Marchar para vivir

Marchar para vivir

Una nueva Marcha del Orgullo tuvo lugar en Buenos Aires. Las principales consignas apuntaron a ponerle fin a los crímenes de odio, al acompañamiento presupuestario para aplicar las políticas públicas y se repitió una pregunta que ya lleva 16 meses «¿dónde está Tehuel?»

El 28 de junio se celebró un nuevo Día Internacional del Orgullo, fecha en la que se recuerdan los disturbios ocurridos en el bar Stonewall Inn, en Nueva York, cuando los homosexuales alzaron su voz y se enfrentaron a las persecuciones policiales en el año 1969; rebelándose públicamente por primera vez y dejando un legado muy importante para las próximas generaciones. Por ese motivo, todos los años se realizan movilizaciones que reivindican los derechos LGBT, como la ocurrida ayer, realizada desde la Plaza de Mayo hasta llegar al Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires.

Desde hace siete años, los 28 de junio se caracterizan por visibilizar las problemáticas por las que atraviesa uno de los sectores más marginados de la sociedad: las comunidades trans. En esta ocasión, la marcha respondió al grito de “basta de travesticidios, transfemicidios y transhomicidios”, y exigió justicia por quienes fueron asesinados por crímenes de odio o perdieron la vida por un sistema de salud que no se interesa en ayudarlos.

En la marcha se podían observar banderas del orgullo flameando por todas las calles y carteles de diferentes agrupaciones, colectivos y sindicatos, que abogaban por terminar con estos crímenes, a la vez que se pedía por la implementación del cupo laboral trans y la restitución del libre uso del lenguaje inclusivo, prohibido en todos los niveles educativos de la Ciudad de Buenos Aires por la ministra de Educación Soledad Acuña, a principios de mes.

Mónica Aguirre, militante de Libre Diversidad del MST, que se encuentra dentro del Frente de Izquierda dijo: “Creemos que es importante volver a las calles como lo hacemos todos los años, porque no se están generando las políticas públicas reales que el Gobierno y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad tendrían que brindar a la comunidad LGBTIQ+”.

Otro de los reclamos que más se escucharon en la marcha fue respecto a los recursos insuficientes que el Estado destina a las comunidades trans. Martina Alexia, activista LGBTIQ+ y militante del Partido Comunista, explicó que “la marcha busca reivindicar derechos que fueron violados sistemáticamente: es para recordar a nuestros muertos. Por eso es importante que el pueblo y la sociedad nos escuchen”. Distinguió que aunque hay lugares como esta ciudad en que parecen ser más aceptadas, en el conurbano profundo se sigue viendo a las travestis y trans muriendo en situaciones de violencia y precariedad extremas.

Pablo Vasco Sartore, militante y referente de la agrupación Libre Diversidad y miembro de la Comisión Directiva Internacional de la Federación Argentina LGBT, habló sobre el presupuesto asignado a políticas públicas para e sector e indicó que es insuficiente. Advirtió que para que haya ESI en todas las escuelas, un cupo laboral trans sin precarización y se cumplan los tratamientos hormonales y quirúrgicos que se determinan en la Ley de Identidad de Género hace falta dinero: “En vez de llevarla al FMI que quede en el país y se destine a las políticas públicas, para poder pasar de la igualdad jurídica a la igualdad social real de todos los días”, indicó Sartore. En la misma línea, Santi D´Ambrosio de la Corriente de Mujeres y Disidencias en el Frente de Izquierda afirmó que Argentina es uno de los países más avanzados en cuestión de políticas de género, pero las leyes no se cumplen, ya que solo el 10% de las personas que obtuvieron el cupo laboral está en planta permanente, por lo que pidió por su aplicación efectiva: “Sólo si nos organizamos lo vamos a lograr”, concluyó.

La prohibición del uso del lenguaje inclusivo en las escuelas de CABA también tuvo presencia en la marcha. Verónica Arlausky, integrante de la agrupación Munay (“te amo tal cual eres”, en quechua), que nuclea a familias de niñeces y adolescencias trans, travestis y no binarios, es una de las autoras del libro Transformando la ESI, por una educación sexual integral para todes. Sobre la cuestión, expresó: “Las escuelas no enseñan lenguaje no binario Algunas personas utilizan la e, como una forma de acompañar, de abrazar y reconocer a las identidades no binarias. Que no nos confundan diciendo que por culpa de enseñar el lenguaje inclusivo los chicos no están aprendiendo. Lo que hay detrás de esto es una persecución a las identidades no binarias que busca acrecentar el odio hacia la diversidad. Eso es lo que nos preocupa que esta sea la intención final de la medida”, indicó. Mónica Aguirre también se refirió a este tema: “Estamos acá para repudiar los dichos de la ministra Acuña por el lenguaje inclusivo, nosotros decimos ‘prohibido prohibir’ y decimos basta de ultrajarnos, basta de estigmatizarnos. Creemos que en el cupo laboral hay muchas violencias: el Ministerio de Género es puro cartón, puro humo. Tampoco pudo dar respuestas sobre la muerte de nuestro compañero Tehuel de la Torre. Por todo esto nos vamos a concentrar y marchar, como lo hacemos todos los años hasta Congreso”, argumentó. En este mismo sentido, Verónica Arlausky remarcó la importancia de que la marcha se lleve a cabo para poner un límite a la violencia contra las identidades no hegemónicas: “Pensamos que es una manera de anticiparnos, queremos evitar que nuestros hijos sufran formas de violencia que tienen maneras tan extremas como el asesinato, la desaparición de personas. Hoy hace 16 meses nos seguimos preguntando donde está Tehuel”, dijo.

