Ajustes económicos y desajustes en salud

Ajustes económicos y desajustes en salud

En un país de 46 millones de habitantes sólo 20 millones cuentan con obra social, mientras tanto la medicina prepaga comienza a transformarse en una prestación de lujo. La jefa de gabinete del Ministerio de Salud, Sonia Tarragona, cuenta cómo se gestiona la salud y qué prestaciones no se verán modificadas tras el recorte de 10 millones por el mega ajuste implementado por Sergio Massa para cumplir las metas del FMI.

El 22 de agosto se anunció mediante el Boletín Oficial una modificación al Presupuesto General, lo que implicó una reducción de fondos disponibles destinados a educación, salud y para el programa Procrear. Sonia Tarragona, jefa de gabinete del Ministerio de Salud y licenciada en Economía de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), asegura que se trata de una reasignación de recursos y que es una acción necesaria frente a la falta de aprobación del presupuesto 2022. En un contexto de reestructuración presupuestaria, asegura que crece la necesidad de garantizar una cobertura integral de la salud de la población.

Cada año, el Poder Ejecutivo tiene tiempo hasta el 15 de septiembre para presentar el presupuesto del periodo siguiente, el cual es discutido en las Cámaras de Diputados y de Senadores. El 17 de diciembre de 2021, el presupuesto general de la Administración Pública Nacional para el periodo actual no fue aprobado en diputados, por una cantidad de 121 votos afirmativos, 132 negativos y 1 abstención. En junio, el Poder Ejecutivo prorrogó por decreto el presupuesto del año 2021 y lo actualizó con una pauta que prevé el 62% de inflación anual, que es casi el mismo porcentaje de actualización que corre para el aumento de los alquileres por un mismo periodo. El último Índice de Precios al Consumidor (IPC) publicado por el INDEC, indica que hasta agosto de este mismo año se tenía acumulado un 56,4% de inflación.

Mediante la Decisión Administrativa (D.A) 826/2022 se dispone una compensación de créditos presupuestarios y se modifica la partida de gastos en seis ministerios por un total de $210.000 millones, los cuales serán incrementados en el Tesoro para la asistencia en Servicios Económicos. En este contexto, el Ministerio de Salud se verá privado de $10.000 millones de pesos, de su presupuesto de $338 mil millones, los cuales serán retirados del programa de Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles e Inmunoprevenibles. Sin embargo, Tarragona aseguró que no se afectará directamente el programa, ya que la inversión en el mismo se realizó en 2021 y cubrió el período 2022.

A su vez, el Ministerio de Salud se encarga de los programas protegidos, los cuales cubren las necesidades de la población que accede a los servicios de salud públicos. Estos programas pueden ser utilizados tanto por personas que no cuentan con una obra social como por quienes sí. La Superintendencia de Servicios de Salud confirmó que en 2022 hay un total de 20.391.394 personas que son cubiertas por una obra social, en una población de 46.234.830 en el país, según estimaciones del INDEC. Un 66,22% de ellas accede a este servicio a través de un trabajo en relación de dependencia. Según la Ley 23.660, estas obras sociales deben cubrir todas las prestaciones del Programa Médico Obligatorio (PMO) y los medicamentos que esas prestaciones requieran. Por su parte, la Ley 26.682 establece que las entidades de medicina prepaga deben ser controladas por el Ministerio de Salud de la Nación, a través de la Superintendencia de Servicios de Salud y deben cubrir el PMO y la Ley de Prestaciones Básicas para personas con Discapacidad.

La preocupación en torno a la ausencia  de recursos o la falta de acceso a la salud fomentaron críticas al gobierno nacional. Sin embargo, en diálogo con ANCCOM Sonia Tarragona afirmó que esta reasignación no afectará a los Programas Protegidos y amplió sobre cómo se gestiona la salud en este contexto nacional.

¿Por qué se dieron recortes por parte del Ministerio de Economía?

Nosotros no tenemos presupuesto para 2022 debido a que la oposición no lo aprobó. Esto significa que el plan de gobierno, que es aquello que lo representa, no estuvo aprobado y se prorrogó el presupuesto 2021, incluyendo las líneas presupuestarias y los fondos que se corresponden con ese año. Sin embargo, en 2022 no se prevé llevar a cabo las mismas actividades que el año pasado.

¿Cómo podría ejemplificar esta situación?

El año pasado compramos aproximadamente mil respiradores y en 2022 no necesitamos comprarlos. Sin embargo, en el presupuesto prorrogado figura un monto para la compra de respiradores. A diferencia del 2021, este año compramos medicamentos oncológicos y para el Programa REMEDIAR. El año pasado no se realizó esa adquisición y el año que viene, 2023, tampoco se realizará, porque el Ministerio no necesita comprar todos los años las mismas cosas. De esta forma, no podemos decir que se trata de un recorte sino de modificaciones.

Entonces, ¿cuál sería el término correcto para hablar del recorte?

En 2021 se realizaron una gran cantidad de actividades o compras programadas y que en este año ya no son necesarias; esto pasó en el Ministerio de Salud y también en otros ministerios. Entonces, lo que se hizo fue reasignar esas partidas de compras ya ejecutadas a las necesidades del 2022.

¿Cómo altera la reasignación el plan de acción del Ministerio?

Son 10 mil millones de pesos en un presupuesto de casi 350 mil millones de pesos. Es bajo el porcentaje de reasignación y, de esta forma, no compromete ninguna de las metas que el Ministerio se propuso.

¿Qué programas no se verán afectados por la reasignación de recursos?

En el Ministerio de Salud están los Programas Protegidos desde el año 2002. Estos incluyen la vacunación, el SIDA,  las enfermedades de transmisión sexual y hepatitis C, la maternidad e infancia y el Programa REMEDIAR. Que estén protegidos quiere decir que ante reducciones en el presupuesto o cambios que sean necesarios, esos programas no se pueden ver afectados.

¿Qué es el plan REMEDIAR? 

Es un programa de distribución gratuita de medicamentos para el primer nivel de atención. Esto incluye todas las patologías que se atienden en las salas de primeros auxilios y los hospitales de primer nivel. Este programa está cumpliendo 20 años y actualmente atiende a 19 millones de personas, las cuales retiran medicamentos de los centros de atención primaria. Esto cubre entre el 85% y 90% de las causas de consulta en el primer nivel y está destinado principalmente a la población que no tiene cobertura, pero no es excluyente.

De cara a la población, ¿cómo se puede garantizar en este contexto económico el acceso a los medicamentos que la población necesita?

Si bien la responsabilidad de procurar el acceso a los medicamentos no es de la Nación, sino de las provincias, en los casos que estas no logran atender los problemas de salud de su población, el Ministerio de Salud complementa las acciones. Con respecto a los precios, lo que hicimos es acordar con la industria que no se sobrepasen con los aumentos, sino que estén alineados con la inflación y no por encima.

