La entrañable historia de las hermanas Falco

La entrañable historia de las hermanas Falco

Con materiales de autoficción y memoria familiar, y en lucha hasta al final contra un cáncer de lengua, Silvia Falco escribió Montaje, un libro conmovedor centrado en su hermana Dora, secuestrada en 1978 y desaparecida desde entonces.

El murmullo de voces se desvaneció en un instante cuando la periodista Marta Dillon, con voz firme pero entrecortada por la emoción, pronunció esas palabras que resonaron en el salón del barrio de Boedo: ¡Por Dora Falco! El público respondió al unísono: ¡Presente! ¡Por Dorita Falco! ¡Presente! ¡Por Silvia Falco! ¡Presente! ¡Ahora y siempre! El ambiente era una atmósfera cargada de recuerdos, de historias entrelazadas por la ausencia de Silvia Falco, la autora de Montaje, y su incansable lucha por hacer justicia por su hermana desaparecida durante la dictadura.

La presentación se realizó el jueves 16 de mayo, con la presencia de familiares y amigos de Silvia, que murió durante la pandemia. Gabriel D. Lerman, editor del libro, compartió con ANCCOM sus reflexiones sobre esta obra: “Montaje es una manera de acercarse a una vida personal y singular entretejida por la lucha en favor de la justicia por su hermana Dora, por apoyar a su familia, por intentar encontrar una identidad propia como sobreviviente de los años 70 y todo hacerlo a través de un uso muy delicado y comprometido de la palabra”.

La voz emerge como el hilo conductor de este montaje. Marta Dillon, afectuosamente «la profe», escritora y tallerista que colaboró con Falco en la elaboración del libro, describe cómo la voz de Silvia, afectada por las cirugías contra un cáncer agresivo, se transforma en una voz escrita y poderosa. «A veces rasposa, a veces entrecortada, a veces imposible, pero que no dejaba de gritar. Un grito de guerra», describe Dillon.

Gabriel D. Lerman, editor del libro de Falco

Laura Nevole, docente de teatro, la conoció en 2017 cuando Silvia quiso retomar clases de actuación. Le contó que desde su jubilación, después de toda una vida como docente, había empezado a experimentar temblores en la voz y temía que eso pudiera dificultar su actuación. “Podés actuar sin hablar”, le sugirió Nevole; “No, no, yo voy a hablar, tengo mucho para decir”, recuerda emotiva citando a Silvia. “Cuando ella finalmente se queda sin voz para hablar, pero sigue teniendo mucho que decir, encuentra en la escritura una posibilidad de expresarlo”, concluye Nevole.

La historia de las hermanas Falco se teje a través de las páginas de este libro. “Es una experiencia literaria que combina la memoria, la autoficción, es como un ejercicio libre de trabajar con los materiales de la propia vida, y la ficción argentina en sentido amplio”, leyó Lerman durante la presentación. 

Literatura, palabras, abrazos, charlas de militancia. “Esta historia tiene muchos matices”, opina Dillon. “Pensar a su hermana desaparecida no como esa imagen sacralizada ni como una heroína, sino como esa hermana que a veces era molesta, que recibía más mimos que ella, su relación con su mamá, madre de Plaza de Mayo, una luchadora legitimada pero a la que también le reclama de alguna manera su lugar de madre. Es una complejidad que ella supo poner en palabras, en anécdotas graciosas”, cierra Dillon.

Entre la emotividad de los testimonios compartidos por sus amigos, quienes tomaron el micrófono hacia el final para recordar anécdotas con Silvia, y la fuerza narrativa que atraviesa cada página, Montaje se revela como un testimonio conmovedor y vital. Es un recordatorio de la capacidad humana para enfrentar la adversidad, de la búsqueda incansable por la Memoria, Verdad y Justicia. En cada línea, Silvia Falco recuerda que la voz, incluso cuando es rasposa y quebrada, nunca deja de clamar por la verdad y la dignidad perdida.

La poesía también puede ser un juego

La poesía también puede ser un juego

La Fundación FILBA organizó un concurso de escritura poética con los textos de lomos de libros. En una librería de Villa Urquiza se reunieron amateurs y profesionales para hacer lomopoesía.

