10 años de feminismos: De la marea verde a la resistencia

10 años de feminismos: De la marea verde a la resistencia

En esta década la militancia por los derechos de género y disidencias ganó la calle y numerosas conquistas. Pero en el último año el péndulo viró hacia el otro extremo y hubo que volver a las trincheras ante el avance anti-woke.

En marzo de 2015, en un contexto de transformaciones profundas y debates intensos sobre género, nació ANCCOM. A lo largo de esta década, ha acompañado hitos como la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la Ley de Identidad de Género y la Ley de Cupo Laboral, además de la creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Sin embargo, también ha sido testigo del desmantelamiento de muchas de estas conquistas.

Luci Cavallero, docente, investigadora y activista de Ni Una Menos, analiza el presente y los desafíos que enfrenta el movimiento feminista. «A pesar de las conquistas logradas, el contexto actual impone nuevas resistencias», señala. Entre ellas, menciona la eliminación o reducción de programas clave de asistencia, como la Línea 144 y el Plan ENIA. «El acceso a la interrupción voluntaria del embarazo enfrenta más obstáculos, porque además del marco legal, es crucial contar con recursos y presupuestos adecuados», advierte.

Cavallero subraya que la crisis económica intensifica la violencia de género. «Hay un malestar generalizado que se traduce en un aumento de la violencia en todas sus formas: entre varones, de varones contra mujeres y en el ámbito doméstico», explica. En esta realidad, sostiene que el Estado no solo desarticula políticas públicas, sino que con sus discursos «desinhibe la violencia social y legitima ataques hacia mujeres, lesbianas, travestis y maricas».

Frente a estos retrocesos, el movimiento feminista busca reorganizarse. «No se trata solo de reivindicar fechas, sino de articular con otros sectores, como trabajadores, jubilados y defensores de la salud pública», afirma Cavallero, y concluye: «Es necesario fortalecer los espacios colectivos y expandir alianzas».

Una de las luchas urgentes dentro de estos espacios es la de la comunidad trans, el sector más excluido del sistema laboral y con menor acceso a derechos básicos: «No hay ninguna política pública para la comunidad trans, no solo en la cuestión laboral, sino tampoco en función de la salud y los procesos de hormonización», subraya Claudia Vásquez Haro, presidenta de Otrans y primera mujer trans migrante en recibir el DNI. La Ley de Cupo Laboral Travesti Trans fue un avance significativo, pero su implementación sigue siendo irregular y depende de la voluntad política de cada gobierno. «Los derechos requieren de la acción concreta del Estado, que garantice condiciones de igualdad, reconociendo las vulnerabilidades de los sectores más desprotegidos», enfatiza.

En junio de 2024, el gobierno de Milei disolvió el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, responsable de prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. Además de los despidos masivos, se desfinanciaron políticas nacionales que brindaban apoyo a mujeres y diversidades en situación de violencia, como el Programa Acompañar. “Muchas víctimas dependen económicamente de sus agresores, y este programa les permitía salir de hogares violentos. Actualmente, hay muy pocas nuevas beneficiarias”, refería la trabajadora social Luján Tramanzoli, hace unos días, en diálogo con ANCCOM.

Martha Linares, exdirectora nacional de Asistencia Integral a las Víctimas de Violencia por Razones de Género, alerta sobre las graves consecuencias de esta desarticulación: “El aumento de femicidios es una de ellas, pero también la eliminación de la Línea 144, que brindaba orientación anónima sin necesidad de denuncia”.

El 8M de 2025 fue una expresión masiva de rechazo a la destrucción de las políticas de género. 

 

Tanto para Linares como para Claudia Vásquez Haro, las políticas de género no deberían depender de un gobierno, sino ser un compromiso del Estado. «Hoy tenemos una gestión que desconoce la problemática y busca eliminar figuras clave como el femicidio del Código Penal». Ante este panorama, opina que la resistencia debe ir más allá de frenar políticas regresivas: «Si volvemos a tener un gobierno popular, necesitamos un Ministerio de Mujeres con más alcance que el anterior».

«No podemos permitirnos empezar siempre desde cero. En los momentos más difíciles, debemos golpear juntas y discutir cómo evitar que lo logrado se transforme en un retroceso dentro del propio movimiento», agrega Linares, a la vez que destaca la necesidad de unidad política y acción concreta. «Uno de los aspectos más importantes es no perder la capacidad de desordenar la política y generar espacios de encuentro intergeneracionales. Las nuevas generaciones deben tomar la posta, pero sin perder de vista las experiencias acumuladas por las generaciones anteriores».

