Recuerdos grabados a fuego

Recuerdos grabados a fuego

El sobreviviente Germán Jascalevich declaró en la cuarta jornada del juicio que investiga la masacre del Pabellón Séptimo, investigado como un crimen de lesa humanidad de la última dictadura.

El pasado miércoles 30 se llevó a cabo la cuarta audiencia del juicio que investiga la Masacre del Pabellón Séptimo, la mayor matanza carcelaria de la historia. El sobreviviente Germán Jascalevich testificó sobre lo que vivió aquel 14 de marzo de 1978 en la cárcel de Devoto. 

El testigo comenzó a contar sobre cómo y dónde vivía durante el año 1978. Explicó que tenía un pequeño taller de bolsas tejidas a mano y que era artesano. En ese período vivía con Claudia Carrara y su hijo, Javier Canosa. Contó que durante ese tiempo habían recibido a Giancarlos Gianvarela en su casa, quien venía de Italia.

Ante la pregunta de si recordaba haber sido detenido durante ese año, Jascalevich respondió que sí, debido a que allanaron la valija de Gianvarela quien poseía pastillas de ácido lisérgico: “Intervino el Departamento de Toxicomanía, que era una parte de la Policía Federal”. En ese procedimiento, detuvieron a Gianvarela, a Luis Canosa (padre de Javier) y a Jascalevich.

Luego del interrogatorio en donde Gianvarela había confesado que las drogas eran de él, todos los acusados fueron trasladados al Pabellón Séptimo del penal de Villa Devoto. “Me acuerdo que llegamos al pabellón aproximadamente 15 días antes de la masacre” explicó Jascalevich. Según el testigo, eran entre 170 y 180 personas, una mitad dormía en camas y la otra en colchones tirados en el piso. Ahí le tocó a él por ser nuevo.

“El preso más viejo era un uruguayo. Me acuerdo de las caras, no tanto de los apellidos, pero creo que se llamaba Cardozo”, expresó ante la consulta de cómo se organizaba el “rancho” que él integraba. Si bien los ranchos eran todos independientes, señaló que había uno que era el encargado de prender y apagar el televisor y de poner el programa que eligía la mayoría, a quien identificó como “Pato” Tolosa. 

La noche anterior al incendio, Jascalevich estaba viendo una película y el guardiacárcel ordenó que se apague el televisor. Ante ello, el testigo aclaró que el horario en que se apagaba el televisor de acuerdo al reglamento era “una hora marcada tipo 8 de la noche” pero que ese día se les había pedido que lo apaguen media hora antes. El responsable de esta orden fue identificado por Jascalevich como a quien le decían “Kung Fu” (mencionándolo posteriormente como el imputado Zerda) debido a que practicaba un arte marcial y solía sacar a reclusos para “boxearlos”. 

El testigo contó que Tolosa se rehusó a apagar el televisor, y que en todo caso lo podía hacer “Kung Fu”. “Esa arbitrariedad fue la que ocasionó la masacre”, sostuvo Jascalevich, ya que después de ese incidente llegó un trabajador con una carta de Zerda, diciéndole que lo iba a sacar esa noche y que le iba a pegar. “La carta estaba escrita por el celador Zerda hacia Tolosa porque no había querido apagar el televisor. En realidad hay dos interruptores, él podría haberlo apagado desde su lugar, pero él quería que lo apagara Tolosa” aclaró el testigo.

A la madrugada, entró un cuerpo “muy pequeño” de 4 o 5 personas y fueron directamente al rancho de Tolosa. Jascalevich citó lo que había dicho Tolosa: “No voy a salir porque ustedes me van a matar”. Frente a la situación, muchas personas comenzaron a ponerse de pie como un acto de resistencia, a lo que el cuerpo penitenciario se terminó yendo. 

Granadas con chispas

Al día siguiente, Jascalevich contó que ingresó un grupo de requisa muy grande. “Entraron con cadenas forradas en cuero, las que se usan para cerrar las puertas de los pabellones, e ingresaron con unos palos muy largos que se usan para golpear las rejas para ver si hay alguna cortada”. El testigo explicó que entraron directamente golpeando a la gente, a lo que, de manera masiva, decidieron poner las camas para obstruir el medio del corredor del pabellón.

