Abr 12, 2023 | Culturas, Destacado 4
El interés por la fotografía analógica, impulsado especialmente por los jóvenes, se incrementó en los últimos años. La experiencia del contacto directo con el papel, la posibilidad de reflexionar y la recuperación del pasado son parte de una movida que propone pausa creativa frente a la inmediatez digital.
La fotografía analógica no pasa inadvertida y recupera terreno a cada rato. Esta movida artística se encuentra en auge gracias al interés de muchos jóvenes que encuentran en el viejo rollo fotográfico y su revelado una experiencia diferente, que requiere atención permanente en los hechos para lograr capturar el momento preciso. Observar, reflexionar, apostar por lo emotivo y el valor de lo nostálgico son las causas que explican la vuelta de esta práctica contra la inmediatez.
“Lo analógico implica volver a los orígenes de la fotografía y recuperar esa experiencia del tiempo muy distinta a la vorágine de lo digital”, afirmó la licenciada en Sociología y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires Silvia Pérez Fernández. “Es posicionarse y producir desde una lógica que se contrapone a la producción y circulación permanente, y a la poca reflexión que impone lo digital, sobre todo pensando en internet”, agregó.
Los fotógrafos amateurs del grupo Crew Analógica definen a la fotografía digital como de calidad, rápida, segura y prácticamente gratis, pero también efímera y fugaz. Señalan, por otro lado, que lo analógico cuenta con un encanto que la inmediatez de un celular rara vez captura: “la esencia de tomar una foto”. Es por ese motivo que los fotógrafos afirman su preferencia hacia lo analógico, no sólo como un pasatiempo sino también como un medio de trabajo.
Para el fotógrafo profesional Agustín Marigliano, la fotografía analógica tiene una carga emotiva intrínseca, un valor de lo nostálgico. Y si bien considera que este tipo de arte lleva más tiempo y más dinero que la fotografía digital, dice que le permite observar, pensar y reflexionar con más detenimiento.
“Hace un tiempo la fotografía analógica entró en un auge importante”, dijo la curadora de la revista digital Cualquiera Magazine, Claudia Yáñez. “Por suerte, creció el interés por sacar analógicos, por arreglar cámaras consideradas antiguas y comenzaron a venderse más rollos de distintas características para fomentar la experimentación y tener resultados increíbles”, agregó.
Los gerentes de comercios del rubro fotográfico confirmaron este aumento en la compra de rollos: “Actualmente vendo alrededor de tres rollos por semana, cuando hace un par de años ya no vendía ninguno”, dijo el dueño del local de Kodak ubicado en Alem 568, en la Ciudad de Buenos Aires. “Es notorio el interés de un grupo de jóvenes de entre 20 y 25 años por este tipo de fotografía, sobre todo a partir del 2019”, agregó.
Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y la Nomenclatura Común del MERCOSUR (NCM), entre 2017 y 2019 hubo un aumento del 2,8% en las importaciones de cubas de operación automática y programación electrónica para el revelado de películas fotográficas, así como de papel fotográfico en rollo.
El presidente del Centro Mayorista de Fotografía, uno de los importadores y distribuidores de insumos fotográficos más grandes del país, Darío Prilik, confirmó que en 2018 se vendió un 6% más de películas que el año anterior a nivel mundial, y que desde 2017 existe un público más joven que tiende a preferir una cámara analógica.
El regreso de los míticos rollos Ektachrome o Neopan Acros demuestran que las grandes empresas fabricantes de insumos fotográficos, como Fujifilm y Kodak (dos de las marcas pioneras en el mercado a principios del siglo pasado), retomaron sus estrategias de marketing para sus productos analógicos tras notar un aumento en el interés y la demanda de los mismos.
En Argentina, muchos fotógrafos mantienen su ideal de dedicarse a la fotografía analógica a pesar del costo de los insumos. Según el catálogo de precios del Centro Mayorista de Fotografía, en 2020 un rollo KODAK Color Plus valía alrededor de 594 pesos y en 2022 aumentó a 2.544. En el mismo período, un rollo Ektar ISO 100 pasó de valer 1.529 pesos a 5.126. En ambos casos, los productos triplicaron su precio.