«El feminismo no surgió en 2018 con los pañuelos verdes y el glitter –remarca Linares–. Se construyó a partir de años de organización y lucha”. En ese sentido, reivindica el rol de las organizaciones políticas, sindicales y comunitarias como pilares fundamentales para la resistencia y el cambio estructural. «No se trata solo de resistir, sino de transformar las estructuras que perpetúan la violencia y la exclusión», concluye.

Las mujeres salieron a la calle y denunciaron las políticas machistas del gobierno

Las mujeres salieron a la calle y denunciaron las políticas machistas del gobierno

Miles de mujeres y disidencias marcharon desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo para enfrentar el desmantelamiento del sistema de protección de víctimas de violencia de género, y contra el discurso y práctica patriarcal del Gobierno nacional.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, fueron miles las mujeres y disidencias que se hicieron presentes en distintos puntos de la República Argentina. En la Ciudad de Buenos Aires, la movilización fue convocada a las 16 bajo la consigna: “Paro internacional transfeminista, antirracista, antifascista, antipatriarcal y anticapitalista”. Comenzó en el Congreso de la Nación y culminó en la Plaza de Mayo.

Media hora después, por las intersecciones de Avenida de Mayo y Lima comenzó a desplazarse la primera cabecera hacia Plaza de Mayo al grito de “¡Unidad de las trabajadoras!”. Allí estuvieron personalidades de la política como Romina Del Plá y Vanina Biasi, diputadas del Frente de Izquierda. También la exministra de género, Elizabeth Goméz Alcorta.

Victoria Aguirre; vocera nacional y co-coordinadora del Observatorio de mujeres, disidencias y derechos de Mumalá dijo que marchó por la reivindicación de los derechos laborales y la precarización, agregó: “También por aquellas mujeres que sostienen hogares monoparentales, en Argentina es casi un 70 por ciento.. Por las 48 víctimas de femicidios en lo que va del año y los 182 intentos de femicidios”. Y concluyó, que desde el Observatorio se registró un femicidio cada 29 horas y un intento de femicidio cada 8.

 

Horas antes de que las calles sean colmadas, en la cuenta de Casa Rosada de X, el Gobierno nacional publicó un video por el Día Internacional de la Mujer. En el, son críticos con el gobierno de Alberto Fernández por la creación del ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad; “la ideología de género” y “la cultura woke”. En las imágenes se agregó además que en la gestión de Javier Milei durante 2024, “los homicidios de mujeres cayeron un 20%” omitiendo la figura penal de femicidio.

 

A raíz de este vídeo, Aguirre calificó al Gobierno como “mentiroso” y “promotor de violencia” dado que según la vocera, en ningún lugar de ese posteo hubo una intención de reacondicionar la situación de las mujeres y las disidencias por eliminar las violencias. Sino que hizo todo lo contrario: fomentó el odio hacia las feministas y diversidades, “como si nosotros fuésemos el problema coyuntural del país. El problema es el hambre, las políticas de ajuste y el desempleo”.

 

Mientras las horas transcurrían, los reclamos al ritmo de tambores y gritos eran los mismos: reducir la brecha salarial que actualmente es de un 27% según el INDEC; “dejen de matarnos por el simple hecho de ser mujeres”, en relación al registro de un femicidio cada 29 horas; el hogar es el lugar más peligroso para las mujeres y niñas. Según UFEM en Argentina el 73% de las víctimas conocía a su agresor. De igual modo se reclamó la presencia de mujeres en puestos políticos y empresariales relevantes y la garantia del aborto legal seguro y gratuito según la ley 27.610.

Los feminismos en tiempos de Milei

Los feminismos en tiempos de Milei

Este 8 de marzo encuentra a los feminismos como uno de los blancos predilectos del Gobierno. ¿Qué consecuencias tienen esas políticas? ¿Cómo se enfrenta esta situación?

En este segundo año de mandato del presidente Javier Milei y en un contexto de creciente crisis económica, ¿qué particularidades tendrá esta edición de la marcha del 8M? ¿Cómo afecta la crisis a las mujeres y disidencias? ¿Qué rol ocupan los feminismos en este escenario?

Para responder a estas preguntas, ANCCOM salió a conversar con referentes de distintos ámbitos: Luci Cavallero, representante del movimiento Ni Una Menos; la socióloga y periodista especializada en estudios de género, Danila Saiegh; Luján Tramanzoli, trabajadora social del Juzgado Nacional Civil de Familia, y la filósofa Roxana Kreimer, quienes ofrecen un panorama sobre los desafíos y las luchas que marcarán este 8M y el movimiento feminista contemporáneo.

