“Ahora se hace política con la antipolítica”

“Ahora se hace política con la antipolítica”

A 30 años de la última reforma constitucional, tres de sus convencionales -Jesús Rodríguez, María Cristina Guzmán y Rodolfo Barra-, disertaron acerca de sus principales cambios y coincidieron en ponderar la capacidad para alcanzar acuerdos de entonces y la falta de representación política en la actualidad.

“La reforma constitucional fue el ejemplo sublime de lo que puede lograr la democracia en la construcción de acuerdos”, expresó Jesús Rodríguez, exlegislador y funcionario radical, en el marco de la charla organizada por la Fundación Éforo, en la que también participaron la exdiputada nacional por el Movimiento Popular Jujeño María Cristina Guzmán y el exministro de la Corte Suprema de Justicia y actualmente designado por el gobierno libertario como procurador del Tesoro de la Nación, Rodolfo Barra. Los disertantes reflexionaron sobre diferentes tópicos acerca de la representación política, las políticas públicas y el rol de las instituciones, y compartieron el mismo diagnóstico en relación al contexto que rodeó este hito histórico, del que se cumplen 30 años: según los oradores, hoy es impensable que algo así se produzca. Aquello fue posible en aquel momento, argumentaron, debido a la capacidad de diálogo entre diferentes partidos e ideologías, el debate y la reflexión que cimentaron la base para la constitución de alianzas y acuerdos que consolidan el orden democrático.

En cuanto a los principales ejes de la reforma, resultaron de suma importancia el cambio en la jerarquía constitucional que adquirieron los tratados internacionales a los que el país suscribe y la normativa que dictaminó que cada provincia dispone de sus recursos naturales de forma independiente. Por otro lado, también primaron los cambios en las reglamentaciones electorales: el tiempo del mandato presidencial se acortó de seis a cuatro años, se permitió una reelección y se estableció la instancia del balotaje. Además se creó la Auditoría General de la Nación, se estipularon derechos al consumidor y al ambiente sano, se propició la figura del defensor del pueblo y se convalidó la independencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otras modificaciones.

Guzmán, oriunda de Jujuy, reflexionó acerca de lo que significó para el federalismo uno de los ejes centrales de esta reforma, que fue aprobada por unanimidad: la disposición acerca de la independencia de las provincias para disponer sobre los recursos naturales: “No hay federalismo político sin federalismo económico”, advirtió.

Este hito constitucional, para Jesús Rodríguez, fue producto de un momento donde no primaban las anteriores dicotomías entre partidos políticos ni la fragmentación política actual, sino que se constituyó un bipartidismo que mediante el acuerdo y el debate logró aprobar la reforma de la Constitución Nacional, de la que se cumplirán 30 años el próximo 22 de agosto. Más allá de la ponderación del dirigente, la reforma también tuvo en aquel momento sus reparos, porque el acuerdo también fue tildado como oportunista: por un lado reposicionó al expresidente Raúl Alfonsín, tras su salida anticipada del gobierno a causa de la hiperinflación, y por otro allanó el camino para que Carlos Menem fuera reelecto. El acuerdo tuvo su origen en una reunión entre ambos: lo que se llamó “El Pacto de Olivos”.

“Ahora se hace política con la anti política”, declaró Rodríguez en diálogo con ANCCOM; el exlegislador de la UCR reflexionó acerca del quiebre institucional que se produce en la falta de representatividad: “Lo que se produce es una profundización del retroceso y el atraso”, detalló en referencia al creciente desencanto de la población por su clase política.

Carla Pitiot, vicepresidenta de la fundación Éforo, exdiputada nacional y trabajadora de la Auditoría General de la Nación, señaló en diálogo con ANCCOM: “Lo que se ha alejado de la gente es justamente el pensar de los dirigentes”, dijo haciendo hincapié en la ruptura que existe en el vínculo de la política con el ciudadano. “Creo hay una dirigencia que no está aggiornada a los tiempos, que no está respondiendo a las demandas sociales, que no está entendido a la sociedad en este momento”, sintetizó Pitiot. A su vez, amplió que la fractura tiene que ver con las barreras de conexión que se resquebrajan, en donde, por ejemplo, la implementación de políticas públicas queda desarticulada y desentonada de la realidad.

Por su parte, Rodolfo Barra, exmiembro de la llamada “mayoría automática” de la Corte Suprema de Justicia, acusada de fallar permanentemente a favor del gobierno de Menem durante los 90, resaltó como un ejemplo fuera de serie la reforma, debido a que en tiempo récord logró sancionarse por unanimidad, dijo, gracias a los mecanismos de participación ciudadana, conformación de asambleas y al diálogo político entre los diferentes frentes. En ese sentido, contrastó el proceso con los intentos fallidos en países vecinos y aludió puntualmente al reciente caso de Chile, que en dos oportunidades tuvo que dar marcha atrás con su proyecto de reforma.

Sobre el final Guzmán reflexionó acerca de cómo hacerle frente al panorama actual y diagnosticó que es necesaria una dirigencia que merezca serlo y que la ciudadanía debe exigirlo. Hizo énfasis en la siguiente frase apostando por no permanecer impasibles: “La moral de un pueblo no es más que la moral ampliada de sus gobernantes”

La esperanza es lo último que se pierde

La esperanza es lo último que se pierde

El pedido de trabajo a San Cayetano llegó con desazón y desilusión en la tradicional vigilia. Menor cantidad de asistentes y puestitos alrededor de la fila. Ni siquiera se vendían las espigas que suelen dejarse de ofrenda.

Como en cada víspera del 7 de agosto, las inmediaciones del Santuario de San Cayetano, en Liniers, se colman de personas que acuden a agradecer y pedir por algo o alguien al patrono del pan y el trabajo en su día. María Angélica Eichmann viene de Zárate con sus hijos y su cuñada. Si bien es jubilada, cuida a una nena para llegar a fin de mes. “Esto está cada vez peor”, observa. Hace más de 40 años que asiste a la vigilia. En esta ocasión la convoca la situación laboral de sus nietos. “Los jóvenes están desilusionados, venimos más que nada gente mayor y pedimos por ellos, para que tengan trabajo”.

“Acá venís por la gratitud”, dice Margarita Jerez. “En toda mi vida tuve dos trabajos que duraron mucho tiempo”. A sus 69 años, está desde las primeras horas de la mañana en una de las filas que se extienden por cuatro cuadras de adoquines encharcados y reposeras. “El año pasado sí que pedí, por un anterior compañero de trabajo que quedó desempleado. Tengo una compañera que no es para nada creyente, y no pudo decirme nada cuando, después de unos meses, consiguió un trabajo.”

Para hablar con ANCCOM, Margarita se baja la bufanda y levanta un poco la capucha de la campera. Ante la llovizna, el frío y el cansancio, los que participan de la vigilia se procuran abrigo, agua caliente y compañía. Con ella está José Montanelli, de 57 años. Llevan décadas trabajando en el mismo hotel y él la acompaña desde mediados de los noventa. “A veces me usa de chófer personal”, bromeó José, que viene de Lanús y suele pasarla a buscar por Barracas. A las 7 de la tarde ya están entre los vallados de la primera cuadra de la llamada fila rápida, sobre la calle Bynon, donde se ubican los que pasan por el templo a partir de la medianoche sin tocar la imagen de San Cayetano. Aunque llevan casi todo el día ahí -José guarda el lugar desde las 6 y media de la mañana-, afirman que en años anteriores tuvieron que pasar más horas de espera para llegar a ese tramo. “Estos últimos años somos menos que otras veces, antes a esta hora todavía estábamos a dos cuadras más de distancia”, explica José. “La gente está desesperada, ya no se cree en nada”, añade Margarita. 

La hija de María Angélica se refiere a la fila larga como “la de los sacrificados”. Apenas ocupa una cuadra más que la rápida, pero los devotos con experiencia calculan que entrarán en el santuario más avanzada la madrugada o incluso durante la mañana. Hacen el sacrificio de su tiempo para cumplir promesas que le hicieron al santo, así como pedirle trabajo, salud y el bienestar de los suyos. 

La familia Arigón, madre, padre, dos hijos y una nieta, sentados desde la tarde en sus reposeras contra la pared de una casa a tres cuadras del templo, no creen que vayan a salir de ahí antes de las 2 de la mañana. “Para mi mucha gente no puede venir por la situación económica. Nosotros venimos hace 20 años, nos trajimos nuestros tuppers de casa y viajamos en auto, sino se gasta mucho en transporte y comida”, sostiene la madre. “Mi hermana no está acá porque están muy puntillosos en el trabajo, así que no puede faltar. Hay que cuidar mucho el trabajo en este tiempo”. 

“No llegamos a dormir y de acá vamos directo al trabajo”, afirma Diego Duarte, de Hurlingham. Con 36 años, recapitula una vida entera celebrando San Cayetano junto a su familia. “Somos muy religiosos. Vengo desde que era chiquito con mi mamá, que es de Misiones, y mi suegra es correntina, así que nos transmitieron mucho la fe. Una vez vino mi mujer embarazada y siempre tratamos de que haya alguno guardando el lugar para todos. Este año es mi suegro el que está desde las 6 de la mañana”, cuenta. “Es triste estar sin trabajo, por eso venimos a agradecer que todos tenemos y que la familia está bien”. El más joven del grupo, su cuñado de 25 años, está en el sector metalúrgico; su esposa es docente de nivel inicial, mientras que él y otro cuñado recién llegado a la fila trabajan en seguridad. 

Cada tanto se escuchan aplausos. Provienen de Bueras, una de las calles que cortan Bynon, donde hay gente formando una tercera fila. Debajo de un gazebo que sólo tiene como marca de identidad la bandera argentina, hombres y mujeres preparan guisos que todos reciben aplaudiendo. “Somos los peregrinos de San Cayetano, un grupo de amigos que empezamos a ayudar en el 2001. No nos convoca ninguna agrupación política o religiosa, a nosotros sólo nos convoca el santo ”, dice Francisco Chávez, uno de los integrantes que está desde el principio. 

Raúl León, también de los peregrinos, viene para agradecer que está vivo. Es veterano de la Guerra de Malvinas y porta su campera camuflada. “Estuve en el Regimiento 25 de Chubut. Cuando fui a las islas mi esposa se quedó con nuestro hijo de un año y medio y otro en la panza. Siempre le doy gracias a San Cayetano y a otros santos por estar acá”. 

Casi a lo último de la fila lenta, Daniela abraza una figura del patrón. Conversa con Mercedes, a la que conoció al poco de llegar, a eso de las 8 de la noche. Las dos, jubiladas, permanecen de pie. “Yo creo que todos pedimos algo, esto es un alimento para el espíritu”, dice Daniela, que va a pedir por su salud. Quiere seguir cuidando a los 12 perros y 10 gatos que tiene en su casa, en Hurlingham. “Son mi alegría, en estos años perdí a 3 hermanas, así que ellos me dan mucho amor”. Mercedes ayuda en un centro de jubilados en Escobar, pide por ellos porque la ayudaron cuando se le incendió la casa, hace dos meses. 

Entre los devotos escasean las espigas, uno de los símbolos más emblemáticos del santo. Alejandra es una de las vendedoras que recorre las cuadras una y otra vez. No hay caso. “En todo el día vendí sólo 2, y el año pasado me las sacaban de las manos”, explica a ANCCOM. “Le ofrecí a unos muchachos y me dijeron que no pueden comprar. Están acá para pedir trabajo”. 

Marchar por el milagro del trabajo

Marchar por el milagro del trabajo

Con más de media población sumida en la pobreza, una nueva marcha de San Cayetano a Plaza de Mayo tuvo una fuerte impronta opositora a las políticas de Javier Milei. Organizaciones sociales, sindicales y partidarias repudiaron los despidos y las políticas de ajuste.

En la esquina del Cabildo descansaba un hombre con la mirada perdida y sin zapatillas. En esta cruda mañana de invierno, lo único que tenía era una remera de manga corta y jeans gastados. “Una ayuda, por favor”, deslizaba una pila de abrigos entre las columnas de la Catedral Metropolitana. Algunos sindicatos cruzaban Sáenz Peña con las cañas de las banderas al hombro hacia una Plaza de Mayo adornada con pasacalles que imploraban “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”.

La nueva marcha de San Cayetano llenaba la Plaza y las calles aledañas. “No es un 7 de agosto cualquiera porque estamos viviendo un momento de crisis económica y social muy importante, que está afectando a todos los sectores de la sociedad con el 55 por ciento de pobreza y más del 20 por ciento de indigencia”, describió Alejandro Gramajo, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Según la Encuesta Permanente de Hogares la pobreza afecta a una de cada dos personas, y una de cada cinco es indigente. Sólo en los últimos tres meses la pobreza subió 10 puntos.

“Hoy centenares, miles de argentinos y argentinas están perdiendo el trabajo. Son más de 600.000 los trabajos formales que se perdieron en estos meses y eso supone una situación muy compleja en lo social. Se va degradando día a día. Así que me parece que esta marcha tiene que ser un llamado muy fuerte de atención, porque hoy no sólo el hambre es un gran problema en Argentina, sino también el trabajo. Estamos volviendo a situaciones que nunca creímos que íbamos a volver, previas al 2001”, subrayó Juan Manuel Abal Medina, politólogo y exjefe de Gabinete de Cristina Kirchner. “Este gobierno se tiene que despertar y el pueblo tiene que despertar para decir ‘hasta acá’. Hoy puede ser un buen día para eso”, agrega mirando con una sonrisa a las columnas de la Confederación General del Trabajo (CGT) y del Movimiento Evita que se aproximaban.

Con una sombra en la mirada, Abal Medina reflexionaba: “Es central de parte nuestra reconocer cuando nos equivocamos: hicimos un muy mal gobierno y estuvimos muy lejos de cumplir con las expectativas. Un gobierno peronista no puede definirse como tal si no mejora la vida de la gente, si no genera mayor distribución del ingreso y fallamos en lo principal. Hay que reconocer los errores para que la sociedad vuelva a creer en nosotros. No seguir hablando como que todos los problemas empezaron el 10 de diciembre, porque todo el mundo sabe que no es así. Milei es una consecuencia de nuestros errores, sino nunca hubiera llegado a la presidencia. Después, hay que pensar un programa. No creo que baste que estemos juntos y que seamos peronistas, sino que hace falta empezar un programa de gobierno que presente una alternativa real para la sociedad”.

Desde otra columna, tiraban papeles al aire mientras se incorporaban a la Plaza: “No hay paz sin pan ni trabajo. Luchemos para que se vayan”. Walter Correa, ministro de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, estaba entre los manifestantes bonaerenses. “Estamos acompañando al pueblo trabajador en este proceso nefasto del gobierno de Milei. Somos parte del trabajo, somos parte de la producción como parte de la provincia de Buenos Aires, encabezada por el gobernador Kicillof y nos oponemos firmemente a estas políticas”, insistía mientras abrazaba a sus compañeros.

Ingrid Manfred, secretaria general de la Junta Interna de ATE ex-Ministerio de Desarrollo Social, estaba bajo una sombra. “Es muy significativo estar acá con la consigna paz, pan y trabajo, histórica para los trabajadores y trabajadoras. Nosotros como trabajadores organizados en ATE venimos atravesando desde el 10 de diciembre esta decisión de exterminar la política pública, acompañada con el despido de 1.600 compañeros, que implica el desmantelamiento del acompañamiento que brindamos a los sectores más vulnerables. Éramos un ministerio que trabajaba justamente con quienes hoy no tienen pan, no tienen trabajo”, decía mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.

“Al ejercicio permanente de crueldad de este gobierno estamos respondiendo con organización y con solidaridad de los trabajadores. Sabemos que este plan siniestro de gobierno va a seguir avanzando y profundizando sus medidas y que, por desgracia, eso va a significar más desempleo, más desocupación, más angustia, más gente en situación de calle y más gente que va a engrosar las filas de desocupados. Hoy es una jornada para decirle basta a Milei, basta a esta Ley Bases que también vulnera ampliamente a todos los trabajadores y trabajadoras y particularmente a nosotros los trabajadores del Estado que vimos finalizado ayer con su reglamentación nuestro derecho de estabilidad laboral”, alcanzó a decir Manfred antes de que la invada un sollozo. Otra bandera exclama: “Gobernar es crear trabajo… ¡lo demás es puro cuento!”.

Desde un stand de la CTA Autónoma, Viviana invitaba con un megáfono a firmar contra el DNU 70/23. Su compañera, Norma, milita desde joven: “En estas baldosas está mi ADN. La historia se construye en la calle”. Su vida personal la recuerda atravesada por diferentes protestas, ahora siente que la discusión política no sólo no se promueve, sino que da vergüenza. En la dictadura militar, desapareció a su marido. “Cuando asumió Milei me sentí peor que cuando asumió Macri, pero igual de desesperanzada. No nos tiene que ganar la angustia. En estos momentos tenemos que encontrar a otros para refugiarnos y no estar solos”, decía entre sorbo y sorbo de mate.

En la mitad de la Plaza, Juan sostenía un globo del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos. “No se aguanta más. Yo tengo trabajo, pero cada vez está más difícil”, decía mientras relojeaba las distintas esquinas. Temía que vuelvan a reprimir. Todavía recordaba el gas y cómo corrió en las marchas anteriores. Es un miedo compartido. La pesadumbre espesa el aire, pocos grupos tienen batucadas y son menos aún los que cantan, casi no hay niños ni adolescentes.

Laura Lonati, coordinadora del Área de Salud Colectiva de Libres del Sur y de la construcción de indicadores populares en el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, organizaba qué carteles pegar en el stand. “El tema de la malnutrición es un problema del presente de estos niños y niñas. No es como decíamos antes que si no comemos en el futuro, en la edad adulta, no vamos a desarrollarnos bien. Hoy es lamentablemente la puerta de entrada a enfermedades crónicas, como la hipertensión y la diabetes, que se están presentando a temprana edad”, advertía. En los carteles se mostraba en un mapa lo que significan los porcentajes de pobreza y exigían “políticas para frenar la inseguridad alimentaria e indigencia”.

“Hay un combo muy peligroso: tenés la dificultad para el acceso a la atención de salud por la deuda sanitaria que hay en nuestros barrios y por otro lado la falta de ingresos de la familia, que no les permite acceder a una canasta con nutrientes esenciales. Cada vez va a deteriorar más la calidad de vida de esos niños, niñas, adolescentes y de los adultos fundamentalmente”, explicaba. “Violencia es el hambre. Milei y Pettovello repartan los alimentos” imploraba uno de los carteles: si no llegan alimentos secos, los comedores tienen que hacer lo imposible para conseguir alguna calidad nutricional. 

“¿A dónde están repartiendo eso, compa?” susurró una señora determinada a comer guiso. El Frente Popular Darío Santillán llevó cuatro ollas a la Plaza, pero rápidamente se terminaron. La gente armaba dos largas filas que llegaban hasta mitad de la Plaza. “La necesidad está a la vista. Nos quedamos cortos”, relató Vani, militante del Frente. “Tuvimos que abrir al barrio la olla que hacíamos para nuestros trabajadores en Constitución. Es importante la consigna que nos trae San Cayetano. Todos piden trabajo y más hoy por hoy que sabemos que no hay trabajo, no tenemos techo y la situación con los comedores es también muy precaria con las persecuciones que venimos teniendo. Demostramos realmente que hay necesidades, que los comedores no son fantasmas, que realmente existimos”, Vani masticaba las palabras con bronca.

“Este Gobierno nos tiene que devolver los puestos de trabajo que nos quitó y la parte de los salarios que en nombre del superávit nos robó. San Cayetano nunca tuvo tanto trabajo”, apuntó Rodolfo Aguiar, el secretario general de ATE. Al lado de las banderas de la Corriente Clasista y Combativa, Rosa Flores, encargada de un comedor de Zona Norte, parecía preguntarse cuántos milagros puede hacer San Cayetano. Cada día más gente no puede garantizar su alimentación y se acerca al merendero, tiene que ayudar a sus hijos a poder sostenerse porque “si no, no les alcanza. Nuestra casa ya no es nuestra casa porque lo que hay que pagar de servicios es una barbaridad, no te podés enfermar porque los medicamentos están caros… La clase media va a desaparecer. Mis hijos trabajan, pero uno de ellos tuvo que volver a casa con su esposa y sus hijos. Como en la pandemia, tenemos que compartir la comida”, precisaba con desesperación. 

“Realmente me da mucha tristeza porque nuestro país no tiene que pasar hambre: acá tenemos la carne, la leche, hay de todo en nuestro país. Esto pasa por una decisión política”, tragaba con un enojo agrio Rosa. Bajo tierra, en los pasillos del subte porteño, entre dibujos tangueros, dos hombres de entre treinta y cuarenta años dormían, desamparados en la nueva Argentina de la libertad. La pregunta de cuál es el país que queremos reposaba entre la representación de postal y el retrato crudo de una crisis.

“Con estas políticas están matando a millones de argentinos…” se escuchaba entre los bombos las palabras del escenario. Desde allí, exclamaban: “¡U-ni-dad de los trabajadores! Y al que no le gusta/ ¡se jode, se jode!”. Desde Congreso seguían llegando las columnas de quienes venían caminando desde Liniers. “Si de verdad quieren ‘libertad, carajo’, ¡tierra, techo y trabajo!”, agitaba La Poderosa. Un pueblo con fé en los santos y en la lucha no se rinde: llena plazas y conquista derechos.

Jugar a volar y a soñar

Jugar a volar y a soñar

«Vigilias», la obra de teatro de Germán CAbanas, transita de manera lúdica los bordes entre ficción y realidad.

Gracias a la magia teatral, cada domingo el Galpón de Guevara, ubicado en el barrio porteño de Chacarita, se convierte en un hábitat natural del aislamiento en el que sueño y realidad se confunden. 

Con dirección general e interpretación de Germán Cabanas, actor, acróbata, docente de artes escénicas y co-creador y director artístico de UOW, Vigilias propone una exploración lúdica y encarnada de la soledad que transita los bordes de la ficción y la realidad. 

Vigilias es una obra de teatro atravesada por la simpleza y la operación artesanal de sistemas de vuelo, que sin necesidad de diálogos pone en juego lo onírico, la ruptura del tiempo cronológico y la entrega del cuerpo. En conversación con Germán Cabanas, exploramos la historia detrás de la puesta en escena.

Hace más de 10 años, la idea de lo que hoy es Vigilias nació gracias al disfrute, el juego y la exploración de nuevos dispositivos técnicos. “La idea de la obra fue mutando con el tiempo. Se nos ocurrió un sistema de poleas y arrancamos a jugar con eso, cada vez que teníamos un tiempo libre nos poníamos a jugar con esos elementos. Llegado a cierto punto, quisimos mostrar el material y pensé cómo le daba una forma escénica a esto”, comenta Cabanas, haciendo memoria de los primeros encuentros con Santiago Castello, encargado de la dirección técnica y el diseño de sistemas.

¿Cómo se le da forma a una obra de este calibre? Para Cabanas, el proceso de creación fue a la inversa de lo que acostumbramos, buscando la excusa dramática al encantamiento con los elementos: “Me gusta mucho la fisicalidad, me es difícil pensar una dramaturgia desde lo intelectual y muchas veces parto del movimiento. Arrancando desde ahí, desde la improvisación y el juego, termino construyendo más que cuando me siento en el escritorio y trato de tener una idea”.

Entonces, Vigilias nace y crece del juego a la idea, de la idea al papel, del papel a su primer estreno en México, en la apertura del Festival Internacional de Teatro de Nuevo León. “Fue muy loco porque el festival, con compañías de todo el mundo, elige esta obra para la apertura. Fue una experiencia espectacular de lanzamiento, en una sala de 1.500 personas, una presión importante”, recuerda el director e intérprete.

Desde su lanzamiento en México, pasando por dos temporadas consecutivas en 2014 y 2015 en El Galpón de Guevara, hasta la versión que se presenta en la actualidad, Vigilias absorbió lo mejor del paso del tiempo y se transformó.

Con una actuación más naturalista, el despojo de ciertos elementos escenográficos y sin textos de guía, la obra se tornó más neutra, más limpia, más cercana. “Tuve la necesidad de actualizarla y relacionarla con todo lo que pasó en estos años: la salud mental después de la pandemia y cómo nos afectó estar encerrados. En este tiempo cambió la tecnología, la velocidad de las imágenes, la explosión de las redes sociales; cambiaron nuestras formas de pensar y yo mismo cambié mucho. Actualizarla tiene que ver con que sea una obra que hoy me interpele”.

Una cama, un lavatorio, un perchero. Luces azules, oscuridad, luces blancas y Cabanas: un mundo nuevo que despierta los ojos de los espectadores, que siguen atónitos cada salto y cada vuelo. “Cada uno puede tener una interpretación diferente y eso es lo que me gusta. Si logramos que los espectadores entren en lo que están viendo y se dejen llevar, me da mucha satisfacción porque apuntamos a algo profundo, en relación a lo que vivió cada espectador y lo que se va reflejando en cada escena”, reflexiona el autor e intérprete

 

Vigilias se presenta todos los domingos de agosto a las 20 horas en El Galpón de Guevara, ubicado en Guevara 326, Chacarita, Ciudad de Buenos Aires. Las entradas están disponibles por Alternativa Teatral

 

Bangladesh se queda sin Primera Ministra tras las protestas juveniles

Bangladesh se queda sin Primera Ministra tras las protestas juveniles

La República Popular de Bangladesh se encuentra envuelta en una crisis prolongada, fruto del aumento de sectores juveniles descontentos con el partido Liga Awami, al que acusan de discriminación.

Bangladesh, el pequeño país de Asia del sur popularizado en Argentina por tener la hinchada más fiel a nuestro seleccionalo nacional de fútbol fuera del país, sufre una crisis política que ya causó cientos de muertos y heridos. El lunes 5 de agosto dimitió su primera ministra Sheikh Hasina, y huyó en helicóptero a Nueva Delhi, en India, el país vecino que rodea casi por completo la República, a exepción de una pequeña franja que comparte con Birmania. La renuncia se dio luego de fuertes protestas, mayormente juveniles, en el último fin de semana que se realizaron en distintas ciudades contra el gobierno. La represión policial dejó alrededor de 100 muertos y otros cientos de heridos, solo este domingo, que se suman a los más de 200 asesinados de las manifestaciones previas de las últimas semanas y a los miles de lesionados.

“Pedimos justicia porque no se hacen cargo de las personas que asesinaron y reclamamos una investigación independiente internacional, a la que se niegan, porque ellos son los que los mataron, ¿cómo van a hacer justicia ellos mismos? Le dispararon a estudiantes en la universidad y todavía mantienen detenidas a miles de personas, a muchas se las llevaron de sus casas por la noche, después de las protestas, con la energía cortada, y no sabemos nada de ellos”, relató un joven que dice que lo llamen Alejandro Ramírez, una falsa identidad que assume para evitar represalias.

Durante el lunes 5 de agosto, los manifestantes lograron entrar a la residencia de la primera ministra cuando ésta ya no estaba allí; fue el ejército el que le pidió que diera un paso al costado. Luego, el jefe y general Waker-Uz-Zaman, dio una conferencia por televisión anunciando la dimisión y la conformación de un gobierno interino para Bangladesh.

Rahul Rashidul, quien fue parte de las protestas, comentó a este medio, a pesar de sus heridas: “Hemos ganado, nuestro gobierno ha caído. Hoy también fue muy duro, me dispararon en la cabeza y la mano hoy por la mañana, a las 11.Realmente duele y quedaron balas dentro de mi piel. Después de eso, nuestro ejército detuvo a la policía para que dejen de dispararnos. Estoy yendo al hospital ahora”.

Ramírez compartió la alegría y agregó que “todo esto se trata de la libertad. Durante estos 15 años de gobierno fueron eliminando a los opositores y se realizaron elecciones fraudulentas, es una dictadura. La primera ministra se cree dueña del país solo por ser la hija de uno de los líderes de la guerra civil pakistaní”, en referencia a Sheikh Mujibur Rahman, de la Awami Muslim League, quien participó de la guerra de independencia bangladesí de Pakistán en 1971. “Actualmente están vendiendo nuestro país a India, vienen y hacen lo que quieren en nuestro suelo. Cualquiera que los critica es acusado de apoyar a Pakistán o estar en contra de nuestra independencia”, añadió.

Los primeros días de junio, la Suprema Corte del país asiático reinstauró la cuota de empleo que reserva el 30% del empleo público para hijos y nietos de los combatientes de la Guerra de Liberación de Bangladesh. Esta cuota había sido retirada por el gobierno en 2018, ante las protestas estudiantiles de entonces, que esta vez tampoco se hicieron esperar. “Le están dando el trabajo solo a la gente que apoya al gobierno, incluso han reemplazado gente de carrera de varias instituciones por los suyos. De todas formas, ya no se trata de la cuota, es contra el gobierno de Hasina”, acotó Ramírez.

Si bien hubo un impasse por las celebraciones musulmanas de Eid al-Adha, en julio el denominado Movimiento Estudiantil Anti Discriminación tomó fuerza en las universidades pero, como en 2018, sufrió ataques con armas blancas y de fuego de la policía y de la Chhatra League, una organización que oficia de fuerza de choque gubernamental. Esto avivó las llamas y más estudiantes y personas salieron a las calles, lo que derivó en mayores disturbios y también mayor represión policial, con un saldo de, a día de hoy, más de 300 muertos, miles de heridos y 11 mil detenidos, según The Associated Press.

Como una forma de evitar la organización de la población e interrumpir la difusión de las imágenes de la represión, el gobierno decidió cortar totalmente la conexión a internet en todo el país, así como también los servicios de telefonía y, en algunos casos, la electricidad, lo que dejó incomunicada a la población. Al cabo de varios días de manifestaciones, el gobierno restableció la conexión a internet, bastante ralentizada, el miércoles 24 de julio, después de una semana, y la telecomunicación volvió algunos días más tarde.

Sin embargo, las redes sociales al día de hoy están bastante restringidas y, durante el fin de semana, el gobierno volvió a realizar un nuevo apagón en respuesta a las nuevas protestas, como informa el sitio NetBlocks, que se autodenomina como un “observatorio de internet”. Al respecto, Ramírez comentó que “por celular directamente no podemos acceder a Facebook ni a ninguna red, por computadoras estamos usando Redes Privadas Virtuales (VPNs, por sus siglas en inglés) para poder entrar. Incluso gente que no sabe que es ni entiende como funciona las está usando como una forma de saltear la censura del gobierno”.

Una VPN es una tecnología que protege la conexión de una computadora a internet mediante encriptación, anonimizando la navegación. De esta forma, permite acceder a contenido restringido en ciertas regiones. En Argentina, su uso está más asociado a la posibilidad de ver material audiovisual de plataformas de streaming como si se estuviese en otra parte del mundo, por las diferencias de catálogo. En el caso de Bangladesh, el bloqueo gubernamental los ha llevado a usarlas en el día a día.

Durante la semana pasada, el partido Jamaat-e-Islami fue vetado acusándolo de terrorismo, según publicó The Associated Press, y UNICEF denunció el asesinato de al menos 32 niños durante las protestas.

A pesar del apagón, en redes sociales se difundieron imágenes de las oficinas centrales de la Awami League siendo incendiadas y de la ruptura del monumento al padre de Hasina.