20 años de la Masacre de Avellaneda

20 años de la Masacre de Avellaneda

Miles de manifestantes homenajearon a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, los militantes asesinados durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Los familiares continúan exigiendo que se juzgue a los responsables políticos.

«“Pensaron que nos íbamos a quedar conformes por haber metido presos a Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, pero de ahí para arriba parece que no hubo responsabilidades políticas», dijo Alberto Santillán.

 

Miles de manifestantes exigieron justicia bajo la consigna “La Masacre de Avellaneda es un crimen de Estado”. A 20 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, familiares, movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos marcharon desde la Estación Avellaneda, rebautizada “Darío y Maxi”, hacia Puente Pueyrredón, con el pedido de justicia plena.

La previa

Al son de los bombos, los rostros en los murales se trasladaron a barriletes que volaban en lo alto, mientras miles de personas se juntaron en las proximidades de la estación ferroaviaria, para reclamar justicia. Leonardo Santillán, hermano de Darío, le dijo a ANCCOM: “Estamos hoy acá para conmemorar los 20 años de la Masacre de Avellaneda y  también exigir el juicio y castigo a todos los responsables políticos, denunciando que es un crimen de Estado y pidiendo el juicio para todos los responsables políticos”.

Su padre, Alberto Santillán, agregó: “Pensaron que nos íbamos a quedar conformes por haber metido presos a Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, pero de ahí para arriba parece que no hubo responsabilidades políticas. Parece que (Eduardo) Duhalde no hubiese sido presidente. Parece que Felipe Solá no hubiese sido gobernador de la Provincia de Buenos Aires”.

“Vengo porque tengo memoria y creo que la tenemos que traspasar por generaciones. La historia te atraviesa el corazón cuando la pasaste, no cuando la leíste en un libro. Y nosotras estamos atravesadas por la historia”, afirmó, por su parte,  Sandra Picón, exmilitante del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) que formó parte de la seguridad de la manifestación en 2002.

“Fue una masacre, una cacería”, mencionó Sandra al referirse a los hechos ocurridos hace veinte años. Mientras las calles continuaban colmándose de manifestantes, continuó: “Hubo una orden política de reprimir a los compañeros que nos organizamos con los vecinos para salir a paliar la situación que tendría que haber resuelto el Gobierno. Sin embargo, nunca dio respuesta a esto, solo lo hizo con las balas y los palos”.

Historias

Ese 26 de junio de 2002, los jóvenes militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) fueron víctimas de la Policía Bonaerense, que disparó balas de plomo a las personas que salieron a las calles con el reclamo de  «trabajo digno, alimentos y planes de trabajo». Darío Santillán había escapado de la represión, pero volvió a ayudar a su compañero Maximiliano Kosteki. Mientras lo asistía, lo encontraron quienes habían disparado a Maxi, los policías Franchiotti y Acosta, y también lo abatieron por la espalda.

Kosteki tenía 25 años cuando se acercó, por primera vez, a una manifestación en Plaza de Mayo y conoció al MTD de Guernica. A partir de ese 1° de Mayo, comenzó su corta e intensa militancia, hasta que llegó su primer y último piquete. Darío, de 21 años, era referente del MTD- Lanús. Su primera participación política fue en una agrupación de estudiantes secundarios y, en el 2000, confluyó con otras organizaciones para fundar el MTD de Almirante Brown, que luego se integró a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón.

Su hermano Leonardo lo recordó: “Era un compañero lleno de humanidad, fue reconstruyendo el tejido social. Primero, tratando de despertar conciencia porque en los 2000 los movimientos no eran muy conocidos. Él estuvo en toda la parte incipiente de las organizaciones sociales. Iba haciendo entrega y motorizando a los compañeros que éramos más jóvenes o quienes tenían más años, empujándonos a la lucha y a salir a pelear por lo que era nuestro. Con tan pocos años, fue poniendo el cuerpo y entregó su día a día por la lucha de los que menos tienen”.

“Quedarse con Maxi, a quien no conocía, fue el acto más alto de su entrega, militancia, humanidad y compañerismo”, concluyó el hermano de Darío. La Masacre de Avellaneda los unió, convirtiéndolos en mártires de la lucha y resistencia piquetera. Por su parte, Alberto reconoce que el acto de hoy “no es únicamente por Darío y Maxi, sino por la cantidad de compañeros y compañeras que han caído por las balas del Estado”.

El acto

Antes del mediodía, las columnas de manifestantes comenzaron a avanzar sobre Avenida Hipólito Yrigoyen y Bartolomé Mitre para ingresar al Puente Pueyrredón, al canto de “la sangre de los caídos se reveló/ ya vas a ver, las balas que vos tiraste van a volver”. Alrededor de las 13, se llevó a cabo el acto de cierre donde se leyó la carta de los convocantes y hablaron el hermano y papá de Darío, junto a Vanina Kosteki, hermana de Maximiliano.

