«Las tres opciones son malas, pero hay dos que son espantosas»

«Las tres opciones son malas, pero hay dos que son espantosas»

El sociólogo Eduardo Grüner analiza el escenario que surge de las propuestas electorales. ¿Por qué la derecha se apropió de términos históricos de la izquierda?

Eduardo Grüner, sociólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires, habló con ANCCOM sobre el escenario preelectoral, la estrategia de la izquierda y el horizonte de resistencia que se abre ante un panorama que calificó de “incertidumbre, desazón y desconcierto”.

.¿Qué diagnóstico hace del panorama electoral? ¿Qué resultados espera?

El mismo de todo el mundo: incertidumbre, desazón y desconcierto. Nadie sabe exactamente qué va a pasar. No tengo ningún diagnóstico particular. Todo depende de cuánta de la gente que no votó en las PASO vaya esta vez a votar, pero tampoco sabemos a quién. Hay que esperar los resultados del domingo. Son elecciones particulares. Lo fundamental de la política permea la cotidianidad (los reclamos, las tensiones), pero el sistema está armado para que no se note que eso es también política y que se reduzca sólo a las elecciones, donde uno va solito al cuarto oscuro (como cuando se va al confesionario) a poner el papelito en la urna.

¿Qué diferencias encuentra con otros momentos electorales?

Esta es la primera vez en los últimos 40 años que todas las opciones son de derecha, lo que no significa que todo sea lo mismo. Hay derechas peores que otras, pero la novedad es que las opciones realmente distintas sean tan pocas y que no tengan ninguna posibilidad cierta de ganar, más allá de algún diputado. Desde Alfonsín en adelante, siempre había alguna alternativa con posibilidades para los sectores “progres”. Las tres opciones son malas, pero hay dos que son espantosas. Estamos arrinconados, casi extorsionados, frente a una situación muy fea donde existe la posibilidad de un gigantesco suicidio colectivo. La gente se tranquiliza con que la frase “las sociedades no se suicidan”, pero no es cierto. Sobran ejemplos: la muy culta y racional sociedad alemana de 1933, el imperio romano y, hoy en día, el capitalismo entero. Esperemos que no suceda, pero es una posibilidad, bastante más extrema para nosotros localmente, que en otras situaciones electorales.

¿Por qué cree que el electorado se inclinó por discursos y plataformas tan agresivas y antipopulares?

La agresión forma parte de las sociedades y se radicaliza frente a las crisis extremas, frente a la sensación de que no hay salida, que está todo mal, que este es un “país de mierda”… La angustia generalizada produce indiferencia, un “que se vayan todos” en el peor sentido del término, un “qué me importa que se vaya todo al diablo”. Además, conocemos la herencia de Macri, la sequía y la guerra, pero el gobierno estuvo haciendo las cosas mal o, al menos, obedeciendo a límites ideológicos, de clase, de posicionamiento social y político que no permitían tomar medidas más valientes para asegurarle una mayor certidumbre a los sectores populares. Los partidos más radicalizados no supieron canalizar el descontento social generalizado. Toda esa desorientación llevó a estas candidaturas donde casi 60% del electorado opta con desesperación y con un grado alto de negación.

¿A qué se refiere con “negación”?

No se escucha lo que muy sincera y directamente dicen. A Milei lo comparan con Menem, pero la frase del expresidente era “si yo decía lo que iba a hacer, no me votaban”. Ahora dicen lo que van a hacer y los votan. Es un cambio interesante para pensar: el pasaje de ideología ocultadora a la cínica, del que habla Žižek. Sin embargo, esta sí es una comparación que se puede hacer entre Milei y Hitler. Nadie que hubiera leído Mi lucha antes del 33 podía ignorar lo que Hitler planeaba hacer. Pensaron que era campaña, que era exageración. Bueno, acá tampoco tenemos dudas. Sus votantes no lo ignoran, pero lo des-conocen.

¿Cuál es el rol de los movimientos de izquierda en esta elección?

La tarea de acá en más es prepararse para la resistencia. Pase lo que pase, como dice Alejandro Horowicz, el gran ganador de estas elecciones va a ser del Partido Nacional del Ajuste. Será distinto si es uno o es el otro. Por lo tanto, las estrategias de resistencia tendrán sus variaciones también. Pero ajuste va a haber y siempre crean conflictividad. La izquierda es mucha en este país: en las PASO tuvieron cuatro candidaturas, dos de ellas fuera del Frente de Izquierda. Se debió haber llegado a un acuerdo electoral más firme entre las izquierdas más asumidas y grupos populares. No se pudo, no se hizo. Las izquierdas tienen esa gran tarea de resistir y conversar seriamente una estrategia común: una unidad en la acción para los próximos años.

