“Hago música porque me gusta compartirla con alguien más”

“Hago música porque me gusta compartirla con alguien más”

Con más de 100 mil oyentes mensuales en Spotify, la cantante cordobesa Paz Carrara presenta su nuevo disco, más pop que su álbum debut. “No tenía ganas de que me tilden como una artista que sólo hacía canciones tristes”, confiesa.

Bajo la premisa de volver al origen, Paz Carrara acaba de lanzar su segundo disco, Todo vuelve al punto de partida. Con letras que hablan sobre el amor, el duelo, la resiliencia y el crecimiento, la cantante toma distancia del género cantautor para explorar sonidos más cercanos al pop. En diálogo con ANCCOM, la artista reflexiona sobre la necesidad de reencontrar su individualidad, la presión de la industria musical y el rol que tuvo Bambi Moreno Charpentier como productor del álbum.

 

¿Por qué decidiste volcarte al pop?

En verdad fue todo a nivel de producción. Podría haber ido por ese lugar obvio y cómodo, pero este era un desafío que tenía ganas de hacer desde hace mucho tiempo. Y también fue clave conocer a Bambi y empezar a trabajar con él, porque me convenció de que se podía hacer.

 

¿Cómo fue el proceso de producción del disco?

Soy una persona súper ansiosa, recuerdo pensar en un segundo disco cuando estaba lanzando el primero (Me cansé de hacer canciones que no salgan si no estoy llorando, 2022), porque sé que los procesos son muy largos hasta que uno termina el producto y después lo saca. Entonces ya sabía que lo iba a encarar con el mismo tipo de trabajo y que iba a ir por el mismo lugar que el primero. También me cayó una ficha, sentí que cambió un poco el juego y empecé a notar cómo influye la industria musical. Es más, creo que en mi primer disco pensé mucho en quienes me estaban escuchando y dejé de lado mi individualidad. Por eso, el año pasado me propuse frenar un poco para pensar en mi necesidad de hacer algo más propio, algo que suene a mí y no a nadie más. Amo mi primer disco, pero hay muchas canciones que siento que podrían ser cantadas por otros artistas. Eso es porque me necesité alivianar y porque no tenía ganas de que me tilden como una artista que sólo hacía canciones tristes. Entonces me propuse hacer de este disco lo más propio posible, yendo a fondo con todas las historias y contando detalles específicos sobre las cosas que realmente me importan, porque de otro modo no tiene sentido.

¿Las canciones de este segundo álbum te representan al cien por ciento?

Sí, o al menos a esta etapa de mi vida. Describen muy bien mis últimos dos años: cortar una relación, empezar una nueva, enamorarse a fondo, y después entre medio contar todo lo que implica la vida de uno. En el disco hay seis canciones de amor y cuatro que no tienen nada que ver con el amor en términos de pareja. Pero también implica eso una relación: presentarte, decir lo que te pasó en la vida y cuáles son personas que te acompañan. Todo eso termina de contar la narrativa.

 

¿Tenías pensado el título antes de grabarlo o decantó mientras lo hacías?

Fue decantando de a poco. No hago las cosas pensando demasiado en los conceptos previos, la música me suele dar muchas más respuestas de las que yo puedo darle a ella. Escuchando las canciones me di cuenta de que había algo un poco cíclico de querer hacer las cosas de vuelta, volver a hablar de cosas que hacía mucho tiempo no hablaba o repetir cosas que ya aparecían en otras de mis canciones. También empecé a darme cuenta de que esto aparecía en algunas cosas conceptuales, como por ejemplo que la mayoría de las canciones empiezan y terminan igual: con una frase, una melodía o con un ruido. Eso no fue buscado, sino que fue algo que nos pasó y que nos gustó tanto como quedaba que para las últimas tres canciones ya lo hicimos adrede, pero al principio fue la música la que guió el camino.

 

¿Cómo fue trabajar con Bambi Moreno Charpentier?

Con Bambi nos conocimos hace tres años porque él me había invitado a grabar en su disco República de la Nostalgia una canción hermosa (“La Torre”) y a partir de ahí se fue forjando una amistad. Siempre lo consideré un artista súper prestigioso por su trabajo con Tan Biónica, pero desde ese momento siento algo especial por él porque siempre fue muy generoso conmigo. Además, tiene mucho camino recorrido dentro de la música como productor, más allá de su talento como artista, entonces me hizo muy bien tenerlo cerca para ver y entender las cosas con otra perspectiva. También me sirvió haber trabajado con él en la canción “Aunque nunca te lo diga”, que habíamos compuesto para otra persona pero que al final nos terminó gustando tanto que la sacamos y se terminó sumando Santi Celli. No terminó formando parte de este disco porque justamente no era una historia mía, entonces no tenía que ver con la esencia de todo lo que estábamos haciendo, pero a nivel sonoro podría haber ido. Luego de haber trabajado en estos proyectos y habiendo podido conocer su sensibilidad y desarrollar un nivel de confianza se me ocurrió que tal vez él era el productor adecuado para este disco, porque sentía que me podía ayudar a llevarlo al lugar de identidad que yo buscaba. Además, él es mucho más jugado que yo, tiene una cabeza que va más rápido, pero al mismo tiempo desde un lugar súper humilde, porque él todo lo abre a discusión. No es que fue un disco donde él me mandó las ideas y yo las acepté, sino que fue un proceso colaborativo. Yo también aporté un montón, pero porque él me hizo parte, y por eso estoy contenta de haberlo hecho con él, fue una experiencia muy linda.

Además del amor y la idea de volver al origen, ¿qué otras cosas te inspiraron?

El dolor, el crecimiento, la resiliencia y los procesos. En este disco hablo de mi abuela, de mi padre y de mi madre, entonces está presente el desarrollo de las relaciones y de los sentimientos. Por ejemplo, en una de las canciones hablo sobre el día en que me enteré de que mi papá había fallecido. Si bien he escrito un montón sobre ese momento, creo que esta tiene un final donde el sentimiento muta un poco. Lo mismo con la canción sobre mi abuela, que habla sobre un período de tiempo que se va desarrollando en la letra. Hay mucho de eso también, de sostener algo a través del tiempo y cómo eso va al mismo tiempo cambiando. Lo mismo con las canciones que hablan sobre el amor y de una relación que se va desarrollando. También me sirvió como fuente de inspiración la música de otros artistas como Regina Spektor, Bleachers –el proyecto de Jack Antonoff– y Taylor Swift. De ellos tome la idea de transmitir un sentimiento en particular.

¿Cuál fue la canción que más te costó componer?

 “Te fuiste”, porque es muy personal. Lo primero que apareció fue el puente, pero después fue difícil encontrarle un cierre. Esa situación que quizás me impulsó a escribir no se terminaba de desarrollar y eso hacía que la canción no explotara del todo. Siento que mi fuerte es escribir estrofas y no estribillos y por suerte Bambi es muy bueno en eso, entonces un día agarramos la canción en el piano, empezamos a probar cosas y ahí salió todo el resto. Fue una canción que llevó muchos meses y que en general no me suele pasar, porque a mí me gusta escribir rápido, con frescura y sin corregir.

 

¿Cómo viene siendo la recepción del público?

Soy afortunada, recibí mensajes muy lindos y para mí eso es lo único que da sentido a las cosas. Si no hubiera alguien del otro lado que escucha y que algo le transmite, me quedaría haciendo canciones para mí en mi casa. Hago música porque me gusta compartirla con alguien más. No me importa si son diez, cien mil o diez millones. No va por ahí. En particular, recibí muchos mensajes por la canción “Domingo”, que es muy fuerte y que me parece que la va a descubrir la gente que necesite descubrirla. También me contactó mucha gente enamorada, que me mandó fotos o videos con sus parejas en donde de fondo había una canción mía. Siento que despierta eso porque es un disco que va muy al grano del corazón. También es muy nuevo, así que con el tiempo vamos a ir viendo las repercusiones.

Lo vas a presentar en Niceto Club, ¿cuál es la canción que más estás esperando cantar?