No estar inspirado dejó de ser una excusa para no escribir. Una técnica literaria promovida por la Fundación FILBA conquistó el corazón de todas las personas que participaron del Primer Concurso Nacional de Lomopoesía. “Muchas gracias por la confianza, por haber venido a hacer algo que nadie sabe bien de qué se trata”, dijo Amalia Sanz, directora de FILBA, para dar inicio a la jornada. El encuentro tuvo lugar este viernes a la tarde en Estación Libro, una librería porteña del barrio de Villa Urquiza.

La lomopoesía consiste en “hacer un poema usando las palabras que están en los lomos de los libros. No vale agregar artículos ni pronombres. Lo que está ahí, es lo que queda en los versos”, explicó Victoria Rodríguez Lacrouts, programadora de FILBA y coordinadora del certamen, a los diecinueve participantes que se acercaron a la librería. “Una de las reglas es que tienen veinticinco minutos para armar cuatro versos como mínimo y apilando los ejemplares que elijan. No vale robar los libros del compañero”, agregó Sanz entre risas, quien también aclaró que el ganador del concurso se llevaría una orden de compra por $50.000 para gastar en ese mismo local.

Mientras los competidores recorrían el lugar y miraban atentos los títulos de los libros que estaban en las estanterías, Juan Pablo Poggio, librero de Estación Libro, aseguró en diálogo con ANCCOM: “Esta es una buena oportunidad para que vean el surtido de ejemplares que tenemos. Nuestra idea es estar haciendo eventos constantemente”. Por su parte, Rodríguez Lacrouts contó a este medio cómo surgió la idea de hacer el concurso: “Es algo que yo hacía hace muchos años, cuando tenía un club de libros y nos poníamos a armar poemas con las obras que teníamos en la biblioteca”. También aseguró que, a futuro, FILBA organizará más jornadas de este estilo en las distintas sedes de Estación Libro, con el objetivo de armar una final con los ganadores de cada certamen.

Una vez que los competidores terminaron de crear sus lomopoemas, pasaron de a uno a un rincón de la librería —que devino en una suerte de escenario improvisado— y leyeron en voz alta sus creaciones. Después de cada lectura Ana Prieto, escritora y jueza del certamen junto con Sanz y Poggio, tomó una fotografía de cada poema para deliberar luego acerca de cuál sería el ganador. Mientras los participantes leían los títulos de los libros apilados, el resto se regocijaba al escuchar la divina musicalidad que se desprendía de cada invención.

“Me parece divertido, me gusta hacer este tipo de improvisación con el cuerpo y usar la intuición”, contó Renee Carmichael, una joven estadounidense radicada en Argentina que participó del encuentro, mientras los jueces discutían en otro sector de la librería sobre el poema ganador. Por su parte, Simón Risé, otro competidor también joven, aseguró: “Me gusta jugar con las palabras, no tomarme formalmente la escritura, que fluya. Esta actividad invitaba mucho a fluir, a lo que se mueve y cambia”.

Entretanto los jueces seguían deliberando, FILBA convidó a los presentes una copa de vino. Los lomopoetas aceptaron con gusto y se pusieron a conversar entre sí, además de a leer algunos de los libros que habían elegido para la pila. David Delgado Valery, un participante venezolano radicado en el país, dijo: “Vine para tener un desafío creativo y conocer gente que hace poesía”. Es que, efectivamente, entre los presentes había personas que ya se dedicaban a escribir, como Mónica Landolfi: “Yo soy dramaturga y hago haikus –contó-. Vine porque quería ver cómo era escribir con los lomos de los libros. Me encantó, volvería a hacerlo. Es más: lo difundiría con mis alumnas”. A su vez, Andrés Giorda, un competidor cordobés que desde hace un año vive en Buenos Aires, expresó: “Vine motivado por conectar con la lectura desde un espacio lúdico. Lo que más me gustó de la propuesta fue sentir que venía a jugar con los libros”.

El lomopoema que resultó ganador decía así: “Bien tarde en el día / Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida / ¿Por qué te empeñas en sufrir así? / Soy toda oídos / Los árboles caídos también son el bosque / La oscuridad es un lugar / Las madres no / Llega un hombre y dice / Quiénes somos ahora / Entre ellos / La belleza de aquellos años / Tu sueño imperios han sido / Ya te llegará / Como el fuego / El infierno prometido”. Su autor, Juan Ford, dijo emocionado: “Estoy contento. Me gusta escribir pero me falta disciplina, lo hago porque me gusta. Acá caí de casualidad. Fue realmente un juego, como armar un rompecabezas”.

