«Tenemos que trabajar del presente hacia atrás»

«Tenemos que trabajar del presente hacia atrás»

En el marco de un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices, Emilce Moler, secuestrada en el operativo en que la dictadura desapareció a diez estudiantes secundarios en La Plata, participó del ciclo de entrevistas públicas“¿Qué significa ser sobreviviente?”, organizado por ANCCOM

“El tiempo todo lo cura” reza el popular refrán, y quien la ve a llegar a Emilce Moler -una de las cuatro sobrevivientes de La Noche de los Lápices-  al Foyer de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires puede tomarlo como una verdad absoluta. Café en mano, sonriente y amable, charlando con autoridades y profesores de la carrera de Comunicación Social, es la imagen de una mujer entera que hoy se dedica -de acuerdo a sus propias palabras- a tejer, mirar series, hacer gimnasia y a pensar. Profesora en Matemática por la Universidad Nacional de Mar del Plata y con un doctorado de Bioingeniería por la Universidad Nacional de Tucumán en la mochila. También es madre y abuela de tres nietas para las cuales escribió un libro contando sus memorias. Sin embargo, Moler se conmueve al instante al escuchar a Juan Ressel, su entrevistador, hacer un repaso sobre los diferentes episodios que afrontó en sus más de 60 años; mira hacia arriba, contrae su rostro para atajar las lágrimas, contempla a los más de 40 jóvenes que se reunieron a escucharla y se le quiebra la voz en varios pasajes de la conversación.

Para ella, el tiempo nada lo curó, su memoria sigue estando intacta, recuerda cada detalle, aun 48 años después, de ese día en el que un grupo de tareas del Ejército Nacional la secuestró junto a 9 compañeros -de entre 16 y 18 años-  que junto a ella reclamaban por la implementación del boleto estudiantil en La Plata y luchaban “para que no haya más pobres en mi país”, como subraya. Hasta el día de hoy, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero, Claudio de Acha, Horacio Ungaro y María Clara Ciocchini continúan desaparecidos.

Criada en el seno de una familia antiperonista, hija de un comisario y habiendo transitado su escolaridad primaria como alumna ejemplar de un colegio de monjas, Emilce conoce un nuevo mundo cuando entra a la Escuela de Bellas Artes  -repleta de “comunistas” y “drogadictos”, según le espetaba su madre- y comienza su recorrido en la militancia a espaldas de sus progenitores. Ante la pregunta de Ressel acerca de qué significaba la militancia en esos años, recuerda: “Era todo. Yo estaba dispuesta a entregar la vida. Hoy me canso de decir que a la vida no hay que entregarla, pero nosotros estábamos convencidos, sabíamos que íbamos a morir o que nos iban a meter presos. No sabíamos lo de desaparecer, eso no, la del desaparecido era una terrible nueva figura que nosotros no conocíamos y que instaló la nueva dictadura. Yo durante mucho tiempo esperé que los chicos que desaparecieron me vengan a visitar”.

Sobre el disparador del ciclo “¿Qué significa ser sobreviviente?”, organizado por ANCCOM al que fue invitada Moler, reflexiona: “Yo siempre me pregunto por qué soy sobreviviente y no desaparecida, ¿Por qué algunos somos sobrevivientes y otros exdetenidos desaparecidos? Yo no tengo la respuesta. Durante un tiempo decía que estuve presa, ni siquiera era presa política. De eso a sobreviviente de La Noche de los Lápices hubo un montón de construcciones entre medio. El ser sobreviviente no necesariamente es el hecho fáctico, es una construcción teórica de narraciones”. Luego de haber sido liberada tuvo que mudarse a Mar del Plata con su familia, que a pesar de no coincidir con su posicionamiento político siempre la protegió, en condición de libertad vigilada. “Me tocó mirar desde el balcón el Mundial de Fútbol en el 78, con toda la alegría que se vivía en esos momentos. Yo había salido hace unos días y escuchaba a todos gritando  ´los argentinos somos derechos humanos´ y yo lloraba en el balcón y me decía: ´Nunca me van a creer lo que acabo de vivir´. Y pensaba que nunca me iban a creer”.

