Milei avanza sobre la Secretaría de Derechos Humanos

Milei avanza sobre la Secretaría de Derechos Humanos

Trabajadores y trabajadoras del Estado se manifestaron en la puerta del Ministerio de Justicia frente a la ola de despido en esa dependencia del Estado. Mañana convocan a una olla popular en Plaza de Mayo.

La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) realizó una concentración el martes en la puerta del Ministerio de Justicia de la Nación para reclamar por los despidos y las políticas de vaciamiento del gobierno. “Desde la asunción de Cuneo Libarona en el ministerio de justicia 460 compañeros quedaron sin trabajo y ahora atacan áreas estratégicas como la política de Memoria, verdad y Justicia, los ex centros de detención y las políticas reparatorias para las víctimas del terrorismo de Estado por eso entendemos que en este momento hay una determinación del gobierno para atacar las políticas de Derechos Humanos y hacer que el negacionismo siga avanzando”, expresó Daniel Catalano Secretario General de ATE Capital en diálogo con ANCCOM

Los despidos continúan en el Estado y diferentes sectores gubernamentales se han visto afectados. En este contexto el área de Derechos Humanos es una de las más atacadas. “En este momento, 63 compañeros de la secretaría de Derechos Humanos han sido despedidos y los telegramas siguen llegando, así es la gestión de Cúneo Libarona, de Alberto Baños y de Javier Milei, insensible, cruel, que persigue a los trabajadores”, detalló Octavio Rampoldi, delegado de ATE de la Secretaría de Derechos Humanos.

Los trabajadores y trabajadoras invadieron el Microcentro porteño con cantos, bombos, trompetas y bengalas de humo a las 11:30 y se instalaron afuera del Ministerio que, para ese entonces, ya estaba cerrado y custodiado por personal policial. “Hoy venimos para decirle en la cara al ministro de Justicia que no vamos a aceptar ningún despido y que queremos la reincorporación ya de cada una y cada uno de los compañeros despedidos”, expresó Rampoldi.

Minutos después del mediodía en un escenario improvisado en la vereda los oradores tomaron la palabra y procedieron a la lectura de comunicados y mensajes de adhesión y acompañamiento a la medida de fuerza por parte de diversas organizaciones sociales. La delegada, Nana González Rehermann expresó: “Desde marzo venimos peleando los despidos, ahora viene otra oleada fuerte y nos van a encontrar acá todos los días hasta recuperar a cada una y cada uno de nuestros compañeras y compañeros, vamos a ser la furia organizada”, y estalló el aplauso y el vitoreo.

La política de reducción del empleo público del gobierno, parece, continuará ya que es uno de sus principales objetivos. El lunes, en su habitual conferencia, el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció como un logro “la eliminación de trabajadores estatales” y dejó claro que aún falta una tercera etapa de despidos. Marcelo Gil de la junta interna de ATE, Justicia y Derechos Humanos, precisó: “De acá a fin de año va a haber más recortes de personal porque hay contratos que se renuevan trimestralmente, lo que hace más fácil echar a empleados especializados con más de 20 años en áreas del Estado”. Ante este panorama, Catalano detalló el próximo movimiento del sindicato: “Este jueves vamos a hacer un paro con movilización a Plaza de Mayo en dónde realizaremos una olla popular multitudinaria para que la gente coma frente a la Casa de Gobierno y le reclamaremos a Milei que abra las mesas de negociaciones para que la gente vuelva a trabajar”.

 Luego del acto, cerca de las 13, comenzó la desconcentración de manera pacífica y ordenada con canciones de Los Redonditos de Ricota de fondo. Pese al contexto de ajuste y recorte los abrazos no eran de despedida.  “Nosotros no somos casta, no somos un número, somos familia, somos trabajadores que estamos comprometidos con las políticas públicas y abrazamos las banderas de Memoria Verdad y Justicia”, concluyó Rampoldi.

Despidos y represión, la saga continúa

Despidos y represión, la saga continúa

El Gobierno despidió a 285 trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, un organismo clave para el desarrollo nacional. Reprimió con palos y gases a los empleados estatales que exigían la reincorporación en la entrada de la sede de Villa Maipú. Hubo dos detenidos que por la tarde fueron liberados.

Trabajadores y trabajadoras del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) fueron reprimidos por las fuerzas policiales mientras se manifestaban pacíficamente en la puerta del organismo contra la cesantía de 285 contratos. La Policía de la Ciudad, bajo la dirección del ministro de Seguridad Waldo Wolff, utilizó palos y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, con el apoyo de un operativo de la Policía Federal motorizada coordinado por la ministra Patricia Bullrich. Desde ATE denuncian las detenciones ilegales de Sergio Melo y Damián Pereyra, trabajadores y militantes de la CTA Autónoma, que a última hora de la tarde fueron liberados.