Contexto

En junio de 2024, el gobierno de Milei disolvió el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, responsable de prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. Además de los despidos masivos, se desfinanciaron políticas nacionales que brindaban apoyo a mujeres y diversidades en situación de violencia, como el Programa Acompañar. “Muchas víctimas dependen económicamente de sus agresores, y este programa les permitía salir de hogares violentos. Actualmente, hay muy pocas nuevas beneficiarias”, explica Tramanzoli.

“La crisis económica agravó la vulnerabilidad de las mujeres a quienes acompañaba esa política. Ahora enfrentan mayores dificultades para acceder a alimentos, vivienda digna y cuidados para sus hijos”, sostiene. Sin alternativas, muchas deben seguir conviviendo con sus agresores. “Veo mujeres que presentan denuncias de violencia, pero, ante la falta de recursos y la ausencia de políticas de apoyo, terminan regresando a la convivencia porque no encuentran otra forma de subsistir”, agrega la trabajadora social. Cavallero, referente de Ni Una Menos, coincide con lo que Tramanzoli observa en su tarea cotidiana: “La crisis impacta haciendo que las mujeres tengan menos opciones para salir de los hogares donde hay violencia por razones de género”.

Además, “con este programa de ajuste brutal y shock neoliberal, donde el Estado se está retirando de la provisión de salud y educación, y se producen despidos masivos en las políticas públicas, las mujeres están absorbiendo todo este ajuste con el trabajo no remunerado, con tareas domésticas y de cuidado”, afirma Cavallero.

Por otro lado, Kreimer, quien se reconoce como “feminista crítica del feminismo hegemónico y del hembrismo”, suele señalar algunos sesgos que, en su opinión, dificultan la lucha que llevan adelante las mujeres. Por ejemplo, plantea una duda sobre si las mujeres sufren más la crisis que los hombres: “El único estudio cuantitativo que encontré le pregunta a las mujeres, pero no a los hombres, cómo las perjudica la crisis económica”, comenta, refiriéndose a una investigación del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana de Rosario. “El problema es que en la mayoría de los estudios con orientación feminista no se compara con lo que le ocurre a los hombres y se saca la conclusión de que a las mujeres las afecta más que a ellos. Incluso se habla de feminización de la pobreza”. Además, añade que en general a la pregunta de cómo afecta la crisis a las mujeres, se responde con “opiniones y la opinión es el escalón más bajo del conocimiento”, subraya.

El feminismo hoy

¿Cómo se sigue en este momento, con un feminismo ajustado y utilizado como chivo expiatorio? Tramanzoli propone que “se debe seguir luchando por los derechos conquistados. No podemos darlos por sentado, porque este gobierno avanza contra ellos. También es fundamental reconstruir los que ya fueron eliminados en este primer año de gestión mileísta”.

Asimismo, plantea la organización popular como alternativa: “Es importante también organizarse desde los márgenes de la institucionalidad y construir respuestas frente a la desprotección”. Si bien propone que debería ser tarea del Estado, señala: “Para este gobierno, impedir la violencia contra mujeres y diversidades dejó de ser una prioridad. Frente a esta realidad, el feminismo debe encontrar soluciones desde la organización popular”.

Por otro lado, Cavallero afirma: “El feminismo tiene un rol fundamental en la resistencia de la ultraderecha, porque propone un modelo completamente alternativo a la idea del individualismo y la violencia”. Así, explica que el feminismo pone en valor el cuidado, la interdependencia y el trabajo comunitario, que contrasta con las políticas del gobierno actual.

También subraya la importancia del feminismo en la construcción de alianzas: “Esto queda demostrado cada 8 de marzo, donde somos casi el único movimiento que puede mostrar una unidad de todas las fuerzas políticas en la calle. Es necesario hacer alianzas transversales donde aparezcan otros sujetos y sujetas políticas que también están en conflicto con este modelo”, sostiene. Para Cavallero, el feminismo tiene que dinamizar las alianzas políticas para enfrentar a este modelo y plantear una oposición, aunque reconoce que hay que hacer ajustes de estrategias para este nuevo tiempo.

“Tenemos que plantear más que nunca que el feminismo es una política de masas –susbraya-, no es un partido, no es un ghetto, no es un movimiento de efemérides, es un movimiento que está al interior de todas las luchas que dan nuestros pueblos”. En ese sentido, Saiegh plantea: “Creo que, en términos concretos, no hay tal partido del feminismo. Las feministas y los feminismos somos un montón de mujeres y disidencias viviendo nuestra vida, tratando de llegar a fin de mes”.