 

Peligra una biblioteca mapuche

Peligra una biblioteca mapuche

La Municipalidad de General Roca intenta desalojar a la Biblioteca de Arte y Cultura de la Estación, creada hace doce años por la comunidad originaria.

La Biblioteca de Arte y Cultura de la Estación de General Roca (Fiske Menuco), en Río Negro, funciona allí hace más de 12 años, pero en este momento está siendo el epicentro de un intento de desalojo por parte del municipio de la ciudad. Desde el espacio de Educación Autónoma Mapuche Menoco Newen, que trabaja en el lugar, ofrecen resistencia y llaman al diálogo.

El 11 de marzo, luego de varias amenazas y la quita de parte de la cartelería exterior, el municipio de General Roca, liderado por María Emilia Soria, habilitó el desalojo del lugar. De manera unilateral, la municipalidad roquense cambió la cerradura del espacio, prohibió la entrada del lugar y sustrajo gran parte del material que allí se encontraba; material de la cultura de los pueblos, especialmente de la comunidad mapuche, que aún hoy sigue sin aparecer.

Con el correr de los días, y durante tareas de mantenimiento y pintura, algunos integrantes de la biblioteca decidieron ingresar al lugar. Mauro Huenchul, vocero de la Asamblea de la Biblioteca de Arte y Cultura de la Estación de Fiske Menuco, conversó con ANCCOM y denominó ese accionar como una “recuperación del espacio”.

Durante esos días de marzo la biblioteca continuó con las actividades previstas, aún con la policía en las inmediaciones del lugar. Pero la situación escaló a niveles más violentos. Durante las primeras semanas de abril, las fuerzas policiales se presentaron en el lugar, sin orden judicial, según denuncian desde Menoco Newen, con intenciones de desalojo. Una vez allí, y luego de un forcejeo, exigieron la documentación de todas las personas que se encontraban dentro del lugar, y los acusaron de ser usurpadores. De esta manera, y ya con la policía instalada en la puerta, se prohibió tanto la salida como la entrada, y todas las personas fueron obligadas a permanecer allí. Inmediatamente los referentes de la biblioteca convocaron a una conferencia de prensa, donde denunciaron sentirse secuestrados, imposibilitados hasta de concurrir al baño, que se encuentra en las afueras del lugar.

El caso llegó a la Justicia y las partes se encontraron en una audiencia donde se determinó levantar cargos por usurpación a 8 de las personas que se encontraban dentro al momento del desalojo. También, se acordó una mesa de diálogo para llegar a un acuerdo entre ambos.

Desde el Ministerio sostienen que el lugar donde se encuentra funcionando la biblioteca fue un espacio cedido al Teatro de la Estación, que se encuentra justo al lado, para la realización de actividades culturales, pero que luego fue devuelto. Según explica Huenchul, en principio, el gobierno de Soria parecía querer respetar la ubicación de la biblioteca y formalizar su permanencia allí con alguna personería jurídica para que haya un responsable. Pero, la única solución que han recibido hasta ahora, por parte de las autoridades, es el traslado a un barrio aledaño. La respuesta de los referentes de Menoco Newen es contundente: “Nosotros reclamamos que se respete la identidad de la biblioteca, queremos seguir funcionando en el mismo lugar, ya que la Biblioteca de Arte y Cultura es un espacio consolidado en el tiempo, con identidad propia”, explicó Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro.

 

Espacio privilegiado

Los motivos del desalojo parecen ser varios. En primer lugar, su ubicación privilegiada, ya que se encuentra en el centro de la ciudad y su accesibilidad es inmejorable. En segundo lugar, el tipo de actividades que allí se vienen realizando desde hace más de una década, “actividades contraculturales”, en palabras de Mauro Huenchul. Son las mismas que parecen no agradar a los vecinos de la biblioteca; la Secretaría de Turismo y el Teatro de la Estación. «Muchas de las agrupaciones que se juntan allí están reclamando derechos que el mismo Estado vulnera. Supongo que es un lugar incómodo para el Municipio», afirmó el vocero de la Asamblea de la Biblioteca. Por último, las personas que habitan el espacio son minorías y calificadas de marginales. En los últimos años, las actividades fueron llevadas a cabo por la comunidad mapuche del grupo Menoco Newen, por lo que Huenchul lee la situación como «un acto de racismo y xenofobia por parte del municipio». 