“Enfrentamos un plan sistemático para destruir el Estado, en el que los nuevos desaparecidos son los trabajadores despedidos. No es que sólo se pretende ajustar con los despidos, quieren un Estado al servicio de las lacras, que no son más que cuatro o cinco grupos empresarios, que lucran con el esfuerzo de todos los argentinos y las argentinas”, denunció Rodolfo Aguiar, secretario general de ATE, en diálogo con ANCCOM.

La Asociación de Trabajadores del Estado convocó a la manifestación esta mañana a las 8 en el predio del INTI, en Villa Maipú, en el marco del paro de 48 horas iniciado el pasado viernes. Según Aguiar, llevan registrados 2.305 despidos en la Administración Pública Nacional en las últimas horas; al igual que en marzo, sostuvo, nuevamente se advierte una gran cantidad de cesantías en el interior del país. “Detrás de los despidos en el Estado hay políticas públicas que se desmantelan y derechos que pierde nuestra sociedad”, afirmó el secretario general.

Paola Franco, delegada de la junta interna ATE-INTI y trabajadora del organismo, dijo a este medio: “La semana pasada nos comunicaron la no renovación de 285 contratos monotributistas, que son compañeros que al día de hoy no pueden entrar a su lugar de trabajo, el contrato se venció el 30 de junio. Los despidos no fueron comunicados ni siquiera por mail, sino por un vox populi. Tuvimos varias negociaciones, pero siempre nos dijeron que no los renovarían”.

¿Qué es el INTI?

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial fue creado el 27 de diciembre de 1957 como parte de un conjunto de instituciones nacionales diseñadas para impulsar la inversión pública en ciencia y tecnología. Durante más de 65 años, el INTI ha asistido a la industria argentina mediante la generación y transferencia de tecnología, la certificación de procesos, productos y personas, y el aseguramiento de la calidad de bienes y servicios en todo el país. Además, el INTI es el Instituto Nacional de Metrología, un referente internacional en la materia y un actor clave en los ámbitos científico, legal e industrial.

“La policía nos viene a reprimir y nosotros somos los que les certificamos los chalecos antibalas”, remarcó Paola Franco. “Además de los puestos de trabajo, que son super importantes, se está desguazando la industria nacional. No nos pega solo a nosotros, le pega a la sociedad”, aseveró la delegada. 

Al finalizar la protesta, ATE y otras organizaciones sindicales llevaron a cabo una asamblea de trabajadores donde se decidió convocar a un plenario el miércoles para planificar las próximas acciones de lucha. Aguiar denunció el operativo policial como «absolutamente desmesurado», destacando que las armas destinadas a proteger al pueblo están siendo utilizadas en su contra. Añadió: «Si piensan que con todos estos policías nos van a dar miedo, les informo que no va a ocurrir. Todo lo contrario, acá no vamos a terminar destruidos nosotros, van a terminar destruidos otros». Posteriormente, los dirigentes de ATE se dirigieron a la Comisaría 4 de Parque Patricios (CABA) para exigir la liberación inmediata de los trabajadores detenidos durante la represión, quienes fueron liberados cerca de las 19 horas, confirmó Pablo Spataro, secretario general de la CTA Capital.

Un paseo con Perón

Un paseo con Perón

A cincuenta años de la muerte de Juan Domingo Perón, ANCCOM recorrió la mítica Quinta de San Vicente junto a su sobrino nieto. Entre fotografías, objetos, el mausoleo con los restos del líder, la visita es una inmersión en el inagotable universo peronista.

Alejandro Rodríguez Perón es uno de los últimos herederos de Perón.  

En las 19 hectáreas del Museo Quinta “17 de Octubre” se respira peronismo. Por donde sea, hay vestigios de una época que ya no volverá. Las miradas de Perón y Evita están en todas partes y observan a los visitantes de lo que alguna vez quiso ser su refugio privado. Pero sólo lo hacen desde las fotografías, porque sus estatuas –situadas en la zona central del predio– fueron decapitadas. Aun así, han sido colocadas allí como símbolo del odio y la proscripción que sufrió el movimiento y su líder tras la autoproclamada Revolución Libertadora.

La Policía Bonaerense custodia la entrada del Museo, cuya gestión está a cargo del Gobierno provincial. Su director, Cristian Scollio, politólogo egresado de la UBA, es el director desde hace cuatro años. Desde entonces, afirma, y con la ayuda presupuestaria del gobernador Kicillof, el sitio ha recobrado el esplendor de antaño.

La propiedad había sido adquirida por Perón gracias a un crédito del Banco Hipotecario, tiempo antes de convertirse en presidente de la Nación. Luego de demoler la estructura preexistente, construyó la quinta que hoy se mantiene en pie pese a varias décadas de abandono. Previo a ser expropiado por el Gobierno bonaerense en 1989, el lugar funcionaba como un centro de recuperación para discapacitados. En la pileta todavía están los pasamanos de ese período.