¿Qué piensa de los teóricos que dicen que los discursos de izquierda ya no convocan?

Hay mucha polémica con eso. Tanto la izquierda teórica como la política tienen que tomar nota de las transformaciones que se produjeron en la lógica del capitalismo en las últimas décadas. Aunque, sin encandilarse y viendo cuántas realmente de esas transformaciones son como para renunciar a “ser de izquierda”, así como hemos abandonado conceptos. Algunos términos son olvidados por los mismos movimientos de izquierda. Están tomándolo en cuenta, pero a su ritmo, enfatizando en el movimiento de género y la ecología. Estos problemas deben articularse sin perder de vista la lucha radical por los medios de producción. Cada vez el factor ideológico-cultural tiene una importancia más grande. Lo que tradicionalmente se conocía por la lucha de clases, pasa también por la palabra y las imágenes. No es ninguna superestructura: forma parte de la misma estructura productiva.

Pase lo que pase, como dice Alejandro Horowicz, el gran ganador de estas elecciones va a ser del Partido Nacional del Ajuste. Será distinto si es uno o es el otro. Por lo tanto, las estrategias de resistencia tendrán sus variaciones también.

Eduardo Grüner

La derecha se está reapropiando de los conceptos que solían pertenecer a la izquierda, como el de libertad…

Claro. Es una apropiación bien psicópata porque la enuncian como si fuera una entelequia abstracta sin determinaciones concretas que marcan la acción social misma. Por lo menos, desde la revolución francesa, palabras como “igualdad”, “fraternidad” y “libertad” son campos de batalla en sí mismas: de disputa ideologica, simbólica y, a veces, material extrema. La gente se mata por palabras porque representan cosas muy distintas según el sujeto de enunciación. También se apropiaron de “libertario”, que viene de la tradición anarquista del siglo XIX y XX: los voluntarios de la guerra civil española del lado de la república. Las nuevas ultraderechas hablan en nombre de la libertad y de la república: dos grandes banderas de la izquierda y de los sectores populares. La república fue la gran bandera contra la monarquía absolutista, ahora resulta “absolutismo de mercado” y libertad que sólo se beneficien los dueños de la tierra. Son declaraciones falaces y cínicas porque se usan para servir intereses muy particulares. Hay que dar la batalla por recuperar esas palabras. Sartre, gran filosófo de izquierda, llevaba como bandera la libertad, pero siempre habló de libertad en situación, condicionada por la situación social, política, historica cambiante.

 

Sabor  a poco

Sabor a poco

ANCCOM miró el segundo debate presidencial junto a un grupo de ciudadanos de diversas edades y pensamientos políticos. Aseguraron que no se llevaron mucho, que los candidatos no contestaban lo que les preguntaban y propusieron sus propios cuestionarios.

 

Comienza el segundo debate presidencial del 2023, a tan sólo dos semanas del pase de los argentinos por las urnas. Al igual que el domingo 1°, un grupo de personas de generaciones, situaciones socio-económicas y orientaciones políticas distintas se reúnen a presenciar el evento frente a la televisión, invitadas por ANCCOM

Es una de las primeras noches de calor del año en la Ciudad de Buenos Aires y la temperatura atraviesa las paredes. Las espaldas se posan, más que el domingo anterior, contra los respaldos del sillón y de las sillas. Hoy se los nota a todos un poco más cansados y las palabras cuestan más de lo usual durante la primera media hora de debate. 

Sus caras, a modo de premonición, ya aparecen algo amargadas. Juzgando por las opiniones de la vez pasada, no es difícil deducir que los integrantes de este debate no guardan demasiada expectativa sobre la jornada de hoy. 

Sin embargo, de a poco, las opiniones comienzan a fluir; algunas de ellas hacia la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich. Las palabras de Bullrich son retratadas y recibidas de distintas formas en el grupo. Carolina, de 22, al principio sostiene que la nota muy nerviosa a pesar de sus intentos por mostrarse más fuerte y ordenada; más tarde coincidiría con Gabriela en que se la ve mucho más firme que la última vez. Rodolfo, por su parte, asiente ante la promesa de que, bajo el mandato de la candidata, el orden va a ser el primer fundamento; mientras tanto, Sergio la nota más agresiva y no se declara muy fan. Francisco, de 23, tampoco. Responde un irónico “ah, bueno, ¡muy bien!”, cuando Bullrich habla de bajar la edad de imputabilidad a los 14 años. 