Sobre la película La Noche de los Lápices, considera que impone una versión edulcorada de la historia, con algunos diálogos de su personaje que nunca existieron, pero que “me tenía que correr yo de mi propia historia porque era la única damnificada en este relato. Entonces sabía que si salía a hacer una ruptura de esa narración haría un daño político muy grande. Todavía estábamos en plena disputa de si habían pasado o no los secuestros, las torturas y los centros clandestinos. Por eso yo no me iba a sumar a la voz del enemigo, eso lo tenía muy claro. Y bueno, me costó años de terapia pero lo hice”. Hasta que un suceso le hizo cambiar de parecer: “Una vez vino una de mis hijas, que estaba en la escuela y dijo, ´hablaron de La Noche de los Lápices y no te nombraron´, le pregunté qué hizo y me contestó; ´nada, era un lío explicar eso´, me dijo. Ahí pensé que no podía sery tomé un poco más la historia, me la fui poniendo al hombro un poco más porque sentí, además de lo personal, que en ese relato no se entendía la militancia ni por qué había ocurrido la dictadura. Eso de que unos hombres malos vinieron y agarraron a unos chicos buenos, básicamente no sirve. Éramos militantes políticos”.

En su recorrido como sobreviviente y su lucha por los derechos humanos, Moler marca un cambio de paradigma a partir del año 2003 con la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación: “Le estoy agradecida porque nos sacó a las víctimas directas de ser solo una figura en blanco y negro, que hablábamos de los desaparecidos, de los centros clandestinos y de todo el horror y la tortura. Le dio la envergadura política, nos puso en colores. Y cuando hablo de colores, no es metafórica, es real. La primera marcha a la que fui, los pibes habían vuelto a la política y empecé a ver murgas, glitter, colores. Fue muy fuerte, me chocó bastante ver todo ese colorido y demás, pero nos dieron la identidad”.

Más tarde, hace un balance sobre todos sus años de lucha: “La verdad que fue un camino muy difícil y seguramente alguien que mire la foto del hoy puede tener gusto a poco. Pero para nosotros que lo recorrimos, es un montón. Porque al principio no había siquiera las listas, los nombres, las fotos de los compañeros desaparecidos, no estaba ninguna de las categorías conocidas hoy; no existían las siluetas para identificar al desaparecido, los pañuelos blancos, las consignas Nunca Más; Memoria, Verdad y Justicia; los lápices siguen escribiendo. Todas esas consignas fueron construcciones simbólicas, que hoy están, en crisis, pero están. Hay más de mil represores condenados”.

Sin embargo, no se queda con lo conquistado y trata de comprender esta nueva era: “Había todo un sustrato de silencio que no vimos, que fue cocinándose y es lo que estamos recogiendo. Por un lado, por cómo transmitimos la cuestión de memoria, verdad, justicia y la dictadura, hubo un amesetamiento. Y ya las palabras y esos simbolismos dejaron de representar lo que nos representan. Por lo tanto, un pibe que por ahí borra el Nunca Más o tacha un pañuelo no es un negacionista. Es alguien que no aprendió el valor de esos simbolismos. No les dice lo mismo. Tenemos que trabajar con eso, del presente para atrás. Hay que repensarlo todo. Es comunicacional, lo que hay que encontrar son nuevas piezas comunicacionales, nuevas estrategias”, interpela a los y las estudiantes.

 

En el final de la entrevista, ante la inquietud de una joven estudiante, Moler se permite ser optimista en cuanto al futuro, porque así su recorrido lo marca: “Yo estoy convencida que va a surgir algo nuevo, porque forma parte del proceso histórico. Estamos en el peor de los momentos porque estamos en la bisagra de algo que se va acabando y aún no está naciendo lo nuevo. Pero que va a ocurrir, va a ocurrir. No sé si lo llego a ver, pero acuérdense que va a pasar”.

 

Los lápices siguen reclamando

Los lápices siguen reclamando

Una nueva marcha de los centros secundarios conmemoró La Noche de los Lápices y recordó a los estudiantes desaparecidos por la dictadura. Hoy, como hace 38 años, los jóvenes exigieron el boleto estudiantil, denunciaron el trabajo encubierto que realizan en el programa de pasantías porteño y se solidarizaron con los jubilados vetados y reprimidos.