Me da mucha intriga cómo va a sonar “Panamericana” en vivo. Es una canción que muchas de las chicas que me siguen vienen esperando, porque solo la había tocado en algún vivo de Instagram. De hecho, el año pasado cuando toqué en Niceto, me llevaron carteles con la palabra “Panamericana”, evidentemente si me la piden tanto es porque algo les pasa a las personas con esa canción. Yo eso capaz ni lo intuyo, porque siempre mis favoritas son otras. De hecho, eso me pasó con “Radar”, al principio no quería sacarla y hoy es la canción que más reproducciones tiene en Spotify. Mucha gente la conoce y no tiene idea de quién soy yo. Lo mismo me pasó después con “Las Converse”. Hay algo que pasa con las canciones que a veces no es necesario que estén tan producidas, sino que pase algo con la música.

 

¿Estás satisfecha con el resultado?

Sí, y sobre todo muy contenta. Lo escucho y me parece un buen disco, lo disfruto. Estoy orgullosa de las canciones y de la producción que tuvieron. Obvio que me gustaría que mucha más gente lo descubriera. Fue un proceso complicado, con mucho esfuerzo y trabajo y que pasó por un montón de situaciones y sentimientos. Largarlo también fue fuerte, porque uno deja ir algo que viene cuidando hace un montón de tiempo y deja de tener el control y eso es complicado a nivel emocional. Pero ahora estoy en un momento donde lo estoy disfrutando y soy feliz de que me lleguen mensajes de personas que no me conocían y que de repente me descubrieron. Me hace sentir que las canciones son lo suficientemente buenas para que me hayan brindado 40 minutos de su vida para escucharlo y una hora y media en septiembre para verlo en vivo. Siento que ya hay una relación a largo plazo.

 

Paz Carrara presentará Todo vuelve al punto de partida el próximo 13 de septiembre en Niceto Club. Las entradas se pueden adquirir en passline.com.

“Entretener es el oficio más lindo del mundo”

“Entretener es el oficio más lindo del mundo”

En pleno auge de las plataformas de streaming, “Hay Algo Ahí” del canal Blender rompe esquemas y rescata estilos en una mezcla que supo construir una comunidad. En un mano a mano con ANCCOM, Juan Ruffo, su conductor junto con Tomás Rebord, cuenta el detrás de escena de uno de los programas más vistos de la Argentina.

En el barrio de Palermo, sobre Niceto Vega al 5000, se encuentra el estudio de Blender. Creado por Iván Liska y Diego Abatecola a inicios del 2023, el canal de streaming se ha consolidado como uno de los más vistos junto a Luzu TV, OLGA y Gelatina. Cuenta con una oferta que incluye programas diarios como Desayuno Intermitente, Escucho Ofertas y Dinero y Amor, el semanal Las pibas dicen, con Rosario y Julieta Ortega junto a Andrea Rincón, y el deportivo Pelota Dividida –fruto de la reciente unión con Olé–, con el Ruso Verea, Mikki Lusardi y Facundo Santarrosa. Pero el hit del canal, sin duda, es Hay Algo Ahí, el programa de Tomás Rebord y Juan Ruffo.

El estudio es amplio, pero lo suficientemente compacto como para que todo suceda en un lugar. El fondo croma verde enfrenta a la mesa donde se sienta Guille Aquino en Escucho Ofertas y donde también se realiza Dinero y Amor, de Marcos Aramburu. Unas seis o siete personas ocupan la mesa de producción. Del otro lado, se encuentra el arco y el modular de Hay Algo Ahí, cuyos recovecos emulan un altar en el que se avistan las ofrendas de la tribuna que acude a presenciar el programa, o regalos que emprendimientos de todo el país envían al canal. La mesa tiene dos sillas principales, una para Rebord y otra para Ruffo, y una más para sus visitantes –desde Ofelia Fernández hasta Ramiro Marra–, y para el periodista Iván Schargrodsky, columnista en la “Hora africana” de los martes.

Durante dos horas, de lunes a viernes a las 21, Rebord y Ruffo incorporan un humor ácido para tratar la coyuntura, con elementos que remiten a la programación televisiva de los años 90 y 2000, otros a la cultura pop y la interacción en vivo de los usuarios de YouTube tras ellos. Nostálgico e innovador, Hay Algo Ahí representa fielmente el estilo de Blender, cuyos creadores describen como “trash sofisticado”, con un toque incisivo y políticamente incorrecto, pero a la vez plural y diverso.

Además de comunicador, productor y coconductor, ¿quién es Juan Ruffo?

No sé si tiene respuesta, por lo menos a mis 29 años. Solo sé que me gusta el entretenimiento, divertirme, eso es transversal a mi persona. Si en el proceso de divertirme hay otra persona al otro lado de la pantalla que se está divirtiendo también, para mí es un sueño, cierra perfecto.

¿Siempre deseaste dedicarte a esto?

En términos académicos, en el secundario era desastroso, fui el primero o segundo peor promedio de quinto año, porque iba a divertirme. Tenía un amigo con el que íbamos a jugar, para nosotros era como una gran colonia de vacaciones. Carísima, porque el colegio privado católico era muy costoso. Cuando terminé, no sabía qué hacer, aparte de jugar a cosas, así que arranqué a laburar en la empresa metalúrgica familiar y a estudiar el CBC de Administración de Empresas, porque era la salida más fácil. Obviamente, no tenía ningún tipo de vocación por la metalurgia. Trabajé seis años en la fábrica, hasta que me di cuenta que no era para mí, primero porque no me despertaba nada, solo sentía satisfacción cuando me iba. Entonces me dije: “Tiene que haber algo que me guste más que esto”. En ese momento, escuchaba mucha radio. A la mañana, camino a Lanús, AM, y a la tarde, cuando me iba, FM. Programas informativos a la mañana y a la tarde más de entretenimiento. Había algo dentro de ese universo de lo radiofónico, de ese lenguaje, que me fascinaba. Hice un curso de producción de radio en ETER, fue un primer acercamiento, muy lindo, lo disfruté un montón. Después tomé la decisión de cambiarme de carrera y arrancar Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

¿Qué encontraste allí?

Un mundo nuevo, enorme en cuanto a materiales de lectura, compañeros y espacio. Me daba mucho placer ir a la facultad, donde, por supuesto, encontré la dimensión de jugar. Algunas materias eran más rígidas, pero Radio, por ejemplo, podía ser algo parecido a lo que yo quería hacer, y en los talleres la pasé muy bien. En una clase, un docente en el pizarrón escribió cuentas y usuarios de Twitter que había que seguir para mantenerse informado, entre ellos uno llamado Centro de Producciones Radiofónicas, y me pareció interesante, averigüé dónde era y el nombre del director, y fui a dejar mi currículum, que solo contenía mi experiencia en la metalúrgica. Llegué y le dije al director: “Quiero trabajar acá con vos”. Me respondió que no me podía pagar, pero me podía enseñar, y empecé a ir dos o tres veces por semana mientras cursaba y trabajaba. Aprendí a editar, nociones básicas de la radio, a grabar podcasts, a pensar contenidos sonoros. Fue una experiencia enriquecedora, porque adquirí conocimientos y práctica, y después esa relación maestro-padawan (aprendiz jedi) se mantuvo y se convirtió en una de mis amistades más cercanas.

¿Qué impacto tuvo este cambio de dirección en las expectativas de tu familia?

Trajo una serie de problemas. Comencé la carrera y seguía laburando en la metalúrgica, porque algo tenía que hacer. Pero en la productora se presentaron oportunidades laborales y ya no fue necesario eso, a partir de ese momento me dediqué a full a la productora. Esto desembocó en la consumación del legado familiar. Fue un proceso largo con la parte paterna de mi familia. Como tercera generación, tenía que hacerme cargo de la empresa que compró mi abuelo y que más tarde expandió mi viejo, ambos grandes empresarios. Por un lado, yo no estaba convencido de que ese era mi camino, y por otro, los veía a ellos realmente buenos en lo que hacían, y yo no lo era, porque no me calentaba, no tenía un fuego interno que me quemaba cada vez que llegaba. Veo una trefiladora (máquina para hacer alambres) y no me pasa nada, mi papá ve una y se vuelve loco. Se dio un proceso largo y áspero con mi familia. Finalmente, todos entendieron.

