Condenaron a los prefectos que asesinaron a Rafael Nahuel

Condenaron a los prefectos que asesinaron a Rafael Nahuel

Sergio Cavia, autor del disparo mortal, recibió cinco años de condena. Los otros cuatro prefectos fueron sentenciados como partícipes necesarios. La familia exigía presión perpetua y apelará.

Luego de seis años, el tribunal presidido por el juez Alejandro Silva condenó al prefecto Sergio Cavia, identificado como el autor del tiro mortal que mató al mapuche Rafael Nahuel, a cinco años de prisión como responsable de homicidio agravado por uso de arma de fuego, cometido en exceso de legítima defensa. Los otros cuatro acusados –Francisco Javier Pintos, Juan Ramón Obregón, Sergio García y Carlos Valentín Sosa– recibieron una condena de cuatro años y seis meses por haber sido considerados partícipes necesarios del mismo delito. Cavia, además, fue inhabilitado por siete años para ocupar cargos públicos, y el resto por siete.

Como estaba previsto, la última audiencia de la denominada causa Pintos se realizó el miércoles 29 de noviembre en el Tribunal Oral Federal de Roca que emitió su veredicto sobre el caso que conmovió a la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu cuando el 25 de noviembre de 2017, en un predio en disputa entre esa Lof y la Dirección de Parques Nacionales, el joven de 22 años Rafael Nahuel fue asesinado de un disparo por la espalda realizado por miembros del grupo Albatros de la Prefectura Naval. 

Ante los micrófonos de la radio abierta montada por la cobertura colaborativa de Infoterritorial, Radio Libre y revista Cítrica, la madre y el padre de Nahuel afirmaron que la justicia “les faltó el respeto”, y dijeron que su hijo “no descansará en paz hasta que los asesinos no reciban la pena de prisión perpetua”, que era la que habían solicitado como querellantes. En diálogo con ANCCOM, el abogado de la secretaría de Derechos Humanos Mariano Przybylski dijo “no estar conforme con el fallo”, y anticipó que apelará ante las instancias superiores, al igual que las otras dos querellas de la familia y de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

Como fue costumbre en las anteriores audiencias, los cinco prefectos ahora condenados no estuvieron presentes en el Tribunal sino que la presenciaron mediante Zoom. Ante la posibilidad de emitir unas palabras finales, los albatros reiteraron su discurso de haber actuado en cumplimiento del deber, sin cometer excesos y respondiendo a una orden judicial. “Respetamos la vida propia y la de terceros”, dijo Obregón.

Las calles alrededor del tribunal se encontraban repletas de manifestantes desde temprano. Organismos de derechos humanos, sindicatos, organizaciones sociales y partidos políticos se hicieron presentes, junto a las agrupaciones que representan a las comunidades originarias patagónicas. La presencia de vallas y fuerzas represivas buscaron remarcar una supuesta actitud peligrosa por parte de los presentes y complicaron el ingreso de muchos de los que querían estar allí. Luego del veredicto, la bronca por las bajas penas se expresó con algunos piedrazos, que fueron respondidos por un par de tiros al aire pero el incidente no pasó a mayores.

Frente a tres posibles caminos –la prisión perpetua que pedían las querellas, cinco años de prisión que solicitó la Fiscalía o la absolución planteada por las defensas– los jueces se inclinaron por la posición del fiscal Rafael Vehils Ruiz, quien apuntaló su solicitud en la teoría de que hubo un enfrentamiento porque los miembros de la comunidad mapuche estaban armados, y que los prefectos dispararon en ejercicio de su “legítima defensa”. El razonamiento es similar al que hizo el abogado defensor de tres de los Albatros, Marcelo Rocchetti -exjefe de Gabinete de Cristian Ritondo en el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires durante la gestión de María Eugenia Vidal-, en cuanto sus clientes habrían sido emboscados y agredidos con armas de fuego.

Luego de más de 20 audiencias y tres meses y medio del proceso oral y público por el cual pasaron 63 testigos, decenas de peritajes y una inspección ocular al lugar de los hechos, el fallo no fue bien recibido por parte de la querella, que esperaba condenas más severas. “Se acreditó que dispararon 150 veces, en una persecución, que no hubo un exceso sino una intención de matar y todo eso no se reflejó en el fallo. No estamos conformes, aunque no podemos dejar de lado que se entendió que hubo un delito y que hubo, en consecuencia, cinco condenas”, expresó Przybylski. De la misma manera opinó el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, quien esperaba “condenas más duras” frente a un hecho que “siempre supimos que fue un asesinato y una cacería”. Sin importar que su mandato finalice el 10 de diciembre, el Secretario dará instrucciones para apelar el fallo.