-Además dijo que nos protegió contra las mafias. No sé, me parece a mí eh, que los jubilados nunca fueron una mafia- comenta.

Muy pronto, los candidatos a presidente demuestran no tener tiempo que perder. Los esfuerzos de los dirigentes parecen dedicarse, sistemática y exclusivamente, a tirar palos a todos los demás. Es la estrategia del día. En el proceso, la formulación de propuestas concretas decae, y las respuestas se tornan difíciles de encontrar. Schiaretti consulta a Bullrich por sus intenciones respecto a la infraestructura en el norte de Argentina; Bullrich responde, sí, pero sus palabras no hablan ni del norte, ni de infraestructura. 

-Es muy grosero, hizo de todo menos responder- dice Gabriela entre risas. 

-¡Sí, sí! -responde Fran- No dijo nada, sólo le pegó a los demás, se supone que eso tiene que hacerlo en la réplica, no acá. 

-Es tremendo como no hay ida y vuelta en las preguntas -coincide Sergio-. Nadie dice demasiado. 

-Es que tienen escritos todos los derechos de réplica de todos los candidatos, de todos los temas, para retrucarlo en cualquier cosa -hipotetiza Fran-, porque se nota que ni se escuchan entre ellos. Uno dice algo y el otro ya tiene el derecho de réplica escrito

que no tiene nada que ver con lo que dijo. Bullrich se puso a hablar de Insaurralde en una réplica sobre seguridad. 

-Sí, el derecho de réplica se está usando para extender la parte de la emisión de la opinión. Es muy evidente -concuerda Gabriela-.

El grupo coincide también sobre la importancia de las formas, particularmente en el debate de hoy; ante la deficiencia en el contenido, la silueta de lo que se dice cobra una importancia fundamental. En ese sentido, Massa es admirado por esta tribu de televidentes: cree que se ordena muy bien, muestra una oratoria superior a la mayoría de los candidatos, tiene mucha práctica encima. 

-Para mí debe vivir mirándose al espejo y practicando- dice Rodolfo.

-Pestañeá… Pestañeá… Pestañeá…-le pide por lo bajo Gabriela al candidato.

Massa no es el único que destaca en sus formas; el grupo resalta también a Patricia Bullrich. 

-Cambió su manera de hablar -dice Fran-, es evidente que la están empujando a ser más agresiva, a que pelee. De alguna manera le están diciendo eso. Para mí los asesores le dijeron: “Milei vende porque es violento, hagamos lo mismo”. 

Algo que toma lugar en esta ocasión, más que en la anterior, es el hincapié en el debate en sí. En sus formatos, en cómo mejorarlo, en su impacto sobre la sociedad. Caro expresa que sí cree en la influencia del debate en la intención de voto, mientras que Fran, por ejemplo, sostiene que ese sólo es el caso para los indecisos, y los que ya están determinados van a hacer de todo por atajarse a lo que diga su candidato. 

-Para mí no sé qué tanto sirve el debate a la hora de votar, es algo que no puedo saber -reflexiona Gabriela-. Pero sí creo que sirve para leer las personalidades de los candidatos, por más guionados que estén. Igual es difícil, porque todos van llevando las temáticas hacia el lugar que manejan. A Milei le preguntan del medio ambiente y el tipo termina hablando otra vez de economía, ¿no? Porque es donde se siente cómodo. 

-Y para mí están demasiado contenidos -opina Rodolfo-.O sea, tanta regla le sacó el gusto. Habría que dejarles, no sé, diez minutos libres para que se puteen entre ellos. 

-Vos fijate qué cagones y qué predeterminados son todos. Porque ¿qué hubiera sido un buen derecho a réplica? Decirle a Massa ‘vos sos un hijo de puta que dos semanas antes largás todas estas medidas para conquistar a la gente a último momento y cagarla el 11 de diciembre’. Y nadie le dijo eso -argumenta Gabriela.

-Es lo que se estaba diciendo el otro día, que este es como el modelo de debate más seguro para los candidatos. Está todo esquematizado y las preguntas, acordadas -responde Fran. 

Los candidatos dan curso a la sección sobre seguridad. Cuando terminan, Gabriela observa que todos -menos Bregman- fueron bastante por derecha. Coinciden con Rodolfo en que la temática es muy compleja y los candidatos tomaron en su mayoría el camino fácil, queriendo tratar el problema desde el síntoma más que desde su raíz. 