En el edificio principal sólo quedan unos pocos muebles originales del primer peronismo, ya que grupos antiperonistas y militares destruyeron y robaron casi todo lo que había. Detrás de un cordón de protección, hay unos sillones, escritorios y una máquina de escribir; a un costado, una barra de tragos frente a un hogar que alguna vez fue encendido. La cocina es más moderna que el resto de la casa. Los años 70 se notan en los muebles de fórmica blanca y en los azulejos. En todos los rincones hay condecoraciones, estatuas y bustos. Scollio cuenta que Christian Dior visitó la quinta y que incluso hay fotos de la ocasión. Más tarde, en una entrevista, el diseñador diría: “La única reina que vestí fue a Eva Perón”.

Para llegar al área más íntima de la casa, hay que atravesar un largo pasillo empapelado. Decenas de cuadros decoran las paredes con fotos de Juan y Eva en momentos cotidianos. Junto al cuarto de huéspedes, se encuentra la antigua habitación de Evita, pero sin ningún rastro de su presencia, ya que Estela Martínez de Perón, después de ser derrocada y enviada a Neuquén por la última dictadura, a su retorno a la quinta, ordenó convertir la pieza en un vestidor.

Como si se tratara de una reencarnación, un hombre se acerca a hablar con ANCCOM.Es uno de los últimos herederos de Perón. De igual porte, su voz posee una carraspera similar a la de su tío abuelo, además del pelo negro y la sonrisa. Alejandro Rodríguez Perón es nieto de Eufemia Jáuregui y Mario Avelino, hermano mayor de Juan Domingo. Su madre, Dora Alicia Perón, era sobrina y ahijada del ex Presidente. Cuando murió Perón, Alejandro era un adolescente de trece años, pero recuerda a su tío con cariño y admiración. “Yo hice el inventario de todo lo que hay acá”, dice orgulloso mientras toma la posta como guía del recorrido.

Alejandro se aloja los fines de semana en la casa del cuidador, al lado de las viejas cabellerizas traídas en 1948 para su tío abuelo. Su responsabilidad es mantener el legado peronista intacto. Sabe el camino de memoria, agrega detalles de la vida que alguna vez compartió con su tío abuelo y de las anécdotas familiares que le han transmitido.

En el edificio principal sólo quedan unos pocos muebles originales del primer peronismo, ya que grupos antiperonistas y militares destruyeron y robaron casi todo lo que había. MIRÁ LA GALERÍA. 

El 1° de julio de 1974 al mediodía se anunció públicamente la muerte de Perón. Tras el multitudinario velorio en el Congreso de la Nación, al que asistieron cientos de milesde personas durante cuatro días, sus restos fueron llevados a la Quinta de Olivos. Cuando Isabel ordenó traer de Europa el féretro de Evita, los depositó juntos en el Cementerio de Chacarita, donde permanecieron hasta que los restos de Perón fueron profanados y sus manos, cortadas y robadas. Nunca se esclareció el hecho ni fueron castigados sus culpables. Según Alejandro, se trató de un conflicto político. “Para mí, las manos siguen estando en algún lugar del cementerio”. Luego de idas y venidas, los restos fueron trasladados a la Quinta de San Vicente en 2006, pero lo que pretendía ser un homenaje se transformó en una batalla campal entre agrupaciones justicialistas.

También integran el recorrido el torreón desde donde Perón transmitió algunas cadenas nacionales, el tren presidencial increíblemente conservado,y el museo fotográfico. En el centro del predio, sobre una pequeña colina, se encuentra la piscina. El fantasma de López Rega, mentor de la banda parapolicial conocida como Triple A, se cuela en la visita. Alejandro comenta que “El Brujo” mandó a construir un sauna tan solo a unos metros de allí, instaló un billar y un juego del sapo. No quedan rastros de esos lujos. Lo único original allí es la piedra que rodea a la pileta.

El museo fotográfico guarda todo tipo de recuerdos del peronismo, como juguetes de la Fundación Eva Perón, escritorios repatriados desde Puerta de Hierro e incluso autos regalados por sus fabricantes que Perón no llegó a conducir. El mausoleo es la parte más interesante y el fin del recorrido. Tras pasar por una larga pared llena de placas que el mismo Alejandro Rodríguez Perón trajo desde la Chacarita, se encuentra el lugar de reposo de su tío abuelo. Imponente pero minimalista, entre un retrato y una bandera argentina, está la piedra que oculta el féretro.

Alejandro aclara que Perón no está embalsamado, pero que tuvo un proceso que permitía su exhibición a cajón abierto en fechas especiales. Sin embargo, al ser profanado y entrar en contacto con el aire, las bacterias hicieron estragos, y para ser mostrado nuevamente debería ser recompuesto con otros materiales.

Al ser consultado por su relación con “Isabelita”, Alejandro responde que sólo mantienen contacto a través de abogados. Las disputas familiares por la sucesión de Juan Domingo hicieron que rompan los lazos. Al no haber dejado descendencia, la herencia se dividió entre los sobrinos y la viuda, que reside en España en total hermetismo, ajena a lo que sucede en la vivienda que un día ocupó bajo vigilancia militar. A fin de cuentas, como dijo el propio Perón días antes de morir, ante una Plaza de Mayo repleta: “Mi único heredero es el pueblo”.