Este lunes 16 de septiembre se realizó la marcha en conmemoración de La Noche de los Lápices, organizada por la Coordinadora de Estudiantes de Base, CEB, que nuclea a todos los centros de estudiantes de CABA, en una movilización que se desplazó desde la Plaza Congreso hasta Plaza de Mayo, donde realizaron su acto de cierre junto a la Pirámide. Este año, además de reunirse bajo la consigna de Memoria, Verdad y Justicia, se pusieron en juego diversos reclamos que incluyeron el rechazo al veto presidencial de la nueva Ley de Movilidad Jubilatoría, la oposición a las medidas de ajuste y un reclamo por la revisión de los programas de Actividades de Aproximación (ACAP) al mundo laboral, más conocidas cómo pasantías. 

La columna avanzó por Yrigoyen manteniendo su forma gracias a los cordones de seguridad armados de estudiantes dándose las manos y cuidados por padres, docentes y coordinadores. 

“Tomala vos, damela a mi, por el boleto estudiantil”, es un cántico que toma fuerza y no pierde vigencia. Los estudiantes detenidos ilegalmente pertenecían a la Unión de Estudiantes Secundarios y habían sido actores en los reclamos de 1976 por el boleto estudiantil. En total fueron diez menores de edad secuestrados de sus casas en la noche del 16 de septiembre de 1976 por represores de la última dictadura cívico militar. Todos fueron víctimas de torturas. Seis de ellos continúan desaparecidos. 

“Se reivindican pibes que entendieron cuáles eran las demandas de su generación, que entendían que ese boleto le cambiaba la cursada a sus compañeros. Reivindicarlos no es quedarnos en el pasado, es pensar qué mundo queremos para nosotros, un mundo que le sirva a nuestra generación”, lee Violeta Presta, presidenta del Centro de Estudiantes del Carlos Pellegrini, del documento redactado desde la coordinación del CEB. 

Más tarde, en conversación con ANCCOM, Violeta sostendrá que los jóvenes “no se comen la curva” en referencia a los dichos y actitudes de los actuales presidente y vicepresidenta de la nación en torno a los hechos ocurridos durante la última dictadura cívico militar ni en relación a las políticas de ajuste actualmente ejercidas sobre el sistema educativo. Afirmará que los pibes quieren cambiar el mundo, pero que es muy difícil movilizarlos cuando la ministra de Seguridad reprime a menores de edad en las movilizaciones. “La estrategia es expandir el miedo, pero nosotros siempre nos movilizamos en paz y no lo hacemos violentamente, tenemos nuestras medidas de seguridad y la prioridad siempre es cuidar a nuestros pibes.”

«Es nuestro desafío pensar cómo convocar más efectivamente, que los pibes se quieran prender y mantener las banderas que siempre sostuvimos de la educación pública de calidad y de la Memoria, Verdad y Justicia”, dice Iván, del CENBA. 

Iván, presidente del Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires, pone el foco en la importancia de buscar formas de movilizar a la juventud que, sostiene, está pasando por una crisis de representatividad a la que las formas clásicas de hacer política ya no los seducen. «Es nuestro desafío pensar cómo convocar más efectivamente, que los pibes se quieran prender y mantener las banderas que siempre sostuvimos de la educación pública de calidad y de la Memoria, Verdad y Justicia.” 

La manifestación por la memoria se entrelaza con los pedidos por una educación de calidad en un momento clave de la tarde. En la pirámide de la plaza y cerca a la conclusión del encuentro, dos estudiantes de la Escuela de Teatro Niní Marshall toman la palabra. Comienzan contándole a los presentes sobre el fallecimiento de Mir, una compañera del colegio y militante estudiantil que murió atropellada en un cruce mal señalizado del tren Sarmiento, yendo a trabajar bajo el régimen de las ACAPS. “La muerte de Miranda era completamente evitable, si ella hubiese estado en su aula estudiando en vez de yendo a trabajar por obligación del Gobierno de la Ciudad no hubiese pasado”. Remarcan lo injusto de las capacitaciones laborales a las que están sometidos, las cuales no tienen coherencia con las especializaciones estudiadas y donde quedan a completa merced de los empleadores, sin espacio para que los docentes, directivos o alumnos puedan emitir opinión o ser parte de la organización del proceso. Cuando las chicas terminan de hablar se abrazan, luego se pide el presente por Miranda, al igual que por los compañeros desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. 

