“Muchas generaciones han luchado por un mundo mejor”

“Muchas generaciones han luchado por un mundo mejor”

En “Tiempo largo y jodido. ¿Qué quieres que te diga?”, el militante revolucionario peruano Ricardo Napurí, quien acaba de cumplir 99 años, cuenta su vida, desde su llegada a la Argentina en 1948, hasta sus encuentros con el Che Guevara y con Hugo Chávez. Un documental histórico para pensar el presente.

En 2019, el cineasta Hugo Alfredo Lescano y el periodista Carlos Rodríguez se encontraban inmersos en una investigación para un documental sobre François Chiappe, un terrorista francés que residió en Argentina en la década del sesenta. Para ello, fueron a la casa de Ricardo Napurí, de 94 años, suponiendo que él podría brindar testimonio acerca de aquel personaje y de la época.

“Ese no es mi tema”, respondió Napurí al ser consultado por el periodista. Pero, a cambio, comenzó a relatar algo que sí conocía, su historia como militante revolucionario de Praxis, el movimiento juvenil marxista fundado por el abogado e intelectual Silvio Frondizi, hermano del expresidente Arturo Frondizi, asesinado en 1974 por la Triple A.

Al escuchar la frase inicial de Napurí, Lescano dio la orden para que las cámaras no corten y sigan rodando. Sabía que se había encontrado con un personaje especial y su documental viró hacia él: “Lo que está empezando a contar este hombre es alucinante”, rememora Lescano.

Tiempo largo y jodido, ¿qué quieres que te diga?, así se tituló, finalmente, la película dirigida, guionada y producida por Lescano. “En ese momento, le hicimos una entrevista que duró más de dos horas. Al poco tiempo, cuando queremos volver para retomar este documental, ocurre la pandemia. Estuvimos hasta 2021 sin poder tener contacto directo con él. Ni bien se pudo, ese año, volvimos y retomamos el trabajo”.

Realizador, autor y docente, Lescano registró dos entrevistas al peruano Napurí, en las que este cuenta su vida, desde sus orígenes como aviador militar en su tierra natal, incluida su negativa a bombardear compatriotas civiles durante el golpe de Estado al gobierno modernizador de José Luis Bustamante y Rivero en 1948. Hijo de madre argentina, Napurí llegó a Buenos Aires expulsado por la Fuerza Aérea peruana y aquí se convirtió en uno de los discípulos de Silvio Frondizi, líder del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis).

Este mes, Napurí cumplió 99 años. En el largometraje brinda testimonio de su larga experiencia en una Latinoamérica convulsionada por revoluciones y por el surgimiento de referentes de la política regional que le permitieron tener un vínculo prematuro con eventos como las guerrillas peruanas, la Revolución Cubana, y hasta ser quien le acercó bibliografía de Trotsky al Che Guevara. El documental pone sobre la mesa conversaciones y reflexiones sobre la vida política en América latina y la circularidad y persistencias en el presente.

“Me identifico con lo que dice la película, más allá de cualquier matiz que pueda haber, es el mensaje que quiero dar a través de un hombre que vivió, que es protagonista de la historia. No es un profesor de la facultad o un historiador el que nos está contando la historia, lo está contando el propio protagonista. Y lo que él dice es comprobable y se puede corroborar”, afirma Lescano, quien realizó, junto a su equipo de producción, una investigación para recabar un sinfín de material de archivo que acredita las vivencias de Napuri, como su nexo con Frondizi, su reunión con el Che Guevara y su intervención en el programa televisivo del expresidente Hugo Chávez, Aló Presidente, el mismo día que Diego Maradona visitó esos estudios.

Resulta destacable cómo Lescano resolvió el giro del enfoque de su documental, que le dio material en crudo para más de tres horas de película –la última versión quedó en 81 minutos–, y el título de la obra. “La edición no fue fácil, porque tenía como base los dos reportajes, él hablando, y eso puede servir para un archivo, para que vaya gente y consulte quién era Ricardo Napurí. Pero como vengo del cine de ficción, me gusta también contar una historia. Entonces tomé todo lo que él había dicho y ahí recién hice el guion”, detalla Lescano, a la vez que refiere que introdujo animaciones hechas por su hijo, Juan Gabriel Lescano, editor del filme, que ayudaron a darle un respiro a la historia y al relato.

Respecto al título, Lescano aclara: “Fue toda una decisión, porque es el antitítulo comercial, es largo, y hay una pregunta. No me importa, porque me parece que es lo que quiere expresar la película: que hay un tiempo largo y que es jodido. El ‘¿Qué quieres que te diga?’ es lo que está diciendo él… Entonces no me importó”.

Antes del estreno de prensa, Napurí pudo ver la película y Lescano, al recordarlo, sonríe: “Tenía cierta ansiedad por mostrarle el documental. Traté de ser lo más objetivo posible en la narración y no desviarlo del discurso, aceptarlo y respetarlo. Él estaba muy satisfecho porque me dijo que la película lo representa, que él estaba más contento de poder dejar este legado que de ser el protagonista en el filme. Yo lo que hice fue contextualizar históricamente. La objetividad absoluta no existe, pero traté de tomar todo lo que él dijo. Es una película que pienso para la juventud. Ahí no abandoné al profesor”.

Tiempo largo y jodido ¿Qué quieres que te diga? se estrena el 29 de agosto en las salas del Espacio INCAA del Cine Gaumont, y hay expectativas de que Napurí pueda asistir al estreno. “No tengo esa cosa de que mi película tiene que gustarle a todo el mundo. Pero sí que la película genere discusión. Como dice el propio Ricardo Napurí: reflexionar, pensar y explicar determinadas cosas y saber que la historia no nace hoy con Milei y que venimos de una larga trayectoria donde muchas generaciones han luchado por un mundo mejor. Bueno, Ricardo tiene su ideología concreta y él sigue luchando”.

El despacho de Borges

El despacho de Borges

A 125 años del natalicio del escritor argentino, la Biblioteca Nacional, que lo tuvo como director, realizó un recorrido guiado por las instalaciones que ocupó en la primera sede de la institución para repasar su literatura pero también su costado de gestor.