Para Tramanzoli, es imprescindible proteger la vida: “En nuestro país se produce un femicidio cada 35 horas. Si bien los desafíos son muchos y complejos, me parece que la problemática de la violencia de género y en especial en su modalidad doméstica, necesita por parte del feminismo respuestas urgentes”, plantea.

Para Kreimer, el feminismo debería dialogar con los grupos mileístas, ya que proponen algunas ideas que, según ella, podrían beneficiar a la sociedad. Entre ellas, señala, la necesidad reformar un sistema judicial sesgado contra los hombres, cómplice de falsas denuncias y violatorio de garantías constitucionales y de revisar las variables en la investigación de la brecha salarial.

¿Por qué la ultraderecha tomó de “enemigo” a los feminismos?

Saiegh apunta que “el feminismo no es un partido en el que podamos militar y ganar elecciones”, pero aun así se ha convertido en un enemigo para la ultraderecha debido a su capacidad de cuestionar el poder. Expresa que los feminismos han comenzado a interpelar “algunos lugares de poder, algunas narrativas que sostenían a los varones heterosexuales en los lugares de poder” y que, aunque ese cuestionamiento fue mínimo, bastó para generar una reacción violenta.

Cavallero complementa esta idea al señalar que el feminismo no sólo desafía estructuras simbólicas, sino también económicas y políticas. “El protagonismo feminista propone una forma de resolver la reproducción de la vida que va directamente en contra de este modelo individualista y violento que propone la ultraderecha”, sostiene. Expresa que la derecha responde con hostilidad porque el feminismo “antagoniza de manera muy concreta con este modelo de extractivismo, endeudamiento y concentración de la riqueza”.

Además, Cavallero señala que la ultraderecha recurre a la estigmatización para desviar los conflictos sociales. “Necesita generar una división al interior de la clase obrera para que el conflicto social nunca vaya hacia los de arriba”, afirma explicando por qué los feminismos y otros movimientos, como el de migrantes, son convertidos en enemigos. En este sentido, lo que la activista describe como una reacción neofascista contra el avance feminista también se inscribe en una estrategia más amplia: la derecha necesita fabricar adversarios internos para sostener su modelo de poder y concentración de riqueza.

La postura de Kreimer sigue una dirección diferente. Según ella, la respuesta ante el feminismo se debe a que “en general, apoya la violación de garantías constitucionales, como el principio de inocencia o la igualdad ante la ley, cultiva un victimismo que nos convierte en eternas menores de edad y descalifica los problemas de género que padecen los hombres, como si estuvieran compitiendo para ver a quién le va peor”.

¿Cómo interpelar a las juventudes?

Saiegh señala que “los feminismos no tienen la obligación de salir a conquistar militantes como lo hace un partido político”, el desafío es convencer a los dirigentes de que sus demandas son importantes. Desde su perspectiva, una tarea importante es darle sentido político a las experiencias de los jóvenes. “Por ejemplo, que una chica pueda interpretar su relación con la libertad y el deseo, la posibilidad de estudiar, votar, ser votada, ser presidenta, legisladora, dueña de una empresa o arquitecta”, expresa.

Además, sostiene que esta tarea de interpelación no es exclusiva del feminismo, sino que es parte de un desafío mayor: acercarse a quienes dicen no interesarse en la política y recuperar la exigencia de derechos al Estado. “Hay jóvenes que creen que su existencia se explica por la libertad en el mercado, como si el Estado, en términos políticos e históricos, no tuviera nada que ver con ellos”, advierte. Según su visión, esta desconexión se profundizó tras la pandemia.

Cavallero, en cambio, enfatiza la necesidad de construir un movimiento intergeneracional que convoque a los jóvenes y se organice en distintos espacios. “El feminismo tiene que acercarse y seguir haciendo un movimiento intergeneracional”, sostiene. Considera clave definir “cuáles son los vectores de politización y cuáles son las alternativas que propone el feminismo”. Para ella, el feminismo debe ofrecer respuestas concretas sobre el cuidado, las finanzas y el acceso a la vivienda. “Seguir teniendo un movimiento capaz de organizarse en escuelas, en universidades, en lugares de trabajo, es muy importante”, expresa.

La movilización por el 8M en 2025 se enmarca en un contexto de recortes estatales, crisis económica y un gobierno que desestima las políticas de género. Más allá de las diferencias internas, lo que parece quedar claro es que el feminismo sigue siendo un actor político clave en el escenario actual. En Argentina la violencia de género sigue cobrándose vidas y jornadas de lucha como el #8M son un espacio de debate, encuentro y resistencia, que sigue colocando en el centro las demandas de las mujeres y diversidades por una sociedad más justa.

Este 8M, la marcha comenzará a las 16:00 hs en Plaza de Mayo, bajo el lema «contra el hambre, el saqueo y la crueldad».