“Este tipo de arte tiene sus seguidores, quienes hacen lo posible para llegar a sus objetivos” dijo la fotógrafa profesional María Isabel Priore.
Ana Harff, también fotógrafa profesional y activista body positive, señaló que lo analógico le permite pensar más en lo que hace y aprender de sus errores de una forma que con lo digital no le resulta posible. Harff considera que estamos “mal acostumbrados a tener muchas fotos en los celulares, lo cual nos lleva a perder el contacto con las imágenes que son realmente importantes para nosotros”.
En esta línea, algunos artistas confirman que la práctica de sacar una foto con cámaras “viejas” requiere disciplina, paciencia y estilo para crear la escena antes de que el disparo salga, lo cual es algo que se ha perdido con la ansiedad de tener la foto en el momento. La fotógrafa Micaela Peón dijo: “Pienso que efectivamente la fotografía analógica plantea una resistencia al mundo digital, a priori todo el proceso de toma de fotos con posterior revelado y digitalizado cuestiona la idea, tan corriente hoy en día, de lo inmediato”.
El despertar de la fotografía analógica en los últimos años se ve también en medios de difusión como Revista Dislexia y en el surgimiento de cursos, tanto virtuales como presenciales, como los de Shoot Film o Santa Talleres.
El fotógrafo analógico y docente de Fototaller Monte Negro, Leonardo Marino, entiende que este estilo de arte visual puede desgastarse, pero jamás perderse. “La fotografía analógica ya tiene un presente y no creo que muera nunca, siempre va a tener un público cautivo”, dijo.
Abr 6, 2023 | Culturas, Destacado 3
El fotógrafo Juan Pablo Barrientos presentó su libro Conurbano en tiempos de coronavirus con una muestra de imágenes en el Museo del Hambre. Un relato sobre la vidas precarizadas en medio del aislamiento.
Conurbano en tiempos de coronavirus es un libro producido por el reportero gráfico y cronista visual Juan Pablo Barrientos que se presentó mediante una muestra fotográfica en el Museo del Hambre el pasado viernes 31 de marzo. A pesar de lo que se puede pensar sobre lo que implica la presentación de un libro, esta propuesta se trató de una experiencia totalmente diferente.
El libro relata a través de un corpus de fotografías lo que fue la cruda realidad que afrontaron las personas que vivieron con escasos recursos dentro del AMBA en el periodo de emergencia sanitaria por el Covid-19 en 2020. Muestra la precariedad y lo normalizada que está la desigualdad social para una importante parte de la sociedad.
Se trató de una enriquecedora experiencia en la que la muestra busca realizar el mismo recorrido que se presenta en el libro. Al llegar al Museo del Hambre, en Av. San Juan 2491, CABA -y tal vez como una metáfora-, para ingresar había que descender por unas escaleras para acceder al espacio donde estaban dispuestas las fotografías. Descender para conocer las precarias condiciones en las que vivieron estas familias de bajos recursos en una situación extrema. Por su parte, el nombre del museo, tal como lo explican sus representantes, surge con “el afán de poder convertir al hambre en objeto de museo y que nunca más lo encontremos afuera como lo estamos encontrando”.
Contó Barrientos que cuando comenzó con su recorrido, salía todos los lunes y miércoles para poder tomar sus fotografías. Sin embargo, a medida que la situación sanitaria se agravaba, tuvo que optar por realizar sus visitas a los barrios más pobres del conurbano una sola vez por semana. A pesar de esta reducción, su compromiso con las familias que día a día iba conociendo crecía, tanto que incluso dejó de ser solo un extraño que tomaba fotografías y se convirtió él y su trabajo en un instrumento para hacerle frente a la crisis económica y sanitaria. Se mostró sorprendido al descubrir que con una de sus fotografías consiguió una importante circulación e incomodidad: “Esa foto molestó y generó que el municipio responda con obras o con materiales. Provocó que responda alguien”. En la imágen aparece Nancy, una vecina de Vicente López, que había perdido su vivienda en un incendio, sentada sobre los escombros de lo que quedaba de su casa. Cuando la foto dio a conocer esta situación, el municipio entregó materiales para ayudar a la reconstrucción.
