como hacen todos los países del mundo, donde autorizan que haya el 20% o el 30% de las unidades. Hoy la Ciudad de Buenos Aires está promoviendo con subsidios la reconversión de edificios de oficinas del microcentro en viviendas para Airbnb. Eso hay que prohibirlo de raíz. Otros países limitan los alquileres temporarios a 60, 90 o 120 días al año. Hay un montón de regulaciones posibles, pero todas tienen que estar adecuadas a cada realidad territorial y requieren una reingeniería institucional muy desafiante.

¿Puede repensarse este escenario?

La dirigencia hoy no tiene la vocación de hacerlo.

No es un problema sólo de Larreta o de Macri.

Hay una crisis enorme de imaginación, de pereza intelectual y
falta de audacia política general.

¿Cómo es la legislación sobre el tema en la Ciudad de Buenos Aires?
En CABA hay un registro de Airbnb donde los contratos de alquiler temporario tienen que pagar el 6% de ingresos brutos. Actualmente hay 300 departamentos registrados sobre un universo que se estima en 20.000. Es una ficción. No paga nadie. La Ciudad de Buenos Aires no tiene la voluntad de registrar y regular esos alquileres. De todas maneras, a mí también me gusta ir a un Airbnb cuando viajo y para un propietario es un buen negocio, me parece fantástico. Pero todo eso tiene que estar armonizado con el derecho a vivir con dignidad en el lugar donde naciste.

¿Se puede pensar en préstamos hipotecarios tras el fracaso de loscréditos UVA?
Los créditos hipotecarios tal cual estuvieron pensados en los últimos años no sirven, porque lo único que hacen es darle a un conjunto de la población un paquete enorme de dinero para competir en el mercado de compra y venta de inmuebles que están dolarizados. Es una política que lo único que hace es aumentar los precios y convalidar la dolarización.

¿Cuál sería una alternativa sostenible?
El Estado tiene que aportar la tierra, convocar a los sectores medios a aportar sus ahorros y constituir un fideicomiso sobre esos terrenos. Con eso, construir y comercializar propiedades en pesos y al costo. Después, entregar un crédito hipotecario en pesos para cubrir la brecha que se ajusta por la variación de los ingresos de los sectores medios. Es un préstamo que está montado sobre un nuevo tipo de oferta y desde otra lógica.

¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes que buscan independizarse en este contexto?
Yo soy muy amigo de Ofelia Fernández, que es una joven que alquila y tiene una representación bastante cristalina de la agenda de los jóvenes. Ella me dijo que nosotros tenemos que organizar generacionalmente la pelea por el derecho a vivir en el lugar donde nacimos. Los burócratas no van a hacer nada hasta que no reciban una presión descomunal de los pibes que tienen una enorme dificultad para irse de la casa de los viejos. Mi mensaje es organícense, peleen y obliguen a la política a dejar de romper las pelotas y a discutir estos temas con seriedad y honestidad.

Un abrazo silencioso para un Botánico ruidoso

Un abrazo silencioso para un Botánico ruidoso

Organizaciones ambientalistas y vecinales se manifestaron contra los daños naturales que genera Secret Garden, el evento de luces y sonidos que se realiza en el parque ideado por Carlos Thays. El predio fue alquilado en tres millones y medio de pesos y ya lleva recaudado 250 millones.

Organizaciones vecinales y ambientalistas se reunieron este domingo en la puerta del Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires para realizar un abrazo simbólico contra el evento lumínico Secret Garden que se desarrolla en ese parque público durante el mes de julio.

“Es importante la defensa de nuestro patrimonio arbóreo, natural, histórico y cultural. La enajenación de los espacios verdes públicos es una constante, pero no pensábamos que podían llegar hasta el Jardín Botánico. La verdad es que cada vez nos sorprenden porque van más allá”, sostiene en diálogo con ANCCOM María Angélica Di Giacomo, fundadora de Basta de mutilar nuestros árboles, una organización que tiene por objetivo la conservación y protección del patrimonio arbóreo de la Ciudad.

La convocatoria al abrazo estuvo gestada a través de una Carta Abierta en Defensa del Jardín Botánico Carlos Thays, redactada por organizaciones ambientalistas y defensoras del patrimonio porteño, que ya reunió más de 6.000 adhesiones. Entre los fundamentos del escrito se destaca que “desde la Secretaría de Ambiente, se informó oficialmente que se “valora y respeta de manera irrenunciable el patrimonio que representa el Jardín Botánico Carlos Thays para la Ciudad de Buenos Aires”. Pero las organizaciones piensan lo contrario: “Por lo que vemos, es un modo extraño de hacerlo. Nos preocupa sobremanera el antecedente de impunidad que quedará para el futuro y nos preguntamos cuánto costará revertir, en los jóvenes y niños que concurran a este espectáculo, la falsa idea de que han visto un Jardín Botánico”.

La muestra inmersiva lumínica denominada Secret Garden se realiza a nivel mundial, y propone un recorrido a través de postas con efectos sonoros y visuales, con luces led, de neón, y proyecciones a partir de video mappings. Esta actividad se presenta oficialmente como “una excelente oportunidad para conocer o volver al Jardín Botánico Carlos Thays en el marco de su 125° Aniversario con esta propuesta innovadora, 100% disruptiva y sustentable”, y se realiza en horario nocturno, luego de las 18, cuando el Botánico cierra sus puertas al público general.

El pago del canon por el uso del Botánico (dispuesto por el Banco Ciudad) para la realización de esta actividad durante las noches del mes de julio se ubicó alrededor de los tres millones de pesos, mientras que las ventas por entradas, que rondan entre los 3.500 y 4.500 pesos por persona, ya superaron la suma de 250 millones de pesos. En cuanto a las ganancias obtenidas por el alquiler, no está previsto que sean reinvertidas en el parque público, sino que en principio formarán parte del Tesoro de la Ciudad.

El reclamo no se presenta contra la propuesta artística en sí, sino en el espacio donde se autorizó su realización. El Jardín Botánico, inaugurado en 1898, cuenta con más de siete hectáreas de superficie, alberga más de 900 especies y 2000 ejemplares de árboles y plantas nativas y exóticas, y tiene entre sus misiones la conservación de la biodiversidad y la educación ambiental.

“El Jardín Botánico debiera ser una institución científica y educativa tal como la fundó hace 125 años Carlos Thays. Este evento tiene un impacto negativo en el ambiente de un patrimonio natural e histórico muy singular porque daña a la vegetación y a los animales que tienen hábitos nocturnos”, explica Fabio Márquez, conocido en sus redes sociales bajo el seudónimo Paisajeante. “Esto va a implicar un deterioro ambiental, es un ecocidio. Esto es una reserva de pájaros, de diversidad de aves, y 30 noches sin que las aves no puedan ni dormir con el ruido y las luces, las expone a un estrés altísimo, que, al ser durante todo un mes, va a implicar que muchas vayan a morir, porque son muy delicadas. La realidad es que este es una especie de santuario, que al entrar no se escucha el ruido de los coches, es un lugar de silencio, y las aves están acostumbradas a este ambiente”, comenta Marina Garrido, vecina, abogada e integrante de la Asociación Civil Lucha por la Integridad Social y el Derecho Animal (ALUISA).

El Botánico no sólo fue declarado como Monumento Histórico Nacional en 1996, sino que también es el primer pulmón verde seleccionado por el Gobierno de la Ciudad en marzo de este año, por su diferencia climática 4.8 grados menor respecto de la temperatura registrada en sus alrededores. “Es increíble pero fue declarado primer refugio climático de la Ciudad. En vez de replicar este esquema en todos los espacios verdes de la Ciudad, es al revés. Se trae acá lo que invade nuestras plazas: plásticos, metal y cemento”, sostiene Di Giacomo.

Desde la reglamentación de uso del Jardín Botánico se establece la prohibición de dañar plantas, carteles, esculturas, y no se permite pisar el césped. Además, se solicita colaboración para combatir la contaminación sonora, evitando los ruidos y la utilización de aparatos electrónicos con sonido exterior. “Acá adentro está prohibido hasta andar en bicicleta, y sin embargo tenemos filmado y fotografiado que han ingresado autos. Las raíces de los árboles que pasan por los senderos están siendo pisoteadas por autos y por la gente, por lo cual no hay lugar más inapropiado que este para hacer el evento”, agrega Di Giacomo.

Mientras reparte folletos para difundir el reclamo y sumar firmas a la Carta Abierta, Natalia Kerbabian, arquitecta e ilustradora de la arquitectura patrimonial demolida y en riesgo, cuenta que “la importancia del abrazo es para sostener una ciudadanía consciente, conectada a la vida, al respeto y a la palabra. El arrebatamiento y el avasallamiento de un espacio público declarado Patrimonio Histórico Nacional, de acceso gratuito, que alberga una cantidad de vida sintiente en estado puro, está siendo usufructuado por intereses privados, y hay una ciudadanía que recuerda que están faltos a la palabra y avasallando un derecho, una obligación y un cuidado que tiene que estar llevado adelante por quienes nos representan, los funcionarios”.

En ese sentido, Garrido reflexiona acerca de la cuestión: “No podemos decir que los porteños no tienen culpa, porque también avalan este tipo de espectáculos. Es un tema de educación, de que a la población no se la educa en estos temas, y es triste ver cómo la gente pide que se saquen y poden árboles como si se tratase de algo decorativo. Sería mejor una actividad para recorrer el Botánico de noche, en silencio, para escuchar a la naturaleza, porque sobran lugares ruidosos y luminosos. ¿Hay alguien en la política que esté pendiente de estos temas? Aparentemente no. Si buscaran asesorarse con gente de la ciencia, quizás podrían evitar acciones de este tipo”.

Rechazan la construcción de locales gastronómicos en la Reserva Ecológica de Costanera Norte

Rechazan la construcción de locales gastronómicos en la Reserva Ecológica de Costanera Norte

Estudiantes, organizaciones ambientales, vecinos autoconvocados y docentes y no docentes de Ciudad Universitaria denuncian que las nuevas construcción podrían perjudicar el biosistema del lugar.

La Reserva Ecológica de Ciudad Universitaria – Costanera Norte (RECU-CN), ubicada a la vera del Río de la Plata es, luego de la Reserva Ecológica de Costanera Sur, la segunda Área Natural Protegida de la Ciudad, con una superficie de 23 hectáreas.

Su origen data de la década de 1960, cuando a través del relleno con escombros se buscó ganarle tierras al río y ampliar las instalaciones. Desde los años 80, y mediante el protagonismo de una comunidad de amantes de la naturaleza, vecinos y estudiantes que poco a poco se conformaba, comenzó a darse un proceso de cuidado y fomento como área protegida, con la creciente vegetación que allí afloraba, y su posterior complemento con escombros del atentado a la AMIA.

Desde el 2010 en adelante, el Gobierno de la Ciudad anunció la idea de transformar esa área en una Reserva. A pesar de que allí residía la comunidad Velatropa, y tras su desalojo, comenzaron una serie de obras que transformaron al lugar ya en una reserva institucionalizada, mediante un proyecto de ley en 2012. A partir de este proceso, se conformó un organismo regulador en conjunto entre la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Gobierno de la Ciudad, denominado Plan de Manejo 2021-2031, que establece metas a cumplir a través de los años, y programas prioritarios para el cuidado y la preservación del lugar.

Actualmente en la Reserva se está llevando adelante un plan de lucha para reclamar por las obras que están comenzando a desarrollarse bajo la promesa de construir dentro de la reserva dos bares, en total contradicción con su origen y funcionamiento. Esta problemática salió a la luz meses atrás, cuando se difundieron extraoficialmente una serie de planos que daban cuenta de que entre las obras a realizar en la Reserva se construirían locales gastronómicos, lo que provocó la preocupación y repudio de la comunidad que la visita.

Entre algunas de las obras que se proyectaron en noviembre de 2022 para realizar en la Reserva y que son características de estos espacios, se encuentran las garitas de guardaparque, los baños, la cartelería de información, y salas donde se realizan exposiciones, que forman parte de las edificaciones denominadas como “reglamentarias”.

“El problema no son las obras, sino el emprendimiento gastronómico que nada tiene que ver con una reserva. No conocen la reserva, y a la problemática de su desconocimiento, se suma que no se realizaron los estudios de impacto ambiental exhaustivo y transparente, como implica la ley”, sostiene Abril Marcolongo, presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (CECEN) de la UBA, en diálogo con ANCCOM.

En ese sentido, a fines de mayo el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales envió un comunicado a los estudiantes con la resolución 963/23 por la cual afirmaba no haber sido anoticiados de las construcciones que se llevarían a cabo en la Reserva, expresando su preocupación por la biodiversidad e instando a que se suspendan las obras hasta tanto se realicen las evaluaciones de impacto ambiental pertinentes.

En el terreno donde actualmente se ubica la reserva habitan más de 700 especies de fauna y flora, y es visitada principalmente por estudiantes de las carreras de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA para realizar sus prácticas y trabajos de campo. Su importancia no refiere sólo al espacio verde que genera identificación con el lugar por parte de sus visitantes, sino a su vitalidad e importancia como objeto de estudio académico y a sus usos diversos para el avistaje de aves, las visitas guiadas, y al trabajo en el marco de investigaciones.

 “La Reserva tiene un sector que se denomina zona intangible, donde había una pequeña porción de pastizal nativo con mucha importancia en cuanto a su biodiversidad. Las obras se están haciendo en esa zona de pastizales, donde comienza a perderse el trabajo de materias de Ciencias Naturales que iban a mirar los insectos, y los cambios a través de las estaciones del año. Además, se suma el proceso de pavimentación del terreno, que cuenta con una calle de cemento sin uso. Ahora hay baños modernos, y los cimientos del centro de interpretación que se está terminando”, explica Gustavo Pfeifer, integrante de la Asamblea Abierta en Defensa de la RECU-CN, una organización surgida en este contexto y que propone asambleas abiertas a la comunidad con el objetivo de defender el medioambiente. De ella participan estudiantes, docentes y no docentes, organizaciones ambientales y vecinos autoconvocados e interesados en la cuestión.

El eje del debate y la preocupación está en que la construcción de bares dentro del espacio de la Reserva implica otro nivel de intervención que afecta la biodiversidad del lugar, desde el comienzo de las obras y durante todo su proceso de construcción, hasta la finalidad de los dos bares propuestos que producirían desechos, contaminación lumínica y sonora, y, por lo tanto, un proceso de desterritorialización de las especies animales y el empobrecimiento de la flora y su suelo.

En la sesión del Consejo Directivo del 14 de junio, el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, negó que se fueran a construir los bares. Días después, se difundió un informe (que desde el Centro de Estudiantes comentan que es escaso) en el que se confirman las obras que incluyen la construcción de los locales gastronómicos, sumado a que desde el Gobierno de la Ciudad sostuvieron que no era necesario el estudio de impacto ambiental.

“Dos bares dentro de una reserva de 23 hectáreas es una locura, sabiendo que está al lado de la Costanera Norte que está llena de bares y restaurantes, al igual que en Ciudad Universitaria con sus pabellones. Si estás adentro de la Reserva disfrutando de la naturaleza, no tenés que caminar más de cinco minutos para llegar a un bar”, comenta Pfeifer.

En el transcurso de las últimas semanas, la Asamblea y el Centro de Estudiantes han realizado actividades como talleres de plantación de nativas y conservación, recorridas de interpretación, colgada de pasacalles en el puente de acceso, entre otras, para difundir la situación y concientizar acerca de la importancia de la Reserva como espacio ambiental y comunitario a proteger.

Mientras, según denuncian los involucrados, las obras de los bares están en pleno desarrollo, cuestionan la inacción del rectorado de la UBA para defender la integridad del ecosistema. Tanto la Asamblea como los vecinos y estudiantes de Ciudad Universitaria persisten con sus reclamos para que la reserva no cambie radicalmente su fisonomía y continúe siendo como es, un espacio de contacto con la naturaleza.

Monumento a la publicidad

Monumento a la publicidad

Carteles enormes recubren numerosos monumentos históricos en la Ciudad de Buenos Aires. La Ley de Patrocinio permite que las empresas privadas financien su restauración. ¿Pero qué pasa cuando se van los andamios? Un argentino radicado en España encabeza un movimiento de denuncia.

Hace escasos años, sobre todo tras la pandemia, los porteños se acostumbraron a ver algunos de los monumentos de la Ciudad cubiertos por andamios con extensas lonas que lucen estampados publicitarios. La explicación a ese cambio del paisaje urbano proviene de la Ley 6163 que establece un régimen de patrocinio. La nueva normativa, aprobada en mayo de 2019 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, busca promover la participación de “las personas humanas o jurídicas de carácter privado en contraprestación a la difusión del nombre, denominación, marca, imagen, productos  y/o  servicios del patrocinador”.

Aquellos que quieran participar de este sistemas de contraprestaciones pueden presentar una Manifestación de Interés detallando el valor del aporte, las acciones de difusión propuestas y los valores de la marca a asociar. La autoridad de aplicación, designada por el Poder Ejecutivo porteño, es la responsable de aprobar los proyectos de patrocinio, establecer límites y condiciones de seguridad, verificar la ejecución de los proyectos y aplicar sanciones en caso de incumplimiento. Por su parte, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana es quien designa cuales monumentos deben restaurarse y el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción establece los convenios a realizar.

Sin embargo, todo lo que parece tan claro en papel, no lo es tanto para algunos funcionarios y vecinos que indican que las cosas no son como se las plantea. Como explicaba Jonatan Baldiviezo, titular del Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC), en marzo de este año a Tiempo Argentino, el valor del patrocinio solía ubicarse en un rango de entre 1,5 millones y 10 millones de pesos. Seguramente ese dinero habría venido a las arcas del Estado pero, según reconoció el Gobierno de la Ciudad, se pagan con canjes y no en efectivo.

¿Por qué, en algunos casos, cuando se sacan los carteles las estatuas parecen estar igual que antes? Los intentos de ANCCOM por contactar con el GCBA para obtener algunas respuestas no dieron frutos. ¿Qué pasa realmente detrás de los carteles?

Poco y nada

“Quienes deben hacer el control sobre esta ley son la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, la Auditoría de la Ciudad y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad”, explica María José Lubertino, abogada y exmiembro de la Cámara de Diputados de Argentina. “Estos órganos son quienes tienen que pedir informes, los que deben exigir las estadísticas, los datos sobre la publicidad, los monumentos y la eficacia de la ley de patrocinio. Yo fui constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, y esos son los tres órganos que deberían estar monitoreando este asunto público. No solamente la eficacia y las estadísticas, sino también cuánta plata se destina a ese proyectos y la efectividad de la ley”, continúa.

Para la actual Presidenta de la Asociación Ciudadana de los Derechos Humanos, “el problema es que los pedidos de informe en la Legislatura los bloquean. No les dan quórum, no los tratan en las comisiones. Y la Auditoría realiza investigaciones que se publican después de dos años o tres años”.

Lubertino aclara: “Nuestra Constitución de la Ciudad protege el ambiente, protege el patrimonio, protege el buen vivir y consagra una democracia participativa ambiental. Esta modalidad de poner publicidades en los monumentos son otra manera más de violarla, porque además genera contaminación visual. Que determinadas publicidades estén durante meses que exceden a la reparación de esos monumentos, deja en claro que esto tiene que ver con el negocio de las empresas y la recaudación de la Ciudad de Buenos Aires”.

“Estos temas se están planteando en los consejos consultivos comunales, a nivel de las comunas y los plantean los comuneros, los juntistas. Los de la oposición, obviamente”, detalla Lubertino y comparte una lista de monumentos históricos actualmente intervenidos por la Ley del Patrocinio (Ver recuadro).

Una fuente de un organismo nacional que prefirió no dar su nombre explicó a ANCCOM: ”Yo no tengo esa información porque no depende de mí. Lo único que te puedo decir sin estadística es que las estatuas y monumentos estuvieron tapados y eso se usó para propaganda. Es comprobable que, por ejemplo, en la estatua de Bernardo de Irigoyen ni siquiera se le practicó una limpieza superficial. En los dos Congresos se verificaron malas prácticas también”.

Algunos casos llegaron a Twitter donde los vecinos comentan casos particulares de publicidades masivas ubicadas en sus barrios. Una vecina de Recoleta, por ejemplo, informa que en la plaza Rodriguez Peña el monumento de Bernardo de Irigoyen estuvo más de seis meses cubierto por una publicidad de “Samsung”. El resultado de la espera fue nulo: la estatua del expresidente se encontraba igual que antes de que la cubrieran. Al finalizar esa “obra”, desplazaron los andamios y cubrieron una palmera que, al parecer, estaba siendo restaurada con el patrocinio de la empresa coreana. Semanas más tarde, la palmera fue totalmente tapada para colocar un anuncio de “Heineken”. Los vecinos se preguntan cuál es el trabajo que hay detrás de esos andamios, ya que no ven a ningún trabajador realizar ninguna tarea en ningún momento del día.

Una moda internacional

Estos negocios monumentales no ocurren solamente en la Ciudad de Buenos Aires, ya que publicidades de grandes marcas a nivel internacional dominan monumentos mundialmente reconocidos, como la Catedral de Barcelona, la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana.

El movimiento artístico político «Adeu Ad« , propone un adiós a la publicidad en los monumentos históricos. Esta organización logró remover una publicidad de “Samsung” en su iglesia. Emi Nogueroles, un estudiante de publicidad argentino que actualmente reside en España, fundador del grupo, cuenta: “El movimiento Adeu Ad surge como una respuesta pública ante la gran cantidad de denuncias y quejas que provocaba el gigantesco cartel de Samsung en la Catedral de Barcelona. Nosotros somos un grupo de tres jóvenes que trabajamos con la publicidad y nos encanta el mundo creativo, pero el problema surge cuando las publicidades se aplican de manera absurda e invasiva en un monumento tan significativo para todos“.

La agrupación lanzó folletines en la zona de la catedral con la consigna: “Hay un poco de catedral en tu valla publicitaria”. “Nuestra estrategia comunicacional fue hacer una campaña de titulares en Semana Santa: cuando estaba lleno de gente repartíamos los folletos con un código que te lleva a nuestro filtro de Instagram capaz de recrear la imagen de la catedral sin publicidad”, recuerda Nogueroles. “Fue una acción en vía pública que se volvió digital, una experiencia en la calle donde la gente se sumó y compartió. Hubo más de 5.500 fotos e impresiones compartidas con nuestro filtro, hilo en Twitter y debates públicos. Salimos en 20 medios locales y nacionales. Algunos influencer de Madrid lo levantaron y llegamos a más de medio millón de reproducciones y seguimos contando los números aún. Y después de siete días exactos retiraron el cartel de Samsung de la Basílica“.

¿Podría hacerse algo similar en Buenos Aires? “Creémos que Adeu Ad propone una interesante movilización que se puede implementar en distintos lugares donde surja el mismo problema, como en Buenos Aires donde este asunto está en permanente tensión entre los ciudadanos. Mi compañera viajará a Buenos Aires dentro de poco, veremos cómo podemos aplicar esta intención activista en una Ciudad como Capital Federal. Creemos que la clave para que algo se modifique es siempre moverse, hacer, activar hacia un cambio mejor. El problema estaba enfrente de todos y todos sabían que eso estaba mal y que alguien debía hacer algo, pero si nadie se empieza a movilizar, nada cambiara“.

 

La marca de los próceres

Estos son los monumentos en restauración que aparecen rodeados de publicidades:

  • Monumento de los Sirios a la Nación (Bouchard y Sarmiento)
  • Monumento de San Sebastián (Libertador y Castilla)
  • Monumento al Libertador Bernardo O’Higgins (Plaza Chile)
  • Monumento de la Carta Magna y las Cuatro Regiones Argentina (Parque tres de febrero)
  • Monumento a Garibaldi (Plaza Italia)
  • Fuente de la 9 de Julio y Córdoba
  • Monumento a Bernardo de Irigoyen (Plaza Rodríguez Peña)
  • Monumento a Nicolás Avellaneda (Plaza Holanda).

Las empresas patrocinantes son Samsung, Chevrolet, Garnier Fructis, Heineken, Cif, El Cronista, Puma, Iveco, Bundesliga, entre otras marcas.

Los vecinos de Floresta, a un mes del derrumbe

Los vecinos de Floresta, a un mes del derrumbe

Recién pudieron recuperar lo que quedaba de sus pertenencias, fueron alojados en hoteles y denuncian el robo de dinero y artículos electrónicos.

«Por ahí no”, “Se va a caer”, “¡Cuidado abajo!”, le gritó una vecina a otro mientras este deslizó una cama de dos plazas desde el balcón del primer piso a la planta baja tan solo con una cuerda delgada y floja de nudos, pero sujeta a la esperanza de poder reutilizarla en su nuevo hogar temporario. “¡Apúrense!, ¡Ya, de una vez!, ¡Ya nos vamos!”, exclamó uno de los efectivos de chaleco amarillo flúor que, a pesar de la intensidad de su voz y la presión que ejerció sobre la gente que sostuvo en brazos lo que les quedó de pertenencias, no desvió la atención principal de todos los transeúntes: los vecinos del derrumbe de Floresta por fin recuperaron sus pertenencias,  aunque con amargas e “indignantes” sorpresas, luego del impactante colapso estructural que cobró la vida de tres personas. 

 A poco más de un mes del derrumbe que ocurrió el pasado 25 de abril en la casa ubicada en la Av. Rivadavia 8750, la acera continuó húmeda por las fuertes tormentas de aquellos días y los vecinos, sin importar el pronóstico del tiempo, trabajaron a la par, todos juntos y así recuperaron lo que les quedó debajo de los escombros, desmoronamiento que enlutó a tres familias de la colectividad peruana residentes en la Comuna 10 de la Ciudad de Buenos Aires. 

 Con el cielo gris que amenazó un segundo round meteorológico, Fidel Gamarra, representante de la cooperativa de sus vecinos, brindó una entrevista a ANCCOM, único medio presente a 30 días del fatal suceso en donde fallecieron la nena Gabriela de 12 años, el joven Jefferson de 19 y Felícitas de 72, una mujer adulta mayor que fue hallada tres días después entre los escombros. “Somos casi 35 familias, de las cuales pudimos ingresar una parte solamente a recuperar cosas personales, pero hubo mucho faltante de dinero”, expresó. 

 “Después del derrumbe, vino un Grupo Mitre de la empresa tercerizada del Gobierno de la Ciudad y trabajó con las excavadoras, un amigo del edificio vecino nos contó que estaban robando nuestras cosas en bolsas”, aseveró, hecho que los indignó ante el “saqueo” en medio de la desgracia. “Yo hablé con el comisario César Bustos y le mostré el video. Luego sorprendimos a los siete personales con chaleco amarillo que estaban bolsiqueando todos los bolsos. Todos los dólares y pesos se los metieron al bolsillo”, continuó. 

Narrado el hecho de cómo fue la requisa a los trabajadores que, en vez de excavar y sacar los escombros extrajeron algo más para su propio beneficio, Fidel asentó: “Ese día los sorprendimos con 200.000 pesos en los bolsillos, pero ellos vinieron a trabajar días anteriores”, por lo cual los vecinos aseguraron que la suma total del “robo” monetario sería muchísima, ya que son más de 35 familias las que vivían de manera hacinada en la casa de Floresta. Los vecinos ya tomaron cartas sobre el asunto contra los que fueron descubiertos “robando” en la casa de Floresta y denunciaron el hecho, acusación que sigue en curso.

 Con el reloj en contra, los damnificados ingresaron a las corridas a la casa y sacaron, en incontables bolsas negras, toda una vida que se desplomó de un momento a otro y sepultó el sueño de muchas familias de salir adelante lejos de su tierra natal, ya que, como les gusta subrayar, “todos son laburantes y buenos vecinos” de la zona. “Somos manteros, remiseros, albañiles, amas de casa, gasfiteros, cuidadores de ancianos. Todos trabajamos honradamente”, recalcó el Julio Cabezas, suegro del joven de 19 años que falleció a tan solo dos meses de su llegada a la Argentina en búsqueda de un futuro mejor. 

 Por si fuera poco, “la dueña no apareció”, razón por la que Fidel exigió “una charla con la heredera de la casa para llegar a un acuerdo”, pues, el Gobierno de la Ciudad puede reconstruirles la vivienda, pero el terreno no es de la propiedad de los inquilinos afectados. 

 “Entré por primera vez después del derrumbe y toqué las paredes mientras caminaba lentamente. Yo la pinté, hice toda la iluminación, algunas conexiones de agua y membranas. Conozco todos los rincones”, relató el vecino Fidel, mientras que Julio aún no sacó de su memoria el insólito momento en el que su hija enviudó: “Jefferson estaba al lado mío en el sillón. Se empezó a escuchar como si cayera granizo, y lo que sucedió es que se estaba partiendo por debajo. Yo le dije ‘voy a salir a ver que pasa’. En ese mismo momento que salgo, se cae todo abajo, ¡parecido a las películas!. Mi yerno no tuvo la suerte de sobrevivir. Estoy triste”. 

Incluso Persy Manga Fernández, secretario de la cooperativa de vecinos que piden una solución habitacional por medio de un préstamo para adquirir un hogar digno, también se manifestó al decir que están dispuestos a pagar por vivir en una nueva casa, pedido al que también se le sumó el representante Fidel, “Nosotros queremos una solución ahorita. La solución es que nos den una casa a cada familia que pueda pagar, siempre y cuando haya una propuesta”, aclaró. 

 Poco a poco y con las aisladas gotas de lluvia que cayó al atardecer, las pesadas bolsas las cargaron hombres, mujeres y hasta niños. El flete se llenó a tope con heladeras, placares, juego de mesa, muebles, televisores, ollas de cocina, lámparas, camas, colchones, maletas, etc., y fueron derivados a sus nuevos hogares temporales, hoteles para damnificados que les brindó el Gobierno de la Ciudad, pero con fecha de expiración.

 Si bien los representantes del Consulado peruano “no dieron ayuda moral, económica ni atención psicológica” para sus connacionales más que agilización con trámites de documentación que perdieron en el derrumbe, el Gobierno de la Ciudad les brindó alojamiento en hoteles del centro porteño hasta terminar mayo con las tres comidas incluidas, además de un subsidio económico por familia. 

 Por otro lado, les ofrecieron también un galpón para que dispongan de él y guarden sus pertenencias, pero les resultó poco confiable luego de que experimentaron el robo de algunos aparatos electrónicos y de dinero en la casa, tema que ya es tratado por los abogados de la cooperativa al tener material audiovisual que respalda la versión de los vecinos. 

La nostalgia y la incertidumbre los invadió por completo y reconocieron que han perdido mucho más que un hogar con el derrumbe. Que la “impotencia de no vivir más” en la avenida Rivadavia es algo que no se irá de la noche a la mañana, pero, muy devotos al cristianismo, agradecieron “a Dios por estar vivos”. 

 Los damnificados de la casa de Floresta que fueron reubicados en hoteles, tenían como fecha límite para irse el pasado miércoles 31 de mayo. Llegado el día, los vecinos charlaron con las autoridades del Gobierno de la Ciudad quienes les dieron la siguiente solución: Distribuirlos en cuatro hoteles de ayuda —en los barrios de Flores, Almagro, San Telmo y el Centro de la ciudad— y un bono de 350.000 pesos por familia solo sí presentan papeles para un nuevo alquiler.

 Sin embargo, los vecinos no están conformes con la solución brindada. “Hay hoteles de ayuda que no son aptos para vivir porque tienen suciedad, cucarachas, telarañas y hasta humedad, cosas que no son buenas para los niños”, sostuvo Fidel Gamarra. 

 Por último y no menos importante, si no hay solución a los pedidos de la mesa de trabajo, sumado a la precariedad de los nuevos hoteles, los vecinos están decididos a “acampar pacíficamente a las afueras de la casa” de Floresta en modo de protesta este primer fin de semana de junio:  “Vamos a cerrar la Avenida Rivadavia. Vamos a seguir luchando porque quedaron 15 vecinos que no sacaron sus pertenencias y no nos han dado una solución definitiva al problema”.