Se ha formado una comunidad muy leal al contenido de Hay Algo Ahí

Es una de las cosas más lindas que tiene este oficio, que haya alguien del otro lado disfrutando lo que hacés. Que alguien en la calle me pare y me diga “los vemos todos los días” me hace feliz. Siento un enorme orgullo del trabajo que hacemos porque hay gente en otro lado que quizás le cambiás un mal día y encuentra un poco de paz en una risa que se escapa durante un programa. Esto me parece sagrado, así surge la obligación de estar convocados siempre al ciento por ciento, porque hay gente que nos está dedicando lo más preciado que tiene: su tiempo. Sentir que todos los días en muchos hogares se cena mirando nuestro contenido, que hay gente que pone play y nos está escuchando, me parece fascinante y hay que respetarlo. Y el rol que ocupo tiene que ver con eso: entretener es uno de los oficios más lindos del mundo y me llena de orgullo estar de este lado.

Los medios emergentes se han posicionado como alternativos y ganaron legitimidad a la par de los tradicionales. ¿A qué se debe este auge?

Habría que analizar, medios alternativos ¿respecto a qué? Porque la tele, la radio y la gráfica han pasado por el mismo vórtex. Gran Hermano es un gran ejemplo: se emite por TV, pero en paralelo hay un streaming con personas discutiendo en vivo –más parecido a un medio alternativo– y lleva sus reglas y su lenguaje. Los medios están atravesando una alteración de estilo y formato, en donde se mezclan y nacen cosas nuevas e interesantes. Blender no es lo mismo que Telefé, no solo cambia la forma de hacer, crear y los equipos, sino que también cambian los formatos, los géneros y los estilos. Sí tratamos de recuperar algo del género televisivo, en donde tenés otra disposición visual y espacial, buscamos otra cosa. Es un delirio de grandeza quizás, no sólo no nos queremos parecer a unos tipos con unos auriculares gigantes hablándole a un micrófono, sino que buscamos otra cosa y recuperamos esta dinámica más televisiva porque también es con la que crecimos. Nosotros vimos y vemos televisión, y nos encanta, hay algo de volver a eso que se va desarmando a medida que pasa el tiempo. La fórmula del streaming está consolidada en cuanto a lo que se ve, escucha y en el lenguaje tiene sus particularidades. Nuestra intención es salir un poco de eso, romperlo y encontrar cosas nuevas.

¿Cuáles son las particularidades de Hay Algo Ahí?

Para empezar, es genuino, no podemos hacer algo que no sintamos. Hay Algo Ahí es lo que nos sale de lo más profundo del corazón. Queremos innovar y traer de vuelta elementos tradicionales, creando algo muy propio. Las propuestas de contenidos particulares nos tienen que gustar. Me ha pasado en otros proyectos de incorporar material porque se nota que a la gente le gusta tal cosa, y que termine saliendo mal porque yo no lo siento tanto. Entonces la primera particularidad de Hay Algo Ahí es que es genuino. Traemos escritores, políticos, especialistas en diversas áreas, deportistas, científicos, y conversamos sobre cualquiera sea el tema de actualidad. Si alguien está dando notas por todos lados, no nos interesa, repetir contenido que se vio en OLGA y después en Gelatina no es lo nuestro. Queremos que pase algo distinto. Por otro lado, tenemos este deseo de grandeza, de hacer historia, dejar una marca en la historia del streaming y del entretenimiento nacional. Tenemos hambre de trascendencia, de que a la gente que está del otro lado le pegue lo que hacemos. Hay Algo Ahí es hoy mi fuente de felicidad más grande, venir al estudio todos los días me llena el corazón y me encanta la dimensión que tiene de crecer todo el tiempo. Gran parte del éxito del programa se lo atribuyo íntegramente a Tomás (Rebord), esa vocación que él tiene y trae a la mesa. Ya habíamos trabajado juntos antes, pero no en la dinámica diaria. Hay algo en esa pasión suya que me causa una profunda admiración porque es también el motor de todo esto, es el combustible que va todo el tiempo alimentando esta máquina. No nos quedamos en la dinámica base de dos personas hablando frente a la cámara, por supuesto lo incorporamos, pero surgen ideas como “¿qué tal si hacemos un especial de Star Wars y nos disfrazamos?”. “¿Hacemos un especial de terror?”. “¿Y qué tal si hacemos tal otra cosa?”. Esa también es una de las particularidades de este programa, estar todo el tiempo corriendo y moviéndose.

¿Cómo es unn día en el piso de Blender?

Tenemos el día corrido porque el programa comienza a la noche. Llego acá más o menos a las 19:30, mientras continúa el programa anterior, Dinero y Amor. Me gusta llegar temprano porque hay algo de ir empapándome, de estar acá, que me prepara muy bien. Hacemos un repaso de las cosas que tenemos planificadas. Los programas se piensan y preparan con una semana de anticipación, es una dinámica que nos gusta porque tenemos la semana completamente resuelta, y ya pensamos en la siguiente. Hay dos reuniones grandes de producción, los viernes están dedicados al brainstorming, a llevar ideas, pensar cosas y proponer, y los lunes se organiza todo. Si en la semana hay algún especial, se graban clips durante los días previos. Cuando termina el programa, en general comemos juntos, acá mismo, vamos a casa y ahí es cuando arranca una cosa muy extraña en donde uno llega cansado, pero no se puede dormir por la adrenalina del programa, de entrar a las redes para ver las repercusiones. El resto del día, además de las cosas que hacemos en nuestras vidas, se basa en pensar cosas para el programa, usar la realidad de inspiración para tratar de transformarla y que de alguna manera aparezcan distinto en el programa. Durante el día producimos contenido, piloteamos cosas, a veces grabamos acá o yo adelanto algunas en mi casa donde tengo un estudio. Cuando está todo listo, salimos. Termina el programa y al día siguiente arranca todo de nuevo.

“Reales”, “hagovero”, “golondrinas”, “sesudo”, “superfly”… A diferencia de otros streamings, Hay Algo Ahí impulsó un mundo lingüístico propio en el estudio y en su comunidad de seguidores.

Tener un código propio es quizás de los mejores y más grandes indicadores de que está pasando algo entre nosotros y el público, da la señal de que se está formando una comunidad del otro lado. No hay solamente oyentes, televidentes o usuarios, hay otro tipo de compromiso entre la persona que te está viendo del otro lado y vos, sobre todo si ese lenguaje empieza a atravesar las barreras de “nosotros haciendo y ellos escuchando”. Si hay términos, palabras o frases que empezás a escuchar a tu alrededor de diversas personas, quiere decir que la gente está comprometida con el contenido. Me pasa con amigos míos, que usan palabras que empleamos en el programa. Es algo si lo quisiera explicar no podría, quizás porque hace mucho que cursé semiótica… En el programa realmente hablamos como hablamos, usamos neologismos en inglés, palabras que denotan un chiste, y es una manera muy linda de vivir porque estás por lo menos en la dimensión más ínfima del lenguaje, tratando de divertirte un poco. Eso que es real lo replicamos y, en el mejor de los casos, tiende puentes con la realidad de una persona que, si te ve en la calle o en un evento, incorpora nuestra forma de hablar en su cotidianidad.

No hay solamente oyentes, televidentes o usuarios, hay otro tipo de compromiso entre la persona que nos está viendo del otro lado.

Juan Ruffo

Tomás Rebord próximamente será padre y se tomará un tiempo, ¿cómo te preparás?

Obviamente el programa va a cambiar, porque lo vamos a adaptar a las nuevas posibilidades y exigencias, pero va a estar lindo, vamos a estar a la altura y lo vamos a disfrutar mucho.

Estudiaste en la universidad pública, ¿cómo ves la situación de recorte?

Me preocupa mucho, no solamente por haber estado la Facultad de Ciencias Sociales y por quererla y valorarla, sino por la vocación política que tengo: tiene que existir la educación pública, gratuita y de altísima calidad. Queda defender los espacios. Lamentablemente, tenemos que atravesar este Gobierno que atenta no solamente contra la educación pública, sino contra tantos otros frentes que ya casi ni alcanzan los dedos de la mano para contarlos.

¿Qué rol ocupa la política en tu vida?