Cada 24 de agosto se celebra el Día del Lector. Se eligió para el festejo, la fecha del nacimiento de Jorge Luis Borges, uno de los escritores argentinos más importantes y reconocidos mundialmente. El sábado último, ANCCOM estuvo en la apertura especial de la sede histórica de la Biblioteca Nacional, en la calle México, donde el autor de El Aleph ocupó el cargo de director desde 1955 hasta 1973.

El Centro de Estudios Borgeanos de la Biblioteca Nacional celebró el Día del Lector con un recorrido histórico y cultural denominado “Las bibliotecas de Borges” que comenzó en la Biblioteca Municipal del barrio de Boedo y continuó en la sede de la Biblioteca Nacional ubicada en el barrio de San Telmo. La visita estuvo guiada por Laura Rosato, directora del Centro de Estudios Borgeanos, y Germán Álvarez, el codirector.

«Celebramos a Borges porque es el mejor escritor de lengua castellana del siglo XX –subrayó Rosato-. ¿Cómo no celebrarlo? Además, es una felicidad leerlo. Es feliz y me parece que es un autor que festeja la amistad todo el tiempo y celebrar el cumpleaños es lo que se hace con los amigos». Por su parte Álvarez comentó: “Celebramos a Borges porque es inmortal. es el escritor argentino más internacional que tenemos y Borges va a seguir creciendo a través de los años, porque sus lecturas son infinitas”.

A modo de introducción, Rosato señaló: “Uno puede identificar ´lo borgeano´ y pensaba en este edificio, que fue construido para la Lotería Nacional y transformado en edificio de la Biblioteca Nacional y, mucho tiempo después, lo termina dirigiendo Borges, que escribe sobre loterías y bibliotecas y me parece que el hecho de que ese fuera el origen de uno de sus libros se vuelva algo absolutamente borgeano”.

En 1955, Jorge Luis Borges fue nombrado director de la Biblioteca Nacional por funcionarios que dudaron de su designación porque era ciego. Borges era un hombre con una obra sólida pero no tan difundida, no era el autor que hoy todos conocemos. Cuando llegó a la Biblioteca Nacional el escritor confesó que llegó con su madre hasta la puerta y, para no tener mala suerte, evitó entrar hasta ser nombrado. Cuando finalmente sucedió dijo sobre sí mismo: “Yo pensaba que me iban a dar una biblioteca en el sur, en Adrogué y terminé dirigiendo la biblioteca más importante de Argentina”.

Sería erróneo pensar que la llegada de Borges a este lugar se debe exclusivamente a su posicionamiento político, aunque se sabe del tenso vínculo que el autor mantuvo siempre con el peronismo. Borges se estableció como director de la Biblioteca Nacional durante la autodenominada Revolución Libertadora, pero su labor dejó una huella que trascendió su propia gestión y posicionamientos políticos, como su literatura.

“Cuando Borges llega en 1955 ya es el primer escritor nacional. Trabajó arduamente en la biblioteca de Boedo y cosechó todo eso en esta biblioteca. Lo que hace con la Biblioteca Nacional es ponerla en el mapa de las bibliotecas del país. Todo el mundo quería entrevistar a ese poeta ciego que habitaba esta alta casa de libros, por eso para nosotros como miembros y empleados de la Biblioteca Nacional es un orgullo poder mostrar al público esta sede restaurada, donde él trabajó”, sostuvo German Álvarez.

Cuando Borges llega a la Biblioteca se corta la tradición de que el director viva en este espacio, pero sí hace del despacho un lugar íntimo. Borges decide alinearse a la tradición ilustrada de los antiguos directores y cuando llega se encuentra con un despacho maravilloso, dos secretarias bilingües personales y tiempo de calidad para trabajar en su obra.

Además, la gente se acercaba y en la intimidad, empezaban a conocerlo. El hecho de ser ciego lo había convertido en algo totalmente metafórico como él mismo lo expresaba: «Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche».

Cuando asume como director, su obra ya tenía una traducción francesa que lo había posicionado bastante bien y en nuestro país se habían empezado a publicar sus volúmenes de obras completas. Borges soñaba que su gestión fuera grande y ambiciosa como la de Paul Groussac, escritor, historiador, crítico literario y bibliotecario franco-argentino.

En la actualidad, el primer piso del edificio fue restaurado parcialmente. Allí funcionaron los despachos históricos: “Todos los muebles son originales e históricos de la Biblioteca y la restauración de estos espacios estuvo a cargo del equipo exquisito de restauradores del Ministerio, ahora Secretaría, de Cultura de la Nación. Hay restauradores que hicieron broncería, maderas, cueros y hasta se restituyeron partes faltantes”, señaló Rosato. También en el primer piso se encuentra el famoso reloj patrón que dirigía todos los relojes, inclusive el de la sala de lectura que tiene una pequeña campanita para anunciar el final de la hora de lectura.

“Este era el despacho del director Borges, trabajaba acá, pero todo su trabajo literario lo hacía en el despacho central, ahí era donde estaban los libros desplegados, donde trabajaba la traducción de su obra, daba clases de anglosajón, recibía el periodismo. Esta es la biblioteca de Borges y hoy estamos en el espacio que ocupó. Siempre decía que cuando estaba afuera extrañaba y que soñaba con el edificio de la calle México”, continuó Rosato en la guía.

Durante su gestión, Borges sabía que existían planes para mudar la Biblioteca a la calle Agüero –donde actualmente funciona la sede central- y él se negaba a abandonar el edificio de México. Esta biblioteca es la que el autor de Ficciones honra y la menciona en su obra.

Cuando retorna el expresidente Domingo Perón, Borges pide su jubilación y es otorgada en tiempo récord. El escritor creía que lo iban a echar, pero luego se supo que el peronismo quería que se quedara como director. Dejó sus libros en forma de donación. No hizo ceremonia ni presentación, los libros quedaron allí.