Allí Vanina mencionó: «Estamos acá y vamos a seguir estando, no le vamos a permitir a ningún gobierno que nos siga matando porque los muertos siempre los ponemos nosotros. Tenemos que tener justicia».

Por su parte, Alberto señaló que son “20 años en que se junta la bronca, el odio, ese que parece que te va a consumir, mientras vos no tenés a tu hijo. Los responsables políticos de la Masacre Avellaneda siguen paseando por todos los medios libremente, amparados por el arco político y esta maldita justicia”. El hombre finalizó: “Sostenerlos en estos largos 20 años es difícil, es muy difícil. Pero están ustedes que los tienen tan alto, los respetan, los quieren y también quieren justicia. Si ustedes los sostienen tan alto a Darío y Maxi, también nos sostienen a nosotros como familia porque nos necesitamos. Los necesitamos”.

Luego de 20 años de impunidad y de lucha, los esfuerzos están en avanzar sobre la justicia. La violencia institucional continúa siendo una deuda de la democracia.

«Que Darío se haya quedado socorriendo a Maxi, a quien no conocía, fue el acto más alto de su entrega, militancia, humanidad y compañerismo», señaló Leonardo Santillán sobre su hermano.

Hecha ley, falta el financiamiento

Hecha ley, falta el financiamiento

Sancionada en 2014, la Ley de Agricultura Familiar carece aún de presupuesto, entre otras cosas imprescindible para crear el banco de tierras que establece la normativa.

La Ley de Agricultura Familiar fue sancionada en diciembre del 2014 y aún no tiene presupuesto. Si bien marcó un triunfo para las organizaciones sociales y se han reglamentado muchos puntos, como el Registro Nacional de Agricultura Familiar, la falta de financiación no permite atender los ejes centrales: la creación de un banco de tierras para el sector, a través del cual el Estado organice y entregue terrenos fiscales a los productores, y los fondos para proyectos que impliquen un cambio hacia un modelo productivo sustentable. Si bien su aplicación no va a resolver los problemas de fondo, sería un paso que implica la reparación estatal frente al reclamo histórico sobre los territorios sustraídos a los pueblos originarios y campesinos.

Matías Bohl, integrante de la Federación Nacional Campesina, considera que hay una falta de decisión política para asignar el presupuesto, más allá del avance en algunos artículos. “Una Ley sin el presupuesto necesario para atender todos los puntos de la norma, es palabra muerta”, dice. Además, subraya que “nos miran pero no ven al sector de la agricultura familiar porque hay intereses muy poderosos en pugna en Argentina; hay miles que molestamos en el campo. Necesitan sacarnos de los territorios para seguir desmontando y plantando los cultivos extensivos que, si bien generan divisas, también generan hambre en millones, desarraigo y éxodo rural. Hay muchas presiones de los poderes reales para que la ley no se reglamente”.

En ese sentido, las organizaciones señalan que hay una lucha por la identidad del campo y por cómo se visibiliza al sector en los medios de comunicación. Se entiende que el único campo que existe es el que integran quienes hicieron la movilización en Capital, “El Tractorazo”, pero existe otro que es el del trabajador que produce en condiciones muy complejas y tiene otra relación con la tierra.

Marcos García, militante del Movimiento Evita e integrante del frente agrario de la UTEP, menciona que “hoy el eje central está en el acceso a la tierra. Además, necesitás recursos para pagarle a técnicos, comprar maquinaria, construir escuelas y repoblar lugares. Para nosotros, la clave es el Ministerio de la Economía Popular, para que la ley tenga sustento territorial y se preocupe de los pequeños productores”.

García agrega: “La Ley va a estar financiada mañana y, todavía, va a faltar”. Sin embargo, resulta fundamental “incluir a la ciudad en esta discusión porque es el alimento que después llega a las góndolas”, dice. La construcción de los precios de los alimentos que se consumen en las urbes tiene un incremento desde que sale de la quinta al mercado que no es percibido por el productor.

En comunicación con ANCCOM, el titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Miguel Gómez, señala: “Estamos avanzando hasta que se reglamente la ley. El trabajo ya está terminado y fue construido con las organizaciones a través del Consejo de Agricultura Nacional, falta que se define un monto para poder desarrollar la ley”. En dos años de gestión, la Secretaría se reconstruyó técnicamente y ahora espera el presupuesto ante la urgencia de incidir en los precios. Según Gómez, “la reglamentación también implica repensar nuestra territorialidad y la responsabilidad del Estado en desconcentrar la producción de alimentos”. En ese sentido, menciona que “esta ley presenta la posibilidad de un banco de tierras que tiene el Estado nacional bajo su órbita, promoviendo el acceso a la tierra y, después, los mercados de cercanía”.