Pero no todo es tan serio y no todo gira en torno a los candidatos más populares en las encuestas. El grupo nota a Schiaretti incluso más que la vez anterior -algo no tan difícil de lograr, considerando que el domingo pasado el cordobés por poco no pasa totalmente desapercibido-. Los comentarios sobre el candidato vacilan entre la pena, la admiración y la comicidad. Pena cuando nadie le pide réplica, lástima cuando Massa le pregunta por el Mundial 2030, dando la sensación de que no se le ocurrió nada para preguntarle; admiración cuando habla de federalismo o del futuro de los jóvenes, y finalmente pena de nuevo: “Es coherente pero no tiene fuerza política” dice Caro, y Ludmi y Gabriela asienten lastimosamente. Los memes han abundado en la última semana respecto al indisimulable amor de Schiaretti por Córdoba. Acá también este humor parece encontrar su público. Entre chistes e imitaciones frente al televisor, la lástima deviene risa. 

Sucede también que la risa aleja las exigencias de responsabilidad hacia los candidatos y abre paso a un trato más humano. Ante otros candidatos, la percepción no es la misma. La responsabilidad y los reclamos son más evidentes, explícitos y justificados ante aquellos que cuentan con una función central en las redes político-estatales actuales. Es el caso de Massa. Fuera de ciertas cabezas que asienten cuando habla -por ejemplo, parece gustar lo de que la justicia rinda cuentas ante la sociedad- sus aportes son señalados constantemente con el dedo, un dedo que osa atravesar la tele de un sopetón.

-No pestañea, es verdad eh- observa Caro.

Massa habla de incluir a Hamas en la lista que Argentina califica como organizaciones terroristas, y Francisco responde cómicamente: “Genial, buenísimo, eso me sirve mucho para la situación del país”. Caro y Ludmi comparten una carcajada. 

Los demás momentos que ganan la risa del grupo sobran, y los fallidos -como el “a todas y a todas” de Massa, la “pantomina” (según el sic de Milei), o el “cavar más fondo el pozo” de Bullrich- y las metáforas -desde hacer puré hasta comparar las reservas del Banco Central con el ‘-10’ en el Chinchón- se llevan el premio.  

“¿Tienen alguna posibilidad de hacer un mea culpa y que eso lleve consecuencias y decisiones para poder modificar este rumbo?” Por ejemplo, les preguntaría concretamente: ¿Se te ocurrió bajarte un poquito el sueldo? ¿Sacarte la mitad de tus asesores? ¿Tener el presentismo mínimo?”. dice Gabriela.

Una pregunta en particular despierta al grupo. Si estuvieran ahí, en el debate, y les dieran la posibilidad de preguntar lo que sea, ¿qué preguntarían? Fran y Ludmi dicen que le preguntarían a Milei por la educación sexual integral. Caro no sabe bien qué preguntaría; a Rodolfo le pasa algo parecido.

-No sé si me saldría una pregunta -reflexiona Rodolfo-, es como que para preguntar algo vos tenés que esperar una respuesta. Y yo sé que la mayoría de las cosas que te van a poder decir son vaguedades o mentiras directamente. Así que aprovecharía para putearlos un poco, y para hablarle al resto de los que están ahí. 

-Yo sí les preguntaría -responde Gabriela saliendo de su simpática narcolepsia-. Vos partís de toda gente que de alguna u otra manera  es responsable de lo que está pasando en Argentina. Entonces, la pregunta que yo querría hacer es: “¿Tienen alguna posibilidad de hacer un mea culpa y que eso lleve consecuencias y decisiones para poder modificar este rumbo?” Por ejemplo, concretamente, “¿se te ocurrió bajarte un poquito el sueldo? ¿Sacarte la mitad de tus asesores? ¿Tener el presentismo mínimo?” Si vos tenés todos esos gestos como político, me parece que vas a poder tener un montón de otros gestos buenos para y por la gente.

El debate termina, y las últimas palabras de la jornada tocan brevemente el tema del voto en blanco: por qué sí, por qué no, en qué instancia lo haría cada uno. De acá al 22 de octubre quedan pocas semanas, menos de las que se pueden contar con una sola mano. La volatilidad del país admite, a esta altura, cualquier cosa; de hoy hasta que toque soltar al candidato o candidata hacia el interior de las urnas, un voto en blanco puede pasar de blanco a marrón, de marrón a rosa, de rosa a turquesa, y así por todos los colores, hasta que la fuerza de la inercia, la decisión, el miedo, la fe, alguna de ellas o todas juntas, muevan las manos de los ciudadanos dentro del cuarto oscuro y hagan decidir por uno. Quedan dos semanas. Por hoy, sólo resta ir a dormir. 