Pocos años después se publica El libro de arena en ese volumen hay dos cuentos que transcurren en la Biblioteca Nacional: «La utopía de un hombre que está cansado» y el otro es «El libro de arena» donde el narrador se siente atormentado por un libro y se asegura que la mejor manera de esconderlo es entre cosas iguales. Entonces va a la Biblioteca Nacional y baja por la escalera de mármol que está al costado a la entrada, tal cual está como descripta en el cuento, y coloca el libro que lo obsesiona entre otros anaqueles. “Cuando estamos trabajando con mi compañero en los depósitos de la biblioteca encontramos en la colección de la revista Sur un original del manuscrito de Tema del traidor y del héroe con el nuevo final que aparece después publicado en Ficciones”, contó Rosato y agregó: “Son pequeños juegos de Borges, nosotros decimos esto no está por casualidad, él lo dejó explícitamente. Entre la colección encontramos otros seis ejemplares más. Solemos decir que es una donación secreta, nosotros solemos pensar que los libros que dejó en la Biblioteca son parte de ese pacto con la institución y es el lugar en donde él fue feliz y podía dejar aquello con lo que él se rodeaba, que eran sus libros”.

Puan, la ficción hecha realidad

Puan, la ficción hecha realidad

La misma semana en que las universidades nacionales pararon durante 48 horas, el ciclo Cine por la Identidad proyectó la película que anticipó el desfinanciamiento educativo.

“Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” advierte la pantalla al comienzo de series y películas. Este aviso tomó especial relevancia el jueves 22 de agosto en la proyección de la película Puan, en el auditorio de Casa por la Identidad del Espacio Memoria Ex ESMA, como parte del Ciclo Cine por la Identidad. El largometraje, dirigido por María Alché y Benjamín Naishtat, fue proseguido por un debate en el cual participaron ambos directores junto con uno de los protagonistas del film, Leonardo Sbaraglia.

En un contexto signado por el congelamiento del presupuesto para las universidades públicas, la caída de los salarios docentes y paros universitarios durante las primeras dos semanas de la segunda mitad del ciclo lectivo, el reclamo del sector educativo se unió a la causa del cine argentino durante la proyección del filme. “Es lo único que tengo. El único lugar en el que soy algo es en Puan”, afirma el protagonista de la película, Marcelo Pena, un profesor de Filosofía con una situación económica tambaleante, interpretado por Marcelo Subiotto.

El largometraje, escrito durante el 2020 y filmado entre 2022 y 2023, relata la rivalidad de dos profesores que, ante la muerte del jefe de cátedra de Filosofía Política, luchan por heredar el puesto. El contexto de la película resulta estremecedoramente actual: la problemática salarial docente y la dificultad de proyectar un futuro mejor, la corrida cambiaria y el desfinanciamiento de la universidad pública.

“La película no es futurista, sino que la escribimos en el 2020, un poco imbuidos de la experiencia generacional del 2001 y de este ciclo que no es la primera vez que ocurre”, afirma Naishtat, uno de los directores del filme, a ANCCOM. “Las universidades son una especie de objeto preciado por esta idea más neoliberalista o utilitarista de la economía, pero quizá este es el peor ataque desde la dictadura”.

Mientras los senadores intentaron aumentar su dieta a casi 9 millones de pesos, el sueldo básico de un profesor adjunto con dedicación exclusiva está por debajo de la línea de pobreza, según cifras compartidas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).  “Lo que vimos en abril con la primera gran movilización universitaria es que ahí fue la primera vez que se le puso un límite al gobierno. Por mi parte tengo la esperanza de que ese límite se revalide ahora con las nuevas movilizaciones que hay en torno a las discusiones salariales, que es evidente que están atrasados”, expresa Naishtat. 

Con una inflación acumulada que supera el 134% desde diciembre de 2023 hasta julio de 2024  y tomando en cuenta las proyecciones inflacionarias y la propuesta de un incremento salarial de un 3% para agosto y 2% para septiembre por parte del gobierno nacional, los docentes habrán perdido 23,7% de poder adquisitivo respecto de noviembre de 2023.

En relación a las diversas medidas de vaciamiento que está tomando la administración, Naishtat agrega: “El gobierno intenta avanzar material y simbólicamente sobre la educación, la ciencia, lo público, la identidad y la construcción de sentido. El cine y la universidad pública están siendo atacados de la misma manera y por los mismos motivos”. En consonancia con esto último, María Alché, también directora de la película, comenta a ANCCOM: “Todo esto responde a lo mismo: un proyecto de país que quiere aplastar a sus ciudadanos. En este contexto, creo que las respuestas colectivas son importantes, y en ese sentido, la educación tiene un rol fundamental.” 

Luego de dos jornadas de movilizaciones, la primera del 12 al 14 de agosto, y la segunda convocada por el Frente Sindical de Universidades Nacionales el 20, 21 y 22, para Naishtat, el intento del Poder Legislativo de convertir la educación en un servicio esencial a través de la Ley Finocchiaro, tiene por objetivo sofocar estos movimientos. “Esto de querer convertir la educación en un servicio es un coqueteo del gobierno de extrema derecha con una parte reaccionaria de la sociedad que está en contra de la organización, del derecho a huelga, y es un intento de disciplinamiento”. Y continúa: “No es gratuito o casual, en este país, querer disciplinar a la universidad y transformarla en servicio, porque en los hechos significa que no podría haber huelga. En este país, la historia de la universidad está plagada de lucha, con la Reforma Universitaria de 1918, que tuvo sus muertos, el Cordobazo y pasando por los miles de desaparecidos de las universidades en los 70. No es casual que vayan con esa idea de terminar la política en la Universidad”. El director llama a continuar resistiendo desde la comunidad docente y el conjunto de la sociedad: “Hay que poner un freno más amplio, y que retumbe a su vez hacia múltiples frenos en diversas avanzadas del gobierno”.

Por su parte, el actor Leonardo Sbaraglia –quien interpreta al profesor Sujarchuk, rival de Marcelo Pena en la película–, demostró su apoyo a la educación pública: “Entiendo lo ejemplar y lo maravillosa que es la educación en este país. Esto no es de ahora, sino que creo que lo venimos arrastrando hace muchos años de sueldos depreciados. Vamos a seguir tratando desde las comunidades y desde todas las diferentes voces que esto se revierta”. 