Siempre ha estado presente, pero comencé a sumergirme en ese mundo desde mediana edad en adelante. Mi abuelo fue el primero que me hizo ver las cosas de una manera distinta, él fue vicepresidente del Partido Justicialista de Capital, uno de los mejores peronistas que yo he conocido. Hay algo de ese amor que le tuve a él que iba de la mano con conocer el peronismo, con empezar a curtirme y empaparme; hoy puedo decir que él me hizo peronista. Tuve una educación primaria y secundaria bastante lavada y ajena a lo político. Empecé a entrar un poco más fuerte en esa esfera y a interesarme un poco más cuando entré en la Facultad, ahí me vinculé con compañeros y compañeras de otras ideologías y pude entender el mundo de forma distinta. Esto también es algo que le agradezco mucho a la Facultad de Ciencias Sociales, ya que me permitió empezar a conocer y entender otras cosas. Nunca milité, ni siquiera en la universidad, pero la política y la coyuntura me atraviesa, me interesa, me preocupa y también hoy me confunde. No tengo las cosas tan claras: disfruto más de preguntar que de afirmar.

“Los pueblos que no son conscientes de su historia están condenados a la derrota”

“Los pueblos que no son conscientes de su historia están condenados a la derrota”

El periodista e historiador Cristian Vitale habla de Junios, Peronismo y antiperonismo en la encrucijada, que se enfoca en el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, el levantamiento del general Valle y los fusilamientos de 1956. “Los medios de comunicación cumplen un rol fundamental en ocultar la memoria histórica”, plantea.

“Tiene mucha muerte, mucha crueldad. Es fuerte. Su proceso me llevó bastante angustia”, comenta Cristian Vitale cuando se le pregunta acerca de su nuevo libro, Junios, Peronismo y antiperonismo en la encrucijada, un trabajo de reconstrucción histórica y reflexión que abarca desde el bombardeo a Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955 hasta el frustrado levantamiento de general Juan José Valle, ocurrido un año después, en junio de 1956.

Esta obra se inscribe dentro de una nueva colección con motivo del aniversario número 50 del fallecimiento de Juan Domingo Perón, que se estuvo cumpliendo el pasado 1° de julio, y relata la conexión existente entre esos dos hechos históricos atravesados, directa e indirectamente, por el peronismo. El primero, un ataque ejecutado por la Aviación Naval y la Fuerza Aérea. El segundo, una rebelión en tiempos dictatoriales que llevaría a los conocidos fusilamientos en varios lugares del país, siendo el de José León Suárez el más difundido.

Sin embargo Vitale, que también es profesor de Historia y periodista, cuenta que es un trabajo que nunca le hubiera gustado hacer. “Fue un libro con el que uno tiene la obligación moral como historiador y como militante de meterse en el hueso. Pero son libros que no le gustaría escribir a nadie”, agrega el autor, pues para lograr recuperar la historia de esos años recurrió a aquellas familias que fueron directamente afectadas luego del levantamiento, las que perdieron un pariente a costa de los fusilamientos de la noche del 9 de junio de 1956. “Las entrevistas también me llevaron bastante angustia. Les estás haciendo revivir a esa gente una pérdida absurda de sus padres cuando eran chicos. Algunos ni siquiera los conocieron. Es tremendo. A veces te quebrás”, declara el escritor.

¿Cómo fue ese proceso de entrevistas, el buscar a las familias para que den sus testimonios?

Me puse a buscar descendientes de quienes habían sido fusilados, que fueron en total 27, y de las personas que murieron en el enfrentamiento de La Plata o producto de la represión de las fuerzas. Busqué a los hijos, sobrinos y nietos, y di con un montón de personas. Con Julia y Berta Carranza, hijos de Nicolás Carranza; con Alicia Rodríguez, la hija de Vicente Rodríguez; con María Cristina Caro, la hija de Luis Caro, fusilado en Campo de Mayo; con Miguel Mauriño, nieto de Miguel Mauriño e hijo de Rubén Mauriño. Este es un testimonio fundamental, porque es hijo y nieto de dos personas involucradas en el levantamiento de Valle. Esos testimonios me permitieron reconstruir la historia de los fusilamientos desde el lugar familiar

¿Fue difícil contactarlos? ¿O que quisieran hablar?

No fue fácil. Con la primera que me contacté fue con Julita Carranza. Vive en Adrogué, es divina. Ella tenía 45 días cuando fusilaron a Nicolás. A partir de ella fui contactando a los demás, pero no es una cuestión sencilla. Incluso muchos no quisieron dar sus testimonios. Pero con los que conseguí pude construir mucho.

¿Cuándo iniciaste la producción de Junios?

En realidad, la idea ya la tenía desde hace unos dos o tres años. Quería hacer un libro sobre los fusilamientos del 56, para hacer un aporte de que no se trató solamente de una jornada en la que se fusiló gente en José León Suárez. Porque en parte del imaginario estaba presente que los fusilamientos habían sido solo allí, dado Operación Masacre de Rodolfo Walsh, y la película que hace Cedrón. Y en realidad hubo en un montón de lugares donde se produjo la rebelión de Valle y Tanco: Campo de Mayo, Regimiento de Palermo, Regimiento 7 de La Plata, la Penitenciaría Nacional, en la Unidad Regional 2 de Lanús. En un momento también quise hacer algo focalizado específicamente en Lanús, porque yo soy de la zona. Esa era la idea macro que tenía hace mucho tiempo. Después me encontré con que tenía que darle una vueltita más y contextualizarlo. Me fui a los antecedentes directos e indirectos, llegué hasta junio del 55 y ahí dije: “Junios, bombardeos del 55, fusilamientos del 56”, y definí el recorte histórico.

¿Así llegaste a los bombardeos de Plaza de Mayo?

Llego a los bombardeos porque yo vengo de una familia muy peronista. Mi abuela me enseñó la marcha mientras me acunaba (risas). En plena dictadura, cuando yo era adolescente, siempre surgía la conversación sobre los aviones que salían de Ezeiza sobrevolando mi casa y mi barrio, y diciéndome que se habían producido unos bombardeos tremendos, que habían matado a un montón de personas. Y esto replicaba en la familia. Yo ya me había acercado al tema casi que desde que tengo uso de la razón. Es algo que siempre digo. El peronismo es una cuestión emocional, pasional, sobre todo si las personas que vos más querés fueron las que te metieron en ese camino. Entonces ya el tema estaba implícito antes de que lo pudiese racionalizar.

El peronismo va a ser un hecho maldito para la política argentina. Fue denostado no solamente por los sectores liberales, rancios, sino por toda la superestructura cultural progresista.

Cristian Vitale

¿Por qué pensás que el bombardeo del 55 no tuvo (ni tiene) tanto peso histórico? ¿Por qué se conoce tan poco?

Primero vamos a decir que el peronismo va a ser un hecho maldito para la política argentina. Fue denostado no solamente por los sectores liberales, rancios, sino por toda la superestructura cultural progresista. Hay un montón de actores muy consagrados en la cultura nacional a los que no les interesó abordar ese tema. Tampoco en las instituciones educativas se difundió ni se intentó remembrar ese acontecimiento para insertarlo en el sentido común, exceptuando en el 73 y con las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner. No fue un hecho del que gustasen hablar los intelectuales y mucho menos los medios de comunicación. Si vos no tenés esos resortes como sostenedores de la memoria, los hechos quedan omitidos y siguen ocultos para la gran historia nacional. Es más, la operación que hacen de esas usinas de creación de sentido es que el 16 de junio del 55 pasa a ser un día en el que los peronistas incendiaron las iglesias, y no el día que la aviación naval bombardeó la plaza. Es cierto que como una reacción visceral a los bombardeos, la noche del 16 sale un sector del peronismo salió a quemar iglesias. Pero había pasado una cosita antes, un detallecito, ¿no? (risas).

En este sentido, los sectores que quisieron instalar esta versión de los hechos en el imaginario social se valieron de operaciones mediáticas para hacerlo

Los medios de comunicación cumplen un rol fundamental en ocultar la memoria histórica. Hacen un recorte tremendo, muestran una fase de la realidad que no es la realidad sino solamente un recorte de acuerdo a sus intereses. Ni hablar de toda la superestructura intelectual. Por ejemplo, el movimiento nacional no es un movimiento de izquierda o de derecha. Es un movimiento nacional, con todos los matices que se te puedan ocurrir. Es tan adverso a lo que es la izquierda internacionalista como a la derecha liberal. Son los dos sectores que crean sentido. Si vos vas ampliando la mirada, vas viendo que todas las usinas de creación de sentido estaban de alguna manera avalando esa violencia.