“Presentes, ahora y siempre” grita la multitud, pero la jornada cierra entre saltos y cantos al ritmo de “Ji Ji Ji”, la plaza se mueve bajo el peso de cientos de estudiantes cantando “no lo soñé”, mientras rompen el ritmo habitual de las personas que terminan su jornada laboral. 

Once represores condenados

Once represores condenados

Diez perpetuas y una sentencia a 25 años para los responsables de las torturas, desapariciones y robos de bebés ocurridos en el Pozo de Banfield, el de Quilmes y la Brigada de Lanús durante la última dictadura. También fueron castigados por lo acontecido en La Noche de los Lápices.

 El Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, el martes 26 de marzo, sentenció a la pena de prisión perpetua a diez imputados por los crímenes cometidos en tres centros clandestinos de detención: las Brigadas de Investigaciones de Banfield, de Quilmes, de Lanús. Uno de los  imputados fue condenado a  25 años y otro quedó absuelto. El Tribunal calificó los crímenes cometidos por los imputados que actuaron en los centros clandestinos de detención “Pozo de Banfield”, “Pozo de Quilmes” y “el Infierno” de Lanús con asiento en Avellaneda como delitos de lesa humanidad.

A casi tres años y medio de su inicio del juicio, el presidente del TOF Ricardo Basílico leyó el veredicto con una sala de audiencia llena que esperaba escuchar una condena ejemplar y cárcel común para los represores. Organismos de derechos humanos, sobrevivientes y familiares de víctimas estuvieron presentes escuchando el fallo y otras decenas estaban en las afueras de los Tribunales de La Plata. Los medios autogestivos “Pulso Noticias” junto con “La Retaguardia” transmitieron el juicio por youtube que se pudo ver por dos pantallas colocadas en la vereda, frente al tribunal, para seguir el juicio.

Dieciocho fueron los imputados y seis murieron durante el juicio, entre ellos, el excomisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, director general de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. La querella de Abuelas de Plaza de Mayo acusó a los 12 imputados por los delitos de privación ilegal de la libertad y tormentos de 23 embarazadas y una madre secuestrada junto a su hijo, y por la sustracción, retención y ocultamiento de diez nietos y nietas, siete de los cuales ya recuperaron su identidad. A ella se le sumó la de Justicia Ya, y otras particulares.

Fueron condenados a las penas de prisión perpetua Federico Antonio Minicucci, Guillermo Alberto Dominguez Matheu, Carlos Gustavo Fontana, Carlos María Romero Pavón, Jorge Héctor Di Pasquale, Roberto Armando Balmaceda, Jaime Lamont Smart, Juan Miguel Wolk, Jorge Antonio Bergés y Horacio Luis Castillo. Julio Condioti fue condenado a 25 años de prisión y Enrique Barre fue absuelto.

Abuelas de Plaza de Mayo fue querellante junto con los nietos restituidos Carlos D’Elía, Victoria Moyano Artigas, Pedro Nadal, María José Lavalle Lemos y su hermana María Lavalle, y Laura Garack -quien busca a su hermano o hermana; y con Pablo Díaz, sobreviviente de “La noche de los lápices”, secuestrado y torturado en el Pozo de Banfield y Graciela Borelli Cattaneo, hermana de un ciudadano uruguayo víctima del Plan Cóndor.

Colleen Torre, abogada querellante de Abuelas de Plaza de Mayo opinó sobre la sentencia: “Estamos muy conformes porque fueron diez perpetuas. Por un lado, se condenó por primera vez a Juan Miguel Wolk, jefe del Pozo de Banfield, lo mismo que a Castillo. Wolk es el responsable de la desaparición de los chicos de la noche de los lápices. Además, fueron condenados no sólo por la apropiación de nietos y nietas que han podido recuperar su identidad, que nacieron en el Pozo de Banfield o que fueron secuestrados con sus madres como Pedro Nadal en el pozo de Quilmes; sino también por la desaparición forzada de tres nietos que todavía seguimos buscando”, agregó Colleen. “Me parece importantísimo que los hayan condenado porque resalta que son personas que aún continúan desaparecidas, y es de suma importancia poder condenarlos por la desaparición forzada de todas las mujeres embarazadas con el agravante que conlleva”.