Por su parte, Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro, estuvo al lado de la familia y a su turno de hablar manifestó que las “teorías de los enfrentamientos vienen de la época de la dictadura militar. A pesar de los 40 años de democracia hay gobiernos que siguen desplegando terrorismo de Estado, como fue el de Patricia Bullrich y Mauricio Macri, y hay una sociedad que no reconoce el genocidio originario, cuando hace 140 años el Estado ocupó esta Patagonia”. También acudieron a abrazar a la familia de Nahuel, Alberto Santillán, padre de Darío, asesinado en la masacre de Puente Pueyrredón en 2002, y Asunción Ávalos, padre de Sergio, desaparecido en Neuquén hace 14 años. «Me nace acompañar a la familia de Rafael Nahuel porque hoy, sin lugar a dudas, mi hijo Darío estaría acá. Me parece que es el lugar correcto, donde hay que estar. Qué mejor que caminar en la misma vereda que caminaron nuestros hijos y sus compañeros que fueron asesinados por las balas del Estado», dijo Santillán a la agencia Télam.

De los edictos policiales al matrimonio igualitario | Estuve ahí

De los edictos policiales al matrimonio igualitario | Estuve ahí

Flavio Rapisardi, militante e investigador del movimiento LGTBQI+, recuerda el ensañamiento particular de la dictadura con las diversidades sexogenéricas. Las continuidades durante la democracia, cómo impactó la gentrificación en la comunidad trans, la estigmatización del VIH, el matrimonio igualitario y la historia de la organización del colectivo.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
“Fue un crimen racial y de lesa humanidad”

“Fue un crimen racial y de lesa humanidad”

Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro, evaluó el juicio por el crimen de Rafael Nahuel, habló de otros conflictos territoriales en la Patagonia y de la política violenta y represiva desplegada por el gobierno de Mauricio Macri que amenaza a volver con Javier Milei.

El juicio de Rafael Nahuel parece atípico porque se lleva adelante en Fiske Menuco (General Roca) y no en Bariloche que es donde se cometió el asesinato.

 

Los papás se trasladaron alguna semana para seguir las primeras audiencias pero tanto los imputados como todos los testigos, mayormente los de la fuerza de seguridad, declararon a través de la plataforma Zoom. Ninguno se presentó a declarar en la sede judicial, los únicos que lo hicieron fueron los testigos que resultaron heridos y detenidos el día que mataron a Rafael Nahuel. Los que lo bajaron del cerro.

 

¿Qué balance hace a pocas horas del veredicto?

Los peritajes balísticos dan cuenta de una persecución, no de un enfrentamiento, no hay vestigio de eso, creo que quedó demostrado a lo largo del juicio. Entendemos que que está demostrado el asesinato por parte del Estado y para nosotros es un crimen de lesa humanidad. Si una fuerza de seguridad de un Estado utiliza una orden judicial, entra un territorio comunitario y mata a un integrante de una comunidad indígena es un crimen de lesa humanidad y hay responsables porque esto no es un crimen común, éste es un crimen racial que se dio en una época donde el Estado venía planteando la violencia como un mecanismo para callar. Macri venía planteando la violencia para para combatir la supuesta inseguridad. No por nada la ministra de Seguridad recibió a un policía que mató por la espalda. Matar por la espalda y desaparecer fue una política de Estado del gobierno de Macri porque mataron a Rafael Nahuel  y Santiago Maldonado había estado desaparecido 78 días. El informe RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) que inventó Patricia Bullrich es la clara perspectiva del tratamiento de una política indígena que era a los tiros.

 

¿Cuál era el objetivo de esa política?

No solo fue la orden de matar a un mapuche para poner un freno a todas las reivindicaciones territoriales, algo que no resultó porque las comunidades van a seguir reclamando y reivindicando su tierra. El Estado no reconocía esa necesidad y buscaba aleccionar, imponerse con violencia para dar un ejemplo. Esa coerción también se llama terrorismo de Estado. Es grave que en democracia el Estado utilice el terror como una manera de aleccionar y para eso mate gente o la desaparezca con las fuerzas de seguridad. Y el aparato judicial en conjunto con ese Estado violó todos los marcos normativos internacionales, no sólo el Convenio 169 de la ONU (que establece el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan), sino todo un plexo normativo nacional e internacional, y la misma Constitución. Deciden matar a un integrante de una comunidad y eso lo hizo al Poder Judicial con anuencia y con el impulso del Poder Ejecutivo.

 

¿Por eso la acusación fiscal fue el exceso en la legítima defensa?

Sí, porque la Justicia avaló la teoría sin pruebas de lo que dijeron los prefectos, que son los responsables del asesinato. Fue la única palabra que se había escuchado y que se tomó en cuenta, El Poder Ejecutivo le dio carácter de verdad a la teoría del enfrentamiento pero hubo una política del Estado de darle todas las herramientas al Poder Judicial y a la Prefectura para ocultar el crimen. 

Sería una calamidad si no l os condenan. Serúa muy peligroso para la estabilidad de la zona que este crimen quede impune.

Orlando Carriqueo

¿Qué expectativas tenés para la sentencia?

Sería una calamidad si no los condenan. Sería muy peligroso para la estabilidad de la zona que esto quede impune Por la familia, por la comunidad y por lo que significa para la democracia que no se sepa la verdad en un juicio.

 

¿Cómo impactó el asesinato de Rafael Nahuel y este juicio en sus vidas?

Somos una organización política y a mí me tocó estar activo en estos años. Me eligieron werken, es decir, vocero de la organización el 26 de septiembre del 2017, cuando Santiago Maldonado ya estaba desaparecido. Dos meses después matan a Rafael Nahuel. Para nosotros fue una experiencia muy compleja. Nos tocó ponerle la palabra a la mesa de diálogo y ponerle la palabra a los argumentos políticos. En el gobierno de Macri no logramos el diálogo, pero después se generó una mesa alternativa de resolución del conflicto en Villa Mascardi, no se llegó a un acuerdo y vino un nuevo desalojo. Volvimos a forzar una mesa de diálogo, y ahí sí se llegó un nuevo acuerdo pero el gobierno todavía no ha cumplido la devolución del rehue, que es un sitio sagrado de la comunidad en Lakken Winkul Mapu. En cuanto a la familia, quedó destruida. El papá y la mamá no pertenecen a la comunidad, si bien el papá se reconoce mapuche; la mamá, no. No pasó por este proceso identitario. Y es la historia de la mayoría de quienes habitamos esta parte del territorio, la comunidad hoy está fuera del territorio. La machi (sanadora), que es prima de Rafael Nahuel, se llama Betiana Colhuan y todavía está fuera del territorio. El encuentro feminista que pasó acá en Bariloche trajo muy fuertemente la discusión sobre la devolución de ese Rehue sagrado, y sobre las violencias que existen en distintos casos en esta provincia.

Además, en 2020 ocurrió el crimen de Elías Garay.

Así es. Ha habido una política continuada que permite la violencia cuando hay reivindicaciones territoriales. También tuvimos a Natividad Antual, en otro conflicto de reivindicación territorial, rodeada por la policía durante cinco meses mientras ella vivía en un corral sin nosotros. Podíamos ingresar dos veces por semana para llevarle alimentos, abrigo y ropa pero estuvo en un confinamiento forzado y custodiado. Son graves violaciones a los derechos humanos que se suceden en la Patagonia. Si el Estado no habilita los canales de diálogo y las soluciones, el conflicto está asegurado de acá a 100 años a 200 o 500 o a mil, porque el pueblo mapuche va a reclamar territorio como víctima de un genocidio, no hay vuelta atrás con el proceso de ocupación territorial. 

¿Denunciaron que tuvieron complicaciones para el traslado de los de los testigos de la querella de la familia?

El Estado puso algo para los testigos, es su obligación. Pero no fue suficiente. Por eso desde acá las comunidades y organizaciones sociales en cada audiencia estuvimos reclamando frente al Juzgado Federal. Por eso digo que es un juicio atípico, los papás siguen este juicio vía zoom desde Bariloche. Vinieron para el inicio y volvieron a venir cuando declararon los testigos de la comunidad y para los alegatos, cuando se cruzaron con el fiscal Rafael Vehils Ruiz por haber pedido sólo cinco años de pena para los miembros del grupo de élite Albatros de la Prefectura, al que pertenecen los cinco imputados. Seguramente estarán en la sentencia, el miércoles 29, que esperamos sea condenatoria. 