Si comparamos esta dicotomía entre peronismo y antiperonismo que existía en aquella época, ¿cómo crees que esto se trasladó a esta época?

Creo que había quedado adormecida durante mucho tiempo, por lo menos durante el 56 hasta el 2003, cuando primero Néstor y después Cristina empiezan a otorgarle al movimiento aquella mística nacional. A partir de allí empieza a recrudecer esta dicotomía que parecía dormida. Por eso creo que este libro tiene cierto viso de actualidad porque se inserta en una nueva revisión de la historia que trae esta nueva resignificación. Volvió a aparecer esa mirada, disfrazada de kirchnerismo-anti kirchnerismo o de populismo-antipopulismo, pero que en realidad es el nacionalismo frente al liberalismo. Esa es la madre de las contradicciones.

¿Así se vive el peronismo actualmente?

El kirchnerismo es una reencarnación del movimiento nacional popular. En algún momento fue el rosismo federal del siglo XIX, vencido por las mismas fuerzas de siempre, en este caso por Urquiza en la batalla de Caseros. Después reencarnó en el irigoyenismo, que tenía un fuerte afluente nacionalista y popular, con algunas cosas que se pueden discutir. A mediados del siglo XX reencarna en el peronismo, y a principios del siglo XXI en el kirchnerismo. Hoy kirchnerismo es una mala palabra, pero son todas fases de la misma idea de nación, el mismo modelo de nación. El peronismo capaz sea el que mejor sintetiza esas aspiraciones de pueblo libre porque tiene una doctrina, tiene esas tres banderas que son la independencia económica, la justicia social y la soberanía política.

Y también esto de la Tercera Posición…

Por supuesto, la Tercera Posición tan alejada del materialismo histórico como del individualismo metodológico. Tanto del marxismo como del liberalismo. Néstor la tenía clara, somos peronistas, no nos bajen el precio. Es eso, en definitiva. Fijate cómo trabajaron los medios de comunicación con la letra K. El kirchnerismo es una parte constitutiva del movimiento nacional con ojos del siglo XXI, con prácticas un poco más progresistas, más democráticas, por la coyuntura. Pero la cuestión de los derechos de las clases populares estuvo siempre.

¿Creés que los hechos ocurridos en los dos junios continúan teniendo consecuencias hasta el día de hoy?

Habría que hacer un estudio minucioso del estado en el que está en el imaginario. Estamos en un momento complejo, en una situación medio distópica, palabra que se está usando mucho ahora. Entre la vertiginosidad de las redes sociales y la velocidad de la información, el sufrimiento material de la gente y esa cosa tan fuerte de no dejar activar la memoria, es complicado. Para trabajar con la historia necesitás procesos que permitan la reflexión, la discusión y la persistencia de la memoria. No pasa nada de eso en las sociedades actuales. Es peligroso porque la historia es lo único que te define como sociedad. La realidad son representaciones mentales, entonces las representaciones mentales se reflejan en la historia. Y es la única manera de entender el presente. Si no, ¿de qué otra forma? El futuro no existe, el presente está pasando, y la única empírea que hay es la historia. Los pueblos que no son conscientes de su historia están condenados a la derrota, al fracaso.

Y a repetirla

Y a repetirla. Por eso tanta omisión o intervención de la historia, tanto de los sistemas intelectuales como educativos y mediáticos. Los pueblos escriben su historia, y si no se reconocen en esa historia que escribieron, difícilmente puedas echar abajo la Ley Bases. A otros pueblos con otras conciencias, históricas y nacionales, no les pasa eso.

¿Se podría comparar ese año que ocurrió entre los junios de 1955 y 1956 con algún otro período en Argentina?

Con la Batalla de Caseros, 1852. Con los urquicistas fusilando a 220 personas en la quinta de Rosas que estaba en Palermo. Los cuelgan ahí, les cortan la cabeza, y las exhiben. Lonardi en el golpe del 55 dice lo mismo que dijo Urquiza en 1852: “Ni vencedores ni vencidos”.

Me hace pensar en cómo la historia es cíclica, pero que de algún modo va cambiando, mutando. Por ejemplo, se sigue ejerciendo la violencia pero desde otro lado

Sí, simbólica, mediática…

Y ahora esa es la que predomina, que no es la que lo hacía en el 55.

Exactamente, era una violencia más física, más visceral. Hoy asistimos a otro tipo de violencias. Psicológica, simbólica, pero que son muy dañinas. Antes vos tenías en las clases trabajadoras una conciencia, una percepción, una concepción, y a lo sumo te mataban a palos o ibas en cana. Pero hoy se está perdiendo esa conciencia. Hay una dimensión del ser humano que Perón plantea en La comunidad organizada que tiene que ver con lo espiritual, la cuestión de lo intuitivo, de saber sin elaborar mucho lo que está mal y lo que está bien. Eso es lo que se está perdiendo. Cosas que tienen que ver con cuestiones más profundas, más éticas y morales.

Vitale plantea que el movimiento nacional siempre tuvo un problema: la intervención de la derecha y de la izquierda. Cita a Jaureche: “Se pelean afuera, pero están de acuerdo adentro”. “Siempre que irradió hacia afuera lo hizo permeado por las dos ideologías, como pasó con el menemismo –concluye–. Eso pasó porque se va desvirtuando y aparecen interpretaciones que son extremadamente radicalizadas. Es importante volver al pensamiento de Juan Perón, y de quienes hicieron grande al movimiento. Son los que te ponen en eje. No es una doctrina unívoca, pero sí tiene que tener una conducción, no solamente en lo político sino también en lo intelectual, en lo histórico, que te permita construir determinada unidad. Si no, te vas para cualquier lado”.

Obrera de la música

Obrera de la música

De voz dulce, sonrisa tímida y portadora del bajo desde siempre, Claudia Sinesi repasa su vasta carrera desde sus comienzos en Rouge, pasando por la vorágine de Viuda e Hijas de Roque Enroll hasta su actual proyecto Las Escuchas.

¿Cómo fue tu acercamiento a la música cuando eras chica?

En mi casa se escuchaba mucha música, teníamos el Winco y escuchábamos los discos de pasta de mi abuela. Me acuerdo que cuando tenía siete años les pedí la guitarra a los reyes magos. Con mi hermano Quique armamos un grupo junto a dos chicos más, Matías y José Luis, y empezamos a hacer canciones. Nos llamábamos The Grasshoppers. Le pusimos ese nombre porque habíamos descubierto a los Beatles y nos gustaban mucho. No existían los videoclips así que ver músicos moviéndose, con el pelo largo, tocando en sus películas como Help o Yellow Submarine, para nosotros era un flash. Acá sólo veías en la tele a Sandro o Palito Ortega. Para nosotros era todo un juego. Así es que después seguimos jugando, hasta la actualidad.

¿Cómo te decidiste por el bajo?                                                                                           

Yo ya tocaba la guitarra, sacaba los acordes de las canciones. Mi hermano Quique, que tenía una facilidad para la guitarra, era como George Harrison para mí, sacaba todos los solos, los punteos. Él me hizo ver que yo escuchaba las canciones y lo primero que hacía era sacar la línea del bajo, y me dijo: “Ese instrumento que estás sacando es un bajo, ¡el instrumento de Paul!”. Yo no sabía qué era un bajo, fue algo natural lo que pasó.

Más adelante, conocés a María Gabriela Epumer y forman una gran amistad…

Yo tenía quince años y ella doce. Cuando la vi la primera vez era chiquita, no empezamos a tocar juntas inmediatamente. La conocí porque era hermana de Lito Epumer, que tocaba en Madre Atómica con Juan Carlos “Mono” Fontana, que fue mi primer novio. Nos juntábamos todos en casa con Pedro Aznar, mi hermano, el “Mono”, Lito. Estábamos todos, seriamente, jugando. Con María Gabriela nos hicimos amigas porque ella, desde chica, también había estado jugando a juntar acordes, a tocar otra cosa que no estaba hecha ya, a jugar con la música. Las dos habíamos dejado el colegio en tercer año porque nos parecía que estábamos un montón de horas sin poder tocar.