“Nosotros pusimos camas para bloquear las camas para que no volvieran a entrar, las pusimos para tapar la puerta y nos quedamos esperando para ver qué iba a pasar”, relató el testigo. Después, vio cómo llegaban a la pasarela un grupo de penitenciarios lanzando granadas lacrimógenas que también soltaba chispas. “A un compañero le tiraron una granada de gas en el pecho y lo mataron. Quedó humeando la granada de gas”, expresó Jascalevich. 

El testigo agregó que durante el incidente observó cómo llegaban Galíndez, otro de los imputados, y Zerda con una ametralladora y una pistola y reconoció que las armas que ambos tenían asesinaron a sus dos compañeros de causa. Jascalevich agregó que él se salvó por cubrirse con una pared y que aún así recibió un disparo en el pie.

Jascalevich recordó que “se empezó a juntar una parva de cadáveres en la mitad del pabellón. Caía muchísima sangre, el piso parecía una gelatina”. A pesar de haber puesto los colchones para bloquear la visibilidad de sus disparos, estos no cesaban. Además, indicó que antes de que iniciara el fuego ya había una alta cantidad de muertos tirados en el suelo por heridas de bala. “Yo creo que una de las granadas lacrimógenas impactó en una cama y el calor hizo que se prendiera fuego uno de los colchones”, declaró. Como estaban todos amontonados, los colchones se empezaron a prender fuego de forma masiva. 

Dada la cantidad de fuego y ante la dificultad de respiración, Jascalevich se trepó a una de las ventanas del pabellón junto a otro compañero, a quien identificó como “Guampa”. Sin embargo, desde el patio que estaba debajo notó que comenzaron a disparar hacia ellos, viendo secuencialmente cómo su compañero recibía un balazo en la frente y caía inmediatamente al suelo. 

Durante el incendio, no hubo intenciones de parte de las autoridades de cesar el fuego, incluso el testigo agregó que al lado de la pasarela había un hidrante de donde podían sacar agua: “Nosotros les gritábamos que nos tiren agua, pero lo que escuchábamos era que nos decían “mueranse como ratas”, una cosa realmente horrible”. 

Debido a la intensidad del calor, contó cómo debió refugiarse debajo de la parva cadáveres, hasta que en un momento se paró y fue a sacar las camas que estaban obstruyendo la puerta: “Tomé una frazada para sacarlas con ellas. Había un compañero que estaba tan asustado que las sacaba con las manos y se las quemó todas”. 

Tras el incendio, los golpes

En esas condiciones, Jascalevich manifestó que los hicieron salir del corredor hacia el pabellón de castigo. “Ahí estaban todos con palos y cadenas, nos llevaban con las manos en la espalda y nos iban pegando en la cabeza. Yo me caí al piso dos o tres veces y me luxaron las costillas” relató. En ese momento, el testigo contó haber escuchado que los guardias estaban buscando a dos personas, a Tolosa y a otro recluso de quien no recuerda el nombre. “Los sacaron y los mataron a palazos. No estaban muy quemados, estaban bien, pero les rompieron la cabeza” relató. 

Una vez que lo sacaron del calabozo, el doctor Spitelli lo buscó, le dio una jarra de agua y una inyección de morfina. Debido a las graves lesiones lo trasladaron al Instituto del Quemado, donde estuvo inconsciente y tres días en coma. 

Estuvo internado 30 días conectado a varias sondas. Su cirujano le explicó que debía estar 30 días más para continuar con su recuperación. Sin embargo, después del primer mes, Jascalevich fue trasladado al Hospital Penitenciario de Villa Devoto, donde cuenta que sufrió distintos descuidos, como hacerlo caminar cuando apenas podía o hacerlo pasar frío.

Tras el alta médica lo llevaron al pabellón noveno donde el “cabo” Chonta le contó que Galíndez había sacado las balas de los cuerpos con un cuchillo. Dicha orden fue dada colectivamente al resto de los penitenciarios, a lo que los más jóvenes se negaron. Sin embargo, el oficial contó que Galíndez les dio una especie de “vacaciones” y los amenazó con sancionarlos si llegaban a decir algo.