En ese sentido, la abogada de Abuelas dio cuenta de lo necesarios que son los juicios para acceder a información sobre lo ocurrido: “Estos juicios reavivan la posibilidad de tener y de poder seguir buscando datos, siguen apareciendo testimonios de mujeres embarazadas desaparecidas que nos enteramos más de cuarenta años después. Es importante lograr estas condenas en contexto de negacionismo, es importante también que los jueces puedan seguir mencionando y hablando de las desapariciones forzadas y la necesidad de que estos juicios sigan porque todavía nos falta la verdad sobre lo que paso, donde están los nietos y nietas que estamos buscando y sabemos que los genocidas y represores de los Pozos saben dónde están”.

Torre en el alegato había mencionado la violencia y el destrato específico a las mujeres: “Algo que también se mencionó es el sufrimiento de las mujeres embarazadas, nos parece importante que se ponga en el fundamento de la sentencia porque hablamos de violencia específica: la violencia obstétrica. Más allá de la violencia específica que sufrieron las mujeres y las compañeras trans, las mujeres fueron utilizadas como envase contenedor de bebés para sacarle su hijo o hija y quedárselo como botín de guerra. En este sentido también un represor reivindicó y justificó la apropiación de niños y niñas durante la dictadura, esto no hace más que darnos la razón aun sabiendo que la teníamos, que todos ellos fueron parte del plan sistemático de apropiación”, enfatizó.

La condena resultó ejemplar y la alegría se notó en sus protagonistas y en la sala: “Tenemos que esperar los fundamentos del veredicto del tribunal pero la sensación fue de alegría siempre con ese sinsabor porque aún nos falta mucha verdad y no la dicen, sobre todo por los hijos e hijas que están buscando a su mamá y a su papá y no les devolvieron sus cuerpos, ni sus restos, pero sabiendo que por lo menos a partir de anoche van a dormir sabiendo que no están impunes por los crímenes cometidos en los centros clandestinos”.

Torre también se refirió a la importancia de la publicidad de los juicios de lesa humanidad: “Me parece importante que puedan ser transmitidos y visibilizados porque más allá del resultado jurídico penal, las condenas son necesarias y es una obligación del Estado argentino de investigar, juzgar y en su caso, condenar a los responsables de estos crímenes y que los más jóvenes puedan tener esa inmediatez con un testimonio, con un veredicto porque me parece que de esa manera pueden llegar a conocer de una manera más profunda y sensible la historia antes que por un manual. Las víctimas y sobrevivientes están declarando hace años y muchos no lo quieren hacer más porque es agotador y doloroso. En esa inmediatez que tienen los juicios transmitidos, las personas más jóvenes pueden sentir lo que sucedió y pueden verle la cara y los gestos a los imputados. Las Abuelas siguen buscando a sus hijos y a sus nietos, y tal vez a partir de estos juicios se pueda seguir visibilizando lo que siempre nos enseñaron ellas: que la lucha es con amor y siempre es colectiva”.

ANCCOM también conversó con Miguel “El Tano” Santucho hijo de Cristina Navajas y hermano del último nieto restituido. Cuando él declaró en el juicio contó que su mamá estaba embarazada en el momento de su secuestro y que estaban buscando a su hermano o hermana. El año pasado, junto a Abuelas de Plaza de Mayo, lograron encontrar a Daniel Santucho, su hermano. “Me parece que la sentencia estuvo bien, fue muy significativo que hayan sostenido tantas sentencias a cadena perpetua pese al clima político. La justicia llegó tarde y dos de los imputados nunca habían sido condenados. Tantos años de impunidad… cuando declaré dije que me parecía que estos imputados después de tanto tiempo, de nunca haber aportado información, que saben dónde están los otros nietos y lo que hicieron con los desaparecidos, no me parecía bien si les daban beneficios. Con todo lo que hicieron para para evadir la justicia y no aportar nada, la verdad que se le dé privilegios me parecía mal”, declaró y reflexionó: “En la sala se sintió la disconformidad porque los imputados no estuvieron presentes, pero más allá de eso, me parece que las condenas son motivos para festejar, sobre todo porque logramos que mi hermano fuera parte de los motivos por los cuales fueron condenados”.