Por otra parte, señala: “Estamos trabajando con varios ministerios para poder abordar integralmente las problemáticas del sector a partir de diferentes ejes. Tenemos que pensar nuevos paradigmas productivos que tengan proyección a largo plazo y esto implica reconocer la potencialidad tanto de la agricultura familiar como la pesca artesanal, para garantizar una vida digna a las futuras generaciones”. Y por último consideró que “el proceso productivo tiene que recuperar los saberes ancestrales de los modos de producción en confluencia con los saberes de la ciencia. El nuevo paradigma productivo tenemos que construirlo con lo que tenemos”.

Martín Simón, Coordinador General de Fundapaz, considera que la ley fue abordada de manera integral, pero al tratar sólo el acceso a tierras fiscales, se ignoran los problemas que hay con los poseedores. En este sentido, indica que “en caso de llegar el caso a juicio, el juez toma una decisión y podría darle toda la tierra al poseedor, darle todo al titular dominial o cualquier situación intermedia. Ocurre que los jueces desconocen bastante esta materia y el peso del título como prueba es muy potente. Frente al título, los poseedores entregan documentos que demuestren que están en la tierra desde hace 20 años de forma pacífica. Es decir que el juez tiene de un lado el título y del otro los documentos probatorios de posesión. Y debe dictaminar. No es raro que lo haga a favor del titular dominial, dejando a los campesinos sin nada”.

El seguimiento de las organizaciones sobre la ley es constante porque, una vez que cuente con los fondos, se tendrá que aplicar como corresponde. Simón remarcó que nadie pide que se regale plata, sino que a través de los proyectos presentados por aquellas puedan desarrollarse iniciativas de acceso a la tierra, el agua y la producción sustentable. “Queremos llegar a la reglamentación y que el 70% de la plata vaya para las organizaciones campesinas e indígenas”, señala, y agrega: “Mientras que el 30% pueda quedar dentro de la estructura técnica de la Secretaría. Si esto ocurriera, las organizaciones se beneficiarían”.

Un argentino marrón

Un argentino marrón

David Gudiño saltó al escenario público después de haber reunido 9 millones de vistas en su cortometraje Argentina No Es Blanca. El documental fue presentado en la novedosa categoría Tiktok en el festival de Cannes, en Francia. No fue seleccionado, pero sirvió para demostrar que Argentina es racista.

«El primer comentario de hate que me hicieron en TikTok fue: “Un productor boliviano, ni yo me la creo”, recuerda Gudiño.

“¿Qué significó que mi mamá se fuera a cuidar chicos blancos de padres blancos que no le pagaban los aportes mientras yo me quedaba solo en mi casa?”, reflexiona David Gudiño, actor, director y docente, durante esta entrevista con ANCCOM.  El disparador fue la producción de su corto Argentina No Es Blanca, que participó en la nueva categoría para cortometrajes en TikTok del Festival de Cannes y que, pese a no haber sido seleccionado, instaló el debate del racismo en Argentina tras viralizarse con más de nueve millones de vistas. Gudiño, además habla sobre el estreno de la serie “Marrón. Antirracismo en tiempo presente” por Canal Encuentro y de su activismo en el colectivo Identidad Marrón.

Aunque Argentina No Es Blanca no quedó entre los finalistas de Cannes, ¿qué cosas sentís que se movieron desde que se viralizó?

A partir del corto se comunicaron más de 30 medios. Siento que de alguna forma se instauró el debate y empezaron a decir: “Ah, mirá, son marrones”. Tenemos que entender que el racismo en Argentina circula de una forma distinta a lo que vemos en Estados Unidos y los medios están dispuestos a tener ese debate. Eso es un gran logro que jamás imaginé mientras hacía el corto. Que además lo grabamos en dos días con los chicos del colectivo Identidad Marrón y capaz hacíamos una toma sola y quedaba. Entre todas las redes sociales lo vieron nueve millones de personas. Es una locura, me para gente en la calle. El hecho de que se esté hablando de esto en medios grandes me parece muy importante para la causa. De hecho, en las últimas notas ya ni se menciona Cannes. Es el video por el video. Y es perfecto que haya pasado eso, porque lo del festival quedó como algo anecdótico y con esa excusa se empezó a hablar de identidad marrón. 

¿Cómo nació la idea del corto?

El primer comentario de hate que me hicieron en TikTok fue: “Un productor boliviano, ni yo me la creo”. Yo ahí ya participaba en el colectivo Identidad Marrón y percibía mi identidad como tal. A TikTok no entré a hablar de racismo, entré a hacer humor. Y cuando saltaron los comentarios racistas me sorprendió muchísimo, porque en TikTok hay gran mediación con las normas con el hateo. “Un peruano se ríe de Majul”, “No sabía que en Perú miraban TN”, “Lo que pasa es que sos boliviano”. Cuando pensaba en el corto, era imposible no pensar en las nacionalidades porque a mí me las dicen, es algo que atravesé todo el año. En Perú se generó una gran controversia a partir de esto. De los tres millones que vieron el video en TikTok, el 40% son peruanos. Tuve que salir en vivo a decir: “Sí, esto está pasando en Argentina”. No sé si les habrá pasado a Malena Pichot, Santi Maratea o cualquier otro comediante que le digan alemán, polaco, italiano, inmigrante ándate. Es innegable que en Argentina el racismo llegó a tal punto que las nacionalidades son utilizadas como un insulto. El 10% de las reproducciones son de Bolivia y el 7% de Chile. 15 mil peruanos comenzaron a seguirme después de eso. 