«A muchas personas que hemos crecido con Cuestión de Peso, nos ha cagado la cabeza»

«A muchas personas que hemos crecido con Cuestión de Peso, nos ha cagado la cabeza»

Volvió al aire el programa de televisión centrado en los cuerpos gordos que parecía del pasado. ¿Es el peso y la forma corporal el mejor indicador de salud? ¿Se volvió a legitimar la crueldad? ¿Solo las personas delgadas pueden ser felices?

Hace casi un mes volvió a transmitirse en la televisión “Cuestión de Peso”, el autoproclamado “programa más saludable de la televisión argentina”; su primera edición fue en el año 2006. La propuesta se caracteriza por las escenas en donde los participantes se enfrentan a una balanza y, con música de suspenso, se revela si lograron llegar al objetivo: perder unos kilos.

Parecería que entre tantas plataformas, canales de stream y otras opciones, la televisión debería competir con nuevas fórmulas para recuperar la relevancia que supo tener. Sin embargo, este reality y otros volvieron a transmitirse en los últimos años: Gran Hermano, Masterchef y ahora Cuestión de Peso. El programa no se emitía desde hace cuatro años en cable y siete en televisión abierta. Que ahora vuelva y en su primera semana al aire alcance un promedio de 5.1 puntos de rating invita a hacerse preguntas: ¿Por qué en este momento? ¿La sociedad no había cambiado de intereses? ¿Qué hay detrás de esto?

El periodista Agustin Rey explicó a ANCCOM que “el fenómeno realitys explotó en Argentina en el 2001. Si bien el primero se hizo en el 2000 (Expedición Robinson), es algo que viene con la crisis. Recuerdo que las chicas de Bandana siempre remarcan que el grupo surge en uno de los años más caóticos para el país, pero que la gente necesitó volcarse a otra cosa para que los salve. En su caso fue la música”. Para el especialista, Gran Hermano o Cuestión de Peso son “un reflejo de la sociedad, aunque muchos no se quieran hacer cargo. Furia de Gran Hermano en otra temporada hubiese durado dos galas, pero actualmente la violencia está naturalizada tanto en la vida como en la política y la televisión”.

“Veníamos de una temporada de Cuestión de Peso en que la tuvieron que bajar porque prácticamente no tenía rating. Pasamos de una sociedad, que decía ´Yo ya no miro esto porque no me interesa y no estoy de acuerdo´ a volver con todo como si fuera una gran novedad”, cuenta a ANCCOM Brenda Mato, activista por la diversidad corporal y miembra del Colectivo Gordes Activistas de Argentina. Y agrega: “Nos habla de que como sociedad estamos retomando discusiones que parecían saldadas en un montón de aspectos y sobre todo en materia de derechos. La vuelta de Cuestión de peso marca un termómetro social: estamos volviendo a tener un montón de conversaciones que ya habíamos saldado”.

La salud

“Es el programa de siempre, el Cuestión de peso de siempre, porque el propósito es el mismo: tender un puente a la buena salud”, afirmó Mario Massaccesi, el alto y delgado conductor del programa, en el primer capítulo de esta temporada. El conductor es acompañado por el doctor Alberto Cormillot, quien participa desde su primera emisión en 2006.

El primer programa de esta temporada arranca fuerte: «La obesidad es una epidemia global y el futuro es aún más alarmante. El 13% de las personas con obesidad en el mundo son argentinas».

 El objetivo es detener este flagelo balanza en mano, empezando por los diez participantes de esta temporada. Cada uno de ellos llega al estudio, cuenta su nombre, su peso corporal y su historia. Tras presentarse, lo recibe el equipo de profesionales de la salud formado por el clan de Cormillot: su hijo, su esposa y su nieta. Son ellos quienes le plantean el objetivo que puede reducirse a un número: la cantidad de peso que deben bajar.

Brenda Mato señala un primer problema: “Al hablar de salud utilizan el único indicador que no habla de salud” y explica que la medicina que se corre del discurso médico hegemónico sostiene que el peso en sí mismo no es necesariamente indicador de salud, ya que este depende de muchos factores. Entonces se pregunta, “Si ellos hablan tanto de la salud, ¿por qué no premian cuando se modifican otras conductas o métricas que sí son indicadoras de eso?”.

Según la OMS, la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. En este sentido, cuenta la nutricionista Irene Schvartzman: “Si quiero evaluar tu estado de salud, puedo preguntarte si tenés análisis de sangre hechos en el último tiempo, cómo es tu alimentación en general, tu relación con la actividad física, si fumás, si tomás alcohol. Fijate la cantidad de preguntas qué podría hacerte. Todas van a estar interrelacionadas entre sí para ver si hay algo que yo pueda hacer para que vos tengas más salud: no tiene nada que ver una balanza”. Y reflexiona: “Mientras nos parezca que el cuerpo delgado es el cuerpo sano, vamos a normalizar programas como Cuestión de peso”.