La música siempre fue un refugio para ustedes…

En 1976, yo tenía quince. El miedo estaba flotando en el aire. El colegio era insoportable. En la fila te chequeaban de arriba abajo, a ver si tenías un espacio entre las medias y la pollera. Las chicas se desmayaban de los nervios. Si alguna estaba “mal”, llamaban a tu mamá o te amonestaban. Yo llevaba la guitarra y en el recreo me ponía a cantar “Estación” de Sui Generis o “Muchacha ojos de papel” de Almendra, y me amonestaban por lo que decía la letra. Cada vez que salíamos, nuestros padres nos decían: “Cuidado, si te dan un panfleto en la calle, si querés leelo pero después tiralo, no lo tengas encima”. Vos no sabías cuándo un milico era milico porque jamás estaban vestidos de verde ni de policía. Estaban de civil, con anteojos negros. Hugo “Pipo” Cipolatti lo dijo bien en su canción “Pensé que se trataba de cieguitos”. La primera vez que me llevaron estaba con mi novio en la puerta de un recital del grupo Alas. Ellos estaban camuflados para llevarse gente. A mi novio le pegaron, yo escuchaba desde otro lugar, me tenían de espaldas. A mí no me podían sacar el documento. Después nos dejaron ir a los dos.

En 1980 se unen a Rouge. ¿Cómo fue ese momento?

Con María Gabriela (Epumer) nos gustaba Rouge, un grupo de chicas que se había formado en 1978. Tocaban temas de un libro para músicos que se llama Real Book, que no eran para nada simples. Cuando se va la guitarrista del grupo, ella recomienda a María Gabriela. A los dos meses se va la bajista, y María Gabriela me lleva a mí. Anteriormente, yo había ido a probarme a otro grupo de chicas y en ese ensayo conocí a Andrea Álvarez. Cuando al poco tiempo se va la baterista de Rouge, la llamamos. De la formación original solo quedó Ana Crotti, la pianista. Con la Guerra de Malvinas en 1982, se prohibió terminantemente cantar en inglés. Con María Gabriela (Epumer) teníamos muchas canciones apiladas, que no podíamos tocar porque no era el repertorio de Rouge, y las empezamos a tocar de a poco. Ella me daba músicas, porque todavía no se animaba a escribir letras, y yo les ponía letras. Éramos Epumer-Sinesi, como Lennon-McCartney, epumsisineper decíamos nosotras.

¿Sentís que tuvieron que probar que eran buenas solo por ser mujeres?

Nunca. Todos los varones, cuando veían el entusiasmo, la dedicación, y que todo sonaba bien, lejos de decirnos “salí, nena” nos decían “¡vengan!”. Nosotras nunca hicimos rancho aparte, al revés. Tocamos por todos lados. Siempre queríamos más y más. Para nosotras empezar a tocar fue empezar a trabajar.

En 1983 forman Viuda e Hijas de Roque Enroll, ¿cómo se dio la unión entre las cuatro?

Cuando se disuelve Rouge, a la semana siguiente vamos a una sala de ensayo a tocar un par de temas nuestros con Fabián “Tweety” González y Jota Morelli. Inmediatamente, aparece Mavi Díaz. Me llama a mi casa para contarme que había un productor, Bernardo Bergeret, que buscaba un grupo de chicas que toquen y canten. Ella nos conocía porque solíamos tocar con Rouge en un bar que estaba en la esquina de su casa. A Claudia Ruffinatti la conocimos porque antes que se disolviera Rouge, habíamos puesto un aviso en la revista Pelo buscando tecladista. Nos reunimos las cuatro en la casa de María Gabriela (Epumer) y desde el vamos, pegamos onda. Ese día nos morimos de risa. Hacíamos bromas, nos reíamos de nosotras mismas, y anotábamos todas las pavadas que hablábamos. Yo pienso que cuando una oportunidad aparece, si estás listo puede ser que te vaya bien. Sino, pasa la oportunidad y vos perdiste el tren.

¿La estética tan particular de las Viudas fue algo pensado?

Eso de reírnos de nosotras mismas lo llevamos al vestuario, nunca intentamos estar “lindas”. Con un lampazo en la cabeza no podés estar linda (risas). Nosotras éramos mamarrachas desde el primer día. Para ir a la primera reunión con el productor, habíamos ido a ferias americanas y nos vestimos con ropa de los 60, con mucho verde, amarillo, naranja. No era lo normal. La rebeldía fue algo natural para nosotras, ni nos dábamos cuenta que era rebeldía. Estábamos las cuatro juntas y nos arengábamos entre nosotras, nos reíamos de nosotras mismas. Me acuerdo que estábamos sentadas en el living de su oficina, y cuando pasa el productor nos mira y dice: “¡Sacame estos caranchos de la oficina!”. Seguimos insistiendo, hasta que nos escuchó. Fuimos con la guitarra criolla y cantamos “Estoy tocando fondo”. No teníamos más temas. Bergeret abrió la agenda y dijo: “Chicas, graban en un mes”. En un mes compusimos todos los temas del primer disco Viuda e Hijas de Roque Enroll (1984) y grabamos en Estudios Panda, donde habían grabado todos nuestros ídolos, con Rubén “Pelo” Aprile como productor discográfico. Yo recién había cumplido 21 años.

¿Cómo fue el proceso de grabación del primer disco?

Fue rapidísimo. Bernardo Bergeret quería que nosotras grabáramos lo que él elegía, a toda costa. Nosotras, que éramos re cocoritas (risas), le dijimos que teníamos un montón de temas. Nos dio el “Bikini a lunares amarillo…” y lo hicimos pelota. Ese fue el primer corte del disco y nosotras hicimos el storyboard del videoclip, nos ocupábamos todo el tiempo. Con “Lollipop”, que es de 1958, hicimos lo mismo. Le pusimos nuestra impronta.

¿Y cómo surge la idea del arte de tapa?

Nosotras teníamos el concepto: queríamos que fuera todo sixties, todo colorinche. El equipo, la gente que teníamos alrededor, era fenomenal. Nos escucharon mucho. Nosotras traíamos cualquier cosa, desde manteles de hule de Once hasta ropa del cotolengo. Carlos Mayo, el diseñador gráfico que hizo el arte del disco, la tenía clarísima. Vino con un montón de revistas de los 60 que había estado chequeando y mostró cómo se paraban las modelos. Las fotos las hicimos con José Luis Perotta en su casa, en Retiro.

La música y el estilo de las Viudas resonó mucho con la gente, ¿por qué pensás que el público conectó tanto con ustedes?

Nosotras tocábamos todas pintadas y disfrazadas de nosotras mismas. Resultó que eso sumó mucho y captó al público porque nosotras no éramos las únicas que nos sentíamos oprimidas en la ropa del colegio. Era mucha la gente que se hacía eco de eso, se disfrazaban cuando venían a los shows. La seriedad, de cantar canciones de protesta, ya había pasado. En ese momento era todo new wave, todo colorido y todo diferente, ningún grupo se parecía al otro, musicalmente hablando. Cuando nosotras salimos del estudio, el corte de difusión ya estaba en la radio y la televisión, la gente ya conocía nuestras canciones. A mí se me prendía fuego la cabeza. Nos alucinaba ir a tocar, ver que estaba lleno y que sabían nuestras letras. ¡Hasta llorábamos! Nos teníamos que tragar las lágrimas y salir a tocar. Nosotras siempre tímidas, no nos la creíamos en absoluto. Seguíamos viajando en subte, por ejemplo, hasta que un día nos agarraron y nos arrancaron los pelos, los aros.

Fueron cuatro años intensos…

Estábamos todo el tiempo juntas. No parábamos nunca, estábamos todo el día haciendo notas, fotos, viajando, tocando. Teníamos horarios pautados para todo. Los años que duraron las Viudas fueron así, como 25 años en cuatro años. A María Gabriela (Epumer) le gustaba decir que éramos obreras de la música.

En 2012 sacás tu primer disco solista, ¿de dónde surgen las canciones?

Para mi primer disco solista Claudia Sinesi (2012) junté todas las canciones que tenía guardadas, algunas de la época de Rouge, como “Tienes tanto”, “Va a haber un día”, “Tan real”. Otros temas como “El cielo” los compuse a principios del 2000, aproximadamente. Lo empezamos a grabar en 2009 en mi casa, con la computadora.  