Del partido militar a la derecha partidaria | Estuve Ahí

Del partido militar a la derecha partidaria | Estuve Ahí

Federico Pinedo, ex senador nacional por Cambiemos y presidente de la Argentina durante 12 horas en 2015, explica cómo el ideario conservador construyó la fuerza política que llevó a la Casa Rosada al único mandatario que en estos 40 años que no perteneció ni al peronismo y al radicalismo.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández, Lucia Fabiana e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
¿Qué piensan los jóvenes sobre la política?

¿Qué piensan los jóvenes sobre la política?

A 40 años del retorno democrático se presentó el informe “Juventudes, política y cultura” en FLACSO. El estudio señala que quienes tienen entre 16 a 24 años no tuvieron experiencias positivas con la política debido al impacto de la crisis social y económica después de la pandemia. ¿Se puede explicar por eso el voto a Milei? El compromiso político no partidario.

Ayer se presentó en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales el informe “Juventudes, política y cultura”, que indaga sobre el impacto de la pandemia y sus consecuencias políticas a través del análisis de expectativas, sentimientos y percepciones de las juventudes argentinas en la actualidad.

El estudio sociológico está orientado a partir de investigaciones previas, publicadas en 2022, para las cuales se realizaron cien entrevistas a referentes sociales, barriales, comunitarios, educativos, religiosos y de la salud, con la idea de investigar las percepciones sociales que ocasionó la crisis social y económica después de la irrupción del covid 19. Muchos testimonios recolectados hacían énfasis en la preocupación por las juventudes. ¿Por qué una buena parte adhiere al movimiento libertario conducido por el candidato a presidente Javier Milei? ¿Qué está sucediendo con las juventudes?

Se realizó un trabajo de campo donde se llevaron a cabo 75 entrevistas a nivel nacional distribuidas en varios centros urbanos del país a mujeres y varones de entre 16-29 años. La investigación tuvo tres etapas: la primera se realizó en agosto de 2022, la segunda en febrero de 2023 y la tercera en junio último.

Los resultados fueron presentados por Nahuel Sosa, director de Argentina Programa, Gabriela Llamosas, antropóloga y co-coordinadora del proyecto CITRA, Beatriz Elizalde, comunicóloga e investigadora del CONICET con maestría en Antropología, y Pablo Nuñez, doctor en Ciencias Sociales, quienes expusieron los puntos más importantes de la investigación.

Como explicó Llamosas, en la primera etapa se determinó que los jóvenes de entre 16 a 24 años no tuvieron las mismas experiencias, sobre todo políticas, que los jóvenes de entre 24 a 29 años. Los más chicos transitaron su adolescencia en plena pandemia y crisis económica algo que impactó de forma negativa en la opinión acerca del Estado, las figuras políticas y las expectativas hacia el futuro. Para la segunda etapa, se pensó un nuevo recorte etario con los más chicos: “Los jóvenes nos trajeron cosas que nosotros no necesariamente habíamos pensado que eran centrales dentro de sus experiencias, sus vivencias y su tránsito habitual: la salud mental, la educación junto con el mundo del trabajo y las redes sociales”, sintetiza Llamosas. El estudio se dividió en seis ejes principales: la participación política, el Estado y las políticas públicas, la educación, el trabajo y los ingresos, la salud mental y la visión hacia el futuro.

«Nos encontramos con jóvenes que consideran la política como una herramienta de cambio y que participan en espacios que no son institucionalmente de militancia partidaria o estudiantil. No es que odian la política o están en oposición a todo”, dice Llamosas.

Participación y educación

 “La participación política no necesariamente la tenemos que seguir pensando con las categorías que teníamos antes”, explicó la antropóloga. “Hay que salir un poco de esa idea. Nos encontramos con jóvenes que consideran la política como una herramienta de cambio y que participan en espacios que no son institucionalmente de militancia partidaria o estudiantil. No es que odian la política o están en oposición a todo”.

Llamosas hace énfasis en este punto, que destaca como útil a la hora de pensar herramientas que ayuden a dialogar con ellos. En consecuencia con este punto, destaca el enfoque más llamativo: las figuras políticas. Los más chicos tampoco parecen confiar en la figura del político tradicional, en el cual también juega un rol muy importante las redes sociales: “No encontramos que la juventud se volvió de derecha o antipolítica. La realidad es que en la narrativa no nos encontramos con un discurso que adhiere a las ideas de la ultraderecha. Pero sí, a su vez, lo cual es contradictorio, se sienten atraídos por la figura de Javier Milei”.