Desde la biblioteca señalan que las mesas de diálogo pactadas fueron canceladas y leen ese accionar como una falta de interés, de parte del municipio, al diálogo y a la negociación. «Las razones del desalojo son xenofobia, racismo e ignorancia. Hay algo de malicia también porque se cierran al diálogo.  A ellos no les interesa lo que nosotros queremos hacer», señaló Huenchul. 

 

La causa sigue abierta y a la espera de una solución que parece no verse en el horizonte. Mientras tanto, el grupo Menoco Newen responsabiliza a la gestión municipal de Soria, del Partido Justicialista, por la imposibilidad de mantener las puertas abiertas de la biblioteca, y la equiparan con el presidente Javier Milei. La acusan de querer despegarse del discurso del presidente de la Nación, pero actuar de la misma forma que él, despreciando la cultura en general. «El cierre de un espacio cultural y de una biblioteca implica un ataque a la cultura”, declaró Carriqueo. Pero, sobre todo, apuntaron sobre el menosprecio a la cultura mapuche, fuertemente bastardeada por el actual gobierno; «Las comunidades originarias en general son un estorbo para el Estado porque nosotros siempre vamos a defender la tierra y el territorio. Y ellos no tienen esa misma intención, quieren explotarla y apropiársela. Entonces siempre va a haber ese choque entre esas dos formas de cosmovisión”, sentenció Huenchul.

La crisis pegó de lleno en la Feria del Libro

La crisis pegó de lleno en la Feria del Libro

Ante la falta de políticas públicas, y con una disminución de las ventas de entre un 20 y un 50 por ciento, el encuentro cultural anual más esperado resultó víctima del ajuste.

La Cámara de la Industria Ferial Argentina (CAIFE), en su informe de este año titulado “Menos stands, menos inversión”, manifestó la preocupación respecto a la caída de las ventas en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, una baja que ya el año anterior había sido del 24 por ciento en relación a 2022: “Esta tradicional y masiva Feria, fundamental para la cultura de nuestro país, cuenta con un espacio expositivo de más de 45 mil metros cuadrados, es una de las más grandes de América Latina y es un importante motor para el fomento del turismo por ser la más concurrida en el mundo de habla hispana. Sin embargo, este año tiene menos metros cuadrados construidos que los habituales y una inversión mucho más baja en los stands que fueron contratados”.

En diálogo con ANCCOM, el secretario general de CAIFE, Jaime Usach, sostiene: “La coyuntura económica que vive el país, donde hay inestabilidad y recesión, genera efectos sobre el poder adquisitivo de la población y modifica sus hábitos de consumo, incluyendo la compra de libros. Esto va acompañado de la competencia de los medios digitales, que aparecieron hace bastante tiempo, y la piratería”.

“Por otro lado, es destacable la ausencia del Gobierno nacional –prosigue–. La no participación con un stand en la Feria se puede interpretar como una acción política, acompañada de la falta de apoyo o de interés en la cultura y en la industria, no sólo del libro. Ahí hay una señal que va en concordancia con lo que está demostrando el Gobierno, que la cultura no tiene lugar en su lista de prioridades. También es notoria la reducción de stands de las provincias y, en general, de editoriales y librerías. Este recorte afecta directamente a nuestra industria, a todos los que somos proveedores, a muchísimas PyMEs, ya que nuestra cadena de valor está conformada por muchos rubros, como arquitectura y diseño, herrería, carpintería, pintura, gráfica audiovisuales, mobiliario, electricidad”.

Algunos, de hecho, fueron afectados por la decisión del Gobierno, que a través de su vocero afirmó que la participación en la Feria significaría un “gasto” de 400 millones de pesos. Según Usach, no logran entender que esto no es un gasto sino una inversión, porque estarían apoyando a la cultura, a la industria y a los negocios. “Desde CAIFE, además, podemos dar la certeza de que los valores dados no son correctos, ya que se hacen por mucho menos”, asegura Usach.

Las interrogantes se acumulan: ¿la crisis económica sólo daña las ventas durante la Feria o es un fenómeno a nivel nacional? ¿Por qué la gente ya no compra tantos libros? ¿Por qué un pueblo deja de invertir en la cultura literaria? ¿Qué rol cumplen los libros en la vida diaria de las sociedades y, particularmente, de la argentina?

Pablo Canalicchio, editor y director de la Carrera de Edición de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), afirma que la industria del libro atraviesa diversas problemáticas: “Es un escenario de alta complejidad, donde infieren factores como el precio del papel, el empobrecimiento de la gente, el recorte a la cultura y la crisis económica que azota al país. El ecosistema del libro está frágil y lastimado por la falta de políticas públicas, y así las librerías se achican y, en el peor de los casos, cierran. Por otro lado, está la cuestión de la competencia por el tiempo libre de la gente. Hay muchas empresas que compiten por ese tiempo libre, muchas son editoriales que compiten entre sí, pero también hay otras empresas con otros bienes culturales, donde entra en juego lo digital”.

“Se registra una crisis en las ventas desde el anteúltimo gobierno (el de Macri), que fue relativamente malo para la industria editorial. Hubo una falta de apoyo y, otra vez, de políticas públicas. Argentina es un país que, si lo comparamos con otros de la región, sale muy bien parado en casi todos los índices culturales, tenemos enormes cantidades de editoriales, bibliotecas, librerías y escritores. Muchos de nuestros autores nacionales consiguen premios y reconocimientos académicos internacionales. Es necesario proteger esta industria”, agrega.

“El libro es el centro de la cultura, es el objeto físico más importante que existe. Lo que pasa en un aula alrededor del libro, en una biblioteca, en una casa, no se puede reemplazar por ninguna otra cosa. Sí hay otros lugares que generan encuentros y desarrollo cultural, como el cine o el teatro, pero la capacidad que tiene el libro de estar ahí, en la biblioteca de una casa esperando que venga un chico y lo agarre en algún momento, no se compara con nada. La posibilidad de que haya bibliotecas en lugares de bajos recursos, donde puedan acceder niños, jóvenes y adultos, potencia la posibilidad de emparejar e igualar oportunidades. Los libros son de los principales y más cómodos, más efectivos y más económicos vehículos de aprendizaje, y por consiguiente de ascenso social. La potencia de los libros, cualquier tipo de libro, es inmensa. Una sociedad sin la literatura en el centro, como eje, es un pueblo más plano, sin herramientas para pensar, dialogar, cuestionar, proyectar, soñar y crecer”, concluye.

 

Un paseo por la Feria

Paola, personal del stand de la provincia de la Pampa, cuenta que “se ha vendido muy poco en relación a otros años. Hay público durante toda la Feria, pero las ventas han disminuido en relación al año pasado en un 50 por ciento”. En su puesto, lo que más busca la gente son poetas e investigadores pampeanos, muchos de la Universidad Nacional de la Pampa, que tiene su propia editorial. “Es notable en la provincia que, debido a la situación económica, hay otras prioridades, como comer. La literatura, como todas las artes, es una de las formas de expresión fundamentales para el desarrollo de cualquier persona, tan necesaria como todas las otras disciplinas para educarnos, desarrollarnos y expresarnos”, remarca Paola.

Tal como señaló Usach, en esta edición de la Feria fue llamativa la ausencia de varias provincias. Ramón Blanco, coordinador del stand de Corrientes, comenta: “Si bien tuvimos mucho interés durante las jornadas profesionales, que fueron el martes y el miércoles previos a la inauguración oficial, es cierto que, comparado con otros años, estamos vendiendo menos. Quizás llegamos a 400 ejemplares vendidos en total hasta ahora. Nuestro público en general son adultos de entre 35 y 60 años, más librerías que buscan autores autóctonos, el género que más buscan es historia”. Blanco dice que él es quien es “gracias a los libros”. “Celebrar el libro –añade– es una forma de celebrar la vida, no concibo mi vida sin los libros. Hay que seguir protegiendo e incentivando la lectura, sobre todo para la juventud”.