Luego de unos minutos, que sirvieron para recorrer el lugar y observar las fotografías exhibidas en las paredes del museo, colocaron almohadones en el piso. Las personas que visitaban la muestra formaron una ronda alrededor de Barrientos y las invitadas especiales: se trataba de algunas de las protagonistas del libro. El autor enfatizó en lo importante que era darle voz a quienes vivieron en carne propia esta experiencia. Uno de los testimonios de las participantes da cuenta de lo ignorados que llegaron a sentirse durante ese periodo: “El tiempo que duró la pandemia fue muy duro trabajar, fuimos agredidos por el Estado, en vez de ayudarnos nos agredían y no estaban presentes. Vos llamabas al 120 [línea del Ministerio de Salud de la Nación para emergencias y asistencia frente a necesidades a causa de la emergencia sanitaria] y nadie nos asistía”. Según los propios protagonistas de estas historias retratadas, durante la pandemia sólo contaron con la solidaridad que se había creado al interior de cada barrio. En los relatos aparecen anécdotas de cómo se habían organizado llegando a conseguir hasta una ambulancia para ayudarse y asistirse unos a otros. Esta unión es la que aparece plasmada en las fotografías.
Entre las imágenes hay puntos en común que representan lo que fue el coronavirus y lo que es vivir bajo esas condiciones de precariedad. Lo más destacable es cómo se visualizan algunos aspectos de la vida cotidiana, como la inocencia de las infancias retratadas en una de las fotografías donde dos niños juegan en un viejo Renault 12. A su lado, aparece una secuencia de dibujos que muestra lo que para ellos representa este pedazo de chatarra: una nave espacial. A pesar de encontrarse confinados a una atroz realidad, estos niños llegan al espacio en algo que para otros no es más que basura.
Hacia el final del recorrido, el fotógrafo compartió algunas ideas acerca de cuál fue su motivación a la hora de salir en busca de estas imágenes: “Me motivó ver que se hablaba mucho de la situación en la que estaba la gente en CABA, pero nadie pensaba en la gente que estaba en el conurbano que tenía mayores necesidades. Mientras, veía cómo se empezaba a agudizar la situación económica”.
Por otro lado, y desde lo personal, habló de lo difícil que fue salir a la calle en un momento en el que imperaban la incertidumbre y el miedo al contagio. Su preocupación se centró en no contagiar a su hijo, quien pertenecía al grupo de riesgo. A pesar de ello, siguió adelante con su labor social. Y reveló que cuando comenzó esta aventura, nunca tuvo en mente publicar un libro. Sin embargo, el momento llegó y ese proyecto impensado hoy es una muestra que se puede visitar los días 12, 13, 19 y 23 de abril.
Mar 15, 2022 | Destacado 3, Géneros
Una decena de fotógrafas que pasaron por ANCCOM se autoconvocaron para realizar una muestra fotográfica que homenajee a las mujeres trabajadoras en el Centro Cultural San Martín.
En el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se inauguró Desde el gesto, una muestra fotográfica que reflexiona acerca del trabajo de las mujeres y de las feminidades como el motor del movimiento del mundo, exhibida en el Cultural San Martín.
“Pensamos Desde el gesto desde un lugar simbólico. No sólo como una caricia sino para mostrar cómo esas tareas, acciones, apoyo o actitudes que no se ven necesariamente, son fundamentales. Lo pienso desde las tareas domésticas que por mucho tiempo creímos que se hacían de la nada, pero que en realidad hay un trabajo invisible que debería ser visibilizado”, sostiene Sofía Genovese, una de las integrantes del colectivo que compone la muestra que puede visitarse hasta el 9 de mayo en Centro Cultural San Martín. Además del trabajo de Genovese, en la exhibición pueden apreciarse obras de Florencia Ferioli, Cristina Sille, Camila Godoy, Daniela Morán, Daniela Yechúa, Melisa Molina, Deborah Valado, Camila Alonso Suárez y Noelia Marcia Guevara.