Sin entrar en generalizaciones, la mayoría de los jóvenes no tienen una noción muy clara acerca de qué es el Estado y que es una política pública. Incluso, siendo beneficiarios de ella o utilizando instituciones que pertenecen al Estado. Llamosas lo relaciona con la educación: “En la mayoría de los casos se encontró una ausencia muy marcada, debido a la pandemia, de un espacio de formación, pero además de socialización y expresión política. Ahí hay una función que la virtualidad no pudo reemplazar”. Sin embargo, el equipo de investigación encontró que a pesar de las experiencias negativas, la educación sigue siendo primordial para ellos: “Cuando les preguntamos cuáles son las políticas que pueden mejorar la situación de las juventudes, la mayoría nos respondió ‘mejorar la política educativa’. Eso también nos apunta a que no todos ‘son de derecha’”, sintetiza Llamosas.

 

La variable género

 Un rasgo particular que se destacó a partir de las investigaciones, fue la amplia diferencia entre hombres y mujeres al elegir una figura política que los represente. Por un lado, un 40% de jóvenes varones considera que Milei es quien mejor defiende a los intereses de los jóvenes, mientras que dentro de las mujeres solo lo piensa un 12,8%. Lo curioso es que el porcentaje más alto entre las encuestadas destaca que un 51,9% no se siente representado por ninguna figura política actual. En los varones ese porcentaje baja a un 30,7%. Al igual que en la educacion, la ausencia de espacios de movilizacion feminista tambien tuvo que ver con este impacto negativo. El avance de discursos en oposición a la conquista de derechos fue una de las interrogantes que surge de la investigación.

Gabriela Llamosas descarta que tenga que ver con una posible falla en el feminismo: “Si es cierto que en un contexto de crisis puede pasar que haya algunas políticas que quizá llegaron a las mujeres por la ampliación de derechos, que eso nunca está mal, pero que también no hay que desconocer la existencia de sectores que quizás sienten que hubo un avance para algún sector y no para otro”. Y aclara: “Lo que vimos de entrada fue este desfasaje entre la atracción por un candidato pero que no necesariamente incluye el aspecto ideológico de lo que plantea. Me parece que ahí hay una clave, porque entonces no es que son pibes o pibas que están de acuerdo con esas consignas. Hay más bien una capacidad de captar la atención del grupo”.

El futuro incierto

 La pandemia articuló un malestar vinculado a los procesos sociales: crisis, inflación, pérdida de poder adquisitivo, ineficacia del estado, que además impactó sobre la idea de comunidad y nación. Sin embargo, a pesar de los estereotipos que usualmente surgen sobre la idea de política en los jóvenes, el estudio destaca con claridad los ejes que priorizan. Se descarta que todos ellos sean a-políticos, ya que se encontraron respuestas variadas que representan a un sector heterogéneo. La gran mayoría prioriza la calidad de la educación como camino hacia el progreso personal pese a que la palabra que más se repetía acerca de cómo imaginaban su futuro era “incertidumbre”. El informe busca comprender a la juventud en sus dimensiones socio-históricas y propone herramientas para pensar políticas públicas para y junto a los jóvenes. 

 

 

 

 

Los libertarios también llegaron a la universidad

Los libertarios también llegaron a la universidad

En la UBA, el escenario político ha visto irrumpir a un nuevo jugador: la agrupación estudiantil Avancemos.

Acto de Javier Milei en Gerli en junio de 2022. 

“El grueso del activismo de derechas radicales son pibes jóvenes, cuya experiencia política ve solo deficiencias en los últimos gobiernos del país. No son muchachos y muchachas de derecha: expresan su descontento con ciertos candidatos como Milei que acusa a la casta en general y dice que son todos una mierda. Sería la mera expresión de un rechazo generalizado que está a la derecha, pero podría no estarlo”, reflexiona el licenciado en Ciencia Política e Investigador del CONICET, Sergio Morresi. Y agrega: “Si bien ese motor está, muchos de estos activistas se la pasan viendo videos y leyendo, intercambiando experiencias en encuentros, que se acercan a la ideología que fusiona esa tradición nacionalista reaccionaria y la tradición liberalista conservadora argentina en esta propuesta de derecha radicalizada”.

