Por Candela Contreras Sánchez
Fotografía: Valentina Gómez Zambrano

Los estudiantes secundarios marcharon para conmemorar el 47 aniversario de La Noche de los Lápices. En un contexto marcado por el resurgimiento del discurso negacionista, la manifestación estuvo signada por las consignas contra el avance electoral de la derecha.

Por el espacio que sus apretados cascos permiten,  un par de hombres miran con desconcierto y detienen sus motos sobre Belgrano y Solís. Cientos de estudiantes cruzan la calle dando saltos. Una de ellas aminora la marcha, se detiene sobre la senda peatonal  y les grita mientras agita sus brazos “Tocá bocina si apoyas la educación”. Uno a uno,  se le suman sus compañeros, ninguno tiene más de 17 años. Cuando el coro es imposible de ignorar, llegan tímidas las bocinas. Satisfecho, el grupo festeja la victoria y sigue la columna.

 Este 15 de septiembre fue la víspera de un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices que significó la desaparición, en la ciudad de La Plata,  de seis estudiantes secundarios y militantes.  La quietud que predominaba en las proximidades del sitio de memoria y ex centro clandestino de detención, en Virrey Cevallos 630, se interrumpió a las 15:40, con la llegada de los primeros centros estudiantiles. Organizados detrás de banderas que distinguían sus colegios, cantaban: “Tomala vos, damela a mí, por el boleto estudiantil”. Cuando el agite parecía disminuir, otros proponían: “No seas facho, no seas gil, los compañeros siempre fueron 30.000”. Desde los balcones se veían los primeros vecinos curiosos. 

 El horror de la dictadura se transformaba en cada grito en la fuerza que los movilizaba. Los rostros impresos de quienes los precedieron, y eran estudiantes como ellos, circulaban pegados en los carteles. En sus brazos, llevaban dibujados los pañuelos de las Madres y, en las mochilas, telas pintadas rezaban “Ni olvido, ni perdón”. Todo se mezclaba entre abrazos, pogos y rondas.

 Los docentes también se hicieron presentes, como  Maximiliano, miembro de AGD UBA: “Acompañamos al centro de estudiantes del colegio Carlos Pellegrini que nos da ánimo para venir  y mantener viva la memoria”.

Julia Auchterlonie, estudiante y secretaria general del colegio Lenguas Vivas, conversó con ANCCOM sobre el contexto en que se daba la marcha: “Es un día especial, este año se cumplen 40 años de democracia, pero vemos el avance de la derecha. Las baldosas que recuerdan a les desaparecides aparecieron vandalizadas con grafitis que decían “Milei 2023” o “zurdos de mierda”. Son cosas que nos hacen reflexionar, disputar el espacio,  y entender que ahora, más que nunca, hay que salir a las calles”. Además, destacó que “en la ciudad más rica del país, el presupuesto en educación se recorta todos los años. Hoy continuamos el reclamo al Gobierno de la Ciudad por las condiciones edilicias de nuestros colegios: los techos se caen, hay ratas o alacranes, faltan calefacción y vacantes.”

El colegio María Claudia Falcone, cuyo nombre recuerda a una de las estudiantes desaparecidas, se ubicaba en la cabecera donde los rayos de sol todavía llegaban. En el centro  de la ronda, una joven de pelo corto  y anteojos golpeaba su redoblante al ritmo de “A ver, a ver, quién dirige la batuta, los estudiantes o los bien hijos de yuta, yuta, yuta”. La energía vibrante se replicaba y parecía aumentar con cada salto. Algunos para refrescarse compartían helados de todos los colores.

“El sadismo no es una ideología política”, se podía leer en el cartón que Valen, con un perfecto delineado y flequillo colorado, sostenía . “En octubre la derecha o los derechos”, decía el que agarraba su compañera. Ambas formaban parte de la agrupación “La Che Guevara” y vivían la fecha como “resultado de la acumulación de dichos negacionistas que explotó con el acto de Villarruel”.

Cuando la cuadra ya estaba repleta de gente, empezó el primer acto y representantes de la Coordinadora de Estudiantes Terciarios, Familias por la Escuela Pública, la Federación Universitaria de Buenos Aires, Nietes y Cooperativas en movimiento, tomaron la palabra para reivindicar la lucha estudiantil. Atentos, los secundarios escuchaban y estallaban en aplausos cuando el discurso los interpelaba.

A las 17:40 comenzó la marcha hacia Plaza de Mayo. En cada grupo alguno dirigía el andar con un “apúrense chicos”. Si aumentaba mucho el espacio entre un colegio y otro, los últimos corrían mientras se reían a carcajadas. Cuando la caminata se detenía, buscaban rápidamente el lugar para trepar, copando tachos y postes de luz, desde donde cantaban con más fuerza. La columna ocupaba una cuadra y media.

En el recorrido se sumaron las wiphalas del Malón de la Paz y sus representantes luego tomaron la palabra: “Acompañamos a los estudiantes porque son el futuro, uno con libertad y democracia. En Jujuy estamos sufriendo persecuciones como en la dictadura, exigimos la nulidad de la reforma de Morales”.

Con la Casa Rosada a sus espaldas, los integrantes de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB)  armaron el escenario que daría lugar al cierre de la jornada. Banderas argentinas sobre el asfalto,  las fotos de los desaparecidos hace 47 años y un micrófono. Representantes de los centros de estudiantes secundarios se turnaron para leer el documento, ante la atenta escucha de quienes  permanecían sentados en el piso.

Las arengas apuntaban contra la injusticia y el modelo neoliberal, a la vez que señalaban la importancia de no resignarse: ”Ahora más que nunca es nuestro trabajo decirles a los discursos de odio, a la derecha negacionista, a los vendedores de la libertad y las propuestas de convertir la educación pública en negocio: ¡Nunca más!”.

Aplausos y gritos de emoción fueron el preludio del último gran pogo al ritmo de “Jijiji” y el Himno Nacional. Sonrientes y orgullosos, todavía cargaban sus consignas. Violeta, estudiante de la escuela de teatro Niní Marshall, se apuraba para sacarse la foto que había quedado pendiente y posó con el cartel que sostenía: “Sigamos escribiendo el futuro que ellos siempre soñaron”.