El campamento de los despedidos

El campamento de los despedidos

Ubicada justo en frente al Congreso, la carpa montada por los trabajadores despedidos del Hospital Posadas, del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), del Yacimiento Carbonífero de Río Turbio y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) unifica la lucha por los despidos en el Estado. “Si viene alguien del Gobierno será bienvenido”, dice Pablo, Minero de Río Turbio.

Segundo día de la carpa en el Congreso con trabjadores del INTI, Posadas, Río Turbio.

La puesta en pie de la carpa simboliza la unión de todos los despedidos que hubo en el Estado este último tiempo. Los trabajadores sostienen que cada situación en particular es parte del mismo plan de recorte presupuestario y achique del Estado.

El Yacimiento Carbonífero de Río Turbio está ubicado en Santa Cruz, cuenta con tres mil trabajadores y dos pueblos viven exclusivamente de su producción.  Desde el gobierno sostienen que la mina no da ganancias, que es ineficiente. Desde enero hasta hoy son más de 500 mineros los que perdieron su trabajo. “Es muy duro mantenerse sin un ingreso, ahora vivo con ahorros y con eso me solvento los gastos de la comida. Además tengo que pagar un montón de cosas que pensaba a futuro”, cuenta Pablo, que se enteró por las noticias de su despido cuando disfrutaba de sus últimos días de vacaciones.

La carpa estará instalada hasta el viernes 13 de abril. “Sí al trabajo, no al ajuste” es el lema de lucha que la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) trata de difundir. Se realizarán distintas charlas con diversos paneles sobre las diversas situaciones conflictivas que atraviesa el país. El jueves a las 17, además, se debatirá sobre la “reforma del Estado”, con distintos trabajadores que estén en conflicto laboral.

“A los 258 nos despidieron por tener algún nivel de participación sindical”, afirma Cecilia, trabajadora del INTI, quien trabajaba en el programa de Tecnología Industrial para la Agricultura Familiar: seis de las siete personas que lo integraban están despedidas. El séptimo tiene licencia por enfermedad prolongada, es decir, que el programa se extinguió.

Los pañuelos verdes, que representan la lucha por la legalización del aborto, se hicieron ver en el público.

“El presidente del INTI, Javier Ibáñez, puso como ejemplo a nuestro programa como uno de los que se superponía, según él, con otros organismos como Desarrollo Social y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) porque nuestro tema era la agricultura familiar”, expone Cecilia. Ella cuenta que el objetivo del programa era “desarrollar tecnológicamente la agricultura familiar, no es lo mismo que hace el INTA, ellos trabajan con la producción primaria, nosotros vamos más allá. Es un trabajo que se complementa, hay convenios firmados en conjunto”.

Los motivos que Ibáñez da por los despidos son la “conflictividad”, ausencias injustificadas y por ser familiares de otras personas del INTI. Sin embargo, “todos los telegramas son sin causa”, afirma Cecilia.

“Como un gesto de buena voluntad para negociar levantamos las medidas de fuerza, como nos habían pedido, y hace un mes nos vienen boludeando. Nos pidieron un montón de gestos, que se los dimos y no nos dieron ninguna respuesta seria”, concluye.

En el Hospital Posadas, los despidos alcanzan a más de 700 trabajadores. Si bien el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, sostiene que los despidos se deben a “modalidades contractuales irregulares” Cintia, una enfermera despedida en diciembre que trabajó 13 años en el hospital, sostiene: “Estuvimos trece años firmando contratos irregulares, el Estado es irregular”.

Cecilia, trabajadora del INTI.

En junio serán más los despedidos del Posadas. “En algunos casos se alargó la fecha del contrato hasta junio. Sin embargo, algunos trabajadores que firmaron por todo el 2018 también los van a despedir en junio: les robaron seis meses de contrato sin ningún tipo de justificación”, cuenta Cintia.

Sobre su cuello lleva el pañuelo verde que representa la lucha por la legalización del aborto que encabeza hace más de diez años la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “Cualquier mujer que se realice un aborto tiene mucho miedo de recurrir a un hospital, porque no solo te vas a sentir agredida, sino por el riesgo de terminar encarcelada muchos años. Ninguna mujer que sufre un aborto va como primera medida al hospital, lo usa en última instancia y es por eso que terminan muriendo. Es terrible que no se tome como una cuestión pública”, enfatiza Cintia.

La carpa estará frente al Congreso hasta el viernes 13 de abril. Tiene como objetivo visibilizar y unificar los despidos que hay en el Estado. “Pasa bastante gente, es bueno. Algunos políticos también se acercaron”, aseguran los organizadores.