La ronda de la resistencia

La ronda de la resistencia

Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo realizaron su primera vuelta frente a la Casa Rosada después del triunfo electoral de Javier Milei. Fueron esperadas por el sol y un público entusiasta que las acompañó con cánticos y caminó junto a ellas.

El sol pica en Plaza de Mayo. La columna de un movimiento popular le hace frente con paraguas que simulan ser sombrillas. Son las 15.20. La gente pisa firme como si el calor no pudiera detener esa presencia. Dos personas venden marcianitos en distintas esquinas de la plaza. Hoy no es un jueves cualquiera: la ronda de Madres y Abuelas es esperada por cientos de personas.

Abajo de un árbol, hay una guía turística con un micrófono y, colgado del cuello, su identificación del Gobierno de la Ciudad. Un japonés con mirada extrañada la llama. Con su sombrero amarillo, se acerca a quien en un inglés oxidado le pregunta: “¿Por qué la gente se reune alrededor del monumento?”. Con una sonrisa cálida, le responde técnicamente, sin que se le despeine ni un sólo pelo.

Por Defensa baja una camioneta blanca. Cruza Yrigoyen y la gente se empieza a correr hacia los costados. Una agitación colectiva. Tres veiteañeras se suben a un banco para mirar qué pasa. “Allá vienen”, grita entusiasmada una de ellas con un pañuelo de la campaña del aborto legal, seguro y gratuito en la cabeza.

– Disculpen, chicas, ¿me puedo subir? – pregunta titubeando una señora de 50 años.

Con una amorosidad efusiva, las jóvenes abren espacio y le ofrecen el brazo. “Haciendo esto me quebré la pierna en 2016”, recuerda con una leve risa que se nubla de súbito: “Estábamos pidiendo la libertad de Milagro Sala, ¿vieron? Hasta me tuvieron que poner un clavo”. Un alemán le saca una foto a la Pirámide de Mayo rodeada y otra a las mujeres del banco. Las mujeres latinas hacen historia.

La camioneta blanca se arbre paso, partiendo la marea de gente. El “Madres de la plaza, el pueblo las abraza” se transmite con tal magnetismo que, del otro lado de la Av. Rivadavia, también canta.

Del retrovisor de la camioneta cuelga un cartel verde IVE: “Ni un paso atrás” dice acompañado del dibujo de un pañuelo blanco. Las puertas se abren y se arma un cordón. De a poco, las madres de Plaza de Mayo empiezan a bajar con ayuda: dos están en sillas de ruedas. Todas están maquilladas y cuelgan de sus cuellos la imágen y el nombre de sus familiares desaparecidos. Atrás de ellas, una lleva un micrófono inalámbrico y otra un parlante. Se arma un cordón de protección para las Madres. Para ellas, dos paraguas.

Los cánticos disminuyen, el repiqueteo de los tambores continúa despacio. Las históricas luchadoras nombran desaparecidos. En cada pausa, se escucha un “presente” que sale de las entrañas. Atrás de los lentes de sol de esas madres, quizá se avizora una lágrima.

La ronda avanza. Atrás y adelante de las madres, la gente da vuelta a la pirámide. “Milei, basura, vos sos la dictadura”, agitan desde CORREPI. La consigna recorre la plaza. Tras una breve pausa, reformulan: “Victoria, basura, vos sos la dictadura”. Una señora de pelo tan blanco como uno de los pañuelos, canta con bronca, pero se detiene. “No, compañeras. Hay que decirle Villarruel”, se repite preocupada. Siguen cantando, así que se acerca a quienes sostienen la bandera y las detiene: “No, no, no. Victoria es un tan lindo nombre… y encima tan nuestro… No se lo podemos dar. Hay que cantar ‘Villarruel, basura, vos sos la dictadura’”, forzando la rima. Algunos, los más trotskistas, la miran con confusión, pero todos se suman a la nueva versión.

Con la tarea hecha, se adelanta y sigue cantando. Pasa por debajo de un cartel con el lema “El legado de la ternura que grita” y una foto de Hebe de Bonafini. A un año de su muerte, su imágen sigue presente. Una señora de 60 años teñida de rojo cobrizo suspira: “Hay que salir a luchar”. En la muchedumbre, Vilma Ripoll sostiene un cartel “Fue genocidio. No al negacionismo” mientras masca chicle con nerviosismo.