«No creo que el movimiento feminista tenga que hacerse cargo de Alberto Fernández»

«No creo que el movimiento feminista tenga que hacerse cargo de Alberto Fernández»

La paradoja de los avances de las políticas de género que permitieron demandar a un expresidente que las impulsó y el retroceso en el tratamiento mediático analizados por la investigadora Luci Cavallero y por la autora de «Feminismo Jumanji», Ana Laura Núñez Rueda.

Esta semana, el Poder Judicial resolvió imputar al expresidente Alberto Fernández por los delitos de lesiones graves doblemente agravado por el vínculo y contexto de género y amenazas luego de la denuncia presentada por su expareja Fabiola Yáñez. ANCCOM dialogó con la investigadora feminista Luci Cavallero y con Ana Laura Núñez Rueda, coautora del libro Feminismo Jumanji para pensar sobre la vigencia del patriarcado, el movimiento feminista y el tratamiento de la violencia de género en los medios.

Núñez Rueda puso en contexto el hecho: “Si el sujeto todopoderoso de estos tiempos sigue siendo el varón pudiente, blanco, de traje, con poder y que vive en las grandes urbes ¿qué nos sorprende de que Alberto ejerza la violencia de género? Con esto no quiero decir que cualquier varón blanco ejerza la violencia física y psicológica sobre las mujeres, pero sí, que el sistema sigue reproduciendo la desigualdad estructural -económica- que se vuelven visibles y palpables cuando se materializan en los cuerpos femeninos con marcas, golpes y en algunos casos hasta la muerte”. No obstante, para la autora, el feminismo hoy es uno de los movimientos sociales más importantes de América Latina, y es por eso que, a pesar del desmantelamiento de políticas públicas para combatir la violencia de género que atraviesa la Argentina, en otro momento histórico no se hubiera podido denunciar a un expresidente y escuchar la voz de la denunciante.

Luego de la denuncia, la filtración de los chats e imágenes inundó los medios de comunicación que no cesaron de hablar del caso desde entonces. Ante la mediatización de la causa, la socióloga feminista Luci Cavallero dice: “La forma en que fue tratado el caso en los medios es un retroceso en los logros que habíamos obtenido en la disputa por una comunicación feminista. Los medios fueron quienes difundieron las imágenes sin consentimiento previo de Fabiola y sin que ella antes denunciara. También los medios comenzaron una cacería de mujeres que pasaron por Olivos, sin poner en eje a la responsabilidad del denunciado”. El enfoque en las visitas que recibió Alberto Fernández durante la pandemia por el covid-19 tomó más relevancia y generó más odio que la misma violencia de género; incluso, la ira recayó principalmente en las mujeres que fueron a Olivos analiza Cavallero. “Hay una tendencia misógina, puritanista, punitivista, que desaprovecha la oportunidad para el nivel pedagógico del asunto, donde se eduque a todes contra la violencia de género”, agrega al respecto Núñez Rueda.

Las especialistas coinciden en que al cambiar el eje sobre lo que verdaderamente se tendría que dar el tratamiento -la violencia de género- se preguntan si realmente los medios de comunicación tienen la problemática social en su agenda. Cavallero explica: “Esto es parte de una forma de tratar el tema que no tiene que ver con favorecer los intereses de las mayorías sociales que están esperando respuestas del gobierno por la crisis económica, que transforma la salida de la violencia como una utopía. Hoy quien tiene que salir de su hogar porque sufre violencia de género no puede alquilar porque los precios están desregulados, hoy también quién necesita una ayuda del Estado como el programa Acompañar, no puede recibirlo”.

Núñez Rueda retoma el análisis del tratamiento mediático y asegura: “Seguramente hay personas y voluntades que sí están preocupadas por la erradicación de la violencia de género, pero los intereses económicos y políticos detrás de los medios de comunicación, y en un marco donde las leyes que se habían construido a través del debate ciudadano quedan sin efecto o con poca capacidad de accionar, se torna muy difícil posicionar debates que se aparten de las ideas de rating, impacto, amarillismo”. Este caso mediático es una demostración de que, pese a que Yáñez se haya cuestionado el accionar del Ministerio de la Mujer ya que según ella “no hubo ayuda”, cuando es elemental la implementación de políticas públicas a la hora de afrontar casos de violencia de género. En el mismo sentido, Cavallero suma: “Las declaraciones de Fabiola no aportan nada para entender el fenómeno de violencia por razones de género en donde se perjudica de forma gratuita a la institucionalidad feminista. Si bien entendemos su posición, nos parece que deslegitimar una institución fruto de años de lucha, no aporta para nada a la clarificación que tiene que hacer la sociedad sobre las políticas públicas”.