Cooperativismo a la carta

Cooperativismo a la carta

La firma OJA (Organización Jorge Andino) era la propietaria de seis restaurantes porteños y una distribuidora que abastecía a cada local. Corría el año 2012, y el grupo marchaba bien. Los nombres de los locales gastronómicos eran Los Chanchitos, Alé Alé, Mangiata, Don Battaglia, La Soleada y La Zaranda. Sus empleados cumplían con un régimen particular: rotaban de local en local. Un día se enteraron que La Zaranda había cerrado definitivamente: 40 empleados quedaban en la calle. Algo andaba mal.

Fue entonces que los trabajadores de Alé Alé, ubicado originalmente en Villa Crespo, iniciaron un viaje de ida: decidieron pedir ayuda a la cooperativa del Hotel Bauen para ver qué se podía hacer. El grupo OJA estaba en convocatoria de acreedores, se debían alquileres, había contratos vencidos, deudas enormes a proveedores, aguinaldos impagos. Los dueños se habían esfumado y nadie les daba una respuesta. A principios de enero de 2013, comenzó la autogestión en Alé Alé. Un mes más tarde, se sumaron los otros cuatro locales que quedaban abiertos. Cinco historias particulares con el mismo desenlace: la recuperación de puestos de trabajo por parte de los empleados.

Rosendo, mozo de la Cooperativa Battaglia, lleva platos con comida en el restaurante.

Rosendo, mozo y estudiante del Bachillerato Popular que funciona en la Cooperativa Battaglia.

Toda la carne a la parrilla

Tras resistir cuatro intentos de desalojo, los trabajadores de Alé Alé firmaron un acuerdo que les permitió permanecer hasta mediados de 2014 en su local original, situado en Estado de Israel 4503. Luego, como el edificio ya estaba vendido, aterrizaron en su nuevo espacio ubicado en Cabrera 4260, Palermo. Antonio Giammateo es cajero en Alé Alé y vivió de cerca toda la experiencia: “Nunca imaginé que el local podía terminar quebrado. Trabajábamos a cuatro manos, terminaba destruido los fines de semana, entraba plata a más no poder. Pero la corrupción es más fuerte”. El grupo económico que gerenciaba el restaurante estaba gestando el vaciamiento; por ejemplo creó una distribuidora para vender la mercadería remarcando los valores al 21% y llevándose aproximadamente el 30% de la recaudación total.

Los trabajadores decidieron, entonces, ocuparse de su destino. “El local estaba vacío, con deudas, sin mercadería, sin vajilla, pero teníamos lo más importante: 40 personas dispuestas a trabajar”, recuerda Antonio. A pesar del acoso policial y la constante amenaza de la patronal, decidieron abrir y atender a la clientela. Y a partir de ese momento, trabajaron sin respiro.

Hoy, Alé Alé está pasando un gran momento. Recientemente habilitaron un nuevo sector destinado a la venta de cerveza artesanal. Inaugurado a principios de enero, la propuesta resulta un gran atractivo para aquellos que van en busca de picar algo y por qué no, aprovechar la hermosa terraza si el clima acompaña.

Restaurante Alé Alé, comida para servirse y gente sentada en mesas detrás.

Restaurante Cooperativa Alé Alé recuperado por sus trabajadores.

Battaglia es otro los restaurantes cooperativos recuperados. Rosendo Saucedo tiene 43 años y comenzó a trabajar ahí en noviembre de 2005. Es socio fundador de la cooperativa que funciona en Avenida Raúl Scalabrini Ortíz 802, también en Villa Crespo. Recuerda que “en el año 2011 ya los sueldos se empezaron a atrasar, nos demoraban mucho los pagos, fue allí que algunos compañeros empezaron a manifestarse haciendo paro.” Para fines de 2012 se corría el rumor de que se venía todo abajo.

La gente de BAUEN y FACTA (Federación Argentina de Trabajo Autogestionada) puso sus abogados a disposición. Sostiene Saucedo: “Gracias a ellos nos armamos de valor, el sábado 9 de febrero de 2013 tomamos el local y FACTA nos ayudó a que se consolide como una cooperativa, a que podamos tener la matrícula. En agosto recién pudimos alquilar el local. Tuvimos que negociar mucho porque no teníamos garantías, y nos tuvimos que hacer cargo de las deudas”.

Al hablar del presente, a Rosendo se lo nota movilizado: “Por suerte la cooperativa siguió funcionando y hoy nos autogestionamos; todo funciona muy bien”, expresa. Battaglia es además una de las sedes del Bachi Crespo, un bachillerato popular para quienes quieren terminar el secundario. El proyecto empezó a funcionar en 2011 en el Club Atlanta y este año Battaglia se sumó a la propuesta, ofreciendo este beneficio a sus trabajadores.

Fachada de la Cooperativa Bataglia

En la Cooperativa Bataglia, además del restaurante, también funciona un bachillerato popular.