Cuando la comunicación es cooperativa

Cuando la comunicación es cooperativa

El periodista y docente Washington Uranga integra la cooperativa de comunicación Huvaiti, que brinda servicios a organizaciones de la economía popular. ¿Por qué hace falta comunicar profesionalmente en esos sectores? Las tensiones entre el trabajo y la militancia.

“Huvaiti es un proyecto integrado por personas preocupadas por las cuestiones sociales, la política, la comunicación y los derechos humanos, que decidieron organizarse con la convicción de la importancia del trabajo asociado y con el propósito de generar alternativas y propuestas para la comunidad, desde una perspectiva integral de derechos e intentando contribuir a la mejor calidad de vida”, dice la carta de presentación de la Cooperativa de Trabajo para la Comunicación y el Desarrollo de la Economía Social y la Cultura Popular, Huvaiti. En criollo, una cooperativa que lo que  produce son servicios de comunicación para la comunidad inserta en la economía popular.

En un pequeño local de la calle Moreno, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, está el almacén de “Alimentos Cooperativos”, que funciona como sede de encuentro para las y los trabajadores de la Cooperativa Huvaiti. Pero, ¿quiénes son las trabajadoras y trabajadores de Huvaiti?

“Somos un grupo de amigos -dijo Washington Uranga, presidente de la Cooperativa-. Nos encontramos algunos en la facultad, otros en la militancia, pero todos en la búsqueda de una propuesta de comunicación en la que nosotros y nosotras nos sintamos contentos y felices.Esto es algo que ni el mercado ni el Estado nos estaban ofreciendo. Te ofrecen trabajos profesionales que no terminan de satisfacer lo que nosotros tenemos en la cabeza y en el corazón respecto de lo que es la comunicación. De alguna manera lo que hicimos fue comenzar a fabricar una propuesta que nos representara. En principio hicimos cosas juntos y juntas y después decidimos de alguna manera institucionalizarlo. Pensamos diferentes formas organizativas y finalmente llegamos a la conclusión de que esto era una cooperativa de trabajo, porque lo que sumamos es eso, nuestro laburo. Después empezamos a imaginar proyectos. Imaginar proyectos significa poder aportar de la comunicación a un modelo de sociedad, a una propuesta política en términos amplios. Cuando digo una propuesta política intento que no se confunda estrictamente con una propuesta política partidaria, aunque todos tengamos posiciones partidarias. Pero una propuesta política tiene que ver con la vigencia plena de derechos, que me parece que es lo más político de todo. Construir espacios y sociedades donde la vigencia de derechos sea plena. Y pensar, nosotros comunicadores y comunicadoras, ¿qué hacemos desde ahí? ¿Cómo lo hacemos desde ahí?

Una pregunta bastante angustiante

Sí, y también ¿cómo lo hacemos en estas condiciones? Esa es una pregunta que te parte. Todos tenemos que vivir de algo, necesitamos generar ingresos. Normalmente estos espacios se convierten en espacios de militancia y la militancia no es rentada, por lo menos no la nuestra. En algún momento el proyecto Huvaiti tiene que caminar para que nosotras y nosotros podamos vivir de esto. Ni mañana, ni pasado probablemente. Pero sobre todo los y las más jóvenes, que mañana puedan hacer de esto un proyecto en el que puedan hacer confluir el sentido de su vida, la militancia y la profesión.

 Se piensa como dicotómicos y antagónicos el fin de lucro y la militancia. ¿Y para quién termina siendo accesible entonces la militancia? 

Exactamente, entonces nosotros y nosotras tuvimos que buscar ahí un modelo de gestión. Es decir, que la cooperativa tenga un desarrollo complejo que nos permita por un lado generar ingresos, pero al mismo tiempo, que esos ingresos sirvan para solventar por lo menos el trabajo de algunos y algunas, y que además podamos dedicar parte de estos a hacer prestaciones que sean gratuitas o casi gratuitas. Por ejemplo, Walter Isaias y Manual Barrientos están trabajando en un proyecto , para nosotros muy importante, con la Radio La Colifata. Para nosotros dentro del proyecto de Huvaiti es muy importante, estamos haciendo ahí un desarrollo que tiene que ver con las personas, pero también trabajando en una marca colectiva para La Colifata.

 ¿Cómo una marca?

Claro, ellos están comenzando a producir productos de la economía social. ¿Cómo se reconoce eso? Bueno, con una marca que se llame La Colifata. Pero eso también necesita estrategia de comunicación. Entonces, ¿es un proyecto de promoción humana? Sí. ¿Es un proyecto de derechos humanos? Sí. ¿Es un proyecto comercial? También. Y es un proyecto comunicacional. Huvaiti intenta ser un proyecto complejo de comunicación. Está Huvaiti la editorial, generamos estrategias de comunicación, desarrollamos la plataforma de comercialización de productos de la economía popular, ESAP se llama, y trabajamos un programa de radio que se llama “Mundo Hormiga”, que se produce una vez por semana y se distribuye por cuarenta y tantas emisoras comunitarias de todo el país. Entonces tenés una serie de cosas. Huvaiti es todo eso. Y todo eso con distintas miradas. 

 ¿De dónde sale Huvaiti ediciones?

 Decidimos abrir Huvaiti ediciones porque nosotros queremos debatir en el mundo de la política y en el mundo de la academia poniendo temas a circular. Queremos producir eso, temas para discutir.

 ¿Producir sentido?

Exactamente. Pero eso necesita sustentarse. Los libros los vendemos baratos porque tenemos que venderlos. Aunque consigamos algunos subsidios que nos permiten producir los libros, hay que seguir produciendo. Por ejemplo, acabamos de producir un libro que no se va a imprimir porque tiene 380 páginas y es imposible imprimir por el costo. Pero este habla de nuestra vocación latinoamericana, es un libro en alianza con la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Eso es gratis, gratis en el sentido que nosotros no cobramos nada, pero nos parece importante meter en nuestra colección también un libro de sentido latinoamericano. Entre otras cosas porque creemos profundamente que solo no se salva nadie y en que nosotros tenemos que pensar latinoamericanamente. 

Presentación del libro «Por una construcción colectiva. Comunicación para la organización y la economía comunitaria».

Es el proceso de ir balanceando esta estructura de la cual pueden depender económicamente y al mismo tiempo ir construyendo el sentido y el posicionamiento en el que creen

Claro, de la misma manera es nuestra alianza con Alimentos Cooperativos. Este tiene dos sentidos. El primero tiene que ver con nuestro compromiso con la economía social y la agricultura familiar. Y, en segunda instancia, tenemos un diagnóstico que nos dice que en general los compañeros y las compañeras de la economía social y la agricultura familiar no tienen  trabajo comunicacional, no tienen estrategia de comunicación que visibilicen su existencia y la de sus productos. Entonces dijimos: “Bueno, nosotros vamos a aportar ahí”. Pero hay que estar dentro de ese proceso, porque si estás afuera no se puede hacer. Entonces decidimos generar esta alianza con alimentos cooperativos para poner un almacén. Algunos amigos se ríen porque dicen: “Ustedes, académicos, terminaron de almaceneros”. Pero que el almacén sea de alguna prueba piloto de cómo se puede montar un almacén que te de visibilidad, en el que puedas incorporar sentidos, y que pongas a discutir otras cosas. Que además le podamos decir a otros y otras de la economía social “mirá, esto se puede hacer así y podemos hacerlo juntos y juntas y corrijamos entre todos y todas”. 