“Cuando empezamos el juicio hacía más de tres años que estábamos con la querella de mi mamá, pero como hace menos de ses meses apareció Dani logramos a último momento incorporar su caso como uno de los delitos a investigar, a juzgar y ayer tuvimos la primera condena por lo que le hicieron. El apropiador de Dani murió impune. El Tribunal declaró que fueron crímenes de lesa humanidad en el marco un genocidio, hay que remarcar que hicieron las sentencias teniendo en cuenta los crímenes sexuales y las violaciones”, destacó el Tano Santucho y compartió: “Todo lo que sé lo reconstruí cuando era chiquito y pensé que no tenía mucho para aportar. Los abogados de Abuelas me dijeron que era muy importante que yo expresara ante el Tribunal las consecuencias de los hechos y a mí me sirvió mucho, me saqué una mochila de encima, pero se resignificó totalmente cuando apareció mi hermano y el Tribunal tuvo la posibilidad de ver y de constatar. Estar presente con mi hermano y estar ahí con él fue muy simbólico”.

A minutos de la sentencia, Daniel emocionado se abrazaba con mucha fuerza a una foto de su mamá, su hermano ponía su mano en su hombro para contenerlo. “Lo que me genera acompañar a mi hermano en estos momentos… él siempre tiene presente a nuestra madre y está procesando toda la información. Ayer él fue con un cartel y dijo: `Yo siento que mamá está presente`”. Miguel reflexiono acerca de la importancia de hacer memoria: “Las condenas si bien llegan tarde y algunos momentos son insuficientes, ayer el Tribunal nombro a las más de 600 víctimas y eso te hace tomar dimensión también del daño y de la gravedad de los crímenes y uno se da cuenta de lo insuficiente que es la misma condena porque llega más de 40 años después o porque por la edad tienen privilegios, están en sus casas, tienen prisión domiciliaria. Pero lo importante es que no continuaron impunes porque todo lo que no se puede condenar, todo lo que queda impune se puede llegar a repetir con facilidad. Es importante que quede esa marca, ese mensaje a las generaciones siguientes.

 “Yo lo digo muy abiertamente: al no haber podido condenar como correspondía a los responsables civiles del terrorismo de Estado, a los empresarios, al poder económico que estaban detrás de ese proceso, claramente ellos sí son impunes y ellos creen que pueden volver a intentarlo porque no les llega una condena. Por más ejemplar que sea y no logra condenar a los responsables económicos de la dictadura, esos pueden volver a intentarlo otra vez. Por lo menos que la sociedad sepa y condene todos los hechos de violencia que pasaron”.

En la sentencia también estuvo presente Maria Ester Alonso Morales, que vino desde Alemania para presenciar el veredicto: “Yo declaré en este juicio en el 2021, vine de Alemania para hacer la declaración testimonial. Como estábamos en pandemia declaré por zoom porque en ese momento no se estaban tomando declaraciones presenciales. He seguido este juicio a la distancia a través de La Retaguardia y ayer para mí fue conmovedor estar en la sala junto a compañeros y compañeras de H.I.J.O.S, los nietos y nietas y junto a miembros de organismos de derechos humanos de La Plata”. El tiempo es una constante en los familiares que hace décadas esperan obtener justicia: “Esperamos mucho este juicio porque el centro clandestino del Pozo de Banfield también fue maternidad clandestina. Es la primera vez que Miguel Ángel Wolf recibió una condena por delitos de lesa humanidad. En este juicio faltó Adriana Calvo y faltó Hilda que lamentablemente no llegaron a presenciar este escrito tan importante y hace años que veníamos esperando una condena también por los jóvenes de La Noche de los Lápices”. Alonso Morales agregó: “En este juicio declaré para contar la historia de la detención de mi madre y de sus compañeros, que fue en noviembre del 1974. Sus compañeros inauguraron, por decirlo así, el Pozo de Banfield, el centro clandestino de detención y uno de ellos, Manuel Taboada está desaparecido. Lo torturaron y lo mataron y se robaron el cuerpo de la morgue policial. Seguramente los fundamentos de la sentencia van a traer este hecho, lo que venimos diciendo hace mucho que el terrorismo de Estado no comenzó el 24 de marzo de 1976 comenzó antes porque ya hubo desapariciones y torturas antes de la fecha del golpe”.