Por otro lado, algunos medios de comunicación y el mismo imputado expresaron que las fotos difundidas de Yáñez estaban trucadas o que los moretones se debían a procedimientos estéticos. Esos rumores no hacen más que deslegitimar a la víctima y generan un retroceso social en cuanto a la credibilidad de la mujer. Cavallero historiza el mecanismo opresor: “El cuestionamiento de la validez de imágenes de una víctima de violencia es un recurso histórico, es una forma de describimiento de la sociedad. Ha habido una gran pedagogía del feminismo no con la finalidad de que se condene de antemano, sino para darle entidad a la persona que denuncia”. 

La imputación cae sobre un exmandatario que durante su gobierno promovió derechos de las mujeres tales como el derecho al aborto legal, seguro y gratuito además de la erradicación de la violencia de género a través de la implementación de políticas públicas. No obstante, Núñez Rueda comenta: “No creo que el movimiento feminista tenga que hacerse cargo de Alberto Fernández, de hecho, creo que se nos exige mucho. El libro Feminismo Jumanji surge como escritura conjunta en un momento de muchísima expectativa respecto a ese señor, a quien muchas de nosotras militamos, porque desde el 2015 a esa parte, habíamos adquirido mucha visibilidad pública y política y creíamos que un fuerte movimiento de mujeres y un gobierno peronista, nos iba a dar la posibilidad no solo de adquirir el aborto, sino de ganar terreno en muchas batallas. Pero Alberto no es un fiasco, ahora que se sabe que es un golpeador -lo cual, de ser demostrado, lo llevará a prisión- sino, que para muchas de nosotras se constituyó en un fiasco en el preciso momento en el que sobre alguna de nuestras agendas generó política, mientras no resolvía el tema de la redistribución de la riqueza; y no hay feminismo posible, no hay erradicación de la violencia posible, si no hay modificaciones estructurales en lo económico”.

El combo de Sandra Chagas

El combo de Sandra Chagas

Mujer, feminista, afrodescendiente y lesbiana, la activista Sandra Chagas repasa su historia familiar y lo que significa militar sus causas en la Argentina. El caso de José Delfín Acosta Martínez.

Del otro lado de una puerta de la que cuelgan muñecas, al final de un pasillo aireado de Once, una habitación blanca y memoriosa. Las aberturas son el espacio respirable de pedazos de pasados. Las paredes rebalsan fotos de mujeres con vestidos y hombres con tambores. Un mueble guarda tras sus ventanas más fotos y, ocasionalmente, una taza.

Al lado de la mesa, una escultura de ensamblados de metal: una pierna adelante, la otra atrás, rodillas flexionadas, rulos afro, una mano que toca un tambor y otra que lo sostiene, arriba de una sonrisa, la mirada. Esa mirada de júbilo turbada por algo más grande.

– ¿Quién es?

***

José Delfín Acosta Martínez pertenecía al Grupo Cultural Afro, desde el que se inició todo el movimiento de reivindicación afrodescendiente en Argentina. Lo fundó con Diego Bonga, otro inmigrante afrouruguayo, en 1989. El candombe se convirtió otra vez en espacio de reunión y unión afro-rioplatense: el grupo enseñaba el baile y hacía presentaciones.

– Cuando lo asesinan a José, nosotros tenemos un quiebre – dice con pesar y brillo en los ojos Sandra Chagas, activista afro que conoció en bailes al candombero. Su mamá y su hermano eran muy activos en el Grupo Cultural Afro.

El 5 de abril de 1996, José había estado en una clase de la Universidad del Tango en la confitería El Molino. Pasó por la puerta del boliche Maluco Beleza, adonde iban muchos brasileros. La Policía Federal fue a la salida, argumentando que habían recibido la denuncia de una persona armada y quisieron arrestar, sin mucha más prueba que el color de piel, a dos afrodescendientes.

–   José estaba incluso con sus zapatos de tango. Lo único que hizo fue tratar de ayudar y defender a estos dos compañeros brasileños porque sabía de derechos, sabía que no se los podían llevar así nomás. Los estaban acusando de algo, pero se los querían llevar y eso no se puede. Cuando él salió en su defensa, agarraron y se lo llevaron a los tres. Pero el único que sale asesinado es José.

El candombero José, el defensor José. En el living, la escultura hecha por Waldemar Moreira Zurbrigk parece respirar.

***

–  En el 98, dos años después del asesinato, Ángel Acosta Martínez, el hermano, hace lo que se llamó el Homenaje a la Memoria: homenajear no tanto a José Delfín, sino a la memoria de todos aquellos afrodescendientes en Argentina.