En la Feria también participan países de la región como Perú, Paraguay, Chile y Brasil, así como de otras latitudes, como Portugal e Italia. “La literatura ayuda a los pueblos a tener conciencia crítica y, sobre todo, a conocer sus raíces”, afirma Derlis Sosa, del stand de Paraguay, donde casi no se encuentra stock de libros sobre la Guerra de la Triple Alianza gracias al masivo interés que despierta en lectores, escritores, docentes y bibliotecarios argentinos. El segundo lugar en ventas lo ocupan los libros de gramática, antropología e historia de la cultura guaraní, junto con mitos y leyendas locales. “Tenemos un público consumidor autóctono con raíces paraguayas que quiere aprender el idioma o conocer la historia de nuestros pueblos hermanos”, puntualiza Sosa.

La caída de las ventas está en boca de todos, ¿pero cómo se sienten los lectores que visitan la Feria año a año frente a los precios en alza? Uriel Bitar (22) cree que, en comparación con años anteriores, son exponencialmente más caros: “Suelo comprar libros usados, por lo que a veces encuentro buenos ejemplares que se quedan ‘atrás en el tiempo’ con sus precios y cuestan lo que deberían haber salido meses atrás. Este año, en la Feria, compré un solo libro, porque encontré un descuento con mi tarjeta de crédito, pero años anteriores podía llevarme varios más. Es triste, ya que los libros cumplen un rol fundamental en la memoria histórica de los pueblos y en el registro cultural que cada momento y cada sujeto imaginario llega a la posteridad. Nos permite retrotraernos a distintos pasados, comprender diversas miradas, y analizar la realidad desde nuevos lentes. Una población sin inversión en la literatura sería un pueblo abandonado totalmente a la desmemoria y a la completa ignorancia de lo que lo hace pueblo, y en tanto pueblo, indefectiblemente libre”.

 “No verla venir es un problema porque es dejar de leer al otro”

 “No verla venir es un problema porque es dejar de leer al otro”

La escritora argentina Mariana Enríquez se presentó, a sala llena, en la Feria Internacional del Libro y habló acerca de su última publicación Un lugar soleado para gente Sombría. También lo hizo sobre los fantasmas de su generación, los negacionismos, el cambio de paradigma y la actualidad.

La escritora Mariana Enríquez se presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el domingo 5 de mayo, y conversó sobre su último libro de cuentos Un lugar soleado para gente sombría. Ante una sala llena, fue introducida por el director de la Feria, Ezequiel Martínez y conversó con el autor Juan Mattio sobre algunos tópicos de su literatura: Fantasmas, horror corporal, inteligencia artificial y contexto actual. Los desaparecidos y las crisis económicas de los 80 y 90 “son los fantasmas de mi generación”, aseguró la autora.

Falta más de media hora para las cinco de la tarde, horario programado para el inicio de la charla, pero la fila que espera entrar a la sala José Hernández en el predio de La Rural ya es más que extensa; da vueltas por la antesala, pasa por un pasillo y continúa al aire libre bajo una garúa, donde el personal de organización de la feria entrega ya la segunda tanda de números para el ingreso.

Es que una actividad pública con Enríquez no es algo que suceda muy seguido los últimos años, en los que se ha terminado de consagrarse como una figura destacada de la literatura argentina, específicamente la literatura argentina de terror, y ha alcanzado también el éxito internacional. Su último premio fue el Grand Prix de l’Imaginarie a “Mejor novela extranjera” por Nuestra parte de noche, en 2022, el galardón conocido como el Gran Prix de la ciencia ficción. En 2019, la misma novela ya había sido multipremiada en España con el Premio Herralde de la novela, el Kelvin 505, el Celsus a la mejor novela de ficción, y el Premio a la crítica narrativa. “Siempre me preguntan como director de la feria qué escritores vienen de afuera. Y muchas veces nos olvidamos de los grandísimos escritores y escritoras que tenemos en nuestro país”, describió  Martínez al presentar a la autora, una vez que la sala colmó capacidad.