Desde la perspectiva de Rey, “Cuestión de peso se supo amoldar a la época, quitando pruebas que hoy serían irreproducibles” y explica que “ya no se ríen de lo que se reían antes, no ponen a los participantes en el juego tirándose en una pileta. Por suerte algo cambió”.

Para Mato en esta edición “han tomado parte del discurso activista para después volver a ejercer violencia” y agrega que “es esta dicotomía de que estamos avanzando pero a la vez siempre ellos van a tener la razón”.

La industria de la dieta

La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sostiene que Argentina es el segundo país con más presencia de trastornos de la conducta alimentaria, que afecta un 29% de la población. El 40% de los casos tiene que ver con la genética y un 60% con cuestiones sociales. Las cifras alertan sobre la necesidad de atender a la salud de una forma responsable y completa, no reducida a una sola cifra.

«Hay mucha plata detrás de una industria que se encarga de decirte que todo lo que sos y lo que hacés está mal y que ellos tienen la solución a todo eso», explica Mato. «Esa es la trampa. Es lo que a ellos les conviene para ganar dinero. Cormillot no solo tiene su programa, también tiene su clínica y su línea de productos light y ultra procesados; esas cosas uno sabe que son las peores.”

Schvartzman coincide: «La industria de las dietas es tremendamente rentable. Es una de las que más plata mueve en el mundo: suplementos, medicamentos, liposucción, cirugías de papada, dietas de todo tipo, actividades físicas. He llegado a ver un tipo de actividad física que era con electrodos en el cuerpo que aumentan el riesgo de deshidratación y problemas renales. Pero bueno, se pierde peso corporal más rápidamente. ¿Qué tiene todo esto de saludable? Para mí, nada».

Como explica la nutricionista, la familia de los Cormillot creó un imperio a partir de la cultura de las dietas: «De hecho, en el programa está toda la familia. Se arma un circo que vende. Es el reflejo de una sociedad resultadista, que busca un número menor y utiliza como indicador un cálculo matemático. Y si no funciona va a buscar otro tipo de intervenciones más drásticas o más violentas que pueda cumplir con el mismo objetivo. Una cirugía bariátrica, por ejemplo, se aplica en personas que tienen órganos sanos. Hay personas que ni siquiera tienen patologías, se hacen una intervención quirúrgica y terminan con consecuencias negativas para la salud mental y física. Pero tal vez, logran una delgadez que nunca lograron, pero está demostrado que las intervenciones al cuerpo en un largo plazo no se sostienen porque se pierde peso corporal al principio y luego se recupera».

“A mí y a muchas personas que hemos crecido con ese programa, nos ha cagado la cabeza”, sostiene Mato y critica una industria de la dieta que hizo furor en los años 90 con nutricionistas famosos como el mismo Cormillot, Ravena y muchos más: «Salían en tapas de revistas y te pasaban las dietas». Mato reconoce también que «si bien hoy puntualmente le pegamos a Cuestión de peso porque está en el aire, no es el único responsable de todo esto. Lo que nos pasa hoy es que queda anacrónico. Si uno pone el contexto en dónde salió Cuestión de Peso, estaba recontra avalado. Era parte de lo que queríamos. Y parte de lo que hoy somos conscientes que no queremos volver a ser”.

Para Rey, “La sociedad va cambiando porque nosotros vamos cambiando en nuestras individualidades. Nadie mira Gran Hermano pero después hace 30 puntos de rating. Es como cuando decían «nadie mira a Tinelli» o «nadie votó a Menem». Ahora por suerte hay un poco más de hacerse cargo que para la distracción no hay programas más y menos cool. Es televisión, entretenimiento, no tienen por qué educar, para eso está la familia y el colegio”, resume polémico.

Espectacularización de los cuerpos

Schvartzman es consciente del rol que tienen los cuerpos en nuestra cultura: “Cuestión de peso es un reality; como tal busca generar audiencia. Con la ridiculización del cuerpo busca que la gente hable. Hay una espectacularización del cuerpo gordo, como si todos los causantes de los males de los participantes fuera el cuerpo gordo. Si ves la historia de los participantes y escuchás la historia de cada quien, lo único que tiene para decir es que el cuerpo gordo es lo que los llevó a fracasar como persona en la vida. Y es la causa de todos sus sufrimientos y cuán distinta sería su vida si pudieran tener un cuerpo delgado”.

“Cuando se habla de todo esto, lo primero que te dicen es: ´Vos le estás diciendo a la gente que no se preocupe por la salud´. No: yo lo que le estoy diciendo a la gente, es que como son están bien. Y que no tienen que cambiar absolutamente nada si no quieren. Pueden reclamar su propia autonomía. A diferencia de toda esta gente que todo el tiempo nos dice lo que tenemos que hacer, lo que desde el activismo le queremos decir a la gente es todo lo contrario: que nadie puede venir a decirles lo que tiene que hacer. Que ellos tienen la total autonomía y potestad de decidir sobre sí mismos”.

