Por Pablo Esquivel
Fotografía: Foto ARCHIVO ANCCOM - Juicio ESMA 3 - 29/11/2017

En el juicio por sustracción de identidad y apropiación de bebés que se le sigue a Adolfo Donda, tío de Victoria, Miguel Ángel Lauletta, sobreviviente del genocidio en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), reconstruyó su paso por el centro de detención de la última dictadura militar y aseveró haber tenido contacto directo con el tío biológico de Victoria Donda dentro de los sótanos de tortura.

Se realizó la decimocuarta audiencia en los tribunales de Comodoro Py por la causa en la que se investiga la responsabilidad del militar Adolfo Donda Tigel, quien formó parte del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA. Se intenta determinar su participación en la sustracción de identidad y apropiación y entrega de su sobrina, Victoria Donda Pérez, al prefecto Juan Antonio Azic.

Lauletta formó parte del Servicio de Documentación del área federal de la organización Montoneros. Su alocución, de menos de una hora frente a los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 6 de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por Ricardo Basilico, Daniel Obligado y Gabriela López Iñíguez, fue seguida por Donda Tigel desde la Unidad 31 de Ezeiza. En ese lugar, el represor está detenido por ser condenado dos veces a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad en la ESMA.

El testigo señaló que fue secuestrado el 14 de octubre de 1976, y llevado directamente a la escuela de mecánica. Permaneció detenido hasta el 30 de abril de 1979, aunque debió volver luego de que lo llamaran y fue liberado “quince, veinte días” después. Su salida se dio con un régimen de libertad “vigilada”, en el que los militares pasaban a buscarlo por la casa, le dejaban notas o, directamente, se apersonaban para verlo. “Sentí que había zafado un poco en octubre de 1984, cuando me mudé y no hice el cambio de domicilio”, aseguró.

Ante los detalles requeridos por el auxiliar fiscal Daniel Polaco, Lauletta destacó que fue raptado por un Grupo de Tareas que respondía a los militares, cuando estaba en una reunión del equipo de documentación, en la casa de su compañero Gerónimo Da Costa. “Me llevaron a la ESMA directamente, con todo lo que encontraron ahí: documentos en blanco, pasaportes en blanco”.  

Los oficiales hallaron los encuentros que tenía agendados para ese día, que incluían una reunión familiar. Lauletta dio cuenta de la perversión del sistema represivo al señalar, con “vergüenza” que, para evitar que los comandos de tareas averiguasen la ubicación de su esposa y su hija de tres meses, tuvo que mencionar una cita que tendría con otros cinco compañeros de militancia. Cuatro de ellos hoy continúan detenidos desparecidos. 

Planteó que todas sus noches de cautiverio las pasó en “La Capucha” de la ESMA— el principal lugar de reclusión de las y los prisioneros, que permanecían esposadas de pies y de manos, con una capucha o antifaz de tela en la cara— y “en una pieza de material” en un sótano que ahora ya no existe, en el área del Casino de oficiales. En su estadía, aseguró haber visto a muchos detenidos, traídos por los Grupos de Tareas.

Lauletta destacó que desde enero de 1977 los mandos castrenses definieron montar “todo lo necesario para falsificar documentos”, que incluía un laboratorio de fotomecánica donde se hacían las películas para la alteración y la impresión de papeles. 

El declarante expresó que, a partir de 1978 Horacio Luis Ferrari, alias “Pantera” o “Diego”, contraalmirante retirado de la Armada, le dejó su lugar en la cabeza del Grupo de Tareas a un marino que se había presentado en el sótano por primera vez en 1977, vestido de traje azul oscuro, con saco y corbata: era Adolfo “Palito” Donda Tigel.

Luego de detallar la caída de las estructuras más importantes de las columnas de Montoneros, Lauletta observó que había menor movimiento en la ESMA, y en particular en el sótano donde él estaba detenido.

“Íbamos los que trabajábamos ahí y era raro que entrara alguien. Por eso me quedó como una presencia insólita (en alusión a Donda Tigel). Al año siguiente (mediados de 1977), lo reconozco como esa persona que ahora estaba al frente de la parte de Operaciones del Grupo de Tareas”, destacó Lauletta, que afirmó que se producían “charlas anodinas” y cotidianas con los represores. “Quizás me vieron cara de cura, o sentían que podía hablar”, señaló con ironía.

Reconoció escuchar el apodo de “Palito” o “Gerónimo” asignado al tío biológico de Victoria Donda, y afirmó que una vez afuera de la ESMA se pudo dar cuenta que se trataba del mismísimo Donda Tigel. “Lo que me acuerdo de él, es la versión de los detenidos en “La Pecera”— un lugar con unas pequeñas oficinas, unidas por un pasillo central, donde los reclusos hacían trabajo forzado— que decían que él había ‘cantado’ al hermano y a la cuñada”, resaltó.

“Lo vi entrar y se dirigió hacia las salas de tortura. Me lo debo haber cruzado pasando del laboratorio de fotomecánica a la oficina donde se falsificaban los documentos», señaló Lauletta ante las preguntas del abogado defensor Guillermo Fanego. Volvió a afirmar que a mediados de 1978, Donda Tigel, ya en rol de jefe de operaciones del Grupo de Tareas, se presentaba no con traje sino vestido de sport.

La próxima audiencia será el próximo lunes 24 de abril a las 11.30, y le seguirán las del 8 de mayo y la del 22 de mayo, con cuatro testigos.