La exhibición propone once microhistorias independientes sobre trabajadoras, retratadas por cuatro fotografías y un texto que las acompaña. En conjunto permiten entrar a la vida de estas mujeres y sus labores, en ambientes masculinizados o no remunerados, lo hacen de una manera íntima y a la vez cotidiana.
Daniela Yechúa comenta cómo se dieron los primeros pasos para organizar la exposición: “Fueron discusiones bastante abiertas entre nosotras porque la temática era el 8M, pero la conmemoración de esta fecha es amplia. Nosotras nos agarramos de la consigna de la Mujer Trabajadora y decidimos contar sus historias. Pero decidimos contar once historias diferentes y que cada una de nosotras se encargara de narrarlas en imágenes. Entonces fuimos poniendo en común las historias de las mujeres que nos gustaría contar y a partir de ahí consensuamos cuáles incluiríamos para ser lo más inclusivas posibles. Además, nos propusimos tomar el trabajo doméstico, no sólo mostrar a las mujeres en sus oficios sino también lo que muchashacen una vez que llegan a sus casas”.
Camila Godoy detalla cómo fue el proceso creativo: “En mi caso usé fotos que ya había producido en otro contexto. Es un trabajo que arranqué en ANCCOM y fue un desafío porque hice esas fotos con un enfoque más informativo. Nosotras teníamos la idea del gesto, en las manos, en los detalles. Hubo que encontrarle un poco la vuelta para poder adaptar esas fotos al colectivo. Como eran cuatro fotos por cada protagonista, pudimos hacer todo un recorrido de historias diversas de esos retratos y también contar la historia con el contexto”.
“Nos interesaba retratar aquellas que hacen laburo doméstico y trabajan en rubros muy masculinizados. Lugares donde no estamos acostumbradas a ver mujeres. Nos gustó remarcar que estamos ahí y que somos parte de esos oficios. Lo mismo que nos pasa a muchas de nosotras en fotoperiodismo, que es un oficio muy masculinizado. Para nosotras, ANCCOM siempre fue un espacio donde no existió esa brecha de género, incluso en nuestra camada éramos todas mujeres, algo sumamente contrario a lo que pasa en los trabajos remunerados. Aquello que estamos mostrando con las fotos es un poco lo que nos identifica como grupo, ser mujeres en espacios donde no acostumbramos a ser mayoría mujeres”, continúa Cristina Sille.
El colectivo de las diez artistas se formó con todas fotoperiodistas que realizaron su práctica preprofesional en ANCCOM, la agencias de noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. “Sentíamos que haber transitado por ANCCOM nos daba una base y un conocimiento que nos unía, aunque hubiéramos transitado en distintos momentos por allí. De hecho, algunas nos conocimos recién en la inauguración en persona. Trabajar virtualmente juntas fue una linda experiencia”, explica Camila Godoy.
Diego Rosemberg, docente y coordinador de redactores de la ANCCOM suma su mirada al proceso construido por las practicantes: “Algo para destacar es que son fotógrafas que realizaron la práctica en la agencia en distintas épocas, muchas de ellas nunca interactuaron entre sí. Sin embargo, se buscaron y se reunieron para realizar un proyecto conjunto: lo que les dio identidad como colectivo fue esa experiencia. La agencia las identifica y les permite construir en conjunto aun sin conocerse. Eso, para nosotros, tiene un valor inmenso”.
Durante la inauguración, en el 4to piso, se presentó la artista Catu Hardoy con sus canciones originales. Además, se proyectó un video poema producido por las artistas Milagros Vaca Narvaja, Mechi Miguel, Silvana Montezuma, Sol Lorenzo, Mar Bel Hadad y Male Schvartz para complementar las imágenes. Desde el Cultural San Martín, Josefina Marino comenta que la muestra “surge en el contexto del 8M y las diferentes propuestas culturales de los espacios de la Ciudad. Las dejamos con libertad para que la curaduría y el concepto de la muestra quede a cargo de ellas. La muestra es totalmente de ellas. Con la consigna de que usen ese espacio de artes visuales para contar algo en el marco de la fecha”, explica. “La idea era hacer algo colectivo y las historias que cuentan son muy originales. Con ellas hablamos de que hay una mirada a veces medio cliché de cómo retratar a la mujer para esta fecha, una puesta en escena de la calle, de la lucha y las manifestaciones que ya se han visto mucho. La idea era buscar algo más singular”, señala.