 

 

Los muchachos fotografistas

Los muchachos fotografistas

Se cumple medio siglo de la muerte del tres veces presidente Juan Domingo Perón. Los fotoperiodistas Carlos Pesce y Eduardo Di Baia, autores de varias de las imágenes emblemáticas de su velatorio, recuerdan su trabajo en aquellos días signados por el dolor de multitudes.

Carlos Pesce era uno de los reporteros gráficos de la revista ilustrada Siete Días

Sostienen sus cámaras y sus lentes mientras cubren sus equipos de la lluvia y del frío que no para desde hace cuatro días y el olor a flores podridas carcomidas por la humedad del clima es intenso. En una larga cola, que viborea cuadras y cuadras, las personas aguantan el temporal con angustia y dolor: es la última oportunidad de despedir al General.

Entre los reporteros gráficos se rumorea que a Perón lo van a sacar por la explanada de la Avenida Entre Ríos del Congreso escoltado por caballos y oficiales para llevarlo a Olivos. Carlos Pesce, fotógrafo de la revista Siete Días, está colado entre la fila de gente para conseguir la mejor fotografía. El cajón aparece; él sale disparado al costado del féretro y de pronto ve cómo un jóven soldado acongojado despide con un saludo militar al cajón: “En ese momento vi al soldado llorando y pensé: esta puede ser una gran foto, pero el soldado solo no me sirve, tengo que retratarlo a él y al acontecimiento”, recuerda. Ese soldado era Roberto Vassie y ese retrato se convertiría en uno de los más conocidos del velatorio de Juan Domingo Perón.

El sepelio del mandatario tres veces electo por el voto popular se realizó en el Salón Azul del Congreso de la Nación el 2 de julio y, por la masiva convocatoria de personas que se acercaban a despedirlo, se extendió hasta el día 4. Los diarios, revistas y agencias de prensa relatarían visualmente a través de las lentes de los reporteros gráficos el funeral de un líder popular. Las coberturas fotoperiodísticas que realizaron diarios como Crónica, Noticias, La Razón, Clarín, revistas como Siete Días, Gente, o la agencia de noticias norteamericana Associated Press, se dividían entre lo que sucedía dentro del Congreso por un lado, y la vigilia desde afuera en la Plaza del Congreso por el otro. Cada medio tenía entre dos a tres fotoperiodistas distribuidos en el evento.

Eduardo Di Baia cubrió el funeral para la Agencia norteamericana AP. La circulación de las imágenes estaba prohibida para el territorio nacional y sólo podían publicarse en el extranjero. MIRÁ LA GALERÍA.

El Gobierno, que había quedado a cargo de María Estela Martinez de Perón, declaró tres días de duelo nacional que paralizó el país. Eduardo Di Baia, que por entonces trabajaba para la agencia AP, habla con el sereno de un edificio de oficinas ubicado en la esquina Av. de Mayo y Sáenz Peña para hacer algunas fotos desde arriba. Sube a uno de los departamentos que está vacío para fotografiar una cola de personas que se pierde por la calle: “Casi todas las imágenes del velatorio son hechas desde arriba de los departamentos. En aquel momento pedías permiso y entrabas a cualquier lado y nadie te decía nada. Estaban todos sobre el balcón mirando el velorio, les hacía señas desde abajo y te decían que subieras. Hoy no podrías porque nadie te abriría la puerta, pero en aquella época era una cosa normal”, explica Di Baia e ilustra: “Lo normal e ideal es sacar este tipo de fotos en el primero o segundo piso y que no haya árboles debajo porque si no te tapan la toma”. 

Di Baia cubrió dentro y fuera del Congreso, a diferencia de Pesce, que lo hizo en las inmediaciones del Palacio Legislativo y recuerda: “En la calle había olor a flores podridas. Con la lluvia las coronas se pudrían y eso daba una atmósfera de angustia y tristeza que tenía que ver con el clima que se vivía”.

Diario Noticias, 5 de julio de 1974. Fotografías de Eduardo Grossman y César Cichero (derecha a izquierda)

 

Cora Gamarnik, doctora en Ciencias Sociales e investigadora en la materia, autora del libro El fotoperiodismo en Argentina, opina que las fotos más significativas e importantes fueron las reacciones del público: “Sobre todo porque las fotografías se basaron en los gestos, la tristeza, en la gente grande y humilde que estaba allí sosteniendo un cartel, una foto, una bandera, un periódico”.