Enríquez habla de ellos como trauma y culpa; pero también como el fantasma social y personal. Entonces se zambulle en el tópico y trae una anécdota personal de su adolescencia para ejemplificar. Cuenta que amigas suyas, cuyos padres habían sido detenidos y desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, jugaban al juego de la copa y preguntaban por sus progenitores. Enríquez también habla de la relación con sus propios padres, y de cómo ambas cosas son fenómenos de los noventa: “Esos claramente son los fantasmas de mi generación. Mis padres en algún punto estaban bastante ausentes, pero en el sentido de que se comen toda la crisis, primero el trauma de la dictadura y después la crisis económica de los ochenta, por lo tanto no eran los padres que estaban viendo lo que veía yo en la tele, eran padres medio espectrales en tanto padres”, señala la autora.
En el relato Mis muertos tristes de su nuevo libro se conjuga algo de todo eso: “Creo que es muy personal, era un cuento político pero también era un cuento personal”, continúa Enríquez y agrega: “Una de las chicas me decía: ´Mi mamá ya sé que está muerta, ya encontró los huesos el Equipo Argentino de Antropología Forense, pero yo cada vez que escucho tacos de determinada manera, pienso que es ella. Porque por más que hayas visto el cuerpo lo que viste es un esqueleto. O sea, vos no viste muerta a tu mamá. Muchas veces no recuerda a su mamá, pero lo que quiero decir es esta cosa generacional, de que te encontrás caminando por la calle con el nombre de tu mamá en una baldosa, o sea, se convierte en otro tipo de fantasma muy grande, pero a la vez es tu mamá´. Entonces ahí empiezo a pensar un poco también en esos fantasmas personales”.

Los autores también abordaron la temática del body horror, u “horror corporal”, una subsección del género de terror que se enfoca en aspectos corporales. Enríquez dice que, en algunos de sus cuentos, explora cómo sacar el horror desde lo natural que le pasa al cuerpo. Plantea que “el cuerpo hoy está muy alejado” por la prevalencia de lo digital y que “podés moverte en un mundo sin tu cuerpo”.
En ese sentido, Enríquez toca el tema de la inteligencia artificial (IA). Cree que hay “un exceso de confianza en la naturaleza y un exceso de buenas intenciones y de amarse a sí mismo” ya que “vos creés tanto en tu cuerpo y estás tan confiado en el ser humano, que inventás una máquina que te va a sacar el trabajo, la creatividad. (…) La creación de este tipo de inteligencia artificial o de darle este uso, es haber perdido el control”. También habla de la pérdida de control sobre nuestro propio cuerpo y dice que perder el control ante la IA “es terrorífico”.

El público quiere saber qué opina Enríquez sobre la actualidad política. La autora responde que considera que hubo una falta de precaución ante la posibilidad, y ahora realidad, del ascenso al poder de la ultraderecha en Argentina y que hubo falta de diálogo: “Se fosilizó tanto un discurso que es verdadero, que se dejó de hablar de muchísimas cosas”. Señala que “al hablar demasiado de la cuestión con un monodiscurso, dejamos de convencer. La gente no se termina con nosotros” y concluye que “no verla venir es un problema porque es dejar de leer al otro”. Aunque la autora dice que el panorama actual la deprime, también cuenta que ella intenta “entender lo que pasa en vez de juzgarlo”.

Finalmente, la autora habló sobre los negacionismos, particularmente el negacionismo sobre el cambio climático: “Con el cambio climático es mucho más tranquilizador decir que no está pasando”. Además, expresa que “en este momento el discurso público es muy complicado”, tanto por la hipervisibilización en redes de todo lo que publican personas de interés público, como por el hecho de que “la lógica cambió muy rápido. Son muchos léxicos juntos que tenemos que aprender. O sea, el léxico de la pandemia: Pfizer, cuántas dosis tenés. De eso pasamos a tener que aprender el léxico de Conan, entonces es un momento donde el lenguaje está irritable”.

La autora relaciona la velocidad de los léxicos con los negacionismos: “Para mucha gente es más fácil que te digan ´no, está todo bien´ y hay un punto donde estas derechas le están diciendo a un montón de gente que está todo bien. Es mucho más fácil decir ´no, en realidad los militares no mataron, fue más un combate´ que decir ´tuvimos un Estado genocida´. Es mucho más fácil olvidarlo, es una cosa que me preocupa mucho porque me parece que es un problema de lenguaje también, un cambio de paradigma muy profundo”.