Desde el gesto se encuentra en el Hall de la Sala Muiño del Centro Cultural San Martín, la entrada es libre y gratuita y puede ser visitada de jueves a domingos de 15 a 21 hasta el 9 de mayo. Bajo la conmemoración de la fecha, también se exponen en el Hall inicial de la planta baja In Illo Tempore de la escultora Mónica Souza.
Las diez artistas mujeres afirman: “Somos tribu, en este momento donde las consignas son confusas y nos dispersamos repensando(nos), permitiéndonos sembrar nuevas crianzas y nuevas formas de enraizarnos. Es ese el sostén y cuidado que nos damos, reverdeciendo los espacios como jefas de cada hogar. Son nuestros derechos los que están en pugna y es el trabajo como un modo de vida. Es la resistencia la que florece de nuestra siembra”.
May 6, 2020 | Comunidad, Culturas, DDHH

Aparición de la nieta 126, Adriana Garnier Ortolani. Foto de Daniela Morán en una cobertura para ANCCOM.
Fotografes x los barrios es una iniciativa lanzada por un grupo de profesionales que venden algunas de sus fotografías para donar lo recaudado a los barrios populares del país a través de la organización La Poderosa. En un contexto en el que el mundo entero se ve afectado sanitaria y -en igual medida- económicamente, más de un centenar de reporteros y retratistas se organizaron para aportar, desde su lugar, con el trabajo de emergencia que se está realizando en los barrios más vulnerables.
La pandemia provocada por el Covid 19 ha obligado a la sociedad toda a tomar estrictas medidas para prevenir y evitar el contagio y propagación del virus; el aislamiento social y la constante higiene de manos y superficies son las medidas más importantes. Pero ¿cómo se hace para respetar el aislamiento cuando se comparte un baño con cinco, nueve o doce personas más? ¿Cómo se hace para mantener la higiene en barrios que no tienen acceso al agua potable?
Florencia Guzzetti, fotógrafa y una de las organizadoras de Fotografes x los barrios, en diálogo con ANCCOM contó que el proyecto surgió “a partir de pensar qué podíamos hacer como reporteros gráficos para poder ayudar a los barrios”, aquellos que tantas veces visitan para documentar una historia de vida o mostrar su realidad a tantos argentinos. Una vez lanzada la convocatoria, una gran cantidad de profesionales se sumaron a donar sus fotografías. Entre ellos se encuentran artistas de altísimo reconocimiento como Eduardo Longoni, Adriana Lestido, Carlos Bosch, Giancarlo Ceraudo, Nora Lozano, Pablo Piovano; y también fotógrafos que hicieron su experiencia en esta agencia, como Romina Morua, Daniela Morán y Néstor Beremblum, y sus dos editores, Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire. Las producciones estarán disponibles durante diez días a partir del miércoles 6 de mayo, y la compra puede realizarse a través de la cuenta de Instagram y en la Fan Page de Facebook.

24 de Marzo de 2015. Foto de Romina Morua realizada para ANCCOM.
“Días atrás, un texto publicado por Nacho Levy, referente de la organización social La Poderosa, nos dejó algunas pistas y muchas certezas –relatan en una carta conjunta los fotógrafos-. Levy detalla con precisión la frágil situación de la parte más dolorosa del país”. Hace días que, desde La Garganta Poderosa, vecinos y vecinas de las distintas barriadas de la Capital Federal vienen denunciando la situación en la que se hallan: al hacinamiento infrahumano, la falta de acceso a servicios básicos, el empobrecimiento cada vez más estremecedor de las economías familiares y la ausencia estatal se le suma, en una carrera de injusticias, el peligro inminente que el coronavirus y el dengue suponen.