En Avenida Ángel Gallardo 1008, en tanto, funciona Mangiata, cooperativa integrada por 34 empleados. Roberto Montero es presidente y mozo del restaurante. Más allá de las características del proceso de quiebra, Montero hace hincapié en los cambios en su estilo de vida: “Yo venía a mi trabajo, cumplía mi horario y estaba tranquilo. Ahora vivo pendiente de 34 familias atrás que tengo que mantener, cuando yo solo tendría que preocuparme por llevar el pan a mi casa, y que el patrón responda a mis necesidades que son sencillas: cobrar lo que me corresponde.”

Roberto es enfático al señalar los motivos que le generan esa presión: “La situación es complicada por la sencilla razón de que la gente sale menos y tiene menos plata en los bolsillos”. De todas formas, no pierde el optimismo al afirmar que los acompaña una “clientela de fierro”.

Frente al Parque Centenario y a cuatro cuadras de Mangiata, en Avenida Ángel Gallardo 601, funciona Los Chanchitos. Este bodegón, que también tiene su sector de rotisería, nació como cooperativa el 25 de abril de 2013. El camino seguido en este caso es muy similar al del resto. Sus trabajadores lograron constituirse legalmente y, con orgullo, sostienen que del inicio a la fecha han asociado a cuatro compañeros nuevos.

Un trabajadora de la cooperativa Alé Alé pasándole un plato de comida a un compañero.

Los restaurantes La Mangiata, Los Chanchitos y La Soleada siguieron la experiencia autogestiva iniciada por Alé Alé.

El norte (cooperativo ) también existe

En el barrio de Belgrano, más precisamente sobre Avenida Monroe al 1800, se encuentra La Soleada. «El 2012 fue un año de muchos problemas para nosotros: el restaurante venía mal, no nos pagaban; desde aquel febrero nos autogestionamos, nos involucramos con FACTA y nos dimos cuenta que el cooperativismo era una vía importante para devolvernos la dignidad y mantener los puestos de trabajo», afirma el presidente de la cooperativa, Carmelo Milone. A lo cual agrega que «si los dueños no podían, entonces teníamos que hacernos cargo nosotros». No buscaban apropiarse de nada sino defender sus puestos de trabajo. Carmelo destaca que a pesar de ser un año muy duro «hubo aumento de salario, no perdimos ningún puesto y seguimos trabajando muy bien. Con todo lo que soportamos, no vamos a bajar los brazos ahora.”

Cinco historias que demuestran que los trabajadores pueden. Transformaron una situación de inestabilidad y abandono patronal en fortaleza, para convertirse en  dueños y hacedores de su propio destino.

El fin del Fines

El fin del Fines

Otro golpe a la educación pública. A falta de tres días para comenzar las clases, con 40 inscriptos, los profesores y alumnos del colegio Héroes de Malvinas, ubicado en el barrio La Carbonilla, se enteraron de que la sede había sido cerrada. El establecimiento funcionaba desde hace seis años bajo el Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FINES) llegado al barrio por iniciativa de los propios vecinos y de la Asociación Civil Late Paternal. De esa escuela egresaron, en ese lapso, 300 alumnos mayores de 18 años. “No esperábamos el cierre, pero tampoco nos sorprendió. Es una postal de época”, dijo Gabriel Salomón presidente de Late Paternal.

De las 60 instituciones adheridas al Plan FINES en la Ciudad, ya son trece las sedes que han cerrado sus puertas en los barrios de La Paternal, Lugano, Boedo, Villa Soldati, Pompeya y San Telmo, afectando el trabajo de 80 docentes y la continuidad de los estudios de 500 alumnos. La situación se repite en el territorio bonaerense, con más de 50 escuelas rurales cerradas por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires. Todo esto se suma al desmantelamiento de las políticas de integración social, implementadas por el gobierno anterior, como el Plan PROGRESAR y Conectar Igualdad que han disminuido notoriamente su alcance.

profesores y estudiantes del plan fines reunidos en reclamo por su cierre.

Trece instituciones adheridas al Plan FINES fueron cerradas en distintos barrios de la Ciudad.