Para esa fecha, Ángel dio clases gratuitas de candombe en varios espacios de la ciudad de Buenos Aires. Había que pintar la ciudad de memoria afro. En una foto en blanco y negro sobre la pared, se ve una gran comparsa, la Kalakan-Gue.

– La comparsa fue desde Pasaje San Lorenzo hacia el Cabildo. En general, las llamadas – explica Chagas en referencia a las marchas populares con tambores y baile- se hacen desde más o menos Pasaje San Lorenzo hacia Parque Lezama. Pero esa vez se invirtió para visibilizar la presencia y tener ese registro del candombe resurgiendo en la Ciudad de Buenos Aires. Se visibilizó, no solamente el caso de José, sino también la presencia de los afroargentinos en este territorio, que hacía casi más de cien años que no transitaba por las calles.

La historia afro tiene mucho que ver con perder y recuperar. Los relatos de toda la Nación se destiñen a blanco: padres y madres de la patria, próceres y hasta sus caballos se blanquean en la imprenta de la historia. Aún así, la pérdida más grande es la identidad afro.

–  Venimos de la trata transatlántica esclavista. Las personas que habitan en estos territorios que hoy llamamos Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, somos toda la misma gente, traída en calidad de esclavos. Para mí, esto fue un genocidio que duró cuatro siglos y del que somos consecuencia.

La historia familiar de Sandra requirió cuatro generaciones para recuperar con total orgullo la identidad afro. “Mi madre no era candombera”, cuenta apresurada. Su bisabuela era una mujer criolla de arrugas profundas y mirada perdida. Su foto en blanco y negro reposa, desgastada, en el primer estante del armario familiar.

Primero, la bisabuela se casó con un hombre negro y después con uno blanco. Así, en la familia convivían los hijos negros con los blancos. El abuelo de Sandra era uno de los negros. Cuando le tocó cuidar a la próxima generación, fue determinante: tenían prohibido juntarse con “los negros que estaban en la esquina”.

–  Hoy todo el mundo quiere bailar candombe, quiere tocar candombe, como si hubiese sido fácil para la propia comunidad negra hacer entender a la propia familia lo que significaba para una. Para mi mamá era una contradicción no juntarse con esa gente que era su misma gente.

Mientras tanto, levanta uno de los cuadros. Una negra sonriente baila al compás de los tambores. La nieta rebelde, la madre de Sandra.

–  Su madre es negra, ella es negra, ‘¿por qué no me puedo juntar con esa gente?’, se preguntaba mi mamá. Pero vos ves que mi bisabuela es criolla.

***

–  Ahora estamos viendo o viviendo un retroceso espantosísimo, donde lo que prima es todo lo que venga otra vez de Europa o de Estados Unidos, lo que venga de fuera… Sin mirar a la propia gente, ni lo que quieren, ni lo que desean, ni lo que piensan… Nada, las propias personas a las que se supone que gobernás o estás dirigiendo un país, ¿para quién? ¿Para qué? Porque no se está escuchando la voz de las personas, no se está escuchando la voz del pueblo. No hay un ida y vuelta. Es solamente tirar cosas que tenés que asimilar y chau – acelera.

De repente, se para en seco.

– Aquella ya está sacando fotos que me ponen más nerviosa. Estás sacando fotos de José igual, ¿no? Hay muchas con mi mamá también. Ellos bailaban juntos.

Arriba de la escultura, hay una foto de una Sandra joven en el Teatro Coliseo en una bailanta del Grupo Cultural Afro.

–  Hay otras fotos más – desliza mientras recorre la pared con la vista. A la derecha, una foto de su mamá en los 80 con el coro Kennedy.

La madre de Sandra bailó la prohibición familiar toda su vida. En esa época, se presentaba con Yavor, después con el Grupo Medio Mundo. Incluso, llegó a bailar en una obra de Egle Martin, una vedette y coreográfa argentina. Cada tanto, también le gustaba cantar.

***

– Como mujer tenés otra carga más, porque sos mujer, sos negra, sos… 

– Soy lesbiana. Claro. Tengo el combo cuatro. Yo hablo de afrofeminismo. No puedo dejar mi identidad fuera del activismo, de nada. Es más, a veces hablo del afrolesbianismo feminista, porque en realidad soy afrodescendiente, soy lesbiana desde chica y llegué al feminismo. Ojo: no fue fácil llegar al feminismo.

Menos, cuando la liberación femenina se limita a pequeñas disputas que no cuestionan al sistema colonialista, capitalista y blanco. Un feminismo blanco de panel con cupo negro que excluye, que expulsa.