¿De qué forma pensás tu contenido para TikTok? 

Tuve un año de estudio de mercado para ver qué prendía. Yo sabía que si algo se volvía viral, la gente tenía ganas de ver eso. Observé que la gente en TikTok tenía ganas de consumir crítica social, política y medios con humor. En la pandemia los medios me estallaron la cabeza. La vacuna, la cuarentena, lo anti, el encierro, la alerta. Me harté y pensé: “¿Qué hago yo como ciudadano para generar una contrapropuesta?” Lo que hago en mis videos como productor que tira letra dentro del control de un estudio de TV es una forma de demostrarles que lo que hacen no es tan importante. Es de cartón, es un relato. Ahora es lo mejor que sé hacer en mi vida. Lo vi, se me ocurrió y pum, lo grabé a las 9 de la mañana. En general, la grabación es espontánea. Me ocupo de que a lo que estoy reaccionando desde el control sea conciso y se entienda. Hago tres tomas y elijo lo mejor. En Tiktok si lo pensás mucho se nota. Tiene que parecer que lo hiciste con papel afiche y cinta Scotch.

¿Cómo conociste a Identidad Marrón y cuándo decidiste empezar a participar de ese colectivo?

Hace dos años, cuando fue lo de George Floyd en mayo del 2020, una compañera de la facu compartió un collage que se hizo viral de los rostros de los pibes marrones de acá y hablaba de que no había que ir muy lejos para encontrar racismo. 

«En Tiktok, si lo pensás mucho se nota. Tiene que parecer que lo hiciste con papel afiche y cinta Scotch», admite Gudiño.

David interrumpe lo que está diciendo, toma su celular y busca algo. Finalmente lo encuentra: es el collage del que está hablando. Se coloca el celular junto a su rostro, manotea del escritorio su gorra, se la pone y dice:

Vi eso y caí: “Ah, tengo la misma cara”. En ese mismo momento fui al espejo, me miré y dije: “Soy marrón”. Ahí, como un vómito en mi cocina, escribí mi monólogo Marrón. En julio ya estaba adentro del colectivo. A mi me paró una vez la policía, me pasó también estando junto a un amigo blanco en una clínica que uno de seguridad me pida la mochila y a él no. Todo eso lo tomaba como algo normal, como lo que me tocó. Pero cuando entendés que tiene que ver con algo estructural y con tu color de piel, la cosa cambia. Encontrar Identidad Marrón fue como volver a nacer. Yo me sentía perdido, hasta ese punto llega la identidad. Ahora sé todo el valor que tuvo y tiene ser marrón.

Este mes se estrenó la serie que hicieron con el colectivo Marrón. “Antirracismo en tiempo presente» por Canal Encuentro. ¿Cómo nació el proyecto?

Había empezado a circular en redes un meme de un Zamba “turro” que portaba un arma. Nosotros, desde el colectivo, le sacamos la pistola al dibujo y la publicamos diciendo basta a la estigmatización de los chicos de barrios populares. A partir de que una compañera, América Canela, se lo tatuó y se hizo viral, llegó hasta Jésica Tritten, la directora de contenidos de Canal Encuentro. Tras algunas reuniones se decidió que Identidad Marrón formaría parte del contenido de la programación 2022 del canal. La grabamos toda este verano. Estuvimos en el guión, la producción y la edición en conjunto con la productora Un Puma, que nos incluyó siempre en la toma de decisiones.

¿De qué forma pensaron la escena en la que los roles se intercambian y los productores blancos pasan a ser entrevistados por los actores marrones?

La propuesta surgió en conjunto. La idea era no caer en una exotización, hacer algo más real. La productora puede estar compuesta por personas blancas pero nosotros también nos movimos dentro de ese contenido. No fue un “hagan lo que tengan ganas con nosotros”. Esa escena fue un momento interesante para poder pensar en la aceptación de las diferencias. Crecimos en entornos distintos y con cosas distintas, eso es real. Que alguien hoy pueda tener una productora implica que pudo tener acceso a una cámara de niño. Se trata de chicos, como dice uno de ellos en esa escena, que fueron cuidados por personas marrones. De hecho mi mamá iba a cuidar otros chicos y me dejaba solo con mis hermanas cuidando de mi cuando yo tenía diez años. Sirve para pensar cómo nos constituimos de manera distinta, que no está mal, sino que es lo dado, y ahora con un capital cultural se puede reflexionar: ¿qué significó que mi mamá se fuera a cuidar chicos blancos de padres blancos que no le pagaban los aportes y yo me quedaba solo en mi casa? ¿Cómo camino mi vida hoy? 

¿Cómo fue crecer en una familia marrón en un país que se dice blanco?