Jascalevich, que terminó de cumplir su condena en la Unidad 9 de La Plata, expresó que le quedaron consecuencias psicológicas. Mencionó pesadillas sobre persecuciones y distintos traumas que lo llevaron a irse a vivir a Brasil. “Me pone muy triste a mí la Argentina, me trae recuerdos muy tristes y voy esporádicamente”. Físicamente, tuvo quemaduras de primer y segundo grado, además de que el humo le dejó una secuela pulmonar por la que debió realizar un tratamiento en Suiza. Además, añadió que hasta hace tres días sus hijas no sabían la verdad de sus quemaduras, ya que él les había contado que había sufrido un accidente automovilístico. “No las quería marcar desde tan pequeñas”, expresó.

Finalizadas las preguntas de parte de la Fiscalía, la querellante abogada Claudia Cesaroni solicitó que se expongan una serie de imágenes para que el testigo pueda reconocer el lugar de los hechos de la forma más explícita posible. Identificó la ventana donde se trepó junto a su compañero y otros sectores del pabellón, con un poco más de dificultad debido a que ciertas paredes habían sido pintadas luego del incendio.

Luego, el juez Toselli estableció un cuarto intermedio hasta el próximo miércoles, donde declarará el testigo Roberto Montiel.

La audiencia se realizó vía Zoom debido al paro de transportes y fue transmitida por el canal de Youtube de La Retaguardia.

Treinta años de compromiso social

Treinta años de compromiso social

La Cátedra Libre de Derechos Humanos, el espacio que el escritor Osvaldo Bayer fundó en Filosofía y Letras, cumplió tres décadas estimulando el pensamiento crítico. El hilo que une la década de los 90 y hoy.

«No podemos callarnos frente al ataque a la universidad pública, el mayor y quizás último instrumento de movilidad social en Latinoamérica». Con estas palabras, el titular de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, Marcelo Ferreira, abrió el panel conmemorativo por el trigésimo aniversario del espacio fundado por el escritor, periodista e historiador Osvaldo Bayer. El evento tuvo lugar el martes 29 de octubre en el aula 108 de la sede Puan de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y reunió a académicos, activistas y estudiantes.

Ferreira abrió el panel con una serie de palabras que enmarcaron no solo los inicios de la Cátedra, sino también su papel frente a los desafíos actuales. “Nacimos a contracorriente de una realidad opresiva para decir aquello que no podemos callar”, recordó, refiriéndose al contexto de la década de 1990, marcada por las políticas de ajuste y privatización del menemismo. Hoy, treinta años después, Ferreira advirtió sobre el riesgo que corre la educación pública en Argentina y la universidad en particular: “Se nos acusa de ocultar cosas, de inventar alumnos, de albergar parásitos, de adoctrinar”. Frente a esas acusaciones, afirmó: “No es verdad que las universidades no se dejen auditar. Son auditadas por la Auditoría General de la Nación”.

Un contexto alarmante y la defensa de los Derechos Humanos

El discurso de Ferreira dejó clara la postura de la Cátedra ante la situación política actual. En un contexto donde el gobierno de Javier Milei ha señalado a la universidad pública y a sus integrantes como una “casta” que se opone a la transparencia, Ferreira cuestionó la narrativa oficial sobre la falta de recursos para las universidades: “Se dice que no hay plata para las universidades, pero el presidente se jactó de haber realizado la compra de armamentos más grande de la historia, el presupuesto de la SIDE ha aumentado un 245%, y las exenciones impositivas para el dueño de Mercado Libre superan por sí solas todo el presupuesto universitario”.

La intervención del titular de la Cátedra finalizó con un llamado a la defensa activa de los derechos uumanos: “No podemos callarnos frente al avasallamiento del derecho a la protesta social”, sostuvo.