***

–  Estoy estudiando la licenciatura de Justicia y Derechos Humanos en la Universidad de Lanús para poder seguir defendiendo los derechos de nosotras, las personas afrodescendientes.

Tras una pausa, Sandra toma aire.

– Vos pensá que en 1996, cuando asesinaron a José, nosotros éramos “los negros”. Igual no va a cambiar eso, ¿eh? Nosotros no necesitamos que cambie, pero sí que la sociedad entienda algunas cosas. Porque, por ejemplo, después de la Cumbre de las Américas de Durban, Sudáfrica (2001), nosotros tenemos derechos humanos. Ahí fueron reconocidos por la política internacional.

El derecho internacional está más presente de lo usual en las historias personales cuando se trata del colectivo afro.

–  Tuvimos que pasar por muchas cosas. Primero, salir de las cárceles. Después, de la esclavización, del apartheid, de la segregación racial. O sea, hay todo un combo. Y lo que siempre nos toca, a cualquier afrodescendiente, esté donde esté: el racismo, la xenofobia, la discriminación racial, la extranjerización -suspira y se le caen los ojos-. Nosotros siempre vamos a terminar siendo extranjeros.

¿Cómo llamarse? ¿Migrante? ¿Transhumante? ¿Afroargentino?

–  La gente se traslada. Las poblaciones se mueven y van de acá para allá. Yo me considero afrodiaspórica. Y lo digo así porque de las dos diásporas, de la primera, la de la trata, y la segunda diáspora, que son de los países latinoamericanos y sus dictaduras económicas.

Con catorce años, su familia la subió a un colectivo de larga distancia de Uruguay a Argentina. De a uno, fueron viniendo. No los persiguieron las cachiporras de los represores. Los expulsó la economía que hacía cerrar los números con la gente afuera.

–  Ahora no estamos en dictadura, aunque sí hay una dictadura económica. Te podés manifestar, el derecho a la protesta está acá, en Naciones Unidas… pero quieren imponer la cultura del miedo: no es que van a perseguir sólo a los indígenas, a los negros, es a todos los que estén en desacuerdo.

Pero cuando la tez se oscurece, los policías gatillan más rápido.

***

Aún el caso de José Acosta no está cerrado en la Corte Suprema. Se agotaron las instancias nacionales y Argentina no se presentó a las internacionales de solución amistosa. Así que, en 2020 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se expidió con una condena histórica. El racismo volvió a ser central para los organismos internacionales por la presión de movimientos como Black Lives Matter, creados con el caso de George Floyd, el ciudadano afroestadounidense asesinado en marzo de 2020 por la policía.

–  Ellos hace años que están teniendo un caso al que no le están dando bola. Hay un caso internacional que todavía lo tenés acá en la gatera. Y al que no le das viabilidad y al que dejaron muchísimo tiempo ahí en espera y espera y espera hasta que no había manera de poder tapar el sol con la mano.

Meses más tarde del violento asesinato de George, a fines de agosto de 2020, la CIDH falló en el caso José por primera vez acentuando la violencia policial por el “perfil racial” del asesinado.

–  A George lo filmaron, pero no había nadie que lo ayudara. José estuvo encerrado en una pieza donde lo golpearon hasta matarlo. Son dos cosas diferentes. No había nadie que filmara, ni que lo viera, ni que…O sea, ¿cómo probás todo lo que tenés que probar?

En la pregunta hay un aliento cansado, acarreado por generaciones.

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–  Hoy las Naciones Unidas hablan de George Floyd y crean un ente, el EMLER, que tiene que ver con un foro por los casos de asesinato. No solamente lo ponen a George Floyd como el caso paradigmático, sino que no visibilizan el caso de José Delfín Acosta Martínez, que es un único caso en toda Latinoamérica y el Caribe.

El caso de José sirvió para el caso de Lucas González: en la primavera de 2021, policías de civil, lo persiguen en auto y le disparan por atrás. Lucas salía del entrenamiento de un club de fútbol, tenía gorra y la tez marrón.

–  Otro caso que tiene que ver es el de Fernando Báez Sosa. Fernando Báez era argentino, pero sus padres paraguayos. Entonces, a él le corría la extranjerización. Esas once personas que lo golpearon hasta matarlo, mientras lo golpeaban, no le decían “marrón”, le decían “negro de mierda”. Hay toda una connotación racista contra el color de la piel, que no te veas blanco.

Cuando hablamos de racismo, tenemos que hablar de clasismo. Y de exclusión.

En la sala, la estructura de metal exhala al ritmo del tambor repiqueteado por siglos de pérdida, rebeldía y rabia.