Crecí en un ambiente no tan violento en el sentido racista. Sí, andando en bici me decían “boliguayo”. Sí, no me sentía parte. Pero dentro de todo en Tierra del Fuego, como clase marrona, tuvimos un ascenso social, y hoy es la provincia con menor nivel de pobreza. Invito a algún sociólogo marrón a analizar este caso –ríe–. En las familias marrones a veces no está cultivar el talento. Había otras prioridades. El talento estaba en saber levantar una pared, saber hacer algo rápido. Es algo que compartimos todos los marrones. Dije que iba a estudiar Medicina, pero terminé haciendo el Profesorado de Biología. Más tarde, finalmente, me cagué en lo que esperaban mis viejos de mí. Sufrí y lloré un montón que mis viejos no vengan a verme actuar o cuando a los 17 estrené una obra que había escrito yo en un festival regional. Mis viejos ni deben saber hasta ahora que eso pasó. El blanqueamiento es un sistema que asocia al color marrón a lo indigno, a lo chorro y uno empieza a no querer serlo. Si tu color de piel es asociado a lo feo, mal gusto, no a la belleza, te lleva a desear no ser marrón, huirle a los espejos. A los 7 años, mientras le ponía azúcar a un té, un tipo me dijo: “No le pongas tanta azúcar al té que nunca vas a ser blanco”. Desde ahí yo cargo con una aspiración de ser lo que nunca voy a ser. Así, me ponía la toalla en las rodillas para que no se me pongan tan marrones o me ponía protector solar en invierno. Y cuando empecé a tener más plata, un protector solar más caro que impida que me vuelva más marrón. 

El blanqueamiento es un sistema que asocia al color marrón a lo indigno, a lo chorro y uno empieza a no querer serlo. Si tu color de piel es asociado a lo feo, al mal gusto, no a la belleza, te lleva a desear no ser marrón, huirle a los espejos.

David Gudiño

¿En qué lugares siempre te viste hasta que aparecieron ciertas barreras sociales, culturales o raciales que te impidieron habitarlos?

Por lo general fueron lugares de belleza, de sentirme bello. Siempre que me vi representado en la tele, mi color aparece como sucio, desalineado. Pero a mi siempre me gustó sonreír, sentirme lindo, el sentirme deseado, en el buen sentido del “che, levanto”. Ese  lugar siempre se me negaba hasta que encontré Identidad Marrón. De hecho, como un acto político, mando cada tanto una foto al feed medio en bolas, para que el algoritmo salte. También, siempre quise ser aceptado como un buen deportista. Nunca tuve un compañero que me enseñe a jugar a la pelota, ni mi papá. Me faltaron amigos, que ahora por suerte los tengo, que me apoyen en las debilidades que yo sentía del cuerpo. A mí me gustaba el deporte, pero me hacía sentir mal no jugar tan bien. Y a su vez el lugar más masculino, varonil me fue negado también. Había siempre algo de que el varón arreglaba todo solo. Y también estaba el hecho de tener que proteger pero no poder ser protegido. Eso lo veía en mi viejo. Que un varón pueda decir, más allá de su condición sexual, que sufre racismo, es un lugar vulnerable. Me llegan muchos mensajes de chicos que pasan por esas situaciones y se sienten identificados. Es importante que entre varones podamos hablar de eso para contribuir en el acercamiento hacia el varón deconstruido que queremos hoy en día. 

¿De qué forma vivís la articulación entre tu carrera artística, el reclamo antirracista y la reivindicación de tu propia identidad?

Lo vivo con muchísima alegría. Hay recuerdos que tengo de chico del ritual de familia marrona, clase media baja, haciendo humita que pensé que no tenía valor. Pero ahora me doy cuenta que artísticamente es algo bellísimo. Que podría escribir una novela sobre eso. Haber crecido sin tapa de inodoro, sin cortinas, sin botiquín para mirarme al espejo son cosas que hoy como artista las valoro mucho. Y eso es lo que se me juntó. Que todo mi mundo marrón que yo creía indigno y sin valor, es artísticamente muy potente y muy bello. Y me inspira y puede inspirar a otros. Haber estudiado para tener una voz y para poder articular bien y poder decir claramente: Lautaro Rosé, Camila Arjona, Fernando Báez Sosa… Es como si me hubiera preparado esos ocho años de carrera para poder decir esos nombres. Lo primero que quiero decir son los nombres de estos chicos que mataron. ¿Cómo voy a decir otra cosa? Ahí están las ganas de seguir creando. Es algo que me podría haber pasado a mí. Ser marrón a la noche, al lado de la policía, es estar en peligro. El monólogo Marrón es una interpelación a los marrones. “Facundo no somos blancos ni negros”. Es hacia nosotros. A mí no me gusta apuntar a nadie y decir: “Ustedes son racistas”. Ellos que hagan sus cosas, nosotros hagamos nuestro contenido. Cuando me di cuenta que solo iba a hacer castings para ser chorro o policía me puse a escribir y dirigir yo. Si no podía actuar iba a hacer otra cosa. La universidad pública me preparó para hacer todo y podía hacer algo con esas oportunidades. 

¿Cuáles son las urgencias del reclamo antirracista hoy?