Sbaraglia comparte a ANCCOM cómo fue parte de los reclamos docentes de la Carpa Blanca a finales de la década de los 90, e insiste en que “hay que seguir resistiendo y peleando. Da mucha bronca y mucha frustración todo esto. No parece que esto no se entienda, sino que es como si fuera también parte de una cuestión ideológica de no entender, o que justamente lo que se quiere es atacar en las identidades más propias y más originales”.

Sbaraglia comenta: “Parece que estamos otra vez hablando de algo que ya se había discutido y ya se había logrado, pero no hay que bajar los brazos”. Además, el actor sostiene que la gran desinformación que circula, tanto en redes como en medios de noticias, presenta desafíos y amenazas a los derechos adquiridos y a la democracia a través de las fake news. “Los docentes hoy prácticamente están poniendo plata de su bolsillo para poder sostener la educación. Gracias a la solidaridad y al esfuerzo de tanta gente se está pudiendo sostener un sistema de educación, un sistema de cultura, un sistema inclusive médico y científico. Hay que seguir apostando a no retroceder. Me parece que es necesario volver a crear un lenguaje, quizás con aquellos que todavía no lo tienen, porque quizás los chicos más jóvenes que solo se informan con Instagram o Twitter terminan creyendo cosas que no son verdad, como que los artistas cobran del Estado”.

Luego de la alta adhesión durante las dos jornadas de movilizaciones, los sindicatos prevén la posibilidad de organizar una nueva Marcha Federal Universitaria en la semana del 9 de septiembre, en un esfuerzo por visibilizar aún más sus demandas frente al Gobierno. Por otro lado, el 15 de agosto se le dio media sanción en la Cámara de Diputados al proyecto de ley de Actualización de Gastos de Funcionamiento y Salarios y Becas Estudiantiles. Este proyecto, presentado por la UCR y acompañado con el voto por Unión por la Patria y la izquierda, pondría en funcionamiento, en primer lugar, la actualización de los salarios docentes y no docentes según la inflación acumulada desde diciembre. En segundo lugar, procedería a actualizar de forma bimestral los gastos salariales y de funcionamiento de las casas de altos estudios según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Por otro lado, este jueves 22 también fue publicada en el Boletín Oficial la Resolución 689/2024. En ella, el Gobierno estableció un nuevo aumento del salario mínimo para los docentes en todo el país, de $420.000 al mes.

 

La motosierra en el cine argentino

El cine argentino fue una de las presas tempranas del plan sistemático del gobierno mileísta, cuya consigna es recortar y desfinanciar bajo el cántico mediático de “No hay plata”. La industria del cine nacional recibió dos duros golpes durante la primera mitad del año: la reducción del financiamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el cierre provisorio de la histórica sala Cine Gaumont que, si bien actualmente se encuentra en funcionamiento, sufrió modificaciones en su estructura, como despidos y el aumento de sus entradas en más de un 500%.

“Salvando las grandes distancias, el discurso con respecto a nuestro oficio, que es el cine, es un poco parecido a la docencia”, dice Sbaraglia y agrega: “Es como si la cultura no fuese un valor a cuidar y a proteger, y parece que todo tiene que pasar por la orden del mercado y de la taquilla cuando sabemos perfectamente lo importante que es el apoyo que pueda haber desde lo estatal, gubernamental e institucional al proteger nuestra cultura, porque es proteger una identidad”. 

Mujeres sin consuelo

Mujeres sin consuelo

«Partió de mí un barco llevándome» es un documental de Cecilia Kang -una directora nacida en Buenos Aires desdendiente de coreanos- que relata la historia de las jóvenes asiáticas secuestradas y violadas reiteradas veces por el ejército nipón ocho décadas atrás. ¿Quiénes son las Abuelas orientales?

Cecilia Kang es directora y guionista. Nació en Buenos Aires y allí vivió toda su vida, pero el origen de su familia proviene del otro lado del mundo, Corea del Sur. Hace 39 años convive con esas dos culturas tan disímiles entre sí.

En 2013, mientras ideaba su ópera prima, viajó a la tierra de sus padres, donde conoció a Kim Bok-Dong, sobreviviente y símbolo de las “mujeres de consuelo” (“comfort women”), esclavas sexuales de soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese entonces, ella desconocía esa parte de la historia. El relato la estremeció y volvió a Buenos Aires convencida de querer contarla. 

Una década después nació Partió de mí un barco llevándome, un documental que relata la historia de las jóvenes asiáticas secuestradas y violadas reiteradas veces por el ejército nipón ocho décadas atrás. Pero no lo hace desde una perspectiva histórica, sino a través de los ojos de Melanie Chong, la protagonista, una joven argentina de padres coreanos, atravesada por la inmigración, el desarraigo y la violencia de género.

El film debe su nombre a un poema de Alejandra Pizarnik (Árbol de Diana, 1962) que, en palabras de su directora, “habla sobre ciertas experiencias en el mundo que no se pueden expresar con palabras”. “Partió de mí un barco llevándome tiene que ver con esa cuestión de identidades desplazadas, cómo somos cuando somos desplazados del lugar donde estamos. Es un vehículo para poder poner en imágenes y sonidos aquellas cosas que quizás con palabras es tan difícil decir y pronunciar”, relató Kang a ANCCOM.

El documental se estrenó mundialmente en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde ganó el Premio Especial del Jurado y el Premio del Público. Recientemente aterrizó en el Festival de Cine de Lima, que finalizó su 28° edición el 17 de agosto pasado. Actualmente se puede ver todos los sábados de este mes en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Se espera que próximamente pueda llegar a otras provincias del país. Su directora, espera también proyectarla en Corea del Sur, ya sea en el marco de un festival o circuito alternativo.

Cecilia Kang, directora de Partió de mí un barco llevándome

¿Por qué decidiste contar la historia de las “mujeres de consuelo” en tu película?