“Olé olá, como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar, olé olé”, cantan con los brazos en alto. Un señor de 65 años exhala cada palabra. De su cuello, cuelga un silbato, pero no lo usa. En cambio, su herramienta principal está en su mano: un megáfono casero. Con una botella chica de alcohol etílico cortada amplifica los hilos desgarrados de su voz.

Al costado, un niño de 10 años agita una bandera pansexual. Su mamá le sonríe con ternura. El orgullo y la memoria van de la mano. No es casual que la fórmula electa este domingo los ataque sistemáticamente. Ocupar la plaza es negarse a que nos quieran volver a encerrar en el clóset sexual y del olvido. “Nos une el amor por la memoria, la verdad y la justicia”, reza un cartel atado a las rejas de la pirámide y decorado con corazones multicolores.

“Siempre nos quedará la plaza los jueves”, dice Gabriela, una estudiante de Ciencia Política. Abajo de las banderas violetas de Espacio Puebla debate con sus compañeros y planifican una reunión. “En estos tiempos vuelve a ser necesario reunirse” comenta en sintonía con el discurso principal. El orador recuerda el gobierno de Mauricio Macri y la calle como espacio de reunión. Surge un canto: «Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode». Bajo una sombra, en una ronda de treintañeros, un jóven reflexiona: «Mientras no nos saquen a palos, vamos a estar bien”. La represión futura es un temor que recorre las conversaciones.

«Siempre nos quedará la plaza de los jueves», dice Gabriela.

Cuando finaliza el discurso, la plaza estalla en aplausos. Vuelven los cantos. Las madres se suben otra vez a la camioneta. Se repite el mismo saludo: “Madres de la plaza, el pueblo las abraza”. El motor se prende y las madres del pueblo se dirigen hacia Rivadavia para volver el próximo jueves. Hasta que pisa el cordón, la gente las acompaña.

Un grupo de jóvenes, menores de treinta años, comienzan a vociferar: “Somos de la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y de Evita. A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos, no nos han vencido”. Una periodista se seca las lágrimas. “Acá empieza la resistencia”, grita una. Más allá, bajo la bandera de SIPREBA, los trabajadores de los medios públicos se abrazan. A ellos tampoco los han vencido.

«La lucha por los derechos laborales continúa» | Estuve ahí

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El abogado laboralista y exdiputado peronista Héctor Recalde recorre la legislación laboral desde la dictadura a hoy. El sindicalismo combativo, los gremios dialoguistas y los empresarios que sobornan. ¿Qué derechos aún no se recuperaron?

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Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández e Ian Werbin.
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Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
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Comenzó en Paraguay el juicio a la argentina Laura Villalba

Comenzó en Paraguay el juicio a la argentina Laura Villalba

Había viajado con su hijas y sobrinas para que conocieran a sus padres que integraban un grupo insurgente. Tras un operativo militar, donde algunas niñas murieron y otras desaparecieron, la acusan de «violación del deber de cuidado» y «asociación terrorista».

La delegación humanitaria que viajó para solidarizarse con Laura Villalba.

En 2019 Laura villalba viajó a Yby Yaú, norte de Paraguay, junto con su hija y sobrinas quienes tenían como objetivo conocer a sus padres, Osvaldo Villalba y Manuel Cristaldo Mieres, miembros del grupo insurgente “Ejército del Pueblo Paraguayo” (EPP). El objetivo era retornar antes del inicio de las clases, pero la pandemia por covid-19 tiró para atrás estos planes ya que las fronteras fueron cerradas. A la familia no le quedó otra opción que convivir en un refugio creado por el EPP, el cual el 2 de septiembre de 2020 fue descubierto y posteriormente asaltado por las Fuerzas de Tareas Conjuntas (FTC) de Paraguay, una unidad militar creada para contrarrestar a los grupos armados insurgentes. El resultado fue brutal: María Carmen y Lilian Mariana Villalba, ambas de once años de edad, fueron capturadas, torturadas y ejecutadas por las fuerzas armadas. Como si fuera poco, decidieron disfrazarlas de guerrilleras para que luego, el presidente paraguayo de ese entonces, Mario Abdo, pudiera fotografiarse victorioso en el campamento. Durante el ataque, Carmen Elizabeth, apodada “Lichita” y de 14 años de edad, fue herida en una de sus pantorrillas, sin embargo pudo escapar con su tía Laura y dos de sus primas. Entre medio de emboscadas militares y luego de sobrevivir en la selva a partir de comer insectos y tomar su propio orín, “Lichita” desapareció un 30 de noviembre.