Gamarnik recuerda dos fotografías potentes publicadas del diario Noticias, tomadas en el Salón Azul por los fotógrafos César Cichero y Eduardo Grossman y diagramadas en la doble central por el jefe de arte del diario, Oscar Smoje: “En una se ve cómo queda la lámpara encendida en el lugar donde estaba el cajón, flores en el piso y el espacio vacío. Es una foto muy simbólica, muy bella estéticamente. También es una imagen que muestra cómo un fotoperiodista no solo mira lo que sucede y saca fotos de la urgencia, sino que se puede planificar la toma, construirla primero mentalmente y después llevarla a la práctica -que es lo que habían hecho aquellos dos reporteros gráficos-. Para mí es una de las más significativas del velorio: el espacio vacío que dejaba esa muerte”. Di Baia en este sentido cuenta: “Vos podés pensar en una estructura previa de lo que va a ser la foto, pero llegado el momento hacés lo que podés. También hay que tener en cuenta que era otra época muy distinta a la de ahora, ya que tenías que hacer todo a mano; medir la luz, diafragmar, enfocar; no había nada automático”.

Calcular la toma no era tarea fácil. Los reporteros gráficos utilizaban cámaras analógicas con las que, a diferencia de hoy en día, debían aguardar a llegar a la editorial para revelar sus negativos en el laboratorio y visualizar las fotos que habían tomado. Las experiencias de las imágenes quedan grabadas en la memoria de los fotógrafos, pero faltaba la aprobación del medio luego de ser reveladas en papel. “Voy caminando a la editorial de Siete Días, porque ese día no había colectivos ni nada, que quedaba en la intersección de Alem y Paraguay. Cuando llego me dicen: ‘Pesce, tenés una foto fantástica’; pero yo hasta que no la vi publicada no sabía qué foto era”, cuenta Pesce, quien con 22 años recibió el elogio de la revista por su icónico retrato a Vassie.

Silvia Pérez Fernández, socióloga, fotógrafa y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, reflexiona sobre una posible cobertura de tal magnitud en la actualidad: “Hoy sería una cobertura muy distinta del acontecimiento. Era muy diferente cuando el relato dependía de la mirada de los medios y el conocimiento de los fotógrafos profesionales, a diferencia de ahora que cualquiera con sus celulares puede recopilar material, hacer una edición y generar una publicación”.

“Distribuimos fotos en todo el mundo, pero los diarios argentinos no podían usarlas. En esa época había una prohibición para las agencias internacionales de divulgar fotos en el país”, explica Di Baia. En 1973, por el decreto N°587/73 firmado por el presidente Raúl Lastiri, se estableció que la difusión de informaciones de los medios de comunicación nacionales debía ser suministrada por agencias de noticias nacionales fomentando la circulación del material periodístico y una visión nacional de la información. Con lo cual las agencias estadounidenses y europeas sólo podían informar sobre los sucesos en Argentina hacia el exterior.

 Los medios gráficos expusieron el duelo de distintas maneras, generalmente fieles a la línea editorial acostumbrada por cada uno. La Nación cubrió el fallecimiento colocando la cámara en los ojos de la política; en sus hojas, el diario imprimió las fotografías protocolares de los legisladores y de quien heredó por ese entonces el cargo de presidenta de la Nación, María Estela Martínez de Perón. Son escasas las fotos del cajón en las páginas de este diario, a diferencia de Clarín, que realizó una cobertura fotoperiodística en profundidad del “desconsuelo popular” dentro y fuera del Congreso, donde se fotografiaron incluso los desmayos ocasionados por la conmoción de la despedida y la congoja alrededor de sus restos.

Los diarios Crónica Noticias coincidieron en dividir sus coberturas entre lo que sucedía dentro del Congreso y la vigilia desde la Plaza. «Cúspide de congoja» y “A las 20:30 el cielo comenzó a llorar” eran los títulos de Crónica que acompañan las fotografías del cajón abierto rodeado por funcionarios y ciudadanos que se acercaban en fila a despedir al mandatario. Noticias también se centró en la multitudinaria convocatoria popular, pero además puso el foco en los homenajes de los dirigentes de Montoneros y en las columnas de las demás agrupaciones peronistas dentro y fuera del Congreso.

Un diario importante de la época, La Opinión, se caracterizó por no tener fotografías en sus páginas; sus titulares de esos días se centraban en las reacciones partidarias y en la incertidumbre política sobre el futuro del país. La Razón, por el contrario, rebosaba de fotografías: el público, el féretro, las calles y una Isabel vestida de luto de pies a cabeza, acercando su mano al cuerpo expuesto sin vida del General. Ante esto, Gamarnik señala el carácter de documento y archivo histórico del ejercicio del fotoperiodismo: “Las fotografías no son ilustraciones, son una forma de construir relatos visuales de la historia”.

“En realidad, lo que se muestra en la mayoría de los medios extranjeros es la reacción de la gente ante un determinado hecho. La exhibición de los cadáveres se presenta con mayor recurrencia en los medios argentinos y en algunos otros países, pero en Estados Unidos y Europa la gente es muy reacia a ese tipo de imágenes, especialmente en primera página”, refiere Di Baia al reflexionar sobre cómo la agencia AP evidenció al mundo el fallecimiento del líder argentino. Agrega también que en los códigos éticos de la agencia norteamericana prevalece no mostrar imágenes que sensibilicen.