Yo desconocía completamente esta parte de la historia. La descubrí porque tuve la oportunidad de conocer a una de las sobrevivientes en el año 2013. Estaba viajando por Corea, filmando cosas para mi primera película y allí, muy de casualidad en un Congreso de Mujeres, tuve la oportunidad de conocer a una de las sobrevivientes. Fue una experiencia completamente dolorosa, pero también me abrió los ojos, sentí la necesidad imperiosa de contarla. Volví a Buenos Aires y pensaba: “Esto se debería saber más”. ¿Cómo puede ser que ni yo, que soy hija de coreanos, sabía esto que había sucedido? Esa fue la motivación inicial. Encontrarme con esa sobreviviente me dio la necesidad, pero también el coraje, para animarme y hacer una película sobre esto.

 

¿Y por qué decidiste contarlo a través de la historia de otra joven?

Yo no soy historiadora, no me sentía con credenciales suficientes para poder hablar y hacer una película sobre este hecho histórico porque es algo muy doloroso e inabarcable. Nuestro punto de partida fue preguntarnos: ¿cómo poder traer al presente esa porción del pasado? La idea no era hacer una película sobre revisionismo histórico ni mucho menos, sino pensar, en este presente, cómo ese pasado sigue resonando todavía en nosotras, en mí. Así fue como decidimos poner el motor en el presente. También tuvimos la suerte de encontrar a alguien como Mélanie Chong, la protagonista ideal de esta película, alguien que le puso el cuerpo a esta reflexión. A través del ejercicio que la directora le propone en la película (el de preparar el testimonio de una sobreviviente) es donde entendemos cómo ese hecho sigue todavía afectando nuestro presente. Eso se puede observar justamente a través de la vida diaria de Melanie que dialoga con el texto que está preparando ella como actriz.

 

¿Por qué elegiste como protagonista a una actriz argentina de padres coreanos? ¿Por la similitud con tu experiencia personal o por el tema que trata la película?

Hicimos un casting abierto para todas las chicas de la comunidad coreana, de un rango etario parecido al de aquellas mujeres secuestradas y explotadas. La primera escena de Partió de mí un barco llevándome es un casting real. La idea era buscar no una, sino varias chicas con las que pudiéramos conversar, escucharlas y ver qué pasaba con esas lecturas, qué pasaba cuando alguien de la comunidad coreana, como yo, alguien que nació acá pero que tiene padres coreanos, puede escuchar y reproducir un testimonio en primera persona de esas mujeres. Era tratar de emular aquello que yo sentí cuando conocí a una sobreviviente en Corea. Pero lo más interesante no fueron las lecturas y las reflexiones posteriores, sino las pequeñas entrevistas que yo les hacía a estas chicas para conocerlas más, para entender cómo eran sus vidas duales culturalmente, ser hija de coreanos, ser argentina, ser coreana, ser todo y no ser nada. Era muy evidente que estas chicas todavía vivían en ciertas estructuras opresivas, había ciertos elementos que seguían operando en sus vidas, pero sin que se dieran cuenta. En realidad es algo que nos pasa a todas de alguna forma. Bueno y fue así cómo conocí a Melanie con quien conecté rápidamente. Sentí una especie de reflejo entre ella y yo.

 

¿Y cómo se vive esa vida dual de la que hablas? 

Es una pregunta que yo misma me hago todo el tiempo y la verdad es que aún no tengo una respuesta. Es decir, es una respuesta que se reescribe constantemente. Yo creo que hago películas para poder responder esa pregunta, es un motor que me inspira a hacer cosas, a crear.De alguna forma todos nos preguntamos quiénes somos y cuando nos preguntamos quiénes somos es inevitable preguntarse de dónde venimos. En mi caso, eso es complejo y dual: ser coreana, ser argentina, ser las dos cosas, no ser nada. Por momentos esa dualidad es súper luminosa, pero también hay muchos momentos de contradicción que viví en mi vida y que sigo viviendo. Pero, bueno, son las conformaciones que tenemos y es la riqueza también que tiene cada uno. Yo creo que cuanto más diversas son las sociedades, más enriquecedor es. Yo agradezco tener la posibilidad, más allá de las contradicciones con las que vivo, de poder ampliar mi mirada en ciertas cuestiones. Es parte de quien soy y trato de vivir con eso.

Todos los miércoles al mediodía, desde enero de 1992, las víctimas junto a grupos sociales marchan frente a la Embajada de Japón en Seúl exigiendo justicia. Como argentina, es inevitable hacer una conexión automática con la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo de todos los jueves.

Cecilia Kang

¿Encontraste puntos en común entre Argentina y Corea del Sur a la hora de llevar a cabo este documental?

Si, claro. Cuando comenzamos la investigación con Virginia Roffo (guionista de la película) leímos mucho al respecto. Allí descubrimos que existían “las marchas de los miércoles” (todos los miércoles al mediodía, desde enero de 1992, las víctimas junto a grupos sociales marchan frente a la Embajada de Japón en Seúl exigiendo justicia). Obviamente, como argentina, es inevitable hacer esa conexión consciente y automática con la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo todos los jueves. De hecho, los coreanos llaman “abuelas” a estas sobrevivientes (“halmeoni” en coreano), son las abuelas en Corea. Es inevitable hacer esta conexión y conmoverse. Es una conexión más emocional. Además, para mí era tan poético porque, aunque muy distintas, son luchas y experiencias que vivieron las mujeres. Dolores distintos pero igual de grandes e inabarcables. Y, a diferencia de lo que ocurre en Corea, nosotros, como argentinos y argentinas, sí podemos decir que acá se logró justicia. Es importante remarcar y defender eso, más que nada hoy en día, donde hay ciertas políticas que quieren echar para atrás luchas muy grandes y avances gigantescos que se hicieron y que se reconocen internacionalmente, como la lucha de las Madres y las Abuelas. Hay muchas diferencias, claro, son luchas y crímenes diferentes, pero yo creo que hay una conexión política, que nos ayuda a reflexionar y a poder tratar de hacer mejor las cosas para vivir en una sociedad más justa.