También eso te pone en la agenda en la cual vos queres participar en otras conversaciones, en otros momentos y experiencias. La combinación ciencia-territorio acá es muy interesante y ser comunicadores almaceneros es un poco también eso.

No se me había ocurrido, pero está bueno. De hecho, a nosotros nos fue llevando a otras cosas. Nosotros, como Huvaiti, estamos haciendo las redes de Alimentos Cooperativos, hacemos las redes de la Federación de Cooperativas Rurales de la Rioja y estamos conversando la posibilidad de hacer la comunicación de otras cooperativas o redes de cooperativas. 

Es parte un poco de pensar la comunicación como producto, ¿no?

Pensar la comunicación como producto y como proceso, la relación comunicación-territorio. Yo me apoyo mucho para pensar en el territorio en De Certeau. Él te dice “movilidad transitando”. El territorio no es un mapa, es básicamente relaciones, vincularidades. 

Lo hablaban en la presentación del último libro Por una construcción colectiva: pensar la comunicación como un producto más de la economía social, solidaria, popular y comunitaria.

Sí, esto es una tensión a veces, porque los compañeros no tienen en cuenta que esto tiene costo y que esto es nuestro trabajo. Y a veces debatís eso y les decís: “¿Sabes que yo laburo de esto?” Y te contestan: “Por qué no me tirás unas cuantas ideas de cómo hacer esto”. Sí, compa, yo te tiro un par de ideas, pero nosotros estamos laburando, así como vos producís las aceitunas yo genero productos comunicacionales, entonces por qué tus aceitunas valen y mis productos de comunicación no. Yo sé que es intangible y puede ser difícil de entender, pero es una discusión que hay que dar porque los compañeros y las compañeras no lo tienen en claro. Te dicen: “Vos que sabes hacer de esto…” Sí y a mí me gusta comer queso, y los quesos me los vendés. Nosotros nos planteamos como grupo, como cooperativa de interlocutores en lo comunicacional y en lo político. Yo trabajé y aspiro a seguir trabajando con el movimiento sindical, porque también soy de los convencidos, y los compañeros también, de que el movimiento sindical necesita mucho de la comunicación, tienen miradas muy estereotipadas.

¿En qué sentido?

Hay formatos que perdieron vigencia. El formato del puño cerrado en blanco y negro pudo haber tenido mucho valor en algun momento, y no digo que ahora no tenga nada de valor, pero hay que encontrar otra forma de comunicar el mundo sindical que además ahora está muy estereotipado. Vos tenés que luchar contra determinados sentidos construidos, sentidos que dicen que los dirigentes y las dirigentas sindicales son esto o lo otro. Y no, son muchas más cosas. Y eso es lo que no se ve, el sistema corporativo de medios transmite otra cosa, y eso es lo que hay que discutir. Pero a los primeros y primeras que hay que convencer de eso es a los compañeros y a las compañeras. Ellos son otros de los que te dicen: “¿No venís a darme una mano con un plenario? A explicar un poquito lo de la comunicación? Y sabés que yo laburo de esto. “¿Pero qué te cuesta?” Y sí me cuesta loco.

Claro, hay toda una trayectoria hecha

Y ni siquiera es por la trayectoria, es poner el cuerpo, y si yo estoy poniendo el cuerpo estoy laburando. Si vos le reconocés a tanta otra gente el laburo, ¿por qué no a nosotros? ¿por qué a un abogado le pagás y a nosotros no?

Los periodistas Jorge Vilas y Gisselle Teper, el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA Diego de Charras, y los miembros de Huvaiti, Whasington Uranga y Clarisa Veiga en la presentación del libro realizada en Almacén.

En la presentación y en el libro vos hablás del pensar latinoamericano y la democracia. 

Sí, por mi historia en general yo estoy muy atravesado por América Latina, cuando a mi me preguntan ciudadanía, yo digo latinoamericano. Soy de los convencidos de que este continente es indisociable. Nosotros no podemos dejar de pensarnos como unidad latinoamericana, y nuestro futuro depende de que nosotros y nosotras seamos capaces de pensarnos así. Y esto hay que construirlo y muy particularmente hay que construirlo desde Argentina. Y la otra, para mí la democracia tiene sentido en cuanto significa restitución y vigencia de derechos, sino es una farsa. Incluso puede llegar a ser una farsa participativa si no sirve efectivamente para mejorar la calidad de vida. Yo rescato mucho la cosmovisión andina del Buen Vivir o el Vivir Bien. Como dicen los colombianos ahora, a Vivir la Buena Vida, que no es vivir de joda, es la buena vida, es calidad de vida, felicidad, sentirse feliz con lo que hacemos. La democracia tiene que estar ligada a eso. Si no está ligado a eso es como una lucha sin sentido, como una carga permanente, y no puede ser una carga. Nosotros necesitamos construirnos con alegría, con satisfacción de lo que hacemos. Lo que intento decir cuando escribo es ese tipo de cosas. ¿Para qué comunicás? o ¿comunicar en qué sentido? Comunicar con sentido latinoamericano, comunicar con Buen Vivir. Porque si no, ¿la  democracia qué es? ¿Un voto? ¿Ir a votar? Es como demasiado poco. 

 El libro juega mucho con cuestiones más abstractas, más ensayísticas, pero también te encontrás con un un cuadro concreto de estrategias de comunicación en el medio. Esto también deja ver que se ponen en juego cuestiones materiales al hacer comunicacional, como por ejemplo que tus amigos te pidan que des un plenario gratis o que te pidan consejos de cómo gestionar un proyecto. 

¿Eso sabes por qué? Porque eso surge de nuestra propia práctica. Vos mirás y analizás lo que escribe Clarisa (Veiga), por ejemplo: lo que está haciendo es poniendo sobre la mesa su propia experiencia con Abuelas de Plaza de Mayo. En la que tuvo que traducir una cantidad de cuestiones que tienen que ver con salir de una idea, para traducirla en una propuesta que haga sentido en una sociedad donde muchas veces domina otra. Entonces, muchas veces eso significa producto, metodología, proceso. El texto de Manuel Barrrientos tiene un montón de cosas que son también estratégicas. Porque también eso lo tenemos que discutir, porque sino terminamos todos y todas haciendo Marketing Comunicacional. Yo ni siquiera estoy en contra del marketing, pero hay formas del marketing que no me cierran. Pero necesitamos construir metodologías.

 Decías en un momento ¨popularizar la comunicación corporativa”.

Si, va por ese lado. Encontrar que la comunicación popular tenga también un costado que responda a la sociedad de mercado en la que vivimos. Hay que poder responder a eso y hay que poder hacerlo desde nuestro lugar. No simplemente para acoplarnos o sumarnos, sino que para responder desde otro lugar. Fácil no es. Pero bueno hay que hacerlo. 

 ¿Pudiste trabajar un poco el sentido o desarmar un poco las ideas con respecto al intento de magnicidio de Cristina?

Los intercambios con los y las compañeras, con los y las colegas, son desazón, incertidumbre y angustia. Tiene que ver con la dificultad de construir escenarios de futuro. Me parece que lo más tensionante es eso. Pero, además, la dificultad de construirnos como sociedad en la diferencia. Si uno no piensa que las sociedades se construyen a partir de la diferencia, es muy difícil imaginar el futuro. Porque sería de alguna manera muy totalitario, todos y todas tienen que pensar igual. Y, además, porque el enriquecimiento en la sociedad se da en el principio de alteridad, el otro y la otra me enriquece desde su diferencia. Sería muy aburrido si todos seríamos iguales.

 ¿Seríamos algo si todos fuésemos iguales?

Por eso. Entonces no admitir la diferencia y además cargarle a eso violencia física, es de alguna manera un sentido de destrucción de lo social. Pero más allá del hecho particular,que es gravísimo y detestable, lo que hay es el contexto que genera eso. Y más allá de que algunos y algunas colegas están tratando de decir “ay nos están poniendo a nosotros como culpables”, es verdad que el sistema de medios cargó de sentidos a través de determinadas personas que habilitaron ese acto violento. No quiero decir que le hayan puesto la pistola en la mano ni mucho menos, pero sí creo que esa persona se sintió habilitada por un contexto, y eso es grave. Y por otra parte, creo que están faltando decisiones políticas para ponerle límite a eso. Porque esos discursos de odio están violando los derechos de todos nosotros.

 Vos hablabas de la comunicación y la democracia como restitución y vigencia de derechos, y en todo esto ¿qué es esta comunicación?

Yo diría también que la comunicación es un espacio de disputa simbólica por el poder. Es un espacio de lucha simbólica y está claro que quienes actúan como lo están haciendo, falseando, mintiendo, agrediendo, están dando una disputa simbólica y nosotros no nos podemos quedar callados y calladas. Pero para eso necesitamos también construir metodología, para eso también necesitamos valernos de herramientas. Y la otra es ¿cómo convertimos esto, que es una tragedia, en un hecho positivo que construya? Yo soy de los que piensa que esto necesita movilización social. Que no hay otra forma. Si no hay respuestas institucionales tiene que haber movilización social. Tiene que haber calle. 

 La construcción social es un alivio a la angustia

Si pero depende, yo soy muy prospectivista en esto.

 ¿En qué sentido?

Es una mirada que te permite construir sobre la base de escenarios futuros. Nosotros no podemos construir escenarios futuros que nos sirvan como horizonte. Y digo escenarios en plural, porque no es un escenario, pueden ser muchos. Pero necesito construirlos, si no tengo eso no camino. Y para poder construirlo necesito organización. No es lo mismo pero es esa idea que le atribuyen a Galeano, pero no es de Galeano, es de Fernando Birri, que habla sobre la utopía y dice: “¿Para qué sirve la utopía? Y bueno, para seguir caminando”. La idea de los prospectivistas es así: construir escenarios de futuro pero para poder actuar en el presente. 

 ¿Por qué el nombre Huvaiti? ¿Por qué “camino hacia el encuentro”?

Porque de alguna manera nos representa así, nos representa la idea de camino, la idea del encuentro. Es eso. No hay nada terminado, estamos caminando. Y el encuentro es eso, es comunicación, es diálogo, es construcción colectiva, es todo eso. 

«Es un compromiso rezarpado con la democracia»

«Es un compromiso rezarpado con la democracia»

Coprotagonista en «Argentina, 1985», Leyla Bechara traza un paralelo entre los jóvenes fiscales que acusaron a las juntas militares de la dictadura y el rol de su generación en la democracia actual.

Leyla Bechara, más conocida como “Becha”, tiene 26 años, es politóloga recibida en la UBA, streamer, creadora de contenido peronista, feminista, “progre” y, ahora, actriz en Argentina, 1985, la película dirigida por Santiago Mitre que llega a los cines el 29 de septiembre. El filme aborda el juicio a las Juntas Militares, momento histórico para nuestro país y ejemplo de justicia en el mundo. 

Antes de Argentina, 1985, Leyla Bechara no había actuado ni en una película ni en una obra de teatro. Entre risas, dice que espera que sea la última. “Lo hice por la anécdota y porque es una historia muy importante. Lo primero que me cerró fue la historia, lo segundo, el director. Me gustan mucho las películas de Santiago Mitre. Yo decidí estudiar en la Facultad de Ciencias Sociales por ver El estudiante, su película que habla sobre la militancia universitaria”. 

¿Cuál fue tu rol en la película?

 Formo parte del equipo de la fiscalía. La película está centrada en el rol de (Julio) Strassera que fue el fiscal del juicio a las juntas militares junto a (Luis Moreno) Moreno Ocampo. La historia cuenta cómo fue el armado de ese juicio. Strassera con Moreno Ocampo deciden ir a buscar a pibes que trabajaban en Tribunales y que no tenían carrera judicial porque eran los únicos que se iban a exponer a semejante juicio, no teniendo una carrera que perder, si salía mal. Arman ese equipo de fiscales, “los fiscalitos”, que son todos muy jóvenes. Algunos con ideas políticas, otros no, que solo lo hacían por las horas extra. Mi personaje se llama Isabel, es amiga de uno de los chicos de la fiscalía a quien él va a pedir ayuda porque no sabían por dónde arrancar a investigar. 

 ¿Cómo llegaste a Argentina, 1985

 Nunca actúe en mi vida, nunca hice teatro en mi vida. Jamás. El año pasado, en marzo, el día de mi cumpleaños, la directora de casting me mandó un mensaje por Instagram. Me dijo: “Hay un proyecto para el que me parece que podría ir bien tu perfil”. No me contó nada y yo dije; “Bueno, sí, ya fue; por la anécdota”. Hice el casting grabado desde mi casa, malísimo. A las semanas me llamaron de vuelta para hacer el casting presencial. Estaba muy nerviosa, explicándole a las pibas que nunca había actuado en mi vida, que nunca había estado en un casting. Hasta que tuve la respuesta, Santiago Mitre me empezó a seguir en Instagram y pensé “quizás quedé en la película”. En un momento, flashié estudiar teatro, pero no tenía tiempo porque tenía otro trabajo. Le dije a mis jefes: “Che, voy a actuar en una película con Darín, necesito los días de rodaje”. Fueron muchos días al final, terminamos viajando a Salta, fue una gran experiencia. Todo se dio simplemente porque la directora de casting me seguía en Instagram, vio mis videos y le pareció que tenía una chispa, algo de eso.

 

Sin indicación del director ni nadie, todos nos pusimos a leer el Nunca Más.

Leyla Bechara

 ¿Cómo fue la construcción del personaje?

 A nosotros nos mandaron el primer guion y, paralelamente, empezamos a tener ensayos para repasarlo entre todos y ahí conocí al resto del elenco. Todos más o menos de la misma edad y muy conscientes de la historia que estábamos a punto de contar. Automáticamente, sin indicaciones del director ni de nadie de la producción, nos pusimos a leer el Nunca más. En el juicio el Nunca más fue un puntapié para el armado, fue la base fundamental. Paralelamente, la producción nos organizó varios meets con los verdaderos ayudantes de la fiscalía que hay algunos que todavía siguen vivos y fue muy emocionante. Nos encontramos con gente que nos contó cómo fue vivir el juicio desde su juventud, tenían 20 o 25 años y eran muy poco conscientes de lo que estaban viviendo. Era todo voluntad, mucha ignorancia frente a lo que se enfrentaban, no entendían qué era lo que estaban haciendo y lo importante que era. Eso lo trasladamos al grupo de actores. Es un compromiso rezarpado con la democracia. Lo único que nos importa es que la van a ver otros pibes en las escuelas y van a conocer la historia. 

 Siendo politóloga, ¿cómo viste la reconstrucción que se hizo de los hechos?

 La película es una ficción basada en hechos reales, pero hay muchas partes que son ficcionalizadas. Las partes del juicio son lo más fieles posible, los testimonios, sobre todo. Además, es algo que en la tele todo el mundo vio, las audiencias las pasaban por la radio y la gente las escuchaba. La reconstrucción no es de la historia con mayúsculas, creo que lo que hace la peli es invitarte a pararte en algún lado. Es una película que le habla a todo el mundo, no importa dónde estés parado políticamente y lo que creas particularmente de ese momento histórico. Te interpela. Creo que es una historia que cuenta lo que le estaba pasando a la sociedad en ese momento, las contradicciones, las convicciones de algunos, la complicidad, la cobardía de otros. Eso me parece que es bastante justo pensando en el momento terrible que estamos viviendo y, sobre todo, porque es una forma de contar cómo fue la recuperación de la democracia, que nos interpela a todos. Es una invitación a reflexionar lo costoso que fue reconstruirla y lo costoso que es defenderla.

A casi un mes del intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner, ¿te parece que una película que enfatiza en la importancia de la democracia, puede incidir en la opinión pública?

Es una película que está buenísima para los jóvenes, sobre todo. Hay personajes clave de la historia que son jóvenes y demuestran valentía todo el tiempo y es una valentía bastante ignorante en algún punto, no consciente. Yo creo que eso toca una fibra para quien está viendo la peli. Lo débil que estaba la democracia y la exacerbación de la violencia me parece que es una interpelación a pensar, a darle la vuelta a este momento histórico. Es una invitación permanente a decir: “Si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie”. Nadie va a cuidar más la democracia que nosotros. Esa es la democracia que estamos heredando. Si las Madres, las Abuelas y toda esa gente hizo que ese juicio existiera, hoy tenemos que defenderlo. Y defenderlo es hacernos parte del compromiso democrático que inició en 1983 y que bajo ningún punto de vista podemos volver a poner en crisis.

¿Cómo ves a tu generación en términos de politización?

Como hija de la democracia, nuestra generación está politizada, cree que podemos cambiar las cosas. Eso me parece que es valioso, el problema que tenemos es que quien está respondiendo a esa voluntad es la ultra derecha. Le está diciendo a los pibes que por ahí se va a resolver, que sean radicales en términos de la violencia, que sean antidemocráticos, que sean fascistas. Quizás ellos estén desarrollando una estrategia mucho más efectiva, por eso el peligro. Me parece que el problema está en el descreimiento de la democracia como forma de resolver esas diferencias de a dónde tiene que ir la patria El hecho de no creer en la democracia, en las instituciones, en las dirigencias es el problema mayor. En el 2001 la gente quería que se vayan todos y creo que hoy todo el mundo se siente capaz de hacer las cosas mejor en algún punto. Yo no sé si hoy hay indiferencia política, creo que hay una politización muy zarpada de todos de decir “me quiero comprometer con los asuntos públicos de la nación, quiero que la patria sea grande de nuevo”. 

«Acá también pasan cosas buenas»

«Acá también pasan cosas buenas»

Percy Big Bang obtuvo el premio Discos Cardinales por su obra «Quid a Me» y cantará esta semana en la Usina del Arte. Cómo es y qué significa ser un artista villero.

Percy Big Bang (Mauro Ponce) es un artista de rap nacido y criado en la Villa 21-24. Con 19 años, lanzó su primer álbum conceptual en Youtube titulado QUID A ME, donde retrata en primera persona sus vivencias en el barrio durante la pandemia. El álbum ganó el concurso “Discos Cardinales» y este 25 de septiembre va a  presentarlo en la Usina del Arte. Sus palabras sincronizadas entre barras son un altavoz frente a la injusticia que atraviesan los sectores vulnerables.

Desde la esquina de Iriarte y Luna comenzamos una caminata a través de pasillos zigzagueantes hasta llegar al pasaje Lavardén, en el centro de la villa. Un mural con la imagen de su mejor amigo Nahuel indica que ya estamos en su casa. Mauro terminó la secundaria el año pasado. Vive junto a su madre, dos hermanas, una hermanastra con discapacidad y su padrastro. El apoyo de su familia, dice, fue fundamental para iniciar su camino como artista.

¿Cómo fue tu inicio en la música?

A los siete años empecé con poesías cortas, me gustaba escribir sobre lo que sentía. Dos años después me subí por primera vez a un escenario y me sentí muy cómodo. Mi hermana me hizo escuchar “La bella y la bestia” del rapero español Porta, me llamó mucho la atención como rapeaba, tenía mucha letra y siempre rescataba algo nuevo. Eso me motivó a escribir canciones y a los 14 años saqué mi primer tema. Me representa mucho el concepto de hermandad, unión y la idea de transmitir un mensaje que tiene el hip hop. Hay que aprovechar el arte como herramienta de transformación y creo que el rap es eso. Si sabes rapear, llamas la atención y si además decís algo con letra llegas más todavía.

 

¿ Hay espacios para la creación musical dentro del barrio?

Mis  primeros pasos fueron en Orilleres, ahí me motivaron a subir a los escenarios y a perder la vergüenza. Ese fue mi primer contacto con la música. Hacia el año 2016 vi un cartel en Casa Cambalache que decía taller de rap y ahí encontré pibes a los que les gustaba lo mismo. Empecé a compartir con gente que curtía la misma y formamos Villeros Criú. Hoy somos cinco integrantes junto con El Cáceres, BaccoLoco, BeatBlunt y Ezel. También conocimos a Danger Crew, que era otro taller oculto en el barrio. Nos unimos en el colectivo BajoMundo Family, una crew grande de artistas de Villa 21-24 y Zavaleta. Estamos todos pateando para la misma, siempre fuimos sapo de otro pozo en el barrio y con el tiempo terminamos formando una gran familia. 

¿Cómo es ser un artista villero?

Te lleva a ser la voz del barrio, a contar que acá pasan cosas buenas también. Desde afuera sólo te dicen que está lleno de delincuentes pero no es así. Somos una verdadera vecindad, nos ayudamos entre todos. Yo camino por Palermo y veo que los vecinos ni se conocen, acá nos conocemos todos. Hay movimientos culturales, artistas y gente que hace mucho por el barrio pero eso no es noticia. También implica demostrar que no es que vas a la villa y apenas entras te comés un tiro. Hay muchos pibes y pibas con ganas de buscar otros caminos. Busco que el arte sea una puerta a cosas nuevas, que cambie mentes. Que los guachos sepan que tienen el hombro de artistas que están en la misma y que todo es en grupo. La onda es siempre expandir horizontalmente y no subirse solo.

Mauro pasó rápidamente de tirar freestyle y organizar batallas con amigos en plazas a componer canciones con un fuerte contenido social. Las problemáticas que aborda en su álbum  tiene puntos de contacto con el artista boquense Trueno, quien ocupa un lugar destacado en el “mainstream” de la música urbana. Sus letras hablan sobre la desigualdad social, las injusticias y la violencia policial que viven los jóvenes de barrios vulnerables.

 En los últimos años ocurrieron casos significativos de gatillo fácil en el barrio como los casos de Cristian Toledo (25), Nahuel Acosta (18), el asesinato de Kevin (9) y del jugador de Barracas Central Lucas Gonzáles (17).

En poco tiempo su música traspasó, primero a través de redes sociales y luego en plataformas como Youtube y Spotify, las barreras del barrio. Tuvo presentaciones en el festival Ciudad Emergente, Centro Cultural Recoleta, Niceto Bar y en la Casa de la Cultura de Barracas. 

 ¿Qué experiencias te marcaron en lo personal?

En el 2019 la policía mató de un tiro a mi mejor amigo, Nahuel Acosta. Fue un caso de gatillo fácil. Veo que muchos pibes se acostumbran y eso no tiene que pasar, es algo fuera de lo normal que estamos normalizando. Esa secuencia me marcó mucho y me dió mucha fuerza para seguir adelante. Sé que desde arriba él está haciendo todo para que yo salga, saque canciones y se me den oportunidades. Por eso, junto a otro artista del barrio, El Big Punta de Zavaleta, hicimos “Anti giles”, trata sobre Kevin que era un pibito menor de edad que quedó en medio de un tiroteo entre transas, donde la policía dejó la zona liberada. Una bala pérdida lo mató y eso nos dio mucha bronca. El tema también está dedicado a todos los pibes del barrio víctimas del gatillo fácil.

  ¿Cómo ve la gente del barrio a las fuerzas de seguridad?

Hay muchas situaciones que se viven por culpa de la policía, por la represión o porque hacen abuso de poder. A veces agarran a un pibe que no tiene nada que ver, sólo por cómo está vestido o terminan cometiendo errores muy graves como con el pibe de Barracas Central. Es violento que se paren ahí en la esquina con un arma como diciendo acá estoy yo y tengo más poder que ustedes. A veces están ubicados en lugares donde no pasa nada y te rompen las pelotas por fumar un porro en la plaza. Eso genera bronca, por eso hacemos temas para que nos escuchen y decirles que está todo mal con los pibes.

 ¿Sentiste discriminación por ser un artista villero?

Te subestiman diciendo que sos un pibe de barrio y que vas a venir a cantar cumbia. Al final terminan escuchando sobre una realidad que ellos no ven ni escuchan y terminan sorprendidos. Al ser uno genuino e ir como villero siempre terminan bajando un cambio al escuchar nuestra música. Con LWLO, qué es artista y mi manager, hicimos el tema “Wacho pistola” que habla de la discriminación y de las etiquetas que te pone la gente. Cuando vamos como Villeros Criú te miran raro como diciendo qué harán estos. Mostramos la identidad de lo que somos, de cómo vivimos y sentimos. Ser villero en nuestra forma de vivir, nacimos acá y eso no nos hace ser más ni menos que nadie.

 ¿Cómo surgió la idea de hacer un álbum conceptual?

Cuándo empezó la pandemia me puse a escribir más intenso, pasaron los meses y armé todo el proyecto del disco. Ahí conocí a LWLO y juntos hicimos un tema mientras yo seguía trabajando en mi proyecto. Ella me ayudó a conseguir todo lo necesario para producir y grabar. Juntos creamos QUID A ME, un álbum de 16 canciones con todos los videos conectados entre sí. El concepto trata de lo que fue empezar de cero en la pandemia, de conocer el interior profundo de uno. El titulo es un juego de palabras que se refiere a cuidar lo que uno tiene, es la idea de un agujero negro en el pecho que absorbe todo lo que la gente y la vida te transmite. Así nació Percy, que es un apodo de pibe, todo eso que fui absorbiendo en mi pecho y que explotó en un Big Bang se convirtió en mi apellido artístico.

 

Una de las frases que más resuena en el álbum dice “si lo que quiero es comida, mantener a la familia, vivir de esta vida de una manera digna”, una declaración de principios del artista como portavoz del día a día de los sectores vulnerables. El debut musical de Percy Big Bang generó ruido en el ambiente de la música emergente y lo llevó a ganar el concurso “Discos Cardinales». Gracias a este premio, este domingo 25 de septiembre a las 18.30 hs va a estar presentando el álbum junto a su banda en la Usina del Arte, en Agustín R. Caffarena 1, La Boca. Será el primer artista de rap de la Villa 21-24 en presentarse en ese escenario.

«Votar con la boca»

«Votar con la boca»

La antropóloga Patricia Aguirre publicó «Devorando el planeta», un libro en el que advierte las implicancias ambientales del sistema de producción alimenticio.

“La pregunta principal no es solo si podemos cambiar; es si estamos a tiempo”. Esto afirma Patricia Aguirre, doctora en Antropología por la Universidad de Buenos Aires, e investigadora y docente en la Universidad Nacional de Lanús, que acaba de publicar  Devorando del planeta. Cambiar la alimentación para cambiar el mundo (Capital Intelectual). En esta obra, la autora alerta sobre nuestros hábitos alimenticios y la gravedad que nuestras prácticas y consumos generan en el ambiente.

 

¿Cuál sería la diferencia entre alimentarse y comer?

Alimentarse se alimentan también los animales. Ingieren energía y micronutrientes para las actividades de su vida y su reproducción. Pero comer es algo privativo del ser humano. En la comida humana hay tanto nutrientes como sentidos. El comer humano siempre es comer con otros. La palabra misma, “comer”, implica al otro como sujeto. Nosotros no comemos solo lo comestible: comemos un montón de otras cosas que no son tan comestibles, como la comida chatarra ultra procesada, que su función no es nutricional. Comer es un acto social, que une indisolublemente los nutrientes de los alimentos, pero también los sentidos que le da la cultura. Si un alimento no está recubierto por un universo de sentido, entonces el alimento simplemente no se produce, no se distribuye, no cae en tu plato para que te lo comas.

 

¿Qué te llevó a escribir Devorando el planeta? ¿Qué querías resaltar con esta obra?

Mis otros libros son más académicos. Devorando el planeta está pensado para gente curiosa, que tenga un interés sobre el tema, pero que no tenga una posición tomada, o que no tenga una práctica académica. Está escrito de una manera mucho más liviana, un lenguaje más coloquial. Me interesa que lo lea un chico de secundaria y que lo entienda, y que de alguna manera abramos un poco los ojos. A veces siento que en el tema de salud, alimentación y ambiente, los problemas son tan grandes que su resolución parece imposible. Yo no quiero terminar con este tema pesimista de “el clima va a cambiar, todos nos vamos a extinguir, y esperemos que la próxima especie hegemónica en el planeta lo haga mejor”. No me parece que sea bueno, yo creo que hay otro camino. Hay un buen camino y podemos salir de esta crisis mejor parados, con un mundo más limpio, con una mejor alimentación y con una mejor calidad de vida para todos.

 

Decís que hay otro camino. ¿Sería diferente a cuál?

Al camino de concentración del capital, de concentración de la riqueza, y de concentración de la mugre y la enfermedad. Este camino no va más. Este modelo no va más. Ya no hay donde esconderse. Aunque las élites te digan: “Bueno a mí no me va a tocar”, el clima cambia para todos. Respiras el mismo aire, tomás la misma agua, el dolor del otro se te mete adentro. Podemos hacer otra cosa: hoy hay una enorme cantidad de alternativas. Devorando.. es una contribución a que la gente sepa que existen estas alternativas de resilvestrización y de producción alimentaria limpia. Ya no hay que inventar nada, hay que hacer. Hay enorme cantidad de alternativas, uno tiene que localizar aquella que puede ser más útil y con la que se sienta más cómodo y seguirla, sumarse.

¿Un buen paso para empezar este camino implicaría un cambio en las políticas públicas?

Sí y no. Necesitamos instituciones que regulen, que sean representativas de las políticas democráticas. Existen justamente para eso: para proteger a los ciudadanos, reflejar sus intereses, solucionar sus problemas colectivamente. Es importante que las instituciones del Estado trabajen en favor de una alimentación saludable, sostenible y soberana. Pero por otro lado también necesitamos de la acción individual; la práctica cotidiana es imprescindible. No vamos a esperar a las políticas públicas. No vamos a esperar a que los políticos terminen de pelearse. Hay que votar con la boca esta noche, con la cena. Ya.

 

Teniendo en cuenta la sociedad en la que vivimos y su estructura, ¿es posible emprender este camino?

Claramente. Se puede votar con la boca: una economía más pensada, más racional; pensada en términos de sustentabilidad, de acceso, ética y salubridad es posible, aún con bajos ingresos. Pero lo que me parece que es la pregunta principal no es solo si podemos cambiar. Claro que podemos, hay métodos y alternativas; existen, solo hay que buscarlos. Mi pregunta es si estamos a tiempo: los informes de los biólogos, de los meteorólogos, de la gente que trabaja en las ciencias duras con los modelos matemáticos, todos manifiestan que se han pasado las capacidades auto depuradoras del planeta Tierra. Se presenta un panorama muy sombrío de mitigación de los resultados, cuando lo que yo quiero es incidir en sus causas. Hay que hacer ambas cosas: incidir en las causas y cortar muchas de estas fuentes de contaminación para entonces mitigar sus resultados. Más que conservar quiero desarrollar nuevas prácticas para tener una nueva forma de vida, y por supuesto, una nueva forma de comer. Y creo que antes de que el mercado termine de convertir el mundo en un shopping para pocos tenemos que producir nuestra comida con sustentabilidad, distribuirla con equidad y consumirla en comensalidad.

 

«Cuando no te tratan como semejante, uno desarrolla resistencia»

«Cuando no te tratan como semejante, uno desarrolla resistencia»

Luis Pescetti lleva vendidos más de dos millones y medio de libros para niños en toda hispanoamérica. Acaba de publicar «Cómo era ser pequeño explicado a los grandes», donde equipara las infancias con las migraciones.

Luis Pescetti lleva publicados más de treinta libros entre novelas y relatos, y lleva vendidos más de 2.500.000 de ejemplares en toda hispanoamérica. Además, cuenta con trece discos, y siete audiovisuales. Recorrió teatros de Estados Unidos, España, Colombia, Chile, Brasil, Perú, Uruguay y Cuba. En México y Argentina, también participó en programas de radio y televisión durante años.  

Recientemente publicó Cómo era ser pequeño explicado a los grandes (Siglo XXI), una propuesta para mirar la vida desde las infancias que llegan como extranjeros, revalorizando la empatía como una guía para comunicarnos. El artista recorre sus pensamientos y experiencias, poemas y textos para que las personas adultas podamos acompañar a niñas y niños en los años donde miran sin referencias, ya que lo hacen por primera vez.

Con el silencio de antesala a cada respuesta y eligiendo cuidadosamente las palabras, el músico y escritor reflexiona  sobre su última obra: “Quise hacer como un mago sin mangas; de aquí nacen estas ideas, mis propios recuerdos”.

¿Cómo nace el libro?

Yo había tomado el compromiso de escribir un libro sobre emociones e infancias para Siglo XXI. Cuando empecé a escribir fue saliendo en esa nube, en ese magma, la metáfora del niño como inmigrante. En realidad no es una metáfora para explicar a los chicos, sino para que el adulto haga clic. Si lográs una representación del otro bien eficaz, la comunicación es más fluida, rápida y menos violenta. Entonces empecé a escribir por ahí, aun cuando era un ensayo. Venía leyendo El Mal de Escuela, ya admiraba mucho el estilo de ensayo de Daniel Pennac; es un libro en donde -como dice el título-, pone a la escuela como parte del mal -el problema-, no al estudiante. Otro es El hombre desplazado de (Tzvetan) Todorov donde cuenta el traslado desde Bulgaria hacia Francia y Estados Unidos. Y después Fuera de Lugar, de Edward Said. Son todos ensayos de una profunda reflexión sobre los temas que los copan que nacen de sus propias vidas, sus infancias. Me parecía la manera más alta y generosa de la reflexión, casi como una parábola. Entonces quise ensayar hacer eso mismo.

¿Y la metáfora del inmigrante?

Junto con eso yo venía leyendo, por gusto, la biografía que hizo Robert Graves de Lawrence de Arabia. Cuenta la intervención donde están los árabes contra los turcos, aparentemente a favor de los árabes. Pero después los dejaron afuera, charlaron Inglaterra y Francia, y ellos después les contaron la decisión. En toda esa mirada paternalista de los conquistadores hacia los árabes, vi  que había similitud. Después leí a Toni Morrison,  que habla de la esclavitud y también hay similitudes, semejanzas, más allá de la metáfora. Estando en un lugar de poder, siempre tendemos a tratar al otro tutelándolo. Entonces me di cuenta que entre niños, inmigrantes, desplazados y tercera edad había una semejanza. No disponen del tiempo. No disponen plenamente de su persona ni de las decisiones sobre su persona.

¿Cómo fuiste profundizando la idea?

Yo vengo de una familia de inmigrantes. Por otra parte, a los 18 años me vine a vivir a Buenos Aires y a los 29-30 me fui a México. Es algo muy presente la mirada desplazada que tenés cuando no sos del lugar. Tengo clarísima la sensación de, por un lado, estar en una gobernación o en Migraciones esperando que me entreguen los documentos. Por otro lado, los veo en todas sus singularidades dentro de una cultura. Es una mirada mezclada de inferioridad operativa y superioridad observativa. Es un poco lo que les pasa a los chicos y adolescentes en la escuela, están sujetos a que tienen que estudiar esto y nos miran teniendo opiniones superiores. Me di cuenta que era muy eficaz. Cada vez que yo decía: “Acordate cuando eras chico”, nadie se acuerda. Pero una manera muy potente y muy activa de la vocación es decir: “Imaginate que hoy sos inmigrante”. Te da la sensación de cómo se siente un niño, inválido, siente que te dicen: “No toquen los botones” y está ávido de hacerlo, de ser autónomo y a la vez no sabe qué es ser autónomo y qué implica ser autónomo.

¿Cómo pensás esa relación entre la infancia y la adultez?

No están cerradas, siempre dialogan. El otro día yo decía que voy a hacer un libro que se llame Ni aquí ni ahora porque nunca estamos en un punto de percepción del mundo que es aquí y ahora; toda tu historia no se borra para dejar lugar a que ese instante impacte, sin que le anden cuchicheando los viejos del pueblo. Cada instante impacta, dialoga o cae en el molde de otro recuerdo. A la vez, yo lo veía como una ética. La forma de tratar al pequeño es una forma de vida, es una responsabilidad. No puedes disponer del otro, sí desde un lugar de oficio como el cirujano o el piloto de un avión. En todo lo que excede al campo de oficio, seguís siendo un semejante. Lo que muestra el libro es que, cuando vos pequeño te sentís tratado como semejante, vos pequeño sos más eficaz en el mundo y, además, sos más copartícipe con quién te convoca a hacer algo. Cuando no te tratan como semejante, uno desarrolla resistencia. Entonces, por un lado hay un diálogo entre infancias y pequeños, pero por sobre todo una ética y una regla de oro de la eficacia.

Parte de esa ética y uno de los ejes que aparece es el de la mirada, ¿por qué?

Me viene un verso de Miguel Hernández: “Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,

que son dos hormigueros solitarios…” Lo normal es que vayamos construyendo nuestra identidad junto con cómo miramos a los demás, cómo logramos que nos miren, cómo interactuamos, nos peleamos y modelamos con la mirada del otro. Nos vamos a otro lugar, emigramos, porque ya no toleramos cómo nos miran. El niño es el más vulnerable a estar sujeto a cómo lo miran los demás. A mí me duele mucho cuando el niño cree que es el que está equivocado y se porta mal por impotencia, bronca, cuando en realidad está en un sistema que está planteando algo que está mal. Entonces el chico no sabe que es el sistema y confirma que está mal, la mirada que tiene sobre sí mismo es un crimen del sistema.

¿Cuál es la importancia de llenar de historias la casa?

Tenemos que tener historias para hacer visibles, para sentirnos sólidos. Tenemos historias, tenemos que contarlas. No podemos criar a los chicos como espectadores de historias que ocurren afuera porque estás criando inmigrantes. Cuando dejamos que otro haga una representación o una versión de nuestra historia, estamos en una situación de inferioridad porque somos los relatados por otro. Tenemos que ser los titulares de nuestro propio relato y esa es la importancia de la cultura. Los jóvenes que miran las noticias sobre Elon Musk twitteando, van a querer emigrar a ese lugar donde ocurren los hechos como cuando viajas a Nueva York y esperas ver el subtitulaje abajo de tus pies. Esa es la razón para invertir en cultura, para coincidir en tiempo, cuerpo y alma con tu presente.

¿Hay temas que se pueden hablar y otros no?

Una etapa por etapa, pero dicho así suena a viejo choto que dice: “No consumas etapas” y no es la idea. Hay un show buenísimo de John Leguizamo en Netflix. El tipo dice que hasta que vos no te ves reflejado afuera, sos invisible. Los chicos a lo largo de toda la niñez tienen que tener obras de teatro, películas y cuentos que los representen en esa experiencia. Si las obras de teatro, las canciones y las películas dan grandes saltos, hay años y años… Si todo fuera como son las franjas de edades de las plataformas 0 plus, hasta 7 años, hasta 13 años, estamos complicadísimos. Cada etapa tiene lo suyo, si no te vas sintiendo invisible en las cosas que te pasan. La libertad no solo va con la responsabilidad, en este punto va también con la identidad. No es que no sos libre de ver Stranger Things a los 9 años, no está bueno que estés consumiendo ese material a los 9 años porque está muy lejos de representar las cosas que te pasan a vos, de lo que sos capaz de asimilar, de que te queme la cabeza. Y, dicho metafóricamente, a la cabeza también le pasa que, si comes picante primero, la manzana después no va a tener sabor.

¿Cuáles historias contar?

Cualquiera. Los niños no esperan tipo Netflix, una historia donde corre peligro nuestra vida. Esperan que la contemos con ganas, le dediquemos un tiempo, estemos ahí contándolas porque si no somos como los periodistas que ponen a Elon Musk. ¿Por qué no contás lo que hace el INVAP o que se vendió un satélite o construyó una central nuclear? ¿Cuáles son nuestros relatos que nos hacen sentir sólidos? Estamos desde el gallinero mirando a Elon Musk escribir en Twitter. Por eso hay que contar historias, tenemos una épica también y hay que reconocerla y transmitirla. Los estadounidenses supieron hacer su propia Constitución, la supieron hacer y la supieron narrar. Yo tengo hijos chicos, un día para dormir, uno dijo: “Voy a contar un lío”. Ese fue el inicio de noches y noches contando líos en la pandemia. Nadie tiene ni tantos líos ni tantos recuerdos, pero ese es el valor de las propias historias, imaginate cuando eso falta, ¿qué falta? No lo digo para responder, sino para que quede el hueco de esa pregunta, ¿qué falta cuando eso falta? ¿Con qué se llena? Con la narrativa de otros. Hay una frase de uno de los versos de Martí que dice “¿qué es lo que falta que la aventura falta?”, que narres tu propia aventura.