Hacer política de la antipolítica

Solve Gui es estudiante de la Carrera de Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales, milita en la agrupación la Emergente y ofició de presidenta del Centro de Estudiantes en 2019 en representación de la Lista 15. Se dedica, estudia, y vive la política. Se pregunta por qué hoy parece no ser la respuesta para las frustraciones de la sociedad: “Hay una dimensión estructural: los jóvenes son los que tienen los trabajos más precarios. Pero también hay una dimensión subjetiva, donde ese panorama de precariedad hace lugar si no se gestan movimientos de organización colectivos. En los años 90 y en los 2000 se tramaron procesos de organización colectivos, y hoy se nos presenta como algo muy ajeno. Ahora estamos en un momento en donde tranquilamente podría haber un estallido, pero lo que hay es una implosión. Eso genera mucho nihilismo, mucho descreimiento, que provoca una fe en lo antipolítico. Esos sentimientos y desafecciones son muy traccionables”.

¿Está de moda ser de derecha?

Agustín Baletti, estudiante de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires, es uno de los impulsores de la conformación de Avancemos y referente de la agrupación en la Facultad de Ciencias Sociales y explica cómo se formó la agrupación: “La idea de Avancemos surge por una necesidad de los estudiantes de poder verse representados en las estructuras de discusión y de debate político en los debates universitarios. Nuestra principal proyección es poder representar, digamos, dar una apertura al debate, a que haya otras posiciones. Algunos las llamarán más de derecha, otros más de centro, pero buscamos que exista esa apertura porque no se puede vivir en un clima de persecución como el que viven muchos compañeros y compañeras que no pueden poner una mesa, incluso agrupaciones que ya están instaladas por ejemplo en la Facultad de Ciencias Sociales, agrupaciones peronistas que se manejan en un clima de miedo a la proscripción permanente”.

El politólogo Sergio Morresi explica las lógicas de convivencia política: “Eso funciona para todas las ciencias políticas, el que recién llega nunca es bien recibido, no importa qué posicionamiento político tenga, porque la torta siempre es una. La victimización en la política argentina es una forma de constitución de identidad. En el caso de la Facultad de Ciencias Sociales, donde hay un mainstream progresista de izquierda, eso queda sobrecargado porque aquel que propone ideas de derecha va a ser mirado como alguien que no debería estar ahí. Ese sentimiento es genuino, te da ese ambiente hostil.  Uno construye la identidad en el espejo que te devuelve el otro. El que está siendo rechazado por el sistema y el que refuerza la identidad tiende a radicalizar no a moderar”.

En una encuesta realizada especialmente para esta investigación, fueron relevados 200 estudiantes, de los que 61% consideró que ningún partido político les representa, y el 72% consideró que los partidos políticos no responden a las necesidades del electorado. Frente a la falta de representación y la falta de respuestas, la esperanza sólo parece encontrarse en un discurso con épica fuerte, que proponga una transformación revolucionaria de la realidad. El filósofo británico Mark Fisher explica que el problema principal de la izquierda no reside solamente en su dificultad para llevar a cabo proyectos transformadores, sino que no logra imaginarlos, no logra proponer un futuro mejor. Y si la izquierda perdió la capacidad de proyección, por eso augura que es el momento de la derecha para ganar terreno: “Hay dos focos que nos interesan muchísimo y que tienen un paralelismo interesante que son: la Facultad de Ciencias Sociales y la de Economía”, cuenta Baletti cuando se le pregunta sobre la proyección de su agrupación en términos electorales. “Nos interesa ver cuáles son las posibilidades de trabajar en cada una. En Sociales, tenemos ganas de hacer muchas cosas que puedan romper las paredes, las estructuras, el techo de cristal; en Avancemos se encuentran liberales, peronistas, desarrollistas que están desencantados con las formas de manejar las cosas en la Universidad, algo que nosotros llamamos la “casta universitaria”. Ahí hay mucho laburo, en soledad por parte de Avancemos, pero con la posibilidad de expandirse a otras universidades”.

¿Qué pasa con la juventud?

En las universidades públicas -y varias privadas- del país, existe el consenso del Centro de Estudiantes como pilar del funcionamiento social del estudiantado. La Facultad de Ciencias Sociales, en este caso, es una de las reglas que forman esta concepción. Solve Gui reflexiona sobre la militancia estudiantil: “Yo creo que la militancia por la educación se plantea sobre dos consensos mínimos; uno es un consenso global de todas las formas de expresión política argentina que es el consenso democrático. El otro consenso es que defendemos la educación pública, como frase abstracta, que tiene que ver con más inclusión, el acceso, la defensa de la universidad como espacio autónomo de decisión, de producción y reproducción de conocimiento; un espacio donde no solo se nos forme, sino que se nos dé lugar para hacer nuestro aporte”.