 

¿Cómo fue recibida la película en la comunidad coreana?

Estoy muy sorprendida y muy agradecida con la comunidad coreana de Buenos Aires. En cada proyección que tenemos siempre encontramos gente que viene de la comunidad y cuando termina la película nos felicita. Por un lado, por las nuevas generaciones, por esta cuestión de entender que es importante dar luz a estas historias del pasado para que justamente no vuelvan a ocurrir. Pero también la conexión inevitable que tienen las personas de la comunidad coreana con una historia como esta, con respecto a todas las consecuencias que significa ser migrante o hijo de migrantes. Entonces cuando hay una película que está hablando de tu comunidad es inevitable sentirse interpelado e identificado. Yo agradezco mucho las devoluciones, las lágrimas y los abrazos después de cada proyección. En Corea del Sur todavía no la mostramos. Estamos esperando justamente eso, ver si tenemos alguna oportunidad para llevarla a algún festival de cine, y si no proyectarla en algún circuito alternativo, lo cual me encantaría porque me gustaría saber qué opinan, qué pensarán los coreanos, allá en Corea del Sur, acerca de esta película, cómo tomarán que una persona que no es de allá hable sobre ese aspecto de su historia.

 

¿Por qué es importante contar este tipo de historias en nuestro cine?

Estas historias tienen un valor muy importante en general, en el mundo. En mi caso, sentí la necesidad de visibilizar aquellos espacios de los que quizás yo formo parte pero mucha gente desconoce. Por eso también siempre me interesa hacer películas que traten estos temas, ser mujeres o, en mi caso, ser parte de la comunidad coreana en Argentina. Siento que son espacios que no tienen tanta visibilidad o tanta voz desde adentro, porque siempre existe esa mirada exotizante de afuera que puede juzgar o definir. Y no hablo solo de mi comunidad, sino de todas las comunidades, minorías y divergencias. Me parece que siempre es más interesante ver películas con una voz que lo cuente desde adentro. Pero también es importante porque esto que muestro es una faceta más de la identidad argentina. En primera instancia se puede ver como algo exótico y ajeno, pero no, todo lo contrario. Es una muestra de cómo y quiénes somos los argentinos. Los argentinos somos esto también, esta multiculturalidad. Es un patrimonio cultural que tenemos que defender y mostrar, sobre todo hoy cuando hay políticas que van en detrimento de esto. El valor de nuestro cine es mostrar quiénes somos y si un país pierde esa voz ¿quién nos va a reconocer?, ¿quién nos va a defender? Esta película es importante no solo para visibilizar, sino también para sostener espacios que se ganaron gracias a luchas muy importantes. No todos los países tienen la libertad de poder contar las cosas que se cuentan en nuestro cine.

 

¿Qué opinas de las políticas públicas que viene llevando el gobierno de Javier Milei contra la cultura en general y contra el cine en particular?

 

Es todo muy lamentable. Nuestro cine es reconocido y respetado en todo el mundo. Es una lástima que quieran demonizar y tirarlo abajo por cuestiones de ignorancia, por no entender cómo funciona una industria. Porque el cine no es solo cultura, es industria y trabajo. Por ejemplo, nosotros hicimos esta película gracias al subsidio de Vía Digital, que se otorga para la realización de documentales, pero hoy por hoy ese subsidio no existe más, películas como las nuestras ya no se pueden hacer. Eso te marca ya la situación en la que estamos. No podemos perder nuestra identidad, hay que seguir luchando por ella. La importancia patrimonial de un país no es solo lo económico o lo financiero, sino también lo cultural.

 

Día Nacional de las Mujeres de Confort

El crimen contra las miles de mujeres secuestradas y explotadas sexualmente en manos del ejército nipón aún sigue impune y millones de coreanas reclaman justicia. Por ello, y a partir del primer testimonio de una de las sobrevivientes el 14 de agosto de 1991, se exige que el Estado japonés se responsabilice por estos actos y pida disculpas a las víctimas.

En honor a Kim Hak-Soon, la primera mujer que se animó a contar lo sucedido y que incentivó a muchas otras más, el gobierno coreano conmemora el Día Nacional de las «Mujeres de confort» cada 14 de agosto desde el año 2018.

Personas desechadas como basura

Personas desechadas como basura

Un informe presentado en la Facultad de Ciencias Sociales registró más de 300 agresiones directas a personas sin techo por parte de policías o vecinos durante el último año. Historias de despojos a los que menos tienen.

El Registro Unificado de Violencias describe la violencia sistemática que reciben las personas en situación de calle.

“Ser pobre no es ser delincuente”, dice uno de los carteles que acompañan a una alguien que está recostada sobre un colchón dentro de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y que tiene puesto un sobretodo gris, un gorro y guantes de lana. A la persona en cuestión le faltan unas zapatillas y un montón de otros derechos. En verdad, no es alguien de carne y hueso, pero bien podría serlo. Se trata de un muñeco que representa a quienes no tienen una casa donde vivir. “Son personas, no basura a ser limpiada”, dice otro de los carteles que lo rodean. Lo han puesto en el hall de entrada de la las organizaciones sociales englobadas dentro de la Asamblea Popular por los Derechos de las Personas en Situación de Calle como parte de las acciones por el Día Latinoamericano de las Luchas de las Personas en Situación de Calle, que se conmemora cada 19 de agosto desde hace veinte años.

“Este informe habla del valor de la vida, de lo que no se puede mercantilizar. Tenemos más fuerza cuando estamos unides. Gracias por elegirnos”, dice Soraya Giraldez, la directora de la carrera de Trabajo Social, a las organizaciones sociales que han venido a contar los resultados del tercer informe del Registro Unificado de Violencias hacia Personas en Situación de Calle (RUV). Al lado de Giraldez está sentada Florencia Montes Páez, militante del colectivo “No tan distintes” y autora del libro Acompañar es político. Ensayo transfeminista sobre la situación de calle, que es quien ahora toma la palabra. “Es una violencia sistemática”, dice para referirse a las injusticias que constantemente atraviesan los sin techo por vivir en la intemperie y no tener ayuda estatal.