Contame sobre Las Escuchas, tu actual proyecto

A Yul Acri (sintetizadores/productor) se le ocurre armar el grupo a fines de 2022, con Robertino Franc en guitarra. Yo los conocía hace años. Luego se suma Julieta Drama en la voz. Las Escuchas es todo un universo de sonidos. Algo nuevo para mí, es que empecé a usar pedales para el bajo a la hora de tocar porque hay un montón de efectos que usamos en la grabación que queremos reproducir en el vivo. Me divierte mucho. En octubre del año pasado sacamos nuestro primer álbum El Brillo de la Despedida.  

Hoy, después de tantos años de carrera, ¿cómo es la experiencia de subirse a un escenario?

En el momento en que estoy subiendo, me pasa lo mismo de siempre. Tengo miedo, se me humedecen las manos, me pongo nerviosa. En cuanto me cuelgo el bajo y empieza la música, me cambia todo. El día que no tenga eso, va a ser un plomo. Siempre me da ilusión ensayar, tocar, pensar qué me pongo (risas).

«Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre»

«Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre»

A un año de haber recuperado a su cuarto hijo, apropiado por el terrorismo de Estado, Julio Santucho repasa lo que significó encontrar a Daniel, reflexiona sobre la paternidad, la militancia y la necesidad de seguir apoyando la lucha de Abuelas para encontrar a los nietos y nietas que falta.

El año pasado, Julio Santucho recuperó a su hijo que había sido apropiado durante la última dictadura militar. De pasado activo en la militancia revolucionaria de los años 70, Julio fue dirigente del Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT). En 1976 cuando estalló el golpe de Estado se encontraba cumpliendo funciones en Europa para el partido. Los militares secuestraron a su mujer, Cristina Navajas, que continúa desaparecida, con la quien tenía dos hijos y en ese momento estaba embarazada. Las posibilidades de que ese hijo viva eran pocas, pero nunca perdió la esperanza. En julio de 2023, después de muchas idas y vueltas, las pruebas de ADN confirmaron que Daniel Santucho es su hijo y pudo recuperar parte de su historia. “Alguien me dijo que era el padre del año, por la recuperación de Daniel, y sí, yo pienso en el año y en mi vida y estoy feliz y orgulloso de tener los hijos que tengo”, afirma en vísperas al día del padre.

¿Qué Significa este Día del Padre para usted?

Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre. Así que lo vivo como uno más, es algo de todo el año para mí. Lo que sí puedo decir es que soy un padre muy feliz por los hijos que tengo y estoy orgulloso de que me reemplacen en la lucha y que me superen en la elección de las estrategias y los lenguajes de comunicación adecuados a los tiempos actuales. Miguel es un destacado militante de derechos humanos, miembro de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y Florencia es la directora del Festival Internacional de Cine Ambiental y Derechos Humanos. Y Dani, es un regalo de la vida, que abre una esperanza de que otros jóvenes resuelvan sus dudas sobre la identidad y recurran a Abuelas para verificar si fueron víctimas de la dictadura y privados de su identidad biológica, lo cual era uno de los aspectos del plan de genocidio implementado por la Dictadura.

¿Qué piensa de la paternidad y qué pensaba en su etapa militante?

 A nosotros se nos ha criticado, incluso nuestros hijos en un momento; por qué teníamos hijos en la situación en la que estábamos. Pero bueno, nosotros teníamos una idea compartida por todos los miembros de nuestra organización. Si bien, nosotros queríamos hacer una revolución y estábamos en una situación en la que corríamos riesgo, la idea era que teníamos que ser parte del pueblo y vivir como el pueblo. Además, nosotros con Cristina queríamos tener hijos, no es que había una obligación. Tuvimos a Camilo y a Miguel, Daniel digamos que fue inesperado porque se dio en ese momento en el que yo me estaba yendo a Europa por tres meses. Yo creo que nació porque Cristina tuvo la voluntad de tenerlo porque a pesar de que estuvo en un campo de concentración siendo torturada pudo tenerlo, y eso yo creo que es fuerza de voluntad. Ahora pienso que el mundo es má complicado, que la pobreza es cada vez más grande, sobre todo en nuestro país por eso si fuera joven quizás adoptaría un chico, pero esa es otra reflexión. Yo estoy muy feliz de los hijos que tengo todos son maravillosos, los admiro. Son mejores que yo. En ese sentido, soy un padre muy feliz.

Daniel -que recientemente restituyó su identidad- y Miguel Santucho, dos de los hijos de Julio.

¿Como fue el reencuentro con sus hijos después del secuestro de Cristina?

Apenas me enteré del secuestro de Cristina yo quise volver a buscarlos porque yo le había prometido que si le pasaba algo a ella yo me iba a hacer cargo de los chicos. Ella me lo pidió claramente, cuando yo me fui me acompañó a Retiro y me dijo: “Yo te voy a pedir algo, que si me llega a pasar algo, que los chicos no se queden ni con mi mamá ni con tu mamá, ni con otros amigos, te los tenés que llevar vos”. Entonces lo primero que hice fue decirles que me volvía a la Argentina a buscar a mis hijos, pero bueno me dijeron que yo no podía ir pero que me lo iban a resolver y mandaron a Susy, que era una Argentina que vivía en Italia hacía muchos años y no tenía ningún antecedente. Estuvo unos meses en Argentina tratando de convencer a mi suegra, al final lo logró y los trajo a Italia. Primero los chicos iban a París así que los recibí en el aeropuerto. Ahí nos reencontramos, tuve a Miguel que tenía año y medio en brazos y me arrodillé para hablar con Camilo que tenía tres años y medio y le dije que a la mamá se la habían llevado los militares. Yo estuve mucho tiempo meditándolo porque no sabía si era lo mejor, pero decidí decirles la verdad, así que le dije lo que había pasado, que a su mamá se la habían llevado los militares y no sabíamos dónde estaba. Ahí él me contestó: “Ah, entonces no me abandonó”. Entonces creo que fue lo mejor que hice, le saqué esa angustia que él tenía de que lo habíamos abandonado. Después Susy fue mi segunda esposa y decidimos tener una hija, ya estábamos conviviendo hacia dos años con los chicos y yo la convencí un poco porque quería tener un hijo con ella y nació Florencia. Creo que ella no se arrepiente porque además es muy lindo tener una hija mujer.

¿Cuándo y cómo supo que había un hijo más que había nacido en cautiverio y que podía estar vivo?

Yo sabía que Cristina había estado embarazada porque ella me dejó una carta en la que me decía que tenía un atraso y, además, iba hablando con sus compañeras de celda en donde se presentaba y les decía que estaba embarazada. Pero concretamente no sabíamos si ese hijo o esa hija había nacido porque ningún sobreviviente lo confirmaba. Incluso, en el centro de detención que era el Pozo de Banfield, estuvo Adriana Calvo, que da el testimonio en el Juicio a las Juntas. Ella nos contó que, con su hija recién nacida en brazos, pasó una noche con Cristina en el calabozo y estuvieron hablando de todo, de la vida, de la política y de la familia, pero Cristina no le dijo nada de su embarazo. Cuando ellas se encontraron era abril, y Cristina ya no estaba embarazada así que siempre nos quedó la duda y la esperanza de encontrarlo.

¿Cómo llevó a cabo su búsqueda?

Cuando yo llego a Argentina en 1993, lo primero que hago es contactarme con Adriana, y ella me dice que cuando la vio a Cristina no estaba embarazada y que no le dijo nada de un hijo, que era imposible porque ella pensaba que se lo hubiera dicho. Después, ella cambia de opinión y dice que estaba segura de que Cristina la estaba cuidando. Como ella iba a tener una bebé no la quería asustar. Eso fue lo que declaró hasta último momento, asi que nosotros nos quedamos con la duda. A pesar de esto, mi suegra Nélida Navajas dedicó su vida a buscar a su hija y a su posible nieto, por eso se metió en Abuelas de Plaza de Mayo y tuvo una militancia activa para tratar de encontrarlos. Mi hijo Miguel, que había venido conmigo desde Roma también se sumó a la militancia en la agrupación HIJOS y después también empezó a acompañar a su abuela, así que estábamos al tanto de todo, si había alguna pista, o una denuncia. Lo que pasa es que las pistas se iban extinguiendo y de mi hijo no encontrábamos nada. Por eso el mérito es todo de Daniel que tuvo datos de gente que conocía la familia apropiadora y que le decía que esos no eran sus padres, así empezó a dudar y se acercó a Abuelas, primero en 2019 que lo cortó la pandemia. Después volvió con toda la carga y se descubrió la verdad. El final feliz fue el 25 de julio del año pasado sale el resultado de ADN y se confirma que Daniel es hijo mío y de Cristina. Así que estamos disfrutando el momento, muy felices de haberlo encontrarlo y de que esté ahora con nosotros.  