Como si esto fuera poco, desde hace diez días los vecinos de la Villa 31 no tienen acceso al agua en sus casas, lo cual los sitúa en un panorama catastrófico. Las tardías respuestas y la inacción durante este lapso por parte de los funcionarios responsables dejaron como saldo un aumento exponencial de la curva de contagios en “la villa más emblemática de la ciudad más rica del país”, como bien define el referente de La Poderosa. De tan sólo tres casos confirmados de coronavirus, a partir del corte de agua el número se elevó a 198 positivos y una vecina de 84 años fallecida. Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad responsabiliza a las autoridades de AySA y éstas últimas alegan que el encargado de garantizar el servicio en el barrio es el gobierno porteño.
Y no son los únicos: en la Villa 1-11-14, donde ya se contabilizan 69 contagiados y cinco fallecidos, la situación es igual de crítica. Además, el domingo por la tarde las estadísticas oficiales informaron que hay casos en Ciudad Oculta, Villa 20, Rodrigo Bueno, Barrio Mitre, Barrio Ramón Carrillo, Villa 21-24, Fátima, Piletones y en “barrios populares sin precisar”.

Fotografía de Lilian Andrade, de La Garganta Poderosa
Pero esta realidad no aparece en las grandes pantallas ni los principales portales web. O por lo menos no aparece hasta que no lo pueden tapar más, hasta que la situación colapsa. En este sentido, Fotografes x los barrios también “ayuda a mostrar lo importante que es el rol del fotoperiodismo y del fotógrafo para documentar la historia de un país, de un momento, de un barrio, de una situación”, según comentó Guzzetti. Además, agregó que invitaron a participar a los fotógrafos de La Poderosa, que son justamente, dijo, “los que pasan el tiempo y viven en los barrios. Ellos pueden aportar un montón con su mirada que es la que se logra al caminar y vivir los barrios todos los días”.
A partir de que se sumaron un montón de profesionales a la iniciativa, Guzzetti comentó que la intención es “poder continuar con una segunda tanda de fotos de otros autores y seguir avanzando en esto no sólo a través de la venta de fotografías sino también pensando y articulando cuestiones culturales, talleres o alguna otra propuesta que se pueda hacer en los barrios, siempre con el fin social, de intercambio y para poder trazar esos puentes que se trazan cuando uno va al barrio a hacer una historia o sacar una foto”.
Todo el dinero recaudado a partir de esta iniciativa será donado a La Poderosa, quien estará encargada de distribuirla en los lugares donde más urgencia haya. En la página web de Fotografes x los barrios los organizadores afirman que optaron por La Poderosa “porque confiamos en su accionar colectivo, y en su capacidad de llegar a lugares donde otrxs no llegan”.
Con este motivo más de 100 fotógrafos donaron sus producciones, que incluyen desde retratos a paisajes y rincones de cualquier parte del mundo, pasando por marchas y manifestaciones históricas, el carnaval en el norte argentino y jugadas memorables del fútbol nacional. De tan enriquecida compilación, la fotografía ofrecida por Florencia Guzzetti no parece haber sido elegida al azar: se trata de Norita Cortiñas en el interior la mina de Río Turbio, a siete kilómetros de profundidad.
“Es una foto muy importante, muy significativa en mi carrera profesional –dice Guzzetti-. Para mí Nora es todo: es fuerza, es lucha, es coraje. Es ese abrazo que todos queremos tener y que todos necesitamos ahora más que nunca que no nos podemos abrazar”. Y el abrazo de la Madre de todas las batallas llegó, en medio de un contexto extremadamente crítico en los barrios populares de la Argentina, a través de la publicación de la denuncia “del crimen en la villa” frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, redactada en conjunto con Adolfo Pérez Esquivel y decenas de artistas, organizaciones de Derechos Humanos, medios de comunicación, personajes públicos, etcétera. “Nora es esa llama que siempre se mantiene prendida y que nos guía cuando no sabemos para dónde ir”, concluyó Guzzetti.