La jornada continuó con la presentación del libro Derechos Humanos, Genocidios y Crímenes de Lesa Humanidad a cargo de Mariano Nagy, historiador y docente de la Cátedra. Es un libro que forma parte de la colección Puentes de la editorial de la Facultad de Filosofía y Letras. Nagy reflexionó sobre la evolución del término genocidio, originalmente conceptualizado como «barbarie» y «vandalismo», y subrayó la necesidad de un tribunal internacional para juzgar estos crímenes. Además, analizó casos emblemáticos como el genocidio armenio y el Holocausto, lo que permite a los estudiantes comprender la complejidad de los genocidios y sus repercusiones en contextos locales, como la dictadura militar en Argentina y la conquista del desierto.

Luego, Silvia Viñas, docente de la Cátedra, presentó el libro Derechos Humanos, Sujetos, Problemáticas y Perspectivas, también de la colección Puentes. El libro compila la labor de la Cátedra resaltando la relevancia del seminario anual que organiza, donde se invita a participar no solo a estudiantes universitarios, sino también a personas de diversos sectores sociales. Durante su intervención, destacó la importancia de seguir debatiendo y reflexionando sobre estas temáticas, así como la necesidad de mantener el espacio de diálogo fomentado a lo largo de sus 30 años de historia.

La jornada concluyó con la entrega de la distinción “Francisco Paco Urondo” al Padre Francisco Paco Olveira, figura representativa de la lucha por los derechos sociales y miembro de la organización “Curas en Opción por los Pobres”. La distinción fue entregada por Graciela Daleo, exdetenida en la ESMA, integrante de la Cátedra y referente en el activismo por los Derechos Humanos.

Durante su intervención, Daleo abordó las críticas que ha recibido el Padre Paco, quien ha sido estigmatizado de diversas maneras. «Se lo ha acusado hasta de ser racista y discriminador solo porque pidió a los votantes de Milei que fueran coherentes y no recurrieran a pedir comida a los comedores que este gobierno desfinancia y empobrece», destacó. “Sean coherentes”, les dijo Paco, “porque votar no es un acto de rutina, sino una enorme responsabilidad que tiene consecuencias para toda la población, no solo para el votante”. Citando a Olveira dijo: “Si doy pan a un pobre me llaman santo, si pregunto por qué no tienen pan me llaman comunista, y si me meto en política, entonces no soy un cura como Dios manda”, agregó.

Daleo finalizó: “Para comprender por qué Filo eligió al Padre Paco para otorgarle esta distinción, es necesario no solo leerlo y escucharlo, sino también caminar a su lado en su labor diaria. En su andar cotidiano y militante por el barrio, rodeado de perros, manos solidarias, mujeres con sus hijos y adolescentes con dificultades, el Padre Paco escucha, anima y propone buscar horizontes colectivos”.

“No podemos permitir el desguace del Estado”

“No podemos permitir el desguace del Estado”

ATE llamó a un paro nacional por 36 horas. La medida fue acompañada con una movilización al Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, a cargo de Federico Sturzenegger.

La Asociación de Trabajadores del Estado realizó una movilización al Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado y un paro de 36 horas que se enmarcó en una serie de acciones de protesta en reclamo por la apertura de paritarias para una recomposición salarial y por la reincorporación de trabajadores despedidos en lo que va de la gestión actual.

La concentración fue al mediodía del martes en el Obelisco, en donde se congregaron trabajadores de PAMI, ANSES, ENACOM, de salud y educación, entre otros. De allí, marcharon hacia la sede del Ministerio de Desregulación, ubicado en Av. Roque Sáenz Peña 782. Efectivos de la Policía de la Ciudad formaron un cordón para evitar el corte de Avenida Corrientes y el paso del Metrobús de 9 de Julio, pero no pudieron disuadir a la columna que se formó para marchar sobre Diagonal Norte.

“Estamos movilizando para reclamar por una urgente recomposición salarial para todos los trabajadores del Estado”, planteó Federico Giovanetti, miembro de la junta interna de ATE CONICET en Capital. “Estamos luchando contra el desguace, el desfinanciamiento de los proyectos de investigación y el recorte en los ingresos”, completó.

“El recorte en CONICET genera que muchos proyectos se queden sin financiamiento para comprar equipamiento, para pagar viáticos y para todo lo que hace al funcionamiento de un grupo de investigación. Este vaciamiento deja truncos a un montón de trabajos y hace que compañeros y compañeras terminen yendo a laburar a otros lugares”, añadió.