La Carbonilla es un barrio que desde hace unos treinta años se emplazó donde antes funcionaba la distribución del carbón, dentro de La Paternal. Se encuentra a la vera de las vías del ferrocarril San Martín, y está organizada con una junta vecinal que cuenta con tres delegados electos, uno por cada sector. Los vecinos, junto con las organizaciones sociales y políticas lograron la normalización del barrio, la luminaria y el agua. “Antes no existíamos para nadie, ni para el Gobierno nacional, ni para el provincial o municipal. Tampoco figuraba en los mapas interactivos”, contó Salomón. Actualmente viven alrededor de 2.000 familias que hasta el año pasado contaban con un lugar propio donde recibir educación pública, gratuita e inclusiva. En Héroes de Malvinas, no sólo estudiaban niños, sino también adultos; hoy sólo funciona el nivel primario. Funciona en un edificio muy precario, donado por una vecina. La escuela se viste con tres mesas plegables y cuatro bancas largas, de madera, comprados por los habitantes del barrio. “Administrativamente funciona como una sucursal de una escuela secundaria, pero en la práctica es una escuela con la misma carga horaria y materias de cualquier Centro Educativo de Nivel Secundario (CENS) de la Ciudad de Buenos Aires, solo que no tenemos la estructura edilicia. Las materias se cursan de forma cuatrimestral, se obtiene un título oficial de perito mercantil con especialización en administración de empresas después de estudiar los tres años”, explicó Walter Onoratto, director, referente pedagógico y profesor de Historia de una de las trece sedes del FINES, que el gobierno porteño intenta cerrar.

En esta institución funcionaba un programa de alfabetización, terminalidad de primaria y secundaria. “Hay vecinos no solo de La Carbonilla sino también de La Paternal y otros barrios, que han cursado toda la escolaridad acá. Tenemos cuatro o cinco casos de personas que están cursando el CBC o están en los primeros años de una carrera universitaria. Así que el nivel de daño que se le hace a estas personas con el cierre, es muy grande”, afirmó Salomón.

Federico Campos tiene 27 años, dejó la escuela a los 17 tras repetir el último año de secundaria. Con mucho esfuerzo, después de una ardua jornada laboral como taxista, asistió todos los días a la escuela Héroes. «Vi un cartel en el barrio La Paternal y me decidí. Terminar la escuela era una cuenta pendiente para mí. Soy padre de familia, tengo una nena y en otro tipo de institución se me complicaba estudiar por una cuestión de horarios. El plan FINES te permitía acomodar los horarios, llegar un poco más tarde o si faltabas los compañeros te pasaban la tarea para ponerte al corriente, en ese sentido me sentí más contenido que en cualquier otra institución. Por eso cuando supe del cierre sentí tristeza y frustración, porque así como yo estoy terminando hay muchos en mi misma situación o mucho peor y no van a poder contar con esta herramienta», dijo. Empezó hace tres años y medio y hoy le queda una materia para recibirse. Federico Planea continuar con su formación académica por lo cual se ha inscripto en el programa UBA XXI (CBC a distancia) para hacer Ciencias Políticas.

imagen de un cartel sobre una pared que dice "escuela primaria, escuela secundaria para adultos - plan fines". en la foto se ve la puerta de la sede y un perro

Desde el Gobierno de la Ciudad, la primera excusa para cerrar la secundaria fue que Nación no mandaba el dinero para sostener la escuela.

Por ahora, la única batalla que ganaron en la lucha contra el cierre de Héroes de Malvinas es que aquellos que adeudan unas pocas materias puedan rendirlas para finalizar el secundario y obtener el título. Pero aquellos que estaban en primero o segundo año, por el momento, han quedado a la deriva con expectativas de ser reubicados. “Desde la Dirección de Adultos del Ministerio de Educación, la primera excusa que nos dieron para cerrar la secundaria fue que Nación no les mandaba el dinero para sostener la escuela, pero la realidad es que no ponen ni las tizas para el pizarrón”, detalló Salomón indignado. Los docentes van a concurso pero solo toman horas, no gozan de aguinaldo ni vacaciones, es decir que cuando termina la cursada en diciembre no cobran hasta el comienzo del nuevo cuatrimestre. “Estamos precarizados pero seguimos enseñando por amor a la profesión”, manifestó Onoratto. “No sabemos cuál es el criterio que utilizaron para definir qué escuelas permanecerán abiertas y cuáles cerradas. En las cercanías hay una sola sede, a unas 10 o 15 cuadras, pero el título que ofrecen es en otra especialidad y tienen un horario limitado de 10 a 14 que resulta inaccesible para la gente que viene después de trabajar y que tienen además una familia que atender”, evaluó Salomón.

Onoratto explicó que el Plan FINES significó mucho para el barrio porque además de brindarle educación a los jóvenes permitió la unión entre el barrio La Paternal y La Carbonilla, que por cuestiones sociales y de prejuicios estaban desvinculados. “Siento mucha tristeza, porque tuvimos que hacer todo de la nada. Con ayuda de la gente, de la sociedad civil, los vecinos y profesores pusimos el cuerpo. Es una angustia tremenda, tantos años de trabajo y todavía no sabemos qué va a suceder”, confesó el director, a punto de quebrarse.