Dentro de un rato Jorgelina Di Iorio, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, que también está presente, contará que al tercer informe del RUV lo elaboraron las agrupaciones que forman parte de la Asamblea Popular junto con integrantes de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Dirá que el documento se hizo a partir de relatos contados por los sin techo entre el 16 de agosto de 2023 y el 15 de agosto de 2024, los cuales fueron escuchados por las organizaciones sociales, y también a partir de noticias referidas a la problemática que fueron publicadas en medios de comunicación nacionales dentro de ese lapso. 

El ambiente de la Facultad se volverá espeso cuando Di Iorio describa los tres tipos de violencia más comunes que suelen recaer sobre quienes viven en la calle. Dirá que el hostigamiento, robo, maltrato o desplazamiento forzado del espacio público que realizan las fuerzas de seguridad y otros funcionarios públicos constituyen la violencia institucional, que los ataques físicos perpetrados por ciudadanos de a pie, motivados por un simple rechazo a quienes viven en la calle, conforman la violencia social y que las lesiones físicas graves que se producen por vivir a la intemperie, como las enfermedades o la mismísima muerte, constituyen la violencia estructural. Pero más se tensará el aire invernal que circula por el hall de entrada de la facultad cuando Di Iorio diga, con ese tono de voz que tienen quienes ya llevan muchas calles recorridas, que del informe surgieron como resultados que entre agosto del año pasado y el de ahora hubo 121 situaciones de violencia estructural, 104 de violencia institucional y 95 de violencia social. Todo eso lo dirá con mucha contundencia dentro de un rato. 

«Ponen quince policías para un pobre loco que está arriba de un colchón y te cagan a palos si no se los querés dar, pero para los transas ponen dos policías no más», dice El Punky, que vive en la calle.

Por su parte, El Punky, que vive en la calle, le dirá a esta agencia que “visibilizar violencias está muy bueno, pero no alcanza”. Explicará que ser un cartonero no registrado en una organización como el Movimiento de Trabajadores Excluidos tiene consecuencias. Contará que el Gobierno de la Ciudad determinó que “a los cartoneros que no están en una cooperativa se les tienen que retirar los tachos, porque privatizaron la basura. Mandan milicos con seis meses de registro nacional a laburar, que no saben lo que significa una orden de cateo —dirá El Punky—. Mandan gente ignorante a tener un fierro, que te bardea y te tortura en la calle. Ponen quince policías para un pobre loco que está arriba de un colchón y te cagan a palos si no se los querés dar, pero para los transas ponen dos policías no más, porque los transas son los que pagan las campañas políticas de este país”. 

Ahora, mientras Montes Páez les recuerda a los presentes por qué se conmemora el Día Latinoamericano de las Luchas de las Personas en Situación de Calle, los integrantes de la agrupación Amigos en el Camino reparten alfajores y café a los sin techo que han venido a la facultad también a contar sus experiencias de primera mano. Mientras las personas llenan sus panzas con una merienda caliente repartida con cariño (¿quizá la única comida del día para muchas de ellas?), Montes Páez cuenta que el 19 de agosto de 2004 ocurrió en Brasil lo que se conoce como la “Masacre de Sé”. Ese día, a la noche, quince personas que dormían en la calle fueron atacadas por personal de seguridad hasta el punto de provocar la muerte de siete y ocasionar lesiones graves en las otras ocho. Ese momento quedó grabado para siempre en la memoria latinoamericana y se convirtió en un caso testigo de la violación a los derechos humanos de los sin techo. De ahí que todos los años se recuerda esa tragedia y muchas otras invisibilizadas a través de la efeméride. 

Pero no hace falta ir a Brasil ni viajar al 2004 para saber que situaciones así ocurren todo el tiempo y en todos lados. De hecho, a la presentación del tercer informe del RUV vino a hablar también la jueza Natalia Ohman, que cuenta que hace un mes anuló, por considerarlas arbitrarias y violatorias de la intimidad, 125 detenciones y requisas a personas en situación de calle hechas sin orden judicial en distintos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Resulta que la policía local, para justificar su proceder, había argumentado que las personas portaban “armas no convencionales”, entre las que se encontraban un destornillador, una varilla, un cuchillo Tramontina, un cúter, una tijera y un gancho. Según las actas de contravención, los motivos de las detenciones y requisas habían sido “actitud sospechosa”, “merodeo” y “control poblacional”. Los detenidos habían sido intimados por la policía a despojarse de esos objetos o se les imputaría el delito de desobediencia, lo que también fue anulado después por Ohman. 

“Muchos de esos objetos son para cortar comida y cartón”, aclara Cintia Bernardo, que sabe del tema porque vive en la calle desde hace tres años. En una charla con ANCCOM, Bernardo cuenta que se dedica “al cartoneo y algunas changas” y que suele recurrir a la ayuda de organizaciones sociales como “No tan distintes” y “Abrigar derechos” para subsistir. Dice que el mayor hecho de violencia institucional que experimentó en la calle ocurrió hace un mes. “Me secuestraron el carro”, dice refiriéndose al carrito que usaba para juntar cartón y después venderlo. Cuenta que un día estaba descansando en la Plaza Garay porque la noche anterior se la había pasado juntando desechos. Aclara que en la zona hay mucha competencia con las cooperativas de recicladores urbanos, por lo que a veces necesita duplicar sus esfuerzos para poder quedarse con suficiente cartón como para vender más tarde. “Según los de Espacio Público e Higiene Urbana no podemos estar a las doce del mediodía descansando en una plaza. Yo quería pedirles que no me secuestraran el carro porque había dos policías que lo tenían. Les saqué las manos de la forma más pacífica que pude y terminé en el piso con esposas”, relata Bernardo. Cuenta que, al vivir en la calle, hace pis en un balde para no ensuciar el espacio público ni provocar las quejas de vecinos y que, como defensa, se los revoleó. “Un oficial me dijo ‘Mirá lo que me hiciste’, por dos gotitas de pis que tenía en el uniforme. Mi respuesta fue angustiante porque el carro es mi sustento diario —dice Bernardo, y en las cooperativas de recicladores no hay cupos. Me sacás mi herramienta de trabajo y no me das otra, me estás incitando a que yo tome otras medidas para mantenerme, como la prostitución, la venta de drogas o robos”. ¿Y hay manera de recuperar el carro? “Para que me lo devuelvan me piden que presente un ticket de compra, y eso no existe. Yo lo compré en una villa, a un pibe que no se quería dedicar más a cartonear. No tengo un ticket”, dice. Un rato antes, una mujer de entre el público había opinado sobre los despojos que se dan habitualmente en la calle. “En la Rosada hay un monstruo que defiende la propiedad privada, pero ¿por qué nadie respeta la propiedad privada de los sin techo?”, había preguntado al aire la señora, pero nadie supo qué decirle. 

La cultura huarpe llega al cine

La cultura huarpe llega al cine

«Lagunas”, documental del director mendocino Federico Cardone, que cuenta con la participación de la escritora santafesina Liliana Bodoc, relata la historia de la comunidad originaria, su transformación frente a las sequías y en paralelo la historia de un cine que ya no existe.

El viernes 16 de agosto se proyecta Lagunas, un documental que aborda cómo los recuerdos se transforman con el paso del tiempo. Lejos de una mirada melancólica, indaga en cómo el pasado puede conectarse con el presente y transformarse en algo nuevo. “Creo que es interesante la idea de poder construir el propio recuerdo en vez de padecerlo”, expresa Federico Cardone, su director.

¿Cómo surgió la idea de realizar el documental? ¿Cómo fue que Liliana Bodoc llegó a ser parte?

La idea de hacer el documental Lagunas nació de las ganas de poder filmar en en el desierto de Lavalle, al norte de Mendoza. Esta zona, que antes era rica en lagunas, fue el principal asentamiento de los huarpes, quienes vivían de la pesca. Con el tiempo, las lagunas se secaron, obligando a este pueblo indígena a cambiar completamente su economía y enfrentarse a problemas que habían tenido siempre, como la persecución, la pobreza y la falta de apoyo del Estado. Esto llevó a que la comunidad que vivía alrededor de las lagunas quedara prácticamente olvidada y que muchos aspectos de su cultura y su vida desaparecieran. Nos pareció un tema muy interesante y decidimos planteárselo a Liliana Bodoc, quien tenía un profundo conocimiento de la tradición cultural de los pueblos aborígenes de Latinoamérica, pero curiosamente, no sabía mucho sobre los huarpes de Mendoza, a pesar de haber vivido allí muchos años. Le pareció súperinteresante esta posibilidad de poder encontrarse con esta cultura y este paisaje que ella desconocía.

¿Qué pasó con el documental cuando ella falleció? ¿Se transformó el proyecto?

La muerte de Liliana Bodoc fue un shock terrible para todos nosotros. En ese momento ya habíamos hecho un primer corte de la película, y su fallecimiento nos hizo cuestionar si tenía sentido continuar con el proyecto. Decidimos ir a ver a su familia en San Luis, donde ella vivía, y descubrimos que en el lugar donde ella trabajaba, en el escritorio donde ella escribía y que su familia lo había dejado tal cual ella lo había dejado, estaba arriba de todo un cuaderno especial, que ella llevó en blanco, especialmente para estrenar en el documental, era un cuaderno verdaderamente muy hermoso, con una hoja muy especial de papel de arroz. Al ver ese cuaderno sentimos que ese viaje y lo que ella había escrito no podían quedar ahí. Era un cuento que escribió especialmente para el documental, en el que los chicos de la escuela con los que ella trabajó al llegar al lugar con motivo de este rodaje, le hacían dibujos y anotaban sus propias historias. Entonces entendimos que Liliana estaba profundamente comprometida e involucrada con todo lo que estábamos haciendo. Eso nos dio la fuerza para seguir adelante con la película.

¿Cuáles son sus expectativas con la presentación del documental?

La expectativa ante todo es que el público pueda conectar emocionalmente con la mirada del pueblo huarpe y cómo ellos veían su entorno. Por otro lado, también es llegar al mayor número de personas posible, llevando historias que quizás no son las más conocidas. Sin embargo, el documental no se enfoca tanto en la temática sino más en una aproximación emocional. No es un documental clásico con una historia que la gente necesite ver para aprender.

¿Con qué desafíos se encontraron a la hora de entrevistar a los huarpes? ¿Qué es lo que más les sorprendió de su forma de vida?

No tuvimos grandes problemas al trabajar con la gente del lugar, muchos de los cuales eran huarpes. Al principio, algunos se mostraban distantes, lo cual es comprensible, ya que en el pasado se hicieron documentales en la zona que nunca se completaron o no se presentaron allí, lo que generaba desconfianza. Sin embargo, nuestra cercanía y el enfoque cálido de Liliana Bodoc ayudaron a romper esas barreras. Liliana tenía una capacidad especial para acercarse a las personas, lo que facilitó mucho nuestro trabajo. Al final, no enfrentamos desafíos significativos más allá de los que podrían surgir en cualquier otra comunidad o cultura.

¿Cómo fue que se te ocurrió relacionar reflexiones de tu propia niñez con la cultura de los huarpes? ¿Tiene que ver con la concientización por preservar la diversidad cultural?

Siempre me han interesado los documentales porque permiten una gran libertad creativa, especialmente en comparación con la ficción. En este caso, sentí que había una conexión interesante entre mi experiencia personal y la historia de los huarpes. Durante mi infancia, trabajaba en un cine que estaba a punto de mudarse y quedar vacío. Y encontré un paralelismo entre ese cine vacío y las lagunas secas en las que los huarpes solían pescar. A partir de ahí, empezamos a trazar líneas de conexión entre mi historia personal, la cultura huarpe y la vida de Liliana Bodoc.

 

El documental “Lagunas” será proyectado en el cine Cacodelphia este viernes, 16 de agosto, a las 19.