Pablo Torres, delegado de ENACOM, organismo que hoy cuenta con 1.350 trabajadores, señaló que a comienzos del año eran 2000. “Las delegaciones en las provincias las cerraron todas por decisión del Gobierno nacional, diciendo que ahora se hace todo por trámite virtual, pero eso es una mentira grande. Ahora estamos reclamando por la reincorporación de los despedidos, por la reapertura de las delegaciones y por todo lo que está pasando a nivel nacional. No solamente en las universidades recortan, recortan todos los presupuestos. Por ahí no te cierran, pero te recortan el presupuesto y el organismo se ve con las manos atadas”.

Entre los sectores presentes que reclamaron por la caída de sus salarios se encontraban los trabajadores de hospitales públicos. Los médicos y residentes son de los grupos más castigados ante la falta de paritarias y llevan meses de conflicto con el Ejecutivo nacional. Alejandro Lipcovich, delegado de ATE Garrahan, denunció el recorte en salud: “Estamos en una crisis bárbara. Los salarios se han pulverizado en todas las categorías, profesiones y oficios que componen un hospital, que es el hospital más importante del país en pediatría. Si se mantiene esta política de salario y de recorte presupuestario, está cuestionada la propia existencia del hospital. Eso es algo que no podemos permitir que suceda”.

A las 12:45 los diferentes gremios abandonaron la plaza en dirección al Ministerio. Tras unos encontronazos con la policía, la columna se abrió paso por la avenida. La caravana prosiguió hasta el cruce de las calles Perón y Esmeralda. Frente al monumento a Lisandro de la Torre, un camión se detuvo y cortó el paso de la circulación. Allí se montó un escenario desde donde los delegados y dirigentes de ATE y CTA-Autónoma dieron sus discursos.

Rodolfo Aguiar, secretario general de ATE, cargó contra la política oficial de superávit fiscal a cualquier costo: “El presupuesto 2025 tiene dos líneas directrices. Una es el pago de la deuda externa a cualquier costo, aunque le destrocen la vida a la gente. Y la segunda es el ajuste a las provincias. Quiere decir que Milei les está diciendo a los gobernadores y a los intendentes que van a tener que ajustar el doble de lo que se ajustó a nivel nacional”.

“Desde acá tenemos que empezar a poner en evidencia a los gobernadores y a los intendentes que coquetean con la Casa Rosada para que el ajuste no se descargue sobre las espaldas de los trabajadores”, remarcó.

Por su parte, Claudio Arévalo, secretario de ATE Provincia de Buenos Aires, exigió a presidencia el pago de los fondos a las provincias. “No podemos permitir que vengan por el desguace del Estado; que nos quieran privatizar los organismos que le dan servicio a los que menos tienen. Por eso desde ATE Provincia de Buenos Aires le venimos a decir a Sturzenegger, a Milei y a Caputo que nos devuelvan los fondos de la provincia de Buenos Aires que nos quitaron, que los utilizábamos para la educación, para la salud y para las políticas sociales”. El referente sindical finalizó su intervención anunciando una Marcha Federal contra el hambre organizada por la CTA-Autónoma nacional, que tendrá lugar el próximo 6 de diciembre.

Sí, hay plata

Sí, hay plata

Mientras el presidente Javier Milei ajusta a la clase media y baja, un grupo de organizaciones está desarrollando un proyecto de ley para crear un Fondo Alimentario de Emergencia que sirva para contener la crisis social que vive el país.

“¿De dónde sacamos la plata?”, es el argumento que repiten casi al unísono legisladores, funcionarios y militantes ligados al presidente Javier Milei cada vez que reclaman recuperar el poder adquisitivo algunos de los sectores más golpeados por el ajuste de La Libertad Avanza, como los jubilados y los docentes y estudiantes universitarios.

Esa trampa matemática sirve para echar por tierra cualquier intento de evadir el ajuste impulsado desde la Casa Rosada por un mandatario que proclama sin tapujo alguno su anhelo por ser “el topo que destruye el Estado desde adentro”, y lo está cumpliendo. Tanto la recomposición para los adultos mayores como el incremento razonable al presupuesto universitario se encontraron con el veto presidencial y una frase que repite casi tanto como un mantra: “No hay plata”.