Gladys Noemí Contreras, es de la zona sur de Buenos Aires y cursó los tres años de secundaria en esta escuela. En el 2015 comenzó sus estudios en Héroes de Malvinas, porque había conseguido un trabajo cerca. Al año siguiente perdió ese empleo, pero continuó en la escuela. Trabajaba de día y de noche asistía al curso, a veces con lluvia, también con frío. Contó que comía en el colectivo para llegar a tiempo a las clases. «El Plan FINES me vino bien porque entrar a los 50 años a la secundaria común me daba resquemor. Pero acá había chicos de todas las edades, mucho compañerismo. Creo que me ayudó un montón, estoy más desenvuelta». Con respecto al cese del FINES planteó que le dio lástima porque se le cerrarían las puertas a personas como ella, que tienen problemas con los horarios laborales para asistir a otras instituciones.

Para Onoratto, el Plan FINES permite una cercanía con los estudiantes, que la frialdad de las escuelas regulares lo dificulta. “Uno se entera de los problemas que tienen los alumnos, de lo que les cuesta venir a estudiar, e intenta incentivarlos. Pero para la gran mayoría de la población de la Ciudad de Buenos Aires el Plan FINES es una mala palabra, está mal visto. Sólo lo ven bien quienes conocen el proyecto, los profesores que trabajan ahí y quienes han podido estudiar gracias a él. Esto se lo debemos a pseudo periodistas que han basado una campaña electoral defenestrando el Plan, diciendo que era un título express y que los profesores no son profesores. Pero no es así, hay que estudiar tres años para recibirse, los profesores deben concursar para dar clases, como en cualquier otra escuela”, explicó.

La gran mayoría de los profesores de Héroes de Malvinas fueron reubicados en otras sedes del Plan FINES. Pero los alumnos son los que se ven más afectados porque es más difícil reubicarlos en otras sedes que cuenten con el mismo plan de estudios, para que no tengan que empezar de cero. “Además se estaría rompiendo con un ambiente familiar en el que están tranquilos y se sienten cómodos. Hay muchas cosas que pasan por la cabeza de las personas mayores cuando retoman sus estudios, tienen miedo que los carguen, que los molesten, se sienten disminuidos. La misma sociedad nos inculca que si tenés 40 o 50 años y estas estudiando para terminar la secundaria es porque no hiciste las cosas bien. Y no es así, les pudieron pasar mil cosas en la vida, cada uno tiene sus razones. Si su tiempo de estudiar es ahora, hay que ayudarlos a que se puedan graduar”, concluyó.

imagen de 5 miembros en la puerta del centro comunitario "Irene Bellocchio" con un cartel que dice "no al cierre del plan fines".

El Plan FINES, además de brindar educación a los jóvenes del barrion permitió la unión de los barrios La Paternal y La Carbonilla.

Alejandro Pérez es profesor de Biología y Educación para la Salud, comenzó a trabajar en el FINES de la escuela Héroes de Malvinas en el segundo cuatrimestre del 2017, por inquietud personal y búsqueda de nuevas fuentes de trabajo. Tiene una doble visión de la educación para adultos debido a que es profesor en escuelas regulares diurnas y nocturnas. “Si bien el plan FINES corre en paralelo con las escuelas regulares, las segundas apuntan a otro público que no pudo terminar a tiempo la secundaria, mientras que el FINES es para personas más grandes. Empezó como un plan para ayudar a terminar el secundario a los jóvenes, pero luego se abrió la posibilidad de dictarlo no solo en escuelas, sino también en sociedades barriales, de fomento, instituciones religiosas y organismos públicos nacionales y municipales que le brindó una oportunidad de estudiar y progresar en sus carreras profesionales a los sectores populares”, explicó Pérez. “Los chicos que van a las escuelas nocturnas son cada vez más jóvenes -agregó-. Cuando yo arranqué a dar clases tenía 26 años y mis alumnos la misma edad, ahora que tengo más del doble los chicos tienen 16 y 18 años. Por otro lado, en los colegios diurnos se da el fenómeno de la sobreedad. Hoy nos encontramos con chicos de la edad de cuarto o quinto año en primero”.  

La principal diferencia que encuentra Alejandro entre la escuela regular y el FINES es que los alumnos quieren ser alumnos. “Uno llega y los encuentra con las carpetas abiertas y lapicera en mano. La actitud de querer aprender, eso lo valoro mucho, sobre todo en esta sede. La gente viene de trabajar tanto del barrio como de las afueras, con un pasado y presente complejo, problemas de salud o de adicciones, vienen, se sientan y quieren escuchar e insertarse en la sociedad, mientras que muchos de los alumnos de la escuela regular están atados a la celumanía y a la dependencia tecnológica. Con la gente grande hay vivencias en común por más que no tengamos la misma edad, hay un ida y vuelta en el aprendizaje”.

Camila Valsano es del barrio La Paternal, tiene 22 años y dejó la escuela cuando estaba en quinto año de secundaria porque empezó a trabajar. Comenzó el plan FINES en 2015 para terminar sus estudios, pero quedó embarazada y volvió a dejar. Hoy se encuentra dando las últimas materias para recibirse y proyecta una carrera en educación especial. «Me sorprendió la noticia y me dolió porque sé el esfuerzo que hicieron para abrir esto, lo viví desde adentro y puedo decir que el ambiente que se generaba era muy lindo, tanto con mis compañeros como con los profesores. El vínculo entre profesor y alumno que tuve en este lugar, no lo tuve en ninguna otra escuela. La motivación que te daban para que rindas, para que no bajes los brazos. Por eso no quiero que esto se cierre. Conozco muchos chicos que tenían la intención de inscribirse y ahora no van a poder hacerlo. Les están sacando la posibilidad de que terminen sus estudios, les están quitando ese derecho».

imagen de una mesa dentro de la sede. hay una cartel que dice "no al cierre del plan fines de la paternal".

El cierre del Plan Fines implica sacarle una herramienta más a los sectores populares y más vulnerables.

Juan Carrizo es otro de los ejemplos que enorgullece a los profesores, directivos y a sus propios compañeros. Cumplió 26 años y egresó del FINES hace un año y medio. El año pasado finalizó el CBC de Abogacía y actualmente cursa las primeras materias de la carrera. «El plan FINES llegó a mi vida en un contexto bastante particular. Había sufrido un accidente bastante difícil que me dejó en silla de ruedas y un día me dije tengo que hacer algo para estar más activo. En un local a dos cuadras de mi casa vi un cartel que anunciaba la apertura de las inscripciones y me decidí. Fueron dos años y medio de trabajo que dieron sus frutos. El Plan FINES me abrió muchas puertas, si bien las bases del secundario que tenía no eran malas, no llegaba al conocimiento que necesita una persona como ciudadano y creo que el FINES fue una herramienta de inserción social y académica. No hay nada más lindo que sentirse parte», confesó Juan, quien también lamenta el cierre del plan debido a que muchos jóvenes con sus mismas inquietudes y necesidades van a quedar varados. «Es una herramienta que se les saca una vez más a los sectores populares y más vulnerables. Espero que den marcha atrás con el cierre, que entiendan que acá hay gente que estudia y otra que trabaja, de forma precarizada y hacen todo a pulmón», agregó.

Pérez como el resto de los profesores se enteró del cierre vía correo electrónico, tres días antes de empezar las clases. Las medidas que se tomaron fueron abrir los contactos de los docentes que se quedaron sin trabajo al resto de las sedes del plan FINES, para que puedan ser reubicados, pero no se abrieron nuevas sedes. “En mi caso tuve la suerte de que quedó una vacante en otra sede, similar a la de La Carbonilla, en una sociedad de fomento del Barrio 15, llamada El Elefante Blanco. Sin embargo, quienes se vieron más perjudicados son aquellos docentes que se volcaron exclusivamente a la educación en el plan FINES, porque yo soy profesor de escuelas regulares diurnas y nocturnas. Y el alumnado no sabe a dónde ir ahora. Lamentablemente se está empujando a la gente al desestimulo de terminar el secundario. Mi temor es que los cambios que está implementando el Gobierno, como el cierre del plan FINES, llegue a un punto sin retorno”, concluyó.  

“El feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos”

“El feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos”

Si bien en Argentina son la mitad de la población, su tasa de empleo sigue siendo más baja que la de los varones: 43,1% contra 66,3%. La Ley N° 25674, del año 2002, conocida como de “Cupo Sindical Femenino”, busca garantizar la presencia de mujeres en cargos electivos, como mínimo un 30%, y su participación en las comisiones negociadoras. Pero según un análisis reciente de organismos estatales, no hay mujeres en las comisiones directivas y solamente conducen el 18% de las secretarías, subsecretarías o prosecretarías, y de éstas el 74% serían de Igualdad, Género o Servicios Sociales de las organizaciones gremiales. El panorama es peor en la propia CGT –la única central con la que el Gobierno se sienta a discutir–, donde las mujeres representan apenas un 8%.

El último informe nacional sobre la situación de la mujer en el mundo del trabajo muestra una brecha salarial del 23,5% con los varones, que asciende a un 35% en el caso de las personas asalariadas no registradas. A esto hay que sumar el tiempo y las tareas dedicadas al hogar, no remunerados, que para las mujeres en Argentina son, en promedio, tres horas diarias más que la de los hombres. ANCCOM dialogó con Anna Jonquel, del gremio de canillitas, quien mantiene esta doble lucha tanto por sus condiciones laborales como por sus derechos de género en un rubro históricamente masculino.

Mujer amamantando a su hijo durante un manifestación.

Las asociaciones sindicales no cumplen con la Ley de Cupo Sindical Femenino que busca garantizar la presencia de mujeres en cargos electivos y su participación en las comisiones negociadoras.

Anna es universitaria, militante desde 2011 y canillita desde 2014. Hoy, junto con su cooperativa (fundada en 2001), se movilizará dentro de la Corriente Federal de los Trabajadores. “Uno de los aspectos que desarrollamos es transformar las relaciones laborales. Tenemos que trabajar de manera cooperativa ya que entendemos que es la forma de trabajo de toda actividad canillita y ámbitos de la vida”, explica.

Rememora la lucha de los canillitas luego del retorno de la democracia: “Cobramos un porcentaje de tapa. Como nos pasó a todos en el 2001, el trabajo fue flexibilizado. Nosotros pasamos del 40%, al 32% y, aunque parezca mentira, todavía aún hoy no lo pudimos recuperar”.

Anna subraya la influencia del Grupo Clarín y lo sucedido con Papel Prensa en la última dictadura cívico-militar: “Viene concentrando toda la actividad gráfica y de la comunicación y, claramente, luchar por un mayor porcentaje en estas condiciones hace que sea cada vez más complicado. Como cualquier empresa, quiere aumentar las ganancias, por lo que afectar las fuentes de trabajo es un método viable para ellos”, dice y resalta la importancia de organizarse en momentos coyunturales complejos para no sólo resistir, sino avanzar.

los brazos de una mujer tirando de una soga.

La lucha del rubro canillita por un porcentaje de tapa se dificulta por la concentración de la actividad gráfica y de la comunicación que tiene el Grupo Clarín.

Disiente con quienes ven en la tecnología la principal amenaza, sostiene que el problema central es el avasallamiento de Clarín y los puntos de venta: “Algo que no pudimos evitar fue que se vendan diarios en estaciones de servicio, farmacias y supermercados. Eso a nosotros nos mata porque perdemos clientes”. A pesar de esto, gracias a la lucha en CABA Y Gran Buenos Aires pudieron frenar la distribución de diarios por correo que quería hacer Clarín por suscripción.

El desempleo en otras áreas, según Anna, repercute en la actividad de los canillitas: “Una de las grandes dificultades que estamos teniendo ahora es que hay muchos barrios fabriles y `gracias´ al ajuste, todos los compañeros canillitas están cerrando. ¿Para qué van abrir si los trabajadores que antes pasaban por la zona a comprar el diario o la revista para el nene ya no van? El diario es uno de los consumos que se recortan”. Y denuncia que aumentar el precio del diario no es la solución, porque se pierden clientes. “Nosotros no tenemos convenio colectivo, así que no nos queda otra que salir a pelear por el porcentaje. Muchas de las distribuidoras quebraron y las compraron. La historia de AGR no está muy lejos de esto. ¿Qué es lo que sucede? Mediante los caminos de distribución, Clarín concentra y elige”.

una mujer tapandose el rostro con un pañuelo en el contexto de una movilización.

No hay un cupo de igualdad dentro del rubro de canillitas porque, al ser de herencia familiar, por lo general, son los hombres quienes toman el negocio.

Son aproximadamente 5 mil canillitas en Capital y Conurbano. Dentro de la cooperativa de Anna se organizan para hacer un recorrido semanal en donde salen hablar con sus otros compañeros. “La idea es organizar para ponerle un freno a esto. No te puedo decir ya la cantidad de compañeros que quedaron sin trabajo”, cuenta con tristeza.

En su cooperativa, solo el 8% son mujeres. “Al ser un rubro familiar que se va heredando, por lo general es el hombre el que toma el rol del negocio pero siempre con su compañera presente. Nosotros en la organización hablamos mucho, y concebimos que el feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos todos. Entendemos que no tenemos un cupo de igualdad pero en este momento nuestro eje está puesto en no dar un paso atrás. La comisión directiva puede dar decisiones orgánicas pero nosotros planteamos una centralidad dentro de la cooperativa. Todos realizamos un trabajo minucioso. La idea es construir herramientas políticas para que todos tengamos herramientas de discusión”.

mujer tapandose el rostro con una mascara y lleva colgada como una capa la bandera argentina

La movilización del 8M es fundamental para continuar deconstruyendo el machismo presente en las prácticas culturales, incluyendo la lengua.

Anna agrega que la cooperativa tiene una “pata territorial-barrial” y plantea que esos son los puntos que se deben ganar recordando las grandes huelgas del país. “Cuando vamos al barrio a bancar la olla o los abusos policiales, nos parece más que importante llevar adelante los bachilleratos populares ya que son batallas de ideas. Ahí nos damos cuenta que la presencia la tienen los hombres, porque son las compañeras mujeres las que se quedan al cuidado de los chicos, la casa y la comida. Intentamos romper justamente con eso, pero desde una manera que no vaya al choque. No podemos entrar en su casa, en su ámbito privado e imponer. La idea es compartir material y debate para la deconstrucción de todos y todas”.

Para Anna la movilización del 8M es más que fundamental para continuar deconstruyendo el machismo presente en las prácticas culturales, incluyendo la lengua. “Es lógico que reaccionemos primero con todo lo que vivimos. Nosotras vivimos doblemente la explotación como mujeres en estos contextos. Lo que vivimos para decidir parar… por favor. Y la verdad es que sin el aval de la CGT no es una batalla ganada”, resalta e insiste en que el cupo femenino no es estratégico, sino que hay que transformar los sindicatos: “Ya no podemos seguir hablando de una democracia representativa, sino una democracia participativa”, concluye.

 

Moyano: “no sigan aplicando políticas que hambrean a la parte más sensible de la sociedad”

Moyano: “no sigan aplicando políticas que hambrean a la parte más sensible de la sociedad”

Una multitud que, para los organizadores, rozó las 400 mil personas, le dio forma ayer al acto convocado inicialmente por el Sindicato de Camioneros, al que se sumaron otras organizaciones sindicales de la CGT y las dos CTA y movimientos sociales, en contra de la política económica del gobierno nacional. Con el escenario en las avenidas 9 de julio y Belgrano, mirando al sur, el líder histórico del Sindicato Camioneros, Hugo Moyano, tomó la palabra a las 15.15. “Dicen que vienen a respaldar los problemas legales que yo tengo. No estoy implicando en ningún tema de corrupción, por ahora. Pero les quiero aclarar lo siguiente, si tuviera un problema tengo las suficientes pelotas para defenderme yo solo”, enfatizó al comienzo de su discurso.

 Moyano remarcó que  “el objetivo es decirle al gobierno que no siga llevando adelante políticas que hambrean a la parte más sensible  de nuestra sociedad, a nuestros queridos jubilados, los han engañado con la reparación histórica”. Sobre la política económica opinó que es para perjudicar a los que menos tienen, a los trabajadores, a los más pobres, a los jubilados. “La responsabilidad que nosotros tenemos es defender a todos esos sectores de la sociedad”. Finalizó su discurso sin mencionar la reforma laboral ni las paritarias del 2018.

Facundo Moyano, diputado de UNA, acompañó a su padre y habló con ANNCOM. “El gobierno va a intentar desprestigiar y descalificar a los dirigentes sindicales, es la única que les queda. Pero la masividad del acto es la respuesta a todo eso que pretende el gobierno”. Sobre la alianza sindical que tiene el gobierno con algunos gremios, el diputado dijo: “Llamativamente son los mismos que estaban alineados con el gobierno anterior, esperemos que eso no le sea suficiente al gobierno para implementar un ajuste”.

El secretario general de Suteba, Roberto Baradel, también estuvo en el acto. En medio de la negociación salarial con la provincia de Buenos Aires afirmó que la multitud que se movilizó ayer le da sostén y confianza a la hora de negociar el salario docente. “Unidos y con los trabajadores en la calle somos invencibles”, arengó. Sobre el comienzo de clases dijo que la preocupación de los docentes es comenzar las clases el 5 de marzo y le exigió al gobierno que dé muestras de querer arrancar el 5.

Los oradores previos al principal convocante del acto fueron Juan Carlos Schmidt, triunviro de la CGT y dirigente de Dragado y Balizamiento; Sergio Palazzo, secretario general de la Asociación Bancaria; Pablo Micheli, secretario general de la CTA Autónoma; Esteban Castro, secretario general de CTEP y Hugo Yasky, secretario general de la CTA y diputado.

Durante sus discursos llamaron a la unidad de la clase obrera, criticaron las políticas económicas del gobierno, incentivaron al paro internacional de mujeres para el 8 de marzo y reprobaron el manejo salarial de los trabajadores estatales. “Los compañeros del Estado que acá en Buenos Aires les ponen el revolver del despido en la cabeza para obligarlos a aceptar a el 12 por ciento. Lo que pide cada despedido es poder trabajar con dignidad”, manifestó Yasky.

El bloque de diputados de Unidad Ciudadana salió a las 13 desde el Congreso. La diputada Gabriela Cerruti opinó que Moyano y Cristina Kirchner tuvieron diferentes momentos en las construcciones políticas y que hay que hacer alianzas estratégicas porque el límite hoy es el macrismo.

Si bien desde el gobierno de la Ciudad habían anunciado que la policía tenía órdenes de actuar en caso de que se dañe el espacio público, la desconcentración fue tranquila, sin necesidad de la intervención policial. Al finalizar el acto sonaron «Ji Ji Ji» y «Un Ángel para tu Soledad” de Los Redondos.