Principalmente hay que atender la cuestión del racismo institucional y de la violencia institucional. Es importante contar con una ley sobre el entendimiento de la violencia institucional que ejerce la policía sobre los cuerpos marrones y que se acepte que existe un perfilamiento policial: que por tus rasgos fenotípicos sos percibido como alguien que desea hacer el mal a una sociedad. Se necesita una capacitación a la policía para entender estos mecanismos. ¿Cómo negar que a Fernando Báez Sosa se lo mató a patadas mientras se le decía negro de mierda? En Argentina no hay jurisprudencia en relación a sentencias de crímenes racistas. Pero bueno, cuando fue lo de George Floyd, estalló todo. 

¿A qué se debe la indignación con lo que pasa en Estados Unidos en detrimento de lo que pasa acá?

Hay una aspiración blanca en Argentina que nosotros, los marrones, la arruinamos con la presencia de nuestros cuerpos. Es una cuestión histórica: en esta nación se eligió al sujeto europeo como digno de habitar y construirla y se tomó la clara decisión de correr al sujeto indígena fuera del plano. Esto se suma a que mundialmente reconocemos un solo tipo de racismo, que genera una homogeneización del concepto y que desplaza la territorialización del término. Debemos entender cómo circula, por eso es tan difícil hablar de racismo en Argentina. Por eso el corto no gana. 

En una escena de la serie, César González reflexiona sobre que quizá la solución para el racismo no sea empezar a ser tapa de revista, a ocupar todos esos lugares de visibilidad de los blancos. Para vos, ¿con qué tiene que ver esa solución?

Por un lado, se trata de que una clase social pueda aceptar sus privilegios. Hay un discurso instalado de que “somos todos seres humanos” o “somos iguales ante la ley”. Pero hay que ver esas diferencias para poder debatir qué hacer con eso, ese es el primer paso. Yo estoy de acuerdo con César: no se trata de algo frívolo, de que los marrones queremos actuar y en las series haya marrones o estar en las revistas. Pero a la vez, recibo muchos mensajes de gente que le hace bien que yo esté en esos lugares. Entonces, puede ayudar a un montón de personas a verse representada. Pero después es importante que debatamos derechos civiles y políticas públicas. El pibe marrón que vive en un barrio popular no tiene TikTok para ver mi video. Es el amigo de Lucas González, Dante Valero, diciendo que por ser más morochito y tener visera ya sospechan de vos. Hay un sujeto que no tiene recursos para hablar porque no nos educan sobre el racismo, y la desigualdad que existe en Argentina. Si hay un pueblo marrón que es pobre, ¿podemos aceptar que esto es así o vamos a seguir en este “daltonismo social” del que habla Alejandro Mamani? En Identidad Marrón hablamos de una doble racialización: por tu color de piel y de dónde venís. Las personas blancas son racializadas por la sociedad que les dice negros de mierda porque son pobres o porque vienen de determinado barrio. No somos propietarios de nada. Tratamos de dar el debate desde nuestros recursos y la visibilización mediática. Después de 30 entrevistas veo que en este tema no hay grieta: todos los medios coinciden en que nos merecemos el debate sobre racismo en Argentina. 

¿Qué cosas nuevas se vienen desde Identidad Marrón?

Marrones escriben es un libro que se está terminando de editar. Contiene todo el material teórico que hemos podido producir en este tiempo. Escrito por marrones que escriben de diversos temas, sean o no del colectivo. El proyecto fue presentado en la Universidad de Manchester y trabajamos con organizaciones de Brasil, de México, para poder hacer una contribución global al estudio sobre el racismo. Luego, el objetivo anual es siempre “Octubre Marrón”, donde reivindicamos nuestro legado indígena, donde recordamos que nadie descubrió nada y cómo nuestros cuerpos habitan en el presente. Habrá actividades virtuales, presenciales, festivas, de encuentro durante todo el mes. Nos estamos organizando con recursos propios, integrando también organizaciones de otros países. 

¿Qué forma sentís que es la más cómoda para nombrarte? 

A mí me encantaría que me digan “che, marrón”. Ahora amo mi color y lo vivo con mucha felicidad. Para seguir bastardeando la aspiración blanca de Argentina, me gusta que me digan “un argentino marrón”. Necesitamos muchos más marrones haciendo cosas. Identidad Marrón no es un colectivo, no es un producto, no es una idea, es una identidad. Cualquier persona marrón, con rasgos indígenas, que hable y que haga desde su perspectiva y su visión. Ya un montón de blancos autorizados hablaron sobre indígenas en documentales, ahora dejame a mí que yo hable desde lo que me pasa. 

«Reemplazá las compras del super por estas»

«Reemplazá las compras del super por estas»

Productores y consumidores de la agricultura familiar se reunieron en un festival para consolidar redes, dar a conocer otro modo de elaboración, distribución y comercialización alimentaria y construir “Mas comunidad”.  

Productores y consumidores de la agricultura familiar se encontraron este fin de semana para dar a conocer sus productos, conversar sobre otro modo de producir, distribuir y consumir alimentos y, ante todo, para fortalecer al colectivo de Red de Alimentos cooperativos a la que pertenecen. 