La misma suerte corrieron los comedores comunitarios que hay desperdigados por todo el país y que no sólo no recibieron ayuda de parte del Gobierno, sino que también tuvieron que recurrir a la Justicia para que el Ministerio de Capital Humano de Sandra Pettovello se digne a repartir alimentos que estaban guardados en galpones y a punto de expirar, en un contexto con casi un 53% de pobreza a nivel nacional.

¿Qué pasa si, en realidad, sí hay la plata suficiente para cumplir con la demanda de alimentos que existe actualmente en la Argentina? Esa es la premisa que impulsa a diferentes organizaciones sociales nucleadas en Territorios en Lucha para exigirle al gobierno de Javier Milei que cree un Fondo Alimentario de Emergencia. El pedido no quedó únicamente en palabras, ya que se está elaborando un proyecto de ley que especifica de dónde saldría el dinero para hacerle frente al hambre que hay en el país.

“Venimos planteando la necesidad de tener una propuesta común para debatir con la sociedad esta situación que estamos atravesando fundamentalmente respecto del empobrecimiento y la cantidad de personas en situación de indigencia, algo que nosotros vemos cotidianamente en nuestros comedores”, explica la dirigente de Libres del Sur e impulsora de la iniciativa, Silvia Saravia. El trabajo de Territorios en Lucha va por el mismo andarivel que la campaña que encabeza el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, que se llama “La peor violencia es el hambre”, junto a iglesias católicas y evangélicas. En el mismo reclamo también se encuentra la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), cuyo principal referente es el dirigente social y exprecandidato a presidente de Unión por la Patria, Juan Grabois.

“Creemos que además de protestar y denunciar lo que está saliendo del Gobierno, hay que llevar propuestas al Poder Legislativo. Así que por eso es que desde distintos sectores fuimos construyendo este proyecto de ley que todavía no está terminado, es una propuesta que puede seguir teniendo algunos aportes y esperamos lanzar una gran campaña para plantear que sí hay plata en Argentina”, sostiene la dirigente. “Si existiera la decisión política podrían desplegarse políticas públicas para al menos paliar la situación de hambre en Argentina o de malnutrición y la dificultad de acceso a los alimentos saludables”, agrega Saravia. Por eso, comenzará una ronda de reuniones con todas las bancadas para que la iniciativa reciba eventuales aportes y el impulso de alguno de los bloques para llevarla finalmente a las comisiones y al recinto.

¿De dónde la sacamos?

El borrador del proyecto de ley estipula la creación del Fondo Alimentario de Emergencia (FAE), dependiente del Ministerio de Capital Humano, para desarrollar políticas relacionadas al derecho a la alimentación y la desnutrición. A diferencia de la reforma jubilatoria y la Ley de Financiamiento Universitario, esta iniciativa contempla de dónde obtener el dinero para cubrir con los costos que se necesitan para cubrir un fondo de tal magnitud.

En líneas generales, comprende la instauración de un impuesto a las ganancias para jueces y funcionarios judiciales, intereses de depósitos en entidad financieras y las sociedades argentinas que cotizan en la Bolsa de Estados Unidos, conocidas como ADR; el cobro de bienes personales a los inmuebles rurales y depósitos en entidades financieras; la quita de la exención impositiva a la actividad minera y la economía del conocimiento y el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los directores de sociedades.

Además, contempla la tributación presunta basada en el volumen de negocios de las 500 empresas más grandes del país, la alícuota del Impuesto de Bienes Personales para las 50 primeras fortunas, el tributo con alícuota de 15% a los salarios de legisladores nacionales y funcionarios del Poder Ejecutivo y el recupero de impuestos por mayor demanda de alimentos en el mercado interno, entre otros.

“El cálculo que nosotros hicimos fue de un fondo que necesitaría casi 18 mil millones de dólares. Y todas las fuentes de financiamiento que proponemos llegan a contabilizar casi 40 mil millones de dólares. O sea, se duplica la cantidad de fondos para llevar a cabo esta propuesta”, explica Saravia.