¿Cómo fue su reencuentro?

El primer día tuvimos una conversación por videollamada y al otro día nos encontramos en Buenos Aires, yo viajé desde Tucumán y Miguel viajó desde Italia. Después viajamos a Roma para que Daniel conozca a sus otros hermanos que viven en Roma. También fuimos a Santiago donde tenemos un montón de familia y Daniel no podía entender cómo tenían tanto afecto, los primos, los tíos. Además, él es muy cariñoso, siempre me llama y siempre que podemos nos vemos. Es increíble el carácter que tiene porque se crió con un policía malhumorado que no lo quería, que le demostraba que no tenía ningún interés, por eso él también empezó a sospechar. A pesar de eso, el tipo salió así, muy cariñoso con sus hijas, conmigo y siempre lo demuestra.

¿Qué sintió al volver a ser padre de un hijo de 46 años después de tanto tiempo?

Me cambió la vida, a nosotros y a él. Ha sido un año muy intenso porque de golpe nos encontramos y empezamos a compartir momentos de fiestas y abrazos, en los que él me preguntaba cosas acerca de su mamá y la familia. Yo le conté toda la historia y él lo ha ido asimilando de a poco porque son demasiadas cosas, la historia de nuestra familia es dura: yo tengo cinco hermanos desaparecidos y además otras cinco personas más, Cristina, las dos mujeres de mi hermano y dos sobrinas. Son diez personas asesinadas. Por eso también recuperar a Daniel es muy importante, es recuperar una parte de Cristina, una parte de nuestra familia y una parte de la historia que nos habían quitado.

¿Cómo lo vienen llevando?

Recién ahora estamos entrando en la normalidad, porque hasta el mes pasado andábamos viajando, bueno las entrevistas siguen, pero ya no son tan seguidas.

¿Qué puede decirles a aquellos padres que hasta hoy siguen buscando a sus hijos incluso en este contexto tan difícil?

Creo que no hay que perder las esperanzas y apoyar a todas las campañas que hace Abuelas, los nietos recuperados que están trabajando y otros organismos. Pienso que la principal arma que nos queda son las campañas de sensibilización y que para eso también desde mi punto de vista es muy importante el audiovisual. Y con este material trabajar en las escuelas porque también los nietos pueden estar involucrados. Yo creo que nos queda esa arma, porque las otras búsquedas por partidas de nacimiento y datos de ese tipo están agotadas, es difícil. También para que ayuden a esos jóvenes de 50 años a que les surjan dudas, porque la única posibilidad es que a la persona o al nieto robado le surjan dudas y que él se presente a buscar su identidad. Entonces para eso también tiene que ver el entorno social.

«Está naturalizada una lógica de la punición  y el sacrificio»

«Está naturalizada una lógica de la punición y el sacrificio»

El escritor brasileño Rodrigo Nunes presentó su libro “Bolsonarismo y extrema derecha global: Una gramática de la desintegración” y desplegó los puntos en común entre los gobiernos de Bolsonaro y Milei. ANCCOM conversó con el autor.

El escritor brasileño Rodrigo Nunes visitó la Argentina para presentar su nuevo libro Bolsonarismo y extrema derecha global: Una gramática de la desintegración. El profesor e investigador de la Universidad de Essex dialogó con el periodista Daniel Tognetti y el politólogo Diego Sztulwark en la Cazona de Flores el viernes último en un encuentro organizado por la editorial Tinta Limón. La gira del autor se extendió a la ciudad de Rosario donde también presentó su trabajo en el Museo de la Memoria. La gira buscó reflexionar sobre lo sucedido en Brasil y la actualidad argentina, en ese marco ANCCOM dialogó con el autor.

Con la sala colmada de vecinos y vecinas, comenzó el conversatorio con las primeras preguntas: “¿Qué representa el nombre de Bolsonaro?” y “¿Qué representa el nombre de Milei?” Con el objetivo de pensar el avance de los partidos de extrema derecha en Latinoamérica, con el apoyo de amplios sectores de la sociedad, a pesar de su memoria, los significantes Milei y Bolsonaro fueron protagonistas. El pasado de Brasil puede ser comparado con el presente de la Argentina, dijo Nunes al presentarse como “una persona del futuro”. Y amplió: “Llega al poder la derecha por críticas a la corrupción de gobiernos populares clasificando al Estado como gastadero de plata y prometiendo acabar con el comunismo. Siendo inevitable también relacionarlo con el negacionismo, polarización, fake news y autoritarismo”.

¿Por qué el neoliberalismo escoge utilizar “gramáticas de desintegración»?

Está presente una naturalización de una gramática moral basada en el individualismo y en una lógica de punición y sacrificio que está desde el principio en el neoliberalismo. La extrema derecha hoy juega con la dirección natural de las cosas que es la desintegración. El mundo deviene cada vez más conforme al discurso, mientras que se reconoce el rumbo y se acelera. Estamos en una lucha cada vez más violenta en donde las expectativas son más decrecientes y los recursos no son suficientes para todas las personas. Esta es una nueva forma de organización, y una de las fuerzas de la derecha, que coincide con el colapso ecológico. Si ya se ha aceptado que no hay nada para que no colapse el mundo, la propuesta tiene algún sentido. 

 

A los gobiernos neoliberales siempre se los acusó de fascistas por el tinte autoritario que cargaban, ¿en Brasil hubo fascismo?

Fue un tema muy importante cuando asumió Bolsonaro y cuando apareció en la escena política. Pero hay que pensar bien previamente qué es lo que se pretende hacer con el término para clasificarlo como tal. No es necesario llamarlo como fascista aunque se quiera ordenar etimológicamente, porque eso no le mejora la vida al que está en la calle. Termina siendo una concepción filosófica que puede producir una trampa, quitando el foco en lo realmente importante. Tampoco son las mismas condiciones que en el fascismo de 1920 y por eso es mucho más interesante estudiar la forma de organización de extrema derecha actual, el estudio en sí es enriquecedor. Yo no sé si tuvimos fascismo en Brasil, todavía es una cuestión abierta pero al asumir Bolsonaro el pacto democrático efectivamente se rompió.

No es necesario llamarlo como fascista aunque se quiera ordenar etimológicamente, porque eso no le mejora la vida al que está en la calle. Termina siendo una concepción filosófica que puede producir una trampa, quitando el foco en lo realmente importante.

Rodrigo Nunes

¿Pueden pensarse a los trolls como una nueva figura hegemónica de derecha?

Los trolls son una experiencia online poco tratada y combatida, mientras que en las redes sociales cada uno las utiliza como formas de autoexpresión. Pero existe por detrás un algoritmo que condiciona los contenidos que aparecen, aunque sea invisible y se desconozcan las estructuras manipuladoras. Al darle a unas pocas plataformas el poder de controlar toda la circulación de información en el mundo político, es motivo suficiente para plantear algún tipo de regulación para no seguir reproduciendo un gobierno algorítmico.

 

 

¿Cuál es el rol de la izquierda actual y qué desafíos enfrenta?

Los trolls junto a la extrema derecha se presentan como antisistema y es por eso la adhesión de las clases populares. La sociedad al alimentar a estos trolls, sin ponerles un freno, permite a la extrema derecha avanzar. Lo antisistema ya no está vinculado con la izquierda y es por eso que se necesita con urgencia hacer mediaciones progresistas para combatir las mediaciones de derecha. La izquierda tiene un gran desafío por delante donde tiene que tener un constante movimiento y armarse para que no pasen sobre nosotros.

 

El conversatorio dejó la sala en silencio, con un dejo de incertidumbre en el ambiente. A pesar de que el debate no está resuelto, permitió pensar sobre el rol que tienen los ciudadanos para combatir a la derecha en diferentes esferas sociales y lo elemental que es caracterizar a estos gobiernos para tener mayor claridad sobre a quiénes nos enfrentamos.