Entre las 15 y las 22, en un local de la calle Moreno 945, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, se llevó a cabo el primer Festival Más Comunidad organizado por la Red de Alimentos Cooperativos y la cooperativa de comunicación Huvaití, las organizaciones que gestionan ese espacio, donde el sábado todo fue fiesta. Hubo degustaciones, presentaciones de productos, radio abierta y hasta música en vivo, pero, también, un lugar para la reflexión sobre las problemáticas a las que se enfrentan las cooperativas.

Alimentos Cooperativos es una red nacional de cooperativas vinculadas a la cadena agroalimentaria. Su modo de producción es agroecológico, es decir, producen alimentos saludables y nutritivos minimizando la utilización de conservantes, saborizantes, y otros químicos de uso habitual en la industria alimenticia. “Alimentos Cooperativos surgió de un grupo de cooperativas que producen alimentos que hicieron un diagnóstico de por qué se les dificultaba tanto la comercialización. Se dieron cuenta de que el problema era que no se podía seguir peleando un lugar en el mercado tradicional. No se puede seguir disputando ingresar al supermercado porque las condiciones son un problema. Entonces, se dio la discusión de que necesitábamos nuestros propios esquemas comerciales”, recuerda Miguela Varela, organizadora del Festival, en diálogo con ANCCOM. Así fue como en 2014, la red comenzó a tomar forma hasta contar hoy con cooperativas de comercialización, consumo, comunicación, locales en distintos puntos del país y una tienda virtual. “Todo evolucionó al pensar la cadena de valor agroalimentaria como un todo, no solamente como el productor que necesita ubicar su producto. Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación hoy, un poco por los precios y un poco por la calidad también”, agregó.

«Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación, un poco por los precios y un poco por la calidad», señaló Miguela Varela, una de las organizadoras.

Durante la jornada, diferentes cooperativas tuvieron un lugar para dar a conocer sus productos. En el marco de la Semana de la Miel, la Federación de Cooperativas Apícolas (FECOAPI) se acercó desde San Pedro para realizar una degustación y presentación de sus productos y dialogaron con los consumidores sobre las propiedades de la miel, sus variedades y cómo se elabora. ANCCOM conversó con Jacobo Soria, representante de FECOAPI: “Como pequeños productores unidos podemos llegar a los estándares de las grandes empresas, seguir progresando, capacitándonos e ingresar a nuevos mercados. La cooperativa surgió por un problema de ventas, se vendía la miel a un precio que al productor no le convenía. Entonces, ahí surgió la idea de crear una cooperativa, trabajar en conjunto y vender nuestra miel a un precio que fuera rentable. Así, pudimos canalizar la miel en un mercado que no existía”, explicó.

Con respecto a quienes consumen sus productos, Soria observa una mayor concientización por parte de los clientes. “Nuestro consumidor suele buscar productos naturales, cooperativos. No es lo mismo que hace 10 años, hoy la gente está buscando lo natural, lo orgánico, lo autóctono”. 

Natalia de Majo Arbizo, referente de Oro del Inca, cooperativa de Bernal que se dedica a la elaboración de alimentos saludables como milanesas y hamburguesas vegetales, rebozador de mandioca y snacks de girasol, también estuvo presente en el evento. “Hay una concientización cada vez mayor, yo creo, de dos cosas: del origen del alimento, apostar políticamente a consumir un tipo de producto que sabemos de dónde viene: de la agricultura popular, familiar y también sobre de qué está hecho el producto”.

Natalia De Majo Arbiza, referente de la cooperativa Oro del Inca y Pasta Sur.

Por más que los productores notan un aumento en la preocupación por lo natural por parte de la sociedad y eso se ve en un consecuente aumento del consumo, no están exentos de la situación económica del país. “En este contexto, es difícil sostener un precio. Lo que nosotros siempre discutimos es que, que sea un precio justo no significa que sea un precio barato. Los supermercados, por ejemplo, pueden bajarte el precio e ir a pérdida para romper la competencia. El precio justo es el precio que realmente vale ese alimento por el trabajo que le puso el productor o productora. Además, en el medio hay un trabajo de comercialización y un costo de logística, de movilidad del producto. Ese después es el precio que le llega al consumidor. No hay factores especulativos en el medio, pero tampoco estamos al margen de las escaladas de precio”, explica Varela. “Los pequeños productores tienen costos muy altos, mucho más altos que los de una gran empresa por una cuestión de escala. Tratamos de hacer un equilibrio, siempre marcando los precios reales y justos”, agrega sobre el trabajo de la Red de Alimentos Cooperativos. Oro del Inca también se sostiene a pulmón, cuenta Natalia de Majo Arbizo. La organización sale adelante construyendo estrategias colectivas. “Una de ellas es fortalecernos en red y la participación en Alimentos Cooperativos es eso. Es juntarnos, fusionar las potencialidades y laburar las problemáticas de manera colectiva”, describe.

Alimentos Cooperativos tiene como objetivo fortalecer la economía de las distintas provincias, potenciando y priorizando el envío de recursos económicos hacia todos los rincones de la Argentina para mantener viva la diversa cultura alimentaria de nuestro país. Para Varela, ahora se trata de seguir creciendo: “Queremos abrir cada vez más espacios para que no sea un consumo esporádico, para que puedas reemplazar tu compra del súper por estas, y cerca de tu casa”.