“Hemos visto que desde varios sectores se ha comenzado a cuestionar que no se avance sobre lo que sucede con los bienes personales, o con algunos incentivos a lo que es la economía del conocimiento y excepciones de IVA totalmente injustificadas porque se les hace a empresas que tienen muchísimas ganancias. Entendemos que también hay otros sectores que cuestionan el hecho de que se refuerce un sistema impositivo regresivo como el que tenemos hace muchos años, en lugar de que paguen más impuestos los sectores que no solamente tienen más ganancias, sino que tienen la mayor cantidad de dinero en propiedades”, detalla.

“Hay algunas cuestiones que realmente no tienen lógica en un contexto donde el Presidente dice que no hay plata para determinadas cuestiones. Entonces, nosotros decimos que sí, hay plata: hay sectores que hoy tienen grandes fortunas y grandes ganancias y reciben exención de impuestos, o subsidios que no deberían tener”, remarca. Esta iniciativa choca con el discurso de la Casa Rosada, que insiste en que el Gobierno nacional se está ocupando de las clases más bajas y critica a las gestiones que pasaron anteriormente por el palacio presidencial.

“Ellos creen que el tema está resuelto porque han aumentado los montos de la Tarjeta Alimentar y de la Asignación Universal, que son transferencias que evidentemente han aumentado mucho. Lo que pasa es que ellos no contemplan que aún con eso, hoy tenemos el doble de indigentes en Argentina”, analiza Saravia. “Evidentemente, la situación es muy dramática y muy crítica. Estas herramientas son todas propuestas que hemos hecho desde las organizaciones, pero no como la solución, sino como paliativos ante situaciones críticas, porque nosotros estamos muy lejos de pensar que la solución es un plan social o un comedor comunitario”, sostiene.

De raíz

“La solución es otro modelo productivo, o un sistema impositivo progresivo y no regresivo. O sea, hay otras cuestiones que para nosotros son de fondo que deberían modificarse. Creo que tienen una miopía respecto de no ir más allá. Ven cerquita, ven su entorno, pero no terminan de ver las consecuencias gravísimas a las que están llevando a la población”, insiste la referente de Barrios de Pie. Al hablar del modelo productivo, un dato que no puede pasarse por alto es que la Argentina es un país que produce alimentos para 400 millones de personas aproximadamente, pero más de la mitad de su población está bajo la línea de la pobreza. Para Saravia, la explicación es que el país tiene “un modelo productivo extractivista”.

“No importa si se produce y el costo de esa producción envenena el agua o envenena la gente que vive cerca de esos lugares donde se siembra, sino que lo único que importa es cuánto se vende el extranjero y cuántas divisas ingresan. Ese modelo lamentablemente hace rato que no se modifica. No es algo nuevo, es histórico, que solo en breves periodos tuvo algún cambio, pero que hoy se está profundizando”, argumenta.

En un contexto en el que 2 de cada 10 personas están bajo la línea de la indigencia, Saravia considera que ese es el primer problema para atacar: “Eso debería ser posible en un tiempo corto con las características que nosotros tenemos en nuestro país respecto de los recursos naturales y las posibilidades de producir alimentos, Estoy convencida que es algo que puede resolverse rápidamente si hay voluntad política”, analiza. A su criterio, “la pobreza tiene que ver ya con algunas otras cuestiones, cómo generar un modelo productivo diferente, pero eso más en general, con desarrollo soberano. No estar pensándonos como un eslabón primario cumpliendo el rol de producción primaria, sino como un eslabón en las economías regionales y mundiales de producción con tecnología y agregado de valor propio. En esas condiciones, yo creo que ahí podríamos hablar de pobreza cero”, agrega. Saravia concluye: “Uno piensa en la urgencia, seguramente, que es lo que ha pasado durante todo este tiempo y ese es un problema. Desde el primer momento hay que pensar en el mediano plazo, sabiendo que iniciaste el camino para revertir esa situación”.

La salud mental en una trama cinematográfica

La salud mental en una trama cinematográfica

«Cielo Rojo (Gigantes de Metal)», dirigida por Marcelo Leguiza, aborda desde el género de terror una problemática que cada vez es menos tabú.