Agustín Baletti, por su parte, habla de una necesidad de representación que hay por parte del estudiantado: “Somos estudiantes los que formamos esta agrupación, no es una cuestión que nos baja nadie, es una necesidad de los estudiantes que decimos ´che tenemos que poder hacer algo´, no puede ser que haya identidades políticas con derecho a ser respetadas y otras que no, incluso hay estudiantes independientes que dicen ´yo quiero ir a la universidad y que me acompañen en mi carrera académica, en mi recorrido académico´. Avancemos se plantea en muchas cuestiones como un espacio que viene a dar discusiones esenciales para la universidad, porque muchas veces se pierden las necesidades de los alumnos por las necesidades de los políticos que están detrás de las agrupaciones estudiantiles”.

Pero ¿cuáles son esas discusiones? Gui cuenta un poco más sobre el trasfondo de los reclamos que se alzan desde estas “voces dissonantes” que plantea Baletti: “En la idea de la democratización del acceso a la política, ellos entran y dicen que no hay lugar para el CBC, que hay que poner examen de ingreso, medida que tuvo lugar en dictadura y se derogó en democracia. Desconocen puntos de partida que tienen que ver con la realidad de la universidad, como por ejemplo el por qué están las agrupaciones, cómo se maneja el presupuesto, qué potestad tiene o no la facultad de manejar tal cantidad de presupuesto, quién decide las reformas edilicias… Una serie de cosas que tienen que ver con el funcionamiento de la institución, ya que uno para lograr transformar un espacio, sea cual sea tu agrupación, tiene que conocerlo. Otro de esos consensos tiene que ver con la libertad de cátedra y esta idea de “adoctrinamiento ideológico” atenta contra la libertad de cátedra y contra la libertad de pensar y decir”.

Las nuevas derechas pretenden instalarse en las pasiones de la juventud adueñándose de la agenda mediante reclamos que Baletti describe como del sentido común. Según el joven, hay muchas cuestiones que tienen que revisarse en pos de mejorar el funcionamiento de la sociedad, pero denuncia persecución y cooptación de la libertad de expresión por parte de sus contrincantes políticos. 

Por su parte, Gui reflexiona sobre las limitaciones que pueden encontrarse las militancias preexistentes a la pandemia y cómo las mismas se encuentran encerradas en sus propias jaulas discursivas: “Nos acostumbramos a una forma de hacer política que a muchos nos es ajena, ¿por qué ahora no se puede, o la mayoría no quiere, trabajar en lo político desde el enojo? Hoy todos siguen la estética de la positividad, pero este es un discurso que choca con la realidad actual, en la que la gente se está muriendo de hambre. Entonces, en un marco donde muchas fuerzas están dejando de lado esta problemática y enfocándose en las instituciones y en la pequeña conquista, si alguien viene y dice “yo voy contra esto”, claro que va a llamar la atención”. Gui también remarca la importancia de reconocer la responsabilidad de las izquierdas por no haber logrado construir una alternativa como poder popular, otra forma de pensar al Estado: “Para mí la política  es como una “cancha” en la que todo espacio que uno deja libre, es un espacio que ocupa alguien más. Y esto se vio en la pandemia, cuando todos nos recluimos a lo comunitario, quienes ocuparon la calle, quienes empezaron a movilizarse fueron las derechas; y ahí es donde nosotros dimos un paso para atrás y ellos para adelante; yo creo que hay que flagelarse un poco con eso, porque es responsabilidad de quienes antes estábamos en ese lugar”.

La juventud es el campo traviesa en el que se está llevando adelante la disputa por la propiedad de la agenda ¿Qué se discute? ¿En qué marco? ¿Cuáles son los posicionamientos éticos desde los que van a pensarse las futuras medidas? Las tensiones discursivas se encuentran más que nunca a flor de piel, y estos espacios emergentes se presentan como una nueva alternativa para la participación política de les jóvenes.

Tenés un deslizamiento constante que es preocupante, y es algo digno de atención, que no pasa en todos lados. Sí pasó en Estados Unidos cuando Donald Trump, frente a las manifestaciones violentas de la KKK, dijo bueno sí también los zurdos de ANTIFA se manifestaron así. Uno puede decir, analíticamente, la frontera está acá y a partir de este lugar no estamos hablando más de democracia, pero muchas veces los mismos políticos que están dentro del mismo sistema parecen coquetear con ese límite”, concluye Morresi.