Sobre su caso declara: “Mi madre estaba embarazada de mí y de mi hermana melliza cuando la detuvieron junto con Dalmiro Suárez, Nelfa Suárez, Ester Alonso y Víctor Taboada. Como estaba embarazada la dejaron en la comisaría segunda de Quilmes y a sus compañeros los trasladaron al Pozo de Banfield para torturarlos; después se volvieron a encontrar en un camión de traslado de personas con destino al Penal de Olmos en la Unidad 8 junto a María Ester y Suárez. Yo pasé ahí mi primer año de vida con mi hermanita. Mi hermana María Elena falleció en 1991 con 16 años, víctima de una enfermedad inmune como el lupus, así que soy yo la que queda de la familia para presenciar este juicio y ayer me reencontré con Víctor Taboada hijo que nació también en la Unidad de Olmos, ahí había un pabellón para madres con sus bebés”, rememoró Morales.

Hubo celebración del veredicto dentro y fuera de la sala. El público levantó en alto los pañuelos blancos, insignia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, mientras sostenían carteles que decían: “Son 30000 y fue genocidio”.

A días de haberse cumplido 48 años del último golpe de Estado y en un contexto de resurgimiento de los discursos negacionistas y las provocaciones provenientes del gobierno nacional, en Argentina se sigue encontrando memoria, verdad y justicia.

El pogo de la memoria

El pogo de la memoria

Los estudiantes secundarios marcharon para conmemorar el 47 aniversario de La Noche de los Lápices. En un contexto marcado por el resurgimiento del discurso negacionista, la manifestación estuvo signada por las consignas contra el avance electoral de la derecha.

Por el espacio que sus apretados cascos permiten,  un par de hombres miran con desconcierto y detienen sus motos sobre Belgrano y Solís. Cientos de estudiantes cruzan la calle dando saltos. Una de ellas aminora la marcha, se detiene sobre la senda peatonal  y les grita mientras agita sus brazos “Tocá bocina si apoyas la educación”. Uno a uno,  se le suman sus compañeros, ninguno tiene más de 17 años. Cuando el coro es imposible de ignorar, llegan tímidas las bocinas. Satisfecho, el grupo festeja la victoria y sigue la columna.

 Este 15 de septiembre fue la víspera de un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices que significó la desaparición, en la ciudad de La Plata,  de seis estudiantes secundarios y militantes.  La quietud que predominaba en las proximidades del sitio de memoria y ex centro clandestino de detención, en Virrey Cevallos 630, se interrumpió a las 15:40, con la llegada de los primeros centros estudiantiles. Organizados detrás de banderas que distinguían sus colegios, cantaban: “Tomala vos, damela a mí, por el boleto estudiantil”. Cuando el agite parecía disminuir, otros proponían: “No seas facho, no seas gil, los compañeros siempre fueron 30.000”. Desde los balcones se veían los primeros vecinos curiosos. 

 El horror de la dictadura se transformaba en cada grito en la fuerza que los movilizaba. Los rostros impresos de quienes los precedieron, y eran estudiantes como ellos, circulaban pegados en los carteles. En sus brazos, llevaban dibujados los pañuelos de las Madres y, en las mochilas, telas pintadas rezaban “Ni olvido, ni perdón”. Todo se mezclaba entre abrazos, pogos y rondas.

 Los docentes también se hicieron presentes, como  Maximiliano, miembro de AGD UBA: “Acompañamos al centro de estudiantes del colegio Carlos Pellegrini que nos da ánimo para venir  y mantener viva la memoria”.