Este jueves se estrena en el Cine Gaumont Cielo Rojo (Gigantes de Metal), dirigida por Marcelo Leguiza y producida por Morbo. La película cuenta con las actuaciones de Noe Antúnez, Susana Varela, Germán Baudino, Gabriela Valenti, PaulaMazone, y la participación especial de Esteban Prol y Victoria Carreras. La trama sigue a Bianca, una mujer que es engañada y secuestrada por el líder de un culto conspiranoico que utiliza su cuerpo, y el de su compañera de cautiverio para experimentar científicamente.

El verdadero terror se desencadena cuando Bianca logra escapar. El estrés postraumático, combinado con la tendencia a la alucinación que arrastra desde su infancia a raíz de un abuso, y la falta de tratamiento psicológico debido a la estigmatización de la salud mental en su familia, generan una ruptura en su percepción de la realidad, que se entremezcla con pesadillas del pasado reciente y lejano.

En su recorrido, el film transita distintos géneros como el drama, el terror psicológico y el horror corporal para narrar temáticas relacionadas a la salud mental, la disfuncionalidad familiar, el tratamiento mediático de las víctimas y su repercusión social. “Lo interesante de esta película es que toma el terror para narrar otras cuestiones que acontecen a diario, como los abusos y el uso de psicofármacos,” afirma Varela, actriz que interpreta a la psiquiatra

A través del constante juego con la mezcla de tiempos y la progresiva disolución de las fronteras entre lo real y lo imaginario, la historia se convierte en una experiencia inmersiva para el observador, quien debe discernir qué hechos narrados ocurrieron realmente. “Mi idea –reconoce Leguiza con orgullo- era que el guión no explique nada y que el espectador pueda formar su propia interpretación, cualquier cosa que entienda está bien. El objetivo siempre fue ese. La película pasó por un montón de montajes y puestas para tratar de mantener eso, que también busqué en las anteriores películas.”

En este sentido, afirma haberse sorprendido por el paso del film por un festival LGBTIQ+ en Francia, dado que el interés recíproco entre Bianca y su custodia policial no ocupa un lugar importante en la trama y solo se sugiere a través de sutiles interacciones.

Durante la construcción del guion, el director señala haber trabajado con psicólogas y psiquiatras para retratar correctamente el trastorno de salud mental de Bianca. Al referirse a este tema, menciona que surgieron debates acerca de los límites que puede transgredir un profesional en su trabajo cuando un paciente corre riesgo. Varela, por su parte, añade que hay distintos tipos de profesionales, cada uno con maneras diferentes de relacionarse con sus pacientes, y habló sobre el desafío de su interpretación: “Me tocó un rol complejo. La dificultad de mi papel estaba en el doble juego entre el personaje en sí, y el que la protagonista imagina, donde el tema era no develar.”

El rodaje se llevó a cabo en dos semanas durante  2021, en plena pandemia. Desde entonces, recorrió distintos festivales, entre ellos Fantaspoa (Brasil), Dracula International Film Festival (Rumania), Festival de Cine Fantástico y de Terror Rojo Sangre de Buenos Aires (Argentina), Gato Negro Festival Internacional (Bolivia) y XI Festival Boca del Infierno (Brasil). Leguiza recuerda las dificultades de esta etapa: “Estábamos limitados de presupuesto así que tuvimos que juntar contactos de contactos y darle lástima a los organizadores, decirles ‘che, soy argentino’, contarles la situación del país y la dificultad de pagar la tasa de interés en dólares. Y funcionó, así pudimos presentar una película independiente en distintos festivales.”

Las actrices hablaron sobre la difícil situación que están atravesando los actores, directores y técnicos. Manzone concluye: “Esta película viene de un proceso largo, tiene mucho trabajo y pasión por el cine. Es parte del ADN de nuestra cultura. Poder estar estrenando es una manera de seguir apoyando el cine nacional.”

 

Cielo Rojo estará en cartelera hasta el 6 de noviembre con funciones diarias a las 20:50 en el cine Gaumont (Rivadavia 1635).