La policía capturó a Laura Villalba el 23 de diciembre de ese año, quien por buscar a sus sobrinas por las distintas comunidades terminó en un retén militar. Fue aislada e incomunicada sin abogados ni personal femenino, y fue trasladada a la Penitenciaria Regional de Encarnación. Ahora es juzgada por los cargos de “violación del deber de cuidado, educación y violencia familiar” – delitos que tienen 10 años de pena- y por “asociación terrorista, tentativa de homicidio y portación de armas de guerra” – penados con hasta 30 años de prisión-, al ser acusada de formar parte del Ejercito del Pueblo Paraguayo.

Luego de tres instancias que habían sido suspendidas de forma arbitraria por la justicia paraguaya, en el Palacio de Justicia de Concepción de Paraguay, durante las jornadas del 14 y 15 de noviembre, comenzó el juicio. Como muestra de apoyo a Laura Villalba, viajó una delegación humanitaria, con el objetivo de desmantelar el cerco mediático, pedir por su absolución y por el juicio y castigo a los verdaderos autores del infanticidio de las niñas.

Durante el 14 se dieron los alegatos iniciales, los incidentes y las declaraciones testimoniales compuestas por parte de la defensa, mientras que el 15 se continuó el desarrollo judicial con dos testimonios que corresponden a miembros del organismo de seguridad que participaron del operativo el 2 de septiembre, cuando fueron asesinadas las niñas María Carmen y Lilian Villalba. Salvador Sanchez, abogado de Laura Villalba, afirmó que están en la etapa del “30% al 35% del juicio”, con 15 testigos propuestos por el Ministerio Público que deben brindar declaración. El juicio se reanudará el lunes 20.

El abogado y miembro de la delegación humanitaria, Gustavo Franquet, dio una de las testimoniales con el fin de demostrar el tipo de vida que lleva la familia Villalba. Relató todos los esfuerzos que hicieron durante estos años para guiar a todos los niños, y que si bien “han sufrido y pasado dificultades”, son “extremadamente sanos, viven con amor y son felices”. El objetivo es “pregonear” los esfuerzos con los cuales la familia lleva adelante la situación, para tratar de “disipar” el relato estigmatizante bajo el cual se escuda la fiscalía paraguaya. Franquet afirma: “Sobran los testimonios, hechos y evidencias de que eso ha sido así. La teoría de la fiscalía y de las fuerzas represivas del Estado paraguayo de lo que ocurre con los niños y esa familia es absolutamente descabellado”.

Durante el desarrollo de las jornadas ocurrieron irregularidades: los doce testigos miembros de los dos pelotones que secuestraron, torturaron y asesinaron a las niñas, estaban esperando para testimoniar en el mismo cuarto que Gustavo Franquet. Como si fuera poco, solamente se presentaron dos, Gabriel Guerrero Roa y Aldo Ivan Ayala Bogado, que son los jefes respectivos de cada uno de los equipos. Salvador Sanchez, agregó que la no presentación de los testigos no fue justificada y la defensa recurrió a pedir que “se notifique bajo apercibimiento de ley de que si no vienen, la fuerza pública tendrá que ir a buscarlos”. Concluyó que “todas estas personas no pueden alegar desconocimiento de domicilio porque están vinculadas a la función pública, es decir que tienen arraigo, por ende no pueden no aparecer nomás por no querer en un juicio de vital importancia”.

Por último, la periodista y miembro de la delegación humanitaria, Claudia Korol, replicó una intervención de Laura Villalba: “Ella señala que fue un castigo que la sometieran a escuchar los testimonios de los militares de las fuerzas de tareas conjunta, que sabemos que son responsables del crimen de las niñas”. Korol agregó que este hecho fue un nuevo episodio de tortura para Laura, porque esos militares “tendrían que haber estado sentados como acusados y no como testigos de esto”.

La delegación se hizo tiempo para ir al cementerio dónde están los restos de las niñas asesinadas. “Al menos ahora sabemos dónde están sus cuerpos”, resumió con tristeza Franquet, dado que ellas al igual que su prima Lichita estuvieron desaparecidas.