En el caso de la tapa de Siete Días, bajo el título “La muerte de Perón: el homenaje de su pueblo”, se publicó una foto hecha por el fotógrafo Mario Paganetti, una doble página con Perón reposando en el cajón abierto: “Hay un impacto de la imagen, de lo que ves, del momento. La revista lanzó un suplemento entero dedicado al velorio”, explica Pesce, quien también tuvo su participación en doble página con una fotografía del féretro del General dejando el Congreso de la Nación escoltado por una caravana de oficiales. Ki Chul Bae, fotógrafo que en ese entonces trabajaba para la revista Gente, también fotografió al soldado Vassie. Sin embargo, dicha revista la publicó en su edición en un tamaño pequeño a diferencia del mismo retrato que hizo Pesce que se publicó en una página completa de Siete Días y que difiere en el ángulo de la toma: “Fue una secuencia. Yo venía corriendo al lado de la cureña donde estaba el féretro y veo al soldado llorando. La foto que hizo Bae puede ser en Vietnam, Camboya o donde sea, por yo tomé la decisión de juntar las dos cosas; la cureña y el soldado. Cuando me vieron sacar la foto al soldado había otros cincuenta fotógrafos y ellos también le tomaron la suya. Yo no soy el único autor, debe haber varias fotos, pero la mía es esa”, relata Pesce.

El martes 2 de julio de 1974 jóvenes, adultos, niñas y niños se comenzaron a concentrar en largas filas de las calles que rodeaban el Congreso de la Nación, algunos lograron ingresar al Salón Azul para despedir a Perón, otros se quedaron sin poder hacerlo. La lluvia no cesó, pero el pueblo resistió y la masiva convocatoria y despliegue ante el deceso de Perón fue única en su tipo. Pesce recuerda lo que su madre le contó sobre la cantidad de personas que había en el velatorio de Eva Perón y lo compara con el calibre del evento histórico que a él le tocó vivir: “Cuando me encuentro con el velorio de Perón se me vino a la mente el relato de mi mamá, lo que me contaba de chico de cómo fue la muerte de Evita”.

Pérez Fernández afirma que no se puede soslayar que toda persona que haya estado viva en esos días, desde niñeces en adelante, no tenga algún recuerdo de la muerte de Perón: “Fue un hecho que marcó absolutamente todo”.

«El recuerdo más vivo de esos días fue la emoción de la gente, muchas personas llorando -concluye Di Baia-. Nunca he visto que hicieran eso por ningún otro presidente, ni con Kirchner (que también fue impresionante por las colas que se formaron y el fervor). Perón realmente fue un mito. Hubo gente que todo lo que hizo fue por sus políticas, por lo que no es casual que 50 años después se lo siga recordando. Eso habla de lo que fue”.

 

Los últimos días del General

“Con gran dolor debo transmitir al pueblo el fallecimiento de un verdadero apóstol de la Paz y la no violencia”, comunicó Isabel Perón alrededor de las 14. El fallecimiento de Juan Domingo Perón era una posibilidad que se avecinaba y las agencias y los diversos medios, tanto nacionales como internacionales, lo sabían muy bien. Los fotorreporteros estaban a la espera de un deceso ya advertido por el estado anímico del Presidente: “A partir del 20 de junio ya había rumores permanentes de que estaba con una neumonía muy aguda”, recuerda Di Baia quién estuvo en el último viaje con él y agrega: “En Asunción hacía un frío terrible. Desde Paraguay ya sabíamos que venía mal. Se había enfermado y el último día de su estadía en el país ya estaba muy engripado. Luego del 12 de junio, cuando salió al balcón, ya no se lo vio más. Se sabía que estaba mal y que empeoraba cada día, hasta que el 1° de julio anunciaron que había muerto. Todo el proceso duró veinte días”.

El país estaba en luto y se decretaron tres días de duelo nacional. La situación obligó a los fotoperiodistas a cumplir con su trabajo y cubrir de lleno el hecho. “Este acontecimiento hizo que tenga que postergar la fiesta de mi casamiento”, expuso Paganetti en su cuenta de Instagram para referirse a la última foto que le tomó a Perón: “Prácticamente estuve dos días sin salir del Congreso Nacional mientras lo velaban. Pude hacer esa foto que, al día de hoy, me sigue impactando”.

A pesar de cumplir con su labor, el evento tocaba una fibra sensible en aquellos fotorreporteros, que se veían atravesados emocionalmente por su cercanía ideológica a Perón: “Como peronistas nos angustiaba, pero mi posición era la de fotógrafo”, recalca Pesce. Las incesantes lluvias que aclimataron el suceso también ponían en riesgo el prolongado desempeño de los fotoperiodistas durante esas fechas: “Me mandaron una semana antes a cubrir afuera del Congreso. Después en el velorio fueron cuatro días de lluvia en los cuales rogaba que no se me mojara la cámara porque si no perdía todo el trabajo hecho”.