Julia Auchterlonie, estudiante y secretaria general del colegio Lenguas Vivas, conversó con ANCCOM sobre el contexto en que se daba la marcha: “Es un día especial, este año se cumplen 40 años de democracia, pero vemos el avance de la derecha. Las baldosas que recuerdan a les desaparecides aparecieron vandalizadas con grafitis que decían “Milei 2023” o “zurdos de mierda”. Son cosas que nos hacen reflexionar, disputar el espacio,  y entender que ahora, más que nunca, hay que salir a las calles”. Además, destacó que “en la ciudad más rica del país, el presupuesto en educación se recorta todos los años. Hoy continuamos el reclamo al Gobierno de la Ciudad por las condiciones edilicias de nuestros colegios: los techos se caen, hay ratas o alacranes, faltan calefacción y vacantes.”

El colegio María Claudia Falcone, cuyo nombre recuerda a una de las estudiantes desaparecidas, se ubicaba en la cabecera donde los rayos de sol todavía llegaban. En el centro  de la ronda, una joven de pelo corto  y anteojos golpeaba su redoblante al ritmo de “A ver, a ver, quién dirige la batuta, los estudiantes o los bien hijos de yuta, yuta, yuta”. La energía vibrante se replicaba y parecía aumentar con cada salto. Algunos para refrescarse compartían helados de todos los colores.

“El sadismo no es una ideología política”, se podía leer en el cartón que Valen, con un perfecto delineado y flequillo colorado, sostenía . “En octubre la derecha o los derechos”, decía el que agarraba su compañera. Ambas formaban parte de la agrupación “La Che Guevara” y vivían la fecha como “resultado de la acumulación de dichos negacionistas que explotó con el acto de Villarruel”.

Cuando la cuadra ya estaba repleta de gente, empezó el primer acto y representantes de la Coordinadora de Estudiantes Terciarios, Familias por la Escuela Pública, la Federación Universitaria de Buenos Aires, Nietes y Cooperativas en movimiento, tomaron la palabra para reivindicar la lucha estudiantil. Atentos, los secundarios escuchaban y estallaban en aplausos cuando el discurso los interpelaba.

A las 17:40 comenzó la marcha hacia Plaza de Mayo. En cada grupo alguno dirigía el andar con un “apúrense chicos”. Si aumentaba mucho el espacio entre un colegio y otro, los últimos corrían mientras se reían a carcajadas. Cuando la caminata se detenía, buscaban rápidamente el lugar para trepar, copando tachos y postes de luz, desde donde cantaban con más fuerza. La columna ocupaba una cuadra y media.

En el recorrido se sumaron las wiphalas del Malón de la Paz y sus representantes luego tomaron la palabra: “Acompañamos a los estudiantes porque son el futuro, uno con libertad y democracia. En Jujuy estamos sufriendo persecuciones como en la dictadura, exigimos la nulidad de la reforma de Morales”.

Con la Casa Rosada a sus espaldas, los integrantes de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB)  armaron el escenario que daría lugar al cierre de la jornada. Banderas argentinas sobre el asfalto,  las fotos de los desaparecidos hace 47 años y un micrófono. Representantes de los centros de estudiantes secundarios se turnaron para leer el documento, ante la atenta escucha de quienes  permanecían sentados en el piso.

Las arengas apuntaban contra la injusticia y el modelo neoliberal, a la vez que señalaban la importancia de no resignarse: ”Ahora más que nunca es nuestro trabajo decirles a los discursos de odio, a la derecha negacionista, a los vendedores de la libertad y las propuestas de convertir la educación pública en negocio: ¡Nunca más!”.

Aplausos y gritos de emoción fueron el preludio del último gran pogo al ritmo de “Jijiji” y el Himno Nacional. Sonrientes y orgullosos, todavía cargaban sus consignas. Violeta, estudiante de la escuela de teatro Niní Marshall, se apuraba para sacarse la foto que había quedado pendiente y posó con el cartel que sostenía: “Sigamos escribiendo el futuro que ellos siempre soñaron”.

 

Los lápices siguen escribiendo | Estuve ahí

Los lápices siguen escribiendo | Estuve ahí

Emilce Moler, sobreviviente de La noche de los Lápices, cuenta cómo era la militancia juvenil en los 70 y destaca lo que la sorprende del activismo político actual. De la resistencia a los militares a la defensa del medioambiente.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández, Lucia Fabiana e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini