De la caja PAN a la Tarjeta Alimentar | Estuve ahí

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El diputado Daniel Arroyo fue ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación. Repasa el Plan Alimentario Nacional del alfonsinismo, el Bono Solidario del menemismo, el Plan Jefes y Jefas de hogar de Duhalde y, por supuesto, la llegada de la Asignación Universal por Hijo. El debate entre políticas focalizadas y universales.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández, Lucia Fabiana e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
Comenzó el juicio más grande de Corrientes por crímenes de lesa humanidad

Comenzó el juicio más grande de Corrientes por crímenes de lesa humanidad

Se trata de la causa Brigada de Infantería VII, en la que son juzgados diez  represores. Por las demoras judiciales, pasaron casi cuatro años entre la elevación a juicio y el inicio del debate. De los 21 acusados solo la mitad se sienta en el banquillo.

Luego de una larga postergación, finalmente el Tribunal Oral Federal de Corrientes, presidido por el juez Fermín Amado Ceroleni, comenzó el juzgamiento de diez exmilitares y exgendarmes de la Brigada de Infantería VII por crímenes cometidos en la subzona militar 23, durante la última dictadura militar.

En este juicio, el décimo que se realiza en Corrientes por delitos de lesa humanidad, los acusados de pertenecer a una asociación ilícita y de cometer privaciones ilegales de la libertad hacia dos niños, torturas e incluso un homicidio son: Pedro Armando Alarcón, José Emilio Mechulán, Abelardo Palma, Eduardo Antonio Cardoso, Abelardo Carlos De la Vega, Raúl Horacio Harsich, Alfredo Carlos Farmache, Juan Carlos De Marchi, Horacio Losito y Raúl Alfredo Reynoso, todos integrantes de la subzona Corrientes del Área militar 231. Cabe destacar que De Marchi, Losito, Reynoso y Harsich ya fueron condenados en debates anteriores en la provincia y en otras jurisdicciones.

Se investiga su poder de decisión sobre la planificación represiva en la zona, la adaptación del plan general del régimen castrense y la determinación de los blancos que serían víctimas de la violencia ilegal. Inicialmente eran 21 los acusados quienes debían comparecer ante la justicia, pero el aletargamiento del proceso por cuatro años hizo que varios fallecieran antes y otros fueran apartados por problemas de salud.

El circuito represivo de la dictadura en la ciudad de Corrientes incluyó una serie de centros clandestinos de detención y exterminio de personas. Entre ellos figuran la actual Jefatura de la Policía de Corrientes y el exregimiento de Infantería 9 de Corrientes, que es en la actualidad un Espacio de Memoria.

El área de influencia de esta brigada de infantes eran los departamentos de San Cosme, San Luis del Palmar, Empedrado, Saladas, Bella Vista, Lavalle, Goya y Esquina. Pero su jurisdicción también incluía provincias del norte y del noroeste como Chaco, Formosa y Misiones.

Esto se debe a que el régimen de la última dictadura militar dividió al país en cuatro grandes zonas de cobertura y acción represiva. En esa estructura, al Comandante del Segundo Cuerpo de Ejército le correspondió la tutela de la Zona de Defensa 2, con cuatro subzonas: 21, 22, 23 y 24. Es justamente la subzona 23, en la que está involucrada la Brigada VII de Infantería, la que se comenzó a juzgar en estas horas.

En la sede del juzgado correntino se presentaron los represores De Marchi, Palma y Alarcón, junto con algunos de los abogados defensores oficiales. Desde la sala que brindó la Cámara de Casación Penal en Comodoro Py, seguían de cerca la presentación por videoconferencia los imputados Cardoso, De la Vega, Losito, Harsich. Por su parte, el oficial Farmache siguió las alternativas del caso desde el Tribunal Oral Federal Nº1 de Mendoza; hizo lo propio Reynoso desde el Juzgado Federal de San Ramón de Orán, en Salta.  

Durante la lectura del trigésimo sexto hecho imputado en el requerimiento fiscal de los acusados, Cardoso, Losito y De Marchi se retiraron con autorización de sus defensores aduciendo problemas de salud. Luego de indagar con detalle en los 103 hechos vinculados con la represión ilegal por parte de los genocidas, se explicitó la responsabilidad penal de los diez exmilitares.

Cardoso y Farmache fueron señalados como “autores mediatos por el rol y funciones que cumplían en el comando de la Brigada de Infantería VII y sus dependencias a la época de los sucesos”. También se señaló a De la Vega, Harsich, De Marchi y Losito por su papel en el exregimento de Infantería XIX, dependiente del comando de la misma Brigada de Infantería. En el caso de los gendarmes Palma, Alarcón y Reynoso, por su rol en los grupos operativos de tareas. “Cada uno de ellos actuó motivado, conociendo las actividades ilícitas y contrarias a la ley que realizaban”, estipuló el tribunal. Quien fue apartado de la lectura fue Mechulán, por un dictamen del cuerpo médico forense de la Corte Suprema.

“Las causas de lesa humanidad están las demoras por no darles el Poder Judicial la prioridad que merecen, por la falta de designación de jueces para que los tribunales se constituyan, y por la reticencia, sobre todo en causas de responsabilidad civil y económica, con demoras injustificadas”, aseguró Pietragalla.

También fueron parte de la primera jornada en Corrientes, por la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, los abogados Marcelo Wurm y Manuel Brest Enjuanes; y, por el Ministerio Público Fiscal, el fiscal subrogante Juan Pedro Resoagli, junto con el auxiliar Diego Vigay.

La transmisión de la audiencia fue seguida con expectativa por familiares y amigos que, junto con organismos de Derechos Humanos que se concentraron en las inmediaciones del tribunal, vieron toda la transmisión y pidieron que se condene a los genocidas.

El secretario de Derechos Humanos de la Nación Horacio Pietragalla también fue parte de la jornada inicial. En diálogo con ANCCOM, Pietragalla planteó que es “muy importante obtener justicia en este nuevo juicio, sobre todo tratándose de una megacausa en la que, si bien algunos ya fueron condenados en juicios anteriores, para muchos otros es la primera vez”. Además destacó la inclusión en este debate de casos como los de dos menores, uno de ellos nacido en cautiverio.

Consultado por las largas demoras en los juicios de lesa humanidad que impiden que todos los acusados sean juzgados en tiempo y forma, Pietragalla señaló que obedecen a distintos factores. “Están las demoras del Poder Judicial por no darles la prioridad que merecen, la falta de designación de jueces para que los tribunales se constituyan, y la reticencia, sobre todo en causas de responsabilidad civil y económica, con demoras injustificadas tales como las que impidieron que Blaquier fuese condenado”, aseguró.

“Hoy la Secretaría de Derechos Humanos lleva adelante 278 querellas activas en todo el país, que incluye la revisión de las sentencias en la Cámara de Casación Penal y la Corte Suprema”, detalló.

Durante los próximos tres meses habrá dos audiencias semanales. Serán 30 los testigos que deberán revivir el horror. Los interrogatorios comenzarán este martes.

Quizás la larga espera haya valido la pena para encontrar justicia.

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«El cinismo de Donda Tigel era incomparable»

«El cinismo de Donda Tigel era incomparable»

Carlos “Kike “Muñoz, sobreviviente de la torturas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura, declaró en el juicio contra el represor Adolfo Donda Tigel. Confirmó la vinculación del exmarino, acusado de facilitar la sustracción de identidad de su sobrina Victoria Donda Pérez, con el prefecto apropiador Juan Antonio Azic.

José María “Pato” Donda y María Hilda Pérez, padres de Victoria Donda, aún continúan desparecidos. 

En una jornada cargada de tensión por la potencia del relato de Carlos “KiKe” Muñoz —de los más completos que se han escuchado en las dieciséis audiencias llevadas adelante en este juicio— y por el intercambio que mantuvo con Guillermo Fanego, el abogado defensor del acusado Adolfo Donda Tigel, el testigo expuso frente a los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 6 de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por los jueces Ricardo Basilico, Daniel Obligado, Gabriela López Iñíguez y Sabrina Namer.  

Donda Tigel presenció virtualmente este testimonio, desde la Unidad 31 de Ezeiza donde permanece detenido por haber sido condenado dos veces a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad en la ESMA. 

Muñoz estuvo detenido, por primera vez, entre el 3 y el 15 de junio de 1976 en la Superintendencia de Seguridad Federal, en la calle Moreno, en pleno centro porteño. Fue subido a un auto por parte de un grupo militar cuando estaba con su compañero y amigo Carlos Fidale, y los trasladaron encapuchados a la Comisaria Nº 20, en la calle Cochabamba. Al testigo lo golpearon, mientras que a Fidale lo torturaron con picana eléctrica en un baño. 

Desde allí fueron llevados a su destino final: la Superintendencia. En esos doce días de cautiverio ambos sufrieron “picanazos” y castigos “feroces” y “atroces”, según relató. “A Fidale le pegaron un tiro en la cabeza, al lado mío, donde estábamos presos”, aseguró con dolor.

Muñoz asegura que se salvó porque el primo de su papá era comisario mayor y tanto él como su padre realizaron gestiones rápidas para poder sacarlo. “No era menor eso”, aseguró, en relación a su contacto directo con la policía. 

Donde manda marino, está el prefecto

Pero la pesadilla no terminó allí. Su segunda detención, su cautiverio en la ESMA, ocurrió entre el 21 de noviembre de 1978 y el 15 de febrero de 1980. Muñoz dormía en su casa del barrio de Once con su esposa y compañera Ana María Malharro y su hijo de tres meses y medio. 

Un grupo armado vestido de civil, conducido por el entonces Teniente de Fragata Alfredo Astiz, tiró la puerta de su domicilio en plena medianoche y además de llevarse a la pareja les robaron sus pertenencias de valor, entre ellas un proyector que luego el mismo Muñoz utilizó en su reclusión para pasar películas en formato Súper-8 en la Escuela de Mecánica. El nene fue entregado al mayor del Ejército César Smirnoff que vivía enfrente de su departamento en el mismo edificio

Detalló cómo fue que llegaron a la ESMA: “Nos subieron a dos autos diferentes. A mí me habían golpeado mucho en casa. Me bajaron a un sótano, atravesé una puerta verde de metal. Me arrastraron a un cuartito en el fondo. Me hicieron desnudar, me ataron los brazos y las piernas a los extremos de una cama metálica. Febres (Héctor Antonio, oficial de la Prefectura Naval) me empezó a aplicar picana eléctrica”, relató sin parpadear. A él se le sumaban otros oficiales que torturaban en esa área del cuarto 13 durante sus primeras doce horas de cautiverio.    

Luego de esa carta de “presentación” para Muñoz en la ESMA, que lo dejó en un estado deplorable, se produjo su primer contacto con el marino Donda Tigel, que en ese momento ya estaba al frente del Grupo de Tareas 3.3.2. Lo trasladaron a otra habitación y le pidieron que con un lápiz y papel escribiera la historia de su vida: “Me habían sentado en un pupitre de escuela viejo, con un gancho para pasar un candado. Intenté abrir las esposas con ese candado. Estaba en eso cuando de repente, irrumpió una persona que después reconocí como Adolfo Donda. Y me dijo, con un cinismo extremo: ‘Ah, te querés fugar’. Me pegó una paliza fenomenal, tan grande que me desmayé y no me acordaba de nada”. 

Ahí comenzó su reclusión de casi un año y medio, tirado en una colchoneta entre dos maderas en la zona de “Capucha” de la ESMA —el principal lugar de detención de las y los prisioneros, que permanecían esposadas de pies y de manos, con una capucha o antifaz de tela en la cara—. Con su compañera Malharro, estuvo a sus espaldas por tres meses, separados por un pasillo en ese lugar, ambos encapuchados, engrillados y esposados. Llegaron a besarse en uno de sus cruces, destacó orgulloso, aunque eso le hubiera significado que “lo molieran a golpes”. El 13 de febrero de 1979, ella recuperó su libertad. 

Indicó que el tío biológico de Victoria Donda era “una presencia permanente, casi diaria” en ese sótano. Expresó que también lo vio cuando fueron trasladados a la isla “El Silencio”— anexo de la ESMA en la tercera sección del Delta, San Fernando— durante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en septiembre de 1979. 

De esa tarea de ocultamiento de los detenidos, Muñoz recordó dos detalles precisos de la actuación de Donda Tigel: “Estaba de guardia y nos hizo acercar a todos a una mesa. Nos hizo brindar porque ese día (el 19 de septiembre de 1979) habían matado a Mendizábal —Horacio, abogado y comandante de Montoneros-”. Su segundo recuerdo fue cuando participó de una excursión de pesca junto con un oficial y un suboficial, y su compañero de militancia y de detención Carlos “Sueco” Lordkipanidse. Luego de fracasar en la tarea, señaló que todos, incluidos los militares, fueron humillados por Donda. 

La relación del marino con el prefecto Azic fue precisada por Muñoz, y es una estocada insalvable para las expectativas del acusado de quedar despegado de la figura de Azic por la apropiación de la bebé Victoria Donda Pérez, hija de su hermano, José María Laureano “Pato” Donda y de María Hilda Pérez, que aún hoy continúan desparecidos. 

Una vez que el militante recuperó su libertad en febrero de 1980, cuando salía de la agencia de publicidad donde trabajaba en la avenida Corrientes y Pasteur, fue llevado por Donda y Azic al bar La Ópera, en Callao y Corrientes. “Me apretaron en ese bar diciendo si había sido yo el que había dado información sobre ellos y los genocidas. Yo se los negué. Me amenazaron que iban a seguir averiguando. Llegué a mi casa en Castelar y me escondí por un tiempo”. 

Su último contacto con el represor fue en 1985. Muñoz planteó que tanto él como Azic— “torturador silencioso” señalado por el testigo como parte integrante de ese mismo grupo de operaciones que encabezaba el marino— lo habían seguido cuando comía unas empanadas en una casa de comidas. 

“Desde un auto, acompañado por Azic, en un Falcon, se paró allí, bajó y me dijo: ‘Tenemos que hablar’. Le dije que no tenía nada que hablar con ellos, y con la intervención de la gente se terminaron yendo”, recordó. 

Afirmó que había “una relación” entre ambos, que Donda y Azic “siempre” estaban juntos, y que no era “casual” que tanto en 1980 como en 1985 se los encontró a los dos. “Había una relación de absoluta cercanía entre ellos”, aseguró Muñoz, que recordó verlos frecuentemente en la Oficina de Operaciones de la ESMA, en el momento en el que, como parte del grupo de “esclavos en recuperación”, como el recordaba que los llamaban, proyectaba películas para los oficiales y suboficiales. 

“Donda tenía esa gentiliza que cuando el proyector se iba de foco, con una escopeta, me la ponía en la cabeza y me decía: ‘Kike, el foco’”, señaló con ironía apuntando con sus dedos en forma de pistola mientras reforzaba que el represor era del “ala dura” del Grupo de Tareas. De hecho, según el testimonio, el propio “Gerónimo”, como era conocido en el sótano, acusaba al primo de su padre, comisario mayor, de “traidor” por intentar encontrar a Muñoz en las comisarías: “Si sigue jodiendo va a terminar en ֥ ‘Capucha’ al lado tuyo”, recordó sobre las palabras de Donda. 

“Era vox populi en ese micromundo que era la ESMA, que Donda Tigel tuvo un hermano montonero y que lo entregó. Eso le daba una alta valoración en el Grupo de Tareas. Y a nosotros nos daba mucho miedo saber que estabas enfrente de semejante tipo», recordó Muñoz.

En ese momento, Muñoz tuvo su pasaje de mayor contundencia sobre la responsabilidad de Donda Tigel en su accionar en la ESMA: “Era vox populi en ese micromundo que era la ESMA, que Donda Tigel tuvo un hermano montonero y que lo entregó. Eso le daba una alta valoración en el Grupo de Tareas. Y a nosotros nos daba mucho miedo saber que estabas enfrente de semejante tipo. Donda quería que nos mataran a todos, y decía que no nos íbamos a ‘recuperar’ nunca”. 

Un punto más de la relación de Donda y Azic quedó expuesto cuando Kike Muñoz reveló que se apropiaron de la casa de la madre de Víctor Basterra, compañero de cautiverio y amigo. Destacó: “Donda fue a ‘apretar’ a la madre para que firmara una falsa escritura de venta, y después Azic llevó a la madre, que ya estaba viejita, a una escribanía en el centro. Le exigieron que no se lo podía contar a nadie, que lo mantuviera en secreto, y así Donda y Azic se quedaron con la casa”. 

“El cinismo de Donda era incomparable”, disparó Muñoz. Justo contra él. El hombre que, según lo que le tocó ver y vivir en ese infierno llamado ESMA, supo disparar contra muchos. En todos los sentidos en los que se puede disparar a una persona. 

Un Palito que era un garrote

Un Palito que era un garrote

En el juicio por sustracción de identidad y apropiación de bebés que se le sigue a Adolfo Donda, tío de Victoria, Miguel Ángel Lauletta, sobreviviente del genocidio en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), reconstruyó su paso por el centro de detención de la última dictadura militar y aseveró haber tenido contacto directo con el tío biológico de Victoria Donda dentro de los sótanos de tortura.

Se realizó la decimocuarta audiencia en los tribunales de Comodoro Py por la causa en la que se investiga la responsabilidad del militar Adolfo Donda Tigel, quien formó parte del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA. Se intenta determinar su participación en la sustracción de identidad y apropiación y entrega de su sobrina, Victoria Donda Pérez, al prefecto Juan Antonio Azic.

Lauletta formó parte del Servicio de Documentación del área federal de la organización Montoneros. Su alocución, de menos de una hora frente a los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 6 de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por Ricardo Basilico, Daniel Obligado y Gabriela López Iñíguez, fue seguida por Donda Tigel desde la Unidad 31 de Ezeiza. En ese lugar, el represor está detenido por ser condenado dos veces a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad en la ESMA.

El testigo señaló que fue secuestrado el 14 de octubre de 1976, y llevado directamente a la escuela de mecánica. Permaneció detenido hasta el 30 de abril de 1979, aunque debió volver luego de que lo llamaran y fue liberado “quince, veinte días” después. Su salida se dio con un régimen de libertad “vigilada”, en el que los militares pasaban a buscarlo por la casa, le dejaban notas o, directamente, se apersonaban para verlo. “Sentí que había zafado un poco en octubre de 1984, cuando me mudé y no hice el cambio de domicilio”, aseguró.

Ante los detalles requeridos por el auxiliar fiscal Daniel Polaco, Lauletta destacó que fue raptado por un Grupo de Tareas que respondía a los militares, cuando estaba en una reunión del equipo de documentación, en la casa de su compañero Gerónimo Da Costa. “Me llevaron a la ESMA directamente, con todo lo que encontraron ahí: documentos en blanco, pasaportes en blanco”.  

Los oficiales hallaron los encuentros que tenía agendados para ese día, que incluían una reunión familiar. Lauletta dio cuenta de la perversión del sistema represivo al señalar, con “vergüenza” que, para evitar que los comandos de tareas averiguasen la ubicación de su esposa y su hija de tres meses, tuvo que mencionar una cita que tendría con otros cinco compañeros de militancia. Cuatro de ellos hoy continúan detenidos desparecidos. 

Planteó que todas sus noches de cautiverio las pasó en “La Capucha” de la ESMA— el principal lugar de reclusión de las y los prisioneros, que permanecían esposadas de pies y de manos, con una capucha o antifaz de tela en la cara— y “en una pieza de material” en un sótano que ahora ya no existe, en el área del Casino de oficiales. En su estadía, aseguró haber visto a muchos detenidos, traídos por los Grupos de Tareas.

Lauletta destacó que desde enero de 1977 los mandos castrenses definieron montar “todo lo necesario para falsificar documentos”, que incluía un laboratorio de fotomecánica donde se hacían las películas para la alteración y la impresión de papeles. 

El declarante expresó que, a partir de 1978 Horacio Luis Ferrari, alias “Pantera” o “Diego”, contraalmirante retirado de la Armada, le dejó su lugar en la cabeza del Grupo de Tareas a un marino que se había presentado en el sótano por primera vez en 1977, vestido de traje azul oscuro, con saco y corbata: era Adolfo “Palito” Donda Tigel.

Luego de detallar la caída de las estructuras más importantes de las columnas de Montoneros, Lauletta observó que había menor movimiento en la ESMA, y en particular en el sótano donde él estaba detenido.

“Íbamos los que trabajábamos ahí y era raro que entrara alguien. Por eso me quedó como una presencia insólita (en alusión a Donda Tigel). Al año siguiente (mediados de 1977), lo reconozco como esa persona que ahora estaba al frente de la parte de Operaciones del Grupo de Tareas”, destacó Lauletta, que afirmó que se producían “charlas anodinas” y cotidianas con los represores. “Quizás me vieron cara de cura, o sentían que podía hablar”, señaló con ironía.

Reconoció escuchar el apodo de “Palito” o “Gerónimo” asignado al tío biológico de Victoria Donda, y afirmó que una vez afuera de la ESMA se pudo dar cuenta que se trataba del mismísimo Donda Tigel. “Lo que me acuerdo de él, es la versión de los detenidos en “La Pecera”— un lugar con unas pequeñas oficinas, unidas por un pasillo central, donde los reclusos hacían trabajo forzado— que decían que él había ‘cantado’ al hermano y a la cuñada”, resaltó.

“Lo vi entrar y se dirigió hacia las salas de tortura. Me lo debo haber cruzado pasando del laboratorio de fotomecánica a la oficina donde se falsificaban los documentos», señaló Lauletta ante las preguntas del abogado defensor Guillermo Fanego. Volvió a afirmar que a mediados de 1978, Donda Tigel, ya en rol de jefe de operaciones del Grupo de Tareas, se presentaba no con traje sino vestido de sport.

La próxima audiencia será el próximo lunes 24 de abril a las 11.30, y le seguirán las del 8 de mayo y la del 22 de mayo, con cuatro testigos.  

“Si somos la única marca de juguetes que habla desde la diversidad, significa que en la sociedad aún hay mucho por hacer”

“Si somos la única marca de juguetes que habla desde la diversidad, significa que en la sociedad aún hay mucho por hacer”

Vasalisa fabrica muñecos que representan las infancias trans, niños con Síndrome de Down, chicos afrodescendientes o que se mueven en una silla de ruedas.

La cordobesa Gabriela Cavallone tiene 54 años, es diseñadora de indumentaria y, como vestuarista, trabaja en cine y teatro. Además, hizo la carrera de docente. Todo esto lo combinó con una nueva pasión a la que le dedica mucho tiempo, esfuerzo y cabeza: su propia marca de juguetes inclusivos Vasalisa, única en nuestro país.

Alejados de los estereotipos “Barbie” de juguetes que marcan cánones y aspiraciones de perfección, los 15 personajes Vasalisa se venden en Córdoba y también en varios puntos de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Capital Federal.

Cavallone trabaja con el Hospital de Niños de Córdoba. Junto al equipo de Oncología diseñaron un pack de muñecos en esa área que acompañan a los niños y niñas en sus procesos de recuperación mientras están internados en la institución.

Una apuesta jugada

 “Vasalisa es una leyenda popular rusa en la que hay una muñeca que representa la intuición femenina. Yo conocí ese cuento cuando hacia un trabajo para la facultad. Me gustó, me quedé con esa idea, y basada en ella hice una primera muñeca para mí. Fue algo muy íntimo en el contexto de que estaba maternando, hace unos quince años”, relató Gabriela.

La directora recordó, además, que de chiquita jugaba a las muñecas, y tenía un muñeco varón que ella amaba, que se chupaba el dedo. No sentía que lo que había allí era una falta de representatividad de las infancias pero ahora, como adulta, sí puede ver a partir de compartir su vida con un hermano con hipoacusia la necesidad de toda la familia de sobrellevar y sobreadaptarse a una sociedad “capacitista”.

Cavallone plantea que “este mundo” está diseñado para las personas “con capacidades”. “Había que educar a mi hermano para que sea una persona capacitada, útil, socialmente aceptada”, recapituló. Ese sobre esfuerzo que todos tuvieron que hacer lo lleva marcado en su emprendimiento. De hecho, un personaje con hipoacusia será la novedad de la colección de Vasalisa

Hubo un momento de quiebre que decidió a Cavallone a tomar las riendas de este trabajo que hoy la gratifica. “Hice varios personajes de manera intuitiva que tenían algunos aspectos vinculados a lo que hoy buscamos reflejar. Pero la primera muñeca que me orientó, con la que decidí hablar de diversidad, surgió con el nacimiento de Emilia, la hija de una amiga que tiene síndrome de Down. Preguntándonos acerca de esa condición, dándonos cuenta del desconocimiento y de la falta de información que había al respecto, advertimos la falta de presentación de estos temas que hay en los juguetes”, recordó.

Historia e identidad

Cavallone le presta especial atención a la tarea de redacción de textos. Vasalisa no solo incluye en su producción los muñecos inclusivos —también títeres de mano y de dedo—  sino que además vienen acompañados de un cuento que brinda el contexto de la historia de vida de cada creación, junto al nombre de cada personaje y su DNI. “Una de las patas más importantes es la de poder comunicar con respeto y claramente”.

Próximamente saldrán a la venta personajes que traten el tema de la adopción, algo que para Gabriela es “indispensable”, también niños que tienen una pierna ortopédica. “Me encantaría poder trabajar con un diseñador industrial para crear esa pierna ortopédica”, destacó Gabriela.

Aclaró que para sacar un nuevo personaje se requiere “una inversión grande”. “Estamos en un punto de equilibro, tengo que apostar a tener paciencia y dar una vuelta de rosca a la parte económica y financiera para poder vivir de esto. Sigo laburando porque creo en esto”, planteó con firmeza.  

 “Los últimos tres personajes que hicimos representan a las infancias trans. Es una apuesta muy jugada, pero se inscribe en un contexto donde se convierten en ley los derechos”, destacó en relación con este colectivo social. Cavallone y su equipo van por más, al ritmo de una sociedad que atraviesa avances y retrocesos para incluir cada vez a más personas. “No hay muñecos que comuniquen sus valores de esta manera, como lo hacemos nosotros”, afirmó.

Vasalisa generó mayor reconocimiento por su aporte para abordar estos temas cuando, para la época del Mundial de fútbol masculino de Rusia, en 2018, Gabriela acordó con los equipos cordobeses que los muñecos llevaran las camisetas de Instituto, Talleres y Belgrano. “Los tres equipos se pusieron de acuerdo y realizamos una presentación en conjunto para una campaña en contra del bullying y por la amistad. Por esta causa por fin se pudieron unir los clubes”, bromeó.

“El contenido de la propuesta es fuerte”, recalcó Gabriela que considera que tanto su tarea como la de sus compañeros y compañeras es una forma de colaboración social. “Es poner un granito de arena en estas cuestiones que me interesan mucho”. Reconoció, además, que tiene que “calmar sus expectativas” con cada nuevo personaje y cada nueva experiencia que busca representar porque “es un emprendimiento que está atado a los avances sociales y culturales”.

“Si somos la única marca que habla desde la perspectiva de la diversidad significa que aun, como sociedad, hay mucho por hacer”, resumió.